Partida Rol por web

Osirion, la tierra de los faraones, el país de los secretos ocultos en las dunas...

Como pathfinders hay pocas cosas más gratificantes que tener la oportunidad de descubrir alguno más de los secretos que ocultan y cuando os comunicaron que había una posibilidad de completar una misión allí no dudasteis en saltar en el primer barco que os llevaría a Sothis...

Allí, os dirigisteis a Sandswept Hall, la logia de la Sociedad en la capital osiriana y tras una hora en la que fuisteis agasajados con refrigerios variados, Norden Valentiir, el capitán de misiones de la logia os recibía en su despacho.

Balentiir cierra las contraventanas de los ventanales de su oficina en el segundo piso de la logia que dan a los apacibles jardines de la misma y toma asiento tras su escritorio.

Asiente y os presena a un hombre garundi delgado y anciano del que os llama su atención su turbante emplumado.

Creo que no me equivoco al afirmar que varios de vosotros conocéis a Amenopheus, el Sabio de Zafiro. Para los que no lo hagáis, debéis saber que ha servido con lealtad tanto al Príncipe de Rubí como a la Sociedad Pathfinder durante muchos años. Ha descubierto los más edificantes conocimientos del Antiguo Osirion y ha sido mentor de alguno de nuestros mejores agentes.

Hace poco nos propuso a mis colegas y a mí una empresa para la que precisaba nuestra ayuda, y la Sociedad está de acuerdo en mostrar su apoyo al valioso aliado. De hecho, nuestro acuerdo es mutuamente beneficioso.

El capitán mira a Amenopheus indicándole al anciano que es el momento de que hable.

Loados sean mis cansados ojos que me permiten reencontrarme con vosotros, amigos. Y sed bienvenidos el resto.

El anciano sabio hace una reverencia de saludo.

Nuestro ínclito gobernante, el Príncipe de Rubí, que Sarenrae lo guarde de todo mal, hace poco que me liberó de seguir a su servicio, algo que me ha proporcionado tiempo para aprender algo más de una organización bastante poco conocidad a la que pertenezco: los Sabios de las Gemas, protectores de la historia de Osirion y cronistas de sus glorias pasadas.

Fue de forma un tanto azarosa en la que me inicié en este grupo y llevaba mucho tiempo creyendo ser el único miembro de la orden vivo. Cada sabio de mi grupo posee una gema única - un artefacto de valor incalculable con recuerdos de la edad dorada de Osirion.

El anciano hace una pausa como si estuviera ponderando la mejor manera de exponer sus pensamientos.

Durante muchos años, he estado indagando, buscando noticias de otros miembros de los Sabios de las Gemas. Mis agentes descubrieron no hace mucho algo del Sabio de Diamante, a quien sitúan en la ciudad de Eto, en el desierto de Osirion.

Casi a la vez, una fuente de confianza me reveló que varias de las gemas estaban en las cercanías de dicha ciudad. Lo que os pido es sencillo, viajad a Eto, negociad con mi contacto en la ciudad para que os conceda ayuda y usad lo que descubráis para encontrar al Sabio de Diamante y las gemas perdidas.

El capitán de misinoes Balentiir frunce el entrecejo y añade:

Este contacto ha intentado permanecer en el anonimato, pero tenemos la sospecha de que es el Gran Maestre Torch. Si habéis oído hablar de él - o peor aún, si os habéis cruzado en su camino - quizá sepáis que el intercambio de favores es su marca de la casa.

Independientemente de las traiciones pasadas de Torch, nos hace falta que negocieis con él de forma justa y sincera.  Una caravana parte hacia Eto en unas horas, así que no os retraséis...

Ethelnir empezo a percibir la cantidad de posibles dificultades a las que se enfrentarían. Eso no sería un problema, pero las dudas se agolpaban en su mente.

- ¿Donde localizaremos al Gran Maestro Torch? ¿Ostenta autoridad y poder en esa tierra? ¿Cuantas gemas son?

