Partida Rol por web

William dio un pequeño paseo con la mirada por toda la habitación en la que se encontraba, junto a los demás. -* Vamos Will, haz algo. No puedes quedarte aquí parado.*- pensó, mientras daba un par de pasos de reconocimiento por la habitación, con el dedo índice apoyado entre sus dientes.

Tras un par de segundos, se paró "casualmente" frente a Lorina Baddock. - Oh, buenos días. Mi nombre es William. William Blunt. - dijo, tomándole una mano a la señorita y llevándosela a los labios para besarla, mientras postraba una rodilla en el suelo. - Gracias por acogernos en su casa, bella dama. - 

Sí, me conoce, no estoy loco. Pero qué hace? Me está BESANDO ¡¡ Nunca nadie me beso con esta ternura. Está repitiendo la misma frase que me dijo Edith al despedirse. Estuvimos juntos en toda aquella locura, sin duda alguna. Noto como una pequeña lágrima cae rodando por el contorno de mis abombadas mejillas.

-Por supuesto que la acompaño, querida Genevieve. – le digo mientras camino a su lado con zancadas cortitas. – y otra cosa mas, señora – le digo con voz queda. – muchas gracias por su amabilidad para conmigo. Nunca lo olvidare, téngalo por seguro.- le digo mientras sonrio y sigo caminando junto a esta mujer excepcional.

Seguía mirando a mi alrededor como si estuviera en el palacio de la reina. Y en parte así era teniendo en cuenta mi estilo de vida pero sabía que no estaba allí por la decoración.

Con desgana dejé de mirar el candelabro y me centré en el resto de gente que había venido conmigo. ¿Por qué querría aquel tipo, si es que era inspector de policía, reunirnos a todos en esta casa tan elegante? ¿Colaboración tras un asesinato?

Al oír aquella palabra se me había erizado todo el vello del cuerpo y había conseguido reprimir in extremis las ganas de huir. No sabía muy bien a qué asesinato podía referirse pero cualquiera de las opciones bastaba para dejarme intranquila y suspicaz.

De vez en cuando lanzaba furtivas miradas hacia Will. - Se llamaba Will, ¿verdad? - Sabía que para él yo era invisible ahora mismo y que no sabía de mi existencia pero no podía dejar de pensar en la extraña coincidencia.

Él... Alice...

Demasiadas casualidades. Y uno no duraba mucho en las calles si no tomaba precauciones.

Así que me dediqué a mirar a los que habían venido en el carruaje. Algunos me inspiraban más desconfianza que otros. Amy y Will los que menos. El hombre negro me hacía tener sentimientos encontrados. Por un lado era el único que era tan pobre como yo, y eso siempre unía algo, pero sabía muy bien que en la calle eso equivalía a ayudarse unos a otros o a robarse el poco pan que tuvieras. Así que había que tener un ojo abierto siempre pero en aquel ambiente éramos lo más parecido a aliados. El enano también parecía agradable, al igual que el chico. Las mujeres también me hicieron recelar. Todas eran más guapas y más elegantes que yo. Me sentía como el gato feo y bizco que nadie quiere cuando hay una nueva camada.

Pensé en lo injusta que era la vida. Por el simple hecho de haber tenido unos padres y no otros ellas habían pasado una infancia alegre y sin privaciones. Siempre un plato de comida en la mesa, ropa en sus armarios y agua caliente para darse un baño. Yo comía mal un día de cada dos (el otro no comía), no tenía otro vestido y no recordaba la última vez que me había dado un baño voluntariamente.

Que te empujen al río no cuenta.

Pero el hilo de mis pensamientos quedó interrumpido tras ver a una de aquellas mujeres plantarse delante del enano y darle un beso en la boca.

Joder. No lo hubiera esperado en la vida.

Y no es que el hombre fuera feo pero sabía que todos los que no encajaban en la "sociedad" solían ser rechazados y humillados.

Quizás haya esperanzas para mí también.

Genevieve siguió caminando a la habitación, aunque cuidó sus pasos para que el enano pudiera seguirle y al decirle ello, le sonrió cortésmente - Mi buen señor, no recuerdo haber hecho algo que me haya hecho merecedera de vuestro favor a tal punto - su acento denotaba inmediatamente su origen y su forma de expresión también.

- A pesar de ello, lo tomaré como un presente de lo más especial - tras encontrar un lugar adecuado para sentarse con Laszlo, se dejó caer con la suavidad que el viento acaricia su piel en las frías noche londinenses y con una gracia tan felina que parecía haber sido entrenada con gran ahínco.

