Partida Rol por web

Genevieve guardaba silencio y no descompuso su postura elegante en ningún momento mientras estaba allí sentada junto a Laszlo, incluso al entrar los dos nuevos miembros de la comitiva. Al escuchar la habilidad de Edward, se notó altamente sorprendida y entonces, vio cómo todos los presentes parecían estallar en llanto o tener reacciones extrañas. Si bien la joven se mostró consternada, ni una sola lágrima bajó por sus mejillas, solamente giró el rostro para ver a Laszlo roto en llanto. No sabía por lo que había pasado el hombre, así como ninguno conocía las penas de los demás pero le extendió un pañuelo amablemente a este para limpiar sus lágrimas con este. Un pañuelo de seda blanco con un bordado dorado y las iniciales de la chica en una caligrafía elegante: G.S. - No puedo calmar su dolor pero espero que esto ayude, mi dulce Señor - su voz era dulce y calma.

Tras esto, solo miró al recién llegado y se puso de pie, ya que parecía que ninguno era capaz de hablar apropiadamente y dijo con un acento notablemente pomposo y del inglés de las más altas élites - Disculpe Señor le Fay, pero quisiera hacerle entender ciertos menesteres que considero imperiosos - su voz dulce y cautivadora, al igual que su blanca piel solo eran una armonía perfecta para su voz.

- Nuestro grupo apenas y se ha conocido, hemos sido reunidos aquí por la Señorita Badcock pero, como ella ha mencionado anteriormente, no la conocíamos hasta ahora. Le pido por la infinita bondad de su gran corazón que comprenda nuestras circunstancias y tenga la paciencia que un caballero de su gran cuna es capaz de ostentar - sus manos enguantadas se movían con suavidad y luego se dirigió con la misma solemnidad a Alice.

- Ha mencionado usted que conoce a aquella mujer de antes, pero no nos ha especificado de dónde. ¿Podría explicarnos aquello? Además, considero de vital importancia aclarar los verdaderos orígenes de esa terrible mujer. Me uniré a su lucha, nuestra lucha por la vida, pero dígame aquello que ha conjurado la furia de semejante demonio -.

Se giró hacia Genevive Shaw. El aura tétrico que rodeaba a Mordred seguía presente, como plomo en los corazones, y seguía denotando lo macabro, casi lo espectral.
Pero su gesto se suavizó, si bien no de la misma manera que con Alice.
Se encaminó hacia ella y, una vez cerca, habló.
-Disculpe usted, ma belle mademoiselle, si enmendro su errante léxico. "Menester" es una necesidad... Inmediata, digamos. "Imperioso" también lo es. Son, ciertamente, casi sinónimos, y su empleo conjunto es innecesario: la "necesidad necesaria" es como "subir arriba", como "agua mojada";es, en efecto, un pleonasmo...-cuchicheó levemente, sus ojos brillando y desafiando a la señorita-Pero he de declararme admirador de su dominio lingüístico, dulce dama. Puedo comprender que el pleonasmo lo hizo usted para recalcar más aún lo fundamental que es aquello...¿No es así?Dígame, es usted...¿Poetisa?Quizá profesora, catedrática. Tal vez crítica literaria... ¿Escritora? -el veredicto cayó con suavidad, casi en un susurro. Era un pensamiento medianamente lógico y Mordred era suficientemente observador y astuto como para comprender cosas con facilidad... Era como un detective, algún detective en especial.
-Y le ruego, bella dama, que no apele a mi "infinita bondad", pues no está ahí... -su voz perdió emoción y dio un giro hacia lo funebre-No hay nada más que sombra y luz ahí. Y son mis demonios, no los e otro...
Tras un breve silencio, sus ojos recobraron la vida y su voz la energía.
-¿Y acaso no es casi obvio por qué un engendro del mal quiera dañarnos?Ahora sabemos de su existencia y sabe que le podremos dar caza... Y , además, ¿no es la maldad suficiente motor de los malignos? Día a día , monstruos se disfrazan de personas y maquinan sus planes malvados. Y no hablo de criaturas sobrenaturales,sino de nuestros propios monstruos, de lo que la querida humanidad es capaz de hacer... Creo que todos aquí hemos sufrido esa hospitalidad por parte de nuestros congéneres...-se entristeció por un instante, tan corto como un abrir y cerrar de ojos.
-Déme su nombre, mademoiselle.

