Partida Rol por web

Penny Dreadful: 1°Temporada.

Epìlogo 1ª Temporada

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15/05/2017, 23:00
Dean Winchester

 

Escena personal Edward

 

- El señor Turner estará muy complacido de que asista a la gala de investidura. - Dice el Mayordomo mayor del señor Alloy Turner mientras sale por la puerta de tu tienda de antigüedades.

Las campanillas de la puerta tintinean cuando cierra la puerta, y ni ese sonido te hace salir de tu ensimismamiento. Ni siquiera le estabas escuchando cuando entró por la puerta y te tendió la carta con la invitación. Simplemente le miraste con cara neutra, como si fuera otra persona interesada en una silla, o una mesa, de las que hay en tu tienda. A él le dabas asco, y lo sabías. Por lo que tampoco te extraño que la carta en vez de dártela en mano, simplemente la tirara en el mostrador tras el que estabas todas las mañanas.

El tampoco te caía bien. Las veces que estabas con Alloy, teníais que darle esquinazo la mayor parte de las veces para que no os "pillara". Según él era algo blasfemo. Para vosotros un secreto a punto de explotar. Y por ello pudiera ser algo tan excitante. Maldito mayordomo!

Pero todo eso formaba parte del pasado.

Un pasado que parecía haberlo cambiado todo. Incluso la relación con tu ayudante Elijah no era la misma. ¿Era posible que Elijah se hubiera dado cuenta de tu amor por el señor Blunt? ¡¿Como fué posible?! Fue fugáz, apasionado y cargado de "algo mas". Fue nuestro secreto mientras duró lo que fuera aquello para lo que nos reunieron.

¿Fue? Dónde estará Will en estos momentos. ¿Que nos ha pasado?

La muerte de Agnes fue aquello que no esperabais tan pronto. Sabias de sobra lo que pasaría si la cosa se torcía, pero siempre tuviste la esperanza de poder salvar a todos. Después de todo, fue gracias a tu reloj el inicio de todo esto. ¿O fué el propio destino? Algunos de tus "amigos" deseaban la muerte de la gitana, de la bruja, de la inocente o no tan inocente vidente. Pero nadie pensó en que fuera ella misma la que se quitara la vida.

La vista de Elijah se cruza levemente con la tuya, mientras coloca unos libros en una estantería, y vuestros ojos se miran solo un instante. Lo justo para hacer que bajes la vista, puede que avergonzado, y te encuentres con tu reloj roto entre tus manos. Tu dedo pulgar apreta, inútilmente, la perilla que antes accionaba el mecanismo temporal, pero ahora solo hace un "click" débil y marchito, al igual que tu alma, pues después de todo ésta también parece estar igual de rota. Lo haces de forma automática, como muchas otras veces has hecho por inercia.

Pero ahora todo está roto.

Hace un mes desde que el señor Le Fay insistiera en darle cristiana sepultura, pese a que fuera una... bruja. Incluso el halo de incertidumbre en torno a Mordred era algo incoherente, si tratamos de juntar las palabras cristiano y brujería, en la misma frase. Tu conocías su secreto. El de todos. Y sin embargo no quisiste decirle a nadie nada sobre el autentico Mordred Le Fay.

Sobre Jack el Destripador.

Tampoco era el momento y menos el lugar. ¿ Que hubieras hecho? ¿En el funeral de Madame Blackwood te hubieras levantado y le hubieras señalado, gritando " Es él, Es el Destripador!" ? ¿Quizá cuando Agnes se desangraba delante vuestra, entre los brazos de su amado Mordred? Quizá Londres esté mejor sin saber quien era realmente Jack. Ademas, desde la muerte de Agnes, hace ya un mes, el destripador no ha vuelto a aparecer. Puede que el amor y el dolor hayan apaciguado a la bestia durmiente en el señor Le Fay.

Un suspiro tuyo, ahoga nuevamente el sonido de las campanillas de la tienda mientras el cartero entra por la puerta. Elijah recoge el correo y te lo deja frente a ti en el mostrador mientras aún sigues absorto en tus pensamientos y en el reloj. Tu ayudante te mira con pena y niega con la cabeza, como pensando "pobre señor Edward". Después se aleja para seguir colocando cosas en los estantes.

Apenas por el rabillo del ojo ves las cartas sobre el mostrador. Facturas, invitaciones, felicitaciones... Con tan solo mirar el papel del que está hecho el sobre sabes que ninguno te traerá de vuelta esa pequeña felicidad que sentiste al entrar en la mansión de los Badcock. Sentirte útil. Parte de este... tiempo.

 

Tan solo una carta es algo distinta al resto. Mientras la recoges, sientes que su aroma es distinto: No huele a nada. No esta perfumada y de hecho esta raída, como si hubiera viajado desde muy lejos. Como si llevara mucho tiempo buscando su destinatario. Tan solo cuando lees el remitente tu corazón vuelve a latir.

Albert O. Zoroastro... ¿Vivo?

En ese momento, sabes que no todo ha terminado. En ese momento, tu corazón late, vivo nuevamente, apasionado de emoción. En ese momento, el reloj roto, mueve la manecilla del segundero para comenzar a dar la hora.