Solo esperaba que su anfitriona no demorara mucho. La curiosidad empezaba a hacer mella en su paciencia. Cerró la sombrilla y la apoyó en su antebrazo.

mas atrás y más distraída que el resto, avanzó por la retaguardia, sin prestar mucha atención al esplendor de ese sitio, o lo cuidado de sus jardines, todo ese dinero gastado en arbustos y flores, y podría alimentar a varias familias por mucho tiempo. Era desalentador pensar en la opulencia de algunos, era violentar la dignidad de otros que no tienen ni para comer mientras que otras tienen para usar exquisitos tocados y maquillaje para ocultar su naturaleza mundana e igual a los mismos harapientos que desprecian.

Hablando de presisamente eso, una joven ataviada de una manera propia de una aristocracia arrogante y banal los salió a recibir, ahí, recién parece reaccionar, llevando sus ojos claros haci esa mujer y hacia ese camino, pero solo puede pensar en el sueño, en los nombres que ahora sabe que si existen, y las voces. Miró sus manos, quizás era la oportunidad de usar "aquello" para lo que fue realmente encomendado, y no sólo para entretener. Pasó saliva, ahora miraba a aquel hombre de piel oscura, no ha hablado, no le ha dirigido la palabra, él era la clave para saber si lo visto anoche fue cierto o no. 

Así que, como una sombra, como una pelusa suspendida en el aire, que nadie nota, siguió más atrás, sin atreverse a hablar, procurando no perder detalle alguno de nada.

Noah permanecía en silencio mientras observaba todo.

Lo odiaba. Odiaba estar rodeado de tanto lujo y dispendio. Pero no era solo el lujo lo que alimentaba su odio, tal como podría alimentar a una familia entera por séculos. Era el recuerdo de la familia a la que había servido lo que hacía que hirviera su sangre.

Sabía que la pobre adivina, que había conocido durante el sueño, estaba agobiada y, en lo más profundo de su ser, enterrado durante ya hacía mucho tiempo, creía que debía tener una palabra amable con ella; pero sabía que esa palabra no llegaría. No en ese instante, al menos.

A pesar de todo lo sucedido, no se había sentido atrapado en ningún momento. Sabía que podría salir de allí con bastante facilidad si se lo proponía, pero la curiosidad era enorme. Tenía que hablar con la muchacha y averiguar que era lo que sabía. Podría forzarla a decírselo si era necesario, pero una parte profunda de su ser le decía que eso era horrible, se lo decía con voz de mujer, o de niña, dependiendo del momento. Sabía que podía dominar las voces, callarlas y no volver a oírlas nunca; pero no lo haría, tenía que volverlas a oír, aunque no le dijeran lo que quería escuchar.

La señorita Lorina esta justo en el pasillo, de espaldas a ti esperándote. en ese momento suena la campana de la puerta y como si ero contraviniera con sus planes, lanza un resoplido y mira al techo, como si de una plegaria fuera.

-Oh...vaya! ¿Y quien mas!?..- masculla por lo bajo mientras mira de reojo a la puerta del baño donde estas, como valorando si abrirla o esperarte.

Al final con aire de desagrado, recoge sus vestidos y se dirige a la puerta para abrir al nuevo invitado. en ese momento tienes vía libre.

Sin embargo, mientras escudriñas y resoplas aliviado de que Lorina se haya marchado, algo te inquieta. Un susurro, una voz... no podrías definirlo de otra manera. Algo te llama, inevitablemente, a la habitacion sin decoracion que tienes justo enfrente. La del gran espejo.

El niño pedido corretea de un lado a otro dentro de esa habitación. Solo ves su sombra y quizás algún jirón de sus oscuras ropas. Luego ves que se para delante del espejo grande tapado.Con intriga. Se anima a tocarlo, levemente. Y enseguida retira la mano. Te mira y después al espejo, como preguntando que hacer. Al final termina por esconderse detrás de el mientras te mira.

Por tu parte algo te llama y al poco rato, sin saber como, te encuentras frente al gran espejo tapado. Como si de un canto de sirenas fuera tu mano se alarga hasta la sabana que lo cubre.

Esa noche tuviste pesadillas, como no podría ser de otra manera.

Te despertaste de la cama, solo. Tu querido ayudante que esa noche durmió contigo, acunándote como si fueras un bebe, te ha dejado descansar lo poco que has podido, y puedes oír como su trajín diario  comienza en el salón. Ordena tus cosas, y sabes que te ha hecho también el desayudo, pues hueles a tostadas y Té especiado. Probablemente las haya dejado en tu escritorio, esperando que cuando te levantes desayunes con el.

