Partida Rol por web

LA ENTRADA.

   Aquí estáis, empapados, algunos embarrados hasta las cejas, justo a la entrada de la mina. En ella, además de la lámpara de aceite colgando del techo -gracias a cuya luz Gaizka ha podido encontrarla-, se pueden ver varios montones de escoria de mineral y rocas, además de abundantes herramientas de minería, lo que en estos tiempos se reduce a picos de mayor o menor tamaño, palas y carretillas de madera.

   No hace falta ser un lince para adivinar que se trata de una mina, posiblemente en activo, pues las herramientas no parecen estar abandonadas, y los montones de minerales parecen recientes. Por no hablar de que alguien ha tenido que colgar el candil de aceite en la entrada y prenderlo, que el aceite de estás lámparas duran lo que duran y no para siempre.

   Asomándoos veis que el pasadizo desciende de forma tosca y se introduce en una galería, una luz mortecina y de aspecto pálido parece brillar al fondo, parece estar iluminada la mina a intervalos regulares por lámparas de aceite como la que cuelga de la entrada.

   Los animales se apretujan en la entrada para cubrirse de la lluvia, pero sin la menor intención de ir más allá del punto del que dejan de recibir la lluvia, y dudais que puedan avanzar por esas galerías. Las dejáis aquí, que estas sufridas bestias tienen en ocasiones más sentido común que los humanos a los que sirven y no se van a ir ninguna parte y os esperarán pacientemente, ya el asno del párroco se había tumbado y echo un ovillo en la entrada.

   Os introducís en las profundidades de la Mina del Padrún...

   Como bien has observado, esta es una mina de hierro. Es escoria de hierro lo que has observado en la entrada mezclada con las rocas de desecho, aunque no hay trazas de mineral en la entrada. Sin duda, debe de haber galerías en el interior donde los mineros extraen el mineral.

   Avanzáis, no son demasiado anchos estos túneles mineros, y os véis obligados a avanzar de uno en uno, o en los sitios más anchos, de dos en dos. Son estas por lo que véis galerías excavadas en la roca y entibadas con maderos y tablas que veis cada tres o cuatro varas. La iluminación dentro de la galería procede de candiles de aceite colgados de cadenas y os encontráis con uno cada seis o siete varas, lo suficiente para saber por donde se va, pero que también provoca multitud de sombras y claroscuros.

   Estos candiles de aceite se pueden desenganchar sin problemas de las cadenas, pero claro, como están colocados justo donde acaba la luz de uno para que empiece la de otro, llevarse uno deja esa sección del tunel a oscuras.

   La luz es mortecina, y una humedad malsana chorrea por las paredes. Aquí y allá se oye el sonido de las gotas cayendo en charcos adelante y atrás vuestro, más os vale encontrar algún sitio donde podáis secaros y pronto.

Al ver los estrechos pasillos, la humedad que reina en el ambiente, niego para mí antes de carraspear un poco ejem, ejem ¿por qué no nos quedamos cerca de la salida, donde tenemos aire fresco y luz? no me gusta nada internarme por estos estrechos pasadizos, que aunque parezcan habitados no parece que nadie haga oídos a nuestras voces.

No se bien qué profundidad tendrá esto, pero no creo que debamos de adentrarnos mucho más ¿no creeis? digo mirando, moviendo la cabeza hacia la derecha, y hacia la izquierda, como intentando ver más allá de la que mi visión me permite

¿O acaso creeis que habrá algún rellano donde sentarnos y descansar? ¿alguien sabe algo sobre las minas? me rasco la cabeza mirando al resto

   Cuando terminas de hablar, observas el silencio de la mina, y el contínuo repicar de gotas, y el moho malsano que a ratos aparece en las paredes y... oyes algo.

   No estás seguro, pero te ha parecido escuchar un gemido lastimero de dolor, traído por los recovecos del tunel minero.

Gaizka atento a la palabras de Brais - He oído algo, pero pueden ser duencillos jugandonos una treta - Señaló el cazador escondiendo su inquietud ante aquel ruido.

