Partida Rol por web

El viaje no resulta del todo incómodo. El equipo viaja en la bodega junto al todoterreno blindado y una jaula de acero reforzada para transportar a Teo. Sin ventanales a través de los cuales ver el paisaje el equipo tiene que entretenerse charlando o revisando el equipo, ya que el androide no permite el acceso de nadie a la cabina de pilotaje. La doctora Elgin ha tenido que hacer un desembolso realmente importante para que la compañía haya proporcionado tal cantidad de equipo. No sería la primera vez que cualquiera de ellos trabaja con un equipo deficiente y con menos personal del necesario.

Sobrevolamos Barcelona - anuncia Mach-4 - ¿Cómo desean proceder?...

La interrupción de la doctora y del comercial hizo que Eliana no pudiera responder a David en su momento, pero eso cambió una vez se encontraron en el aire. 

—Y bien, ¿cuál es tu especialidad? —preguntó entonces, mientras observaba con hastío el techo metálico. Ya podían modernizar aquel cacharro y al menos dejarles ver el exterior. 

No había demasiado que hacer, así que Eliana se había aposentado dentro del todoterreno y estaba barajando unos naipes bastante desgastados por el tiempo. Se estaba entreteniendo practicando trucos de cartas bastante viejos y predecibles. Pero era eso o echar un solitario. 

—¿Sabemos algo del objetivo? —preguntó a los demás. No estaba segura de quién estaba comprobando la señal. Ella no.

Mientras tanto, sacó la mano por la puerta del todoterreno que había dejado abierta a propósito y acarició la cabeza de K9. No estaba segura de si estaba acostumbrado a volar y a veces el transporte se escoraba. 

—Tranquilo, chico, ya casi estamos y podrás salir a estirar las patas... 

No había mucho más que hacer ni que decir, al menos por el momento. Todo el asunto del chip tendría que esperar y en cuanto tuvimos todos el equipo, nos marchamos hacia la azotea. Ver de nuevo al "muñeco" me resultó más difícil incluso que antes, pero no tanto como observar a Zora siendo atendida por él como si de verdad le importase lo que fuese a suceder.

Ignoraba si en verdad íbamos a cruzar el infierno, pero me hubiera gustado que él viniese con nosotros y pudiésemos utilizarlo como señuelo. En lugar de eso, negué con la cabeza y me dirigí hacia el interior, en donde nuestro automatizado piloto ya estaba dispuesto para el reconocimiento facial, requerido antes de partir.

Eché una última mirada a la mujer, que observaba cómo nos elevábamos, con aspecto de resignación. No es que nosotros no fuésemos a intentar recuperar lo que quedase de su hijo, sino que no merecía la pena intentarlo y eso era lo que ella tenía que haber aceptado. Lo que regresara, no le permitiría olvidar aquello que le había sucedido, o al menos, eso era lo que a mí me parecía. Había perdido a su hijo hacía ya tiempo.

Una vez pertrechado, el equipo se dirige a la azotea para embarcarse en el VTOL. Omar se encuentra allí con la doctora Elgin, dándole todo lujo de detalles técnicos sobre el androide piloto, que asiste silencioso a la descripción de sus capacidades.

El transporte era de última generación. El hecho de no tener que mirar por la ventana hasta se agradecía, porque no necesitábamos ver lo que dejábamos atrás, ni tampoco lo que nos esperaba más adelante antes de tiempo.

El piloto informó que sobrevolábamos Barcelona. Nosotros necesitábamos localizar una zona en la cual aterrizar, que estuviese lo más cerca posible de la señal del muchacho.

-Localiza la señal del muchacho. ¿Podemos analizar con los sensores la densidad de movimiento que hay alrededor? Porque lo ideal es localizar un lugar próximo en donde descender, pero en la cual el peligro sea mínimo, y acercarnos en modo de sigilo.

Mientras respondía, miré a Eliana, que estaba conversando con David mientras acariciaba al perro de juguete. No entendía ese interés por tratar a las máquinas como si estuviesen vivas, ni tampoco por tomarse aquello como si fuese un viaje de placer. 

Subió a la aeronave con mucha energía junto al resto del equipo, por fin iban a dar ese paseo tan ansiado para él, sacudió el rabo y miró nervioso a quienes le acompañaban, primero a uno, luego a otro... ¡No podía parar! Por suerte había sido lo suficientemente precavido y había recordado recoger con los morros un palo mordisqueado de la armería. ¿Qué era un paseo sin un buen palo para lanzar e ir a buscar?

