Partida Rol por web

Malcolm logró su objetivo, y consiguió llegar solo a la sala superior sin necesidad de recurrir a la escalera.

Allí pudo ver un extraño grupo formado por cuatro personas y una especie de robot rojizo. El grupo estaba formado por dos chicas, una muy guapa y la otra de aspecto pintoresco, un chaval delgado, otro más fuerte y... ¿él? Se fijó un poco más, y el grupo, sin duda, le era muy familiar:

En cuanto Malcolm accedió allí, el falso Metal Ardiente sonrió sin decir ni una sola palabra. Y entonces el hombre metálico se colocó en posición de ataque. A continuación, María se llevó una mano al bolsillo y sacó un paquete de tabaco para encenderse un pitillo. Hugo cerró los ojos, alzó sus manos y unas cadenas se materializaron alrededor del cuerpo del gigante rojizo. ¡No sabía como, pero ahora estaba atado con unas cadenas de un material muy parecido al de su cuerpo! 

Malcolm estaba solo y en peligro, estaba completamente apresado, y parecía que tuviera de frente a todos sus compañeros convertidos en enemigos.

El ser ardiente miró a su alrededor. En un principio se asustó al verse apresado, pero, de nuevo, lo que veía no tenía ni pizca de sentido. Allí estaba un reflejo de su propio grupo.

La mente lógica que estaba dentro de aquel cuerpo de metal se dio de bruces con aquella nueva y extraña realidad. Pero aquello no podía ser. Una vez más, aquel escenario les ponía a prueba. Verse atado era tremendamente angustiante pero entonces se dió cuenta de que eso era lo que quería quien fuera. Estresarle, no dejarle pensar con claridad... Oh no. Otra vez no sería así. Ya estaba harto de aquellos juegos inspiró con fuerza mientras miraba con odio la escena. No dijo nada más, pero aquello era incongruente. ¿Crear unas cadenas de la nada? ¿Justo de su mismo material? La conclusión era clara: otro truco mental, como el que había vivido en la habitación a oscuras o en el "vestuario".

Esperó el momento oportuno. Seguramente no podría enfrentarse mentalmente a lo que estaba provocando aquella alucinación... pero que no pudiera mover sus manos no significaba que no estuviera indefenso. Mientras se resistía usó todo lo que sentía hacia aquellos cobardes que no daban la cara para concentrar más aún su fuego interno. Empezó a subir su temperatura más y más. Ya lo había hecho alguna que otra vez.

Y entonces aprovecharía el momento justo...

Cuidado, no le toquéis. Advirtió el hombre de metal. Está concentrando el calor en su cuerpo para que cuando alguno le toque os hiera. Miró a sus compañeros, y todos comprendieron la información que les había transmitido. Entonces se vio tentado a atacarle, pero sabía que si ambos eran del mismo material iba a ser muy poco probable que lograse algo. La mujer del cigarrillo fue la única que asintió. Esa María parecía mucho más decidida y mucho menos dudosa que la verdadera, inhaló fuertemente el cigarrillo, haciendo que la punta se prendiera con mucha más intensidad y un montón de humo salió por su nariz.

El vapor que salió no era del tono gris habitual, al contrario, poseía múltiples colores y rápidamente se introdujeron en la nariz del ser ardiente. Malcolm rápidamente se tranquilizó y volvió a su estado humano. Sintiendo como las cadenas se volvían más pesadas y poderosas. Y entonces sintió que se estaba equivocando, que debía estar del lado del grupo y del lado de los gemelos. Ellos eran los que obraban bien, los verdaderos. Los que estaban cometiendo actos malvados y peligrosos eran los que estaban en la planta de abajo. Ellos eran el verdadero peligro. 

Aquellos razonamientos soltados por "el humo de colores" de aquella María confundieron realmente la mente de Malcolm haciendo que perdiera su poder y volviera a estar de nuevo desnudo y a merced de sus captores. Aunque una parte de su mente parecía pensar que estaba equivocado y que los gemelos tenían razón, otra parte, la lógica aplastante le gritaba que aquello era absurdo. ¿Ellos malvados y peligrosos?

Ellos eran los que habían asesinado en primer lugar, los que jugaban con ellos, los que envenenaban, los que les tenían atrapados. No. Esos pensamientos solo podían ser una intromisión externa... Acaso ese era el poder de María? Poco o nada les había dicho aquella mujer tan particular.

Pero estaba claro que si seguía resistiendose, seguirían usando aquellas armas mentales contra él. Tenía que plantearlo como un juego de estrategia. Debía hacerles pensar que aquellos argumentos le habían convencido.