Uno de su mismo gremio. Alguien listo para demostrar sus saberes y desprestigiar los de otros, alguien con una alta cuna cuyo objetivo siempre ha sido aparentar o alguien cuyo origen sería humilde y desea lo mismo. Con estas dos afirmaciones, Genevieve, se giró con gracia hacia él y sin cambiar la expresión de su rostro, le respondió.

- Está usted en lo cierto, Señor Le Fay, no ha sido un pleonasmo, mas la obligada necesidad de resaltar un hecho - dijo - Pues si hemos de ser estrictos, un menester es algo necesario, eso no lo discuto, más una de las acepciones para la palabra imperioso es algo que es obligatorio, lo cual dista de ser una necesidad. Así que sé que estará completamente de acuerdo conmigo en que aquello no fue realmente un pleonasmo, más un énfasis completamente intencional - sus manos se movían suavemente y la dulzura cautivante de su voz resonaba en la habitación.

Luego, prosiguió - Si quiere dar por obvio el hecho de que una bruja haya decidido darnos caza, adelante, está usted en toda la potestad de hacerlo, pero si reevalúa sus palabras, podrá encontrar que es insatisfactoria su respuesta a mi pregunta. Nuestra anfitriona ha mencionado que se trata de una enemiga de su pasado y lo único que yo deseo es saber qué ha ocasionado esta persecución. Qué ha pasado entre ellas que ha ocasionado tal intervención de esa maligna mujer - quizo volver a sentarse y como si hubiera recordado algo, se giró hacia él y tomando su falda levemente, hizo una reverencia hacia Mordred - Disculpe mi rudeza, monsieur Le Fay - dijo poniendo su mano izquierda con elegancia en su pecho - Mi nombre es Genevieve Shaw y sí, soy escritora. No creí importante mencionar mi nombre, ya que hombres como usted generalmente se encuentran más interesados en ver lo que hay debajo de mis ropas que en siquiera mirarme a los ojos - tras esto se enderezó y guardó silencio, esperando la respuesta de Alice. 

Desnudo, así se sentía frente a toda esa gente, su mas íntimo secreto estaba expuesto y nada podía hacer. Vio los rostros de cada uno, algunos expresaban preocupación y otros incredulidad, y unos pocos parecían centrados en la batalla verbal entre dos personas cultas e insensatas por igual, acaso no han entendido nada? Solo un rostro expresaba una pena profunda en el alma, el de Elijah, y él no podía contener ese dolor.

- Señorita Genevieve, Señor Mordred, todos le estamos muy agradecidos por la lección de lingüística que nos han brindado, seguramente el Señor Poe apreciará la conversación que han tenido y les propondrá prontamente que se sumen a su prestigioso periódico...- miró al pasar al director del diario sin detenerse y luego prosiguió - aunque me temo que eso no sucederá en esta vida, porque ninguno de nosotros verá el atardecer de mañana. Lamento si esa noticia no les place, reconozco que a mi tampoco me simpatiza, pero según parece el destino se ha obsesionado con la mayoría los aquí presentes-

Tomó con firmeza la mano de Alice, su piel era delicada pero dentro de ese cuerpo frágil había una gran fortaleza de espíritu - Señor Le Fay, tal vez le sea de interés saber que su muerte acontece en su propia casa, esa que usted nombra como cuartel será su tumba, y las llamas serán quienes consuman su carne y sus huesos hasta no dejar rastro, puede que la pólvora haya sido la causante de ese incendio, aunque no estoy del todo seguro porque la silueta de Annis Black estaba presente durante su agonía, y el eco de su risa avivaba el fuego mientras lo envolvía- detuvo su mirada ahora en la escritora, prefirió no atormentarla con un conocimiento que pronto ella tendría por su propia experiencia - Señorita Shaw, no voy a interponerme con la respuesta que Alice pueda brindarle, pero no comprendo la lucha que menciona, aquí no hay ninguna batalla, aquí hay una sentencia de muerte sobre todos nosotros. Que podemos hacer para cambiar el destino? alguno de ustedes realmente cree que eso es posible? tal vez un detalle pueda cambiarse pero las cosas importantes, como la muerte de las personas, eso me temo que es imposible. Imagínese si alguien tuviese el poder de esquivar su muerte... no lo haría a diario? no viviría eternamente? eso esta reservado a los dioses, no a los simples mortales, por mas dones que podamos tener - 

