Partida Rol por web

La primera toma de contacto con los rabiosos se había saldado con un resultado satisfactorio. Nos habíamos salvado todos y K9 que había sido el peor parado, estaba curado gracias a Eliana. Habíamos acabado con los rabiosos justo antes de la llegada a la cueva de los lobos, donde Cristina nos dirigió. Creía que la misión estaría casi completa, cuando se escucharon voces pidiendo ayuda. De ninguna manera podíamos dejar a nadie a su suerte. Tenía muy claro que había que ayudar a quien necesitase ayuda y, por suerte, no era el único que pensaba así.

Bajé del coche con la katana aún en la mano, preparado para abrir camino y salvar a quien fuera. No me gustaba la idea de separarnos y que unos fueran a por el chico y otros a salvar a aquellos que decía Eliana.

-Deberíamos ir todos juntos. Salvemos a la gente que está gritando y sigamos la idea de David. En principio si todos estamos de acuerdo Mach-4 seguirá nuestras órdenes sin tener iniciativa propia.

Me puse al lado de K9, era un seguro a la hora de seguir rastros y nos llevaría directos hacía la gente, sin dar rodeos.

Siguió los pasos de Johan y bajó del todoterreno de un salto. El rastro que había detectado nada más aterrizar en el zoológico ahora era más intenso y apuntaba en dirección a las cuevas de las que venían los gritos. Pegó la nariz al suelo y olfateó durante unos segundos, confirmando el origen. Levantó la cabeza muy decidido y se acercó a Cristina, quien parecía igual de dispuesta que él en adentrarse a las cuevas.

Miró a Johan y soltó una especie de ladrido-gruñido. - Auuhhgr... - Si alguien hubiera tenido a mano un traductor de humano a perruno hubiera podido aclarar que K9 había detectado el rastro de un potencial aliado, que se encontraba en la cueva, que estaba dispuesto a adentrarse en ella y que confiaba en que Johan les acompañara. Pero como no lo tenían y probablemente tampoco existiera tal traductor, tenían que conformarse con vagos ladridos.

Sin embargo, antes de entrar nuevamente a la acción, sentó el culo al suelo y se rascó detrás de la orejita con mucho cuidado. Mutilar rabiosos con ese odioso picor detrás de la oreja complicaba infinitamente las cosas.

Estoy con Johan - dice David - Ninguno de nosotros sabe pilotar esos cacharros y además tenemos que tener la vista puesta aquí, así que no creo que la tostadora nos deje el control.

Una rápida comunicación con el androide confirma las palabras de David. Aunque Mach-4 protesta por este desvío en el objetivo de la misión termina por enviar a los drones a seguir a Teo. Las imágenes se muestran en una pequeña ventana lateral de los H.U.D. que puede ser ampliada con un comando de voz.

David rasca la oreja de K9 allí donde el perro no alcanza debido a sus partes metálicas y su armadura - Vamos, chico. Tenemos una chica a la que salvar. Espero que sea guapa. - Se vuelve hacia Alex - Detrás de ti, grandullón. Pero deja algo para los demás ¿vale?...

Alex abre la marcha hacia las cuevas de los lobos. El hedor a putrefacción es aquí más intenso que en el exterior, y la poca visibilidad obliga a utilizar los intensificadores de luz de las armaduras. La horda de Rabiosos ha dejado numerosas huellas de su paso por aquí: manchas de sangre, algunos pedazos de carne inidentificables, fragmentos de ropa o algún que otro calzado por ahí tirado. Los gritos de miedo y dolor son más fuertes y penetrantes conforme el equipo va avanzando hasta que llegan a una escena que todo el mundo ha visto como mínimo una vez: una chica joven y sana encaramada a un lugar alto e inestable mientras un pequeño grupo de Rabiosos intentan alcanzarla para devorarla. La chica sangra por numerosas heridas, pero aún así lucha por mantener alejados a los Rabiosos dándoles patadas y golpeándolos con una piedra.

Los identificadores de objetivos de las armaduras sólo tardan una décima de segundo en identificar a doce Rabiosos humanoides: ocho adultos y cuatro niños y preadolescentes...

Con una especie de plan bajo el brazo, salí del vehículo, y avancé mientras buscaba con la mirada el origen de aquellos gritos. Era una chica que estaba en lo alto de una estructura que parecía más bien decorativa, por lo que no estaba preparada para soportar demasiado peso durante mucho tiempo, y mucho menos ante el asedio de un buen puñado de rabiosos.