Aun hay esperanza.

Aun se puede salvar a Agnes. Salvarlos a todos...

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15/06/2017, 10:44
Dean Winchester

Escena personal Mordred.

La nieve caía sobre los hombros de Mordred y se formaban pequeños montículos sobre su abrigo de piel. Llevaba algún tiempo de pie, por lo que el sombrero empezó a tornarse más blanco que negro. 

- Está noche he soñado contigo, mon chéri. - Decía Mordred con una sonrisa. - Estabas preciosa con ese vestido que te regale. ¿Te acuerdas? El azul, con encaje negro y pequeñas flores rojas en el corpiño. Bailabas sola en el salón, creyendo que nadie te veía. Pero yo estaba allí, observándote como te mecías, preciosa, como si las notas del Gramófono te envolvieran y guiarán tu cuerpo. 

El semblante de Mordred se ablanda y su mandíbula de tensa ligeramente.

-Hay un momento en el que tropiezas y caes al suelo. Entonces voy yo y me arrodillo a tu lado. Juntos vemos que el vestido se ha roto por una costura y empiezas a disculparte por tropezar.  "Solo es un vestido" Te digo yo. Y entonces me miras y empezamos juntos a reír. Siempre has sabido que decir sin necesidad de pronunciar una palabra, ¿no crees?-

Mordred sonríe y tuerce la cabeza un momento mientras abre la caja que tiene bajo el brazo.

- Te he traído ese vestido. El azul. - Las manos de Mordred desempaquetan torpemente un precioso vestido azul cobalto, con encaje negro y flores rojas. Lo extiende para hacerlo estirarse por completo hasta que los faldones llegan al suelo y rozan la tierra nevada. Luego lo dobla cuidadosamente por un lado y saca su cuchillo escondido en el pomo del bastón. -Solo es un vestido...- Repite Mordred mientras con el filo del arma rasga una de las costuras del caro vestido.-... solo un vestido.-

Su rostro se arruga solo un instante, en el que una pequeña lágrima escapa fugazmente de sus ojos para ir a caer sobre del vestido.

- Ojala todo esto solo fuera un sueño.- termina el caballero mientras deposita el vestido sobre la tumba de Agnes Blackwood.

 

Sabe que, de una día para otro, los carroñeros se lo llevarán. Puede que incluso se lo vea puesto mañana a alguna puta en alguna de las esquinas de Londres. Puede que en un mercadillo. Pero eso no le importa para nada.

Día tras día el señor Le Fay acude a la su tumba. Puede que la culpa le haga acudir puntualmente a su cita. O puede que el remordimiento de que, en todo lo ocurrido, él fuera el detonante. Perseguir a la bruja, dejarla escapar... y enamorarse de alguien de quien no debía.



Mordred deja el cementerio de Highgate y se monta en el carro que le llevara muy lejos hoy. Mas en concreto, al acantilado de Brighton. Y por el camino Mordred escribe una carta para quien quiera leerla. Puede que para alguien que lea estas palabras. O puede que para nadie.

"En la soledad de mi mundo, de mi abismo,
espero acechante en la oscuridad
el momento para matarme.

En la soledad de mi sueño no deseo vivir,
no quiero seguir, sólo dormir
para no volver.

La soledad de mi mundo ha vuelto a nacer
cubierta de indiferencia llena de miseria.

En la soledad de mi vida, mi premio es amarte,
mi castigo perderte, no hay marcha atrás
no tengo otro camino.

En la soledad de mi alma quisiera perderme,
quisiera olvidarme de cosas dichosas.

En la soledad de mi muerte aspiro a la vida,
me arrepiento cada día.

En la soledad de mi ser anhelo volverte a ver
y decirte por una vez lo mucho que te amé."

 

Son palabras que no significan nada. O que significan un todo. Para alguien como el Destripador que no sabía realmente lo que es el amor, duro es escribirlas. Mas duro aún el poder pronunciarlas. Por ello cierra la carta y la sella con cera y su propio anillo.

Con gesto cansado despide al cochero. No piensa volver. No volverá.

La nieve ha dejado de caer, ya ahora los pocos copos que caen son llevados mar adentro por la brisa. Morgan saca la  carta de dentro de su abrigo. Los guantes de piel impiden que note el tacto, pero aun así, bajo ellos nota hasta lo que ha escrito hace unas horas dentro del coche.

Un jirón de aire travieso arranca de la mano de Le Fay la carta, que sale volando, girando formando tirabuzones de papel en el aire hasta desaparecer con la bruma nocturna. Apenas hace ademán de volver a recuperarla. Puede que el viento y el mar sean ahora los mejores guardianes para sus últimas palabras escritas.

Mira al cielo y sonrié. Ya está muy entrada la noche, pero la luna le acompaña, como tantas y tantas noches en las que salía a cazar a esas mujeres en Whitechapel. Sin embargo, esta vez, la luna no sera testigo de una nueva matanza. Esta vez no es Jack el Destripador el que esta de pié, frente al Océano, justo al borde del acantilado.

Ese es Morgan Le Fay.