Con un rostro sombrío se dirigió al resto - Lo que yo pienso hacer, y espero que alguno de ustedes me acompañe en esta sabia decisión, es disfrutar al máximo las veinte horas de vida que nos quedan, y tal vez pasar por el templo para que nos reciban con las manos abiertas en el mas allá, creo que eso es todo lo que está a nuestro alcance- 

Despertó de golpe del trance en el que había caído, y dio varios pasos hacia atrás, como si fuese un demonio y le mostraran un crucifijo. Sus ojos claros estaban fijos en aquella mujer, en ella, ¡en ella!, y su atención estaba tan puesta en ella, que no se dio por enterada de la conversación que se llevaba a cabo, de la organización que Le Fay quería poner, ni en su tono algo liviano con que tomaba todo lo que se decía. ¿muertes?, ¿sentencias? ¿habilidades?¿viajes en el tiempo?. ¿corazones?. Agnes sabía que todo eso podía ser cierto, después de todo, ella podía ver cosas que otros no, y la muerte no pocas veces estuvo cerca. Eludirla... quizás... seguir viviendo un día más... sin lugar a dudas.

Pero no, su atención estaba en esa mujer de aspecto frágil y que se refugiaba en él para acorrolarla de esa manera. Quizás Alice podría sentir el fuego que había despertado en el corazón sencillo de Agnes. Un fuego abrazador que la hizo apretar los ojos justo en medio de dos lágrimas que cayeron por sus mejillas. Mordió su lengua para no gritarle. Lo deseaba.

- no me conoce... ni tiene el derecho a creer que sí... lo hace...- masculló apretando los puños al punto que sus nudillos se volvieron blancos. Sus labios se apretaron más, y desde el fondo de la habitación en donde se había escondido, dio otros pasos hacia Alice, a cada cual que daba, más se daba cuenta de que perdía la determinación que la había hecho acercarse de nuevo, y no salir corriendo, a aguardar la muerte, como Wesley lo había sugerido.

- no... me ofrezca cosas... y piense que es lo que quiero... o intente comprarme... todos... intentan hacerlo... - sí, habían ofrecido dinero por ella, el lugar donde vivía era un sitio en donde se transaban las almas y los cuerpos, y el de ella tenía un precio- pero.. comprendo el porqué estamos aquí... todos, debemos tener alguna habilidad especial...¿cierto?, usted nos ofrece salvarnos... y evitar nuestras muertes.. porque por mucho que.. que... el monsieur Wesley sepa de nuestras muertes, el hecho que ahora estemos alertados, puede cambiar los hechos que estén relacionados con nuestra muerte - ahora miraba a Edward.

- sin embargo... debe saber que hay cosas que no pueden evitarse, postergarse, quizás... pero no evitar, - movió su cabeza de lado a lado - la muerte siempre aparece... - se encogió de hombros - estoy con usted... monsieur Wesley, si la pena de muerte pende sobre nosotros, c'est la vie... - los pobres sólo poseen su vida, y esta vida es miserable, ¿qué caso hay en intentar evitar una muerte que ponga fin a los sufrimientos, el hambre y el cansancio?. Sus ojos se cerraron y ladeo ligeramente su rostro hacia un costado, un mechón de su rubio cabello cayó sobre su mejilla sonrojada.

Sabía porqué a quería ahí, su don podía dar la ventaja. usarla... así lo interpretó.

En toda la charla "elevada", no quebró el contacto visual con Genevive.

-Espero que recalque, señorita Shaw, ese "generalmente"... Enchanté.

Luego interrumpió el caballero Weasley, y Mordred se sintió ofendido hasta lo más hondo de su ser. ¿Complacencia? ¿Paciencia? ¿Conformarse con la suerte que parecían tener? ¡Absurdo! ¡Jamás! Sólo había un ser dueño de él, y no era esa mujer malvada, ni nadie de esa estancia ni de todo Londres, ni de Inglaterra ni de Europa. ¡Nadie!

-Señor Wesley, para parafrasear su poco inspirado discurso... Quizá le interese saber que el destino no es amigo mío. ¿Rendirse? ¡No! Si esa bestia nos va a seguir, voy a perseguirla yo mismo hasta que se canse. La apuñalaré hasta que muera... 

Apretó su bastón, sobre el extremo plateado, pero se detuvo a mitad de camino y se relajó. Sus ojos, no obstante, brillaban con malicia.