Cómo había llegado aquella muchacha hasta allí era algo que ignoraba y no acertaba a entender, pero no era lo más importante del mundo en aquellos momentos.

En cuestión de segundos, el esfuerzo daría paso a algún resbalón o error que ocasionaría la caída de la chica y consecuentemente, su muerte.

Pero eso no iba a ocurrir. Como solía decirse, no durante mi guardia.

-¡Eh, chicos! -les grité a los rabiosos, mientras encendía las luces de mi armadura. Los miré y acto seguido, empecé a disparar, apuntando a la cabeza.

Desenfundando las pistolas, Eliana apuntó con las dos al mismo rabioso y disparó. Persona de pocas palabras cuando estaba concentrada, demostró que su pulso servía para algo más que para coser heridas. Sin emabargo, la primera bala rebotó, no como la segunda que sí dio estupendamente en el blanco. 

De reojo, sus ojos se posaron brevemente en la chica encaramada en lo alto. Estaba herida pero... ¿e infectada? Iba a necesitar un rato a solas con ella. No tenía claro si para curarla, estudiarla o volarle los sesos si todo el rescate no había servido para nada. 

 Avanzaron rápidamente hacia la cueva, por los gritos y el eco no parecieron escucharles llegar y lo que vieron cuando llegaron era una escena típica de peli de zombis, una chica subida a algo intentando huir de ellos. —¿Qué es esto, la guardería zombi?— Allí había rabiosos de todas las edades, la cueva debía haber sido un refugio o algo, pero ahora no había mucho tiempo que perder ni mucho que pensar.

Alex dio unos pasos para ponerse delante de sus compañeros y empezar a disparar aquella arma de destrucción.

Se dejó rascar por David y le agradeció con una simpática mirada. Era un alivio para él que le hubiera ayudado, de otra forma se hubiera tenido que restregar contra el suelo para deshacerse de aquel molesto picor, y eso no hubiera hecho ningún favor al arma que llevaba acoplada en la espalda. Todos listos, se adentró junto al resto a la cueva.

Nada más empezaron los disparos se deslizó entre las piernas de sus compañeros hasta alcanzar a los rabiosos. Tanto el olor a sesos que inundaba la cueva como el sonido de las balas eran molestos para él, que tenía un olfato y oídos muy finos, sin embargo eso no fue impedimento suficiente para alcanzar la pierna de uno de los infectados, atraparla de un mordisco y arrastrarlo hasta tumbarlo en el suelo y alejarlo del grupo. Una vez ahí, indefenso y de espaldas, tomó la ocasión para morderle el cuello y sacudir la cabeza hasta decapitarlo. Mantuvo el perfil bajo, sabía que sus compañeros apuntarían a la cabeza

Eliminado uno de ellos se agazapó contra el suelo y acechó con paciencia. Si uno de ellos se separaba del grupo saltaría directamente a su yugular.

El ataque por sorpresa del equipo acaba rápidamente con cuatro Rabiosos adultos y uno de los niños. El contraataque de los Rabiosos supervivientes no se hace esperar. Los primeros en reaccionar son los adultos, dos de los cuales se abalanzan sobre Alex atraídos por el ruido de su ametralladora. Sus ataques son torpes y no consiguen alcanzar al ciborg, pero sí están lo bastante cerca como para que éste no pueda usar su ametralladora.

El tercer Rabioso, un cadáver escuálido vestido con un andrajoso chándal de footing verde intenta alcanzar a Eliana, pero en su descoordinada carrera trastablilla y lo único que consigue es lanzarle su pútrido aliento en un alarido bestial.

La última Rabiosa adulta, una mujer de la que cuelgan restos de ropa inidentificables logra enganchar un brazo de Cristina con sus mandíbulas. Aunque los dientes podridos no logran atravesar la armadura de la mujer sí que le estorban para moverse...

Al llegar a la cueva, todos pudimos presenciar una de las escenas que más odiaba. Un ser humano rodeado de aquellas horribles criaturas y sin apenas posibilidad de defenderse o huir. Había bastantes rabiosos rodeando a aquella chica, intentando alcanzarla para que pasara a formar parte de los muertos.

Todos los demás empezaron a abrir fuego contra los rabiosos. Yo esperé un poco más. Encendí los focos de la armadura. Con esa luz, unida a la que salía de los demás trajes, me ayudó a apuntar mejor a uno de los rabiosos a la cabeza y quitarle de en medio.

El factor sorpresa se había terminado y los rabiosos se lanzaron rápidamente contra nosotros, aunque por forturna no nos hicieron ningún daño, aunque algunos miembros del grupo se encontraban en problemas.

