Partida Rol por web

Durante los dos siguientes meses no volviste a tener noticias de Águila Cabeciblanca. Tenías preparados tu traje para cuando él contactara contigo, y tampoco había noticias suyas (más allá de su último golpe, es decir, el que dió contigo) en las noticias y periódicos. Parecía que se hubiera esfumado. Tú seguías tu día a día, recuperándote bastante bien*. Cierto día los informativos dieron una noticia de cierta preocupación: cortes intermitentes en toda la ciudad, en todos los distritos. Lo que parecía un gran defecto en los suministros generales de la ciudad, pronto se tornó en preocupación: los cortes de luz eran constantes yno se sabía el motivo. Finalmente la policía informó, mediante reuniones vecinales en toda NO que el suministro eléctrico  de la ciudad estaba detenido. A ello acompañaron toda clase de precauciones para evitar que cundiera el pánico. Hasta se impuso un toque de queda nocturno para evitar lo inevitable: saqueos por la ciudad, robos en negocios y viviendas particulares y un sinfín más de delitos comunes en este tipo de situaciones. Nueva Ohmina vivía una crisis sin saber muy bien a qué era debido, y tampoco el alcalde ni ningún agente del gobierno daba información de qué ocurría... Oiste disparos no muy lejos de tu loft, y incluso unos cristales rotos a lo lejos, producto de algún saqueo... ¿qué haría en esta situación el Águila Cabeciblanca? ¿Y dónde estaba?

Ya habían pasado dos meses desde que Águila y yo asaltamos aquel edificio. Dos meses en los que Green Archer había estado desaparecida para toda la ciudad. No sabían nada de mis heridas, la cuales tuvieron que ser abiertas de nuevo para sacar las balas y esperar a que se cerrasen de manera natural. Durante este tiempo me había tentado usar mi poder nuevamente sobre ellas, cerrarlas como en aquella noche... pero por el comentario del carnicero que me sacó las balas, la cicatrización no había sido muy buena. Supongo que fundir la carne para que se una, no es la mejor de las maneras de curar algo.

Así pues, permanecí aquel tiempo en casa, tomándome más enserio que nunca el entrenamiento físico, hasta donde mis heridas me permitían. Había conseguido una baja médica por un accidente, así en la Universidad no se preocuparían demasido por mi larga ausencia y había conseguido que me trajesen los apuntes a casa casi a diario. La verdad era que teniendo dinero podías comprar cualquier cosa en aquella ciudad y, a pesar de ser algo ilegal, no lo veía tan malo como lo que hacían los criminales de verdad.

Pero me preocupaba no saber de mi héroe y compañero de una noche en todo aquel tiempo. Al igual que Green Archer, él también se había esfumado. La última vez que le vi fue cuando planeó y atrapó al cabecilla de la banda tras dejarle cojo con una de mis flechas. Quizás también resultase herido y estuviese recuperándose como yo. Aunque me daba que Águila Cabeziblanca no era de los que se detenían por una o dos heridas.

Que no hubiese justicieros en la ciudad, pareció crear un efecto negativo en ella. El crimen comenzó a aumentar poco a poco y unos extraños apagones parecían ayudar a ello, hasta que la luz dejó de funcionar en NO y la oscuridad y el miedo comenzaron a tomar las calles de la ciudad por la noche. Ni en este momento tan crítico aparecía Águila. Pero yo aún seguía allí, no al cien por cien, pero podía comenzar a restablecer el orden en la ciudad e investigar sobre aquel apagón.

Había llegado el momento de enfundarme de nuevo en mi traje verde y sacar el arco y las flechas de su escondite. Ganar tiempo para que Águila reapareciese o quizás lograr que la ciudad volviese a recuperar el suministro eléctrico sin él. Pero algo si tenía claro: mi ego necesitaba la admiración de la ciudad.

No tardé en salir del edificio en hurtadillas, usando la escalera de emergencia de mi loft y moviéndome deprisa hacia el lugar donde había escuchado los disparos.