Empiezo a pensar en las diversas maravillas que voy a encontrar en el viaje y el tipo de riquezas que llenaran mis bolsillos, cuando escucho el....pero que nos pone el capitán Norden. 

- Viajar bien, gemas bien.....¿Capitán a que os referir en cuanto a negociar de una "forma justa"?. No se hay formas justas y "justas".

El paladín miró ceñudo al pathfinder que acababa de hablar. No recordaba su nombre, pero lo peor es que tenía la sensación de que sus métodos no eran muy legales.

De camino a Osirión... antes de la exposición de Norden y Amenopheus.

Larissa estaba contenta, por fin abandonaban Razmiran y tenían una misión en el continente perdido de Garund, pero en Osirión, un lugar civilizado. Estaba deseando aprender las posturas de las afamadas concubinas de palacio y practicarlas con sus compañeros. Además había comprado nuevos objetos curativos para protegerles de todo mal.

La mujer llevaba una hermosa armadura de mithril que resaltaba sus encantos, tanto su generoso pecho como sus elevadas caderas, su rostro mostraba el entusiasmo y la lozanía de la juventud....

—Bueno, chicos, otra misión juntos— la mujer no se separaba de Lorik. En enorme guerrero calvo. —Y sin esa "cortesana" de Mirella... o más bien debería llamarla esa "Zorra de Satán". O de Asmodeus, que es como lo llama ella... Lorik, he comprado un libro de la lejana Vudra lleno de cosas interesantes, sé que no te gustan los libros pero éste— la mujer sonrió, había pocas mujeres más hermosas que ella, y luego le enseñó una página del libro— está lleno de dibujos, se llama el Coma-sutra o algo así. Hay un montón de posturas para que practiques con tu "espadón" jeje.

Luego se acercó a Ethelnir. —Sé que en el pasado hemos discutido, y que no nos llevamos bien, pero trataré de mejorar mi comportamiento. Palabra de clériga de Calistria. He donado diez monedas de oro a la Iglesia de Iomedae y a sus huerfanos porque como me dijiste, era una causa noble. Espero que podamos trabajar juntos sin problema y curarte de todas las heridas que puedas llegar a sufrir.

Luego se volvió a Hothar, al que hizo un guiño. El enano no hablaba mucho, y Larissa trataba de romper su coraza, luego se acercó a los nuevos. —Sé que la Sociedad Pathfinder es un lugar duro. Pero cualquier herida o maldición o veneno o enfermedad o lo que tengáis... yo os puedo ayudar... y os prometo que no os pediré más que un masaje para mis cansados músculos... he comprado un montón de objetos de curación para todo el grupo...

Y en ese momento se abrió la puerta. 

Una mujer rubia y alta, con cara de severa institutriz y vestida con ropajes deslumbrantes, con un símbolo de Abadar en el pecho, estaba en el umbral de la puerta. Mirando con odio a Larissa. —Ahí está... ¡Prendedla! —Un montón de matones salieron de detrás y agarraron a la clériga morena. Clarissa, la rubia, sonrió con desprecio y suficiencia. Levantó un papel lacrado. —Por orden del Decemvirato... ¡Debes cumplir una misión en la jungla Mwangi! ¡Sales de inmediato! Dicen que es en Savent-Yi, la ciudad de las riquezas... pero se de buena tinta que no hay nada allí más que polvo y muerte. ¡Piérdete!

Los matones se llevaron sujeta a la pobre mujer y la metieron en un carro, podíais ver como se resistía desde la ventana. —NOOOOOOOOOOOOOOOOO la jungla mwangi NOOOOOOOOOOO está llena demosquitos y de monos que te cagan NOOOOO!— sus gritos se fueron desvanenciendo.

