Partida Rol por web

Para esta segunda ocasión, los organizadores habían preparado un escenario diferente. Esta vez, os habían llevado en un jeep y habíais pasado bastante tiempo en él. Visteis desaparecer la ciudad una vez más, y os adentrasteis en lo que parecía una zona boscosa. Allí, el coche paró y os dejó bajar. Esta vez, no estaba amaneciendo, si no que aún faltaba bastante para el amanecer, y el camino, en lugar de ser conchas, eran unas velas. El lugar al que os llevaban volvía a ser un escenario único, en el que cualquier cosa podía pasar y en el que una vez más, estaba todo a vuestra disposición.

Ahí arriba, había una pequeña mesa con cosas básicas de picotear, así como una enorme cama en al que poder tumbarse tranquilos a charlar. Cualquier zona de alrededor, era también visitable, puesto que ya os habían dicho que era segura y no habría animales peligrosos.

Graham estaba emocionado cuando se subió al jeep, sin saber dónde le llevaría esta nueva cita. Pero cuando el grisáceo de la ciudad empezó a transformarse en verde de la selva (porque para Graham eso era, una tupida selva en medio de la nada) se aferró a su asiento mientras lanzaba nerviosas miradas por la ventana. Aun así, se armó de valor para bajar del vehículo y caminar bien por el medio del camino de velas, preguntando si esos utensilios alejarían a los insectos y demás alimañas. La visión del lugar donde se realizaría la cita le fascinó, a pesar de su reticencia por estar rodeado de tanta naturaleza, se asemejaba tanto a una construcción élfica que se quedó un rato largo admirándola con una sonrisa. Esperó hasta que llegara su cita antes de subir, pues quería ayudarle a hacerlo y… le daba cierto temor un lugar tan alto.

-Grace, que gusto volver a verte- dijo con una enorme sonrisa cuando vio llegar a Grace-. Te ves muy bien.

Graham había optado esta vez por ropa blanca, saco y pantalón, con unas zapatillas cómodas y una camisa negra, sin adornos esta vez. Solo quien estuviera muy atento notaria unos gemelos con el símbolo de la “Trifuerza”.

Todavía saboreaba el salitre del mar y los recuerdos que allí se habían quedado cuando llegó a un nuevo sitio radicalmente opuesto al anterior. Grace observaba la casita del árbol desde abajo con la cabeza ladeada y un gesto a medio camino entre la curiosidad y la emoción. Aquello, por algún motivo que desconocía, le recordó vagamente a Robin Hood a pesar de que no era ese tipo de cabaña. Era muy bonita, delicada y rústica, salvaje a la vez, no sabía definirlo, con ese árbol retorcido del que pendían farolillos.

El viaje en jeep había sido la mar de divertido. No había dejado de dar pequeños saltitos con cada bache que pisaban mientras se dejaba atrapar por lo impenetrable y desconocido del bosque. Aspiró el aroma a tierra mojada y a verde, mucho verde, sintiéndose transportada por un momento a la casa de campo de sus abuelos, al norte. Experimentó esa sensación de seguridad que producían los sitios cercanos, aquellos que conocías bien. No tuvo miedo, o no estaba tan nerviosa como la primera vez, eso seguro. Supo que estaría muy a gusto.

Al llegar se despidió amablemente del conductor, para no perder la costumbre y anduvo tranquilamente por el camino de luces que la guiaban hacia un claro del bosque y hacia esa bonita cabaña que seguía admirando desde abajo, esperando…

¿Ah? ¿Qué? Escuchó una voz cerca, a su lado izquierdo. Miró de reojo, un poco atolondrada con ¿miedo, quizás? No, eso no. Se giró progresivamente y sonrió al comprobar de quién se trataba.

- ¡Graham!- dijo, ampliando su sonrisa.- ¿Hace mucho que has llegado?- se acercó y le acarició el brazo cariñosamente, a modo de saludo.- Es bonito, ¿verdad? Cómo recién sacado de un libro…-murmuró, mirando alternativamente a la construcción y al hombre, risueña.- Oh, gracias…tu también vas bien.- lo cierto era que Grace vestía muy sencilla, al estilo cebolla; unos vaqueros oscuros, un jersey amarillo sobre una camiseta fina y un anorak de un rosa pálido para protegerse del frío. Miró a Graham con una sonrisa traviesa.- ¿Quieres subir?