Si, es cierto... Soy un peligro... Es verdad. Nesesito que alguien me guíe.... O perderé el control y ocurrirá una desgrasia...

Ha funcionado. Dijo la falsa María de ese lugar. Suéltale. Dijo María dando órdenes a Hugo. Esa mujer, a pesar de ser idéntica que la chica de la sala de abajo, era totalmente diferente. Su comportamiento era más autoritario y activo y parecía manejar a sus compañeros con más eficacia que cualquiera. Además, no parecía tener miedo, ni tampoco inseguridad. Era una mujer totalmente diferente, pero real al fin y al cabo.

Las cadenas que habían oprimido a Malcolm se desvanecieron dejándole libre. Tenía la oportunidad de actuar, el humo le había relajado, pero no había logrado manipular su mente. Quizá podría ir en busca de sus compañeros, que se estaban demorando más de lo debido en ayudarle, o bien podría intentar acabar con todas esas copias él solo.

Malcolm se vió suelto... tenía varias opciones, pero tenía que actuar con inteligencia. Estaba claro que él solo no podía con aquellas copias, aunque le daba la impresión que Maria, o al menos su doble, era la clave de todo.

No le gustaba la idea, pero tendría que usar a sus compañeros como distracción. Cuando los dobles estuvieran ocupados entonces actuaría. Entretanto intentó dar algo de sentido a su postura. 

[color=#0000BF]Qué... qué quieres que haga? Qué debo hacer... todo es tan... confuso...[/color]

María se acercó hasta él con un cuchillo en la mano que Malcolm no tenía muy claro de dónde había salido. Y después se lo tendió hasta él. Es muy sencillo, ve a la planta de abajo y clávale esto a todos los que están ahí abajo. Son unas copias faltas de nosotros mismos, si se lo clavas, podrás eliminarles y pronto podremos salir de aquí. Es muy sencillo. Dijo mirando hacia el hueco de la trampilla reventada.

Ante las órdenes de Maria, Malcolm tendió la mano y tomó el cuchillo. Lo observó un momento y luego lanzó una mirada confusa a María.

[color=#0000BF]Pe-pero no lo entiendo. ¿Por qué quieres que sea yo quién lo haga? Si lo hago... ¿no seré igual de malvado que si os mato a vosotros? No... no tiene sentido[/color] -añadió siguiendo la lógica. No tendría sentido mostrarse como un tipo sin cabeza. Él no era así y no engañaría a nadie si se comportaba de otra forma.

No te preocupes. Son copias. No existen. Simplemente ese cuchillo es capaz de eliminarles. No hay nada de malo en matar a algo que no existe. Así que no temas por ello. Dijo María continuando con su interés de incitarle a acabar con sus compañeros. Tenía claro su objetivo, pero tanta duda empezaba a ponerla nerviosa.

Las palabras de "María" dejaron constancia de que aquella tipa no era la auténtica María. Si los de abajo eran copias ¿él también era una copia? Y si era así... ¿tenía sentido mandarle a él a matarles a ellos? Absurdo.

Tomó el cuchillo y asintió repitiendo: [color=#0000BF]Claro... son copias... No hay nada de malo en ello.[/color] Y sin más, se volvió a transformar para bajar por el agujero y encontrarse con sus compañeros.

Víctor sonrió ante todos los comentarios que le estaban diciendo. Tenéis razón. Dijo asintiendo. No creía que fuerais a darme vuestros poderes por las buenas, y si lo hacíais, moriríais al momento. Dijo mostrando una sonrisa sádica. Al fin y al cabo, no debo "dejar cabos sueltos". Dijo repitiendo la frase de María. 

Mientras Tic Máster actuaba, Metal Ardiente se pegaba a Robson para pasarle parte de su calor al cuerpo. Y Carolina le estaba entregando el cuchillo roba-poderes que se había quedado ella. Hugo se colocó en el suelo y colocó sus manos sobre él como si estuviera pidiendo clemencia. Tic sonrió al ver que el primero de ellos se rendía ante su supremacía absoluta, pero el saltimbanqui parecía ser más inteligente que su jefe y se dio cuenta de lo que estaba haciendo.

