Partida Rol por web

Dalía continúa su lento avance hacia el arquero.

Mientras Garin se toma su poción de curación y Dalía avanza hacia Eredhir y el cadáver de su desafortunado compañero Alatar, ¡¡el rayo de luz abrasadora de Garv toma por sorpresa a Vrood, quemando la mitad de su rostro hasta el hueso!!!

El nigromante no puede evitar que su conjuro de vuelo falle y le deposite lentamente en el suelo. A continuación, cae de rodillas y después se derrumba hacia atrás, derrotado al fin...

Garin vió como un nuevo sortilegio del clérigo impactaba al nigromante y lo abrasaba, como momentos antes él les había hecho con su bola de fuego. Vrood cayó finalmente. El enano lo observó durante unos largos segundos, para ver si daba el menor signo de vida. Estaba inmóvil en el suelo.

Está muerto, se dijo para sí mismo. Exhausto apoyó la rodilla derecha y posteriormente, para no perder el equilibrio, pues las fuerzas le habían abandonado, apoyó también su mano derecha. Por un instante estuvo tentado de dejarse caer totalmente al suelo y abandonarse al descanso definitivo, pero en su último intento de levantar la cabeza vió a Garv, luchando de la misma manera que él por mantenerse a este lado del umbral. Nuevamente Garin se fue reincorporando lentamente, y se dirigió al clérigo, al que abrazó ya que era consciente que, de no ser por él, el resto también habrían sucumbido a la oscuridad.

El resto también habrían sucumbido... ese pensamiento le estaba pasando por la mente al enano mientras abrazaba a Garv y de repente se acordó. Alatar!! dijo en voz alta. Acto seguido se separó del clérigo, le dió dos cachetes en la cara y le dijo: Vamos Garv, coño, espabila!! Que no ha sido para tanto!! Vamos a bajar a ver si podemos hacer algo por Alatar.

Inmediatamente se puso a buscar por donde descender, ya que aún estaba activo el torbellino del nigromante.

Tras inspeccionar unos segundos los restos del segundo piso, Garin encuentra unas cuantas piedras del resto de la pared del segundo piso de la torre que parecen suficientemente seguras como para asegurar una cuerda y descender con seguridad.

Acercándose al cuerpo de Alatar el enano y demás miembros del grupo no pueden hacer más que certificar el fallecimiento del intrépido mago. Pese a los escasos segundos que han pasado desde que Vrood lanzó su fatal conjuro, el rostro de Alatar ha adquirido un malsano color ceniciento y numerosas canas pueblan su cabello, efectos colaterales del conjuro de muerte.

A lo lejos van desapareciendo los ruidos de lucha provenientes del norte y son sustituidos por diversos gritos no humanos que se dirían de furia y pesar, como si la maligna hueste del nigromante estuviese lamentando su fin...

"Cofff, cofff, cofff... jajajajaja... cofff... imbéciles, el fin de todo lo que ... coff, coff... conocéis está ya en marcha.... cofff, coff, coff...sois como corderos que van al matadero...cofff,cofff, cofff... no tenéis ni idea de lo que os espera...cofff, cofff, cofff...jajajja..." brota la voz de las profundidades del pecho del nigromante.

Renqueando el clérigo se aproximó al mago tras el enano. Como buenamente pudo apoyó una mano en el hombro del guerrero -Está más allá de mis habilidades-lo había sospechado desde el momento en que le vio caer, pero la confirmación no lo hacía más fácil. Cierto era que no habían tenido demasiado trato pero aún así era triste y un tanto para las huestes del Sendero.

Las palabras de Vrood le sacaron del ensimismamiento y se dirigió hacia él con paso firme y la maza en la mano-Si alguien pretende interrogar a éste ya se puede dar prisa-advirtió a sus compañeros entre dientes. En su mente el nigromante ya estaba muerto y pretendía asegurarse que así fuera enterrándolo en tierra sagrada para que su azote no volviera a hollar la tierra.-Nuestra parte está hecha; a ver si los lobos hacen lo suyo...-pensó para si alzando la vista hacia el pueblo.

Por fin, creía que no iba a morir nunca. Tengo que encontrar una manera de que mis flechas sean más útiles.

