Partida Rol por web

—Pues que vuele bajo para llamar su atención y luego los aleje de nuestra posición—. Dijo Alex al oír lo que decía el droide un gran grupo de rabiosos, el camino no era complicado, pero estaba lleno obstáculos y requería que estuviese concentrado en conducir.

—Hostia puta—. Es lo único que alcanzo a decir al ver el tigre delante de ellos. Atropellar un bicho de doscientos kilos no era muy buena idea, pero estaba en su camino y si intentaban evitarlo le darían la oportunidad de atacarles. —K9 sube al coche, el resto, AGARRAOS FUERTE.

Los rabiosos que se interpusieron en el camino de K9 no suponían un problema para él, era rápido y ágil, motivo por el cual los esquivó con gracia. Lo que sí podía suponerle un problema sería una criatura igual o más ágil que él, que le triplicara en tamaño y multiplicara aún más veces su peso. Como el maravilloso ejemplar de Tigre rabioso que saltó enfrente de sus narices.

Por instinto retrocedió inmediatamente unos centímetro, bajó las orejas y encogió el cuerpo, con la mirada fija en la bestia. Estaba asustado, sabía que en ese momento se había convertido en la presa de algo muy superior a él. Por detrás oyó las voces de sus compañeros y a Boris ordenándole subir al coche. Le hubiera entendido o no, motivos para salir corriendo de ahí no le faltaban. Dio media vuelta sin perder de vista al tigre hasta finalmente darle la espalda, momento en el que corrió a toda prisa hacía el coche.

Iniciativas: 

• Alexander: 29 (6 de corazones)
• Cristina: 31 (8 de corazones)
• David: 50 ¡Joker!
• Eliana: 23 (Rey de diamantes)
• Johan: 38 (3 de picas)
• K9: 20 (9 de diamantes)
• Rabiosos: 5 (6 de tréboles)
• Tigre: 34 (reina de corazones)

Eliana apuntó con la ametralladora dispuesta a lanzar la primera de las ráfagas. Si bien era bastante jodido apuntar a un tigre en movimiento, más jodido era apuntar a un tigre en movimiento desde el un vehículo en movimiento y sin tratar de dar a su aliado de 4 patas. Respiró hondo concentrándose, mientras su habitual sorna iba haciendo mella. 

—¡Te lo dije, Alex! Me siguen gustando más las jirafas. 

La verdad es que lo del tigre no era una sorpresa para ella, como si fuera lo más normal que se había encontrado en sus viajes. Sin embargo, estaban en un puto zoo. Si había gorriones zombie, iba a haber tigres y elefantes zombie. 

Así, apretó el gatillo por primera vez. Pero las balas rebotaron en el puto bicho. 

El ciborg acelera el coche, cuyo movimiento errático unido al retroceso de la ametralladora hacen que los disparos de Eliana no lleguen a ser efectivos. Ajeno a la mole metálica que se cierne sobre él, el animal infectado se abalanza sobre K9 intentando despedazarlo con sus zarpas. El ataque del animal abre largas estrías en la coraza de K9 dejando al descubierto la piel y parte del blindaje subdérmico que protege su cuerpo. Aunque no hay daños internos la conmoción hace que K9 se aleje del tigre renqueando...

A pesar de sus esfuerzos, el tigre fue más rápido y no dudó en avalanzarse sobre él con las garras por delante. Cuando sintió las garras perforar su coraza, y parte de su carne, el hocico se le desencajó en un terrible aullido, sacudió las patas torpemente, chocó con la cabeza al suelo y trató de zafarse con éxito con todas sus fuerzas.

- ¡Auu uhhh! - Su instinto le decía a gritos que huyera de ahí o la próxima vez no tendría tanta suerte. Tal fue que en el momento que escapó de las zarpas del tigre avanzó con todas sus energías hacía el coche, impulsándose de un salto hacía el todoterreno, con tan mala suerte que solo logró agarrarse a duras penas. Si nadie le ayudaba, sin duda alguna caería y volvería a ser presa de aquella bestia. Miró desorientado y con miedo a su alrededor, con pánico.

La aparición de aquel tigre-zombie había trastocado todos los planes. No era lo mismo tener que vérselas con humanos fáciles de atropellar o eliminar, que con un animal así, que todavía conservaría parte de su agresividad y agilidad y que llegado el caso, podía ser un auténtico problema, sobre todo para K9. 

Boris hizo un movimiento brusco para intentar evitarlo, al tiempo que le ordenaba al perro que subiese al todoterreno, pero ya era demasiado tarde para eso. Eliana empezó a disparar a discreción mientras yo me agarraba para mantenerme en el asiento y observaba como las balas no surtían efecto sobre el animal, que saltó sobre nosotros y empezó a clavar sus uñas sobre K9, que había errado al intentar subir.