 ¡Idiota! Se atrevió a gritarle. ¿No te das cuenta de lo que está haciendo? Dijo advirtiendo de lo que iba a hacer Hugo. No se va a rendir tan fácilmente, algo está tramando. Y en ese precisamente, el saltimbanqui alargó un brazo, tanto tanto que parecía Mr. Elástico de los 4 Fantásticos. El brazo enrolló a Hugo y lo levantó del suelo para sostenerlo por una pierna y dejarlo colgando. ¡Mejor que te estés quitecito! Le dijo sujetándolo como a un pez que acababa de ser pescado. 

Con el otro brazo estaba sujetando a Deborah, cuyo rostro parecía indignado, no solo por la situación que estaba viviendo, sino por la traición que acababa de ver en Robson, al estar tan pegado a Carolina. Sabía que no era la mujer de su vida, pero no que la fuera a cambiar por la primera que pasase por delante.

En cualquier caso la situación estaba especialmente tensa. 

El engaño de Hugo no había salido como pensaban, y segundos después, Tic Máster desenfundó un par de katanas que sujetaba una en cada mano. Nada de todo lo que se estaba viendo ya parecía una ilusión. Todo era muy real y sumamente peligroso. Debían obrar con cuidado y en consecuencia, si no querían ver más muertes ese día.

Estaban bien jodidos.

Con Hugo colgando tenían las manos atadas prácticamente para no herir a nadie. Pero algo había que hacer!

Robson notaba como el calor del hombre de metal pasaba a su cuerpo, absorbiendo la energía cinética de las partículas en movimiento del propio calor. Su cuerpo reaccionaba al instante, era un poder pasivo, pero el como lo empleara... En ese momento tubo una idea, era loca y arriesgada. Pero no podían estar mas jodidos de lo que ya estaban. Solo se podía luchar... y morir.

Se giró de improviso, y puso a Carolina por delante de él. Cogió a Carolina, abrazándola por detrás, con una mano sobre la nuca y con el otro brazo rodeándola la cintura. Las palabras que diría a continuación sabía que dolerían mas que cualquier puñal clavado en el pecho de su compañera. Pero a veces eso era mejor que perder la vida.

Solo a veces.

- Lo siento, Victor. Pero la mujer que quiero esta en mis brazos. - Una mentira piadosa para salvar la situación.  ¿Seguro que era mentira? ¿Por qué me sentía tan distinto con Carolina a mi lado? -Deb es policía también, se sacrificaría por nosotros, así que... ya no tienes ese as en la manga, colega.- Dijo sonriendo. Sabía que Deb le odiaría el resto de la vida, pero si así podía salvarle la vida era un pequeño precio.- Lo siento compi, daños colaterales -dijo intentando no mirarla directamente a esos ojos que me partían el alma.

Robson acerco sus labios al rostro de Carolina simulando que la daba un beso, mas un susurro también salio de ellos.

-Confía en mi. Tócale. Usa tu poder...

Sin saber si funcionaría, Robson reunió las energías obtenidas y la convirtió a hipervelocidad. Poner a Carolina delante de su pecho, sería muy romántico, pero realmente el propósito era evitar un tirón cervical al usar la velocidad y llevarla de pasajero.

Si como pensaba Robson, Carolina usaba su poder al tocar al Mimo, tanto Hugo como Deb quedarían libres al ser Intangible. Con un poco de suerte claro... Entonces Robson usaría el cuchillo con el Mimo diabólico...

- Maria! Humo Ya!! Gritó Robson antes de salir pitanto

Una vez que vió las acciones del policia, el ser metálico no se lo pensó dos veces. Flexionando las piernas un momento, saltó con un rugido de rabia hacia "Víctor" con el propósito de placarle y aplastarle con su cuerpo metálico incandescente. Veríamos a ver si aquel individuo podía soportar el peso de aquella mole blindada de acero tan caliente que provocaría quemaduras en su piel.

Por supuesto que aquél feriante no sería una persona corriente pero, ¿elasticidad? Tendrás a tu pareja contenta.- Chasqueó la lengua al ver a Hugo colgando y frenando el paso que iba a dar para ayudarlo, temiendo que cualquier intento pudiera repercutir directamente sobre la otra rehén.

Solo debo tocarlo.

Entrecerró los ojos en una fila línea, calculando la distancia que la separaban del saltimbanqui y las posibilidades que habría de que murieran. Por desgracia no contaba con que llegaría a tiempo, provocando que cerrara las manos en un puño y sintiera un frío sudor recorrer su espalda.

En ese momento vio cómo Robson se giraba sin previo aviso y la situaba en primera línea, justo como había hecho ella anteriormente. Parpadeó varias veces sin entender nada y, al escucharle hablar, notó cómo se ruborizaba a niveles insospechados al igual que subía un creciente enfado.