-Carpe diem, caballero. Vive tus últimos momentos como quieras tú, pero no arrastres a otros al abismo en el que te hundes solo. El mío, memento mori, al menos es digno. ¡Y que se atreva a acercarse esa mujer!... -alzó el mentón y bajó el bastón hasta que tocase el suelo, con un ¡toc! resonante- No hay semejante cosa como el destino. Sólo la fe. Tenga usted fe en el destino , si así lo desea. Pero su falta de fe me parece perturbadora... 

Entonces, la señorita Agnes habló. Y ya sabía su nombre, de antemano. Y, además de eso, no sabía por qué, pero tenía la extraña sensación de que la había conocido. No el rostro, no el nombre... La esencia. Como si en otra vida -si es que existían- , hubiese vivido cerca del mismo ánima. 

-Señorita Blackstone... No le siga a él a la muerte. Sería un derroche innecesario. Jamás podrá bailar, jamás leer a Baudelaire, o a Verlaine, o a Rimbaud... Jamás podrá , si muere, visitar el mundo más allá de esta ciudad. Jamás podrá leer la "Divina Comedia" de Dante Alighieri, jamás gozará de la poesía... No se deje bajar al infierno, porque no hay ángeles que bajen a salvarla, no hay Virgilios que la guíen. 

Su corazón se paró por un instante, uno que se le antojó eterno. Que alguien así eligiese morir... Y que otras, madres pecadoras, mujeres de la noche, y otros criminales, asesinos y ladrones, escogiesen vivir... ¡Qué mundo tan injusto!

-Ni a usted, ni a nadie.-se giró hacia Genevive-  Confío en que, al menos usted, ma belle, está a mi lado. ¿Quién más quiere morir? ¿Quién quiere vivir? ¿Quién se va a resignar, y quién va a luchar? El señor Wesley ofrece un abrazo eterno a la muerte. Yo, el agarre desesperado a la vida. No podéis permitir que una pesadilla os quiebre la voluntad. No debéis rendiros. Si lo hacéis, tiráis al cuerno la única esperanza de vivir, ¡y la vida es sagrada!

-Señor Wesley... Mi fe está aquí -señaló su pecho- y la haré perdurar. Si usted la va a hallar en un templo, adelante. Yo también anhelo a veces el cobijo de un lugar de fe. Pero le ruego, venga conmigo, no se deje morir. No se quede de brazos cruzados, ¡luche!

Cualquier resto de lo funesto se había disipado. Mordred, en aquel momento, dejaba ver sentimientos y un poco su alma. Miró esperanzado a Alice, buscando que, así, ella tratase de hacer razonar a los demás. ¡Era imperativo! ¡No se podían rendir!

una risita socarrona salió de los labios de la mujer, debiendo llevar su mano a ellos para cubrirlos, y ahora, miraba a aquel hombre dotado de la verborrea digna de algún militar. Arenga, intentaba atizonar sus corazones, ofreciéndoles poesía y paseos.

- si no hay pan... que coman pasteles...- chasqueó un poco su lengua - ¿realmente me habla de los placeres de la lectura? ¿A mí? ¿A una miserable rata de las calles que por gracia divina sabe leer? como se nota que no sabe del frío que acosa y que transforma la sangre en cristales que se clavan en tu piel, o del hambre que atormenta... o de la enfermedad.. los pobres no tenemos esperanzas... ¿Un día más?... para mi, un día más es un día más de limpiar el piso con mis manos, de estD arrodillada ante ustedes.. para que puedan verse reflejados en el brillo del mármol donde viven su frívola vida... no suena sinfonías, ni tenemos derecho a la lectura... ni la muerte se no es permitida, el suicidio nos transforma en espurios incluso en la muerte... y eso que la muerte será el único acto libre que podríamos lograr... esa es la vida de los pobres, un baile... el calor... los flores del mal, o el corazón delator no son más que fantasías... que no quitan el hambre o el abandono...- apartó sus ojos de aquel hombre.

- ... eludir la muerte... no garantiza un día más de vida... - murmura -... Y aunque así fuera, a usted le garantiza un día más de sus banales entretenimientos, a mí... solo me garantiza un día más de miseria ...- ahora mira a Alice-... así que no crea que me conoce... o que me habla al corazón... la emociones nos hacen vulnerables y manejables... y usted apela a ellas, para hacernos bajar la guardia, más allá de nuestras propias decisiones, además usted misma dijo, quizás así podría estar con mi hermana - sus labios se fruncieron, reprimiendo una mueca de rabia, la querían usar... la quería usar...

