Partida Rol por web

Tierra de un cementerio.

Intrigante los componentes que Noah necesita para sus hechizos de Voodoo. Pero lo mas curioso es que todos los hechizos, sean de magia negra o blanca , todos necesitan un componente de los muertos. El misticismo y lo sobrenatural, rara vez no van ligados a la muerte. Y como en todo cementerio, la muerte os rodea por todos los lados.

Mis pequeños humanos, ¿Sabéis porque los cementerios tienen barrotes, muros o rejas altas? Pensadlo detenidamente. ¿Si lo que hay dentro esta muerto, esos muros son para proteger a los vivos o para protegerlos a ellos de vosotros?

El cementerio de Highgate es un cementerio histórico ubicado en el distrito de Highgate, al norte de Londres, Inglaterra.

Mientras paseáis entre las tumbas en busca de tierra removida, señal de que ha habido un muerto recientemente, descubrís una tumba. Ha sido removida recientemente pero sin nada en particular. Es pequeña, sucia y solo pone un nombre. No hay fechas ni ninguna otra inscripción. Solo un nombre.

"Madison Cunningham"

¿Quien coño es Madison Cunningham, Noah Cone?

La elocuencia de Mordred había convencido a casi todos de que lo acompañasen, si hubiese seguido hablando tal vez hasta la misma Alice hubiese ido con él. Annis tenía en ese hombre un gran contrincante, ella lo subestimaba y Edward sabía que eso era un error.

Su socio estaba al lado de Edith cuando ésta decide ir a la mansión de Le Fay, entonces Elijah miró a Wesley sorprendido, indeciso de como continuar. En un cruce de miradas supo que debía dejarlo a solas con la mujer que tenía tomada del brazo - Alice, vamos hacia el diván, estarás mas cómoda - la guió hacia la salida de la habitación, mientras su hermana la acompañaba del otro lado. Miró hacia atrás y noto que el inspector, el editor y el joven héroe estaban aún en la sala, y sintió tranquilidad de que esos tres hombres estuviesen allí en caso de que volviesen a atacar el lugar.

Cuando vio la tumba, Noah sintió un malestar en el corazón. No por el fallecido, si no por el hecho de haber perdido un fragmento de su venganza. Su mente entonces pensó en la posibilidad de lanzar una maldición allí mismo, hacer que el cuerpo se levantara para alimentarse de sus familiares.

Una magia tan oscura que, el solo hecho de pensar en ella, hacía que se sintiera sucio. Sin embargo, si la joven muchacha estaba en lo cierto, no podría consumar su venganza hasta haber terminado con la bruja. Posiblemente, con tanta distracción el conjuro de invocación no funcionará como debía. Una tentación como está no estaba ahí por casualidad. Sin embargo, esa tumba había sido removida recientemente y su tierra animaría a los Loas a ayudarle. El odio que sentía por esa familia les daría la fuerza que deseaban y le darían aquello que les pidiera.

Tomó un poco de la tierra y se preparó para marchar. Sin embargo, a pesar de que no pudiera usar el cadáver de Madison para su venganza no permitiría que descansara en paz. Se hizo un corte en la palma de la mano y manchó con su sangre el nombre del difunto mientras pronunciaba su maldición.

- Por la sangre de mi sangre que me arrebatasteis, tu alma permanecerá atrapada en el limbo y no hallará nunca reposo mientras el último de los Cunnigan siga vivo.-

Genevieve sonrió complacida al ver que Laszlo aceptó su secreto y su regalo. Le hacía realmente feliz poder protegerlo de esta manera, así fuera algo muy pequeño. Con dulzura, besó su mejilla para inspirarle serenidad y luego retiró los guantes de sus blancas manos, las cuales eran perfectas, inmaculadas, delgadas, largas, todas las manos de una dama. A continuación, se descubrió su muñeca izquierda y acercó su boca a ella, desplegó sus colmillos y atravesó con ellos la perfecta piel de sus muñecas. Se aseguró de no manchar su vestido blanco, ya que ello haría evidente su acción y al ver cómo el líquido carmesí comenzaba a brotar de su muñeca, le dijo con una voz más ronca y con sus labios manchados con su propia sangre – Bebe – su tono era más fuerte, más seguro, más autoritario pero tampoco lo forzaría a hacerlo, aunque esperaba que lo hiciera.

