Partida Rol por web

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana…

Episodio 0.2 – Escape de Nar Saddhaa

Nos encontramos en un periodo de
guerra civil. Las naves espaciales
rebeldes atacando desde una base
oculta, han logrado su primera
victoria contra el malvado Imperio
Galáctico.

Pero eso queda lejos de la luna
Nar Saddhaa que orbita alrededor
de Nal Hutta, en el sistema Y'Toub.
En la pequeña Coruscant, donde
conviven contrabandistas, piratas
refugiados y otras almas cándidas
se encuentran nuestros protagonistas
sumidos en sus propios problemas.
El viejo carguero corelliano de Tixani
Isoto y su artillero Jack Wilson
necesita reparar daños graves y
en ello se afanan el ingeniero
Dheeron Y su unidad R5.

El trato entre Tixani y Dheeron
es simple: el ingeniero arregla la
nave y la mercante lo saca del
planeta. Quizás ninguno de los
dos sepa la urgencia del otro
pero pronto se conocerá…

Os encontráis en la luna Nar Saddhaa. Tixani y Jack buscan un ingeniero entre una gran cantidad de talleres cercanos al espaciopuerto, con la dificultad añadida de no poseer dinero para pagar sus servicios, lo cual es una tara importante.

Al fin encuentran a un ingeniero capaz, que sobrevive en un pequeño taller alquilado. Pronto llegan a un feliz acuerdo para ambos. Dheeron, el ingeniero, arreglará los daños de la nave, siempre que Tixani y Jack les den pasaje hacia donde sea que se dirijan.

Ninguno de los dos se cree su suerte, ya que ambos salen muy beneficiados de la unión. La nave tiene capacidad para salir de Nar Saddhaa, pero no para alcanzar la velocidad luz, por lo que las reparaciones son totalmente necesarias.

Dheeron y su unidad R5 recogen sus pocas propiedades, casi ninguna, y se disponen a cerrar el pequeño local alquilado, con idea de no volver nunca más, pero... antes de salir dos individuos cortan el paso al grupo. Son un humanoide de tez cetrina y un sullustan que no esconden sus blasters, los cuales apuntan a Tixani y Jack.

El humanoide habla a Tixani:

-¿Te diriges a algún lado Tixani? ¿Antes de ir a ver a Dreedu? Eso no es buena idea créeme.

Tixani y Jack han llegado a Nar Saddha para devolver la deuda contraida con un jefe del crimen local, Dreedu Volsova, un rodiano con muy malas pulgas. Su intención era cerrar un trato para llevar armas desde la luna de Nal Hutta hasta Tatooine, recibir gran parte de su salario por adelantado y pagar a su acreedor antes de irse, ya que hace mucho tiempo que la cabeza de Tixani está en busca y captura por los hombres de Dreedu.

Las cosas no han salido como querían, ya que los comerciantes que les hacen el encargo del transporte de armas no van a pagar un crédito por adelantado, lo cual hace peligrar y mucho la vida de los contrabandistas. Eso, sumado a que su carguero ligero no puede alcanzar la velocidad luz, los deja en una situación límite.

De todos modos cierran el trato y cargan el material en el carguero, pensando en hacer el encargo lo más rápidamente posible para volver a saldar la deuda. Seguidamente, con la vida pendiendo de un hilo buscan un ingeniero con el que llegar a un trato para arreglar las piezas dañadas. Por suerte encuentra a Dheeron, quien se muestra dispuesto a ayudar si lo llevan con ellos a Tatooine.

Cuando os encontráis con Rattho Cotta, uno de los hombres de confianza de Dreedo, además de un despiadado asesino, sabéis que sólo tenéis tres opciones: matarlo, escapar de él o morir. Toca elegir.

Hace tiempo que Dheeron llegó a Nar Saddhaa, y pronto se hizo un hueco en un pequeño taller alquilado, arreglando droides y naves espaciales. Al poco tiempo tuvo suficiente dinero para adquirir un robot que le ayudara, aunque solo le alcanzaba para una vieja unidad R5, totalmente desfasada, aunque sorprendentemente útil. El lazo de unión entre el ingeniero y el robot son más fuertes de lo normales, ya que Dheeron no tiene a nadie más y el R5 lo considera un buen amo, y le profesa lealtad y admiración.

