Partida Rol por web

El brazo neumático del soporte de la ametralladora evita que el arma arrastre por el suelo mientras el ciborg se deshace de uno de los Rabiosos. El otro lanza un alarido bestial mientras sigue intentando agarrar a Alex...

Viendo que el rabioso que aprisiona a Alex hacía que fuera peligroso de apuntar, decidió optar por el pequeño. Cristina parecía aturdida, pero estaba su hermano con ella. 

Así, pego una nueva ráfaga al niño rabioso. Justo después, decidió volver a mirar las pantallas. 

—Sigue al objetivo según las coordenadas que te voy a dictar. Márcalo —volvió a gritar a la chatarra y fue guiándole hasta que volvió a tener en cámara al chaval. 

Aunque estaba preparado no consiguió herir al rabioso que le amenazaba, este fue más rápido de lo esperado y finalmente su ataque impactó solo de refilón, arrancó un trozo de carne pero eso no frenaría a una criatura que no sentía dolor.

—Me cago en la ostia—. Gritó mientras alzaba la otra mano para intentar mantener alejado al rabioso.

Localizando - contesta Mach-4. Pocos segundos después la imagen de Teo Elgin forcejeando con los Rabiosos que se lo llevan a la fuerza aparece en los H.U.D. de las armaduras y en las retinas de Alex y K9. Debido a las interferencias la imagen tiene poca calidad, pero a juzgar por su aspecto y su forma de moverse el chico no parece infectado. Los infrarrojos de los drones registran una temperatura corporal normal frente a la temperatura ambiente de los cuerpos de los infectados - Objetivo localizado. Elgin, Teodoro. El equipo de extracción debe abandonar inmediatamente su posición actual para proceder al rescate.

El último niño Rabioso cae abatido por Eliana mientras David se acerca por la espalda al infectado enzarzado con el cíborg. El arma sisea en el aire, hace un sonido de metal contra carne y la cabeza del infectado es limpiamente separada del cuerpo.

Bueno, ese era el último - David sacude el arma para limpiarla antes de devolverla a su funda - ¡Eh! ¿Qué demonios pasa? ¿No dijo Ballesteros que el crío estaba infectado?

Ese detalle es irrelevante - contesta Mach-4 - El rescate del objetivo tiene prioridad absoluta.

Il risquiti dil ibjitivi tini priridid ibsiliti - Se burla David - Estamos un poco ocupados ahora mismo. Ya te llamaremos. Procura no perderlo de vista.

La joven observa al equipo desde su parapeto sin atreverse a decir nada. Se rodea el cuerpo con los dos brazos sangrando por numerosas mordeduras...

Eliana se giró hacia David. 

—Sí, y también acabamos de ver al crío gritando a pleno pulmón que ella era como él. Así que... —se volvió hacia la mujer—, buenos días, Mariluz. ¿Puedes sacarnos de dudas acerca de quién eres y por qué con tantas moderduras no eres una rabiosa? Ah, por favor, permítenos que te escoltemos hasta nuestro vehículo, donde te sacaré muestras de tejidos y amenizaremos tu historia con vendajes en esas heridas, cortesía de Pasar Página S.A. 

La cosa por fin se había calmado y parecía que todos habían salido bien parados. Es cierto que los habían pillado desprevenidos y por la espalda, pero se habían enfrentado a un grupo en un sitio cerrado y parecía que todos en el equipo sabía defenderse. 

Guardó el machete después de limpiarlo y volvió a poner la ametralladora en su posición, entonces la doctora se puso a hablar con la chica de pruebas médicas, que vicio tenía la doctora con hacer pruebas en medio de la misión. —Que hostias nos vamos a poner a sacar muestras ahora, que aún tenemos que rescatar al crio y está rodeado de rabiosos—. Entonces se giró hacia la chica y le hizo gestos para que bajase. —Y tu baja aquí a que te curen, que también tenemos que rescatar al Teo y poneros a salvo.

Eliana estaba claramente en desacuerdo. 

—Mientras tú conduces, tengo tiempo para todo. Tú tranquilo, que seguiremos con la misión. Para remendarla también me dará tiempo. 

Eliana no parecía estar dispuesta a decir gran cosa. ¿Quiza porque era consciente de que el equipo que llevaban podía estar monitorizando sus palabras? Era más que probable, y nada loco. No iba a repetir información sensible por el momento. 

Para cuando me puse en pie, todo había terminado. No estaba muy orgullosa de lo que había hecho, aunque por algo era mejor arreglando máquinas que rompiéndolas. Afortunadamente, si algo había que reconocer era que formaba parte de un buen equipo de intervención y que nadie abandonaba a nadie, y todos disparaban y acertaban más que yo.

La tal Mariluz parecía estar intacta; eso era algo, aunque a Match 4 no le importara nada.

Todavía sacudiéndome el polvo del suelo, me acerqué a David y apoyé la cabeza en su rostro. Después le di un beso y recordé que aún no había probado el chip, por lo que me dirigí hacia el vehículo.