- Para el carro. ¿Qué coño estás diciendo? – Actuar no era su fuerte y menos cuando la habían puesto en escena sin darle el guion. Nerviosa, susurró a Robson mientras forzaba una sonrisa hacia Tic Máster sin atreverse a mirar a la policía rehén. Luego vino ese lento acercamiento de labios que vio a cámara lenta e hizo que sus pulsaciones se dispararan, esperándolo con los ojos cerrados… pero sin llegar.

Confía en mi. Tócale. Usa tu poder...

- Voy a matarte.- A pesar de haber pensado en el mismo plan no supo por qué estaba tan decepcionada, puede que dolida de no haber acortado esos escasos centímetros que los habían separado o que de verdad quisiera que le besara Robson, quien la volvía loca desde el principio.

Giró el rostro, enfadada, y se preparó para la acción, desechando aquél romántico e inexistente encuentro para centrarse en salvar a los rehenes. Se agarró al policía para no caerse y fijó su atención en el feriante, tomando el aire suficiente.

Cuando se pusieran en marcha alargaría el brazo para alcanzarlo y usar su poder.

Tal y como había planeado Robson, absorbió el poder de Metal Ardiente y convirtió la energía calorífica en energía cinética para empezar a moverse a gran velocidad. Agarró a Carolina para no provocarle un tirón cervical y justo en ese momento se oyó un sonoro y seco:

<< ¡CRACK! >>

Se lo esperase o no, el Saltimbanqui había roto el cuello de la mujer que tenía sujeta. Deborah caía en el suelo completamente inerte con el cuello desencajado y la mirada perdida. No había habido contemplaciones, la había matado. Estaba claro que no tenían intención de andarse con rodeos.

La hipervelocidad de Robson no había funcionado como él esperaba, no siempre sus poderes conseguían lograr lo que pretendían y mucho menos cuando se hallaban en situaciones de estrés como aquellas. Había absorbido demasiada energía de Metal Ardiente, provocando una considerable bajada de la temperatura de su cuerpo.

Aún así, Robson y Carolina se movieron a gran velocidad y pudieron conseguir que el Saltimbanqui sí que soltara a Hugo. El parapsicólogo cayó al suelo boca abajo, golpeándose fuerte la cabeza y haciéndose bastante daño.* 

María una vez más fue incapaz de reaccionar, no pudo usar su poder, por lo que les habían dejado al descubierto contra Tic Máster y su ayudante. Entonces el suizo cargó contra su fornido enemigo, que con un gesto sencillo y rápido esquivó sin que le hiciera ningún daño. Robson había absorbido gran parte de la energía calorífica de Metal Ardiente, convirtiéndolo en un hombre de metal, pero no incandescente. Tic Máster dio un giro sobre sí mismo y de una simple patada en el costado lo derribó y lo estampó contra la pared. No tenéis nada que hacer. Le dijo. Estáis totalmente perdidos. Dijo mientras cargaba con sus katanas contra el hombre de metal para robarle su poder.

Al estar boca abajo, Hugo no podía hacer gran cosa, y aunque lo pensaba, no se le ocurrían ideas para salir de la posición en la que se encontraban, pero por suerte, el policía y la cientifica parecían tener un plan preparado, mientras que el hombre de hojalata iba a por el que les quería robar sus poderes. Por desgracia, no todo salió como esperaban.

La policía que acompañaba a Robson, la mató el payaso, su sonido se escuché tras de Hugo con un sonoro crack. Hugo no podía creerlo y probablemente él era el siguiente, pero Robson acudió rápido con Carolina e hicieron que el payaso lo soltase, dandose un fuerte golpe en la cabeza que hizo que se llevara las manos a la cabeza y girara sobre si mismo hacia el payaso sin quererlo.

Entonces lo vió claro - El payaso... es de goma - Fue lo único que pensó mientras ponía rápido sus manos en su pierna. Sabía lo que tenía que hacer, y no lo iba a pensar, lo iba a decir - Payaso, es hora de una clase de química - en ese momento su poder ya estaba en funcionamiento - ¿Qué le pasa a la goma, cuando se enfría? - Se endurece y es extremadamente fragil, como un vaso de ceramica que al minimo impacto puede quebrarse y posteriormente, hacerse añicos - Ahora a Hugo le daba igual que le volviera a capturar con sus brazos de goma, él ya había tocado al payaso y convocado su poder, lo irreal se volvería real, y aunque no enfriara al payaso, si que haría que su cuerpo gomoso se quedara tan endurecido como si estuviera congelado y no era díficil ya que solo las moleculas se detendrían el tiempo necesario para que Robson, lo terminara.