La vida se escapaba en la rutina de la apestosa ciudad, pero Dheeron ya había tomado la decisión de abandonarla, antes de que llegara la crisis en su sector. La competencia era feroz y Dheeron no podía competir en precios con sus rivales, lo cual hizo que cada vez pasara más apuros en sobrevivir. En la actualidad Dheeron debe tres meses de alquiler, y su arrendador, perdida casi toda esperanza de cobrar, ya le ha amenazado de muerte en varias ocasiones. La próxima puede ser la última. Poco importa que los precios que le cobran por el apestoso taller sean abusivos, ni que Dheeron pagara por adelantado más de esos tres meses y, en realidad su situación todavía es legal. Lo único realmente importante es que esa ciudad es un nido de corrupción, nada bueno saldrá de allí, y si se demora más la marcha, seguro que el violento casero, bien relacionado con jefes del crimen locales, acabarán con la existencia del ingeniero.

Cuando un par de forasteros llegaron desesperados y sin dinero, buscando un ingeniero con el que llegar a un acuerdo para arreglar un carguero ligero corelliano, se hizo la luz. No se podría esperar más suerte. Aunque... esos dos asesinos que esperan a la puerta del taller no son muy buen inicio de relación. En realidad la idea de quedarse es aún peor.

Estáis en una calle estrecha, de 4 metros de ancho. A ambos lados se extienden locales de reparación, pequeñas tiendas de componentes y demás comercios menores. La calle es de unos 100 metros de largo. 30 por detrás de los tipos de los blásters y 70 por detrás vuestra. Hay pequeños callejones transversales que conectan las calles paralelas. La más cercana está unos 15 metros detrás de vosotros y enlaza con la plataforma de embarque, donde están todos los muelles. El vuestro es el muelle 72-A, que no queda muy lejos.

¿Qué hacéis?

Mierda de Hutt, pensó Dheeron. Demasiado bonito para ser cierto. El primer paso hacia la libertad, hacia una oportunidad después de tanto tiempo, es un tropiezo inesperado.

El ingeniero llevaba puestas sus pocas pertenencias, incluido el pequeño bláster de bolsillo con el que no se explicaba cómo había podido seguir vivo en esa ciénaga de granujas durante los últimos años. Colocó su mano cerca de él, pero con un movimiento aparentemente inocente, y aplicó su mejor mirada de miedo. No tenía que fingir demasiado, de todas maneras. Lo cierto es que la situación no pintaba bien. Podría haber cometido el mayor error de su vida al aceptar aquella oferta, pero era simplemente demasiado buena, incluso aunque les hubiera llevado a esto. Si no pasaba por esta posibilidad, sólo le habría quedado esperar en el taller hasta que su arrendador decidiera que ya le había exprimido hasta el límite, y decidiera terminar su contrato enviando quizá a esos mismos individuos.

La iniciativa de la jugada no era suya. Así que observó la reacción de sus "socios" y a R5, que solía tener trucos escondidos para cualquier situación, y se preparó por si sucedía lo peor.

Tras un rápido análisis de la situación. R5 toma con su brazo telescópico una escobilla automática de repuesto para robot barredor, Sale del local y lo cierra a través del puerto de comunicaciones en la pared. 

Acto siguiente empieza a limpiar diciendo algo así:

home.swipnet.se/~w-52935/sounds/r2d2-4.wav

Y empieza abarrer en espiral ascentente justo entre los dos grupos de humanos. R5 sabe que la única manera de conservar vivos a los clientes es poniendo un poco de distancia entre los agresores y ellos. Además, claro de su amo...