Maldita sean los Badcock! Nunca habías temido por tu muerte porque nunca la habias visto. Esta vez, no podrias decir que le vieras, pero si sentiste el dolor y la desesperación de la gente, incluso tu miedo se hacia sentir. ¿ o quizas lo vistes realmente y te niegas a aceptarlo? De cualquier manera , tu también estas en peligro.

La muerte de la señorita Lorina estaba tan cerca... 12 horas..o quizás menos. En cuanto al resto, no sabrías definir si realmente morirían a la vez que Edith o quizás mas tarde... todo en un máximo de 24 horas.

La puerta de tu habitación de abre lentamente mientras Elijah asoma su cabeza para ver si estas despierto.

- Edward? Señor...Edward? - Se corrige a si mismo cuando te ve medio adormilado en la cama y mirándole desde allí.

Por algún extraño motivo, aun que sea tu amante o como lo quieras definir, el sabe perfectamente que durante el día, su trabajo es cuidarte como si fuera un becario. Nada mas. En la intimidad, las fantasías de vuestras mentes rozan lo prohibido. Mientras tanto, su profesionalidad nunca quedara en entredicho. Bendito seas Elijah!

-Señor... debería levantarse.- abre la puerta del todo y entra. Descubre las cortinas para que entre mas luz. Y mientras te incorporas en la cama el se acerca al galán de noche y te acerca tus ropas. El, por su parte, se acerca al espejo, y se peina un poco algunos mechones de pelo mientras se ajusta la pajarita que siempre lleva.

-Quedo con la señorita Alice esta mañana. No debería retrasarse...- Te mira de reojo y comprende tu cara de interrogación. Te sonríe - O señor, dígame que puedo ir con usted, se lo suplico! Uno nunca tiene la oportunidad de visitar a los grandes ricos, señor...- te solicita mientras se mira en el espejo sin volver la vista atrás.

Ois todos la campanilla de la puerta. Alguien mas viene.

Al momento veis pasar a la señorita Lorina apresurándose para abrir la puerta y pasa delante vuestra, sin Victor.

-Id pasando, por favor, Mi hermana esta esperándoles ...yo...yo, voy a abrir la puerta. Enseguida estoy con ustedes.- Dice mientras os dedica una sonrisa.

Es extraño, ¿verdad? Una gente tan rica y que ellos mismos tengan que abrir las puertas. ¿No existen para ello las amas de llaves o los mayordomos?
 

Roy os mira a todos. Uno por uno, y muy orgulloso el, decide entrar primero.

-Bueeeeno...pues nada, entrare yo primero. Los ricos son ricos, pero no muerden,¿ sabeis ?- Dice mientras os dedica la sonrisa mas falsa. - No mucho...claro- Añade mientras observa a Ashley y Noah.

Al abrir la puerta lo hace de par en par, y poco a poco vais entrando todos. Cuando todos estais dentro, el inspector cierra la puerta tras de vosotros.

La habitación es bastante opulenta y grande. No lo suficiente grande para un salón, pero si lo bastante para tener de todo y que todos entréis.

Las paredes están llenas de exquisitos cuadros de animales, sobre todo conejos y liebres. Hay un par de armarios roperos bastante viejos pero caros, sin duda. Probablemente antigüedades. El suelo esta adornado por una alfombra de terciopelo rojo y una pequeña chimenea, que esta encendida e  ilumina la parte principal.

Justo, en esta chimenea, inclinado sobre, ella esta un hombre, vestido de forma elegante pero sin distintivo de que sus ropas sean tremendamente caras. Clase media-alta, podría ser. Lleva un barba corta y cuidada. Os recuerda a un periodista o algo parecido. ¿Quizás un escritor? Podría ser, pues bajo uno de sus brazos lleva una libreta y un periódico. Al veros, simplemente sonríe. A todos sin excepción. Parece un hombre amable, y desde luego no hará ninguna distinción al dinero que tengáis.

En la misma pared, encontrareis un gran ventanal por el que entra la luz del día, y que a su vez , va a parar al jardín laberíntico.

En la pared opuesta  veis alguna cómoda y un tocador bastante bonito, lleno de un montón de cosméticos. El tocador, su espejo, está roto. Difícil maquillarse en el, posiblemente. A su lado una puerta que , lo mas seguro, sea el baño de la señorita Alice.