Grace parecía tan emocionada por todo alrededor que casi pasó a su lado sin verle, eso hizo que la sonrisa de Graham fuera más amplia. Seguía reconociendo ciertas características de la joven en sí mismo, lo que le agradaba mucho. Se sintió ligeramente azorado ante ese gesto cariñoso, pero supo aceptarlo como eso, una muestra de cariño de alguien que era así por naturaleza. Siguió la mirada de ella hacia la construcción.

-Debí traerme las orejas puntiagudas- murmuró recordando unas orejas vulcanas que había comprado y, para el caso, eran lo mismo-. Subamos…- dijo antes de obligar a sus regordetes pies a emprender el camino de subida. Ofreció su mano a Grace, para ayudarle a subir, con la otra se aferró fuertemente a la baranda-. ¿Le temes a las alturas? –preguntó mirando hacia arriba.

Su sonría se amplió un poco más con su comentario, haciendo que pensara inmediatamente en Tolkien. Aunque ella era más de juglares, princesas y dragones. Se acercó al árbol y aferró la mano de Graham para dar un pequeño salto y coger impulso. Empezó a subir sin problemas, de hecho de pequeña siempre le había gustado encaramarse a los árboles y escalar. Se giró y le guiñó un ojo, divertida tendiéndole la mano para ayudarle ella a él.

- Sólo le tengo miedo a las arañas…-admitió, mordiéndose el labio inferior.- Pero no a las alturas, de pequeña escalaba con mi hermano. De hecho…-se retiró un par de mechones del lado izquierdo de su frente, cerca del nacimiento del pelo.-…una vez me caí desde lo alto de un montículo, en el parque…Había apostado con mi hermano que yo llegaría primero y…¡pam!-abrió las manos y los ojos, simulando la caída.- Me quedé por un momento…ya sabes, desorientada y empecé a sangrar. Nos pegamos un buen susto, pero sólo me quedó esto.-finalizó, señalándose la cicatriz.

-Creo que nunca subí a un árbol- admitió luego de reponerse cuando ella mencionó a las arañas. En un lugar como, seguro habría arañas agazapadas en cualquier rincón. Aceptó que ella le ayudara a subir, pues luego de unos cuando metros empezó a notar cierto cansancio. No es que fuera algo empinado, al contrario, era bastante fácil de subir y estaba construido para no generar dificultad, pero aun así, era cuesta arriba-. Y no le temo a las alturas… cuando estoy al ras del suelo- dijo mirando de reojo le piso-. Es como decir que uno les temes a los tiburones o a un oso pardo. Nunca sentirás miedo en sí: hasta que los tienes frente a ti. Algo parecido siento en estos momentos- por suerte Grace logró distraerlo mostrándole la cicatriz en su frene, la cual apenas se notaba pues estaba un poco más arriba del nacimiento de su cabello. Graham hizo un gesto de dolor-. Imagino el susto. Y el dolor- nunca se lastimó gravemente, pues nunca realizaba actos peligrosos o imprudentes-. Mi hermano es el que se lastima siempre, incluso de grande. Creo que su cuerpo no genera Oxitocina- si estuviera allí, haría todo lo posible por hacerle sentir incomodo al subir-. Soy mucho más cuidadoso… o cobarde según su criterio.

Pero para todo pronóstico, llegaron a la “cima” a salvo. Graham lanzó fuerte “Fiuuu” y hasta se atrevió a mirar por el borde-. No fue difícil- murmuró luego aunque se lo notaba ligeramente pálido. Sus ojos vieron una cuidada mesa con todo tipo de cosas para ir comiendo, algunas de ellas desconocidas para él. Sin duda era un encuentro casi mágico, así que decidió aprovecharlo. Hizo un gesto con ambas manos, invitando a Grace a sentarse-. Quizás haya pan de lembas – y enarcó varias veces ambas cejas.

Le pareció un poco extraño que Graham nunca hubiese subido a un árbol, supuso que porque era algo que llevaba muy intrínseco en sí y en su infancia. Pero no era nada malo…lo miró con ternura mientras ascendían poco a poco, cogidos de la mano, ayudándose mutuamente. De hecho no se dio cuenta de que sus manos estaban entrelazadas hasta que llegaron arriba. Lo miró a los ojos, con una media sonrisa y apartó la mirada, ligeramente ruborizada.

