Partida Rol por web

Todos estáis esperando en una pequeña sala en el Palacio Flotante de Drinax. Como es habitual en el Palacio, incluso la aparentemente más insignificante habitación del Palacio (hogar de más de 40.000 personas) está llena de obras de arte: fabulosas esculturas de titanio, arte holográfico y techos alambicados con maderas exportadas de una docena de mundos.

Os han pedido que esperéis aquí para que el mismísimo Rey Oleb os reciba en audiencia. Sospecháis que os van a encargar una misión y os han pedido máxima discreción. Discreción que habéis mantenido hasta el momento.

En la sala hay sillas, una mesa de hermosa factura y bebidas para todos, además de un pequeño refrigerio.

Señaló a Lorna y exclamó con alegría: - ¿Tú? Y se acercó a ella para estrecharla entre sus brazos. - ¿Cuánto tiempo? Y empezaron las preguntas de rigor. - ¿Dónde has estado? Se imaginaba, por su profesión que había estado corriendo aventuras, asaltando tesoros y disfrutando de la vida, mientras le venía una vieja cantinela a la cabeza:

La vida pirata es la vida mejor
Sin trabajar
Sin estudiar
Coooooonnn, la botella de ron

...

-Hola, Scharhorst-Lorna intercambio un caluroso abrazo con la mujer-Ya sabes, aqui y alla...

Preferia no dar detalles en publico. En la actualidad tenia unos cargos criminales de pirateria, pillaje, secuestro, chantage y sedicion en cuatro sistemas. Se habia pensado mucho en acudir a aquella cita porque pensaba que era una trampa. Por otro lado, parecia una trampa demasiado grande para echarle el guante a una pirata de tres al cuarto.

Se volvio hacia los refrigerios y lleno dos copas de liquido de vivos colores. Lorna no tenia paladar para aquellas cosas pero sabia que eran caros y eso los hacia buenos.

Ofrecio uno a Adriana:

-En realidad, yo hice que te llamaran. Me preguntaron si conocia a algun piloto competente.

No dudó en brindar con Lorna.

- Si, ya, te entiendo. Sonrió levemente, y picaronamente le guiñó un ojo. Conocía su trabajo y que no era … el mejor visto por mucha gente.

Estaba muy contenta de estar allí. Era como se le perdonaban sus friascos de juventud, como el fallo en la universidad y lo de entrar en el Servicio Militar Espacial. Tenía dudas. No quería meterse en más "camisas de once varas" en las que ya estaba, y conociendo los antecedentes.

- Pues gracias, porque me han jubilado del Servicio Postal... Era una manera de servir en las naves, portando cosas para la sociedad, y no se refería bienes de consumo, que alguno portaba, sino información, correo, y esas cosas que un estado y una sociedad necesita para funcionar, pero nadie quiere ver. - … y eso de tener el portátil sin una ruta cargada … es como si me faltase algo. Hizo un gesto, como si cojeara, poniendo una pierna a la pata coja. Necesitaba la potencia empujando sus cosillas, el poder de unos motores en el joistic de su mando derecha y el control de esa energía en la derecha.

Aquel planeta era su hogar. Su hogar natal. Pero su alma volaba lejos de allí. En el espacio.

Y ofreció a seguir hablando: - Pues cuéntame hermana.

-No puedo decirte gran cosa. Creo que quieren fletar una nave y necesitan tripulación. Lo raro es que no hayan recurrido a la Armada de Drinax para esto. 

Señaló con un gesto a los demás presentes, dos hombres y una mujer. A los hombres los conocía de sus días en el Cuerpo de Policía Asimano. La mujer de porte aristocrático no le sonaba de nada. 

