Partida Rol por web

El hedor a muerte y putrefacción es más intenso aún en las calles de la ciudad devastada que en el zoológico. Tras asegurarse de que el rinoceronte no les seguía Boris puso el todoterreno en modo eléctrico, menos potente pero mucho más silencioso que el motor de gasolina (1). Con Cristina controlando el navegador del coche, Alex hace circular el coche por las calles menos colapsadas, pasando cuando es preciso por encima de algún obstáculo utilizando la tracción 4x4 o arrollándolo con las defensas. El rinoceronte infectado no ha vuelto a aparecer, así que o bien ha vuelto al zoológico o anda dando vueltas por la ciudad. En cualquier caso, no ha vuelto a dejarse ver.

Tras un rato de pataleta, Mariluz ha terminado por agarrarse al pelaje de K9 y sollozar en silencio contra el pecho del perro ciborg. No hay nada en las rutinas programadas de K9 que cubra una situación semejante, pero allí donde falla la tecnología entra en juego el instinto. K9 intuye que la niña confía en él y que sólo tiene que dejarse abrazar para que esté tranquila y no dificulte el trabajo del equipo (2).

El androide no ha vuelto a dar señales de vida desde su último aviso, aunque por unos segundos se han podido escuchar ruidos de disparos en el aire. Sin embargo el localizador GPS del transporte sigue activo y en movimiento (3), lo que significa que el androide no ha sido derribado.

La escucho, doctora Reinosa - dice Zora Elgin.

Veo un apestoso en esa calle de ahí - dice David mientras encaja el silenciador en su pistola - ¿Alguien se apunta a una competición de tiro al melón? ¡Ja! Y sin haberlo deseado... (4)

Puede que rescatar al muchacho no fuese tan sencillo como pensábamos, si es que alguien creía que andar por una ciudad llena de zombies era coser y cantar, pero a cada minuto que pasaba, las palabras de la chica penetraban en mi cerebro y me hacían tomar conciencia de que íbamos a tener que subir un poco nuestro nivel de preocupación y seriedad.

Justo en ese momento, Match-4 avisaba que estaba siendo atacado, lo que incrementó todavía más mi confusión. ¿Por quién? ¿Podría tratarse de algún competidor?

Seguía guiando a Boris a través de las calles y los edificios, pero habían surgido nuevas dudas, más allá de lo que estábamos discutiendo. La voz de Zora Elgin volvió a sonar a través del comunicador y sin embargo, yo estaba demasiado absorta en mis pensamientos como para responder, al menos inmediatamente, hasta que la actitud de David me devolvió otra vez a la realidad y me hizo hablar. No deseaba ser ni me sentía como si fuese líder de nada, pero creía que hacía falta coordinarse, así que empecé a hablar.

-David, será mejor que empieces a tomarte esto en serio porque creo que vamos a tener más dificultades de lo que pensábamos. Mariluz, K9 te protegerá, así que no te preocupes. Nos avisó antes cuando venía ese rinoceronte a por nosotros, ¿verdad? Él siempre está atento -le dije, acariciando a K9 en la cabeza. No estaba muy seguro de cuánto tenía de robot y cuánto de animal, pero nos había salvado la vida.

A continuación, me volví hacia los demás.

-Eliana, creo que hablo por todos al decir que estamos de acuerdo en la proposición, por lo que si estás de acuerdo dile que aceptamos el trato. Bor... Alex, Johan... ¿alguna idea de quién podría estar atacando a Match-4? No creo que cualquiera se atreviera con una nave de Pasar Página, así que deberíamos tenerlo presente.

Desde donde estaba, no podía ver apenas nada de lo que había delante, así que me aseguré de que al menos, fuésemos en la dirección correcta según el GPS y el mapa.

Eliana asintió ante lo que sus compañeros le dijeron, y a continuación se puso a hablar con la doctora. Escuchó a March-4 protestar, pero no le quedó claro qué ocurría. 

—Buenos días, profesora Elgin, Eliana Reinosa al habla. Tengo varias noticias que comunicarle. La primera es que usted tiene toda la razón del mundo: si su hijo o la amiga de éste que acabamos de rescatar llegan a la ciudad, desaparecerán en trágicas circunstancias.

Ahí estaba, lo había soltado. 

—Sé por fuentes de confianza que hay poderes en la ciudad que se niegan a que se desarrolle una cura funcional. Pero yo tengo todos los ingredientes y puedo completarla. Ni siquiera necesito experimentar con su hijo, como podría ser su temor. Una muestra de sangre y un laboratiorio donde sintetizarla debería ser suficiente porque la investigación está prácticamente completa. A cambio, puedo garantizarle que, desde Mallorca, podremos crear un entorno seguro donde empezar a reinsertar fauna y flora que, generacionalmente, admitirán la vacuna y se volverán inmunes al virus.