Aprovechando la luz de la improvisada pero inteligente maniobra de Brais, Gaizka aprovecho de adelantarse un poco - Me gustaria ver si es que esta mina aloja otras almas esta noche, si me permiten puedo observar los rastros para hacernos una idea - Dicho esto comenzó a observar el corredor que recorrían atento a señales de otros usuarios de estas galerías.

Cuando el padre Beltran planteo su sensato comentario, Gaizka tuvo que responderle - Padre, disculpe a este pobre cazador, pero como ha señalado aquí la dama, permanecer con las ropas mojadas solo atraería a la muerte y al frío - Dirigiendo su mirada al pasillo - Lo mejor será buscar un rellano donde poder calentarnos de alguna forma. - Mirando nuevamente al sacerdote - Puede que encontremos mineros con algun brasero y mudas. Para su tranquilidad le invito a ir marcando nuestro camino, las marcas evitaran que perdamos el camino al querer regresar si es que nos llegásemos a perder. - Dicho esto, miro al joven cazador - Aritz, ve marcando nuestra ruta y memorizándola, así yo podre rastrear tranquilo

Teodoro recordó la mina que tenían también en posesión de su familia, los de Torre Quebrada. De pequeño había ido con su padre y hermanos a visitarla y le habían enseñado lo básico sobre una mina de hierro, por lo que comentó al resto del grupo:

-Estamos en una mina de hierro. En la entrada he visto escoria de hierro mezclada con las rocas de desecho. Sin embargo hasta aquí no he visto más trazas de mineral, por lo que la cueva se debe de extender hasta bastante más adentro donde habrá galerías de donde extraigan el mineral y lo aballen* hasta la entrada. Todas estas lámparas las deben haber encendido los mineros así que seguro que en breve nos encontraremos con alguien. Entremos y estemos al abrigaño** que tanta humedad no puede ser buena para los huesos.

Teodoro miró lo llenas que estaban las lámparas e intentó calcular hacía cuanto que las habían llenado por última vez. A pesar de sus palabras de tranquilidad no tenía la seguridad que dentro de la mina hubiera mineros y no bandoleros, así que como precaución preparó espada y escudo.

Antes de que el caballero acabara, levanto una mano en señal de silencio. Como solo el caballero me podía ver, acompañé le gesto con un sonoro pssssss un momento vuelvo a llevarme un dedo a la boca en señal de silencio, justo antes de levantarlo y señalar por el pasillo

Creo que he oído un quejido lastimero. Quizás tengas razón y podamos ayudar a un alma de dios que esté en peligro.

Parece que los sonidos que he oído, cambian mi actitud. Si había alguien que necesitaba ayuda, debía acudir. En última instancia, si fuera necesario, podría ayudarle a partir en paz a reunirse con el señor todopoderoso.

  Aivalaostia, barkatu Gaizka jaunak, nik.... err... - os mira al resto e intenta seguir en castellano, - no tengo conqué marcá las paedes, maestro, como no aostie rascando con cuchillo y arriesgue a joribiar to la afilao.

   Hace gestos con la mano en la pared, - falta hará un... palo... trozz.. kaka zaharra, cosas de resabiaos y curas que marcan.

   Mira hacia delante al fondo y luego hacia atrás. - De to'modos esto madrigal recto y tieso como coño,  no revoltijos dar.

   Observas una de las lámparas y la levantas un rato de la cadena para hacerte una idea de su peso, parecen haber sido rellenadas recientemente, desde luego esta semana, quizás hace uno o dos días tal vez, están por lo menos mediadas o quizás algo más llenas. Al menos la que has cogido para examinar. La dejas en su sitio (salvo que quieras llevartela, cuelgan de una cadena y se pueden descolgar)

   Dan una luz enfermiza y la llama se agita tenuemente dando una sensación de agobio malsano.

