Partida Rol por web

Paz y Ego

3. Proteger y servir

Cargando editor
04/02/2014, 20:30
Director

4 de marzo de 1999, 17:40

Amaia sabía que Idoya trabajaba en un ultramarinos, aunque no recordaba a quién se lo había oído decir. Por la mañana había tenido que ir al instituto, pero por suerte tenía toda la tarde para poner en peligro su integridad física tantas veces como quisiera. Podía ver a Idoya desde la calle, sentada en caja con un uniforme blanco y naranja que no le favorecía nada. La redcap no debía de tener mucho trabajo, dado que estaba mirando el techo con cara de aburrimiento mientras devoraba un tigretón tras otro.

Cargando editor
05/02/2014, 20:29
Amaia

Amaia se había cascado una bolsa de pipas de las grandes en lo que llevaba de vigilancia. Alrededor del banco en el que se sentaba había una capa gruesa de cáscaras que hacía fruncir el ceño a los viandantes y atrajo las quejas de una señora. Amaia había empezado a recogerlas con la mano resoplando, pero lo había dejado tan pronto la señora había comenzado a alejarse. No estaba para esas chorradas y menos en una situación tan tensa como aquella.

La redcap estaba bastante segura de que podría salir a la carrera si Idoya la descubría vigilándola; no era especialista en huir por nada. Su integridad física no la asustaba tanto como la sensación de que pudiera escapársele algún detalle importante. Por ello, aunque se moría de ganas de comerse un tigretón, un bonny y una pantera rosa (a la vez, si era posible), se estuvo quietecita y esperando. En algún momento tendría que pasar algo. La vida de un changeling no podía ser tan aburrida; te morías.

Cargando editor
08/02/2014, 15:35
Director

Después de un rato, cuando ya se le habían acabado los bollos, sonó el teléfono. Idoya se limpió los dedos en el delantal y descolgó el teléfono. Se puso tiesa en la silla de inmediato, e inclinó la cabeza para sujetar el auricular con el hombro mientras buscaba debajo de la caja. Idoya le estaba dando la espalda, de manera que Amaia no podía ver lo que hacía, pero acercándose un poco a la puerta y poniendo la oreja pudo entender algunos fragmentos de la conversación.

-Repite... Vale. No, su marido trabaja de... En el buzón, sí. ¡Que sí, joder! No, estaban... Que no me vieron, joder. Que sí, tío, que vale.

La conversacion siguió unos instantes más y después Idoya colgó el teléfono, muy complacida consigo misma.

Cargando editor
23/03/2014, 23:32
Amaia

¡Mierda! ¿Qué estaba tramando Idoya? ¿Acaso tenía que ver con el marido de Lucía? Ah, pero qué ganas tenía de darle un puñetazo y romperle la boca. La furia la inundó. Sin saber muy bien lo que pasaría después, Amaia entró en la tienda, cogió lo primero que vio en la primera estantería (un paquete de compresas) y lo puso en el mostrador.

-Esto. Y un tigretón.

Cargando editor
24/03/2014, 00:01
Idoya

Sintió los ojos de Idoya clavados en ella en cuantro entró en la tienda. Cuando fue a pagar, la Oscura la mirada enseñándole los dientes como un perro de presa. Aplastó un tigretón y lo dejó caer en la bandeja metálica junto a la caja.

-Mil doscientas.

Cargando editor
24/03/2014, 00:03
Amaia

-Sí, hombre, y qué más -dijo Amaia enseñándole los dientes a su vez-. Qué son, ¿de oro las compresas? Puta mierda de tienda, paso de comprarte nada. Eso sí, como te acerques otra vez a Lucía o a su familia, te vas a enterar, payasa. Y te lo digo muy en serio.

Cargando editor
24/03/2014, 22:08
Idoya

La cara de Idoya pasó por el blanco y el gris antes de asentarse en un rojo intenso. Sacó pecho y agarró la separación de plástico de la cinta transportadora con la clara intención de estampársela a Amaia en la cara, pero cambió de idea y la soltó.

