Partida Rol por web

   Tras el derrumbe, os queda claro que no tenéis forma de volver sobre vuestros pasos. Sólo podéis seguir adelante o sentaros derrotados aquí mismo a esperar a la muerte...

      El tunel  baja con una pendiente suave y aunque el piso es de piedra, como toda la mina, los restos de tierra y gravilla han dejado algo de barro pegajoso y maloliente en el que se ven huellas que van y vienen, dando evidencia que está transitado. Un olor a humedad malsana y madera podrida empapa el ambiente, aparte de otros olores más desagradables que no estáis seguros, pero parece que huele a ¿mierda?. También hay moscas que zumban en grupos aquí y allá, las paredes rezuman humedad y grandes secciones de moho se pudren a intervalos regulares.

   No parece ser el mejor sitio para atender a dos heridos que están sangrando y manchando de color rojizo los charcos del suelo. Beltrán y Aritz tienen sus ropas empapadas y parece que Aritz tiene también el pecho destrozado.

Teodoro cada vez estaba menos seguro de que Dios le hubiera escogido. Sus sueños de convertirse en un paladín no incluían tantas desgracias como estaban pasando y sin poder salir sobre sus pasos debido al derrumbe ya casi se veía derrotado.  En ese momento sacó fuerzas de la flaqueza que le aquejaba y se prestó a ponerse la armadura.

-Sus señorías, no sé nada de las artes de la medecina, tal* que de poca ayuda podré ser en eso. Más mi brazo aún está fuerte, por lo que iré delante a investigar si más malnacidos se hayan por allá o si existe alguna salida por la que podamos volver a la superficie.

Miro a Lady Jimena y después miro a los heridos, escupo al suelo y niego con la cabeza. Mal rayo nos parta por habernos metido aquí. Ahora estamos atrapados y si encontramos a alguien o está muriéndose o es un muerto viviente. No, no me gusta esto-Nada puedo hacer aquí entre la mierda, que se tapen las heridas como puedan y que caminen. Nuestra única oportunidad es encontrar otra salida.-​La certeza es abrumadora. El caballero quiere explorar, pero lo último que quiero es que muera uno de nosotros por ir solo. Lo mejor es ir todos juntos.-​Señor, no creo que vuestra muerte nos ayude, si tenemos que morir lo haremos todos juntos.-Miro al resto y espero que se pongan en danza.

Viendo que no se mueven intento curar las heridas del párroco.Le lavo con el odre y le pongo un trapo tapando la herida-Esto valdrá....de momento.

   El recio soldado, aunque de forma un tanto brusca, detiene la hemorragia con la sutil ayuda de la llama de un candil. El Párroco está fuera de peligro, pero Aritz aún sigue con las costillas destrozadas gimiendo de dolor.

Medio inconsciente, apoyado sobre la dura roca, jadeado, dejo hacer al feo de Goyo, que ya no la primera vez que, aunque tosco, se maneja bien con las vendas y esas otras zarandajas.

Sea como fuere, y a expensas de que no contraer ninguna infección de la porquería que tenía en esas manos, logró para la hemorragia, lo que me permitió, tras unos minutos, recuperar un poco las fuerzas.

Amigo mío, tienes unas manos que tanto sirven para matar que para sanar. comento asintiendo a Goyo, complacido ante el vendaje.

Una vez de pie, pruebo a moverme para ver el dolor y, sobre todo, que no se vuelva a abrir la herida, mientras estaban atendiendo al bueno de Aritz.

   Natural de Carmin de Mieres, has trabajado cuando trabajo hay, las más de las veces de minero, que no siempre uno puede escoger. Llevas una temporada sin hallarlo, más la suerte ha venido. El concejo de Oviedo buen entendimiento ha encontrado con la Corona de Castilla para explotar una mina de hierro que no hallaba momento de empezar a trabajar, ora faltaba dinero, ora la corona no daba permiso, ora... pero a todo se llega al fin acuerdo si hay monedas suficientes en la mesa.

   Llevaba unos pocos días en marcha la mina, pero en tan poco tiempo accidentes hubo, que bien peligrosa es la profesión de minero con el riesgo siempre presente de quedar sepultado o una caída fatal y otros peligros. Cuestión de tiempo era que alguno de los mineros falleciera y pudieras entrar a trabajar como así ha sido.

   Hoy era tu primer día de trabajo...

   Te duele la cabeza y al tocartela notas sangre seca. Haces memoria. Estabas tú, junto con otros tres mineros picando al fondo de la galería. Aún no había confianza, así que llevabas todas tus escasas pertenencias encima, que bien sabido es que el buen señor deja la mano larga a los amantes de lo ajeno. En eso estabas cuando tembló el túnel y se derrumbo parte de la galería recién excavada. Los otros mineros, más acostumbrados a la mina, corrieron cuando tembló el túnel y el derrumbe no les pilló.