Sin embargo, cuando las puertas se cerraron y alzaron el vuelo, su cara fue otra. Era la primera vez que volaba en un VTOL o algo parecido y desde luego que no se le parecía en nada a salir a la calle, además que no hubiera ventanas no ayudaba. Estaba triste, y era normal que alguien como Eliana confundiera esa tristeza con miedo a volar, se dejó consolar con unas caricias y siguió sosteniendo el palo con la boca, optimista.

David parecía más serio en el vitol y se sorprendió que Eliana le preguntase:

-Ah, aunque no lo creas, lo mío son las distancias cortas... - no pudo evitar el doble sentido y además añadió - soy además sigiloso, trepo bien y golpeo fuerte...todo bien. -se señaló el arma monofilo sonriente.

-¿Me dejas las cartas? Me conozco un par de trucos que seguro que no has visto- dijo al ver la baraja. Le encantaban los trucos de manos y había practicado desde hacía mucho gastando en ello las horas muertas de cuando era policía.

Volvió un poco a la misión y dijo:

- Ta vez dar un par de pasadas por la zona de la señal nos permita encontrar un sitio seguro en alto, a ser posible una azotea, donde aterrizar - dijo convencido.

Había estado callado la mayor parte del viaje, pero cuando empezaron a hacer planes tenía que dar su opinión. —¿Y cómo pollas bajamos luego el todoterreno de la azotea?—. La sorna era evidente mientras miraba de reojo al hermano de Cristina.

—Primero habrá que ver por dónde anda el objetivo, pero ciudad estará petada de rabiosos y esto lo atraerá como la mierda a las moscas— dijo dando unos golpes con sus nudillos metálicos en la pared del VTOL. —Lo mejor sería buscar un sitio despejado, bajar con el todoterreno y alejarnos rápido, y mientras el droide que de unas vueltas en el aire antes de irse para alejarlos de nosotros.

—Ya cuando estemos en un sitio tranquilo comprobaremos los datos y ya veremos cómo actuar—. Mientras decía eso busco con su mirada a la pelirroja a ver que decía ella.

David no dudó en contestar:

-No se me ocurre peor idea que meter un todoterreno en mitad de una ciudad atestada de rabiosos dando vueltas... tienes que dejar de ver pelis viejas y malas como Mad Max - se encogió de hombros. -Yo no lo sé conducir, ¿tu sabes? Si es así guay...pero si el objetivo está dentro de un edificio como pollas esperas meter el todoterreno ahí -no dudó en contestarle, David se encendía pronto si lo picaban, especialmente cuando estaba intentando llamar la atención de otra humana 2.0, probablemente con fines pre-reproductivos.

No obstante, se calmó un poco:

-mira, veamos en que zona está y veamos si es mejor aterrizar en una azotea o bajar en otro sitio que podamos usar el vehículo- dijo más conciliador. Y efectivamente, mejor no descartar ninguna opción.

David continuaba actuando como si en aquello no nos fuese la vida. Tenía la sensación de que las cosas no iban a resultar tan sencillas como Omar vendía, y me irritaba su actitud desenfadada. Sabía que cuando llegase el momento, haría lo que debía y mejor que muchos de los demás, pero hasta entonces, era complicado gestionar su actitud, por no decir que no parecía pensar las cosas antes de decirlas.

Boris reaccionó de manera concisa. ¿Lo alto de un edificio? Eso valía si no necesitábamos todo el equipo que transportábamos, pero por el momento, nuestra prioridad quizás fuese poder disponer de ello.

Claro que al hablar de los datos, pensé en qué se refería realmente. También necesitábamos tiempo para comprobarlo.

-Puede que llegado el caso no fuese una mala idea y que dividirnos en dos equipos, uno por el suelo y otro desde una zona elevada, pudiera resultar útil -comenté, dándole a David un poco de oxígeno -, sin embargo, creo que efectivamente, nuestra prioridad es localizar al muchacho. Cuando lo encontremos, sabremos en qué terreno nos veremos obligados a movernos y podremos establecer un plan de acción.