Al fondo de la habitación encontráis una cama adornada con un dosel bordado delicadamente. Al lado de la cama un silla de ruedas de madera. En el otro lado hay otra silla y alguien sentado en ella, una mujer, pero los doseles la tapan en parte y no discernís aun quién es. Y en ella a vuestra anfitriona. Parece que ha pasado un mal rato, puesto que aunque esta vestida con un delicado camisón de color amarillo, la veis un poco, desaliñada.

La señorita Alice se incorpora al oíros entrar. Tiene el aspecto de una niña pequeña. Una mujer que nunca ha crecido, dirían algunos. Su rostro marca una dulzura increible y comprensión eternas, y pese a no encontrarse del todo bien, guarda bien la compostura. Sus cabellos son castaños muy claros, casi rubios y están recogidos  con cintas de color amarillo, igual que el camisón. Quizás lo que mas llame vuestra atención es que pese haberse incorporado para saludaros, ella es ciega.

- Adelante, adelante . Dilculpen mi aspecto, he tenido una mala noche . Son mis invitados, por favor , acomódense donde puedan.- Invita Alice a todos.

Evidentemente, en la habitación apenas hay un par de sillas, cerca de la chimenea.

La muchacha que esta en la silla, al lado  de Alice, se acerca para decirla algo al oido. Seguramente que no hay sillas para todos.

¿Como es posible? La visteis morir!! Seria realmente un sueño? Pero el periodico dice que...¿Qué broma es esta?!

Esta persona es, sin lugar a dudas, amigos míos, Edith L.Badcock. Viva... desde luego.

Al ver que la señorita Lorina Baddock pasaba de su culo de una  forma prácticamente olímpica,  Will siguió caminando por la habitación, haciendo tiempo hasta que pasara lo que fuese que debía pasar. Continuó revisando a todos los personajes, uno por uno, con la mirada. Notó cómo una de las mujeres que allí se encontraban lo observaba, aunque no se preocupó en corresponder a las mismas; es más, si se preocupó de algo fue de hacer notar que no las iba a corresponder.

Cuando sonó la campanilla, el joven giró automáticamente la cabeza en busca del origen de aquel sonido. Venía de la entrada. -* ¿Aún falta gente? *- pensó, mientras seguía de reojo la ruta que hacía la Srta. Baddock.

- No estaría yo tan seguro... - murmuró cuando escuchó al Sr. Clarence hacer el comentario de los ricos que no mordían, dibujando una pequeña sonrisa picarona en la cara.

Esperó un poco para entrar, pero cuando lo hizo escuchó como aquel detective cerraba bruscamente las puertas. -* Madre mía, cuanta delicadeza... Este estará acostumbrado a quedarse con las puertas en la mano.*-  pensó, y sonrió ante la cómica situación de aquel hombre con una puerta en la mano.

Revisó la nueva habitación de arriba abajo, y se paró para contemplar fijamente al hombre que permanecía junto a la chimenea y, con toda la educación que había logrado recopilar a lo largo de su vida, se acercó a él. - Buenos días, caballero. Soy William Blunt, encantado. - dijo, con una amplia y amable sonrisa en la cara. Se quedó contemplando el fuego de la chimenea, pues le resultaba hipnótico. Le atraía el calor que ella desprendía. Tras un par de segundos así, se giró, y continuó visualizando la otra parte de la habitación.

Vio la cama, con la srta. Alice Baddock allí recostada. Puso toda su atención en las palabras de aquella dulce niña, hasta que notó cómo de la silla que había junto a la cama se levantaba cierta señorita para comunicarle algo a la niña. La mirada de William va directa hacia Edith Baddock. -*La conozco... Esta chica... ¡Esta chica!*- su mente hirvió al darse cuenta de dónde la había visto antes. Sin embargo, su expresión seguía siendo tranquila, simplemente interesada.

Comenzó a vestirse lentamente y con torpeza, aún no se despegaban sus párpados del breve y revuelto sueño, hubiese preferido no haber dormido y evitar las macabras imágenes que lo habían invadido, pero las fuerzas le fallaron. El resplandor del sol que se dejaba ver entre la bruma de Londres lo ayudó a ponerse en acción. El último amanecer , quería vivir cada minuto de ese corto día, y no dejaba de pensar que había comenzado diferente a otros, con Elijah a su lado, que aún en su silencio lo había sabido contener. Su corazón palpitó mas fuerte cuando vio su reflejo en el espejo, por un segundo, y se dibujó una sonrisa que nadie presenció. 

