Partida Rol por web

Llegó a la calle, más bien se precipitó a ella, terminando por apoyar su espalda en la pared de con su mano en su frente para limpiarse el sudor, y recordar donde estaba, debía llegar a  wellintong St 13, pero realmente no estaba del todo segura en cómo debía hacerlo. Dio unos pasos hacia la calle, era demasiado tarde para que una mujer estuviera en la calle, y no fuera tratada como una cualquiera, pero si no se apuraba, todos morirían, si es que ya no lo estaban. 

Siguió avanzando cuando escucha la voz de Mordred detrás de ella, había salido en su búsqueda, pero ella no se giró, sino que apuró el paso hasta que se hizo evidente que no podría eludirlo. 

- señor Le Fay...- pensó que ahora terminaría lo que debió hacer antes cuando vio que había pactado con la bruja de Robin, Mordred pudo encontrar el valor para hacerlo - debo ir donde el señor Holmes, no me haga nada, luego... luego puede hacer lo que se supone que haga, pero debo intentar llegar donde él, evitar que nos maten a todos - intenta explicarle aún tomando distancia de él.

Respiró aliviado al verla. No se lo esperaba, y no habría querido admitirlo. Pero lo hizo. Él también aceleró el paso, tratando de alcanzarla.

-Si ha de ir ahí, yo la escoltaré. Demasiado ha pasado en estas calles con mujeres solas como para que la deje ir sin protección. ¿Quién sabe quién, o qué, aguarda en la sombra?- siguió caminando unos pasos, hasta arremeter de nuevo.

-¿Me guarda rencor por Robin? Hice lo que debía, y lo que nadie más tuvo el coraje de hacer. Y lo haría de nuevo, una y otra vez. Y no lo lamento. Porque ella estaba equivocada...

-No lo estés tú, Agnes.- la alcanzó.

Anduvo a su lado y no la tocó, sino que caminó como su sombra, como un sabueso que la protegiera.

Seguía atemorizada, a pesar de permitirle ir con ella, porque algo le decía que si ella le exigía que se fuera, él no le haría caso, pero estaba incómoda e intentaba no mirarlo, sintiéndolo como una enorme sombra sobre ella. 

- ¿y si no?, ¿y si estoy equivocada y usted no? ¿qué hará? ¿me volverá a disparar, pero esta vez no fallando? - por fin puede decirlo, su voz tiembla al principio, pero recuperó la fuerza al final de sus preguntas, deteniéndose de golpe - soy como ellas, soy alguien que tiene una habilidad más allá de los demás humanos, a lo que usted llama brujería, ¿me matará?... debería hacerlo ahora y no detenerse, - miró a otro lado y siguió caminando - da igual... si tiene la razón, nadie más la tiene, pero reconozca que fue el gatillante de todo esto, tú y su búsqueda de purgar los pecados de otros  nos llevará a la muerte a todos antes de que termine el día - tomó una gran cantidad de aire, llegando a una esquina, mirando a todos lados para ver hacia donde ir.

- antes pensé que podría protegerme, ahora me produce un enorme miedo...- confiesa mirándolo al fin a los ojos y sujetando su crucifijo, jalando de él, sus enormes ojos claros estaban llenos de lágrimas.   

Estaba tan fatigado, tan dolorido... que no me había percatado de que Poe estaba justo detrás mío hasta que no me recuperé un poco. Lo cierto es que fue la forma de actuar de Will con Edward fue lo que me hizo mirar hacia un lado. Lo mío no era precisamente el trato afectivo, y menos aún entre hombres. Pero no era asunto mío.

Señor Poe! exclamé al verle, arrinconado y asustado. Me incorporé como pude. Usted y yo tenemos que hablar. Mi voz aún sonaba fatigada. Creo que encontró algo en la habitación de Alice, justo cuando fuimos todos a la otra sala. Le dije con mirada inquisitiva. Tan sólo esperaba no estar equivocándome y que esos hechos no hubiesen ocurrido.

No se si vió el contenido, pero es sumamente importante que sea nuestra. Le indiqué y luego miré al niño. Tarde o temprano tendrá que aprender y hacerse un hombre... no va a estarse toda la vida orinandose encima cada vez que se asuste un poco. Esa caja guarda el corazón de Annais. Proseguí, volviendo mi mirada hacia Poe. Con el en nuestro poder podremos hacer que esa bruja se retire del juego... y sólo nos quedaría ocuparnos de Alice y Agnes.