Le acercó su muñeca para que le fuera más fácil, esperando que la tomara a su libre albedrío y lamió sus propios labios para limpiar su propio rostro.

Detrás vuestra notáis que hay alguien. Y la tumba sobre la que estáis recibe mas luz de una lampara adicional mas.

-  Buenas, noches Señor Cone.- espeta el cuando ve tu negro rostro mirarle.

Al principio, debido a que la luz de la candileja esta entre tu y el , te cuesta reconocer su rostro. rostro por decir algo, ya que posee una tez deformada por un lado. Uno de sus ojos esta totalmente destrozado. Es como si alguien le hubiera empotrado un hierro al rojo vio en todo el rostro , haciendo que su carne se derrita hasta dejarlo marcado como una amasijo irreconocible de lo que antes podría haber sido una cara ruda.

- Veo que me recuerda, después de tanto tiempo... ¿ cuanto ha pasado? ¿Tres...cuatro años? Nunca pensé que volvería a verle después de que nos fuéramos de la hacienda.- Responde ante tu sorpresa silenciosa mientras desenfunda un revolver que muy bien reconoces.

- Una mujer nos dijo que si poníamos una tumba con el nombre de Pá en ella... usted vendría como la polilla a la llama- Ríe abiertamente con una sonora carcajada. Después escupe sobre la propia tumba. - No creía que pudiera ser tan cierto lo que dijo esa mujer...Porque no empiezas a cavar,¿ Cone?- Dice mientras te apunta con el cañón del revolver.- El nombre siempre lo podemos cambiar...jajaajja-

Dice mientras mira a Victor sin importarle quien es y creyendo que lo va a asustar.

-Quien es? ¿Tu nuevo hijo?

El joven Will sacudió levemente la cabeza, como si se hubiera quedado absorto con algo. Se notaba que sus pensamientos los hacían ir y venir de aquella habitación por momentos. Notó como el señor Le Fay le sonreía, y le devolvió la sonrisa de forma educada. Realmente no tenía mucha idea de si le había dicho algo o no. Respiró de forma más exagerada a la normal, colocó su chaqueta, colocó una sonrisa en su cara y se dirigió a los presentes. - Yo, si no es molestia, me quedaré en la casa. Ya he tenido suficiente acción por ahora, y prefiero prepararme para lo que viene por mi cuenta. - Hizo una medio reverencia educada, o al menos eso era lo que él entendía por educado, y salió de la habitación rumbo al patio. - Lleve a la señorita Septen en mi lugar, señor, seguro que le vendrá bien ir armada. - dijo, sonriendo a la señorita, pues le había dado tiempo a escucharla.

A Víctor los hombres con cara de malo no le asustaban. Sabía que la más de las veces era una pose y que a la gente de verdad peligrosa no se le veía venir. Si tenía esa cara tan desfigurada era porque alguien le había pegado duro. ¿Habría sido su nuevo amigo, el señor Cone?

Se quedó mirando al hombre tuerto frunciendo el ceño con cara de pocos amigos mientras pensaba una respuesta adecuada. Sabía que era pequeño e insignificante. Pero creía que sabía dar miedo, en especial a los hombres como ése.

-Señor, debería guardar su arma y marcharse. Si no…

Cambió su voz haciéndola sonar rasposa, como su violín, inhumana y amenazante.

-Si no te marchas ahora te juro por los demonios que torturan a tus muertos, hombre insignificante, que te arrancaré el ojo que te queda y se lo daré de comer a un gato.