- Sí…-murmuró tras escuchar su teoría.- Lo entiendo. Es un poco como…cuando te enfrentas a una situación nueva, a algo desconocido y la propia inexperiencia te asusta y paraliza. Es ahí cuando sientes miedo.-meditó. Se recogió un mechón detrás de la oreja y se humedeció los labios.- A mí me pasa mucho…

Le gustaba mucho escuchar aquellas pequeñas anécdotas entre los hermanos. Parecían tan distintos y parecidos a la vez. Era enternecedor.

- Eres prudente.- apuntó, señalándolo con el dedo.- Eso no es malo. Y al final hemos subido sin ningún problema, así que eso refuta esa teoría…Y eso que las probabilidades de que pasara algo eran altas ya que vas con una chica bastante torpe.-se echó a reír, tapándose la boca.

Se acercó a la mesa sin borrar la sonrisa. Desde luego no veía el pan de lembas…pero sí sándwiches de pepino, ensalada de col, salmón, queso y frutas…Guau.  

- Creo que esto es mejor que el pan de lembas…tendríamos el aprobado de los hobbits, desde luego.-comentó, riendo. Localizó una jarra con algo que parecía… ¿sangría? Acercó la nariz, notando el suave aroma de un chorrito de alcohol. Rió.- ¿Te sirvo una copa de este…zumo…que para nada parece que lleve alcohol?-preguntó, con una risita traviesa.

Asintió ligeramente cuando Grace mencionaba sobre tener miedo ante una situación nueva, la inexperiencia y lo desconocido. Pero luego tuvo que aclarar algo sobre sí mismo que le pareció importante.

-Mi mayor problema es que ni siquiera intento enfrentar a eso… desconocido- viendo que Tolkien era un tema en común decidió usarlo de ejemplo-. Es como si Frodo directamente hubiera vuelto a la comarca y que los demás se encargaran del anillo- viéndolo de esa forma en verdad era bastante patético. Por suerte la risa de Grace era sumamente contagiosa, por lo que pronto ambos estaban riendo-. Pues no soy especialmente torpe, diría que tengo mala suerte. Así que la probabilidad de subir a salvo era bastante escasa.

Asintió de acuerdo cuando mencionó que esa era una merienda adecuada para un par de hobbits. Decidió dejar que ella empezara con la comida, aunque el estómago empezaba a quejarse. Cuando ella le tendió el sumo de frutas acepto encantado, tenía bastante sed luego de la subida.

-Muchas gracias- dijo llenándose un vaso y luego bebiendo su contenido de un par de largos tragos-. Uff, rico- aunque aún sentía algo de sed-. Seguramente este lugar te agrada mucho ¿verdad? ¿Se parece a dónde vivías?

Recordaba muy bien la conversación que habían tenido, sobre todo por lo referente a vivir en “lo salvaje” y sus respectivos hermanos.

- Oh, bueno…-ladeó la cabeza.- Yo me acabo enfrentando un poco…a la fuerza, una parte de mi quiere huir pero la otra se deja llevar, imagino. Creo que la clave es ir poco a poco, dando pequeños pasitos, no se trata de hacer grandes cambios. Haber participado en el programa de citas ya es un paso en sí.-le contestó, enseñándole una sonrisa reconfortante.- Ya te lo dije… ¡y por eso nos merecemos un mini punto!-bromeó, sonriendo.

Acercó un par de bonitos vasos rústicos de cerámica, con flores pintadas a modo de decoración. Sirvió el zumo azucarado y le tendió un vaso a Graham acercando el suyo después para darle un golpecito, a modo de pequeño brindis.

- Es muy bonito, sí, tan tranquilo... Estoy un poco conectada con la naturaleza, o así lo siento…-suspiró.- Esto me recuerda a la casa de mis abuelos, viven en las Highlands y  pasábamos mucho tiempo allí, sobre todo en los veranos, mientras mis padres trabajaban en la facultad. ¿Y a ti, te gusta?-le preguntó, dando un sorbito al zumo. Alargó una mano hasta un trozo de queso.- Deberíamos atacar ya.-dijo, sonriendo.