Miré nuevamente a la pareja que permanecía en el suelo. Estaban débiles, sobre todo Edward. Si en el otro lado no tenía la esperanza de que sobreviviese, ahora menos todavía. Aquí estan muy expuestos, caballeros. Les indiqué a ambos y clavé mi mirada en el hombre negro. Demostraste tener conocimientos de... ¿magia? Dudé unos instantes, aún no tenía claro si el hombre negro estaría a la altura de las circunstancias. Bueno, da igual ahora mismo... ¿Podrías crear algo.... no se... tú eres el experto en esto ...supongo... y ponerles a los tortolitos un escudo o algo que les proteja de Alice? Ya sea de su magia o su...  visión... Concluí mirando fijamente a Noah antes de decidir que hacer.

La tomó por los hombros con las dos manos, y sus ojos cayeron una vez más sobre la cruz. Después, sobre los de ella.

-Si hubiera querido dispararla, lo habría hecho... Si quisiera dispararte... Pero no quiero. Te dije que vivieras, que vivieras, y conmigo. Y me parece injusto que porque haya hecho justicia sea yo el culpable. Que porque haya escogido hacer el bien, ahora tenga consecuencias nefastas...

Tragó saliva. No sabía cómo decirle aquello.

-Y más aún que creas que me conoces por haber visto recuerdos. Y que me juzgues, sin saber ni el porqué ni el cómo de todo esto. Lo que hice fue por una causa superior a cualquier hombre y mujer. ¿Miedo?... ¿Miedo? Miedo da un criminal, un vulgar borracho que sale de una taberna y te fuerza contra el suelo. Miedo da un lobo, que te persigue como a la Caperucita Roja y está a cada paso listo para degollarte. Miedo da esa bruja negra, y miedo da lo que piensa hacer contigo. Y miedo dan el pecado y el mal en el mundo. No yo. Yo tan sólo doy miedo al pecador. Y tú no lo eres. Te has equivocado de pesadilla, Agnes. Te has equivocado de monstruo.

- todos nos debemos hacer cargo de nuestros actos, todos, y todas sus consecuencias, ¿o acaso crees que por decir que haces justicia te exonera de el mal que causaste?...- apretó los dientes y se zafó de sus manos, retrocediendo, volvió a mirar al suelo, apretado la vieja manta que estaba sobre sus hombros -  eres perseguidor y juez, eso.. eso jamás será justicia, es sólo barbarie... ¿y que va a pasar cuando sea una pecadora? recuerda que he pactado con esa mujer, y me entregaré a esa bruja, así quizás pueda terminar con todo esto y puedan vivir - arrugó su ceño desafiándolo por unos segundos con la mirada. Vivir con él, eso había dicho, pero en ese momento era lo último que se le cruzaba por la cabeza, vivir con él.

- y si te tengo miedo, miedo a que un día decidas que soy una pecadora, que un día no te guste lo que hago, si es que sobrevivo a esta noche, a quedarme a tu lado... y... y me... traiciones, eres uno de los monstruos al que le temo - se muerde el labio inferior - soy una bruja, y lo sabes, aunque desees  negártelo, mi don incluso es por hechicería, y nada ni nadie puede cambiar eso, soy una bruja y sabes que tarde o temprano tendrás que purgar mi existencia y no podrás fallar, porque tú no fallas, sé que ese disparo era un disuasivo, pero con ese disparo destruiste mi corazón, Mordred... justo en el blanco - tragó saliva y siguió caminando.

- te pediría que me cuentes tus razones, pero debo buscar a Holmes y encontrar el corazón de Black, quizás si vemos el amanecer, lo haga... -  movió su mano apartándose de él y apurando el paso, aún sin estar segura de estar en la dirección correcta.

-¿Mal que causé?¡No hice ningún mal! ¡La justicia no sabe de bien y mal! Sólo el ser humano, al tener su libre albedrío.-su voz se tranquilizó. En su mente, estaba siendo más que sincero y certero.
-Yo no te consideraré vil salvo que tú escojas serlo, Agnes. Todos tenemos elección... En nosotros están el bien y el mal, y tan sólo debemos elegir... Sólo tienes que elegir ser como ya eres...
Suspiró. ¿Por qué no comprendía Agnes algo que para él era tan obvio?¡Ella era correcta! ¿Cómo iba a pecar?...

Luego pensó en Robin... Y sintió escalofríos al imaginarse a Agnes así.