Alice... esa mujer lo había citado temprano y debía llegar a horario, siempre lo hacía y ésta no sería la excepción. Algo de él rehuía el encuentro, tal vez el saberse rodeado de imágenes agonizantes a su alrededor era un espectáculo que no quería presenciar, pero era un caballero y había dado su palabra.

La propuesta de Elijah le pareció inaceptable, ademas de tener que cerrar el negocio por demasiado tiempo, no iba a mostrarse en público con él, no lo hacía nunca y menos con gente prestigiosa. Pero se había portado de un modo increíble con él, ciertamente no tendría otra oportunidad de vivir esa experiencia en el futuro y además el corazón de Edward se estaba ablandando a medida que la muerte se acercaba. Tomó la mano del joven - De acuerdo, iremos juntos, eres mi socio después de todo, pero procura hablar poco y si ves algo extraño no te asustes- porque había dicho esas palabras? un sabor amargo invadió su boca, lo que sea que tenían por delante era ominoso, aún así el sol entraba por la ventana.

Tras seguir a Genevieve, me quedo de pie a su lado esperando acontecimientos. Y ,sin duda ,menudos acontecimientos¡¡ La mujer que nos presentan como Alice es ,sin atisbo de equivocación, Edith. La misma Edith que me beso en los labios y no pude salvar de las garras de la malvada asesina. Doy un tímido paso hacia ella para intentar despejar todos los nubarrones-

-Edith? Eres tú? Edith…pero cómo? Te vi morir después de que tu me…tu..que esta pasando aquí? – Me giro hacia Genevieve – Querida Genevieve, esta viendo usted lo mismo que yo?-

Noah entró en la habitación detrás de todos, no quería ir por delante. Se puso al lado del enano y miró con cautela a Edith... Quizá el sueño fuera premonitorio o algún ghede quería indicarle algo. Tendría que andar con cautela.

Decidió que era el momento de hacer preguntas, aunque no le gustaba ser el primero en hablar. Todavía no sabía que era lo que ha venido a hacer el resto de la gente.

¿Ha muerto asesinada su hermana gemela? dijo Noah de manera brusca. Quizá lanzar la pregunta lo más directamente posible, evitando las estúpidas florituras que los ricos solían usar para adornar sus palabras.

Víctor no pudo evitarlo. ¿Habrá alguien? ¿Será el camino a algún sitio? ¿Mostrará mi verdadera forma? ¿Me multiplicará por dos?

Todas esas cosas daban mucho, mucho miedo. Pero la curiosidad mató al gato. Además ¡el Niño Perdido no se atrevía y él sí! ¿Alguien da más?

Con su ya ensayada cara de curtido aventurero -¡qué ganas tenía de que le creciera un buen bigote!- apartó, abruptamente, la sábana del espejo. Y, olvidándose de que quería pasar desapercibido,le soltó a lo que fuera un grito de advertencia:

-¡TE PILLÉ!

Id pasando...

Aquellas palabras no auguraban nada bueno. Al igual que una gata callejera, apaleada por la vida, seguía arrugando la nariz y mirando a todas partes, como si esperase que de repente salieran unos matones a correrme de allí a puntapiés.

El inspector entró el primero y poco a poco fueron entrando los demás. Yo entré en medio del grupo ya que tampoco quería quedarme la última. Una vez dentro pestañeé un par de veces, sin dar crédito a lo que veía. Ni siquiera en mis más húmedos sueños había conseguido imaginarme tumbada en una cama como aquella. Y estaba segura de que no podría ni dormir sin sentir el frío suelo debajo. Y me parecía imposible pasar una mala noche allí, como la tal señorita Alice comentó una vez que estuvimos todos dentro.

Miré las palmas de mis manos, negras de mugre. Estaba segura que ninguna del resto de las mujeres, ni revolcándose en el hollín de la chimenea, podrían llegar a estar tan sucias como yo. Disimuladamente escupí un poco sobre ellas y las froté una con la otra y después en las perneras del pantalón. Por si tenía que dar la mano a alguien, cosa que dudaba.

¡¿Cómo?! ¡Pero si murió! ¡Dos veces!

Incapaz de disimular mi asombro contemplé a la chica que estaba al lado de Alice con la boca abierta. Y algunos de los que me acompañaban parecían estar tan sorprendidos como yo y comenzaron a hacer preguntas. Aquello era genial porque así no tenía que abrir la boca y podía limitar a escuchar nada más.

Al entrar en la habitación me sentía totalmente deshubicada. Normalmente mi lugar estaba entre los vasos, las jarras  e incluso las botellas detrás de la barra de mi  bar.