-Eh, Boris. Voy a probar esto, a ver qué es lo que tiene. ¿Vienes? -le dije, mientras lo sacaba y veía si podía usar la clave de comunicación con los sistemas del vehículo.

No ignoraba que en poco tiempo, seguramente volveríamos a estar rodeados de rabiosos, pero precisamente por ese motivo, tenía que aprobar el pequeño remanso de paz del que disponíamos.

Habíamos conseguido acabar con todos los rabiosos y esta vez ninguno de nosotros tuvo que recibir ningún tipo de cura por parte de Eliana. La peor parada fue Cristina y no parecía nada grave. Su hermano se había encargado de que no la ocurriera nada.

La niña estaba visiblemente herida, pero no mostraba signos de transformación en un rabioso. Eliana la intentó tranquilizar diciendo que la curaríamos, aunque más bien parecía que la quería utilizar como cobaya. Y Álex, bueno, el tacto no es su punto fuerte.

La chica debía de tener la edad de mi hija cuando la vi por última vez. De eso ya hace catorce años. Me recordaba mucho a ella. No sabía que sería peor, encontrarla y no reconocerla o reconocerla convertida en un engendro asqueroso. No lo quería ni pensar.

Guardé la katana en su funda y me fui acercando lentamente hacia ella intentando no asustarla más de lo que ya estaba. -Te llamas Mariluz, ¿verdad? No tienes que tener miedo de nosotros. Estamos aquí para ayudar a la gente. Ven con nosotros y cuéntanos cómo has llegado hasta aquí. Le tendí la mano para que la cogiera y bajara del parapeto. -K9, ven aquí. A los niños les suelen gustar los perros, quizá viendo a K9 tendría menos reparos en venir con nosotros.

Lo cierto es que estaba realmente preocupado por la muchacha y estaba convencido de sacarla de allí, pero también era cierto que no tenía mucha paciencia y no era el más indicado para convencer a nadie y menos a los críos. Se giró al escuchar a Cristina llamarle Boris, otra que le llamaba Boris, pero el enfado era menor que la curiosidad por saber que había en ese maldito chip. Así que asentó con la cabeza y la siguió, pero miró un momento hacia Johan.

—Convéncela de que baje rápido, nosotros vamos a comprobar una cosa y ya aprovecho para mirar como anda la cosa fuera.

Tal como cayó el último de los rabiosos y su instinto dejó de estar en alerta, se reincorporó sobre sus patas y miró a su alrededor esperando a que alguien le felicitara por haberse portado tan bien. ¿No? ¿Nadie? ¿Ni una palmadita? Bueno... El caso es que todos estaban a salvo, incluida Cristina que a pesar del tropezón se encontraba ilesa, y eso le hacía feliz, motivo por el cual se permitió sacudir el rabo de un lado a otro.

Pero por muy contento que estuviera de que sus compañeros estuvieran a salvo, aún había alguien más con ellos en la cueva. Se acercó obedientemente a Johan cuando le llamó, a paso lento, casi como si hubiera hecho algo malo y fuera a reñirle. Mantuvo la cabeza agachada durante unos segundos y luego la levantó, mirándole a él y luego a la niña. La idea de usar al perro como cebo para atraer a la niña no era mala, el problema era aquel tétrico sonido metálico que hacían las uniones de sus patas al andar, el cuerpo compuesto por extremidades biónicas y coraza... Un conjunto de cosas que hacían que el perro no se pareciera tanto a la imagen que se tenía de uno.

¡Pero de eso K9 no tenía ni idea! Así que miró a la niña, sacó la lengua y saludó con unos simpáticos ladridos. - ¡Woof, woff!

Cuando Alex y Cristina se marchan la niña se deja caer hasta caer al suelo, jadeando de dolor. Por su peso y estatura no parece tener más de doce años, pero podría tener más debido a la malnutrición. Sus ropas son viejas y presentan múltiples remiendos, además de estar sucias de sangre y porquería. Su consciencia va y viene, y a veces intenta escapar o retorcerse para después volver a quedarse jadeando en el suelo.

Teo - jadea - ¿Dónde está Teo? No dejéis que el padre Isidro se lo lleve.

El examen preliminar le dice a Eliana que la niña no está infectada, pero sin ayuda morirá por un shock hemorrágico.

Los ladridos de K9 hacen que la vista desenfocada de la niña se dirija al perro ciborg.

Perrito bueno ¿Por qué ladras? ¿Vienen los Mordedores?...

El motor eléctrico de la ametralladora de Alex zumba suavemente cuando el ciborg busca más Rabiosos al salir del cubil de los lobos, pero Mach-4 tenía razón: no hay un sólo Rabioso humano a la vista, si bien han dejado un rastro fácil de seguir. En la distancia se siguen escuchando los aullidos distantes de los animales infectados que aún merodean por el zoológico, inmunes a cualquiera que sea el canto de sirena que se ha llevado a los humanos. El coche sigue donde lo dejaron, intacto salvo por las manchas de sangre de la persecución anterior.