-De acuerdo. Busquemos a Holmes...El detective más inteligente del mundo...
"Y aún así, alguien que no ha hecho justicia como yo..." -pensó

Genevieve escuchó con atención las palabras de Black y asintió. Le siguió, mas se sobresaltó cuando este se giró hacia ellos. No dijo nada más, simplemente le escuchó con atención.

- Comprendo, ¿Entonces confía en Alice? De acuerdo -.

El Crisol, nunca había escuchado eso. ¿Su padre era miembro? Tal vez por eso él parecía estar tan enterado de tantas cosas. De hecho, su padre era un enigma, incluso para la misma Genevieve y nunca supo si su madre compartía su opinión. Cuando Black les dio las indicaciones finales, Genevieve asintió y agregó.

- Monsieur, déjeme decirle que estoy de acuerdo con la injusticia de no ser aceptado por no nacer como híbrido. Aunque le confiesa que, si tal lugar existe, yo tampoco lo seré porque soy híbrido en mí misma - sonrió amablemente y le hizo una referencia.

- Agradezco su ayuda y quisiera que me respondiera una última pregunta: ¿Dónde encontraremos a Holmes? ¿Está él en la casa de Alice también? Y una cosa más, ¿Cómo le llamaremos en caso de necesitarlo? -.

221B de Baker Street.

Ambos os dirigís a la casa de Holmes.

Después de vuestra charla, ir a por Holmes era lo mas razonable.

La señorita Merril se codea con los miembros mas selectos de la sociedad y para ella no era difícil encontrar la casa del investigador mas importante: 221B de Baker Street. El resto se fueron a buscar a Alice, tanto la pequeña Ashley, como la señorita Cushing. Tan solo Morgan y Merril, que seguía a Morgan como un perrito faldero, os quisieron acompañar.

Al llamar os recibió una señora muy mayor, alemana seguramente y posiblemente la ama de llaves. Cuando preguntásteis por Holmes esbozo una agradable sonrisa. Os hizo subir a la primera planta y abrió una puerta con una inscripción en letras negras sobre un cristal ahumado.

Al abrir la puerta una bocanada de Humo blanco salió de ella. Evidente signo de que  en la habitación se fumaba mucho y se abrían poco las ventanas. La mujer mayor gruñó algo ininteligible en Aleman mientras os hacía pasar y cerraba la puerta tras vosotros.

Si bien es cierto que la sala era la típica de un despacho normal, descubristeis que todo estaba muy desordenado, y al contraluz del sol de la mañana que ya despuntaba se encontraba alguien de espaldas a vosotros, sentado en un sillón giratorio de respaldo alto.

Os ignoraba totalmente o estaba absorto en sus cosas, y apenas podríais decir que allí había alguien si no fuera por que veíais salir humillo blanco de una pipa de agua.

- ni siquiera sabes lo que haces, ni las consecuencias de eso... sólo impartes tu justicia... como como si fuera una verdad única - movió la cabeza de lado a lado, dándose cuenta que él estaba tan absorto en su misión que no escucharía razones en contrario, ni se daría cuenta de sus propios errores y las consecuencias de sus actos. Movió sus manos y se alejó de él todo lo que pudo, además, habían aparecido aquellas dos personas, esa  mujer desagradable, la señorita Merril, y el joven Morgan, que ya le parecía extraño que no hubiera seguido a Mordred.

Agnes iba delante, pero cuando no supo por donde ir, debió seguir a Merril, intentando alejarse de Mordred, intentando ignorar su presencia, pero le era imposible, ese hombre producia un efecto enorme e ineludible en ella, incluso estando tan enojada con él, asustada por él.

Llegaron a la oficina de Holme, Agnes saludó a la mujer, y cuando entraron en el despacho, ella dio un paso adelante, además, era la que debía hablar.

- señor Holmes, necesito hablar con usted, Robin Blackwood me mandó a buscarlo, necesito hablar con usted - sabía que el nombre de una muerta le produciría extrañeza al hombre, pero si era tan listo, sabría mejor que ella porqué lo había ido a buscar.

El señor Poe se sobresaltó al escuchar su nombre de la boca del inspector.

La verdad el escritor en realidad era un hombre cobarde y bastante incrédulo. Si a eso le juntas cosas paranormales obtiene la mezcla de un autentico hombre asustado y manipulable.

-Una caja. Si... ¿Como sabe usted eso?- Pregunto si esperar una respuesta mientras sacaba de su bolsillo una cajita

La cajita era del tamaño de una mano pequeña, tallada en piedra totalmente y con un pequeño pestillo que hacía de cierre. Su aspecto era normal. Habríais esperado algo mas amenazador, pero solo parecía eso. Una caja tallada. Pero por algún extraño motivo sentíais que algo ahí dentro de la caja se movía.