Hubo un silencio breve e incómodo mientras Eliana tragaba saliva. 

—Además de mi nueva solicitud de mecenazgo en las islas, la segunda noticia es que el equipo acepta su oferta. Yo, por mi parte, no necesito la cantidad extra. 

Se gira momentáneamente a sus compañeros: 

—Si esto sale, podéis decir que me comió el rinoceronte. No creo que protesten ni pidan pruebas. 

Una vez fuera del zoológico, parecía que estábamos más tranquilos. Marliuz, cogió confianza con K9, lo que nos facilitaba el trabajo si la situación se complicaba. Con dejarla al cuidado del cánido, no tendríamos que preocuparnos de que sufriera ningún daño.

Todos tenían una misión. Boris conducía, Cristina le guiaba, K9 cuidaba de Mariluz, Eliana tenía una conversación con la doctora Elgin y David se tomaba todo a cachondeo, para variar. El único que no tenía nada útil que hacer era yo. Y no estar ocupado en algo, me ponía nervioso. Escuché lo que Eliana estaba diciendo, por si podía añadir algo más, pero no hizo falta.

Se habían escuchado disparos y no sabíamos que había podido pasar.-Quizá no le están atacando. Puede que haya sido el propio Match-4 el que se haya encontrado con algún elemento hostil y se lo haya quitado de en medio. O nos ha despejado algo el camino. ¿Quién sabe? Cuando acabemos de hablar con la doctora, sería mejor contactar con el "cacho lata" para que nos informe él directamente. Contesté ante la pregunta de Cristina.

Iba mirando el paisaje desolador de las calles de la ciudad por las que Boris nos iba paseando en modo silencioso. No terminaba de acostumbrarme a todo ese infierno, a pesar de llevar mucho tiempo relizando misiones.

Estaba muy tranquilo sentado en la parte trasera del coche junto al resto, con las orejas bien altas para captar cualquier ruido que se saliera de lo normal, de lo normal dentro de una ciudad post-apocalíptica infestada de rabiosos, claro. Por el momento todo parecía en orden, cuando de repente y sin ningún aviso previo la niña se le abrazó encima. Él se quedó muy quieto, mirándola de reojo con cara muy preocupada. Él siempre había sido muy simpático con los humanos, y sabía diferenciar de un humano adulto a uno pequeño, motivo por el cual siempre extremaba la precaución con sus movimientos por si pudiera hacerles algún daño, y más cuando estaba tan mal herida.

No pudo opinar mucho sobre la situación actual ni el plan de acción con el que iban a actuar -porque seguía siendo un perro-, pero sí que se dejó acariciar y felicitar con mucho gusto por Cristina. Creyó entender a que se refería con proteger a Mariluz, así que se respondió muy orgulloso y sacando pecho con un ladrido. - ¡Woof! - Y aprovechando que tenía cerca su mano se permitió lamerle el dorso. Las medicinas y utensilios de Eliana curaban, ¿pero a quién no le levantaba el animo un buen par de lametones?

Pocos segundos después interrumpió sus lamidos, algo había llamado su atención...

Era complicado moverse por aquella ciudad tan llena de obstáculos, pero realmente estaban teniendo suerte de no encontrarse con grupos grandes de rabiosos, porque Barcelona debía estar llena de ellos. En un tramo recto que parecía sin obstáculos e giró levemente para responder a Johan.

—Ha dicho aeronave enemiga y los droides suelen ser muy literales hablando, no tengo ni puta idea de quién puede ser, pero tenemos que estar preparados por si también están en tierra—. Si tenían que enfrentarse a otro grupo armado aparte de al rabioso inteligente que podía controlar a otros rabiosos, la cosa iba a estar complicada. —Porque… Por muy listos que sean los rabiosos no serán capaces de pilotar un vehiculo, ¿no?

¿Qué dices, hermanita? - contesta David haciéndose el ofendido - Yo siempre me lo tomo todo en serio. Tanto que ya llevo más Rabiosos liquidados que tú ¡JA! ¡TOMA! IN YOUR FACE, BABY!

¿Qué amiga? ¿Mariluz? - pregunta la científica - ¿Se encuentra bien? Madre de Dios. No pensé que pudiera seguir con vida. Encantada de hablar con usted, doctora Elgin. Me alegra que siga usted con vida y esos intereses porque tengo una propuesta que hacerle: olvídese de Pasar Página y vuelva a trabajar en un laboratorio. El enclave de Mallorca es un laboratorio de Ángelus fortificado, y necesitan gente como usted para crear un tratamiento eficaz contra el Rain-Rutherford. Es más, todo su equipo está invitado al enclave de Mallorca. La información que puedan aportar sobre Isla Renacimiento en general y Pasar Página en particular será muy bien valorada.