Aquellos disparos te alertaron. Habían resonado en tu cabeza minutos atrás, y cuando saliste del edificio, enfundada en el alter ego de la arquera verde, volviste a escucharlo, pero ahora desde otro ángulo: la ciudad estaba siendo arrasada en sí misma, tomada por los propios habitantes y saqueada por la calamidad que los apagones estaban provocando. Viste cómo en una esquina en una tienda 24 7 se había empotrado un cádillac, habiendo provocado un alunizaje y sus dueños se encontraban sacando de allí cuanto podían; al final de la avenida, en una popular licorería, dos tipos con improvisados pasamontañas salían a punta de pistola del establecimiento mientras el dueño intentaba seguirles y pedir ayuda. Decenas de papeles y numerosa basura se acumulaba en el asfalto y nadie parecía querer andar por las aceras: NO comenzaba a ser un lugar fantasma, un lugar de discordia y aberración. Militares y policías no daban a basto en los distritos...

Mientras caminabas por una tienda de aparatos electrónicos, víste en sus decenas de televisores colocados en el escaparte a modo de panal cómo los informativos retransmitían a un periodista que hablaba acerca de lo que estaba pasando: colapsos, saqueos y sobre todo un gran apagón que, según un par de testimonios, habían sido precedidos por una visión bastante inquietante; por lo visto, antes de los cortes de luz en todos los distritos, vieron una forma geométrica iluminada que descendió del cielo hasta sumergirse en el río que atravesaba junto a NO.

Unos vídeoaficionados habían grabado rudimentalmente la gran forma descendiendo, y la calidad pésima del vídeo (enviado a las noticias locales) dejaba entrever que algo no iba bien: esa gran masa de acero o férrea descendía del cielo lenta, pesadamente y controladamente, hasta así desaparecer bajo el agua (como antes se había descrito). Aquello hizo que tu corazón volcase mientras mirabas el escaparate de la tienda de televisores. Más que nunca te acordaste del protector de la ciudad, aunque seguramente tantos otros pensaran que aquella extrema situación tan sólo era culpa del maldito Águila Cabeciblanca.

Una explosión hizo que tu cabeza girara hacia un lado, a unas cinco o seis manzanas, y la deflagración subía por encima de tejados y azoteas. Claro que, ese envite hizo que tus ojos se centraran en el callejón que tenías al lado: un lúgubre callejón en el que cuatro siluetas fluorescentes que emitían pequeñas chispas eléctricas por sus extremidades y cabeza se escondían en las profundidades de la ciudad: descendían por las alcantarillas...

La ciudad se estaba desmoronando. Los índices de criminalidad se dispararían como nunca. Las pandillas crecerían y la mafia se haría con la ciudad. Ellos serían la nueva ley y sus guerras el día a día. Jamás sería capaz de enfrentarme a todo eso yo sola, pero aún no había empezado y se podía evitar. Mi mente viajó hacia el futuro, viendo la portada de los periódicos de la ciudad en mi cabeza.

Eso me hizo sentir bien. La Salvadora de Nueva Ohmina.

Sacudí la cabeza. Si quería que aquello fuese realidad, tenía trabajo por hacer. Encontrar a Águila y... Una explosión a unas cuantas manzanas llamó mi atención. Esta lejos de allí, demasiado. Debería usar un medio de transporte... una moto... Las chispas que parecían salir de un callejon, provenientes de cuatro figuras fluorescentes, llamaron mi atención. No sabía que eran pero, las chispas que soltaban me decían que estaban detrás del apagón.

No me lo pensé dos veces y corrí hacia el callejón. Debía alcanzarlos, seguirlos... o quizás enfrentarme a ellos y sacarle al último en pie la información tal y como haría Águila Cabeziblanca: sin compasión.