-¿Lo..oyen? ¿Ustedes también lo oyen? Gracias al cielo creía estar loco!.- Dijo Poe dejando la caja en una mesita frente a todos.- La encontré en el laberinto, en el jardín. Hará cosa de tres días, Lorina quería darle la medicina a Alice pero no la encontró en su habitación. Había veces que ella salía sola con el sol del medio día y, aun no se como llegaba tan lejos, porque es ciega, claro. El caso es que llegaba hasta el centro del laberinto, en el invernadero que hay allí.

Hizo una parada para coger aire y echarle una mirada fugaz a al caja.

- Fui a buscarla pero no estaba allí. Sin embargo encontré la caja. Creí que se la había dejado así que la recogí, pero...no he podido abrirla. Me produce ansiedad y curiosidad a partes iguales. Asi que la escondí, no podía devolvérsela sin saber que había dentro. Algo me lo impedía! La guardé bajo unas tablas del suelo pero... estas noches, lo que hay en su interior me llamaba.... como si fueran latidos. Uno tras otro. No podía dormir!! Les parecerá una locura..

Terminó Poe ayudando a Will a recoger el señor Edward del suelo y recostarlo sobre una silla.

- No se lo que hay dentro, pero me alegro de no tenerlo jamás en mis manos. Ahora es problema suyo, señores. No volveré a tocar esa caja.

Edward se incorporó finalmente, agradeciendo la ayuda de Will y de Poe. La posición erguida sobre la silla al menos había puesto el mundo al derecho, las cosas no dejaban de darle vueltas desde hacía una hora o unos días, era difícil y hasta absurdo mensurar el tiempo. Bebió un trago del brebaje que Noah había preparado de la mano de Wlill y dio una mirada a la caja de piedra. Sonrió ante la ironía de que algo tan pequeño pueda significar tanto para ellos, incluso para todo el mundo que conocían. Victor aún estaba en silencio y no lo culpaba, verlo aparecer de la nada y en ese estado moribundo seguramente lo habría asustado.

Luego juntó fuerzas y se dirigió hacia el inspector. Las imágenes se le superponían y el cansancio nublaba su mente, no podía saber si lo que vivía era real o era un tiempo posible por venir, o pasado que nunca existió. Se concentró, pese a todo, en el contenido de aquella caja - Lo mas fácil sería destruirlo ahora, con vuestro bastón tal vez... - recordó su visión anterior, en la que descubrió a Annis dentro de la tabernera, en ella Roy mataba con la punta de su bastón a Alice, se lamentó de haber impedido esos hechos - Una Annis mortal puede ser derrotada... pero... y las otras? Tal vez sea mejor que Annis derrote a la verdadera bruja bajo nuestro mando, y para ello necesitamos ese corazón intacto... luego habrá tiempo de lidiar con ella, no le parece?- Miró su reloj, esa caja y ese colgante tenían en común la mas ominosa de las maldiciones y la esperanza de cambiar un futuro de muerte, ninguno de los dos debían existir y sin embargo allí estaban, pero no sin sacrificio porqué me persiguen?. Tosió, pero notó como su cuerpo recuperaba sus fuerzas poco a poco. Luego miró a Noah - Dónde está Laszlo? Es importante que hable con él -  

El niño se acercó a la caja mientras Edward terminaba de hablar. Conocía esa sensación. Era como cuando cazas un escorpión y lo metes en un bote: una mezcla entre excitación, curiosidad y terror... ¿y si se escapa?

Se moría de ganas de apretarlo con un palo y le daba pánico que abrieran la tapa. Tenía infinita curiosidad por verlo moverse y saltar por sí sólo y se le hacía un nudo en la garganta sólo de pensarlo.

No acababa de entender la estrategia que proponía el caballero Wesley, pero parecía de lo más inteligente... aun así. ¿No era demasiado arriesgado? Las brujas son muy listas y..."habrá tiempo de lidiar con ella" era una frase que no se debía tomarse a la ligera.

Pero no tenía palabras para expresar esos pensamientos y estaba demasiado emocionado con el contenido de esa caja para ordenarlos en su mente y expresar .

Buscó la mirada del señor Cone, dándole a entender con su mirada -a él y probablemente a toda la sala- que no se fiaba del contenido de esa caja.

Así debían de sonar los tambores de los caníbales de Las Guayanas. Tam tam, tam tam...