Clarissa, pues así se llamaba la mujer que teníais delante os observó con ojo clínico. Lo que otros llamarían desprecio. Pero era una de sus mejores miradas. Algunos ya la conocíais.—Abadar santísimo, vosotros otra vez. Menos mal que conseguí que a Harold lo mandaran a "reentrenamiento" en las minas de la muerte. Semejante inútil. En fin... —Se acercó a Lorik. — Soy la nueva líder de este grupo de desharrapados. ¡Pero tenemos una sagrada misión en esta tierra santa que cumplir! ¡Nos la dará en breve el reverenciado Amenopehus! Algunos ya me conocéis... — Señaló a Lorik, a Ethelnir y a Hothar. El resto... Os diría que os presentárais, pero no me importáis. Espero que viváis algo y que os sacrifiquéis apropiadamente por la Sociedad. — Su mirada decía que no esperaba que sobrevivieran un minuto.

Miró a Lorik. —¿Ya te ha llevado por el mal camino esa zorra de mi sobrina? Es la hija pequeña de mi hermana mayor... la vergüenza y el oprobio para mi familia... no hace nada bien, caos puro, espero que la enderecen entre excrementos de mono y de serpiente. Yo sin embargo, he estado estudiando para la Sociedad. Un clan en Katapesh llamados los Bayan Lepas. Pero creo que no se lo tomaron muy bien. Decían que no encendiera las hogueras por la noche que  los verían los gnolls... ¡Pero el fuego sagrado de Abadar no puede dejar de arder! Y el jefe gnoll hasta me dio las gracias cuando lo esclavizó a todos. Sólo me dio pena una pobre niña llamada Amara, espero que mis lecciones sobre Abadar calaran hondo.

—Y tú qué Ethelnir... ¿Ya te has deshecho de ese "bien" estúpido que atesoras y has jurado lealtad a la suprema Ley...?

Una vez en Shotis.

Clarissa os había guiado por las calles de la ciudad, hogar del Más Justo y Respetable soberano, como ella llamaba al Príncipe Rubí, al Faraón Khemet III. La mujer os hacía observaciones poco elogiosas por cualquier comportamiento y en general, era bastante irritable y pesada.

Y encima os perdió en Sothis.

Al final, llegásteis y ella escuchó atentamente lo que decían los superiores.

Creo que no me equivoco al afirmar que varios de vosotros conocéis a Amenopheus, el Sabio de Zafiro. Para los que no lo hagáis, debéis saber que ha servido con lealtad tanto al Príncipe de Rubí como a la Sociedad Pathfinder durante muchos años. Ha descubierto los más edificantes conocimientos del Antiguo Osirion y ha sido mentor de alguno de nuestros mejores agentes.

Clarissa asintió a las palabras del hombre. Claro que le conocemos, le he salvado la vida más de una vez* y me he recorrido Golarión entero a su servicio... ¡Menudo pesado incompetente! Pero la mujer no dijo nada.

La reverencia de Clarissa fue mínima.

Nuestro ínclito gobernante, el Príncipe de Rubí, que Sarenrae lo guarde de todo mal, hace poco que me liberó de seguir a su servicio, algo que me ha proporcionado tiempo para aprender algo más de una organización bastante poco conocidad a la que pertenezco: los Sabios de las Gemas, protectores de la historia de Osirion y cronistas de sus glorias pasadas.

¿Te liberó de seguir a su servicio? ¡TE ECHO CON CAJAS DESTEMPLADAS! Le regalaste un objeto que lo infectó con una podredumbre casi letal que nada podría curar. ¡Y tú tuviste la culpa de todo! Maldito inútil...**

Fue de forma un tanto azarosa en la que me inicié en este grupo y llevaba mucho tiempo creyendo ser el único miembro de la orden vivo. Cada sabio de mi grupo posee una gema única - un artefacto de valor incalculable con recuerdos de la edad dorada de Osirion.

¿De forma un tanto azarosa? ¡TE TOCARÍA LA GEMA EN UNA CAJA DE GALLETAS! ¡O EN UNA TÓMBOLA! Ahora te enteras de lo de los sabios estos... ¡Inútil!

Sin embargo preguntó —¿La gema única esa... es el zafiro por el cual sois conocido?