Procuré acercarme sin hacer demasiado ruido al correr. El plan era sencillo: usar mi sigilo para seguirles. Ellos eran cuatro y no sabía que podían hacer, pero dudaba que usasen pistolas. Si me descubrían me tocaría enfrentarme a ellos o huir... pero eso lo valoraría en su momento.

Te dirigiste hacia el callejón con tu mente puesta, en parte, en el Águila. Avanzaste discretamente unos pasos, cubriéndote en el refugio de la sombra que la noche y el apagón albergaban. Cuando te acercaste a la boca de alcantarilla viste que la tapa estaba a un lado, y un resplandor en el interior se atenuaba poco a poco hasta que desapareció. Tan sólo el leve refulgir de las luces de emergencia de las alcantarillas eran las improvisadas iluminaciones que había allí...

Una vez bajaste viste la estructura de la zona profunda. Un río de aguas fecales con dos bordillos a cada lado y algunas estrcturas metálicas a modo de puente e ciertos tramos. El olor era nauseabundo y notabas mucha humedad allí dentro.

Tu instinto te decía que algo no iba bien. La prueba de ella era que había parte del cableado del gran tramo de alcanarilla (un túnel que se extendía recto a izquierda y derecha), estaba en ciertas partes mordido y destrozado. Pero sólo ocurría en una de las direcciones...

El olor de la alcantarilla pronto se metió en mi nariz. Realmente apestaba a cloacas. No sabía como las ratas podían vivir ahí y menos aún como aquellos sujetos se podían mover por aquel apestoso lugar. Comencé a caminar siguiendo su chisperreteante estela sin saber bien hacia donde iba. - ¿Realmente tengo que meterme aquí para salvar la ciudad? - Me pregunté mientras caminaba procurando no solo no mirar lo que flotaba en el agua, sino que además trataba de que mi mente no tratase de adivinar lo que era.

Pero algo me llamó la atención en aquel oscuro y apestoso lugar. El cableado estaba peor que las puntas del pelo de un rastras. Lo observé de cerca y llegué a una clara conclusión: o las ratas habían cambiado el tipo de dieta o bien eso tenía que formar parte del apagón de la ciudad. - De paso pondré una denuncia al ayuntamiento de la ciudad por tener el cableado en el mismo lugar que las alcantarillas. Esto es muy peligroso. - Pensé para mí mientras retomaba mi marcha siguiendo esa pista.

Sin duda que aquel lugar contrastaba demasiado con tu personalidad, modo de vida y lugares donde te movías. ¿Las alcantarillas? ¿Quién diantres se atrevería a bajar allí abajo para experimentar el sabroso olor a cloaca? Sin embargo, esos prejuicios (o al menos parte de ellos) se esfumaron cuando hubistes de bajar allí y ver el cableado deteriorado.

Tras seguir la pista gracias a las luces de emergencia independientes del suministro corriente, llegaste a una zona más amplia, donde el río de agua sucia se estrechaba pero sus aceras laterales se ensanchaban. Allí el cableado se multiplicaba, pero había cinco tipos idénticos a los que viste colarse por la tapa del callejón... ¡eran esos seres luminosos! Eran cinco, y las manos de todos ellos tenían entre sus dedos segmenteos de cableado eléctrico, mientras que con su boca estaban literalmente absorbiendo con ella energía (como si estuvieran bebiendo de los propios clables). Millones de electrones pasaban del metal de los cables a su propio sistema interno. 

Enseguida se percataron de tu presencia y corrieron hacia tí. Parecían ser en principio incorpóreos, puesto que muchas chispas y luminarias salían de su cuerpo, pero enseguida te diste cuenta de que formaban una especie de red volumétrica que los hacía "físicos" y tangibles...

Aquellos seres, pese a apariencia humana, trataban de esquivar tus flechazos a base de movimientos; pero no apartántose o cubriéndose como era lo usual: si una flecha se dirigía a su cabeza o a su brazos, éste replegaba tal parte dentro de sí y la volvía plegar instantes después; y todo en fracciones de segundos. Era un proceso inverosímil y asqueroso, pero tus ojos debían acostumbrarse a ésto.