-Es verdad, siento que ahora me animo a muchas más cosas, todo por dar el primer paso que fue inscribirme a este programa- la sonrisa de Grace tuvo una igual en los labios de Graham. Era fácil sonreír con ella, como si fuera la forma natural en la que se comunicaban. Mientras hablaba, contando sobre su niñez, Graham apoyó una mano en su mentón, atento a todo lo que decía-. Entiendo, por mi parte no soy mucho de naturaleza- bebió otro trago del sumo y empezó a comer distraídamente algo que parecía una galleta pero era salado-. Pero es porque no la conozco. Es la primera vez que estoy rodeado de tanto verde y… es agradable- pues todo lo verde se encontraba a prudente distancia y la presencia de insectos no se había hecho sentir. Al menos de momento-. ¿Hay algún lugar que no te agrade? ¿O que te ponga incomoda?- se sirvió otro poco de sumo, agradeciendo que pudiera saciar su sed.

- Dale una oportunidad.-le dijo en referencia a la naturaleza, guiñándole un ojo. Eso sí, nada de arañas.

Su pregunta la dejó un poco descolocada. Lo miró con curiosidad, masticando con más lentitud el queso y pasándolo con el zumo, como si se le hubiera hecho un poco de bola. La verdad era que hacía tiempo que no se paraba a pensar en algo así. Se llevó una mano a la nuca y se la frotó con fuerza mientras en su rostro se formaba un gesto pensativo. De pronto se acordó de algo.

- Bueno…tengo una cierta aversión hacia las iglesias y hacia los colegios privados.-se mordió el labio.- Es que estudié en un colegio católico, sólo de niñas y de uniforme de tweed.- suspiró al recordarlo, pero no dejó que hiciera mella en su habitual ánimo y positivismo, así que estiró una pequeña sonrisa. Era algo que ya había sorteado y vencido en su momento.- Digamos que…eran muy estrictos, aplastaban todo atisbo de creatividad…y las misas…¡qué aburrimiento!-dijo, riendo.- Pero bueno, es agua pasada.

Estiró la mano hacia un pequeño sándwich.

- ¿Y a ti? ¿Qué sitios te incomodan o no te gustan?-parpadeó un par de veces y clavó sus ojos vivarachos en él, escuchándolo con atención.- Por cierto, ¿quieres que nos sentemos? - le dijo, mirando la cama.

-Intentaré no pensar en todo lo “malo”- alzó ambos dedos índices y medios para enmarcar esa palabra-, que puede tener los espacios verdes y disfrutar las sensaciones nuevas- sobre todo si estaba hablando con Grace y ningún insecto raro decidía aparecerse a saludar.

No esperó que su pregunta pareciera desatar una pequeña lucha interna en Grace. Como si algo que le desagradara fuera prácticamente imposible. Quizás tuviera una visión positiva de todo, encontrándole lo bueno a cada situación, persona o cosa. Eso le hizo sonreír ligeramente.

-Las iglesias me ponen incomodo- afirmo asintiendo lentamente-. Mis padres no son muy creyentes, pero mis abuelos si, por lo que de niño fui varias veces- arrugó los labios al recordarlo-. Era difícil mantenerse quieto o hacer silencio a esa edad. Apartes soy más de la ciencia que de la religión… aun así respeto las creencias de todos- agregó rápidamente-. No me gusta la gente que intenta imponer sus convicciones a otros, sean cuales sean- esta vez arrugó ligeramente los ojos, como si hubiera elegido un camino equivocado-. Yo también fui a una escuela privada, pero no se enfocaba en esos aspectos. Me agradaban algunos profesores, sobre todo el de química… nos enseñó a hacer bombas de olor- había añoranza en sus ojos.

Se atragantó ligeramente con el sumo cuando Grace le dijo sobre sentarse en la cama. Era una propuesta inocente y normal, pero Graham no pudo evitar sentirse ligeramente azorado. Sobre todo teniendo esos ojos fijos en los suyos.

-Claro. Cof cof- aun sentía como le picaba la garganta luego de la sorpresa, por lo que bebió otro poco de sumo. Al levantarse dio un ligero traspié y las cosas parecieron moverse más lento de lo normal. Lanzó un “jum” pero no le dio importancia-. Vaya, es cómoda- dijo al sentarse. Se hundió un poco en el colchón, conteniendo el impulso de acostarse del todo y disfrutar de la sensación.