Maldita sea el chucho metálico, maldije para mí.

Sin decir nada, me quité el cinturón, y salí para agarrar al chucho y meterlo dentro.

-Ven aquí, maldito saco de tuercas -exclamé, mientras lo agarraba y lo salvaba de ser despedazado por el animal.

El tigre había atravesado su coraza como si fuese de papel, pero afortunadamente, no había conseguido terminar el trabajo. Después de todo, K9 nos iba a ser de utilidad, aunque debía reconocer que también sentía lástima y era uno de los nuestros.

Una vez dentro, cerré el acceso y miré a Boris.

-Si rozas con los árboles quizás nos lo dejemos por el camino -le sugerí, volviendo a ponerme el cinturón y recuperando el mapa para comprobar si nos habíamos desviado o no del rumbo.

K9 se dejó ayudar y subió al todoterreno, escondiéndose asustado bajo los asientos. Aunque le había maldito para sí misma llamándole chucho metálico, Cristina le había salvado el culo y eso no lo iba a olvidar.

Justo después de que K9 haya sido arrastrado por Cristina al interior del coche (1) éste salta violentamente cuando las ruedas aplastan bajo su peso al tigre Rabioso, dejando tras de si una gran mancha de fluidos corporales podridos y el cuerpo aplastado del animal. Los Rabiosos humanos golpean furiosamente el blindaje del vehículo pero ninguno consigue un agarre lo bastante firme como para encaramarse. Cuando el coche pasa de largo intentan inútilmente seguirlo a la carrera.

Sin embargo, como suele ocurrir cuando se lucha con Rabiosos, siempre hay más para sustituir a los que caen o se quedan atrás, y siguen saliendo de todas partes hasta el punto de conformar una auténtica marea de infectados... (2)

Tanto Eliana como Boris me hicieron caso en las primeras ideas que surgieron fruto de la desesperación. Eliana no tuvo suerte en sus disparos y eso propició el ataque del tigre-zombi a K9. Aunque le hizo bastante daño, pudo zafarse de él y con la inestimable ayuda de Cristina, consiguió subir al vehículo.

Le acababa de conocer, prácticamente, pero le había cogido cariño al perro. Nada más verle supe que quien tenía que estar con él para ayudarle era Eliana. -Eliana, cámbiate conmigo. K9 necesita de tus conocimientos médicos. Ya me encargo yo de la ametralladora.

Sin esperar respuesta de confirmación por parte de Eliana, intercambié mi puesto con ella y me puse a los mandos de la ametralladora.

A pesar del bamboleo del vehículo Johan consigue alcanzar a uno de los Raibosos con una ráfaga de fuego automático, dejándolo demasiado destrozado como para poder moverse. Al no tener a su alcance a ningún Rabioso para su machete, David deja el arma colgando de su muñeca y, tras desenfundar su pistola hace una ráfaga corta que convierte en picadillo el cuello y la cabeza de otro Rabioso.

¡SÍ! ¡ASÍ SE HACE, NENA!...

El todoterreno dio dos fuertes botes al pasar por encima del tigre, Alex miró por el retrovisor para ver si el bicho se volvía a levantar y luego se giró para comprobar que el perro estuviera dentro del vehículo. Habían sorteada el primer bache, pero de momento no parecía que fueran a tener un momento de descanso para comprobar las comunicaciones, los rabiosos se acercaban y si se paraban les rodearían en un momento.

Buscó el camino más despejado mientras los de atrás se organizaban. —Tenemos que mantener la marcha o estamos jodidos. ¿Hacia dónde tiro?

Los Rabiosos se abalanzan sobre el coche cuando éste intenta pasar entre ellos. Unos pocos quedan aplastados bajo las ruedas pero uno acaba subido sobre el capó, otro agarrado al retrovisor del lado de Alex y otros cuatro a los lados de la caja trasera. Aullando de furia, los dos infectados de delante empiezan a descargar puñetazos sobre los cristales mientras lo de atrás intentan trepar con manos y piernas...

Mantuve la posición aguantando los movimientos bruscos del vehículo y pude ver como los rabiosos comenzaban a trepar para atacarnos.

-¡Se nos están echando encima! Preparaos para repelerlos. Suponía que el resto los había visto también, pero no estaba de más dar una voz de aviso.

Volví a la carga con la ametralladora para acabar con todos los que pudiera.

Justo cuando el Rabioso del capó levanta su puño para volver a golpear el parabrisas la ráfaga de Johan lo alcanza en el hombro, el pecho y la cabeza y lo lanza a la carretera, muerto antes de acabar rodando bajo las ruedas. El humano sigue girando el arma hasta llevarse por delante al Rabioso colgado del lado de Alex, que acaba tirado en el suelo con media cabeza desparramada varios metros detrás de él (1)

Por su parte David dispara contra uno de los Rabiosos agarrados al lateral del coche consiguiendo desengancharlo. Su cuerpo hace que el coche dé un pequeño bote cuando una de las ruedas le pasa por encima.

