Partida Rol por web

02 Colmillos y garras

Cuando miráis afuera la luz os deslumbra un poco. A pesar de la niebla que aún hay, aunque menos densa que ayer, la claridad en contraste con el interior de la cueva es abrumadora. Eso, sumado a que el viento ha amainado, os permite poder oír y ver con mayor claridad vuestro entorno, e incluso orientaros mejor. La cueva está situada a los pies de un alto y largo muro, frente a vosotros algún montículo y algún grupo de abetos; y silencio. Un inquietante silencio que lo envuelve todo.

Cuando salís, al dar los primeros pasos, y no demasiado lejos de la entrada del refugio, una mancha roja sobre la nieve os llama la atención en mitad del paisaje blanco y gris.

Esperaba poder investigar las huellas que los lobos habían dejado antes de que mis compañeras salieran. Sin embargo, su pronta puesta en marcha no me dejan mucho margen para ello, y al salir ya tengo detrás a la bandida.

Intento inspeccionar el suelo con el fin de ver hacia dónde han marchado las bestias, hasta que doy con esa mancha.

«¿Qué es esto?», me pregunto mientras observo la mancha y sus derredores.

Al salir al exterior la claridad me deslumbra y me cuesta un poco adaptar mi vista. Con mi apoyo en una mano y el tronco en la otra, estoy preparada por si hiciera falta.

Sorprendida por la llamativa mancha, exclamo -¡Esos lobos...!- miro nerviosa a mi alrededor con la certeza de que en algún momento van a aparecer - ¡Fuego... necesito fuego...aquí!- no era capaz de articular bien lo que quería decir -¡Pren...prendédme el palo!-

Entorné los ojos ante la diferencia de luz, pero no tardaron en acostumbrarse al blanco apagado de la nieve bajo las nubes. Observaba las marcas que habían dejado en el suelo cuando de pronto Militsa pidió fuego. La miré sin comprender muy bien por qué, como si algo que ella hubiera visto escapase de mi conocimiento. Por lo que hice lo único que sabía hacer. Coloqué la mano en la empuñadura de mi espada y observé por si se acercaban las bestias.

—¿Qué ocurre? —pregunto confusa sin separa la mano de mi arma —¿Qué es lo que habéis visto?

Aquella marca parecía sangre pero podía ser de cualquier animal o incluso una disputa entre las mismas bestias deseando saciar su hambre. 

—Si te sientes más segura toma una antorcha, aunque no creo que eso te aparte de los colmillos de las fieras.

Os acercáis a las manchas, y podéis comprobar que se trata de sangre. Alrededor de ellas hay huellas de animales, seguramente de lobos. No hay ningún cadáver, pero las huellas, y un rastro de sangre, se dirigen todas en la misma dirección, como si unos de esos animales persiguiesen a los otros.

Por tu experiencia como cazador puedes distinguir huellas de lobo y de oso, pero hay otras huellas que no reconoces. El rastro es reciente, debe haber ocurrido durante la noche, hace pocas horas. Si sigues observando comprobarás que al menos un oso llegó y los lobos lo rodearon. Luego se enfrentaron ferozmente y el oso huyó siendo perseguido por la jauría, compuesta al menos por cinco lobos, algunos muy grandes dada la profundidad de las huellas.

Para aumentar tu inquietud, las huellas se alejan en la misma dirección que debéis tomar, hacia el desfiladero.

Miras la sangre y las huellas. No eres buena rastreadora pero te das cuenta de algo: al menos hay tres tipos de huellas alrededor de la sangre. También notas que la sangre es de varias de esas criaturas, así que si se han enfrentado entre ellas todas han resultado heridas. Dos tipos de huellas son profundas, de criaturas muy pesadas, mientras que el resto son más ligeras.

No ves a ningún lobo cerca. Militsa ha sido simplemente víctima de su propio miedo. Ves las huellas y la sangre, y ves que se dirigen en la misma dirección que vosotros. Aunque no haya lobos a la vista, deberíais ser cautelosos.

—Tranquilas, no están aquí. Militsa, no creo que sea buena idea llevar una antorcha de día. Aunque no la necesitemos para orientarnos, sí puede servir como un faro para atraer criaturas.

Con la mano les pido que no se acerquen demasiado a la mancha, para no emborronar las únicas pruebas de lo ocurrido. Mientras voy andando observl las huellas y les voy contando lo sucedido.

—El rastro es reciente, probablemente de algunas horas. Un oso llegó desde allá y cinco lobos lo rodearon aquí —digo ayudándome de las manos para hacerme entender—. Hubo una feroz pelea entre ellos, y finalmente el oso huyó.

Hago un parón, intentando darle vueltas a algo que no comprendo.

—El oso debió ser grande y fiero para aguantar el lance, pues algunas marcas de lobo también son grandes. Hay otras huellas que no... consigo reconocer. En fin, lo peor de todo es que el rastro continúa hacia la misma dirección en la que debemos marchar.

Sin otra opción a la vista, me dispongo a continuar la marcha.

-El Barón Zeläj me aconsejó que si nos topásemos con lobos, usara fuego- respondo mirando a mis compañeros

-Si aparecen de repente, porque las huellas van en nuestra dirección, no tendremos tiempo de encenderlo- protesto y me detengo mirando a mi alrededor. Seguir por el mismo camino por el que hay cosas que no comprendemos no tenía sentido, si no estábamos preparados.

