Partida Rol por web

Varias piezas salen despedidas del pesado aparato mientras Cristina lo utiliza como ariete improvisado y empuja con el hombro hasta conseguir cerrar la puerta lo suficiente como para encajar el aparato y hacer de tope. Varias manos de Rabiosos agitan las manos por el pequeño espacio que ha quedado abierto, pero al menos no abrirán la puerta hasta que se retire el microscopio.

Los Rabiosos rugen de frustración y algunos de ellos atacan a otros para conseguir llegar hasta la puerta. Una conducta insólita entre ellos cuyo origen debe estar en Isidro y lo que sea que haya hecho con ellos...

Al coger a Cristina me preocupé al ver su rostro. No parecía que se hubiera torcido el tobillo, parecía algo más grave. Al volver dentro de la sala, me pidió que la soltara, que se encontraba bien. Era reticente a la hora de dejarla sola, pero ella se conocía a sí misma mucho mejor que yo. La solté con todo el cuidado del mundo y ví como salía disparada a cerrar la puerta y contenter la entrada de más rabiosos.

Iba a ir detrás de ella para ayudarla. Se bastaba de sobra para conseguirlo. Mientrás tanto Álex se ocupaba el solito de los cinco zombies que habían conseguido entrar. Había conseguido acabar con uno y dejar fuera de combate, por el momento, a otros dos. Tenía dos más enganchados. Saqué la katana y me lancé contra uno de los dos bichos, para quitarsele de encima al grandullón.

Eliana miró a Cristina y le brillaron los ojos al ver el frasco enorme con el símbolo inflamable. 

—Cristina, te debo copa, cena y lo que tú quieras —dijo mientras agarraba el bote y lo vertía en la mezcla que estaba haciendo—. ¡Tapaos la boca! No respiréis esta mierda —dijo mientras se preparaba para lanzar el artefacto explosivo que tanto sudor le había costado hacer. 

Tal como Johan se lanzó a por uno los dos zombies que no estaban tirados al suelo por los disparos de Boris, K9 le siguió el paso y se lanzó a por el otro, mandíbula abierta de par en par y a la yugular.

Y tal como le alcanzó, encajó los colmillos alrededor del cuello, tumbándolo al suelo con la fuerza de la embestida y el peso de su cuerpo. Después sacudió la cabeza con rabia hasta que el rabioso dejó de oponer resistencia y cayó finalmente muerto.

- Grrrr... - Miró a los que quedaban en pie, con el siguiente tendría menos piedad...

Johan consigue abrir un tajo superficial en la frente del Rabioso haciendo caer una pequeña rociada de sangre a medio coagular sobre sus ojos. Al mismo tiempo las fauces metálicas de K9 resultan tanto o más efectivas que las de los Langosta y consigue eliminar a otro más.

En la mesa de trabajo Eliana utiliza el líquido inflamable para crear un compuesto explosivo y altamente inestable en un matraz...

Eliaba observó la mezcla empezar a burbujear y se apartó mientras tosía. Por suerte, los filtros de la armadura la había protegido de todo aquel mejunje. 

—Esto está, ¡rápido! ¡La reacción está empezando!

Si no tuviera el casco puesto, se podrían ver perfectamente sus ojitos observando embelesada las burbujitas. Esperaba escuchar un gram boom. Ojalá pudiera grabar aquello. Uh, ¿podía? Toqueteó el casco y activo la grabación para los siguiente minutos. Esto quería proyectarlo en la pantalla de la sala de reuniones. 

La situación estaba medianamente controlada, pero la puerta no iba a resistir eternamente y el preparado de Eliana era justo lo que necesitábamos para disponer de tiempo e incluso una salida adicional para todos, porque por el momento, K9 no se había llevado a Teo por el conducto de aire, lo que significaba que todos íbamos a irnos por donde habíamos venido.

-Está bien, voy a abrir la puerta -anuncié, tomando aire y volviendo otra vez a acercarme a la puerta.

Los golpes que daban los rabiosos en la puerta parecían ser suficientes como para echar abajo no solo ella sino todo el edificio, pero de alguna forma lograba aguantar. con la base del microscopio. 

Sabía que en cuanto lo quitara, todos tendríamos que correr y que no habría vuelta atrás; no creía que pudiese volver a cerrarla de nuevo. Así que me agaché y miré a los demás.

-¿Preparados?