Aunque ileso, Zaev se encontraba exhausto, tanto física como mentalmente. Se dejó caer desde el tejado y se acercó a sus compañeros. Habían conseguido vengar la muerte del profesor, pero a qué precio? La muerte de Alatar le daba a esta victoria un sabor amargo.

- Si no lo haces tú lo haré yo - le dijo al clérigo de Pharasma al ver como contenía su maza - Recuerda que hay otras formas de hacerle hablar.

- Yo no sé hablar con los muertos, así que mejor hablar con él si está vivo, y quiere colaborar... 

- Dices que para los seguidores del Tirano Susurrante la muerte nunca es el final, pero te equivocas. Sea el que sea el poder al que sirves, no te quepa duda que Pharasma se ocupará de ti. Aquí el padre se ocupará de ello

El elfo se acercó al resto del grupo, echando una breve mirada de reojo al cuerpo sin vida de Alatar. Sabía que la Señora de las Tumbas sería justa con el mago, pero eso no evitaba que estuviera furioso. Has matado a un buen amigo y has mancillado estas tierras y a su gente, Vrood, pero vas a pagar por tus pecados, de una forma u otra.  Dinos qué males habéis despertado aquí, tú y los tuyos. Dinos como detenerlo o juro que te haré padecer lo insufrible antes de ser juzgado!

"Coff... llegáis tarde una vez más..." surge de nuevo la voz del destrozado pecho de vuestro derribado enemigo mientras lo rodeáis "¡¡¡Gloria eterna al Tirano Susurrante!!!" grita por última vez.

A continuación, una espuma sanguinolenta comienza brotar de la boca de Vrood mientras su único ojo sano se torna de color rojo sangre y unas terribles convulsiones agitan todo su cuerpo. Antes de que podáis auxiliarle de alguna forma o siquiera saber qué le ocurre, la mándíbula inferior de Vrood se descompone en una pasta sanguinolenta para disolverse por completo segundos después. Los alrededores de la torre quedan en silencio salvo por el torbellino de arena que azota su interior y comienza a apagarse.

Tampoco se oyen ya ruidos de lucha desde la zona del combate de los Lobos del Príncipe contra el culto, así que sea cual sea el resultado de la lucha, ya se ha producido.

Garv ni siquiera tuvo que hacer descender su maza, el nigromante expiró delante suyo. Sin embargo con eso no le bastaba, temía su regreso. También era cierto que habían prometido la cabeza de Vrood al fantasma y no estaba por la labor de granjearse más enemigos, por lo que esperó a que otro realizase tal tarea, pues su arma no era especialmente adecuada para ello.

Cuando estuvo hecho*, sacó una varita de su armadura y la activó a lo que quedaba del cuerpo**.-Hay que oficiar una ceremonia por Alatar; no sé cómo sería lo que él habría preferido pero no podemos dejarle aquí así como así-seguramente acabase empleando otra carga de la varita en el fallecido mago. Le dolería tener que enfrentarse a un compañero. Echó un vistazo tras ello al equipo del nigromante torciendo el gesto ante lo que veía, si bien era posible que algo les fuera de utilidad.

Garv, creo que llevo la herramienta que necesitamos... Acto seguido Garin saco el hacha enana, le corto la cabeza a Auren Vrood y con un puntapié la separó un par de metros del cuerpo. Ya tenemos lo que queria el señor fantasma, aunque más gusto me ha dado a mi quitársela.

A Garv sólo le lleva un momento identificar la mayoría de los objetos (aunque la vara de metal se le resiste) mientras Garin procede a obtener su trofeo con patente regocijo.

Una vez en el interior de la torre y remitidos los efectos del torbellino el grupo procede a examinar los restos de sus enemigos recuperando un cinturón compuesto de varios medallones de cobre unidos a un resistente cuero negro.

Y entre los restos del homúnculo a Zaev le llama la atención un pequeño cilindro de cristal en cuyo interior se encuentra un pergamino enrollado, que tras ser examinado en busca de trampas, procede a abrir y a leer en alto...