Piensa que la muerte le liberará del mayor dolor que ha sufrido jamas, pues es peor lo que ahora siente que ver como Agnes se desangraba sobre sus propios brazos. Insufrible el dolor de no poder volver a ver, de no poder volver a tocarla, de no poder besarla. El recuerdo de su aliento se desvaneció tan pronto de su rostro que sintió como la vida de Agnes se llevaba su propia alma con el último suspiro de la gitana.

Y Mordred cierra los ojos y sonríe. Sabe que cuando muera no llegará allí donde está ella. Sabe que su alma no es igual de pura y que el irá al infierno. Un pequeño sacrificio por las cosas que ha hecho en nombre de Dios. Y aun así lo acepta, mientras el señor Le Fay pone un pie en el aire, para pisar el viento, y segundos después...

Algo roza el rostro de Mordred.

Un trozo de papel.

Abre los ojos mientras pone el pie de nuevo en tierra y descubre su carta a sus pies, abierta. Mientras la recoge descubre que el sello esta roto y unas letras, escritas en sangre a continuación de las suyas.

 

Sonríe, pues sabe que aun no ha terminado todo. De alguna manera ella sigue viva. Aun hay esperanza. Aún hay tiempo de arreglarlo todo.

- Jack .... ha vuelto.- Dice por último mientras gira sobre sus pies y deja a sus espaldas el mortal y blanco acantilado de Seven Sisters.

Notas de juego

R.I.P My Friend

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15/06/2017, 10:45
Amy Wood

Escena personal Noah y Victor

El barco zarparía en un par de horas.

Mirabas el malecón del puerto, ahora lleno de vida y de gente. Pero hacia un mes estaba vacío, y en su lugar Agnes y tu luchabais con la bruja Annis hasta que el sueño se desvaneció. Porque fue un sueño... ¿No? 

Viniste buscando venganza y no estás satisfecho del todo. Tan solo un atisbo, una pedacito, un pequeño roce de lo que podría llamarse venganza, fue lo que tuviste. Pero no estabas ni de lejos tranquilo.

Tenias que acabar con todos los que acabaron con tu familia. Esa maldita y puta familia Cunningam debía arder en el infierno! No sin antes disfrutar tu de hacerles entender por todo lo que has sufrido con la perdida de tu familia. Y Alice solo te había proporcionado una pequeña dirección en la cual remar. Desgraciadamente Alice también desapareció y con ella tus esperanzas de tener nuevas pistas sobre el paradero del resto de esa maldita familia.

Decidiste volver a América de nuevo.

Allí se libraba una nueva guerra, otra de tantas quizá. Pero esta vez los esclavos teníais las riendas, y con ellas, la libertad con la que tus ancestros soñaban. En América habría más Cunningan a los que castigar. Y aunque no fueran ellos realmente, apaciguarían por un tiempo tu sed de venganza.

La mano de un niño te saco de tus pensamientos. Era agradable y cálida al tacto. Cerraste los ojos un momento y sentiste como tu hijo estaba a tu lado, dándote la mano y consolidando tu alma. Pero al abrirlos descubriste que era Victor quien te daba la mano. 

-¿Que haces aquí, Victor? ¿Has venido a despedirte? Deberías estar en casa con tus padres y tu hermana. - Casi sentiste pena al decir las palabras. No querías herir a Victor, pero sabias a lo que había venido, y tu no eras la niñera de nadie.

Victor te miró con pena, casi llorando y bajó la vista al suelo mientras se rascaba la pierna con el pie. 

-Ya no tengo familia, señor Cone. Cuando llegué a mi casa nadie se acordaba de mi. No podía hacer que me quisieran... Me llevaron al horfanato y hace un mes que un niño gordo se mea en mi almohada. No tengo a nadie más. - Las ropa de Victor así lo confirman, pues están raídas y desgastadas.

Suspiraste pensando que por mucho que le dijeras Victor no era de los que se dejaban convencer fácilmente, y menos en esa situación. A donde ibas no había vuelta. Joder, ibas a una guerra! Que hacia un niño allí, por no mencionar que no tenías dinero para un pasaje para el crio. Por eso mismo te sorprendieron tus palabras. Quizá más lo que no dijiste. 

-Yo tampoco, chico- dijiste mientras apretabas su mano para no soltarla. 

Puede que tu familia hubiera desparecido, pero puede que una nueva estuviera a punto de formarse. Mierda, solo falta que Ashley se nos una.

-Señor Cone, ¿ cree usted en los fantasmas? - Pregunta Victor sabiendo que lo que hasta ahora habéis visto es mas de lo que cualquier mortal haya visto nunca. - Porque hace un par de días un fantasma vino a verme. Pensaba al principio que era él, el Niño perdido, pero... era la voz de una mujer. Dijo que teníamos que buscar a la bruja, que aún no estábamos a salvo... me asusté.- Dice Victor apenado mientras mira sus zapatos.

 

Tu mirada se aparta del Puerto y mira de reojo a Victor.

Algo en tu interior te hace fruncir el ceño y dudar. No es tu lucha. NO lo es. ¿Por qué sigues allí? Suspiras casi gruñendo. Antes eras mas duro, mas inerte. Pero la duda te asalta  y aún hay tiempo para embarcar.

-Solo hay una forma de comprobarlo, niño.