Tres de ellos se lanzaron hacia tí y te golpearon varias veces. Aquello no te gustaba pues te estaban rodeando y estabas en clarísima inferioridad numérica. Sin embargo, el poco consuelo que tenías era el haber visto las consecuencias para los rivales a los que tú golpeaste: habían quedado tan malparados que las zonas corporales donde habían volado tus flechas se deshacían... como si quedaran laxas e inservibles. Ello también hacía que su movimiento fuera nefasto, por suerte...

Eran demasiados para mi sola. ¿En qué estaría pensando cuando me enfrenté a ellos? - Sus golpes dolían y se movían demasiado deprisa para que pudiese mantener una distancia lo suficientemente segura como para darles y que ellos no me tocasen a mí. Ya había visto lo que eran y lo repletentes que resultaban. Estaba claro que no eran humanos y dudaba que su poder se debiese a algún don especial... eran todos iguales...

Mi mejor opción en ese momento era tratar de huir y salvar mi pellejo. Muerta no serviría de nada a nadie y podría luchar otro día. Con suerte incluso, con un plan en la cabeza que funcionase. Pero les tenía demasiado encima... debía seguir luchando.

Tu arco se tensó demasiadas veces, y tales veces disparó virotes en varias direcciones. Aquellos seres iluminados parecían no seguir un único patrón, y era el de destruir (el de destruirte). Dos de ellos estaban algo tocados gracias al anterior lance, pero aún así todos intentaron golpearte... Al igual que segundos antes, algunos de ellos lograron golpearte en estómago y en el rostro, pero en cambio tú lograste atravesar sus cuerpos con tus flechas. El oscuro tramo de alcantarilla era el único testigo del combate.

Llegó un momento en que uno de ellos se hizo trizas, como el cristal. Atravesaste su cabeza con una flecha y cayó de espaldas, golpeándose con el suelo de aquella tubería. Luego explotó en mil pedazos como el vidrio. El resto contempló aquel fenómeno y se juntaron todos entre sí, como solapándose unos junto a otros. Sus cuerpos comenzaron a fundirse y sus partículas de luz azuladas a combinarse unas con otras. El espectáculo era interesante a la par que aterrador. En pocos segundos, los cuatro seres que aún quedaban frente a tí habían convergido en un solo ser, algo más alto y musculado. Sin embargo, lejos de seguir atacándote, huyó. Su carrera era realmente veloz, y pareció seguir el camino del cableado mordido adosado a la pared de la alcantarilla...

"¡¡¡AAAAAAAAAAAAAhhhh!!!" -entonces una voz... de fondo-. Era... Era...

¿Acaso era él?

¿Volvías a escuchar su voz tras dos meses de exilio o retirada?

"¡Sucia efigie! ¡Pagarás por ésto!" -se oía de fondo, en el algún tramo del subsuelo no muy lejano.

Efectivamente, era su voz.

Me vía en una clara desventaja y me daba cuenta de mi error de seguir enfrentándome a ellos. Aunque mi esperanza al ver como caía una de esas cosas y se rompía en pedazos, me hizo animarme un poco. Sobre todo al ver como detenían su ataque y se juntaban unos con otros... fusionándose. A pesar de que el espectáculo de luces y su fusión fueron algo realmente maravilloso de contemplar, ver como podían juntarse de aquella manera me resultó realmente escalofriante.

El resultado final fue de lo más aterrador. Habían formado entre todos uno más grande, fuerte y sin duda poderoso. Aquello me hundió por completo. Aún así coloqué una flecha en mi arco y lo tensé. Si debía morir allí, al menos sería luchando.

¿Por qué vine sola? ¿Dónde está...?

