Partida Rol por web

Afueras del Globo de Nieve, 4 de marzo, 18:15

Segismundo llevaba más de una hora esperando a Trini, pero la pooka no había aparecido. En el Globo de Nieve nadie la había visto, y aunque en su libreta tenía apuntadas muchas cosas la dirección de Trini no era una de ellas. Había quedado también con Eli en el mismo sitio, así que ya no tenía sentido marcharse. Al menos le había sacado una merienda caliente y un remiendo del abrigo a Conchi, pero en el feudo todo el mundo estaba muy ocupado y nadie podía prestarle demasiada atención.

Afueras del Globo de Nieve, 4 de marzo, 18:15

Eli había quedado con Segismundo en el Globo de Nieve a las seis y media, pero su madre había tenido que salir a hacer un recado y Eli había aprovechado el viaje, lo que significaba que llegaba pronto. Sin embargo no iba a hacer falta que entrara a saludar a su tía, porque Segismundo la esperaba ya junto al camino que llevaba al invernadero que albergaba el Globo de Nieve.

- Hola, has llegado muy pronto - dice Eli mientras acaricia a Pim que tiene la cabeza asomada por el bolsillo de la blusa de Eli para cotillear -. ¿Qué tal el día? 

Segis vio acercarse a Eli en la distancia.  Los agudos sentidos de su linaje actual molaban. "¡Deja de pensar como un crio!...Aunque lo cierto es que lo soy..."

-Hola, Eli.- El habitual sonido susurrante de su voz no se llevaba bien con las exclamaciones de alegría.- Me han dado clases, la comida, y he escapado a la hora de la siesta. ¿Tu que tal?

- El colegio un poco aburrido - comentó mientras se encogía de hombros -. Pero me ha dado tiempo de hacerte esto - añadió entonces mientras empieza a rebuscar en los bolsillos -. Espero que te guste. Tiene un pequeño fallo en el acabado del mango, pero está bien sujeto. La cuerda era de mala calidad.

Eli miró a Segis mientras le daba un paquete de papel de estraza con algo dentro.  

Con un movimiento fluido, Segis, saca de su bolsillo una navaja que probablemente haya visto mejores tiempos. Con cuidado sin dañar el papel, despega los pliegues con curiosidad supina por lo que quiera que haya dentro.

-¿Es la brújula que señala a ti?

- No, claro que no. Esto es diferente - dijo Eli viendo muy atenta cómo Segis quitaba el papel. 

Casi se sintió tentada de soltar un "quita, que tú no sabes" y arrancarle el paquete para desenvolvérselo ella. Pero se contuvo, hasta que Segis al fin sacó el regalo. 

Se trataba de un tirachinas, hecho a mano. Era rústico pero resistente. 

- Sirve como varita de zahorí - explicó la nocker hinchándose de orgullo. 

-Ummm... perfecto. ¿Sirve tambien como tirachinas o se va a romper?.- El muchacho empezó a buscar piedras a su alrededor que pudiese utilizar para su nueva arma y herramienta.- Bueno, Trini no ha aparecido, creo que se ha olvidado de mi, deberíamos ir a buscar tus cacharros ¿Por donde quieres empezar? Creo que los feudos de la zona serían una buena opción, empezando por el de la Duquesa. Si fuíste un nocker confuso, habrá registros de ello.

- Por supuesto que sirve como tirachinas. Es un tirachinas, ¿no? - dijo Eli que se había indignado un poquito, sin tener muy claro por qué. 

Le crispaba mucho que alguien dudara de la funcionalidad y utilidad de sus inventos. Posiblemente, tenía que ver con su linaje. 

- Vale, podemos ir a visitar feudos. Para usarlo como varita tienes que agarrarlo por los extremos para sentir los tirones. Si no, no se moverá. De otra forma, fallarías los tiros que hicieras cuando lo uses de tirachinas. 

-Vale, vale, no te enfades. Es solo que igual lo habías escondido como un tirachinas pero era demasiado frágil para usarlo como tal, como no me lo has dicho. ¿Sabes desde cuanta distancia puede percibirlos?

Segis continuó susurrando mientras iban hacia Pozoverde. Mientras sostenía el tirachinas al revés de como serviría de arma, tal y como le había indicado Eli.

- No lo he probado todavía... - murmura. De hecho, lo acabó durante el recreo porque la profesora de mates no le había dejado seguir en clase -. ¿Notas tirones? - pregunta Eli mientras camina rápido para ponerse a su lado. 

Mientras tanto, Pim ha decidido que es muy divertido balancearse convertido en llavero. Se ha enganchado a una de las trabillas del pantalón de Eli y suelta gorgoritos de felicidad. 