 

- Te lo voy a preguntar por ultima vez, asqueroso engendro.- Dijiste manteniendo la ramita de olivo con un saquito de huesos atada en un extremo. - ¿Donde está Annis?

No podías dejarlo estar.

Volviste al cementerio de HighGate con Victor de la mano, pero no para honrar a Madame Blackwood, cuyos restos descansaban allí. Viniste a buscar información de otra boca.

La tabernera Amy Wood.

Pensasteis que en sus últimos momentos ella estaba mas cerca de Annis de lo que lo ha estado cualquiera. Muy astuto. Y por ello ahora sostienes el fetiche sobre su frente, porque en el momento que lo separes sabes que volverá a ser piel, carne y huesos muertos.

- Argg...coff...coff... Cerdo!!!- Gruñe el cadáver en descomposición de Wood. - Me arrancas de mi sueño para que te diga algo que no importa! Coff...Gagg...Coff!- Expulsa un vaho de sus inertes pulmones mientras la tabernera intenta incorporarse en su abierto ataúd.-Annis ha vuelto a su mundo, cerdo negro piojoso! Tiene la mitad que quería. Casi ha ganado!!-

Ríes mientras miras divertido la rama. Victor asustado esta casi tras de ti, pero su curiosidad puede mas y sus ojos miran al cadáver bailarín de la Tabernera.

- Wood, Agnes está muerta. Annis la quería para algo que desconozco pero.... está muerta. La vi morir delante de mis ojos! Se clavó el puñal y cayó al suelo como si hubieran cortado las cuerdas a una marioneta. Mordred la recogió y la enterramos. Todos asistimos al funeral. Al tuyo... Creo que solo asistió Will...

Ríe entonces el cuerpo de Wood que con cada carcajada convulsiona su cuerpo como si fuera un pequeño vals de vísceras en movimiento.

- ¿Seguro? ¿Seguro que Agnes murió? Jajajjaja...coff..coff...- Resuelve el cadáver mientras ambos os miráis con incredulidad.

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15/06/2017, 10:49
Sherline Holmes

Escena personal Clarence 

-No es justo- se lamenta Holmes mientras sujeta el farolillo y se echa un vistazo a la tierra que poco a poco se va amontonando a un lado, cerca de sus botines.

El inspector se incorpora pesadamente y se seca el sudor que le perla la frente. La lluvia y el frio se calan en sus huesos pero aún así el esfuerzo hace que tenga que remangarse y sudar. Una simple mirada dirigida a la muchacha, mezcla de asco y de ironía, hacen saber que cualquier persona que estuviera a su alrededor que el Inspector no está de buen humor, precisamente.

- Nada lo es...- replicas

Son las 3 de la madrugada en el cementerio de Highgate, la zona nueva. La zona de los poetas, los artistas y los actores. Al parecer Highgate se ha convertido en la moda para enterrar a esa nueva generación de "hombres libres". Es por ello que el señor Mordred insistió en enterrarla allí. Darla cristiana sepultura parecía ser la última gran cruzada del noble. Nada parecía importar mas a Monsieur Mordred.

Y tu aún te preguntas si realmente merecía una sepultura.

Desde el primer momento supiste que "muerto el perro, se acabó la rabia". No te habría importado ni lo mas mínimo haber sido tu el que portara el cuchillo y haberlo clavado en el mismo pecho de Agnes, pero claro, delante de todos... Por otro lados creías que alguien se te adelantaría. Quizá el negro, el otro brujo del grupo. Bah!

-Aún no entiendo que hacemos aquí, señor Clarence-  Dice Sherline mientras se inclina sobre el agujero que estas descubriendo.

Escupes sobre tus manos y recoges de nuevo la pala clavada sobre la tumba y continúas cavando.

- Tengo que estar seguro que está muerta, Holmes. Asegurarme que todo a acabado.- Dices sin mirar. - ¿No creería que la iba a rematar allí mismo, delante del Mordred?

Sea como fuere, Agnes estaba muerta. Y con ello, Annis no volvería a aparecer. ¿seguro? Muchas incógnitas quedaron el el aire. Por ejemplo, ¿Que fué de Lorina? Al volver a la Mansión Badcock, cargando con el cuerpo de Agnes, el señor Poe se imaginó lo peor: que la misión había fracasado. Mas aún cuando preguntó sobre su prometida y tu mirada lo dijo todo.

-Olvídela, hay mas mujeres- fueron tus palabras. Directas al corazón del escritor. Igualmente ante su asombró le diste, antes de que pudiera decir nada, la cajita con el corazón de Black. - Vaya a buscarla usted si aún tiene esperanzas.- añadiste mordazmente.

A fin de cuentas no había funcionado, y darle ese corazón sanguinolento pareció apaciguar en cierta manera el mismo corazón de Poe. No ibas, ahora que todo había acabado, a comenzar una nueva cruzada en busca de alguien que estaba encerrada en un sitio inaccesible, o posiblemente ya muerta.

Alice había desaparecido. ¡Ojala se haya caido por un agujero! Y Annis Black no apareció pese esperar lo peor. Dedujiste que algo necesitaba Black de Agnes para poder defenderse de Alice. Al no conseguirlo, Annis se escondería donde fuera. O puede que fuera al revés, que Alice lo orquestara todo para abrir una entrada a ese mundo y sin Agnes... Da igual.