Mire a Agnes mientras sus lagrimas intentaban salir por sus ojos  mientras que la rabia contenida crecia mas y mas.

- *¡La señorita Agnes tiene toda la razón del mundo!  Yo estaba muy bien en mi posada. ¡¡Disfruto de una vida cómoda!! ¡¡Sufría con mi trabajo pero sabia que el esfuerzo es mio y solo mio! Y ahora esta señorita rica con extrañas habilidades nos habla como si fuera una... una bruja!! ¿Quien demonios mas puede hacer eso? ¿ Y que nos ofrece?¡ Promesas! Ojala no hubiera venido... Ojala este sueño... *- Me muerdo el labio sintiendo que lo que quiero hacer choca con lo que realmente debo hacer.

Alice ha tocado mi alma, y lo se. Sabe mas de mi misma que yo. Pero los ricos son asi. No les importa usarnos para loq ue ellos quieren. Si tienen un problema.. nos usaran de carne de cañón. Agnes tenia toda la razón...

¿Rata de la calles? Quería decirle que se equivocaba, que si ella era el ejemplo de "clase baja", era lo más bello que podían tener. Que quería oírla hablar una y otra vez, y estar con ella. Que por la razon que fuese, le encantaba, lo hechizaba... Pero no.
-No hables como si me conocieses.-recalcaba la segunda persona-Todos aquí hemos visto algunas cosas no tan agradables, no eres la única que ha sufrido. No puedo hablarte de mi hambruna, de frío y de no tener techo. No, y lamento que hayas sufrido eso. Pero puedo hablarte de ...-se detuvo.
¿De qué? ¿De cómo vio vivir a otros en su viaje por Europa? ¿Del lujo en el que había vivido? ¿De sus "justicias" nocturnas?¿De qué podía hablar a esa mujer, que nada tenía que ver con él? Mas su arrogancia le impedía sentirse patético. Sólo desolado podía estar.
-Tiene razón.-volvió a la tercera persona, al habla respetuoso-No puedo contar nada a alguien que ha sufrido más que yo. Pero sí puedo intentar... Ayudar. No soy como todos esos gordos repugnantes y pedantes que escupen al que les limpia las botas y le pagan una basura. Yo no tengo siervos y vivo de mi propia mano. Además... Las Flores del Mal no son para cualquiera. Te engañas si piensas que eres así. Abandono... Oh, eso sí que lo he sentido y resentido. De eso, no puedes hacerme callar. Mis soledades son terribles, y espero que nunca tengas que sentir las mías.
La miró, a pesar de que ella se girase.
Reconocía en su interior que nunca había sido desarmado, pero en ese momento, estaba despojado de todo. Quería abrazarla, acariciarla, cuidarla como si fuese su pequeña rosa. Y sabía de antemano que no se dejaría, que ella odiaría eso, que lo tomaría como una muestra más de "superioridad", como un capricho de un noble, como si él fuese algún Dorian bohemio y egoísta.
¿Qué podía hacer? No pensaba dejar que su vida se escurriese de ninguna forma. Era más de lo que ella quería dejar ver, lo olía como si fuese hedor de pantano o aroma celeste. Lo sentía y nada podí negárselo...
Sobre la tabernera, la veía como típica y llana. Podía entender que pensase así, más aún cuando usó "rica". ¿Así que iba a ser eso? ¿Lucha de clases? Ese pensamiento lo repugnaba, como si alcanzase espectros del futuro donde aquel conflicto trajese sangre para la nobleza y también para el pueblo llano. La miró con recelo.
"Ni lo sueñes..." pensó, lleno de rabia. Esa mujer era el típico ejemplo, a su parecer, de "gente del pueblo", la que aborrecía.

la mujer de pómulos altos y barbilla angulosa habla, y está de acuerdo con ella, no espera representar a alguien más con lo que decía, solo hablaba por ella y por nadie más que ella, no pretendía interpretar a otros, pero al parecer una si lo hacía, Agnes, aún acomplejada por ser vista por todos al alzar un poco la voz, así que rápidamente baja la cabeza, se mordía el labio inferior, entendía que las hermanas dieran con ella, entre tanta superticherias que decía vestida de gitana, en algunas ocasiones había revelado muy precisas adivinaciones y no solo eso, cosas del pasado. Aunque la verdad, decía el 10% de lo que realmente veía. Tragó saliva, había tenido ese sueño, y en vista de todo, era cada más evidente la razón de su presencia ahí, sin contar que por alguna razón, Alice había puesto en el camino de su enemiga, la vida de todos. 