Pero aquella ostentosidad me dejaba sin habla. Silbé bastante sonoramente, pero lo hice sin darme cuenta y por ello mire al inspector  deseando que no hubiera sido demasiado alto mi silbido.

-Menuda habitación... ya la quisiera para usted, ¿verdad?- Dije dándole un codazo a la librera son un pequeña sonrisa.

Alice se nos presento como la anfitriona de la casa. Una niña mimada, aunque rondaría los 20 años de edad. Dulce, delicada... y demasiado ingenua, me temía. ¿Qué necesitaba de la dueña de una taberna?

Pero de pronto vi a esa persona que se ocultaba en un rincón. ¡¡¡Edith!!! ¡¡¡No podía ser! Como era posible la vi morir!!! Yo misma sostuve sus manos mientras se arrastraba bajo la alcantarilla, con una herida mortal en el pecho!!!

La cabeza me daba vueltas y la gente empezó también a hablar. Ellos estaban tan confusos como yo... tanta tensión!!!

Elijah te sonríe  con esa mueca de agradecimiento  que tantas veces te ha mostrado. Termina de colocarse la pajarita  y después se acerca a ti. Te da un beso en la frente y te ayuda a vestirte. Un buen traje, sin duda. Quizás uno de los mas elegantes, a la vez que cómodos que posees. La ocasión lo requiere. Ademas habrá mas gente. Tus...victimas , ¿quizás?

Te sientes como el verdugo ,que en vez de llevas la Hoz , portas un reloj maldito en la mano y con tu dedo acusador señalas al próximo.

Una vez listos, llamáis al cochero que os lleva hasta la zona más rica de la ciudad: Raphael Street 5th, Knights Bridge. Elijah está emocionado. Tu ya estuviste ayer allí , pero el parece que nunca ha llegado a mas allá de los barrios de Witechapel. Afortunadamente tú no vives allí y estás algo mas acostumbrado a las zonas ricas de la ciudad.

Al llegar a la puerta Llamas a la campanilla. Reconoces el sonido, desde luego. Pero lo que ayer eran campanas de procupación hoy te suenan a las campanas de un funeral.

La señorita Lorina abre la puerta y con un amplia sonrisa os hace pasar.

- Oh, señor Wesley... le estábamos esperando. Los demás ya han...llegado - Dice la ultima palabra mientras mira a Elijah con un gesto extraño. Después parece no darle mas importancia y le sonríe a el también. - Veo que viene muy bien acompañado... adelante por favor.

Mientras pasáis por los pasillos, tu compañero se asombra de todo lo que ve, el arte, los tapices, las estatuas, la composición y las escenas de los cuadros... todo! Su asombro no cabe mas allá de su razón. Y de vez en cuando te da un ligero codazo mientras señala alguna pieza, o un piano de cola, por ejemplo, de manera imperceptible para Lorina , pero que tu sientes muy bien en tus costillas. Te hace gracia y disfrutas con ello. Sin embargo tu te das cuenta de algo, que el dia anterior no reparaste en ello: los espejos, están tapados con fundas o con trapos delicados. Todos.

Después de cerrar la puerta, Lorina os acompaña a la habitación de Alice. Pasa ella primero  sin mirar atrás. Parece que se le olvida algo, pues para un segundo  y deja la vista en blanco, como intentando recordarlo. No tarda ni un segundo en desecharlo y seguir a dentro. Elijah esta tan emocionado que se olvida de dejarte pasar a ti primero. Se ajusta la pajarita, se atusa el pelo y se sacude el chaleco mientras entra decidido por la puerta con una amplia sonrisa y apenas repara en ti en ese momento... tan absorto esta que no se da ni cuenta.

Tu , por tu parte, intentas pasar... pero... no sabes porqué... como si fuera un canto de sirena ,algo te llama desde lo más alejado del pasillo. Ese canto hipnótico te lleva a una habitación desolada. No hay nada  de arte ni ornamentación ninguna. Tan solo ves un a habitación fría y gris, con un espejo ( o eso crees) , del tamaño de un armario, casi mas alta que una persona, con una sabana por encima.

Frente a él se encuentra Victor, un niño , que intrigado por lo que puede ocultar  la sabana, rebusca detrás , como queriendo descubrir la superficie del espejo.

Le ves absorto con su reflejo en el. Inmóvil. Con los ojos fuera de las órbitas, como si no pudiera creer lo que ve. Aunque tu solo ves  su propio reflejo.