Para mi sorpresa, aquel nuevo ser salió corriendo en dirección contraria a mí. Huía del combate. No lo entendía puesto que yo no aguantaría mucho más. De hecho, respiré tranquila al ver como se alejaba y, no se si por pena o si fue por devolverle el favor, bajé mi arco y le dejé correr lejos. Además, a esa velocidad, jamás le alcanzaría y yo no estaba para mucho más, salvo regresar a casa, cambiarme de ropa y buscar a un médico clandestino que me parchease los golpes recibidos.

Pero un grito resonó a lo lejos y una voz familiar retumbó por el alcantarillado. No estaba segura de si era él o no inicialmente, pero... Es él... lo se...

Usando el arco como improvisado bastón, comencé a caminar hacia el lugar donde había escuchado el grito y aquella voz. Todo el cuerpo me dolía y me costaba respirar un poco. Seguramente tuviese una costilla rota. O más. Me detuve donde la criatura explotó y busqué algún resto de su cuerpo, si podía llamarle así a aquellos cristales. Quizás encontrase a alguien que pudiera analizarlo. A fin de cuentas, el dinero puede pagar muchas cosas, incluso el silencio. Retomé enseguida mi camino, sintiendo en mi boca el sabor metálico de la sangre de mi labio partido y pensando en el aspecto que tendría mañana por la mañana, cuando despertase de esta pesadilla.

Tomaste una muestra de los restos de aquellos tipos. Sin embargo, al tocarla con las manos, la "carne" corporal no era sino una gelatina viscosa que se derramaba por tus dedos. Dedujistes que todas aquellas chispas y electricidad corpórea no era sino transportadas por su cuerpo a través de este gel, que actuaba como una especie de conductor. Nada pudiste llevarte más que una sensación asquerosa entre tus dedos.

Acto seguido caminaste orientándote por el sonido de aquellas voces a través del alcantarillado. A cada paso que dabas notabas la humedad en tus huesos, así como el amargo sabor de la sangre y el dolor pesado de tu cuerpo y tus heridas...

Te diste cuenta que la voz era cada vez más clara, y más gruñidos percibías a cada paso. Casualidad o no, los sonidos te llevaban por la misma gruta del subsuelo que seguía el rastro de los cables mordidos y adosados en las paredes. Tras unos minutos caminando, contemplaste el terrible espectáculo:

llegaste a una sala amplia semiinundada e iluminada, llena de cableado por todos lados; aquello parecía una especie de centro de operaciones, aunque más bien parecía una especie de improvisada central eléctrica donde se manejaba electricidad de alguma manera. Tuviste por cierto, y así lo sentías que desde aquel lugaro se absorbía toda la energía de la ciudad.

Sin embargo, no era lo más interesante que tus ojos vieron. Allí, en medio de la sala con cableado imposible, un ente alienígena (en realidad una especie de mezcla de ser cibernético y extraterrestre) portaba en su cuerpo más y más cableado, todo ello terrible y retorcidamente adosado en su cuerpo. Además, aquel terrible ser estaba luchando contra el Águila Cabeciblanca.

¡¡Archer!! -gritó el Águila nada más reconocerte, el cual, por cierto, que estaba en clara desventaja contra el ser (ya que lo tenía entre sus garras cibernéticas y un panel eléctrico lleno de cables-. ¡H-U-Y-E!

No podía creérmelo. Estaba allí, herido y con aquella cosa a punto de destrozarle y me decía que huyese. La verdad es que no hubiese podido aunque hubiera querido. Casi no podía andar, como para huir. Caminé lo más rápido que pude hacia una pared, buscando apoyo en ella. No iba a dejarle ahí y así. No podía hacer nada sin él. Además, desde aquella noche de hacía dos meses... no había dejado de pensar en él hasta ahora.

No dije nada, pues no quería perder mi ventaja actual: el factor sorpresa. Aunque viendo aquel ser la que realmente estaba sorprendida era yo. Miré el cableado de su cuerpo y supuse que era aquel ser el que estaba absorviendo la energía de la ciudad, como si se tratase de una garrapata en la piel de un perro. Y solo había una manera de quitar a un parásito de su huesped: arrancándolo.