-Me incomodan los sitios salvajes- dijo aunque salvaje era una palabra bastante exagerada-. También donde haya mucha gente desconocida y apretujada- reprimió un escalofrío-. Los ascensores llenos de personas son muuuuy incomodos para mí. Sobre todo cuando me pongo a pensar que podrían caer en cualquier momento- pensó otro poco-. Una época no me gustaba la escuela… aunque era por culpa de ciertos compañeros… Y eso es todo, no me viene a la mente otro lugar que me desagrade.

Grace escuchó atentamente a Graham sin dejar de observar sus gestos. Sonrió para sí al comprobar que tenían muchos puntos en común.

- Mis padres tampoco lo son, en realidad. Pero pensaron que lo más adecuado para nosotros era meternos en un colegio de ese tipo, disciplinado y…eso. Eran un poco…-meditó la palabra adecuada.- ¿Estrictos? No…constantes, supuse que querían inculcarnos el valor del esfuerzo y el trabajo, no lo sé.-dijo, encogiéndose de hombros y poniendo cara de circunstancias.- Estoy de acuerdo…por mucho que no nos gusten las convicciones u opiniones de los demás, no intentaré imponer la mía sobre la de ellos. Otra cosa es que lo que opinen me parezca una falta de respeto, claro…ahí suelo enfurruñarme.- admitió, con una media sonrisa. Grace también tenía algún buen recuerdo de algún profesor, no todo había sido malo…y tampoco quería que el chico pensara que su enseñanza había sido un calvario, nunca mejor dicho.- Mi profesor favorito era el de Historia. Se le daba genial explicarnos las cosas de una forma fácil…creo que a raíz de eso me gusta e interesa tanto.

Vio como Graham se atragantaba. Se acercó y le dio un golpecito en la espalda, acariciando con suavidad.

- ¿Estás bien?-le preguntó, riendo. Tenía una cara un poco rara, algo ruborizada, pero no acababa de entender porque. Era curioso, ella era la que solía ruborizarse y ser un poco torpe. Era agradable comprobar que no era la única en el mundo.

Se acabó el zumo mientras el chico se sentaba en la cama. Grace miraba con la cabeza ladeada, como si estuviera estudiando algo y de pronto en su cara se formo una sonrisa traviesa. Se acercó y se dejó caer en el colchón, a su lado, revotando un poco y riendo.

- Yaaawn.- bostezó y después se incorporó, cruzándose de piernas.- La verdad es que estemos en un sitio envidiable…-dijo, mirando a su alrededor. Señaló al cielo para que Graham lo contemplara también. Desde allí arriba podía apreciarse mucho mejor el bonito atardecer. Lo miró, mohína, cuando mencionó lo de ciertos compañeros que no le habían hecho el colegio agradable.- Algunas niñas también eran malas conmigo…pero tuve suerte de juntarme con dos amigas que me protegieron mucho. Lo bueno es que acaba pasando…-murmuró, suspirando.- Ah…sitios apretujados, a mi no me molestan…creo que me asustan más los sitios abiertos en los que estas completamente sola. Y a oscuras. Me asusta un poco la noche…

Alargó la mano hasta un sándwich y comió otro poquito, como un ratoncito.

- ¿Y cómo te fue en el resto de citas?- preguntó, espontáneamente.

Una vez más, notaba ciertas características afines entre ambos, solo que ella era bastante más despreocupada que él. Quizás donde Graham pensaba mil veces antes de dar un paso, Grace… simplemente lo daba. También le costaba bastante definir sus expresiones, como si a veces soñara despierta. Aunque no podía negar que era sumamente agradable estar en su compañía.