De manera casi automática, cambie la pistola por la katana y me lancé a por el rabioso que tenía a Cristina atrapada, intentando liberarla y que pudiera disparar a alguno más.

Aunque el golpe de la katana de Johan no consigue eliminar a la Rabiosa sí que consigue herirla en una pierna y hacer que caiga al suelo liberando a Cristina de la presa de sus mandíbulas...

Tal como cayó al suelo, K9 se abalanzó con las mandíbulas bien abiertas a la yugular del rabioso que atacó a Cristina y con su mismo método eficaz de antes sacudió el cuello del rabioso hasta separar la cabeza del cuerpo.

Una vez decapitado al que su instinto indicó como el más peligroso, se giró en dirección a los rabiosos que había enfrente de Boris y flexionó las patas, preparado para atacar una vez más.

Eliana viendo que se iban reduciendo en número bastante bien, decidió repetir su jugaba con las dos pistolas. Sin embargo, a su vez, tenía un ojo puesto en qué demonios estaba haciendo el droide. No le sorprendió ver que no había tomado la frase como un comando. 

—Eh, tú, hojalata. Te hemos dicho que despliegues los drones en dirección a la turba —dijo justo entre disparo y disparo. 

Las pistolas de Eliana destellan al unísono enviando al suelo al Rabioso que la acosaba y a uno de los niños que aún no han llegado a reaccionar al ataque.

Estoy monitorizando a la horda Rabiosa desde que fue avistada, doctora - contesta el androide - Si desea que busque algo específico deberá darme más instrucciones. Actualmente la mayoría de la horda ha abandonado el zoológico y se está adentrando en la ciudad. Si se alejan mucho más ya no podré seguirlos. Las interferencias locales interfieren en el rendimiento de los equipos de telecomunicaciones.

Salvar a alguien del ataque de unos rabiosos era para mí una especie de bonus. Por mucho que me dejase hundir por la desesperante realidad y por el pensamiento de que lo único que debía importarme era David y yo misma, la verdad distaba de ser tan sencilla. El poder durante unos momentos, recoger algo de lo que me restaba de humanidad, salvando a la muchacha, era más importante de lo que cualquiera habría pensado, incluida, o especialmente, yo misma.

Nuestro ataque acabó con cinco rabiosos de repente, pero no esperaba que dos más se lanzaran hacia Boris y otra me mordiese el brazo por sorpresa, haciéndome gritar.

Fue sobre todo el miedo, porque la armadura logró protegerme de sus dientes, si bien me sentí profundamente irritada por haberme descuidado y haber permitido que lo hiciera. En cualquier otra circunstancia, habría significado mi fin.

-¡Maldita....zorra! -exclamé, intentando zafarme de ella.

La luz se hizo a nuestro alrededor y vi a Lund iluminando la zona y disparando, acabando con otro, para a continuación quitarme de encima a la rabiosa que estaba enganchada de mi brazo., que K9 no tardó en decapitar, acabando con ella. 

Miré a Lund, asintiendo con la cabeza en señal de agradecimiento, mientras Eliana acababa con otros dos. 

Boris tenía a dos rabiosos encima y era arriesgado acabar con ellos, así que saqué el machete y me lancé sobre uno de ellos para intentar cortarle la cabeza de cuajo.

Cristina resbala con los putrefactos fluidos corporales de la Rabiosa decapitada por K9 y cae aparatosamente al suelo resbalando un par de metros. Lo siguiente que ve Cristina es que la cabecita castaña de una niña Rabiosa intentando morderle en el cuello sacudiéndola como un animal. Acto seguido David descarga su machete contra la cabeza de la infectada abriéndole un profundo tajo en el cráneo y apartándola de Cristina.

¿Te encuentras bien? - Cristina oye la voz de David muy lejana...

Dos rabiosos estaban enzarzados con Alex que no podía usar su arma a esa distancia, la cual soltó sabiendo que con la correas de sujeción iba a ir muy lejos. Agarró a uno de los rabiosos por el cuello, el cual mordía inútilmente su blindado antebrazo y mientras evitaba los ataque del otro. Cuando el rabiosos que estaba suelto volvió a arremeter Alex aprovechó para interponer al que tenía agarrado en su trayectoria, haciendo que ambos trastabillaran, momento que aprovechó para sacar su machete y descargar un potente golpe en la espalda del que había estado sujetando.

Inmediatamente dio un paso lateral y se encaró con el que quedaba que ya había recuperado el equilibrio y volvía al ataque.