Tras un mes de especulaciones decidiste ir a lo fácil. LLamaste a Holmes, tan solo para que alguien mas te acompañara en tu fea faena. Puede que respetases a Homes por su trabajo y eso, legalmente, os beneficiaría a ambos. Pero también podrías acabar con Holmes fácilmente si se interponía en tu camino.

La pala dió con algo duro y paraste de cavar un segundo. Incluso Sherline se inclinó mas aún, a riesgo de caer, para poder ver mejor.

Redoblaste tus esfuerzos y cavaste con mas ahínco para descubrir el cajón que había bajo tus pies, y cuando  estaba lo suficientemente libre de tierra, sonreiste con agrado. Cogiste la palanca y empujaste la tapa, haciendo saltar los clavos del ataúd y cuando estuvo lo suficientemente abierta la empujaste para abrirla del todo.

Tus manos empuñaron la daga que llevabas encima y tu rostro reflejaba, con una seriedad inusual, tu firme propósito de acabarlo todo tan solo "por si acaso". Tus ojos miraban al interior del ataúd, con rabia, como si apuñalar el cuerpo de Agnes una y otra vez, de nuevo, fuera un acto guiado por la propia mano del diablo.

Y pronto empezaste a reir. Como un loco reías sonoramente, vencedor. Desde luego todo había acabado. De eso estabas seguro. Nada mas se podía hacer.

Sherline abrió la boca y se la tapó después con la mano que tenía libre, miro al interior del ataúd y después sus ojos giraron para cruzarse con los tuyos antes de hablar.

-Esta vacío!- dijo ella.

Tu risa sonó en todo el cementerio sabiendo que se habían burlado de todos vosotros. Irónicamente tu trabajo allí había acabado. Pero sí volviste a mirar al ataúd por si lo habían roto.

Nada.

Estaba intacto hasta que tu lo abriste y la tierra no estaba removida. Perfectamente sabías lo que había pasado: La habían rescatado.

- Annis Black... eres una grandísima hija de puta...- reíste alto y fuerte mirando a una asustada Holmes, como un loco, sabiendo perfectamente lo que eso significaba:

El fin, no estaba ni de lejos cerca. Tan solo se había retrasado un tiempo.

 

 

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15/06/2017, 10:50
Ashley Septen

Escena Will Blunt

El señor Blunt miraba sin ver la palangana de su cuarto desde la silla que había frente a la cama.

De tu mano pendía humeante su nueva adicción: tabaco mezclado con Nerium oleander, Adelfa común. Una flor muy hermosa si quieres regalársela a tu novia. Posiblemente mortal si se ingiere. Pero para una persona inmune a cualquier tipo de veneno ero era como el opio mas barato, ademas de legal y poco sospechoso. Ojala esas flores hubieran sido para Edward. No sabías si era un hombre de flores pero... aun sentías en tu corazón aquellos labios, su palpitar.

Estuviste a punto de perder su vida entre tus manos. Wesley... Nada mas te gustaría que volver a verle pero algo te decía que no era el momento. Nunca lo fue en realidad. ¿eran verdaderos vuestros sentimientos? ¿Que haría un hombre adinerado del brazo de un pobre buscavidas? Aún suspiras por la noche al recordar sus ojos y su piel...

Tus labios dejan escapar un retal de humo que se eleva hasta el techo de su habitación, en la posada Hollow. Y el olor del tabaco mezclado de extiende por toda la habitación, mezclándose con otro olor peor, como de carne podrida. Nada extraño después de averiguar cual era el secreto de la señorita Wood.

Te sentías culpable por la muerte de la tabernera y no parabas de recordarte a ti mismo que, incluso a los amigos, los puedes perder por tu propia mano. O mas bien por pus propios labios. Y entonces casi sin poder dejar de pensar en ello, tu mente vuelve al instante en el que mataste a Wood con el veneno que supuraban tus labios, evitando así, males mayores.

-Si estoy lejos de Edward, no le haré daño...

 

De improviso te levantaste de la silla y recogiste el candil de la mesilla para saliste por la puerta hasta el comedor principal. Ya habías pasado demasiado tiempo allí.

Moscas y gusanos había por todos lados y el olor era bastante nauseabundo. Mas aún, el que procedía de la propia cocina y su trampilla para bajar al sótano. Apenas miraste nada y directamente fuiste a la puerta trasera. Justo antes de salir, echaste un vistazo al interior, casi como por ultima vez y lanzaste el candil lejos.

Poco a poco la taberna se fué incendiando, lentamente , y cuando el incendio era ya imparable desaparecíste por el callejón. Era la mejor decisión. Se lo debías a Wood después de matarla. Nadie debía saber que, bajo la Taberna Hollow, se encontraba un carnicería humana en la que, de vez en cuando, el menú servido por Amy Wood, consistía en carne, principalmente humana. Miles de borrachos, vagabundo y demás escoria del mundo fueron atraídos con la promesa de una comida caliente y gratuita. Pobres diablos!