-Y tú qué cojones sabes. Mira, puta mongola, no te arranco la cabeza porque se te ha pedido Rubén, pero como metas el morro en nuestros asuntos me limpio el culo con tu cara, ¿me oyes? ¡Que no tienes ni media hostia! ¡Anda a tomar por culo!

Cargando editor
25/03/2014, 16:30
Amaia

Amaia se encogió cuando Idoya enarboló el trozo de metal y plástico, pero al ver que no lo usaba se creció y golpeó la cinta transportadora.

-¡Que no, cojones! ¡Que dejes en paz a Lucía! Como me entere de que le has hecho algo, te vas a cagar. ¿Te crees que me das miedo, tú o los otros payasos? ¡Pues no! -Ja, ja, ja-. ¡Lo estoy diciendo muy en serio! ¡Déjalos en paz o te quemo la tienda! -La redcap le lanzó el paquete de compresas a la cara y se fue hacia la puerta-. ¡Que conozco a gente de la ETA!

Cargando editor
26/03/2014, 14:55
Idoya

Idoya soltó un berrido y trató de agarrarla, pero la cinta transportadora se interpuso. Salió de detrás del mostrador pisando envoltorios de tigretones y gritando insultos y amenazas y corrió detrás de Amaia, quien estaba acostumbrada a correr para que no le partieran la cara, y estaba segura de que podía escapar antes de que Idoya la atrapase.

-¡Ven aquí! ¡Te voy a matar, puta etarra de mierda! ¡Zorra! -gritaba Idoya mientras trataba de abalanzarse sobre ella.

Cargando editor
08/04/2014, 21:33
Amaia

Con la misma, la redcap giró sobre sus talones y salió por patas al tiempo que se decía a sí misma "¡Corre, Forrest, corre!". Lo había hecho millones de veces. Pan comido cuando tenía la motivación adecuada, y coño que si ahora la tenía.

-¡Que te folle un pez, puta fea!

- Tiradas (1)

Motivo: corre amaya connor

Dificultad: 1

Tirada (6 dados, se repiten 10s): 2, 7, 6, 10, 10, 4, 7, 6

Éxitos: 2, Éxito

Cargando editor
22/04/2014, 18:41
Blanca

Amaia salió disparada y no tardó nada en dejar atrás los berridos y resoplidos de Idoya ni las caras estupefactas de los transeúntes. Sólo por si acaso se subió a un autobús que la dejó cerca del nido dela Arpía. Después de todo era difícil imaginar un sitio más seguro que la sombra de un troll amistoso.

Un nocker que limpiaba los excrementos de arpía de la puerta principal le indicó dónde estaba Blanca. La troll se encontraba en una sala de estar en esa misma torre. Amaia la encontró sola, leyendo un libro entre murmullos y gruñidos. Levantó la vista y se quitó las gafas de leer.

-Vaya cara que traes -saludó-. ¿Has trepado la torre a pulso o algo?

Cargando editor
22/04/2014, 18:57
Amaia

Aunque no era necesario, había subido las escaleras a toda prisa, razón por la que ahora jadeaba como un perro. Se sentó a su lado, como buscando esa sombra protectora, y se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano.

-Mmm no. Han sido... redcaps. Bueno, ha sido la gorda de Idoya, que como siga comiendo Tigretones le va a explotar el culo. Y bueno, puede que me haya metido en un lío... Y puede que haya metido en un lío a Lucía... Y a su familia... Y no sé qué hacer, Blanca...
 

Cargando editor
24/04/2014, 20:35
Blanca

Blanca apoyó el brazo en el respaldo del sofá para recibir a Amaia en el sofá y tiró el libro sobre una mesilla sin ningún cuidado. Frunció el ceño y se removió en su asiento de manera que Amaia pudo escuchar las patas de madera del mueble crujir bajo su peso.

-¿Qué? ¿Te ha hecho algo? No te habrá puesto la mano encima la hija de puta esa. ¿Qué ha hecho?