Que al final, no sería otro que entrar y salir lo más deprisa que pudiéramos, ya fuese todos, o solo algunos mientras los demás protegían nuestra espalda. Por muy sofisticado que fuese nuestro equipo, las tácticas militares no habían cambiado demasiado en miles de años, y dudaba que fuesen a hacerlo.

Estaba claro que su hermana intentaba interceder entre ambos antes de que la cosa fuese a mas, desde el primer momento David le había parecido el típico niño probeta que creía saberlo todo, pero lo cierto es que tampoco le apetecía mucho discutir. —Pues sí, usemos primero el rastreador y luego ya veremos que hacemos.

—Por cierto, cuando quieras te doy unas clases de conducir, que ya tienes edad para sacarte el carnet—. El vacile era más bien por relajar el ambiente que por humillarle, pero a saber cómo se lo tomaba ese tío.

Enlazando con cámaras externas - anuncia el androide. Al momento las imágenes aparecen en los H.U.D. de las armaduras salvo en el caso de Alex y K9, a quienes las imágenes les aparecen proyectadas directamente en la retina. El V.T.O.L. está rodeado de una bandada de pájaros Rabiosos: gaviotas, palomas, gorriones, golondrinas, grajos y otras aves lanzan sus cuerpos en descomposición y sus picos mellados contra el blindaje del aparato.

Me he abstenido de tomar medidas porque no suponen un riesgo para la integridad del transporte ni su funcionalidad aérea - a pesar de su voz átona hay algo en la forma de hablar del androide que indica que sí que le gustaría deshacerse de los pájaros no-muertos.

Más allá de la bandada se pueden ver los desastrados edificios de Barcelona. Muchos han ardido hasta quedar reducidos a esqueletos renegridos y quebradizos. Otros tienen los cristales destrozados o regueros de sangre seca manchando la fachada. No son pocas las ventanas de las que cuelgan sábanas raídas con mensajes como "Vivos dentro ¡Ayuda por favor!", "No nos dejéis morir" o "Llevaos a los niños", mudos testigos de cuando empezaron las desorganizadas evacuaciones de las grandes ciudades cuando los políticos no tuvieron más remedio que admitir que la epidemia Rabiosa era incontenible. Las calles están bloqueadas por vehículos destrozados, volcados o simplemente abandonados por sus conductores al ver que no se podía seguir avanzando. Algunos todavía tienen cuerpos atrapados en su interior, algunos de los cuales sacan un brazo medio podrido por la ventanilla al escuchar los motores del transporte. Entre los vehículos hay contenedores volcados, semáforos y farolas desencajados y paradas de autobús con los cristales rotos o salpicados de sangre. En algunas zonas las calles están bloqueadas por intentos de barricadas que irremediablemente acabaron siendo superadas por los Rabiosos, ya fuera por errores en su construcción por porque la fuerza de los números estaba de parte de los infectados.

Por último están los infectados: cuerpos mutilados y en proceso de putrefacción torpemente animados, desnudos o llevando todavía algún resto de ropa inidentificable, que levantan manos podridas con dedos de menos en un fútil intento de alcanzar la aeronave. Algunos tratan de perseguirla con una suerte de carrera sincopada que dura mientras la máquina permanece en su campo de visión. 

El índice de contaminación atmosférica es Alto. Se recomienda el uso de filtros respiratorios combinados con la ingesta de detoxificadores pulmonares. La densidad de Rabiosos estimada es de riesgo Moderado a Alto. En su mayor parte son humanoides, pero los sensores identifican también varios animales de tamaño Mediano a Pequeño. No se identifican señales compatibles con humanos no infectados. 

Por último las imágenes cambian para mostrar un plano GPS de la ciudad que hace un zoom sobre el zoológico de la ciudad - Baliza del objetivo localizada. Ubicación: Parque Zoológico Municipal - Se produce una breve vibración seguida de un vaivén cuando el transporte gira suavemente para sobrevolar el zoológico aún perseguido por la molesta bandada de pájaros Rabiosos. Las cámaras empiezan tomar imágenes del zoológico con sus calles llenas de grietas y mugre, plantas agostadas y cadáveres tanto humanos como animales pudriéndose al aire.