-Sólo digo que si nos tenemos que enfrentar a algo, que estemos preparados, porque dudo que esta vez lo que quiera que sea tenga la capacidad de razonar conmigo-

—Bien... En la mochila tengo un frasco de aceite que podríamos usar para embadurnar tu antorcha y hacer que prenda rápido cuando llegue el momento... —respondo pensativo—. Aunque sí, igualmente abría que hacer fuego antes...

—En cualquier caso, te prometo estar atento por si los tenemos cerca. Lo bueno de que se hayan marchado primero, es que son sus huellas las que están delante, y no las nuestras. Pero no conozco otro paso que este para llegar a nuestro destino, Militsa —termino diciendo con los brazos encogidos.

Me sorprende ver como Fardhinn es capaz de ver todo lo que había ocurrido tan solo con aquellas marcas en la nieve. Para mí no eran más que pisadas y sangre que se mezclaban sin sentido. Pero por lo poco que le conocía algo me decía que podíamos confiar en su instinto.

—No sabemos cuando se fueron ni si la lucha contra el oso dio sus frutos y ahora tendrán la barriga llena —respondo soltando mi espada —. Será mejor continuar y ver que nos encontramos por el camino. De nada sirve que nos pongamos en lo peor.

Si bien yo no era mucho de pensar antes de actuar, algo que ya había demostrado, tampoco creía que nuestro destino fuese a ser tan nefasto. La noche ya había pasado y las bestias no estaban. Nada indicaba que fuésemos a alcanzarlas ni que estuvieran todavía por los alrededores.

—Si nos encontramos con los lobos intentaré daros algo de tiempo para que encendáis esa antorcha. Con el aceite y unas chispas de su pedernal no debería tardar en arder.

Le hago un gesto entonces a Fardhinn señalando el camino marcado por las huellas.

—Sigamos, tenemos que aprovechar las horas de luz que tenemos.

Impregnar la antorcha de Militsa con al aceite que Fardhinn lleva en la mochila es sencillo. Ahora, con una simple chispa del pedernal, prenderá de inmediato. Luego iniciáis la marcha y os alejáis del lugar, dejando atrás las colinas nevadas y la densa niebla, para adentraros en un nuevo paisaje de sombríos cañones y angostos desfiladeros. El frío se acentúa y el hielo bajo la nieve se vuelve peligroso. El viento silba sobre vuestras cabezas, y cuando se calla podéis oír lejanos ecos de gruñidos y ladridos.

Debéis avanzar con cuidado, pues la nieve puede además ocultar pozos y grietas por las que podríais caer por última vez. Si seguís las huellas y el rastro de sangre no tendréis problema, pues al menos dos de esas criaturas son más pesadas que vosotros. Sin embargo, si decidís tomar un camino distinto, deberéis ralentizar vuestro paso en aras de la seguridad.

De cuando en cuando encontráis unas extrañas piedras marcadas con unos símbolos extraños, como si alguien los hubiese hecho hace mucho tiempo, como guía para no perderse en este intrincado laberinto, o como advertencia para no seguir adelante.

Los símbolos que hay en las piedras son similares a los del mapa. Eso te confirma que vais por el buen camino.

¿Conoces esos símbolos?

Es de vital importancia el orden en el que camináis por estos cañones. Sería demasiado fácil tenderos una emboscada.

—Vamos por el buen camino —digo al ver las piedras y recordando los símbolos del mapa—. Lamentablemente el rastro de los lobos continúa por el mismo trayecto. Además, debemos tener mucho cuidado con no caer en una de esas grietas. Estad atentas.

Con todos mis sentidos alerta avanzo siguiendo a mis compañeros. Pongo especial atención a las grietas que señala Fardhinn, para poder sortearlas y es al fijarme en el suelo, cuando veo una piedra que me llama la atención.

Me agacho y la cojo para observarla mejor "Estos símbolos marcados ¿de qué me suenan? juraría haberlos visto antes"  Vuelvo a colocar la piedra donde estaba, que no parecía un sitio casual y para mi sorpresa, unos cuantos metros más adelante vuelvo a ver otra con las mismas características, pero otra inscripción " Están colocadas cada cierta distancia...está claro que tienen una finalidad ¿pero cuál?"

Mientras camino, intento recordar, repasando mentalmente los libros que tenía de mi tío.

Observo como la herborista se agacha extrañada para tomar una de las piedras marcadas.

—Militsa, ¿conoces esos símbolos? —pregunto con curiosidad mientras echo mano del mapa.

—Son como estos. ¿Sabes qué quieren decir exactamente? —le consulto con el documento extendido para que los vea bien.

Después del día anterior incluso puedo agradecer el caminar por aquel paraje helado sin un viento que nos azote. Pero por supuesto el camino no podía ser sencillo. Alzo la cabeza mirando hacia arriba cuando nos adentramos en los gélidos cañones, ocultos de la claridad del sol contra las nubes, provocando que me estremezca y sienta une escalofrío que me recorre por completo. No me gusta nada ese lugar y nuestros pasos van en el mismo sentido que las marcas que habíamos observado desde nuestra salida en la cueva.

Me detengo junto a mis compañeros cuando Fardhinn comienza a hablar. No puedo evitar sentirme en un lugar extraño y salvaje, algo a lo que nunca me había estado expuesta.

Contemplo también los símbolos pero no significan nada para mí. No son más que garabatos tallados en la roca. Por lo que en esta ocasión me quedo en silencio y vigilo a nuestro alrededor por si algo o alguien trata de sorprendernos.