-Sí, sí, estoy bien- dijo cuándo le preguntó sobre su estado. Por alguna razón no se sentía del todo normal, pero no por ello mal. Era más bien… como cuando jugaba rol de mesa interpretando a un enano y le retaban a un concurso de bebidas, pero sus amigos insistían que debía ser más “realista” dándole jarras de cerveza sin parar-. Es un sitio hermoso- arrugó la cara y lanzó un largo suspiro-. Para ser alguien que le gusta la ciencia ficción… me doy cuenta que no miro el cielo tanto como debería. En verdad tengo que salir de mi casa más seguido- giró su cara hacia ella con una sonrisa, como agradeciéndole que le haya indicado que mirara aquello que casi nunca le prestaba atención-. En mi escuela había un grupo que siempre molestaba al mío. Éramos todos… bueno, como yo jejeje así que nadie podía defenderse. Solo aguantar- movió su mano como si restara importancia a ello-. La oscuridad nunca me dio miedo, siempre viví solo y ahorrar luz andando a oscuras era el pan de cada día. Se podría decir que soy una criatura de la noche- adoptó un tono de voz que pretendía ser sombrío, alzando las manos y moviendo sus dedos frente a su rostro, pero el conjunto resultaba bastante adorable viniendo de su persona-. La soledad era algo normal y no le prestaba mucha atención. Cuando estas siempre ocupado, no te das cuenta que no hay nadie a tu alrededor. Recientemente noté esto y empezó a preocuparme estar solo. Pero solo de toda la vida, no alguna situación en la que me encontrara solo…- pareció pensarlo unos segundos-. ¿Sabes qué? Creo que si me daría miedo terminar en un bosque totalmente solo.

Y empezó a reír como si fuera el mejor chiste del mundo, apenas podía contener la risa. Aunque la realidad es que una situación así, desde su punto de vista, seguramente lo llevaría a una muerte segura. La siguiente pregunta le hizo sonreír.

-Pues me ha ido bastante bien, no sé qué me deparará esto- la miró con una media sonrisa-, pero estoy seguro que al menos una amiga me llevaré… quizás dos- y le guiño el ojo de forma cómplice-. ¿Y a ti?

Miró a Graham con cariño, apreciando sus gestos mientras hablaba y recreándose en los detalles. Le devolvió una sonrisa sincera cuando él le sonrió, agradecido.

No sabía cómo acabaría todo aquello, pero tenía la certeza de que volvería a verlo; una corazonada se lo decía. Había conocido a un chico tan especial, que valía la pena mantener el contacto. Uno con el que no le daba miedo abrirse y hablar sin miedo, independientemente de lo que pudiera pensar. No trataba de maquillar nada…sólo se dejaba llevar. Quería escuchar lo que tuviera que decir, saber más, ayudarlo o protegerlo. Era una sensación extraña, pero apasionante.

- Suele pasar…no solemos apreciar esos pequeño detalles tan mundanos que tenemos ahí, al alcance de la mano, todos los días.-meditó. A ella también le ocurría, por supuesto.- Bueno, Graham.- antes de decir lo siguiente sonrió, mordiéndose el labio.- Si quieres salir…yo me encargo de llevarte a bailar. Sería un siguiente pasito interesante, ¿no crees?-dijo, riendo.

Se echó a reír con su gesto tenebroso y de pronto se lo imaginó aullando ante la luna llena, o con una capa y unos dientes de colmillo.

- ¿Te preocupa no tener tiempo para conocer a alguien? Quedarse solo…asusta un poco.-le preguntó, en un susurro.- Yo…hubo una época que pasaba mucho rato sola en mi piso. Y me di cuenta que, cuando estás sola, no hablas con nadie en todo el día. Era un poco…agobiante.- ¿tenía sentido lo que estaba diciendo? No lo sabía…pero no podía evitar sincerarse.- Mi problema es que…-se humedeció los labios y agachó la mirada.- Siempre he estado rodeada de gente que ha velado mucho por ti…y puede que no sepa estar sola y sea un poco…dependiente.- alzó la mirada, tímidamente, preguntándose qué pensaría Graham. Frunció el ceño, suspiró…y decidió que no debía darle importancia.

Sonrió al ver como el chico reía y se sumó a su risa, con una más suave.

- Oh…a mí me fue bien, también. Hubo un chico con el que apenas hablé…pero bueno, conocí a chicos muy simpáticos e interesantes. Uno me enseñó una foto de su hermano y me sorprendió…-torció una sonrisa burlona.-para bien. Fue enternecedor, ¿sabes?-se rió. Después lo miró con los ojos muy abiertos. ¿A caso lo dudaba? Acercó la mano a la suya y la apretó con ternura.- Por supuesto que te llevas a una amiga. Eres muy simpático y me gusta mucho hablar contigo. Es como…que no me importa parecer torpe…y eso.