Uh oh - dice David - ¿A alguien le suena la expresión "demasiado bueno para ser cierto"?...

A pesar del cuidado que está teniendo Alex conduciendo el vehículo, éste no está pasando desapercibido por los hediondos habitantes actuales de Barcelona. Empieza a haber movimiento en los portales y en los locales en ruinas. Algunos de los Rabiosos se mueven de forma animalesca, más como simios que como humanos y son mucho más ágiles que los Rabiosos normales. Johan ya ha conocido a los Rabiosos llamados "Corredores" en otras incursiones, y son un auténtico dolor de cabeza por su mayor agilidad y habilidad de combate.

Sin embargo el mayor peligro proviene de una gasolinera cercana. Los Rabiosos que salen de ahí son del tipo "Hinchado", bolsas de gas ambulante que liberan nubes tóxicas al ser abatidos. Más de un superviviente ha encontrado su fin inhalando sus mortíferos vapores.

Por último, cuando Alex rompe sin querer la marquesina (1), Johan llega a escuchar un aullido lejano que no se parece a nada que haya oído antes. No parece animal, pero tampoco es completamente humano...

Los hedores de los infectados se entremezclan en el olfato de K9 con el de la contaminación atmosférica. Los infectados ya saben que hay presas cerca, aunque todavía no la han localizado. K9 sigue olfateando hasta que otro olor que llama su atención. Es un olor mezcla de carne en descomposición y carburante que le lleva a dirigir la vista hacia uno de esos donde los humanos rellenan los líquidos de sus coches. Sus sistemas ópticos hacen un zoom automático, permitiéndole ver unos extraños infectados abotargados por los gases que saturan sus cuerpos. Se mueven torpemente, esperando cualquier impacto para liberar nubes de vapores tóxicos contra los que su blindaje no puede protegerle...

Un Rabioso surge de repente por la ventanilla de un coche intentando agarrar a Alex. Aunque sólo llega a darle un par de manotazos a la puerta antes de que el cinturón de seguridad lo devuelva a su sitio el sobresalto hace que el ciborg dé un volantazo chocando aparatosamente con una marquesina de autobús. El cristal de la marquesina se rompe creando un estrépito que no tarda en ser contestado por los aullidos de los Rabiosos más cercanos...

Entre seguir la conversación con Zora y estar atenta al GPS, Cristina está distraída del mundo exterior. La Sagrada Familia se encuentra ya cerca y ella está valorando las posibles rutas para elegir la que menos posibilidades tiene de estar repleta de Rabiosos. Con los drones de Mach-4 todo sería mucho más fácil, pero el puñetero androide se los llevó consigo en sus maniobras evasivas. Su señal aún culebrea en el H.U.D. de Cristina, no muy lejos de donde se encuentra el todoterreno ahora.

Cristina estaba a punto de elegir una ruta que le pareció mejor que las demás cuando el estruendo del cristal roto la convierte en una idea tan mala como cualquier otra. Pronto todas las calles cercanas estarán atestadas de Rabiosos...

Seguía la conversación entre Eliana y Zora, consciente de que era el momento de decidirse. Cuando nos invitó a todos, incluida aquella desconocida que habíamos subido a bordo, Mariluz, la parte racional de mi mente lo encontró perfectamente lógico, puesto que era la mejor forma de asegurarse que llevásemos allí al muchacho, pero la emocional se revolvió, al darse cuenta de lo que significaba.

Abandonar al menos temporalmente aquella clase de vida y volver a tener algo similar a una de verdad, y sobre todo, luchar no por sobrevivir, sino porque todo mejorase.

Aquella idea traía muchas mas cosas con ella. Ya no sabía lo que era disfrutar de un momento de verdadera felicidad y apenas recordaba cómo había sido una vez, hacía ya mucho tiempo.

Trabajando para Pasar Página era una mercenaria, pero incluso así, había intentando retener una parte de mi humanidad, sin darme cuenta de que la había ido perdiendo progresivamente. Aún me quedaba algo, pero ignoraba si sería lo suficiente como para tener razones suficientes de luchar por un bien mayor.

Miré a mi hermano, que disfrutaba con el simple y sencillo hecho de matar rabiosos, como si fuesen latas de refrescos y estuviese practicando su puntería. Él ya había olvidado lo que era luchar para sobrevivir y había convertido aquel estilo de vida en un ciclo completo, siendo capaz de disfrutar al igual que lo haría en un parque de atracciones.