- ¡Lorna! ¡Vieja truhan! – la saludó Mark con su voz grave y rasgada por el alcohol y el tabaco de puros, ya apenas a dos pasos de ambas mujeres, con una familiaridad propia de quienes habían estado a punto de morir juntos y se habían librado los dioses sabrían cómo - ¿También me pediste a mí porque necesitabas al mejor tirador? – bromeé haciendo alusión a sus últimas palabras a Adriana.
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Vestía lo que a simple vista parecía ropa impoluta pero que el ojo entrenado reconocería como una “armadura de ropa”. Obviamente no había rastro de sus habituales armas que había dejado educadamente a la entrada de palacio cuando le fueron requisadas y que confiaba en recuperar una vez terminara la entrevista con el rey.
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Se acercó hasta su amiga esperando la reacción y el saludo de esta antes de disponerse él mismo una copa, así como dándole tiempo a hacer las presentaciones con la mujer que la acompañaba.

Adriana entrecerró los ojos e hizo un gesto con la barbilla. Estaba claro su significado.

¿Conoces a este maromo?

Parecía asqueada por la confianza e intromisión en una conversación. Además, su voz rasposa le hizo entender que era un hombre de mala vida, a pesar de parecer estar en buena forma física y su amplia espalda.

Pavel observaba la reunion de estas personas desde una educada distancia mientras hacia memoria de las personas que alli habia.
Un marine de Drinax al que conocia de anteriores problemas duro, no solo de aspecto por lo que recordaba, una miembro de la seguridad de Asim, ciertamente cambiada tanto en aspecto como en actitud, y la que al parecer era una piloto del servicio de exploracion en paro.
No parecian tener demasiado en comun, si unia al grupo a el mismo y a Cassana, la eficaz noble que conocio como mediadora parecia un grupo tremendamente dispar.
-Pero la nobleza no reune gente como entretenimiento en su palacio como divertimento, a menos que seamos los bufones, claro.-Penso
Se acerco un poco mas al ver que Mark se habia introduciado en la conversacion de las dos mujeres.
-Buenos dias Mark, buenos dias Lorna hace tiempo que no les veia-y dirigiendose a la que no conocia- Buenos dias srta, disculpe la intromision, me llamo Pavel De Bligh, hasta hace poco asesor de seguridad y esperando ahora, como ud supongo, una oferta de la corona de Drinax.

-Hola, Doble- entrechocaron los nudillos- Ha pasado mucho tiempo. 

Dedicó un saludo al otro.

-Señor De Bligh... Es una galaxia pequeña, ¿verdad?¿Quién es la del traje caro?

Entrechocó los nudillos.

- ¡Maldita sea! Ya creo que ha pasado tiempo jajajaja – tenía una de esas risas sinceras que nacen de lo más profundo del diafragma y que tienen la cualidad de llenar todo el espacio a su alrededor – Éramos poco más que unos críos cuando escapamos de ese maldito lugar… ¿verdad Pavel? – terminó la frase girándose al hombre que se había acercado a quien le tendió la mano cortando a medio camino el gesto que iba a ser darle una palmada en la espalda. Una mano grande, callosa, dura, propia de quien ha pasado toda la vida a la intemperie y ha hecho de todo con ella.

Acoto seguido se giró hacia Cassana ante la pregunta de Lorna.

- ¡Cassana! – exclamó aún con más alegría que al ver a Lorna - ¡Ven! ¡Ven con nosotros! – la animó con un gesto de la mano a la par que miraba Lorna – Cassana Veillon, la mejor médico que encontrarás en este sector de la galaxia. Más de medio centenar de soldados y científicos le debemos la vida a ella y su ciencia. – aseguró con la seriedad de quien siente una deuda de vida hacia otra persona.

Buscó con la mirada por la mesa hasta encontrar lo que buscaba, la botella de donde Lorna había sacado lo que fuera que estaba bebiendo. Se sirvió una el mismo y dio un buen trago.