Al resto de imprecisiones y farfulleos del autodenominado "sabio" no dijo nada. Al menos, no iría el sabio con ellos. En la ciudad de Eto, quizá los Pathfinders consiguieran convertir una derrota en una victoria para la sociedad.

(Antes de Shotis)

La mandíbula del elfo estuvo a punto de descender hasta tocar el suelo, pero de alguna manera consiguió mantener la compostura ante la entrada de Clarissa, tras la accidentada salida de Larissa.

- Querida amiga, brillas como el sol de mediodía. Notaba que algo faltaba en nuestro grupo y era sin duda tu mano de hierro enfundada en terciopelo. Confió en que tus anecdotas sean una exageración y lo que hemos visto sea una broma hacia el intrepido Harold y tu sobrina; una criatura esta ciertamente peculiar y con un extraño sentido del humor, pero a la que he llegado a apreciar. 

Imagino que haces referencia a mi fé en Iomedae y la defensa del bien ... e imagino que supones que sigue siendo tan ferrea como tu fé en el dios de los comerciantes.

Saco el medallón con el símbolo de la diosa Iomedae y lo beso reforzando sus palabras.

Aunque me tal vez me arrepienta después, me alegro de verte sacerdotisa de Abadar. Tenemos dos miembros nuevos a los creo que no conoces ... ¿Les vas a hacer firmar ese extravagante contrato tuyo?

(En Shotis, las preguntas que apunte antes)

 

Ethelnir empezo a percibir la cantidad de posibles dificultades a las que se enfrentarían. Eso no sería un problema, pero las dudas se agolpaban en su mente.

- ¿Donde localizaremos al Gran Maestro Torch? ¿Ostenta autoridad y poder en esa tierra? ¿Cuantas gemas son?

Antes de Shotis.

William saludó a sus compañeros de misión y se alegraba de ver alguna cara amiga entre el grupo reunido. Después de sus últimas misiones con novatos de la sociedad le reconfortaba la idea de alguien seguro y diestro como Hothar. A los demás no les conocia, aunque era evidente por su mirada que a la clérigo tenía muchas ganas de conocerla en profundidad.
Por desgracia, a veces Desna es caprichosa y el alboroto siguiente deja un poco descuadrado al explorador.

En cuanto la mujer, Clarissa, se presenta William nota que va a ser una misión dificil sólo por el hecho de que esté ella.

Supongo que en algún momento acabará por caerme bien, o eso o acabaré matandola.

En Sothis
Como no podía ser de otra manera, el viaje hasta Sothis fue un infierno al tener que aguantar a la clérigo. Además, el paladin tampoco es que ayudara mucho a relajar la situación.
No obstante lograron llegar a su destino. Y tras las formalidades habituales les hablaron de su misión.

Como de costumbre, el explorador callaba y asimilaba toda la información posible. Y como sus compañeros ya iban haciendo las preguntas adecuadas les dejó hacer. Si había algo que tuviese que preguntar ya lo haría al final.

Miro a Larissa con una ceja levantada y mesándome las trenzas de la barba, viendo cómo manipulaba (o lo intentaba) a todos. Siempre me había parecido graciosa aquella cría, y aunque casi nunca se portaba bien, no se podría decir que cuando se le necesitaba no estaba allí para apoyarnos en la misión.

Cuando llega su tía, cierro los ojos intentando visualizarla mientras oía sus gritos. Una sonrisa cruza mi cara, pues ya la conocía y al abrir los ojos, pude comprobar que hay cosas que nunca cambiaban. Bueno, como solía decir mi tatarabuelo, mejor lo malo conocido... que una cerveza aguada.