-Señor Blunt!- grita una voz chillona desde un rincón en la oscuridad.

Al darte la vuelta, el resplandor de las llamas saliendo por la ventana dejan al descubierto un gato negro, extrañamente familiar. Es Ashley. Curiosamente es la única persona a la que no esperabas ver nunca mas. Desde la muerte de Agnes y su entierro, todos se fueron con el viento. Puede que Mordred fuera el que mas la visitara a diario. Pero sin duda, Ashley era la única que dormía sobre la tumba de la vidente.

Dicen que cuando un gato duerme cerca de ti, espanta tus miedos, tus pesadillas.

- La he visto, señor Will!- Dice acercándose hasta ti para dejar que la acaricies en su forma de gato - A la señorita Blackstone! Está viva!! Créame!!! Pero está en peligro!

No sabes el porque, pero instintivamente recoges a Ashley del suelo y la miras a los ojos. Y mirando en la profundidad de ellos a la pobre muchacha, sabes que no miente. Una ligera sonrisa escapa de tus labios y miras de nuevo a la ardiente Taberna Hollow. Sabes que si Agnes, por remota que fuera esa idea, esta viva, también Annis, y con ello, poder vengarte por Amy Wood. Incluso tu tatuaje se revuelve cual serpiente en tu brazo producto de la excitación.

- Bien. Te... creo, Ashley- Dices simplemente mientras con un gesto cariñoso, dejas al gato en el suelo. Sabes lo que hay que hacer. De momento, seguir el rastro de adormideras y puede que eso, os de alguna pista de la vidente. - ¿Por donde empezamos, niña?

 

Vuestra silueta se pierde por el callejón mientras a lo lejos suenan las campanillas de los carros de bomberos.

 

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01/08/2017, 22:12
Dean Winchester

Escena Laszlo y Genevieve

Laszlo observaba a una dormida Genevieve en la cama.

Realmente la señorita Shawn no necesitaba dormir. Ventajas de ser un Dhampiro. Pero le gustaba cerrar los ojos y que Laszlo le mirara mientras él creía que estaba durmiendo. Mas aún cuando hacía mucho tiempo que ella no usaba la cama.

Él por el contrario si lo necesitaba. Al igual que Genevieve era un Dhampiro. Una nueva generación de ellos, pues no era nacido de vampiro y humano. Y ni siquiera había sido convertido en un no muerto. Era lo mas parecido a un Goul, un siervo vampírico. La diferencia estaba en que Genevieve no se acostaba con los Gouls de su padre. Y así lo corroboraban las sábanas húmedas por el sudor de ambos cuerpos unidos todas las noches.

Mascota. Así lo llamaba el padre de Genevieve. Y es que el consejo vampírico fué bastante benevolente concediéndole ese "titulo" a Laszlo. Era eso, o directamente condenarlo a una caza de sangre por ser una aberración.

La verdad era mucho mas que eso, y ambos amantes lo sabían y no les importaba lo que pensaran los demás. Ya que por primera vez, ambos, se sentían parte el uno del otro.

El semblante de Genevieve cambió a una sonrisa tierna con los ojos cerrados. - ¿Hace cuanto sabes que no estoy dormida?- Preguntó al aire Genevieve mordiéndose levemente el labio.

Laszlo sonrió igualmente y con su pequeña mano retiro un rizo rebelde de Genevieve que le caía por delante de la nariz. -Un rato. Sabes que estamos unidos mentalmente, ¿no?- Respondió Laszlo de forma cariñosa, sin importarle la pregunta. ¡Claro que lo sabía! La sangre de Genevieve les dio a ambos algo mas que unos simples poderes vampíricos aumentados. De hecho, así fue como se lo ofreció ella al enano.

¿Y todo por que? Por impedir a una bruja que acabase con el mundo conocido.

Genevieve se levantó de la cama y dio un tímido beso al enano en los labios. Seguidamente abrió la ventana de su alcoba y miró al exterior, mientras respiraba el aire frio de la noche. Era curiosa la forma en la que la luz de la luna se filtraba entre los pliegues de camisón de la vampíra, dejando ver una dulce y perfecta forma sinuosa, los contornos delicados de su anatomía y haciendo palidecer su piel aún mas, dando la sensación de ser un estatua de marfil.

Se abrazó a si misma con ambos brazos para frotarse los hombros y entrar un poco en calor, pues aunque el tiempo era distinto para ella, no dejaba de ser medio humana. Su rostro se entristeció lentamente mientras miraba a la luna llena y una pequeña lágrima rodó traviesa por su rostro marmóreo.

- Tengo que encontrarla, Laszlo. Mi madre sigue ahí fuera.- Dijo sin volver la cabeza a su amante aunque sabía que este estaba escuchándola. COn un ligero gesto la cabeza los ojos de Genevieve se dirigieron a su cómoda, y sobre ella una cajita de piedra. La cajita de piedra. - Aún late. Eso es que está viva! Debo encontrarla y devolverle el corazón.

Laszlo escuchaba a su amada pacientemente. No se atrevió a decir nada, pues realmente el pensaba lo mismo. Ella debía seguir viva, y sabía lo que era perder una madre. De ninguna manera se atrevería a privar a lo que él mas quería del dolor de perder a una madre. Simplemente se inclinó en la cama y empezó a vestirse. Genevieve ante tal movimiento le miró interrogantemente.