No se puede triangular con precisión la baliza del objetivo - anuncia el androide, quizá con un deje de fastidio en la voz - Se recomienda reconocimiento visual. El estado de las zonas transitables del parque permite el uso del vehículo terrestre. La densidad de formas de vida Rabiosas es de Moderada a Baja, si bien no es descartable que el ruido no tarde en atraer a más infectados...

Las cámaras externas del vehículo nos permitirían ver cómo estaba la situación abajo; teniendo en cuenta que no disponíamos de ventanillas, casi era hasta preferible, puesto que podíamos concentrarnos en examinar las imágenes mucho mejor que si solo nos basáramos en nuestra vista, al menos en las de un humano normal, evidentemente.

El aspecto de la zona era ciertamente preocupante. No era la primera vez que veía animales "rabiosos", pero una bandada de aves atacando el vehículo... eso distaba de ser normal, para mí al menos. Afortunadamente, no suponían un peligro para nosotros, pero sí que nos indicaba que la posibilidad de aterrizar en una zona elevada quizás no fuese tan buena idea como podíamos pensar.

-Me alegra estar aquí dentro en lugar de aquí fuera, pero me parece que esto elimina de una vez por todas la opción de un aterrizaje en lo alto de un edificio, salvo que no tengamos otra opción. No duraríamos mucho -comenté.

Los edificios de la ciudad proporcionaban un aspecto más que caótico, anárquico, como si un enorme animal hubiese engullido a todo el lugar, quebrándolo de múltiples maneras, ya fuese por medio del fuego o simplemente rompiendo cuanto podía romperse.

Los mensajes de auxilio eran desgarradores y me obligué a seguir mirando las imágenes, por simple profesionalidad, aun cuando por dentro, sentía que me rompía en pedazos. Eran ya ecos del pasado, pero resonarían en mi memoria, y en la de otros muchos, mucho después de marcharnos de allí.

Las calles estaban bloqueadas, seguramente en fútiles intentos por contener lo incontenible. La mayoría de los vehículos parecían estar vacíos mientras que otros, solo eran la tumba permanente de los que aún se arrastraban allí abajo. PEro lo peor de todo era la sangre; sangre por todas partes; por el suelo, paredes y cristales. Casi podía oler el hierro desde allí arriba, a pesar de no estar en contacto directo con ella y estar, seguramente, completamente seca.

Pero mi mente me trasladaba una sensación conocida, porque ya había olido la muerte demasiadas veces.

Y mientras todas las sensaciones de rabia y horror se abrían paso desde mi interior, la visión de aquellos que aún se arrastraban, me generaban otras nuevas, a medio camino entre el disgusto y la lástima, sobre todo cuando se giraban hacia nosotros para intentar alcanzar el aparato, cual Ícaro hiciese con el Sol.

La ciudad estaba en estado de claro peligro; el aire, contaminado. No parecía un buen comienzo.

Finalmente, los sensores localizaron el objetivo en el parque zoológico. Al hacer su pasada, al menos no parecía encontrarse en la misma situación que el resto de la ciudad.

-Parece que aquí la cosa está más tranquila. Yo diría que deberíamos bajar cuanto antes, minimizando el ruido del transporte. Una vez estemos abajo, el vehículo terrestre podrá ser nuestra salvaguarda.

Miré entonces a mi alrededor, analizando las reacciones de los demás. Entonces, activé las comunicaciones privadas, para hablar solamente con el resto del equipo, y miré de reojo a Boris.

-Y en cuanto estemos abajo, comprobaré el chip que me dio la señora Elgin. Ese chip guarda más secretos de los que parece. Pero hasta que no lo comprobemos, mantengámoslo entre nosotros.

La proyección de las imágenes del exterior en los dispositivos de nuestros trajes, me sacó del ensimismamiento que llevaba durante el vuelo. Tenía pensado intercambiar unas palabras con los demás, pero la "discusión" entre David y Boris me hizo desconectar del todo.

Las aves "rabiosas" nos dieron un aviso de como estaba la zona. Por suerte el vehículo resistía estupendamente y los picotazos apenas fueron un ruido molesto.

A pesar de todas las misiones que llevaba a las espaldas, siempre me impresionaba el estado en el que se encontraban las ciudades. Era la primera vez que estaba en Barcelona. La belleza que en su día tuvo la ciudad había sido sustituida por el horror, la sangre y la muerte.