Noah miró la caja con curiosidad. El sonido de un corazón fuera del cuerpo no era nuevo para él, aunque la magia que se conjuraba con ello era oscura y el músculo no vivía, en ningún caso, más de unos minutos fuera del cuerpo. Era probable que sirviera para dar ordenes a la bruja, siempre que fuera el suyo y el hechizo funcionase.

- Puedo proteger un área, tengo una vela para ello. La bruja no podrá atacarles mientras esté encendida, pero... No durará eternamente y no creo que sea el momento.- dijo el esclavo reacio a gastar la vela todavía, y menos protegiendo a unos ricachones que no mirarían dos veces a un pobre muerto de frío en la calle. "Quizá la bruja sepa algo más" pensó durante un momento mientras se acercaba a la caja. La tentación de abrirla y llamar al dueño de lo que latía en su interior era grande, pero quizá no pudieran controlarlo incluso teniendo un puñal encima.

- No sé donde esta Lazlo - respondió al fin a la pregunta de Edward mientras se separaba con cautela del cofre. No era el momento, aunque, quizá nunca pudiera serlo.

No importa como lo supimos, señor Poe. Clavé mis ojos en la caja. Lo cierto es que la imaginaba algo más grande. No necesito abrirla para saber que dentro está lo que necesitamos. El corazón de Annis. Vi como todos los rostros y miradas se clavaban en la caja. El único medianamente sensato, era Edward con lo que debíamos hacer con la caja, aunque yo ya tenía mis planes para ella desde que se nos facilitó la información.

Miré al hombre negro cuando dijo que no usaría su vela de protección aún y vió la mirada tentadora en su rostro, no ayudas y deseas la caja? No maldito negro. Me apresuré a coger la caja que tanto miedo le daba al señor Poe. Luego les miré a todos. Espero que la insensatez de este hombre, no os ponga en más peligro a todos.

Con la pequeña caja en mi mano caminé unos pasos, buscando un espejo. Annis! Exclamé cuando llegaba a aquel pedazo de tela que cubría uno. Se que me escuchas! Y se que sabes que tengo en mi poder! Me clavé frente al espejo. El influjo de Alice.. ella ya no tiene poder sobre ti... retiré la tela del espejo. Ahora lo tengo yo.

Mostré la caja en mi mano al espejo. Sabía que me veía. No podía resistirse a recuperar esa parte de si misma. ¿Quieres ser libre, Annis? Libera a los prisioneros que te has llevado. Ayúdanos a quebrar este malévolo y cruel plan y te devolveré el corazón intacto. Juégamela... y lo último que verás será a mi bastón atravesando la caja de lado a lado. ¿Que decides, Annis? ¿Vivir o morir? guardé silencio unos instantes. Y fíjate en que te estoy dando a elegir. No te estoy obligado a ello... sabes que puedo obligarte.

-Senorita, Shawn...- Digo el lagarto  acercándose hasta ponerse a tu altura.

Estaba tan cerca que casi te era imposible mirar a sus dos ojos al mismo tiempo. Su aliento fétido se metía por tu nariz simulando carne podrida recién ingerida. Y sus dientes puntiagudos, rebosantes de saliva, parecían aún mas amenazadores que antes.

- Odio... a las brujas. No confío en ninguna. Ni en Alice, ni en Annis. Se que Alice oculta algo algo que no entiendo. Pero a mi se me engaña una vez. Solo una!! Y Annis ya me ha engañado lo suficiente para que no confiar en ella. - Se incorpora alejándose de ti y en ese instante os dais cuenta de lo realmente colosal que es su envergadura. Un gigante entre los gigantes.- Tampoco soy su amigo, no lo olvide.

Black alza una mano y agarra a Genevieve por el cuello alzándola casi un metro del suelo mientras la acerca a su rostro y olfatea su aroma mientras una lengua viperina sale de su boca y acaricia su rostro. Pegajoso y nauseabundo, Balck rie y contesta con asco.

- Será un híbrida... muy sabrosa, debo añadir. Pero sigue siendo hija del señor Shawn. Que fácil seria arrancarla la cabeza ahora mismo, señorita Shawn, y enviársela a su padre de manos del pequeño Laszlo. Podría vengarme y crear así mi propio circulo de seres sobrenaturales. Mi propio Crisol!. - El lagarto arrastra su larga cola hasta colarla por debajo del vestido de Genevieve y llegando a una zona prohibida, donde los muslos terminan y empieza una zona mas delicada del cuerpo. - ¿O tener mi propia descendencia... No lo ve apetecible, Genevieve?. Mientras el señor Laszlo mira... jajajajaj-

Black rie y mira a Laszlo con ironía, pues en el fondo vuestro tenue amor brilla en sus ojos y puede que en los de Genevieve también. Súbitamente retira su cola y deja caer a Genevieve al suelo. Se da la vuelta y os mira de reojo.