-Robson, Metalico, cualquiera, un solo golpe y se acabó. ¡RÁPIDO! - Fue lo que gritó Hugo mientras cedía toda su concentración y poder a mantenerlo en ese estado de congelación el mayor tiempo posible y esperando que lo defendieran del resto - No matarás a nadie más, nos protegeremos, la protegeré.

Todo pasó muy deprisa. Robson y la chica lanzándose contra el payaso mientras éste mataba a su compañera sin piedad, él intentando cargar contra el tal "Víctor" y... fracasando ostensiblemente. ¿A quién quería engañar? Él no era un combatiente. Era un ingeniero, un hombre de ciencia. Se mantenía en forma, pero no era un experto en armas marciales. Por suerte su cuerpo metálico había absorbido el fuerte golpe recibido, y lo bueno, es que había llamado la atención de aquel bastardo.

De todos sus compañeros, sólo Robson parecía más combativo y, estaba claro que él podría resistir mejor que cualquiera de los demás. Mientras se incorporaba y aquel tipo se lanzaba sobre él con sus dos armas metálicas tuvo apenas unos segundos para elaborar su estrategia. Notaba el calor en su interior... sólo necesitaba un momento más. Tenía que entretener a Tic Máster, asi que se preparó para su embestida y puso toda su atención en esquivar o desviar sus armas... que no eran otras que los brazos que esgrimían las katanas. Ese era su punto débil. Sin brazos, no había amenaza. Era algo arriesgado, pero en cuanto tuviera el calor suficiente, cambiaría de estrategia y al menos sus compañeros podrían dedicarse a neutralizar al payaso.
 

Lo más desagradable fue el sonido, calando en lo más hondo de su ser y retumbando en sus oídos en repetición continua, estremeciéndola. Sintió primero nauseas al pensar que por su culpa habían matado a Deb, que un movimiento había decidido la vida o muerte de una persona, pero no se permitió caer, no por Robson.

- No la mires, no así.- Sabía que iba a hacerlo y que su compañera era importante para él, por lo que le abrazó con fuerza aprovechando la cercanía que todavía tenían mientras veía a Hugo caer de las garras del feriante, una punzada de alivio tras aquella tragedia.

Fue entonces cuando vio a Tic Máster cargar contra Metálico, portando dos katanas y dispuesto a matar. Ahogó un grito y sintió de nuevo esa impotencia al saber que no podría hacer nada al no poder tocarle culpa de su temperatura. Se mordió el labio inferior mientras se concentraba en el Saltimbanqui, quien estaba más próximo a su posición, y de quien debían encargarse antes de poder salvar a su compañero.

- Acaba con él.- Se hizo un ovillo entre sus brazos, asegurándose que su piel tocara con la del policía y así poder cubrirle más. En caso de que le atacara no dejaría que le hicieran daño, esta vez sería su escudo.

Robson se había quedado petrificado mirando el cuerpo de Deborah*. Carolina decidió aprovechar para protegerle, y en caso de que sufriera algún ataque debido al shock en el que había entrado, le atrevesaría y no sufririan ningún daño, ni él, ni ella.

Mientras tanto, Metal Ardiente se enfrentaba a Tic Máster, ambos se enfrentaban en una lucha bastante igualada. Metal Ardiente esquivaba a duras penas las katanas del villano, mientras que él trataba de clavárselas y buscar un punto débil en el férreo cuerpo del hombre de metal. No tardaré en acabar contigo. Dijo mientras veía que el filo de las armas se iba poniendo cada vez más incandescente. Al final hallaré un punto débil y mis katanas atravesarán tu cuerpo. Dijo mientras le amenazaba y se mantenía ajeno a lo que estaba haciendo Hugo.

- Mierda, Víctor. ¡¡Ayúdame!! Gritó el saltimbanky sin poder despegar sus dientes. Su cuerpo elástico se había quedado rígido como una tabla. Él era un acróbata y un excelente gimnasta y esa sensación de tener el cuerpo tan duro y poco flexible le estaba poniendo nervioso. Su brazo, que aún era excesivamente largo, cayó contra el suelo como si fuese de piedra y muy pesado. Hugo no había logrado congelar su gomoso cuerpo, pero al menos sí que había conseguido detenerle un momento y conseguir que quedase demasiado rígido como para seguir haciéndoles daño. Al menos de momento.