   Oíste sus voces cuando volvieron y empezaron a quitar las rocas para sacarte, cuando una débil luz se filtraba por el derrumbe y veias los dedos de alguno de los mineros, un alarido de dolor te taladró los oídos, aún a través del derrumbe, a ese grito siguieron otros, de dolor y terror. La mano desapareció, dejando caer la roca que apartaba. Oíste ruidos metálicos, gritos de dolor, golpes sordos y luego nada... perdiste el conocimiento.

   Recuperas la consciencia, unos gritos te han despertado, un grito de dolor y otro que parecía un alarido de terror. Abres los ojos, se ve la luz de los candiles de la mina, la roca que taponaba ha cedido, o igual la han retirado, no importa, ahora puedes liberar un brazo y poco a poco te arrastras de debajo del derrumbe. Por fortuna para tí, erá más tierra suelta que otra cosa y salvo una brecha en la cabeza, dolorosa, pero no demasiado importante, estás bien. Ves tirado en el suelo a tu lado tu zurrón, lo recoges. Tienes todas tus cosas.

   Das un paso y te quedas helado. Tirados en el suelo del tunel, están los mineros de tu turno de trabajo que estaban contigo, muertos. Tienen el cuerpo destrozado, como si los hubieran destripado a cuchilladas o aplastado la cabeza con alguna roca o similar.

   Y el túnel te trae el sonido de voces y gritos de dolor.

¡No me joder ho! pienso mientras me llevo la mano a la cabeza. Al parecer el desprendimiento me ha hecho herida. La sangre había salido y ya estaba reseca, no sería de demasiada importancia. Voy recibiendo destellos de lo que recuerdo antes de despertar casi enterrado en tierra suelta mientras logro ponerme en pie de nuevo, al final del túnel que estábamos preparando para abrir otra galería.

Miro a mi alrededor y veo los cuerpos sin vida de mis nuevos compañeros. Ni me ha dado tiempo a conocerlos. Busco entre sus pertenencias algo de valor que pueda ser familiar, si no he quedado atrapado yo también aquí, podré llevarles algún recuerdo a sus familias. También miro si llevaban algo de comida y bebida.

Comienzo a pensar en que les habría pasado a ellos, sin duda de haber habido una víctima esa debía de ser yo. Había sentido a mis compañeros correr mientras yo estaba ensimismado en picar, acción que no me permitió oír del todo bien el temblor que daría con el derrumbe que me había dejado fuera de combate.

Los destellos de memoria que me habían acompañado hasta ahora me dan cierta pista, había visto las manos de mis compañeros, supongo, mientras retiraban las rocas y entonces dejaron de retirar las rocas para dejar paso a gritos de dolor. ¿Quién más podría haber querido entrar a un agujero para asaltar a un cuarteto de mineros? Al final daría igual, solo contaba que había tenido suerte. Quien quisiera que hubiera entrado había dejado a mis compañeros hechos un asco, de hecho algunos tienen la cabeza reventada.

Unos gritos de dolor y voces que no alcanzo a entender llegan a mis oídos de muy adentro de las galerías. Recojo mi candil y agarro mi hacha en guardia y comienzo a avanzar por el túnel hacia donde está la salida.

   Nada tienen tus compañeros muertos salvo sus picos desparramados por el suelo y unos calzones bastos de cuero, lo que tuvieran de valor, en casa lo dejaban y venían a la mina con lo puesto y la ropa de abrigo la dejaban arriba. Un breve temblor te hace darte prisa, la galería sigue inestable. Sales al tunel minero principal justo a tiempo y la nueva galería que apenas se había excabado unas varas se colapsa a tu espalda.

   El tunel asciende por la derecha con una suave pendiente hacia donde recuerdas que bajaste por una escalera en un pozo y a la izquierda sigue en suave descenso a saber a donde. Los gritos de dolor vienen de las escaleras y hacia allí te diriges.

   Un rumor de un breve temblor os llega pasadizo abajo, pero esta vez, más débil y apagado y apenas dura unos pocos segundos. Mientras pensáis que hacer o dejar de hacer, unos pasos resuenan por el tunel minero y veis subiendo por el tunela una figura solitaria que empuña un hacha o quizás un pico, no se ve bien.

Hago una media sonrisa al párroco que da más miedo que otra cosa. Entonces veo aparecer a alguien por la mina. Me centro, saco el hacha del cinto y el escudo de la espalda y me preparo para otra ronda de mineros no muertos-​¡Ahí viene otro!

Antes de darme cuenta, los ruidos vuelven a inundar la cavernas. Esos ruidos de pasos, esa sombra con el pico o lo que lleve en la mano acercándose.

Cada vez dudaba más sobre las posibilidades de salir de allí habiendo erradicado el mal, y ya dudaba hasta de salir con vida. ¿Cuántos mineros habría allí cuando ocurrió la desgracia?

Sin mucho tiempo más que pensar o lamentar, me sitúo cerca de Teodoro y Goyo, aunque un paso por detrás, con el crucifijo en una mano y la maza en la otra

Es extraño. O ya quedan pocos, o están desperdigados o este es uno que se ha quedado aislado. me refiero al minero que viene solo, cuando al principio fueron una docena y luego otros 3 o 4.