Para él, todo era perfecto y él estaba en el lugar que deseaba estar, donde podía demostrar su valía, era mejor que la mayoría y nadie le decía lo que debía hacer.

En cuanto a los demás... no los conocía tanto como para poder discernir si de verdad querían o no cambiar.

En ese momento, me di cuenta de que íbamos por buen camino, pero no que delante de nosotros, más allá del mapa, no había un solo espacio libre. En cuanto chocamos, fui lanzada hacia delante por sorpresa y los cristales rotos saltaron por todas partes, obligándome a cubrirme el rostro para recibir los mínimos posibles.

Sentí los pinchazos de unos cuantos clavándose en mis manos y en mis mejillas, y cuando nos detuvimos*, miré hacia delante.

-¡Eliana, será mejor que dejes la conversación para más adelante! Creo que tendremos que abrirnos paso a tiros. Alex, no estamos demasiado lejos, aunque me parece que nos costará bastante llegar. O podemos dar un rodeo... aunque sería mucho más largo.

Estaba totalmente centrado en la conversación que se estaba manteniendo. La doctora Elgin parecía muy generosa con la oferta, pero ni siquiera dió tiempo a ponerse a pensar en ello.

Por muy silencioso que fuera el coche, los rabiosos empezaron a percatarse de nuestra presencia y comenzaban a moverse a medida que ibamos avanzando. El trayecto que, en principio, estaba siendo sencillo, se complicaba por momentos. Había rabiosos más peligrosos que los que nos habíamos enfrentado. Escuché un aullido lejano que no reconocí. No era ningún animal y tampoco parecía que fuera humano.

En un momento dado, Boris giró bruscamente y chocamos. El ruido ocasionado empezó a atraer a los rabiosos de los alrededores. -No dejéis que se acerquen. Estos rabiosos son más peligrosos que los anteriores. Y, sobre todo, que no se acerquen aquéllos. Señalé en dirección a una gasolinera cercana, de la que salían.-Cuando mueren sueltan gas tóxico y es letal si lo respiramos.

Me levanté y me coloqué en el lugar de la ametralladora. Tenía que estar preparado para abrir fuego en cuanto fuera posible.
-Álex, ¡sácanos de aquí!

A medida que iban avanzando por las calles de la ciudad su instinto le ponía cada vez más en alerta. Podía sentir la presencia de infectados, de igual modo que ellos podían sentir al grupo, sin embargo si aún no se habían topado con ellos era simplemente porque aún no les habían encontrado. Estuvo alerta mirando los alrededores por las ventanillas mientras Mariluz se abrazaba a él, cuando se repente un rabioso atacó a la puerta del piloto provocando que Boris desviara el coche contra una parada de bus del sobresalto.

No pudo evitar tambalearse, resbalando torpemente del asiento y cayendo boca arriba, nada que no pudiera solucionar reincorporándose de nuevo sobre sus patas. Siguió el paso a Johan y subió junto a él a la ametralladora, desplegando el fusil que llevaba acoplado a la espalda. - Grrr... - Gruñó al sentir acercarse los rabioso, especialmente a aquellos que salían de la gasolinera con el cuerpo abarrotado de gases de tóxicos.

El arma de su espalda hizo unos breves sonidos mecánicos y apuntó en dirección a la gasolinera, preparado para disparar.

Mierda, mierda y mierda. Justo cuando la conversación parecía interesante. Pero no era momento y lugar. 

—Me temo que tendremos que dejar la conversación para más adelante. Retomaré la conexión tan pronto como sea posible.

Eliana le tendió el comunicador a Cristina, por si lo quería de vuelta. Después de asegurar el comunicador, sacó sus pistolas. Analizó la situación como pudo, y se giró hacia la niña para ver cómo estaba, y después hacia Boris. 

—Eh, Alex, ¿lo ves bien para maniobrar o nos liamos a tiros? Por cierto, me he perdido, ¿qué estaba diciendo la chatarra? ¿Le estaban atacando? 

Sólo he arañado un poco la pintura - gruñe Alex - Y posiblemente alertado a todos los Rabiosos en varias manzanas a la redonda - el motor de gasolina arranca con un rugido mecánico y el coche vuelve a ponerse en marcha - Agarraos, que esto va a ser movido.

El camino elegido por Cristina resulta estar muy despejado. Los Rabiosos de esas calles son muy pocos y aún no habían empezado a reaccionar cuando el coche pasa a toda velocidad junto a ellos, que lanzan inútiles zarpazos al aire mientras echan a correr, quedando atrás en poco tiempo.