El VTOL se dirigió hacia el zoo, que parecía más tranquilo según las imágenes que nos iban llegando, pero la sensación que tenía en el cuerpo no era nada buena.

-Entrar en un lugar donde aparte de rabiosos "normales" haya todo tipo de animales infectados, no me transmite ninguna tranquilidad, por mucho que lo parezca desde fuera. Además si estuviera cercado sería controlable, pero seguro que también pueden entrar desde el exterior. 

Había que idear un plan de reconocimiento entre todos, para intentar pasar lo más desapercibidos posible.

​​​

El estado de Barcelona era lamentable, la ciudad más grande que había visitado hasta ahora con la compañía era valencia y sin duda no era comparable con esto. Las barricadas y los mensajes de auxilio le recordaron a los primeros días en Madrid, aquellos días fueron un caos y sus recuerdos no eran claros, pero ahora se preguntaba como podían haber salido de allí teniendo el doble de habitantes que Barcelona y sin el mar para escapar.

—¿Podremos deshacernos de los pájaros antes de aterrizar?—. Preguntó por el comunicador al droide, estando en el transporte no eran una preocupación, pero si les seguían hasta la zona de aterrizaje podrían ser un coñazo grande una vez en tierra.

Finalmente encontraron el rastro del objetivo, debían buscar el mejor sitio para aterrizar y asegurar la zona, pero sin duda era mucho mejor que tener que meterse en todo el centro de la ciudad. —No es del todo malo, es un sitio con muchas vallas y recintos amurallados por si la cosa se pone fea y hay que atrincherarse, y bastantes sitios donde esconderse. También tenemos la playa cerca, puede ser un buen punto de extracción si hay que salir corriendo—. Alexander no era un gran estratega, no era muy de sutilezas y sus compañeros siempre le decían que no podía usar la acción directa para todo. Pero lo que si se le daba bien ponerse en lo peor y buscar alternativas por si todo se iba a la mierda, al fin y al cabo eso les mantuvo vivos casi once años en tierra firme.

—Lo malo es que puede haber bichos muy grandes infectados ¿os imagináis un oso zombi?—. De repente sus ojos se abrieron como platos y una extraña sonrisa asomó en sus labios mientras una idea surcaba su mente. —O un puto elefante zombi, eso sí que tiene que acojonar.

Eliana sonrió ante la alusión a la credulidad. 

—A estas alturas, chico, he visto suficiente como para creerme casi todo. O por lo menos para sacar conclusiones por mí misma de los datos que poseo —dijo, con un deje de amargura mal contenido en la voz, pero no iba dirigido en absoluto a David—. Basta con que no te maten, ¿no? 

Era más bien como si de repente fuera mucho más mayor de lo que aparentaba. Aunque, realmente, no eran muchos. La vida de un mercenario no solía ser muy longeva por el trabajo en sí, pero también por las exigencias físicas que iban en decremento por la edad. Eliana no parecía llegando al final de su carrera, pero sí muy hasta los cojones del mundo. 

Plegó las cartas y se las pasó a David prendiéndolas entre dos dedos. 

—Tooodas tuyas. Falta el tres de corazones y... creo que era el siete de tréboles. 

Después, miró de reojo a David a ver qué se le ocurría hacer, mientras la conversación continuaba fuera. 

—Humm, allá vosotros, pero yo ni de coña pondría este trasto en lo alto de un edificio —sin las manos ocupadas con las cartas, empezó a enumerar—. Primero, porque puede tener daños estructurales que pueden fomentar su derrumbe. Segundo, porque este trasto pesa un quintal y llevamos un maldito todoterreno dentro. Tercero, porque nos meteríamos en un infierno con, seguramente, dos únicas salidas: la principal, y la de emergencía y no tenemos ninguna garantía de la integridad de ninguna. De todos los edificios que podría servirnos, seguramente el helipuerto de algún hospital sería factible, pero volvemos al problema de que ese sitio estará innecesariamente atestado de infectados de la primera ola. No dio tiempo a vaciar los hospitales antes de su saturación. 

Después de su retaíla de datos, en los que de verdad se empezaba a entrever ese ego característico de los suyos, se paró en seco mientras se miraba las uñas. Cruzó entonces los brazos por detrás de la cabeza. 

—Pero eso es solo mi opinión, claro. 

Observó con curiosidad las imágenes de los pájaros. 

