Partida Rol por web

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El Ingeniero Pattinari se dirigió a la mujer que se encabezaba la marcha. - Ah, Capitana van Cliff, ya hemos subido los repuestos a la nave, ¿verdad? Está todo listo, mucha suerte en su misión. Ojalá hubiéramos podido hacer algo por esas microfracturas, me cuesta dejarla volar, digamos, en esas circunstancias. - El ingeniero pasó una mano por el casco, con aire paternal. Era evidente que le había cogido cariño a la nave. - En fin, todo está listo. - Saludó a todos mientras la escotilla principal de la nave bajaba.

Mientras la escotilla baja, podéis ver a una figura que está esperando dentro de la nave. Los oficiales reconocéis al Chambelán de Drinax...

Lorna llevaba una amplia gabardina de cuero con galones, botas de caña alta, guantes y gafas de piloto. Tenía un aspecto entre impresionante y barriobajero. 

Entró la primera en la nave y alzó una ceja:

-¿Rytep?¿Qué está haciendo aquí?

No le caía bien aquel tipo y sabía que al resto de la tripulación tampoco. La noche anterior habían hecho chistes a su costa hasta muy tarde.

El Chambelán mantenía esa expresión que hacía pensar a Van Cliff y su tripulación que olían mal. Sin embargo, sonrió. Una media sonrisa desagradable. - Yo también me alegro de verla, Capitana Van Cliff. Simplemente venía a despedirme y a informarle de que el Rey ha tenido a bien proveerlos de un pequeño regalo. - Le entregó una tablet con información. - Esto les permitirá volar durante un tiempo. Al Rey les gustaría verles por aquí en unos seis meses, para valorar cómo se han desenvuelto en su vuelo inaugural.

Recambios de alta tecnología: 2.5 toneladas

Línea de crédito al 0% de interés: 500.000 créditos. 

El Chambelán no se quedó a esperar la respuesta de la Capitana, sino que, mientras esta leía lo que el Rey le había entregado, comenzó a bajar por la escalinata, abriéndose paso por entre los corsarios con la seguridad de aquel que se sabe superior. 

Miró al noble alejarse. Aunque no le gustaban sus modales, debía reconocer que empezaba a caerle simpático.

Silbó de admiración al ver la ristra de ceros. 

-¡Transmita mi agradecimiento a su Majestaaaad!

Bonito atuendo.

Justo dos pasos por detrás suyo y un poco a la derecha, avanzaba Mark con su ropa habitual que hoy lucía un patrón de azules y morados en la camisa y un sencillo negro en los pantalones. Completaba su porte su visor habitual espada a la izquierda, aturdidor y pistola de defensa, lo que consideraba el mínimo para no sentirse desnudo; los fusiles y el resto de su equipo ya lo había cargado los días anteriores, en los que se había dedicado junto a los “muchachos” a revisar la nave y familiarizarse con ella.

Frunció el ceño al ver al panolí. Empujarle cuando se marchaba era una tentación, aunque en el palacio ya había dejado claro que sabía moverse, pero seguramente sería algo que el rey se tomase a mal aunque sólo fuera por las apariencias, y mirando por encima del hombro de Lorna parecía que nos había traído un bonito regalo de despedida. Al final acabaría tomándose una cerveza con aquel tipo.

Espero a que el idiota se marchara y después a que la capitana reiniciara la marcha. Sería su primera entrada en el puente de mando y debería lucir bien, para el recuerdo y esas cosas cuando estuvieran compartiendo cervezas dentro de unos meses.

En teoría Adriana, como Contramaestre Mayor, Piloto, o como fueran a llamarlo, tendría que haber subido la primera, de manera protocolaría, y la última persona ser la propia capitana, pero esto no era una ceremonia militar, con entrega de "Bandera de Combate" ni nada por el estilo. Incluso como corsarios tendrían una; pero nadie se había dignado a mandarnos más que un tipo que el día que pudiera le escupiría en la cara.

Sacudí la cabeza para espantar esas ideas. - No la líes aún niña. Se riñó a si misma.

Ella tampoco seguía el protocolo. Estaba revisando tren de aterrizaje, controles de vuelo y estabilizadores. No esperaba que hubiera nadie para poder hacerlo, así que como estos días había trabajado en ello, sabía que estaba todo bien, pero quería estar segura de que nadie les había metido "un palo en la rueda".

Tras eso, abordó la nave.

Ya es oficial, no hay vuelta atrás. Tenía el estómago hecho un nudo por los nervios, por lo que apenas había tomado nada. Se embarcaba en una empresa en la que se jugaba todo, incluso su honor. Si triunfaban, se convertirían leyendas de las que se hablarían en el futuro durante siglos. Si fallaban... bueno, mejor no ser negativa nada más empezar.

La presencia del Chambelán casi le había pasado desapercibida, pero sí escuchó claramente la voz de la capitana. Se acercó a ella:

-¿De qué se trata, señorita Van Cliff? Creí que no le caíamos muy bien -dijo con una sonrisa sardónica.

-Capitana Van Cliff-  corrigió Lorna de nuevo. Nobles, pensó - Parece que nuestro presupuesto no será tan holgado, después de todo. Recuperará su inversión muy pronto, Veillon. 

Le entregó la línea de crédito. Se volvió hacia el pasillo :

-¡Todos a sus puestos! ¡Preparados para el despegue! 

Adriana había terminado la revisión exterior. Era un análisis e indicativo de como estaba, o se le habían echo algo.

Tras la inspección exterior y ponerse en su asiento buscó con la vista al LSO. En cuanto lo viera, si estaba listo le haría las señales de luces y empezarán con el testeo de superficies de vuelo, arrancado de motores y comprobaciones reales previas. Es el momento ideal para que salgan más problemas, antes de que las ruedas se alejen de algo firme y tenga que hacer algo desesperado.

Tras eso se dispuso para pedir pista y despegar a Control de Tráfico.

Malta se cuadró, saludó y se dirigió sin más a su puesto de artillería. No es que fuera a hacer falta de momento, pero era su función en la nave y había que cumplir con el deber.

Todos se sentaron en sus puestos. Los marines Mark y Roberto se pusieron en los puestos de artillería. Sería bastante irónico que se encontraran con un ataque pirata en su vuelo inaugural... pero no algo que se pudiera descartar por completo.

Adriana recibió la autorización de la torre de control para salir hacia el espacio. Era un momento importante, y aunque por razones obvias no se le había dado publicidad a este vuelo, como mínimo Pattinari y Rytep contemplarían la salida de la nave. ¿Puede que el Rey también? No era descartable.

La nave despegó sin ningún problema. Las sillas antigravitatorias cumplieron su función a medida que Adriana aumentaba la aceleración de la nave hasta alcanzar los 6G. Un típico carguero mercante necesitaría cuatro horas para llegar al punto mínimo de salto, pero la clase Harrier, con su tremendo impulso y un motor de salto modificado para poder saltar con antelación, necesitaría únicamente 1 hora y 45 minutos. Esta velocidad es la que les permitiría capturar a sus presas antes de que llegaran del punto de salto al espaciopuerto o que recibieran ayuda.

Pavel comenzó a realizar los cálculos para el salto. Hilfer no tenía gigantes gaseosos o agua en proporciones significativas. Era un planeta desértico, pobre e ignorado, salvo por el espaciopuerto en el que tendrían que repostar.

Mi idea es en principio no rolear esos períodos