- Maldita sea – se giró buscando algo más antes de preguntarle a Lorna – Dime, por favor, que hay por aquí hay bebida de verdad y que no nos han puesto nada más que refrescos como este – añadió con una sonrisa enorme, antes de cambiar abruptamente de tema de nuevo - ¿Y qué? ¿No nos vas a presentar a tu amiga? – inquirí. Ya le había dado tiempo de sobra para que cumpliera con las formalidades.

-Claro, Doble: esta es Adriana Scharhorst. Nos conocimos durante un crucero de lujo con comida cara y aromatizadores en los sistemas de ventilación. 

Con un gesto del brazo introdujo a los dos hombres:

-Adriana, te presento a dos viejos amigos míos: Doble Malta de los marines y el señor De Bligh. Solíamos salir de juerga por mi mundo natal cuando aquel asunto de la ocupación drinaxiana y las insurgencias del... ¿en qué año fue aquello?

Medio sonrio pensativo.

-1090 creo que recordar. Un asunto complicado y no del todo resuelto, bastante sangriento tambien. Creo que la señorita  Scharhors hizo bien en saltarse la experiencia, aunque hubo noches bastante buenas ciertamente.

Saludo de una forma mas formal a Cassana.

-Señorita Veillon, un placer encontrarla de nuevo y en un ambiente que tan apropiado es para usted. Lo nuestro es un poco mas sorprendente, la verdad.

Miro apreciativamente el lugar y busco con la mirada, de forma poco sutil, dispositivos de vigilancia.

Adriana les acercó la mano, pero no para una galantería. Se la acercó como un compañero más. Un soldado más. Si, sería del planeta finolis, pero ella se había tenido que currar cada céntimo. Había tenido que luchar cada día por cada gramo de tela que tenía puesta y sobre todo, había tenido que poner todo su ingenio para poder conseguir lo que quería. Salir de aquel planeta volando.

- Encantada chicos.

Sonaba ruda y firme. Le parecía que estaba ante dos soldados, y aunque ella no era o había sido militar, si pertenecía a un cuerpo militarizado.

- Mark Malta - le estrechó la mano con firmeza como haría con una compañera. Mejor no tener que besar manos. Eso que se ahorraba.

Cassana había llegado elegantemente tarde, como dictaba la costumbre. Estaba vestida de manera elegante, como correspondía a la convocatoria que el soberano había hecho, maquillada para la ocasión y con unos caros pendientes y perfume a juego. Se había acercado discretamente a la mesa de aperitivos y bebidas donde, para su sorpresa, no había ni un solo criado de servicio. Algo extraño cuando se encontraban esperando audiencia para el mismísimo monarca, pero no dijo nada en alto. Mientras se servía a sí misma, escuchó y observó a los presentes, reconociendo para su sorpresa a varios de ellos: allí estaba Adriana, su amiga de juergas universitarias y amante de carreras; Pavel, el formal y eficaz guardia; incluso Mark, el fuerte y campechano soldado. A aquélla mujer, sin embargo, no la reconocía. Con gestos lentos y disimuladamente indecisos, examinaba las diversas degustaciones mientras prestaba atención a lo que decían. No obstante, su plan se echó al traste cuando el poco discreto Mr. "Doble" la llamó a voz en grito. Levantó la cabeza de la exquisita muestra de ostras xiralianas (un manjar realmente caro que sólo había saboreado en recepciones como diplomática) y sonrió mientras caminaba hacia el grupo.

-Siempre tan exagerado, señor Malta. -dijo mientras se giraba hacia la desconocida y le ofrecía una mano fina y menuda- Pero en algo tiene razón, y es que soy doctora. Mucho gusto en conocerla, señorita Van Cliff. 

Apenas había tenido lugar la presentación cuando Pavel se le acercó también. Correspondió también a su saludo.

-Señor De Bligh, me alegro de verle. ¿Qué tal se encuentra? -digo mientras lo observo con ojo clínico. Es sólo un instante, pero mis mejillas se sonrojan ligeramente. -Disculpe, deformación profesional. -le hago un gesto rápido con los ojos hacia los demás- Sí, estoy con usted. Es una situación... peculiar. Sin duda, Su Majestad nos aclarará este misterio en breve.