- Mi amada Genevieve. Sabes que siento lo mismo que tu sientes. Tu dolor es tan insoportable para ti como lo es para mi el verte así. - Dijo mientras el Enano se abrochaba la camisa y se ajustaba el cinturón. - Y no pasaremos una noche mas cruzados de brazos - Afirmó rotundamente mientras se ponía frente a ella y la tomaba por las manos para decirla algo importante.

- No quería decirte nada hasta estar seguro del todo. Hace un par de días envié a mis amigos a recorrer las calles de Londres. Ya sabes, las ratas son fáciles de dominar, pero lentas en responder. - Dijo Laszlo temeroso de la reaccion de la mujer.- Han visto deambular a Agnes por el cementerio. ¡Es cierto! ¡Olía igual que Agne! Está viva, Genevieve, y si ella está viva, Annis no tardará en dar con ella de nuevo. Si encontramos a Agnes solo será cuestión de tiempo que aparezca Anis y entonces...- Sus palabras quedaron en el aire cuando el enano empezó a sentir el dolor en sus propias manos.

Genevieve escuchaba pacientemente a Laszlo pero no podía evitar que sus emociones salieran a florecer, mostrando su tensión, apretando sin control, sin intención de hacer daño, las manos del joven enano, hasta hacerlas sangrar, producto de clavarle las uñas.

Laszlo no las apartó lo mas mínimo. Prefería que se desahogase con él. En su vida pasada en el circo la gente solía hacerlo. Le tiraban frutas podridas e incluso le daban patadas porque es mas fácil pegar a un enano payaso que a otro. Estaba acostumbrado al dolor y al  maltrato.

-Genevieve yo...- susurró el pequeño amigo.

Ella aflojó su presión, cuando se dió cuenta de ello  y se inclino sobre el enano. De nuevo lo besó, mordiendo en último momento los labios de su amante, sin dañarlos, solo para saborear su beso un poco mas. Después, se derrumbó al suelo, cayendo de rodillas y se abrazó a Laszlo como si fuera un pequeño pilar fuerte e inamovible.

- Gracias mi amor!! Eres mas de lo que me merezco... Te quiero! - dijo entre sollozos abrazada a su hombre.

Un pequeño incentivo para poder recuperar a la madre de Genevieve. El fin no estaba cerca, tan solo habían parado en una estación de incertidumbre. Pero el tren pronto se pondría en marcha, y llevaría a los amantes hasta el final del recorrido. Y Genevieve comenzó a llorar y llorar, mientras Laszlo la abrazaba igualmente lleno de amor por ella.

Ambos sabían que esas lágrimas no eran de amor, ni de gratitud. Ni siquiera de felicidad.

Eran lágrimas de esperanza.

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04/09/2017, 23:19
Annis Black

Escena Agnes Blackstone

Un latido.

El cuchillo atravesó el pecho de Agnes con un sonido húmedo, mientras por sus labios apenas un gemido era audible.

Mordred no llega a tiempo para recogerte y caes al suelo de rodillas. Tu vista empieza a temblar mientras luchas por no cerrar los ojos, pero cada parpadeo que das pesa mas que el anterior. Al principio tu oído oye a un niño gritar, y mas tarde cómo un hálito silencioso se extiende por la habitación de Bedlam, sin que nadie mas pueda decir nada.

Mordred se arrodilla para recogerte del suelo y te tumba sobre su pecho. Palpando encuentra el puñal hundido hasta la guarda dentro del tuyo. Cuando se da cuenta de lo que ha pasado, sus ojos miran los tuyos y una pregunta silenciosa está escrita en sus labios temblorosos ¿Por qué?

La sangre comienza a teñir de rojo tu vestido y el suelo se llena de un liquido pardo rojizo que emana de la herida del pecho. Mientras tu vista se alza para ver caer una lagrima sobre tu rostro que cae de los ojos incrédulos de Mordred mientras niega con al cabeza.

Lo ultimo que oyes mientras tu respiración se entrecorta y tus ojos se cierran son una pequeña conversación.

- Aseguraos que está muerta.-

- !Que nadie se acerque o lo mato!

- Dios mio!

 

Dos latidos.

- ....Aunque toda despedida está teñida por las lágrimas y la tristeza de la separación, algo nos está diciendo que este adiós no es para siempre y que nos volveremos a encontrar de nuevo al final del camino.

El creyente de verdad, sabe que esa meta final está en la casa de Dios, en quien ha creído y confiado, y donde espera descansar por toda la eternidad.

Vamos a intentar superar el dolor y la tristeza de la separación, con la fe y la esperanza que nos dejó Jesús con su triunfo sobre la muerte.

Roguemos por el alma de nuestra hermana Agnes Blackstone... “Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris” (“Hombre, acuérdate que polvo eres y que al polvo volverás”)...

Amen.-

Una voz, la de un cura, al parecer. El viento suena y la lluvia cae, pues el aire que trae es húmedo. Pero lo oyes lejos. Casi como un susurro. tan pronto como llega el ruido se va y después... Solo silencio.