A continuación se tumbó en la cama, recostando la cabeza sobre sus brazos para admirar el cielo estrellado. Miró a Graham desde esa posición y apretó su brazo para que la mirara. A continuación dio unos golpecitos en el colchón, indicándole que se tumbara a su lado. 

- Oh, vamos…no será para tanto.- le contestó.- Hay muchos tipos de baile y formas de bailar, tampoco hay que ser muy estricto. Sólo hay que encontrar el estilo más cómodo para ti y estar dispuesto a probar y dejarse llevar un poco…-añadió, con una sonrisa pícara.

A continuación escuchó su respuesta. Asintió a sus palabras, en silencio, entendiendo a la perfección que quería decir.

- ¿Pero quién establece los tiempos, las edades límite? O sea… ¿hay una edad tope para no conocer a nadie  y quedarte sólo de por vida? Eso es un disparate…pero es algo que llevamos intrínseco de alguna manera y que dejamos que nos influencie. - a Grace le preocupaba ligeramente su edad. No era mayor, claro, pero estaba a punto de alcanzar la treintena y no era la primera vez que le decían que llevaba demasiado tiempo sola. Como si fuera algún tipo de pecado alcanzar cierta edad y no emparejarte. Suspiro. Continuó escuchándolo y por primera vez se ruborizó cual tomate. -Oh, bueno…no sé. Gracias, supongo…-se quedó en silencio un segundo.- Creo que en eso de la protección…ha de haber un punto medio. Y tú también tienes un punto…adorable.-murmuró por lo bajo, mirándolo directamente a los ojos, todavía un poco enrojecida.

Soltó una suave risotada al votar un poco en la cama. Después se estiró cual gato y miró el cielo que señalaba Graham, sonriendo.

- Exacto. Ver como llueve agazapado en una manta.-apuntó, riendo.- Aunque a mí no me importa tanto mojarme…en Londres llueve a cada poco, seguro que lo sabes bien.-se rió.- Por cierto, tengo entendido que en las citas rápidas éramos bastantes del Reino Unido.

-Mmm ¿Existirá un estilo acorde a mi torpeza?- dijo en tono de broma. Lo cierto es que había intentado bailar muy pocas veces casi siempre medio obligado por alguien, nunca por iniciativa propia. Quizás si iba con más predisposición la cosa cambie.

-Yo lo veo más como algo biológico, instintivo diría yo. Pues la meta de todo organismo es perpetuar su especia y mientras más viejo eres, menos posibilidades de lograrlo. Por lo que cuando se llega a cierta edad y uno no ha tenido hijos, se debe activar alguna contramedida genética que te impulsa a buscar pareja…- arrugó sus ojos y estiró los labios pensando un poco-. O simplemente estar solo apesta- esa explicación era menos científica.

Le gustó que fuera Grace la que se pusiera colorada, para variar, siendo esta otra oportunidad para notar las ligeras similitudes entre ambos. Al menos cuando ella recibía un halago directamente. Eso le recordaba lo mucho que había avanzado, ahora podía decir ese tipo de cosas sin sentir que le mundo se acabaría o se le reirían en la cara. Era agradable.

-Te entiendo, protegerte es una cosa, pero llevarte de la mano otra totalmente diferente- sonrió cuando ella le llamó a él adorable-. Claro que soy adorable, como un Ewok de cabello largo- no le prestaba mucha atención a su aspecto físico, pero si había algo que cuidaba era su cabello, algunas mujeres envidiarían lo fuerte y abundando de su melena-. Es verdad que llueve mucho, pero como no suelo salir de casa, no me afecta en gran medida. Y, si por algún raro revés del destino, tuviera que salir, tengo un piloto de agua de color negro… jejeje parezco Darth Vader- era cierto que muchos eran de Londres, al menos del lado de las mujeres-. Había una chica francesa, pero que ahora vive en Chicago… ¿De los hombres todos eran ingleses?

- Por supuesto que sí.- respondió Grace, convencida mientras empezaba a trazas planes e imaginarse llevándolo a un local en especial. Sonrió para sí y continuó prestando atención, mirándolo de reojo.

La teoría científica de Graham era interesante. Claro, te lo enseñaban en Biología; naces, creces, te reproduces y mueres, ¿pero eso era todo? Arrugó los labios, pensativa.

