Partida Rol por web

Alatar observa al Fistófilo con desdén.

"Me temo que ya estoy donde debo estar..."

Le dice suspicaz . Después se dirige al mecano

"¿Qué es lo que sucede?"

"¡¡¡Se acaban de llevar el cofre con todas mis posesiones!!! Usaron un pergamino con un conjuro para aturdirme y cuando volví a ser yo mismo estaban corriendo en aquella dirección" dice el mercano señalando uno de los callejones "He enviado a mis escoltas a por ellos, pero no son tan buenos corriendo como luchando, y me temo lo peor..."

Alatar casi no escucha las últimas palabras del mercano, pues unas visiones a través de los ojos de un nigromante que ya se encuentra a este lado del Velo se cuelan en su mente...

Alatar se da la vuelta sobresaltado, casi esperando encontrarse con el nigromante acechando a su espalda. La idea de que Auren pudiera estar muerto le reconfortaba a la vez que le preocupaba. Sólo esperaba que al nigromante no se le hubiera concedido el acceso al Osario en las mismas condiciones que a él...

Al final, el mago parece volver en sí y se da cuenta de que el ser azulado le mira con cara de circunstancias.

"Esto... No tendría usted un encargo para el Profesor Petros Lorrimor, ¿verdad? ¿En qué dirección se fueron los ladrones? ¿Cómo eran?"

"Efectivamente, se han llevado el manuscrito junto con el resto de las cosas de mi cofre. Se fueron por ese callejón, eran un par de larguiruchos envueltos en harapos. A mis guardaespaldas los reconocerás, son los tipos con armadura y escudo que corren tras ellos..."

Viendo que su única opción de recuperar el libro pasa por dar caza a los ladrones, el mago vuela en dirección al callejón.

Alatar conjura algunas protecciones por el camino, ya que no sabe qué se va a encontrar.

Alatar sobrevuela sin dificultad una muchedumbre de penitentes en la calle de la que sale el callejón mientras ve a dos figuras con armadura y cascos con cresta que se mueven con dificultad empujando a los seguidores de los distintos dioses fuera de su camino.

A lo lejos ve a dos figuras embozadas corriendo a toda velocidad que saltan agilmente por encima de un muro al otro lado de la calle, continuando la carrera por encima de un tejado bajo al tiempo que evitan los numerosos tendales de ropa que forman una verdadera maraña que obstruye el paso.

Suponiendo que se trata de su objetivo, el mago sobrevuela agilmente tanto la multitud como el muro y con una ágil pirueta consigue evitar quedar enganchado en los numerosos tendales, momento en el que ve a los embozados descender del tejado y echar a correr por otro callejón. Momentánamente, sin embargo, quedan al alcance de Alatar y sus conjuros...

El mago tiene que cambiar de planes durante la persecución, y decide pasar directamente a la acción. Extiende sus manos en dirección a los embozados y decide probar las propiedades del plano negativo. ¿Funcionará?

La carrera de ambas figuras embozadas se ve interrumpida cuando una masa informe de color negro se materializa bajo sus pies y de ella surgen varios tentáculos que los agarran y levantan en el aire. Mientras esto sucede, todo lo que rodea a Alatar queda súbitamente oscuro, de manera que el mago apenas puede ver sus propias manos si las extiende completamente...

Si él no puede ver, al menos debe asegurarse de nivelar la balanza mentras intenta deshacer el conjuro de oscuridad que, por otra parte, no sabe quién o qué ha sido el causante. Acudiendo una vez más uno de los conjuros que le ha sacado de más de un aprieto, Alatar desaparece entre la oscuridad...

Alatar decide hacerse invisible, pero por ahora sigue sin ver nada a su alrededor. De la zona donde lanzó los Tentáculos Negros surgen ruido de lucha y dolor...

Ahora que Alatar debería ser indetectable, decide intentar disipar la oscuridad. Extiende sus manos y se concentra en el orígen del conjuro de oscuridad, mientras recita su conjuro.

Alatar deshace el conjuro de oscuridad y contempla como los tentáculos estrujan hasta dejar fuera de combate a los dos ladrones. Tras disipar los tentáculos, encuentra el pequeño cofre del mercano entre los ropajes de uno de ellos.

Lo sopesa en una de sus manos y al abrirlo, lo encuentra vacío. No sabiendo que puede significar, decide volver a la plaza...

Alatar le muestra el cofre vacío al extraño tendero, con una expresión de culpa.

- No estoy muy seguro de que sea esto lo que me pediste...

Encuentras al mercano en la plaza, amonestando a sus guardespaldas por no haber sido capaz de perseguir a los encapuchados. En cuanto te ve, prácticamente llora de alegría:

-Bendito seas, amigo mío. Has conseguido recuperar mi mas preciado bien. Lo partícular de este cofre es que deja acceder a otro mucho más grande... comenta el humanoide azul. A continuación toma en sus manos el cofre, cierra los ojos brevemente y ante vosotros aparece otro, mucho más ricamente decorado y rebosante de riquezas.

Sin darte tiempo para recuperarte de semejante visión, el mercader comienza a rebuscar en el interior hasta que encuentra un ajado volumen, cuyo título está escrito en el lomo en un idioma desconocido para tí.

-Aquí tengo el encargo de tu profesor. Además tengo que agradecerte lo que has hecho. Si alguna vez necesitas de mis servicios como mercante de magia, di mi nombre, M´Dib en voz alta al revés tres veces y acudiré en cuanto me sea posible. Tenemos servicio a todos los planos de existencia, pero puedo tardar hasta un par de días en llegar, dependiendo en que parte del multiverso me encuentre. Así que mejor que no sea una urgencia...

A Alatar se le va dibujando una sonrisa mientras el tendero le muestra la capacidad mágica del cofre, aliviado de que todo hubiera salido bien al fin.

- Buen mercano M´Dib, me honra con sus palabras, y le agradezco de corazón que me ofrezca sus servicios. Puede que además aproveche, si tuviera que comprar algo, para conversar con usted sobre la cosmología del multiverso, ya que parece ser que es capaz de viajar entre planos. Si tuviera usted la amabilidad de compartir su conocimiento, por supuesto... ¡A más ver entonces!

El mago ya despega mientras dice sus últimas palabras, ansioso por volver con el profesor para devolverle su tomo (y saber de qué se trata si es posible), explicarle lo ocurrido y describirle la visión que ha tenido.

Alatar vuelve hacia las estancias del profesor y lo encuentra con la nariz enterrada en los libros, una escena con la que es ya muy familiar...

-Querido muchacho, veo que tu expedición ha sido exitosa. ¿Has podido resistirte a la curiosidad o ya le has echado un buen vistazo al manucrito?

Ante la respuesta de Alatar de que no conoce el idioma, Lorrimor informa de que se trata del Aklo, un lenguaje hablado en la suboscuridad y por criaturas como los hombres serpientes y otras razas de monstruos malignos y primordiales.

Tras unos minutos leyendo el manuscrito, Alatar se familiariza con el concepto de los Cultos Ancestrales

- Nunca había oído nada de tales dioses primigenios... ¿Qué tipo de investigación está llevando a cabo, profesor?

Alatar parece recordar algo.

- Por cierto, creo que de alguna forma, he tenido unas visiones francamente perturbadoras. Creo que he accedido a la mente de Vrood mediante algún conjuro nigromántico que yo no he invocado.

El mago le relata lo que ha visto en sus visiones.