Su cara era diferente. Sintió un latido fuerte en su pecho. Una satisfacción cruel, insensata, tal vez se había dejado llevar demasiado y era tarde. Pronto se vería.

Noah se maldijo a sí mismo cuando Valentino le cogió por sorpresa. Sabía que esa tumba era una trampa, pero aun así no estaba preparado para semejante ataque. Su corazón palpitó con fuerza al tener cerca a un Cunningham, el odio empezaba a llenar su alma de nuevo.

Cuando el niño habló con una voz áspera, le sorprendió, pero esperaba que hubiera sorprendido más a su atacante. Con la mano ensangrentada y mientras cogía un poco de tierra se la lanzó a la cara.

- En un cementerio... Vienes a por mí en un cementerio... Y aquí estarás hasta que tu alma sea consumida por el infierno. - le maldijo mientras se la tiraba.

Esperaba que los loas le ayudaran con el hechizo paralizador, como ya lo habían hecho en otras ocasiones.

Con gesto pausado Genevieve se quita los guantes y suavemente muerde con blancos colmillos su sedosa muñeca izquierda. Comienza a manar sangre de la herida y con tono imperativo me pide que beba su sangre. Automáticamente me aproximo a su piel y observo como fluye brillante por las líneas de su mano. Casi sin dudarlo me aproximo y succiono su sangre. Tímidamente al principio y con recatado frenesí a continuación. Me invade un inusitado vigor y siento algo parecido a un estremecimiento de placer. Me siento más unido que nunca a mi querida amiga. Su gesto generoso me hace recobrar la confianza y creo que todo puede salir bien. Junto a ella todo es posible y me siento poderoso. Cuando finalizo la miro a los ojos y articulo un tímido gracias mientras me relamo los labios con los restos del vigoroso elixir.

Y ya está? Nada de besos amorosos? XD.
Cada día me parezco más a la Celestina jejeje

Jajajajajajajajaja...no la puedes culpar...soy un enano¡¡¡ Entiendo que no se abalance sobre mi, tu no? juasssss

Sigo a la señorita Agnes a la cocina. Me interesa su habilidad de leer las cartas, y puede que en esta situacion sea lo mas adecuado.

Estoy tremendamente asustada y desearía encogerme y...¡He luchado toda mi corta vida por sobrevivir, y eso es lo que hare!

Una vez en la cocina, hablo tímidamente a la señorita Agnes.

-¿ De verdad es una adivina? Una vidente, disculpeme.¿ Me echaría las cartas para ver que nos depara el futuro? ¿Pueder ver las cosas como el caballero Edward?-

Si es cierto, puede que mi secreto sea desvelado pero...al cuerno!

El ayudante del señor Wesley os interrumpe tímidamente. Es muy probable que no os percataseis de su presencia, pues se ha mantenido totalmente al margen en todo momento.

Esta tan asustado como todos, si bien, su aspecto de hombre afeminado no pasa por alto sobre ninguno de vosotros.

No parece haber visto nada . Tan solo os interrumpe.

- Disculpe... ¿señorita Genevieve? Es usted, ¿cierto? Con todo este jaleo no han oído la puerta.He ido a abrir yo y... bueno, un hombre me ha dado una carta para usted. creo, que es de su padre....

En la carta, efectivamente esta vuestro sello familiar y la carta manuscrita es de tu padre.

" Querida Genevieve.

Lamentablemente  tenia que haberte prestado mas atención y pensar que lo que me decías no era fantasías tuyas.

Tengo  que darte una mala noticia. Tu madre ha desaparecido, pero algo me dice que ya lo sabias. Creo que deberias volver a casa inmediatamente ya que necesito contarte algo que puede ayudarte.