Sonrío con mi mejor sonrisa seductora levantando las manos en un gesto de buena voluntad a la vez que pongo mi mejor tono seductor-conciliador.Vamos, vamos, ¿no querrás llegar a un acuerdo ante de llegar a eso? ¿Verdad? Señalo con la cabeza las armas.Dame una semana y te doy un cinco por ciento de lo que consiga. ¿Qué me dices? Sigo sonriendo, sabiendo perfectamente que un 5% es una cantidad exagerada. Es un buen negocio para tí y Dreedu no tiene por qué enterarse. Vamos, joder, que cuele. Bajo la mano a la cadera apoyándola en ella, en un movimiento ligeramente sensual, aunque en realidad estoy acercando la mano a mi blaster.

Echando un vistazo a Tixanai comprendo que quiere engatusarlespara quitarselos de encima o bien para darnos un poco de tiempo a ver como reaccionan, asi que, sin quitarles la vista de encima y con un movimiento muy suave, acerco la mano a la cintura y la dejo cerca de la pistola blaster, preparandome para cualquier confrontacion que pueda surgir.

Los tipos ignoran al R5 barredor y oyen las palabras de la mercader, sin disparar sus blásters, todavía. La calle en la que os encontráis está repentinamente desierta, no se ve un alma. Se diría que todos los trabajadores y clientes de la zona huelen el peligro.

Sigo sonriendo mientras acerco más la mano al blaster. Y rezo para que Jack haya tenido tiempo para sacar el suyo.

-Pssshht, las manos arriba, listillos.

Dice el humanoide de dos metros y piel cetrina. mientras os señala con el bláster.

-Tixani, ¿crees que queremos que Dreedu nos convierta en polvo espacial? No, no es ese el plan. Daos la vuelta y poned las manos sobre la cabeza, y el primero que intente algo será el primero en morir.

-Tú -dice mirando al ingeniero- coge a tu robot y largaos de aquí antes de que tengáis que arrepentiros de vuestras compañías.

¿El diez por ciento? Sigo sonriendo mientras evalúo rápidamente la situación. Somos cuatro, contando al droide, y ellos sólo dos. Probablemente el ingeniero no lleve armas. El droide está en medio. 15 metros hasta el callejón. Mi mano ya está en el blaster, mientras empiezo a levantar la otra como si le hiciera caso.

-Argh, necia.

El alienigena humanoide de piel grisácea dispara, con su paciencia colmada, la situacion evoluciona hasta su culmen más probable. Lluvia de blásters.

El acompañante de Rattho, levanta su bláster y dispara a Jack justo antes de que éste pueda reaccionar. Es vuestro turno, ¿Qué hacéis?

Intento esquivar el disparo que viene contra mi y desenfundo mi arma para devolver el fuego.

Le sumo 7 a la dificultad para darme (corrigeme si me equivoco) y el disparo le da (a no ser que esquive, no?), haciendo un daño de 14.

Desenfundo y disparo a Rattho. Fallo.

*Tweet boo bweep TEEET  boo  WHIIZ!*

R5 llama a su amo para que se alejen por DETRÁS de los gángsters y así evitar caer en el FUEGO CRUZADO

Dheeron susurró una maldición mientras con la mirada buscaba una posible cobertura. Sabía que no tenía ninguna posibilidad contra asesinos entrenados, y que sólo un milagro les salvaría de acabar fritos allí mismo, a dos pasos de su cárcel particular durante los últimos 3 años.

El ingeniero dirigió sus pasos hacia donde considerase más seguro, siguiendo el sonido de R5. Una sombra, para que nadie recordase haberle visto, una cobertura, donde se esconden los cobardes, o una esquina donde desaparecer de aquel desaguisado. Se sentía fatal por dejar a sus nuevos compañeros expuestos, pero no podía hacer un buen disparo en esas circunstancias, estaba seguro de ello. Él era un ingeniero, no un soldado, y allí no serviría más que para engrosar la lista de cadáveres.

Sólo un milagro podría sacarlos de allí.

Dheeron estaba nervioso como un genuino ingeniero, pero no le habían entrenado durante años para que ahora se dejase llevar completamente por las emociones. Su maestro le había recordado que no se trataba de dejar de sentir, sino de controlar los sentimientos.

Mientras se dirigía hacia la mejor cobertura, concentró su mente para producir un sonido justo tras los asesinos, el equivalente a un disparo blaster que les llamara la atención como otra posible amenaza y les obligara a replantear la lucha.