El tirachinas era demasiado grande para que Segismundo lo pudiese usar como arma cómodamente, y a pesar de que era nuevo parecía que la goma había empezado a romperse ya. La madera vibraba suavemente en manos de Segismundo, o eso le parecía. Al fin y al cabo estaban aún en invierno y era posible que le temblasen las manos debido al frío. El sluagh giró en una y otra dirección, pero por más vueltas que dio no notó ningún cambio en el tirachinas.

"pues vale" pensó algo decepcionado. 

-No, por ahora no, igual están muy lejos, o en el ensueño cercano, y por eso no puede percibirlos. Si eran cosas tan potentes como dijiste, no creo que sobrevivieran a la Banalidad de la realidad. Tenemos que entrar a algún feudo antes de buscar.

Seguía caminando hacia Pozoverde, animado de tener una investigación que hacer.

Eli siguió a Segis contenta de poder probar uno de sus inventos sin que su madre le gritase porque la antena había dejado de funcionar o el microondas hubiera empezado a echar chispas raras. Una vez, se fundió la nevera y su madre pensó que era porque no la habían cambiado en mucho tiempo. Tuvo suerte, porque la dejaron comerse todo el helado de chocolate que quiso. 

- Si quieres, te puedo ayudar con el regalo. Ya que Trini no está - se ofrece mientras acaricia a Pim. 

Mientras caminaban por el barrio hacia el feudo, respondió.

-Vale. A ti también se te dan bien estás cosas.- Respondió con cordialidad Segismundo.- Me basta con que me guíes, pero quiero hacerlo todo yo, para que pueda darle el regalo con orgullo de hacerlo sin ayuda. Aunque no se que hacer ni de donde sacar materiales. ¿Alguna idea?

Lo cierto es que Segis había pensado en conseguir que Trini le hiciera el trabajo, pero un regalo nocker podía ser más peligroso que una quimera enfurecida. Tendría que elaborarlo por sí mismo. 

Eli se encogió de hombros, pero se notó que esa idea ya no le parecía tan divertida. 

- Podemos intentarlo... - dijo aun así. 

Se rascó la cabeza, pensativa. 

- ¿Qué le gusta a Cortapanes? - preguntó entonces. 

Su regalo había sido una cartera porque era algo bastante genérico y util. 

-Le gustan los niños, pero para jugar no para comérselos. Además, es un Troll, para el las sus palabras son como su alma. No sé... Ya es un Gruñon, simpre podría conseguir mucho Glamour y meterlo en algo para darle una barcia...O una armadura molona o un mandoble. Si supiera porque no tienen hijos, le buscaría una solución a sus problemas. Eso sería un gran regalo ¿No crees?

Eli arrugó el entrecejo. Lo de los niños estaba segura de si eso se podía arreglar con un regalo de cumpleaños, pero podía preguntar a su tía. 

- La armadura suena a difícil y costosa, como el mandoble. Lo del glamour tampoco parece fácil, porque primero hay que conseguirlo. Lo de los niños... primero hay que saber qué le pasa. Si lo averiguas tú... Eres su hijo adoptivo. Igual te lo cuenta. Si no, siempre puedes decirle a un pooka que te ayude. Se les da muy bien. ¿Queda mucho para llegar? Nunca he venido por esta calle.

Tuvieron que coger el autobús para llegar a Pozoverde, pero por suerte el conductor era un kinain anciano que ya les conocía y les dejó pasar sin pagar. En media hora llegaron a las puertas de Pozoverde, pues el autobús paraba cerca de las ruinas en las que estaba situado por si algún turista con poco criterio sentía ganas de visitarlas.

La muralla verde les recibió. En un árbol que brotaba directamente desde la fachada del castillo había un jardinero que les recibió agitando el brazo antes de seguir con su tarea. De alguna parte salía un aroma a comida de la abuela que les hacía la boca agua, y ante las enormes puestas del castillo había un felpudo gigantesco que parecía tremendamente fuera de lugar.

Como Lady Remedios era tan informal no había necesidad de pedir permiso ni de presentarse, y nadie prestó demasiada atención a los dos niños. Tenían todo el castillo para ellos. Segismundo, que tanto sabía sobre todo, sabía dónde estaba el taller.

-Este es el taller de Pozoverde, que yo sepa, no lo usa nadie. ¿Que es más fiable para encontrar tus artefactos, tu quimera o esta brújula? También podemos aprovechar para crear algo y llevárnoslo, por si no encuentro solución al problema de Cortapanes.