- Sí, puede que haya una respuesta biológica que lleve a planteártelo con urgencia a cierta edad, haciendo que empieces a buscar y por supuesto que, cuanto más tiempo pasa, más cuesta tener hijos, sobretodo en el caso de las mujeres. Eso última está demostrado, la curva de fertilidad no es la misma a los veinte y pocos que a los treinta y algo. Pero, no sé…creo que el tema de los límites y las edades es algo bastante auto impuesto a raíz de costumbres e ideas arraigadas en la sociedad. Es como…¿Cuál es la edad adecuada para hacerlo por primera vez?- se encogió de hombros. La virginidad; eso era algo que solía preocupar mucho a sus amigas cuando tenían dieciocho años o menos. - Supongo que, además, todo depende de cuando uno esté preparado. En todo caso, yo no siento mucha urgencia todavía…-murmuró en un suspiro.- No deberíamos agobiarnos mucho con eso.- volvió a recuperar su habitual sonrisa.- ¿Sabes? El otro día conocí a un par de viejitos que se habían conocido de muy mayores y que eran algo así como novios a sus ochenta. Se hacían tanta compañía…- comentó, enterneciéndose con la anécdota.  

Se llevó las manos al pelo, peinándoselo. Miró al cielo de nuevo y cerró los ojos con fuerza mientras seguía dándole vueltas al tema; la necesidad de sentirse aceptado, encajar, formar una familia, la soledad...Lo cierto era que…era una conversación poco común para una primera cita, pero muy interesante.

- Así que un ewok de cabello largo…-repitió, riendo. - Qué mono…-eso le hizo acordarse de algo. – Me dijiste que ibas a comic- cons. ¿Qué tal son? Lo máximo a lo que he ido yo fue a una feria del cómic con mi hermano, hace mucho ya. Pero un autor me hizo una dedicatoria en forma de dibujo.

Se aclaró la garganta, pensando en las citas rápidas.

- Había otro chico, William, inglés y boxeador profesional. Representó al Reino Unido en las olimpiadas, creo recordar.

Se tumbó de lado, acurrucando la cabeza sobre su brazo de derecho, que le hacía de almohada, y recorrió el perfil de Graham con una media sonrisa dibujada en sus labios.

- Y bien…¿qué hay de tu familia, de tus padres? Creo recordar que viven lejos y que vas a visitarlos de vez en cuando…

Grace parecía muy entusiasmada con la idea de ir a bailar con él, pues era un suceso que rara vez se veía. Intentó no pensar mucho en cómo le iría y disfrutar la sensación.

La conversación le parecía sumamente interesante, notando que Grace buscaba su propia explicación, con un toque más social que biológico. Suponía que tenía razón, aunque era algo que dependía de muchos factores diferentes. Tan concentrado estaba en ello que la pregunta sobre cuál es la edad para “hacerlo” por primera vez le tomó totalmente desprevenido.

-Cuando… se puede… ¿no?- aunque en realidad no era una pregunta hacia él, pero aun así la respondió. Por suerte el tema de la comicon se le daba bastante mejor-. La Comicon es genial, no es solo comics, hay bastante variedad. Puedes descubrir tus preferencias en cuanto a comics o cualquier tema friki. Si fuiste con tu hermano a una feria, imagina eso multiplicado miles de veces, todo lleno de gente disfrazada, stands enormes con tus artistas preferidos o actores dando vueltas por allí… es increíble… ¿Quién fue el autor que te hizo una dedicatoria?

Wow. Un boxeador que llegó a las olimpiadas… se podría decir que sería todo lo contrario a Graham, al menos en lo físico. No pudo menos que asentir impresionado. No se había fijado mucho en los otros “prospectos”, tan nervioso estaba que prefirió no compararse con nadie y mostrarse tal cual era.

-Mis padres viven en Alemania, estoy seguro que cuando tengan ochenta años se seguirán llevando de la misma manera- sonrió contento ante esa perspectiva-. Ellos discuten, pero es por ser algo diferentes. Mi padre es como yo, más serio y estricto, mientras que mi madre es más bromista y alegre. Aun así, son una gran pareja- ahora se notaba cierta nostalgia en su mirada-. Su luna de miel fue en Alemania, siempre les gusto ese país, asi que vivir allí una vez que sus hijos fueran mayores me pareció lo mejor.