Había aprendido que a esa clericucha era mejor no llevarle la contraria, por equivocada que estuviese. Nos trataba no sólo con condescendencia, sino autoritariamente, cosa a la que no tenía derecho. En el fondo, de la misma manera que a ella no le importábamos, a mi me la traía al pairo lo que dijese siempre que no se interpusiese en mi camino y colaborase cuando debía hacerlo. En cuanto a sus órdenes, normalmente eran adecuadas y las seguía, aunque fuese por no discutir. Sabía cómo había que tratarla, y para cabezón y testarudo yo, pero si bailándole el agua le hacía creer que tenía el control, que se masturbase en sus baños calientes pensando en ello.

Días más tarde me desperté. No sobresaltado, sino embargado por una sensación, un... olor. Sí, era el olor al puerto de Sothis, ningún puerto olía igual, y aquel almizcle era característico. Había llegado a mi hogar de acogida, una ciudad que me había ofrecido de todo sin esperar nada a cambio. Me levanté y sólo me puse los pantalones, pues quería sentir el calor del sol en mi fornido pecho y mis musculosos brazos. Había estado entrenando los últimos días para imprimir más fuerza en mis golpes a dos manos, pues un guerrero diestro no sólo debía ser habilidoso sino también poderoso.

Justo al atracar recogí mis pertenencias y me dirigí junto al resto a la reunión que teníamos acordada. Allí nos explicaron qué debíamos hacer, lo que la Sociedad necesitaba de nosotros... otra vez. Bueno, en realidad era Amenofeos quien lo necesitaba, así que... ¿Y qué más daba? Era una misión, era lo que importaba. Me encantaban las posadas y la cerveza como a cualquier enano, pero odiaba tener que frecuentarlas durante mucho tiempo sólo por aburrimiento. Por eso me uní a aquella casa de locos, porque no había un día aburrido. Si encima me tocaba de compañero a la sacerdotisa, entonces eso estaba asegurado, sin duda.

Pero tras conocer la naturaleza de la misión... joder, no me gustaba un pelo. Al puto antorchillas le rebanaría el pescuezo en cuanto lo viese por vender a sus hermanos como si fueran una más de sus putas mercancías. Cómo me diese un sólo motivo para hacerlo, no dudaría en partirle el cráneo en dos. Puto desfigurado de mierda...

Iríamos a Eto y encontraríamos al sabio ese y a su diamante. Por desgracia, mis compañeros querrían negociar con aquella sabandija de mierda. No me opondría, pero como me dirigiese la palabra...

Antes de Shotis.

Cuando me habían propuesto para reunirme a este grupo de pathfinders, ya había indagado sobre algunos de ellos. Los había buenos (con esos iba a tener problemas), los había regulares y los había peores. Pero nunca habría pensado que el intercambio de una compañera por otra podría ser tan traumático, en unos segundos habíamos perdido a una clérigo pibón y simpática por otra que parecía mas tiesa que una vela.....pues junto al paladín, menudo viaje me van a dar....  el resto del viaje me mantuve sumido en el mutismo, tenía que ver las acciones de los demás para saber hasta donde podría llegar.

 (En Shotis, las preguntas que apunte antes)

Lorik llevaba todo el viaje dandole vueltas a la cabeza. El hecho de que le hubieran dicho que habian enviado una misión de rescate para salvar a los esclavizados por los gnolls era lo único que habia evitado que hubiera partido inmediatametne hacia Katapesh. ¿es que ni a Clarissa ni a Ethelnir les importaba lo más minimo que hubieran esclavizado a un pueblo entero por culpa de aquella cabeza de manteca?

No podia con ella. La verborrea que habia estado contandole durante todo el viaje acerca de no se que pactos entre no se que lideres, se la traia al pairo, pero le habia dado ciertamente dolores de cabeza. Preferia seguir ayudando a Hothar a perfeccionar su manejo del arma a dos manos (como habia aprendido de Lorik, ciertamente) y recibir golpes en la cabeza antes que escuchar media hora a la clerigo.

La conversación con el viejo tampoco le sorprendió. Era un viejo conocido, si, pero solo traia más que problemas. Y eso era a donde les estaban metiendo ahora mismo. Lo unico bueno de todo el viaje es una carta que recibió Lorik de su hermano, Isvar, habian conseguido un pequeño baronazgo cerca de Numeria. Al menos alguno de los Kender estaba llegando a ser algo.