- El señor Laszlo solo tiene que llamarme. Igual que hace con los demás animales. Con respecto a Holmes ... vive en el 221B de Baker Street. Creo que su bruja y el cazador estan allí.- Enchanté mis señores rie con cierta gracia y una reverencia- Me largo. Está amaneciendo y hay asuntos de los que debo ocuparme- Dice por fin con asco mientras se ajusta el sombrero de copa y lo veis marcharse entre la niebla.

Genevieve miró a Black con seguridad cuando este la alzó y ni siquiera parpadeó ante su amenaza. Lo único que deseaba era recuperar a su madre y si ese monstruo deseaba probar su poder, era porque era más débil de lo que creía.

Ni siquiera pestañeó cuando este jugó con su cuerpo descaradamente, no hizo nada, no se movió, no gimió, nada. Su mirada se volvió tan seria como la de su padre hace rato y le dijo - Sería cierto, pero también sabe que no conseguiría nada con hacerlo - rió con frialdad cuando este insinuó su descendencia.

- Monsieur, me halaga, pero dudo que pudiera darle descendencia - sus brazos estaban tensos, listos para atacar en caso de ser necesario. Pensó en cortarle la cola de un tajo, pero se contuvo, debía hacerlo por el bien de Laszlo.

Al caer, lo mira y busca a Laszlo con su mano para que le ayudara a levantar, mientras observa a Black irse. Entonces, le dice a Laszlo - Tenemos a dónde ir. Le diré a mi padre para que nos prepare un carruaje - miró con gentileza al enano, mientras caminaba a donde se encontraba su padre.

Me cuesta un mundo no abalanzarme contra esa criatura apestosa. Le he prometido a Genevieve que no cometeria ningún acto estúpido mas. No tengo posibilidades contra el Señor Black. Tampoco observo Que mi querida Genevieve muestre signos de alerta o peligro. Tomo consciencia de mi cuerpo y aflojo los puños dejando que vuelva a fluir la sangre. Estoy rabioso. El Señor Black nos da una información muy provechosa en relación a la manera de avisarlo. Parece ser que mis habilidades ocultas tendrán algún provecho, quien me lo iba a decir¡¡

En cuanto deja caer a Genevieve me acerco deprisa para ayudarla a levantarse. El lagarto se marcha y yo solo tengo ojos para mi angel celestial. – Se encuentra bien, querida? Necesita que le traiga un vaso de agua? Ese malnacido¡¡ Esto no quedara asi, créame¡¡- Genevieve me indica que hemos de salir a buscar al  Sr. Holmes. Creo que se nos ha girado trabajo. Vamos alla. Estas pueden ser mis ultimas horas. Las pasare con la mejor persona que se ha cruzado en mi camino. Ese es mi consuelo y mi alegria.

221B de Baker Street.

Ambos os dirigís a la casa de Holmes. Después de vuestra charla, ir a por Holmes era lo mas razonable.

Lo dicho por el señor Back, de buena o mala manera era lo de menos. Pero sus indicaciones eran, hasta el momento, la mejor opción. UN coche de dos caballos, cortesía del padre de Genevieve, os llevó hasta la puerta de vuestro destino.

Al llamar os recibió una señora muy mayor, alemana seguramente y posiblemente la ama de llaves. Cuando preguntásteis por Holmes esbozo una agradable sonrisa. Os hizo subir a la primera planta y abrió una puerta con una inscripción en letras negras sobre un cristal ahumado.

 Private Investigator

S. Holmes

Al abrir la puerta una bocanada de Humo blanco salió de ella. Evidente signo de que  en la habitación se fumaba mucho y se abrían poco las ventanas. La mujer mayor gruñó algo ininteligible en Aleman mientras os hacía pasar y cerraba la puerta tras vosotros.

Si bien es cierto que la sala era la típica de un despacho normal, descubristeis que todo estaba muy desordenado, y al contraluz del sol de la mañana que ya despuntaba se encontraba alguien de espaldas a vosotros, sentado en un sillón giratorio de respaldo alto.

Dentro de la sala ya había alguien: Agnes, Mordred, Merril y otro señor, Morgan, presumiblemente amigo del señor Mordred.