Y así, tras unas cuantas inspiraciones profundas, como si estuviese a punto de sumergirme en un mar revuelto cubierto por una tormenta, retiré con rapidez la base del microscopio y me aparté con velocidad del camino, dejando la puerta abierta de par en par.

-¡AHORA!

Alex aprovecho que los rabiosos que le habían atacado hacia un momento estaban distraídos, cargo con el hombro para apartarlos y aprovechando la inercia de su propio empujón para retroceder hasta donde estaba Eliana.

Entonces agarró la bombona con una mano y trazó un amplio arco para intentar lanzarla por encima de los primeros rabiosos y que cayese en medio del grupo.

 —A quemarse, putos zombies.

Todo ocurrió de manera muy acelerada. Nada más atacar a los rabiosos, Eliana ya tenía preparada una bomba para despejar la salida y poder escapar del laboratorio. Álex cogió la bomba y Cristina había abierto la puerta para que el fortachón del grupo la lanzara fuera.

Intenté acabar de una vez por todas con alguno de los zombies que quedaban con vida, pero mi atención estaba puesta en el plan que se acababa de fraguar, y fallé mi ataque. Algo incomprensible en cualquier otro momento. Me quedé expectante a ver si podríamos salir con relativa tranquilidad de aquel lugar.

Los Rabiosos junto a Alex manotean el aire en un fútil intento de alcanzar al ciborg mientras éste se aleja para coger la matraz de manos de Eliana. Si sus manos fueran de carne se quemarían por el intenso calor que empieza a desprender la mezcla, pero para Alex sólo supone la activación de una alerta en su expositor de datos. Otra más.

La bomba incendiaria se estrella contra un aparato de purificación de aire situado justo sobre la zona de mayor concentración de Rabiosos, rociándolos con el líquido en llamas. Conmocionados, los Rabiosos chocan unos contra otros cayendo al suelo en un confuso tumulto en el que no tardan en caer los Rabiosos que no han sido alcanzados por las llamas. Por si fuera poco, el líquido se cuela también por la abertura de la puerta alcanzando a los tres Rabiosos que estaban en su interior. Los engendros intentan darse manotazos en la espalda mientras giran sobre sí mismos. Esto tiene el efecto inesperado de conseguir que la katana de Johan golpee una placa metálica en el hombro de su oponente, arrancando un pequeño chispazo pero sin mayores consecuencias...

Eliana paró el video mientras observaba la magnificencia de las llamas consumiendo a los rabiosos. Pero lo volvería a admirar luego, ahora no había tiempo. 

—Venga, ¡vamos! —dijo mientras cogía al niño y hacía un gesto hacia Cristina, que necesitaba ayuda también—. Alex, Johan, ayudadla. K9, abre camino. Vamos, Teo, agárrate fuerte —susurró al niño mientras se lo cargaba como una mochila. Necesitaba poder disparar si la cosa se ponía fea. 

La explosión de la bomba incendiaria no solo llenó de llamas a los rabiosos y los alrededores, sino que se generó una pequeña onda de calor que me lanzó al suelo. Los rabiosos chillaban de dolor, pues hasta ellos podían sentir eso, creando una escena horrible, al menos para mí, incluso a pesar de tratarse solo de seres sin voluntad y únicamente con instintos.

Me sentía cansada, entre el calor y el esfuerzo, y permanecí en el suelo durante unos segundos, hasta que oí la voz de Eliana. Entonces la miré y me puse en pie como pude y con ayuda de los demás.

-Estoy bien, tranquilos. Larguémonos.

Gracias a la bomba, disponíamos de una brecha para pasar. Quizás no durase mucho y seguramente tuviésemos que correr durante todo el camino hasta la salida. Me acordé del gigantesco rabioso que había estado golpeando el montacargas y esperé que al menos fuese medio idiota y no se diese cuenta de nuestra huida.

Claro que no se trataba solo de salir de allí. Dependíamos de David para que defendiese nuestra salida, así que él también debía estar preparado. Rápidamente, activé el intercomunicador. Quizás no pudiese oírme o quizás sí, pero mientras salía, intenté comunicarme con él.

-David, David. Tenemos a Teo y vamos hacia allá. ¿Me oyes? 

A las malas, esperaba que David tuviese la ametralladora lista para disparar a cualquier cosa que apareciese y que no fuésemos nosotros.