Trascender... hacer la voluntad de su hermana, sus ojos, 

la mujer de pómulos altos y barbilla angulosa habla, y está de acuerdo con ella, no espera representar a alguien más con lo que decía, solo hablaba por ella y por nadie más que ella, no pretendía interpretar a otros, pero al parecer una si lo hacía, Agnes, aún acomplejada por ser vista por todos al alzar un poco la voz, así que rápidamente baja la cabeza, se mordía el labio inferior, entendía que las hermanas dieran con ella, entre tanta superticherias que decía vestida de gitana, en algunas ocasiones había revelado muy precisas adivinaciones y no solo eso, cosas del pasado. Aunque la verdad, decía el 10% de lo que realmente veía. Tragó saliva, había tenido ese sueño, y en vista de todo, era cada más evidente la razón de su presencia ahí, sin contar que por alguna razón, Alice había puesto en el camino de su enemiga, la vida de todos. 

Trascender... hacer la voluntad de su hermana, sus ojos, un camino, una misión más allá de sí misma, todo eso se mezclaba, y un  grito poderoso resonaba en su interior, llamándola a hacer lo que parecía ser correcto, el bien común, pero no puede dejar de sentir que estaba siendo usada, y que en realidad, la posibilidad de la muerte era mucho más grata que continuar en ese mundo.

¿y los estudios?, había sacrificado tanto para empezar sus estudios para ser enfermera, tanto, sin embargo el cansancio ya mermaba su pequeño cuerpo, y los 21 años que tenía parecía ser una eternidad. ¿todo terminaría en algunas horas?. Sí, parecía ser lo mejor, incluso el paso que puso su hermana Jessica sobre sus hombros habría acabado. Sin embargo es voz n su interior, la imagen de su hermana ya muerta sobre la cama. Sus palabras... Maldita conciencia...

- no es mi intensión hablar de quien ha sufrido más o quien ha sufrido menos, y que tan miserable se es... para inspirar lástima - interpela a Le Fay, que parecía ser uno de esos perros que persigue las ruedas de las carretas, sin poder soltarlas cuando algo le hace ruido. - ni tampoco hacer sentir que sufre sin necesidad comparado con otros.. es solo que... no me gusta que asuman cosas de mí...y me ofrezcan lo que creen que quiero, eso lo digo por usted, mademoiselle Alice. - la mano de Agnes se posó en el antebrazo de  Mordred, había notado que se había quedado sin palabras por uno segundos, intentando encontrar argumentos contra lo que había dicho. Pero apenas sus dedos tocaron el sobretodo que llevaba el hombre, se paralizó...

Cuando tocas a Mordred, cierras los ojos, y en ese instante el poder dormido de los ojos de tu hermana activan tus percepciones. Tu mente se expande mas allá de los limites de la realidad y empiezas a vislumbrar algo mas sobre su nuevo amigo.

Puedes percibir claramente que Mordred confía ciegamente en lo que habla. Eso no significa necesariamente que sean ciertas, o simplemente que tenga razón, solo percibes que Mordred cree ciegamente en lo que dice. No sabes porqué esta con vosotros. El mismo duda de vuestra compañía o si le seréis útiles, pero puede vislumbrar esta lucha o "misión", no como algo personal, si no como un medio para sus fines.

Su interés en la dama oscura , desde luego es la misma que la vuestra. Desea su muerte. Para el es una pecadora y debe morir... como todos los pecadores. Cuidado , mi querida Agnes, algo oscuro oculta Mordred, y aunque lo que para el es algo normal, para ti es algo oscuro.

No sabrías vislumbrar mas allá de lo que el siente, y puedes percibir que el ha visto algo... lo mismo que los demas, en realidad. Pero el , en ningún momento ha estado en peligro.

Tortuoso sendero el que lleva a sus fines. Pero un aliado a tener en cuenta... mientras sea un aliado, claro. Si confías en el, procura no parecer una... pecadora. Sus pasiones son ciertas y su fervor por ella aun mas. Ganarte el favor de Mordred aseguraría tu vida ...pero... llegado el momento, podrías soportar su secreto?