Sin añadir nada más que para llevarle la contraria a Clarissa de vez en cuando, espero a que respondieran las preguntas de sus compañeros. Tendrian que salir pronto. ¿Qué les pediria aquel hombre a cambio de la información? Esperaba que al menos fuese algo que implicara combatir un poco, se le estaban oxidando los brazos (entrenar con el enano no era un verdadero desafio. Y el hecho de haber tumbado a 5 cuando defendió a Larissa, antes de que su tia ordenara a otros 7 enormes matones que le sujetaran realmente tampoco lo habia sido)

Ante la pregunta de Ethelnir, el Sabio de Zafiro dice:

El Gran Maestro se está alojando en la Casa del Uraeus Blanco, una interesante posada en la que se suelen alojar aquellos que buscan descanso y curación.

En cuanto a mi gema, sí. Es el zafiro por el cual soy conocido.

El comentario de Arak hace que Balentiir levante una de sus pobladas cejas.

El asunto es importante como para que el Gran Maestro nos ayude y para eso hemos de jugar de frente... aunque... Supongo que Torch siempre ha disfrutado de retorcer los tratos y las palabras de los demás en su beneficio. Muy bien. Si veis una oportunidad de coger algo de ventaja sobre él, sois más que bienvenidos a hacerlo...

Veis como la expresión de Amenopheus se pone algo tensa y suplicante ante la idea de Balentiir y el capitán añade enseguida...

Siempre que no os pille, claro...

Por instantes Ethelnir tuvo la tentanción de sonreir mientras se imaginaba que lograr timar al timador. Sin embargo aparte esos pensamiento de su mente, cada vez más frecuentes. En el fondo tenía miedo de acabar volviendose un cínico y prefería escudarse en su fé.

Sus pensamientos se vieron cortados por férrea mirada de Lorik.

Desde hacía días el guerrero, le miraba con gesto ceñudo y malhumorado. Lo habitual. Probablemente sería fruto de la ira y la angustia interna, que hacía que sólo pareciese feliz cuando empleaba su espadón en cortar a trozos a otros. Es verdad que su gesto empeoro con la llegada de Clarissa ... ¿Tendría Lorik algún interés romántico por ella? 

Se mostraba cortante en su presencia, pero eso no quería decir nada.

Podría ser eso o que le sacará de sus casillas, que era más probable. Menos mal que Ethelnir había ignorado su chachara inicial, sin duda exagerada.

No es que le hiciera gracia, pero William se metió en la conversación. Puede que no fuese nada importante, pero puede que sí.

No habeis respondido a una de las preguntas de Ethelnir.
¿Ostenta ese hombre algún tipo de autoridad? Por si nos puede poner algún tipo de traba burocrática o carcelaria. Es más, imagino que como quereis que negociemos con él, querreís que salga vivo de la transacción ¿no?

Un buen intimidar, con alguna que otra perdida de dedos, suele hacer hablar a mucha gente.

—No os preocupéis Honorable Capitán de Misiones Norden Balentiir— dijo Clarissa con respeto — Y Amenopheus— continuó sin darle título alguno pero evitando en su tono el desprecio que sentía por aquel que había dañado al príncipe Rubí. —Me encargaré de que nuestras negociaciones sean lo más sinceras posibles y que, salvo que intente jugárnosla, no incurriremos en engaño u ocultación algunas. Los tratos están para ser respetados y las normas para ser seguidas...

—Eso sí, si negociamos mejor y logramos beneficio en los tratos, será algo justo y legal.

Francamente lo dudo, si negocian los alcornoques que tengo como compañeros acabaremos todos esclavizados y con nuestros cuerpos vendidos por tres monedas de cobre. ¿Habrá alguno que sepa siguiera escribir su nombre sin cometer tres faltas de ortografía...? lo dudo...