Saqué un flecha y coloqué mi mano sobre su punta. Mi poder la dio una nueva forma, ahora la flecha no era un proyectil perforante. Gracias a su nueva forma, similar a la de una espátula pero afilada, era un objeto cortante. Coloqué mi flecha en el arco y lo tensé y apunté a aquellos cables que salían de su cuerpo y se unían al cableado de la ciudad. Debía desconectarle de la misma. Si eso no le debilita... no se que lo hará... - Pensé mientras la flecha volaba hacia algún mogollón de cables, esperando que cortase más de uno en su vuelo, mientras preparaba una segunda flecha con similar características.

Aquella flecha de punta recta y afilada salió volando desde la entrada de la sala del alcantarillado. Acto seguido logró rasgar uno de los tantos cilindros de cable que estaban adosados al cuerpo de aquel ente. ¡¡ZRRAAASSS!! El impacto provocó un pequeño cortocircuito y el cable desprendido despidió varias ráfagas de chispas... Entonces el ser se giró, y Águila aprovechó para golpearle en el rostro.

El puñetazo resonó en la gran sala, pero la armadura del rostro de aquella criatura no hizo sino dañar al propio enmascarado... Fue entonces cuando la bestia se abalanzó sobre el Águila y abrió sus enormes fauces, una vez desprendida su infame máscara...

Entonces escupió al superhéroe una sustancia viscosa, impactándole en el rostro y adheriéndole a él el fluido. Águila gritó, llevándose las manos al rostro.

¡¡¡AAAAggghhh!!! -pese a que la máscara pudo protegerle algo, parecía dolerse en exceso-.

Y antes de que pudieras hacer nada (ni tan siquiera volver a cargar una flecha), la criatura tomó a "tu mentor" por el cuello, levantándolo en el aire. Viste que tenías las alas de su supertraje rasgadas y quebradas (fruto, seguramente, de una lucha previa muy dura). Entonces apretó su cuello. Más y más. Cada vez más...

¡Ar...! ¡Ch...ch! -el Águila intentaba hablar, y se llevó su mano a su cinturón, justo donde tenía adheridos de alguna manera unos pequeños compartimentos-.

Entonces introdujo los dedos enguantados en uno de ellos y extrajo una especie de frasco. Aún en el aire, logró lanzarlo, a media distancia entre tú y la bestia. Giró sus ojos bajo la máscara y percibiste su mirada, te quería decir algo; Finalmente la bestia eléctrica apretó su garra y giró su muñeca: aquel movimiento de gracia fue prácticamente mortal para Águila Cabeciblanca, pues habías notado un crujido imposible de sus vértebras.

El pájaro había sido derribado.

Y ahora el cazador te miraba a ti. Se lanzaba hacia tí.

No, no, no... - Era todo lo que tenía en mi cabeza en el momento que aquella cosa hizo crugir el cuello de mi héroe, dejándole caer como una marioneta rota.

- ¡NOOOOOOOOOOO! - Exclamé al verle en el suelo, sin moverse... sin duda sin vida.

Lloraba. Lloraba por él y por mí. Pero debía parar aquello, por los dos. Sin duda el frasco era algo importante para él, aunque no sabía bien el que... ¿la clave de toda esta locura? Debía recuperarlo. Evitar que aquella cosa me tocase... no tenía demasiadas fuerzas... Y... ¿cómo usarlo? De servir arrojarlo a aquel ser lo hubiera hecho el mismo. Quizás...

Me lancé lo más deprisa que pude a por el frasco aquel, aguantando el dolor físico, que parecía calmar al interno. La idea era sencilla, fundirlo junto a una de las flechas y ensartarlo en el cuerpo de aquella cosa. Y ahora que le veía el asqueroso careto, el mejor sitio donde ponerlo era aquel... - No se si lograré esquivarle una sola vez...