Mis muy queridos amigos,

Si estáis leyendo esto es que habéis acabado con mi pupilo Auren Vrood. Me corresponde por tanto felicitaros por vuestro éxito. El hombre que yace a vuestros pies es el responsable de la profanación de la prisión de Harrowstone, la invasión de la Mansión Carromarc y la guerra civil entre los lobos del Bosque de los Temblores.

Podríais pensar que me enfureciese la pérdida de Auren, y en cierta manera así es, pues se trataba de un lugarteniente especialmente capacitado. Sin embargo, su talento para la magia y manipulación sólo es igualado por su ambición. Así que es predecible que, desobedeciendo mis órdenes directas, decida hacerse notar utilizando sus dones para levantar un ejército no muerto en los alrededores de Feldgrau, cuando su verdadero cometido en la región de Los Surcos era mucho más simple.

Me consuela pensar que,  dada la gran repercusión de sus actos en Ravengro, Lepidstadt y el Bosque de los Temblores, la interferencia de los llamados “aventureros” era una consecuencia predecible. Así que aunque me decepciona perder a un sirviente como Vrood, no estoy necesariamente ansioso por buscar venganza por su desaparición. Además, si conozco a mi aprendiz, es de esperar que al menos uno de vuestros camaradas haya mordido el polvo antes que él.

Por tanto, os sugiero que os toméis algo de tiempo para reflexionar si es preciso añadir más muertes a la de Lorrimor, Vrood y vuestro(s) amigo(s). Disfrutad de vuestro éxito. Habéis evitado la invasión de un pueblo por fantasmas, defendido a un Golem inteligente de un crimen que no había cometido, devuelto la estabilidad a las tribus de hombres-lobo y eliminado al poderoso nigromante que asesinó a vuestro tutor. Eso es más de lo que muchos grupos de aventureros consiguen en toda su carrera, así que ciertamente os merecéis un descanso. Si uno o dos cabos no quedan completamente atados, ¿merecen la pena el esfuerzo y el ver vuestras vidas amenazadas por ello? Nadie puede culparos ya que tal es la naturaleza de las aventuras. Nadie podría echároslo en cara.

Pero dejadme aseguraros algo, en caso de que no estéis dispuestos a dormiros en vuestros laureles. Me he asegurado de que la información que os encontréis en Feldgrau sea limitada respecto a mis futuros planes. Pero ya habéis demostrado tener recursos en el pasado y no soy tan arrogante como para pensar que es imposible que me sigáis la pista.

Si es así, y tenéis la voluntad y la capacidad de hacerlo, sabed que no me contendré. Habéis hecho un gran trabajo corrigiendo los desastres de Vrood, pero en el fondo no habéis interferido en lo mas mínimo con mis planes a largo plazo. Pero os estáis acercando, y si persistís en vuestra actitud no me costará trabajo destruiros.

Así que esta es la elección que se os presenta. Retiráos mientras estáis a tiempo y vivid una vida larga y sin preocupaciones o continuad oponiéndoos a mi y aseguraos una prematura muerte. Espero que seáis lo suficientemente razonables para elegir lo correcto.

Eternamente vuestro,

A.

Dalía se sentó en el suelo, sacó su pluma y algo de tinta, y un pergamino en blanco. Después cerró los ojos y se puso a escribir durante un rato, sin mucho sentido aparente. Al terminar, miró el papel, buscando respuestas... 

Garv no ha visto nunca nada que pudiese desintegrar la mandíbula de un moribundo, pero está claro que es una buena manera de hacer que alguien no pueda ser interrogado, haciéndolo inmune a hablar con los muertos, ya que éste conjuro requiere que el cráneo del sujeto esté intacto...

Tras salir del trance, Dalía ve que hay una palabra que se repite, garabateada, en el papel que ha usado: "Elixir de Mordaza Funesta"

- Nuestro amigo A ha gastado una enorme cantidad de dinero en un elixir mágico que impide que este cadáver hable. sin mandíbula no es fácil que lo haga... nuestra esperanza es el fantasma, quizás él tenga unos recursos que nosotros no tenemos...  Y recordad que deberíamos enfrentarnos a él también, dado que aquella trampilla retiene algo o a alguien, aunque no será un rival sencillo. Y estoy agotada, preferiría descansar hasta mañana al menos. Y no tenemos a Alatar...