Cargando editor
28/04/2014, 00:40
Amaia

La redcap se dejó caer en el sofá sin ningún cuidado. Miró a Blanca con remordimiento, como si esperase un rapapolvo por haberse metido en camisas de once varas. No era para menos, la verdad.

-Pues estaba vigilándola, porque Lucía me había dicho un día de morón que estaba preocupada por lo que pudiera hacerle a su familia, porque les había estaba siguiéndolos, y resulta que la muy asquerosa estaba hablando por teléfono y diciendo que muy bien, que todo estaba en marcha, así que he ido y le he dicho que como haga daño a la familia de Lucía se iba a enterar. Que le iba a quemar la tienda y eso.

La versión llena de dientes y con piel de tiburón de un cachorrillo miró a la troll llena de culpa.

-La he cagado, ¿verdad?

Cargando editor
28/04/2014, 00:51
Blanca

Blanca parpadeó, demasiado confusa para enfadarse. Dejó las gafas en la mesilla y levantó la mano para pedir silencio.

-Un momento, un momento. ¿Idoya quiere cargarse a Lucía? No irá en serio, ¿no? ¿Qué te ha hecho? No te habrá puesto la mano encima.

Cargando editor
28/04/2014, 00:54
Amaia

-No. O sea, igual. No sé. O quiere hacer daño a su familia. Es una redcap hijaputa, no es como si necesitara muchos motivos para ser una cabrona integral. Y no te preocupes, que yo corro mucho más que su culo gordo. -Amaia torció el gesto, de nuevo mirándola como un perrillo-. ¿Me vas a dar una hostia, o algo?

Cargando editor
28/04/2014, 01:03
Blanca

-No. A ti no. -Se levantó tan deprisa que el cambio repentino de peso casi hizo que Amaia saliera disparada del sofá. Las mejillas de color azul pálido se estaban volviendo violetas rápidamente-. Mueve el culo, que vamos a hacerle otra visita.

Cogió sus llaves de la mesilla y en dos zancadas salió de la sala y Amaia la perdió de vista.

Cargando editor
03/05/2014, 18:39
Amaia

-¡Pero espera! -exclamó Amaia yendo detrás de ella tan rápido como se lo permitían sus pequeñas piernas en comparación a las de Blanca-. ¿Le vas a hacer algo? ¡No le hagas nada! La he liado, joder... No hace falta que vayas a hablar con ella, si no me va a hacer nada...

Cargando editor
03/05/2014, 20:30
Blanca

Cuando la alcanzó Blanca ya casi había llegado a su coche, un Opel azul oscuro cuyo semblante feérico era casi tan grande como una furgoneta. La troll la puerta del pasajero y señaló al interior.

-No le voy a hacer nada. Entra -dijo en un tono que no admitía discusión.

Arrancó el coche y condujo montaña abajo a toda velocidad, con mucha temeridad y no demasiada destreza. Estuvieron a punto de salirse de la carretera en más de una curva, pero Blanca no parecía notarlo. No parecía ver no oír nada aparte de la carretera, ni siquiera los semáforos. En menos de diez minutos se plantaron con un frenazo delante de los ultramarinos donde trabajaba Idoya.

-Baja la persiana metálica por dentro -le dijo Blanca mientras abría la puerta del coche. Sacó su hacha de debajo del asiento y cerró de un portazo antes de entrar en la tienda.

Cargando editor
03/05/2014, 20:35
Amaia

Amaia no había sentido tanto terror ni siquiera cuando la perseguían redcaps oscuros. Se agarró a la manilla y gritó, tapándose los ojos viéndose ya en el fondo del valle. Por suerte (o por desgracia) llegaron al pueblo sin matarse. Entonces vio cómo la troll sacaba el hacha y se dirigía a la tienda y a Amaia se le retorcieron las tripas.

-Pero... Pero Blanca, no...

Pero nada. La troll entró haciendo oídos sordos y Amaia, que al menos sabía que había que evitar a la pasma, cerró la persiana tal y como le había ordenado su mentora.