   Mientras el pobre Aritz sigue doliéndose y quejándose, por el fondo del tunel aparece una figura solitaria que sube con precaución por el tunel. Al otro extremo, donde hubo la apertura al pozo de la escalera y ahora sólo hay un montón de cascotes y maderos partidos, hay un variopunto grupo de personas, de las cuales una está tirada en el suelo desangrándose.

Tras ver a Goiko cómo había taponado las heridas del párroco y viendo que este se adelantaba para enfrentarse a ese pobre no-vivo solitario, Teodoro se aplicó en cerrarle las heridas de Aritz, no fuera que se les muriera durante el combate.

Continuo avanzando después de salvarme por los pelos del derrumbe que habría acabado con mis huesos enterrados en esta mina. Por suerte, y a pesar de tener mi primer accidente en este trabajo, he salido con vida, aunque no ileso. Tengo que seguir avanzando a pesar de escuchar los gritos que provienen del final del túnel, puede que haya habido más desprendimientos, puede que tenga más compañeros heridos. ¡Que desgracia!

Calculo que habré andado suficiente como para llegar a la zona donde ascendería para acercarme más a la superficie cuando me encuentro un grupo extraño que tapona mi camino. Uno de los que parece conformar el grupo parece estar desangrándose, y alguien que parece un soldado parece intentar taponar la herida que se ha hecho.

Observo las posibilidades. El túnel de las escaleras que me llevarían a la libertad parece haberse derrumbado, y las escaleras están inservibles.

- ¡Cagonmimanto! - alcanzo a exclamar ante tal desgracia - ¿Quien sois? ¿Que pasovos? ¿Que mi madre tais faciendo aquí? ¿Nun vos disteis cuenta que esto ye una mina? Equí tamos trabayando xente, pol amor de Dios, destrozasteis el túnel de salida ¡cagonros! - les pregunto.

Es posible que ellos sean los que gritaban a lo lejos, quizá les pillase el derrumbe en medio.

- ¿Que y pasó al vuestru compañeru? - pregunto señalando al que parece estar más grave de todos.

Miro al minero y cuando habla me relajo un poco, pero no relajo el hacha y el escudo por lo que pudiera pasar. No contesto a sus preguntas y formulo las mías después de un sonoro escupitajo al suelo.-¿Quién eres tu?¿ por qué los mineros muertos se levantan?y lo más importante.....¿hay otra salida? Ya no me iba un carajo en esta empresa, dijese lo que dijese la doña. Quería salir de aquí de una pieza.

   Mientrás habláis Aritz consigue ponerse en pie. Esta zona no parece muy segura, de vez en cuando un temblor lejano retumba en donde antes estaba la escalera y había un pozo, así que con cautela, todos, bajáis por el tunel. Charláis entre vosotros e intercambiais opiniones.

   El tunel baja en una leve pendiente, un olor a moho y decadencia impregna el lugar, grandes moscardones zumban aquí y allá, charcos pestilentes aparecen regularmente. Una ligera brisa, gracias al sistema de ventilación de la mina, recorre el túnel, pero también os trae un hedor a heces y vómitos. Algún musgo o raiz subterránea aparece de vez en cuando, pero está putrefacta y podrida.

   Al fondo, os parece que el tunel desemboca en una caverna natural, pero desde vuestra posición, no hay forma de saberlo.

Debí bajar por la galería me quejo para mí Encontreme con gente maleducada. Miro a quien me pregunta sin antes contestar, le sostengo la mirada y finalmente suspiro.

- ¡Cagonros! Taba yo trabayando aquí cuando el túnel que tabemos cavando y asegurando cayose enriba nuestro, aunque solo atrapome a mí, desperteme al tiempo con una herida en la mio cabeza - digo señalándome el lugar la herida -, y los mios compañeros taben tiraos nel suelu con la cabeza fecha un estropiciu y con les entrañes esparcies pol suelu. De porque levantense los muertos nun tengo ni idea, y nun tengo idea de si hay alguna otra salida, pero bajando por la galería de la que vengo el camino sigue, ye la nuestra única opción - digo dándome la vuelta para desandar lo andado -. Ye el mi primer día y yo pensando que no podía ir a peor.

Comienzo a caminar a una velocidad a la que creo que me pueden seguir y pronto los tengo pegados a la chepa.

- Entos ¿tendréis a bien explicarme como llegasteis hasta aquí? - pregunto.

Como hoy es mi primer día de trabajo aquí no conozco lo que hay más allá. Pasamos por el último punto conocido por mí, veo el túnel derrumbado, suspiro al continuar más allá, la mina seguía, pero el trabajo no nos había llevado más allí, seguramente habrá una salida más adelante, pero no tengo ni idea de como está todo, si ha sufrido o sufrirá derrumbamientos.

Entre el mal olor de nuestra ruta subterranea llegamos a un punto donde podemos vislumbrar la posibilidad de que el túnel desemboque en una caverna. Si estoy en lo cierto, es posible que no tardemos en salir.

- Tal paez que al final acabaremos en una caverna, espero que tengamos suerte ahora - les comento.