—Bueno, podemos jugar al tiro al pichón, o usar los drones —dijo mientras cogía una de sus armas y verificaba por última vez que todo estaba en su sitio—. ¿Qué os parece más rápido?

Y, lo que se había estado temiendo desde que se mencionó el zoo, al fin salió a debate. Eso era lo que le gustaba de estos tipos.

—Qué buena, elefantes —contesntó entonces, pero sus ojos parecía no corresponderse del todo con ese júbilo—. Aunque personalmente siempre me gustaron más las jirafas. Oye, ¿aquí no era donde estaba el gorila ese de color blanco? 

David tomó la baraja con mucho interés: había genuina ilusión por las cartas. Miró la baraja en busca de los jokers y los retiró y mezcló, barajó y cortó las cartas de forma maravillosa con los dedos largos y ágiles que tenía.

-Damas y caballeros ..observen - decía entre el ruido del motor y el propio ruido de los cartones al chocar entre ellos.

Dispuso en una superficie lisa, probablemente sobre el capó del cuestionado todoterreno, las cartas. Iba barajando y sacando las cartas de picas una a una y en orden sin mirar. Cuando estuvieran todas desplegó la baraja boca arriba y estaban todas mágicamente ordenadas.*

-Sí, faltaban el tres de corazones y el siete de tréboles - dijo cuando todas estaban ordenadas.

Por suerte no había mucho más que discutir sobre el edificio cuando localizaron al objetivo en el zoo.

-En es caso opino como mi hermanita, bajar lo más rápido posible tras hacer que los drones se carguen a los pájaros enrabietados- no añadió mucho más porque estaba entretenido con la baraja de cartas.

Sí, señor Cozlov. Puedo reducir de forma significativa el tamaño de la bandada con los cañones Gauss (1). Les informo también que los drones asignados son modelos de reconocimiento y carecen de armamento. Los modelos armados se reservan para misiones de limpieza (2).

En cuanto al lugar de aterrizaje concuerdo con la doctora Reinosa: el peso combinado del transporte y del vehículo terrestre desaconsejan el uso de edificios civiles no reforzados debido al riesgo de derrumbe, incluso si no tienen daños estructurales aparentes. Aparte de eso, una azotea imposibilitaría el despliegue del vehículo terrestre. No obstante estoy supeditado a sus órdenes y aterrizaré donde especifiquen.

Las imágenes muestran tomas aéreas de un helipuerto del zoológico con rampa de descenso y una explanada mediana cubierta de restos de vegetación marrón y las ruinas de un merendero con dos puestos de comida - Éstos son los lugares más adecuados para un eventual aterrizaje, si bien también tienen la opción de un descenso desde el aire.

¿Qué desean hacer?...(3)

El piloto empezó a dar información sobre la zona, pero a mi entender, ya estaba claro que el zoológico sería nuestro lugar de aterrizaje. El hecho de disponer de un vehículo terrestre implicaba que debíamos hacerlo en un lugar con el espacio suficiente, y que al menos, pudiese asegurar que todos llegábamos a tierra sin problemas.

-Creo que el helipuerto estará bien. En caso de necesitar de una huida rápida, estaríamos ligeramente elevados respecto al suelo y no debería haber demasiados rabiosos en ese nivel. Además, podremos hacer un análisis directo de la zona, antes de entrar de lleno en el lugar.

Obviamente, no iba a dar órdenes, porque yo no lideraba aquel grupo que, por otra parte, no tenía ningún líder asignado, sino sugerencias, pero consideraba que no iba a poner mi vida en peligro si no era con ideas que tuviesen algo de lógica. 

Por otro lado, estaba cansada del viaje. Tenía ganas de descender de una vez por todas y terminar con aquello. Cuanto antes localizásemos a nuestro muchacho, antes estaríamos de regreso. Miré a mi alrededor de nuevo, analizando a los componentes del equipo. Conocía a David, desde luego, y sabía de lo que era capaz; Boris me parecía alguien con quien contar llegado el momento, capaz de defender una posición o de lanzarse a por ella si era necesario; Eliana sería de utilidad siempre que las heridas se produjesen por motivos que no tuvieran que ver con los rabiosos, por lo que tendría que actuar como apoyo. En cuanto a Lund, a pesar de su comportamiento hosco, parecía competente y decidido.