Sois tan completamente distintos que os complementáis. Mordred ama la vida por encina de todo y lo que ello conlleva. Tu ansias la muerte para librarte de la vida. Sois como el Ying y el Yang. ¿Podrías amar al Yang?

Lentamente el contacto se desvanece. Lo que para ti han sido unos minutos de sentimientos y sombras, para los demás han sido solo un par de segundos.

Las palabras de Mordred calán hondo en ti. No recuerdas con exactitud cuando un hombre ha dudado de tus palabras. Incluso Elijah se siente ofendido cuando te haba así. Un instante mas y habría intervenido para defenderte. Pero tu rostro y tu sonrisa denotan que poca mella pueden hacerte  solo unas palabras.

Antes de que puedas decir nada mas a Mordred, unas palabras hablan en tu corazón. Alice se agarra fuertemente a ti. Sabes que sus palabras no son de animo, si no solo para recordarte algo que ya sabias pero te daba miedo reconocer.

- Edward... se que reconoces su figura. Esa figura que no conseguías discernir en tu viaje. Ese hombre cuya silueta esperaba mientras miraba morir a los demás es él. Sabes quien es. Es Jack. Jack el Destripador. - Las palabra de Alice , aunque cargadas de  sentido y miedo, son firmes.

-No puedes contárselo a nadie mas. Desconfiarían de el y le necesitamos... lamentablemente. Mas a delante, cuando esto acabe... intentaremos traerlo de vuelta... su creencia en la fe le esta llevando demasiado lejos. Se cree el arcángel de la justicia divina. Vive hoy y lucha otro día... Edward.

Helada y pálida como un papel, retiró su mano del brazo del hombre y lo ocultó en su pecho, con sus grandes ojos claros clavados en él, odiaba que le pasara eso, odiaba inmiscuirse en los recuerdos y pensamientos de las personas, pero ahí estaba, con esas sombras en su cabeza. Contrariada dio unos pasos hacia atrás, otro y otro, hasta que se encontró casi llegando a la puerta. Fe.. pecado... oscuridad. Tanta oscuridad.

Agnes terminó saliendo del cuarto, en busca de un poco de aire. Se le revolvía el estómago siempre cuando pasaba por transes así...

Pensó por momentos que llegaban a un consenso, que había logrado arrastrar fuera de la tiniebla a alguien más. Que tendría un aliado más en el caos que se avecinaba. Y podía perfectamente comprender que ella buscase esa independencia , ese individualismo.
Quiso responder con toda la bondad de la que disponía pero al tocarlo, ella... Se fue. Pero no así sin más, sino que había dado signos de sorpresa y terror... ¿Era como Alice? Si así era, no podía dejar que ni una sola persona más supiese su secreto.
Miró a Genevive y asintió a modo de saludo, y luego hacia los demás dijo un "ahora vuelvo" con la mirada. Salió tras Agnes, esperándose y preparándose para lo peor...
Si ella lo sabía, algo malo, terrible, iba a pasar. Sentía la sangre subirse a su cabeza y la sed de plasma aferrarse a él. Él, a su vez, se aferraba a la razón y conciencia, para no caer preso a aquello, a su naturaleza más brutal. Apretaba el bastón y sus dedos se volvían blancos. Necesitaba algo que le mantuviese despierto.

Salió fuera y alcanzó a Agnes. No era demasiado difícil si él corría y ella andaba...
-¡Tú!-rugió con fiereza. La tomó por el hombro y la llevó hasta la pared, para que no tuviera escapatoria. A pesar de ello y de emplear la fuerza, no había sido bruto, sino lo más gentil que podía ser.
-Nadie actua así porque sí. Sólo te fuiste al tocarme... ¿Es eso tu "secreto"?¿Qué ha pasado? ¿Qué viste, qué sentiste? Lo quiero saber todo. Y no grites...-subrayó lo último, para luego asegurarse de que no había nadie más cerca.

Lorina ve la escena en cuestión y no puede evitar intentar poner paz en su casa, con lo que sale tras los dos invitados fuera de la habitación y cierra la puerta tras de si.

Los demás seguís inquietos ante una respuesta frente a las preguntas de Genevieve que ha quedado en el aire.

-Disculmenme.. - Comenta Edith acercándose al lado de Alice - Yo les contare lo que sé sobre esa mujer . Para Alice es un tema algo delicado y vergonzoso... de alguna manera.