 

Tres latidos.

-Ashley! ¿Que haces aquí? Deberías ir a casa.-

-No tengo casa, Monsieur Blunt.-

 

Cuatro Latidos

El viento suena, fuerte y hace frío.

Sientes el sonido de unas pisadas sobre la tierra húmeda. Un suspiro ahogado y después como alguien reza. ¿Esa voz? el sonido de una cadenita de plata resuena a través del aire.

-Mon Cherrie... llevo tu crucifijo en mi pecho. Todos los días me levanto y lo primero que hago es ver como la señal de el mismo esta grabado en mi mano. -

Un suspiro.

-Tu llevas el que te di, el mismo que mi padre me regaló. El te protegerá allá donde vayas.-

Las palabras entrecortadas, sugieren que el hombre habla de corazón y reúne fuerzas para seguir hablando.

- Ojala pudiera acompañarte allá donde vayas, llevarte de la mano por los senderos oscuros del señor. No te pierdas, mi dulce amor. Puede que un día tengas que guiarme a través del oscuro paraje del purgatorio. Es tan.. doloroso... mi voluntad se mena como se desgasta la vela encendida. Se fuerte por mi! Recuérdame siempre... dulce Agnes Le Fay-

 

Cuatro latidos

-Silencio. He dicho silencio!

Te encanta sentir esta sensación que envuelve tu cuerpo. Pocas veces la habías sentido. Es tan tranquilizador dejarse envolver por la oscuridad… ¿Eso piensas,verdad?

Con los ojos cerrados tus sentidos se amplifican y comienzas a darle importancia a aquellas cosas que, por lo habitual, nunca les prestas atención. Pero ahora...nada.

No se oye nada.

El silencio lo envuelve todo y aunque quieres gritar, solo para saber que no te has quedado sordo no lo haces. Porque ese silencio es tan embriagador. Sin embargo respiras.

Si, respiras! Jajaj, que locura, pensar que estas muerto solo por no oir nada, cuando hay días en los que estas deseando no oir NADA. Fantástico mundo el del silencio, en el que todo es verdad y a la vez mentira. Solo la negrura y el aire que te envuelve saben la verdad.

Abres los ojos y sigues sin ver nada. Agudizas el oído. Nada. Lo agudizas mas y sigues sin oir nada.

Tan pronto como todo empezó, con una alabanza a el silencio, empiezas a dudar de todo…
Demasiado silencio. Demasiada oscuridad. Demasiado calor. demasiado frio a la vez. Caes en la cuenta de que tu respiración, la que en invierno exhala con nubecitas blancas, la estas oliendo. Notas tu propia respiracion como si alguien te estuviera respirando encima. Tu frente se perla de gotitas de sudor por el aire viciado y empiezas a ponerte nerviosa.

Quieres levantarte para poner fin a este galimatías mentas en el que te has metido tu sola, pero, cuando levantas una mano, te das cuenta que no puedes moverte. Algo choca con tu cabeza, o mas bien…tu cabeza choca con algo al querer incorporarte.

Cinco latidos

Seis latidos

Siete latidos

 

Esta duro, lo golpeas con los nudillos y suena a madera. Estas encerrada. ¿Como? Encerrada.

¡¿Como es posible?! Tu corazón se acelera y tu mente empieza a dar vueltas, mientras tu manos palpan la superficie que hay sobre ti. Jadeas. Te han encerrado en algún lado!

Gritas algo. Primero en baja voz, luego mas y mas alto. Siempre con la esperanza de que alguien responda a tu llamada y esperas. Pero nadie acude.

¿Importa?

Mas importante es, ¿donde estas? Yo te lo diré, es un ataúd. TU ataúd. Mas interesante es ¿Que va a pasar? Y gritas mas, y lloras, y golpeas esa superficie.

Te calmas, pero enseguida vuelves y arañas con las uñas la superficie pensando que, quizá logres hacer un agujerito lo suficientemente, ¿grande? En el fondo sabes que va a pasar ahora. Morirás sin aire, pero eso da igual. Tu quieres salir!!!Te han enterrado viva!!!

No estas muerta!!No estas muerta!!No!!

Ocho latidos!!

Nueve latidos!!!

 

No, no lo estas.

¿Crees que te iba a dejar morir así como así? Hiciste un pacto conmigo. Aceptaste el trato. Y yo te voy a obligar a cumplirlo. Levántate, Agnes!! Nada a través de la tierra y al madera. Tu puedes! Tienes el poder de cambiar la realidad. Y juntas haremos que el mundo se vuelva del revés.

Así. Así! Muy bien, mi dulce Agnes. Mi amor! Juntas conquistaremos la Ciudad esmeralda. Toma mis zapatos de rubí rojos y golpea los tacones tres veces. Si! Muy bien!. Y ahora di conmigo...-

Mientras miras al vació, un papel sobrevuela tu mirada perdida y roza tus labios carmesí durante solo un instante, para luego volver a desaparecer con el viento. Como un títere movido por los hilos del maestro abres la boca para pronunciar las últimas palabras en este mundo:

 

 

- "No hay nada... como estar... en casa..."-

 

 

 

....Diez Latidos...