Observó a Adriana. Hacía bastante tiempo que no hablábamos y tenía curiosidad por saber qué había sido de ella. Desde que estuvieron juntas en la Universidad, le pareció que la joven intentaba huir de su destino en Drinax, y parecía que lo había logrado. Habían perdido el contacto y, aunque la relación se había ido enfriando hasta perderse de vista, siempre se había sentido a gusto con ella, pese a que eran de orígenes tan distintos.

Una mujer especialmente elegante se acercó a ellos.

- Leñe, si era Cassana.

Hacía tanto años que no se cruzaban que ni la había reconocido, por lo menos hasta que empezó a hablar. No se cruzaban desde los primeros días de la universidad. Si, aquella de la cual fue expulsada. La escuchó. Ella era todo lo contrario de lo que Adriana era. Una piloto una noble. Hicieron buenas migas, y la escuchó: - Joder, ya es doctora. Que bueno.

Habían pasado ceca de tantos años como tenían cuando se conocieron. No sabía su reacción, pero esperó hasta que terminó y abrió los brazos, esperando que la estrechase, y estrujara como una esponja: - ¿Dama, se acuerda de mi? El tono era irónico y familiar. Sabía que si. Ella tenía muy buena memoria, y Adriana …: - Leche, es que no has cambiado nada.

Antes de que Cassana pudiera responder, se abrió un puerta y apareció un hombre vestido formalmente con la librea de los altos cargos del Palacio. Era de estatura media y porte señorial, y parecía dominar la sala con su mera presencia. Esperó con las manos cruzadas a la espalda y aire severo a que las voces se acallaran, antes de hablar a su vez: - Damas y caballeros, soy Lord Sivar Rytep, Chambelán del Palacio Flotante. Ahora van a acompañarme a la presencia del Rey Oleb. Aunque ya se les ha informado previamente, he de subrayar dos importantes puntos a tener en cuenta: el primero, que la recepción con su Majestad es un asunto absolutamente secreto que no deberán comentar con nadie. Ni que decir tiene que lo que hablen con él deberá gozar del mismo grado de discreción. - Esperó unos segundos a que sus palabras calasen en su auditorio. Después, prosiguió su arenga: - En segundo lugar, van ustedes a estar en la augusta presencia de su Majestad, y deberán mostrar el debido respeto. Escuchen con atención, respondan cuando se les pregunte y cuiden sus modales. - Arrugó ligeramente la nariz, como si diera a entender que dudaba que fuera posible que estos aventureros fueran a ser capaces de mantener las formas... o puede ser que simplemente al Chambelán de Drinax no le gustara el olor de sus contertulios.

- ¿Alguna pregunta?

El Chambelán de Drinax conoce a tus padres y ha coincidido contigo en más de una ocasión por asuntos diplomáticos, aunque no lograste subir lo suficiente en el escalafón como para que exista una relación demasiado personal.

En cualquier caso, cuando cruzas la mirada con Rytep observas un mínimo de cortesía hacia ti en sus ojos, e incluso puede que algo de camaradería. 

Guardé silencio y me cuadré cuando apareció el chambelán. Sería difícil decir si fue un gesto por respeto al Lord o por la costumbre de años de servicio.

- Por supuesto, Lord. – dijo cuando este hubo terminado consiguiendo darle a Lord la misma entonación que habría podido usar para decir chico. – Ninguna pregunta, Lord. – otra vez esa misma entonación con la que casi juraríais oír chico y que no dejaba claro si lo estaba haciendo por ocultar una falta de respeto, por no tener mejores modales o simplemente por disfrutar de tocarle las narices sin más al mayordomo pomposo que arrugaba la nariz en su misma cara.