Incluso K9 podía resultar de utilidad, si nos veíamos obligados a huir a toda velocidad o a acabar con un buen número de rabiosos en poco tiempo.

Parecía un buen equipo.

Seguramente, no tardaríamos en comprobar cuánto de buenos.

-Así que yo voto por descenso directo en el helipuerto, separarse para proteger la zona, observar los alrededores desde la posición elevada y aproximación en formación abierta hacia el objetivo -concreté, esperando entonces la respuesta de los demás.

Se levantó de un sobresalto al ver las imágenes del exterior proyectadas directamente en sus retinas, no era la primera vez que recibía información de esa forma pero nunca se acostumbraba. Sabía diferenciar una proyección de la realidad, al fin y al cabo no podía oler nada de lo que veía, pero siempre le costaba unos pocos segundos darse cuenta de ello. A pesar de la situación siguió sosteniendo el palo, que ya chorreaba por todas las babas que había salivado.

No siguió mucho acerca de lo que hablaban sus compañeros ya que era incapaz de entender el lenguaje humano, solo sabía reconocer algunas palabras y órdenes sencillas, como cualquier otro perro. Se paseó un poco por el interior de la aeronave, soltó el palo, olisqueó con entusiasmo las ruedas del todo terreno, se rascó detrás de la oreja, recogió el palo y se paseó un poco más.

¿Cuando iban a bajar? Tenía ganas de estirar las patas, que a pesar de no ser orgánicas era muy capaces de saciar sus necesidades más primitivas.

Miró a Johan, se acercó a él y dejó caer el palo frente a sus pies. Le siguió una mirada con ojitos llorosos, unos gemiditos tristes y un tembleque torpe con las patitas delanteras. ¿Serían capaces tantos diminutivos juntos de llamar su atención?

La doctora asintió con la cabeza y aplaudió ante el truco bien llevado del muchacho. 

—Muy buena, chico. No te voy a decir que es la primera vez que lo veo, pero sí que ganas puntos por presentación. Principalmente, por hacerlo en el capó de un todoterreno en medio de la zona roja. Ya tiene mérito que te haya salido con esas cartas de mierda. Te las puedes quedar, si quieres. Seguro que a la vuelta puedo conseguir otras —dijo mientras se recostaba en el asiento. 

Escuchó entonces lo que Mach-4 decía y le señaló con el dedo. 

—Bien dicho, hojalata. Una lástima que nos dieran sólo drones de observación, pero menos da una piedra. Lo de los cañones de riel también me parece bien. 

Examinó las opciones que tenían, ahora sí, con ojo crítico y dejando momentáneamente la socarronería que la caracterizaba. Por momentos, en su mirada se podía ver esa fría inteligencia que podía muy bien caracterizar a un humano 2.0 que quizá no destacaba exactamente por su capacidad física.

—Viendo esto, yo creo que lo más acertado es el descenso desde el aire. El sitio me parece bien, lo veo factible para cualquiera de las dos maniobras. Ahora lo que me preocupa es la rapidez. Una vez en tierra, es primordial alejarse de la zona cuanto antes. Por poco ruido que hagamos, llamaremos la atención. Mejor usar esa atención de golpe y dispersarnos. ¿Qué tal se os da el manejo de cuerdas? ¿Opiniones? —dijo mientras saltaba fuera del todoterreno y se ataba su equipo.

Llevaba dos pistomas modelo "Venganza" a ambos lados de la cadera. No habían llamado demasiado la atención, hasta ahora. Ahora era como si le pesaran un quintal cada una. 

Alexander miraba como el perro daba vueltas y lo cierto es que le comprendía, el también tenía ganas de poner los pies en tierra, no sabía que se iban a encontrar pero tenía ganas de que fuese rápido. Empezó colocar sus cosas en el vehículo y sujetarlas bien para el descenso, hizo hueco para que todos pudieran  hacer lo mismo. —Dejemos preparado el todoterreno, ya que parece que lo vamos a necesitar. —No iba a hacer saña con David porque todo el mundo hubiera desechado su idea de la azotea, pero no pudo evitar giñarle un ojo mientras terminaba de ajustar el equipo con las correas.

—El helipuerto es una buena opción, por mucho que haya crecido la maleza los alrededores deberían estar despejados para un reconocimiento rápido y si se acerca algo deberíamos verlo.