Cuando Cristina introduce el chip en el ordenador de comunicaciones del vehículo se autoejecuta un programa que abre un canal de comunicación privado y seguro (1) por vía satélite. La voz al otro lado de la línea es la de Zora Elgin, mucho menos calmada ahora que en Isla Renacimiento.

¿Hola? ¿Equipo de Pasar Página? ¿Están bien? ¿Han encontrado a Teo?...

Eliana miró a todos con una seriedad poco propia en su carácter habitual. Echó mano al botiquín casi sin pensar. Ella era médico. Tenía juramento hipocrático después de todo, o intereses personales, a saber. Si no querían que atendiese a la cría, la iban a tener que parar. 

Miró de reojo a los presentes, retándoles a que lo intentaran. 

Introduje el chip en el ordenador, cavilando sobre lo que podíamos encontrar. Cuando la voz de Zora sonó por el comunicador, miré a Boris, no confundida, ni sorprendida, pero sí inquieta. No suponía ningún problema hablar con ella fuera de los canales oficiales, pero desconfiaba de sus motivos. Quizás solo fuera el de una madre que se preocupaba tanto por su hijo que no confiaba en dejarlo todo a lo "oficial".

Quizás fuese solo eso.

Pero también existía la posibilidad de que hubiese mucho más de lo que nos hubiesen dicho o que en realidad, Zora tuviese algún encargo adicional que no deseaba que formase parte del contrato.

En cualquiera de los dos casos, debíamos valorar la situación.

Al menos, lo que dijésemos no quedaría registrado en ningún sitio, salvo en nuestras cabezas y las de nuestro equipo, si lo compartíamos con ellos.

-Señora Elgin. Soy Cristina, del equipo. Todavía no lo hemos encontrado, pero estamos cerca de su posición y esperamos poder hacerlo dentro de poco -le dije, mirando a Boris de reojo.

No pensaba contarle nada de lo que sabíamos o lo que teníamos, sino intentar que la información fluyera en una sola dirección, la nuestra.

-¿Hay algo que quiera decirnos? ¿Por qué motivo deseaba comunicarse con nosotros?

La desconfianza podía ser un motivo. Ofrecernos incentivos adicionales, podía ser otro; no sería la primera vez que alguien hacía pagos personales para lograr sus objetivos, más allá del contrato con Pasar Página. No se me ocurría un tercero.

Por fin tuvieron un momento de descanso, le hubiera gustado establecer esa comunicación antes por si conseguían información sobre lo que les esperaba, pero había tocado ponerse en acción desde el primer momento. No sabía muy bien que iban a escuchar, pero tras lo vivido no le extraño escuchar la voz de aquella mujer, asentí al gesto que me hizo Cristina tras responder a la mujer.

Tras ver la inmunidad de su hijo y de la chavala al virus, estaba seguro de iban a ir por ahí los tiros, pero... ¿Porque ocultarlo?

Con Cristina y Álex fuera del recinto, la decisión de que hacer con la chica era nuestra. Eliana no tuvo que hablar para que supiéramos cual era su opinión respecto a que hacer con la niña. -A mí no me tienes que convencer. Haz lo que tengas que hacer para curarla. Me parece que lo que nos tenga que contar será muy interesante. Con que nosotros dos ya hubiéramos querido curarla, bastaba. Si David se oponía, seríamos dos contra uno. Y confiaba en que K9 estuviera de nuestra parte (Eliana le daba galletas y yo había hecho buenas migas con él).

Me puse al lado de Eliana mientrás prepara las cosas del botiquín. -Si necesitas ayuda, dímelo. Miré a la niña poniendo cara de tranquilidad. Si veía preocupación o miedo en nuestros rostros, sería peor.

Esperaría a que la niña se recuperara para hacerle unas cuantas preguntas: ¿Cómo conoce a Teo? ¿Por qué no están infectados? ¿Quién diablos es el padre Isidro y qué tiene que ver con ellos?

- Uhh uhh... - Aulló muy flojito y triste. Sabía diferenciar muy bien a las personas de los rabiosos, al igual que a los niños de los adultos. Y en éste caso se encontraba frente a una niña, moribunda a juzgar por las heridas y su propio instinto.

Miró con ojos llorosos a Eliana, si ella había tratado su herida seguro que también podría tratar a la niña, o al menos esa era la asociación de ideas que sacó por sí mismo. Miró y aulló un poquito más a Johan, por si acaso él también pudiera ayudar. Luego movió las patas intranquilo, apoyándose intermitentemente sobre una y luego sobre la otra. En este tipo de situaciones no sabía como manejarse...

Así, Eliana no se demoró e hizo lo que pudo con lo que tenían. La niña estaba fuera de peligro, pero dudaba que pudiera cambiar por su propio pie. Tendrían que turnarse para llevarla, o dejarla dentro del transporte. 

—Sé que el trozo de hojalata pondrá pegas. Me hago plenamente responsable, pero se viene con nosotros. Estoy segura de que podemos convencerle alegando que tiene inteligencia últil para Pasar Página, como organizaciones internas entre grupos de rabiosos que mantienen el raciocinio. Está claro que el tal Padre Isidro no es el cura del pueblo...