Mutiko ona zara*- Comento el cazador - Ere sensato y yo zahar urduria** - Aunque el pasillo era por ahora uno y largo, le preocupaba que diera eventualmente con un cruce. - Este camino muestra uso, y reciente, va saer uno si son mineros o bandidos refugiándose, aunque he visto señas e carretillas - Mirando las paredes con sus alimañas escapando de la luz - Mi señora guarde cuidado de no tocar las paredes.

Paire, cuanto antes lleguemos a la fuente de los gemidos mejor, pero como señala el muchacho, este camino sigue recto, por ahora tenemos una sola ruta - Gaizka comienza a acelerar su paso, no sin antes darle un mirada al joven Aritz y decirle - Horrela Aritz izan dadila espero dut. Ez dadila egon erregutzen du desbideratu zuen aurrerago.**** -

   Ante las palabras del párroco, aguzas el oído, y aunque el aprendiz de Gaizka interrumpe el silencio, si que escuchas algo...

   Un gemido lastimero, bueno gemidos, pero parecen provenir de uno solo. Y parecen gemidos de dolor, has escuchado muchos gemidos así en los campos de batalla en los moribundos.

Cuidao padre, no vaya a ser una trampa-advierto al padre Beltrán. Pido paso y saco el hacha y el escudo y me aproximo al lugar por el que he oído el ruido.-​Gaizka, acompáñame, necesito que estés atento y con el arco listo.- ​intento ser lo más sigiloso que puedo, no vaya a ser que sean bandidos....que ya estarán sobreaviso, por las voces que ha pegado Gaizka, pero aún así intento ser cauto .

Al oir las advertencias, me detengo unos instantes para dejar hacer a los que parece que se les da mejor estos menesteres. Parecía que esos dos se expresaban, siendo amable, como el orto de un mendigo, pero parecía que sabían lo que hacían y, con las pocas palabras mal habladas en cristiano podíamos llegar a entender.

Más tranquilo, vi cómo pasó también la pedazo de mole de Goyo, hacha en mano y escudo embrazado. No pude evitar preguntarme si podría utilizar ese arma tan grande en un lugar tan reducido.

Pasándome la mano por la comisura de los labios, miro expectante hasta reanudar la marcha un poco por detrás, intentando poner la oreja por si seguía oyendo esos quejidos.

Bajando el tono de la voz Gaizka continuo con Goyo - Mi arco seria inútil, pero mi hacha es igual de efectiva. Claro que tendremos que ver como haces con el escudo para combatir en tan estrecho sitio - Gaizka se adentro siguiendo al soldado.

   Os introducís por el túnel avanzando en silencio, ocultándoos siempre que es posible en los claroscuros que dejan los límites de luz entre farol y farol de aceite. Sois dos sombras que avanzan sin hacer ruido y...

¿QUIEN VIVE?

   Resistís el impulso de dar un bote cuando varios metros a vuestra espalda, Brais Brañas grita con la fuerza de sus pulmones a quien pueda estar dentro de la mina, esperáis medio minuto, más como nada se mueve ni oís, proseguís la marcha.

   El tunel está plagado de charcos a intervalos regulares que despidén un olor pestilente y cada cierto hay algún excremento. Y no sólo de ratas, que cuando aprieta los mineros alivian donde pueden. Gotás caen del techo con un ruído monótomo en los charcos y grupos de moscas, escasa media docena a lo sumo, pasan de vez en cuando siguiendo las corrientes de arire de la mina. Con la humedad el musgo se pudre en algunos maderos de la mina, que deben cambiarlos los mineros con frecuencia, pues aunque pinta podridos, cuando hacéis fuerza y probáis sólidos resultan ser, a pesar de su aspecto enfermizo.

   Al cabo de varios minutos llegáis a una bifurcación, pero no es necesario moverse para ver que la de la izquieda tras un corto trecho se dirigé a una puerta entornada de la que se escapa una débil luz, y de la que, de vez en cuando se escucha un gémido de dolor, el otro ramal sigue recto hacia las profundidades de la mina.