Sep, eso ha dicho la lata de sardinas - le contesta David a Eliana - Mira la juerga que se está montando el tío en la H.U.D. - Tal y como dice David, la señal de GPS del transporte no deja de moverse y revolotear en el cielo mientras el androide ejecuta una maniobra evasiva tras otra - Ése se lo está pasando mejor que nosotros ¡Oye Alex! ¿No puedes aflojar un poco? ¡Así no hay quien apunte!

Ahorra munición, niño - le espeta el ciborg.

El todoterreno acaba llegando por fin a las puertas de la Sagrada Familia, encontrándose con que las puertas de la emblemática catedral están abiertas de par en par y rodeadas por una horda de muertos vivientes aletargados. Algunos de ellos, los de la zona más externa de la horda, lanzan aullidos furiosos hacia el todoterreno pero no llegan a separarse del grupo.

¿Nos marcamos un GTA? - pregunta David

Con esas escaleras y la cantidad de Rabiosos es más probable que volquemos a que les pasemos por encima - replica Alex - Y no olvidéis de todos los Rabiosos que vienen detrás, así que pensad en algo rápido...

Un triángulo amarillo de advertencia empieza a parpadear en el proyector retinal de datos de K9. Aunque el can no sabe a qué se refiere exactamente sí entiende que el entorno tiene algún peligro para él además de los Rabiosos. De momento el nivel de alerta es bajo, por lo que K9 sólo tendría que alejarse de la zona.

Otra cosa es que pueda hacerlo...

Un triángulo amarillo de advertencia empieza a parpadear en el proyector retinal de datos de Alex. Al ejecutar una función de diagnóstico su ordenador integrado le lanza el siguiente aviso:

Detectados niveles elevados de radiación electromagnética. Por favor, abandone la zona.

De momento el nivel de alerta es bajo, por lo que a Alex le bastaría alejarse de la zona.

Otra cosa es que pueda.

Una súbita punzada atraviesa el corazón mecánico de Cristina, y la joven está segura de que no tiene nada que ver con su miedo o ansiedad. Desde su implantación, el corazón ha funcionado como uno orgánico perfectamente normal. Cristina no tiene ni idea de qué demonios está pasando ahí dentro. Eliana seguramente sea capaz de decírselo pero ¿guardará el secreto? ¿Lo utilizará en su contra si llega el momento?...

Eliana me lanzó el comunicador, que atrapé en el aire y volví a guardarme en uno de los bolsillos de mi armadura. No es que me importase que ella lo tuviera porque al final, estábamos todos en lo mismo y no íbamos, yo al menos, a hacer algo por nuestra cuenta sin contar con los demás. Pero aprecié el gesto; parecía que dentro de los pequeños conflictos que podíamos tener entre nosotros, al final existía un cierto sentimiento de unidad.

Además, parecía claro que no íbamos a devolver al muchacho, cuando lo consiguiésemos, a Pasar Página, en eso habíamos coincidido todos.

Pero ahora había más cosas de las que preocuparse.

Alex volvió a arrancar el vehículo, que aceleró repentinamente, siguiendo la ruta alternativa que le había marcado, y que afortunadamente, estaba bastante más transitable.

David protestó porque no podía apuntar bien mientras Alex condujera de aquella manera, pero yo lo fulminé con la mirada. Era más importante salir de allí sin disparar y llamar la atención que liarnos a tiros. 

-Esto no es un videojuego, David -le dije, acompañando las palabras de Alex que iban por el mismo sitio.

Finalmente, llegamos a la Catedral. Las puertas estaban abiertas como si las hubieran echado abajo, y no precisamente para escuchar la última plegaria. Teniendo en cuenta que había rabiosos delante y rabiosos detrás, la idea de lanzarnos a por todas, por mucho que mi hermanito lo estuviera pensando, era una pésima idea.

Iba a decir algo cuando me quedé traspuesta, rígida en el sitio, y me llevé una mano al interior de la armadura, sintiendo, no pensando, y esperando a que todo volviese a la normalidad. Miré a los demás, que parecían estar intentando pensar en algo que nos pudiera ayudar, mientras yo dejaba de respirar por un momento.

-Es la última vez que desayuno antes de un viaje por el aire -comenté, sonriendo, mientras volvía a sopesar la situación, que no era precisamente sencilla.

-La única manera de entrar ahí es crear una distracción. El vehículo puede circular deprisa, por lo que un pequeño equipo formado por dos tres de nosotros, podría bajarse y esperar a que los demás llamasen la atención de los rabiosos. Es lo único que se me ocurre.