¡No puedo hacerlo todo yo sólo! - grita mientras mira de reojo a los otros tres Rabiosos que todavía están enganchados al coche...

Con K9 en el interior, la situación no había mejorado, puesto que más y más rabiosos habían empezado a lanzarse sobre el todoterreno para intentar entrar. La ametralladora era un arma útil para hacer barridos "antes" de que pudieran llegar hasta nosotros, pero en ese momento, la situación exigía otra clase de acciones, de las que nadie deseaba llevar a cabo, porque implicaba arriesgarse.

Pero precisamente para eso estábamos allí.

Oía el rugido del motor, mezclado con los disparos y también con los gritos de Boris y David para pedir ayuda. Miré una vez más el mapa y después lo solté en el asiento.

-Sigue recto durante cincuenta metros y después gira a la derecha -le indiqué, mientras me desabrochaba una vez más el cinturón de seguridad, sacaba mi arma y sacaba el cuerpo fuera del vehículo por la trampilla superior para intentar disparar a uno de los rabiosos.

Intentando ser rápida, salí, apunté y disparé a la cabeza del que estaba más cerca.

Desde fuera, todo parecía muy diferente. En el interior de aquel vientre de metal, me sentía protegida y medianamente a salvo, pero fuera, todo parecía moverse demasiado deprisa; los zombies rugían y arañaban el metal, dejando sus uñas y parte de las falanges clavadas de manera angustiosa en los pequeños huecos que encontraban; sus cuerpos, putrefactos y apenas cubierto por medio jirón de carne en algunas partes, no recordaban a seres humanos, y sin embargo, aquellos ojos que nos observaban, fijos, como si fuesen fotografías, mostraban todavía algo de lo que una vez fueron.

Pero había aprendido a no pensar en ello cuando me encontraba en mitad de una refriega; no podía permitirme el lujo de dudar, aunque fuese un solo instante. Casi con toda seguridad, después acabaría arrinconada, llorando, pero hasta ese momento, debía ser más dura y fría que cualquier otro.

-¡Uno menos! -exclamé en voz alta, para que todos lo oyeran.

El certero disparo de Cristina atraviesa la cabeza del Rabioso de lado a lado. Tras caer al suelo y rodar por el suelo un par de metros se queda tirado en la carretera, muerto por segunda y definitiva vez...

Poco a poco fue recobrando la compostura. La amenaza del tigre ya había pasado, pasado por debajo del todoterreno concretamente. Su instinto seguía diciéndole a gritos que se encontraba en peligro, pero en esta ocasión era uno al que podía hacer frente. Salió de debajo de los asientos en los que se había escondido y antes de nada se aseguró de ver a lo lejos el cuerpo inerte de la bestia, solo por sí acaso. Analizó con un rápido vistazo la situación y decidió dar apoyo en la parte trasera del todoterreno, en la cual se encontraba.

Mostró los dientes y gruñó a los rabiosos, preparándose para atacar. Asomó el cuerpo por la parte trasera y mordió el brazo de uno de los infectados, que se agarraba a duras penas al vehículo. Clavados los colmillos empezó a girar violentamente la cabeza, intentando arrancarle la extremidad.

Eliana se cambió Johan en cuanto Cristina arrastró a K9 dentro del coche. 

—¡Necesito relevo! —dijo, justo cuando el hombre se ofrecía voluntario, mientras ella saltaba a por su botiquín y se apresura a buscar lo que necesitaba. 

Vendas, spray desinfectante, sí, iba bien. Sus ojos se detuvieron en un set de jeringuillas. Entornó los ojos, podía ser útil. Si funcionaban tan bien como habían alardeado cuando le enseñaron a usarlas, ayudaría muy mucho a la regeneración de K9. 

—Venga, chico, quieto, ya voy... —le susurro con cariño al perro mientras le daba unos toques cariñosos mientras empezaba con lo básico: desinfección, vendaje. 

Por último, el contenido de la jeringuilla. 

—¡Eh, eh, eh! —gritó apenas consiguió ponérsela, mientras K9 salía disparado a morder. 

Bueno, tendría que servir por el momento. Dicho esto, dejó todo como estaba, se deshizo de los restos de la cura... por la ventana y agarró sus dos pistolas. 

Eliana sólo necesita un vistazo rápido a las heridas de K9 para saber que no hay riesgo de infección Rain-Rutherford. Un poco de bioespuma adhesiva es suficiente para reparar los arañazos en el pelaje...