Cornelius E. Shawn."

estaba sentada en una silla, con las cartas sobre la mesa de diario, era todo un mazo de cartas, y las había desplegado delante de ella en una semiluna y había sacado una carta, "Los enamorados", y se había quedado mirando esa carta cuando la señorita entró en la cocina, Agnes levantó su clara mirada hacia ella, estaba asustada y no necesitaba de sus habilidades especiales para darse cuenta de aquello. Sin responderle de inmediato, ahora volvía su mirada hacia las cartas, volviéndolas a reunir y dejándolas entre sus manos delgadas y heladas.

- algunos me han llamado así... - respondió aún con una voz cohibida, su fama era conocida, aunque aún no lo era tanto como para ser invitada a las tertulias para hacer trucos espiritistas - y no... no creo ser como el señor Wesley, aunque quizás si, por cómo lo dijo, que podía ver el futuro, en realidad, no lo sé - revuelve las cartas y deja el mazo delante de ella - corte con la mano derecha - la invita - pero antes, debes pagarme aunque sea un penique - era parte del misticismo de esas cartas y que obedecía a antiguas reglas sobre equivalencia de las fuerzas.

- más que ver las cosas, las siento, tengo presentimientos... creo que es distinto al señor Wesley, él parece tener más certeza de lo que ve, aunque he aprendido que cualquier cosa del futuro que se vea, es solo una posibilidad, una opción - la invita a cortar, de ahí, las volvería a juntar y las dispersaría de la misma manera que antes, pidiéndole que escogiera cuatro cartas, colocándolas en una cruz delante de las cartas.

Genevieve observó con nerviosismo cómo los labios del enano se acercaban a su brazo y al sentir su contacto, su piel se estremeció, casi como si no la hubieran tocado nunca en su vida. Se sentía extasiada y agitada, tanto que relamió sus labios mientras sentía como la succión del enano iba en aumento. La chica lo disfrutaba y casi reprocha al verlo retirarse. Quería pedirle que siguiera pero se contuvo, aunque no pudo evitar clavar su mirada en su boca, viendo el recorrido que su lengua hacía en sus labios, limpiando la sangre que una vez le había pertenecido.

Se disponía a besarle cuando escuchó la voz del asistente de Wesley y se detuvo, casi como si hubiera sido descubierta mientras usaba sus verdaderas habilidades y se puso de pie con una notable expresión de molestia, desarrugó su falda y la sacudió, no sin antes bajar la manga de su vestido y ponerse sus blancos guantes cerciorándose de no mancharlos con su sangre para luego mirar al hombre y decirle.

- Señor, si quisiera ser interrumpida, lo habría pedido. Además, podría no poseer mi blanco vestido y sería usted el responsable de ultrajar mi imagen con su descuido - caminó hacía él y recibió la carta. Al ver el sello, lo miró confundida y luego al enano pero entonces la abrió y sus ojos se abrieron como platos.

- Le agradezco, señor. ¿Podría usted alistar un carruaje para el señor Laszlo y para mí? Debo ir a mi hogar a atender unos asuntos. Aunque eso depende si mi señor desea acompañarme - miró al enano y le sonrió. Sus palabras no decían mucho ni mostraban ningún tipo de emoción fuerte, así que era difícil saber qué había pasado.

Ha sido impresión mía o hemos estado a punto de iniciar un beso hasta que nos ha interrumpido el ayudante del Señor Wesley? Nah Laszlo, seguro que no. Quien se iba a fijar en un enano de baja estofa? Y menos una pedazo de mujer como Genevieve, jamás se fijaría en mi como yo la deseo a ella. Me tiene cariño y compasión, eso seguro. Pero ese deseo carnal de los amantes no creo que la haya invadido al mirarme.

-Por descontado que la acompañare, querida. Ya le puedo confesar que la seguiré hasta el mismísimo infierno. No soportaría que le sucediera nada malo. Usted, Genevieve, me hace sentir como un gigante. Vayamos, pues, a su hogar, para lo que los acontecimientos nos deparen.- le digo mientras la miro profundamente a los ojos intentando descifrar el significado de sus sentimientos.