La explosión le hizo perder momentáneamente el equilibrio, obligándole a flexionar las patas para no perderlo del todo. Tal y como Eliana le dio la orden, K9 avanzó liderando el camino con un sonoro ladrido.

Cuando un torpe rabioso en llamas tropezó y se interpuso en su camino, él se lanzó contra el infectado, golpeándole con el lomo y tumbándolo al suelo, de tal forma que lo apartó de la estrecha salida que tenían para escapar. - ¡Grrrr! - Si otro rabioso volvía a interponerse en su camino, él no dudaría en atacar con todo lo que tenía.

Alex hizo gestos a sus compañeros para que fuesen saliendo y al hacerlo pasó sobre varios de los aun llameantes cuerpos de los rabiosos, mientras avanzaba cerrando la marcha no dejó de apuntar hacia el ascensor, sabiendo que el mayor peligro se encontraba allí.

—Vámonos cuanto antes, ese cabrón del ascensor debe estar al caer.

Teníamos el camino más o menos despejado. Iba empujando a cualquier rabioso que se acercara tambaleándose y se interpusiera en nuestra huida. Me preocupaba bastante Cristina después del mal rato que acababa de pasar, pero parecía que estaba en perfectas condiciones para seguir sin ayuda.

Habíamos conseguido rescatar al niño. Ahora había que salir de la centrarl y no iba a ser nada fácil. Lo primero que teníamos que intentar era evitar al tipo del montacargas.

-¡Hay que darse prisa! Estad preparados para cualquier cosa. Seguro que el padre Isidro nos está observando y sabe perfectamente lo que hacemos.

El equipo de Pasar Página atraviesa con prisa el tumulto de Rabiosos ardientes, que manotean en un fútil intento de apagar las llamas que los devoran. Los Rabiosos que no han sido alcanzados por las llamas se esfuerzan por llegar hasta los no-infectados, pero en su ciego empeño tropiezan con sus compañeros incendiados y acaban ellos mismos ardiendo, en el suelo o ambas cosas.

La puerta del montacargas revienta hacia dentro cuando Alex está a punto de cruzar las escaleras...

Lo que sale del ascensor es un enorme Rabioso reforzado con blindaje dermal y cuyo brazo derecho ha sido sustituido por una minigun. En su espalda lleva una gran mochila de munición con una cinta para alimentar los cañones humeantes. De su antebrazo izquierdo surge una hoja monofilamento teñida de sangre. Los brillantes ciberojos del monstruo no llegan a ver a Alex antes de que éste cruce la puerta, su atención atraída por la masa de Rabiosos en llamas.

Nada más ver la situación el monstruoso ciborg Rabioso lanza un demencial grito de batalla y empieza a disparar contra los Rabiosos...

Ningún Rabioso sale al paso de los soldados de Pasar Página en su periplo hacia la superficie, y los únicos ruidos que se escuchan son los del monstruo salido del montacargas disparando contra los Rabiosos del laboratorio. A medio camino Teo le suplica a Eliana que se detenga por un momento para arrojar un vómito sanguinolento. No hace falta ser médico para saber que la radiación lo está matando (1).

La otra mala noticia es que las llamadas de Cristina sólo consiguen estática por respuesta. Sea por la profundidad a la que se encuentran, por la radiación o por otra causa, la joven no logra comunicarse con su hermano. Al llegar al nivel del suelo se empieza a recibir la señal de baliza de la armadura de David, sólo que procede de algún lugar más allá de los terrenos de la central nuclear. Al llegar a la salida descubren el todoterreno con las ruedas hacia arriba y los bajos agujereados por balas de gran calibre... (2)

Al ver aquella cosa salir del hueco del ascensor, Alex hizo el amago de abrir fuego, pero entonces se dio cuenta de que los rabiosos en llamas habían llamado su atención lo suficiente como para que ellos pasaran desapercibidos.

—Vamos, vamos, vamos, que no nos ha visto—. Dijo apremiando a sus compañeros sin alzar demasiado la voz.

Al no recibir respuesta desde el exterior la preocupación del grupo se hizo palpable, sobre todo en Cristina por razones obvias, y encontrar el vehículo volcado y tiroteado no ayudó. Habían perdido su medio de transporte y hasta que no se alejaran Mach-4 no podría recogerlos, pero al menos habían salido de allí enteros.

—Mierda, al menos la señal de su traje indica que David se ha alejado, vayamos a buscarle. —No era mucho, pero esperaba que eso tranquilizase un poco a Cristina.