Partida Rol por web

Los piratas después de mucho caminar, llegan a la entrada del cementerio de Tortuga. Las puertas de rejas están oxidadas y viejas, además de casi a punto de caerse, ya que las visagras apenas pueden sostener el peso de las puertas.

A lo lejos, se pueden ver las tumbas y los nichos de los difuntos, así como los cuervos que vuelan en el estrellado cielo. Podéis escuchar sus graznidos desde donde estáis, así como también, como el viento azota las hojas y las ramas de los árboles del lugar.

Maldita sea, Jacob. ¿Te presentas ante mí, así, en harapos para decirme que no has podido conseguir la otra parte del mapa? Eres una piltrafa de hombre. Dice El Pirata Supremo mientras se pasa la mano por el flequillo acomodándoselo detrás de una oreja.

Sobre sus piernas se puede ver un bonito gato, el cual acaricia con su mano enfundada en un guante de cuero, mientras que en la otra tiene una taza de chocolate caliente, la cual al beber, le deja unos graciosos bigotillos en su labio superior.

Jacob intenta no reirse pero al final, la risa le puede y se sonríe señalando con el dedo la boca de su jefe, intentando avisarle de la mancha de chocolate, y este, coge al gato con una mano y se lo pasa por los labios, limpiándose con sus pelos los restos de chocolate.

Jacob, Jacob… que voy a hacer contigo… Dice tamborilleando con los dedos sobre el lomo chocolateado del gato, mientras mira hacia el techo de su casa, intentando pensar que hacer a continuación.

Señor, señor, señor. Dice el pequeño engendro entrando a la sala medio agachado, medio de rodillas.

Dime maldito enano de pacotilla, seboso, caraculo y con olor a pis de días. ¿Qué demonios quieres ahora? Espero que sean buenas noticias por que si no, sabes lo que te espera, maldito duende. Responde el Pirata Supremo mientras le lanza su mirada del tigre.

Es que… verá Señor… los piratas, los de Mery Red… están en Tortuga… y… bueno… están siguiendo a Necross por allí. Creo que quieren cazarle, pero el Capitán tiene prisioneros a dos de los suyos. Dice el seboso agachando la cabeza.

Pero… ¿están muertos ya? Dice con una media sonrisa el jefe.

No, no… no lo creo, Señor. Contesta el pequeño, más pequeño que nunca.

En ese momento, la cara del Pirata Supremo cambia por completo y en un arrebato de furia, coge al gato por el lomo y le lo arroja en la cara al mensajero. Se escucha un “mioooooooooooow” por toda la sala que hace estremecer hasta a Jacob y el gato golpea con toda sus fuerzas el rostro el pequeño y después, cae al suelo en cuatro patas y sale escopetado por la puerta.

Tu. Dice el Supremo mirando a Jacob. Pilla ese gato que me mola mogollón y después, encárgate del mensajero. Mira que no sufra mucho, sólo lo justo por hacerme perder la paciencia. Madre mía, si es que me quitáis la vida, me quitáis.

Con mi saco repleto de mi diversión favorita, avanzo hasta las puertas del cementerio.
Examino el lugar desde el otro lado de la mohosa verja y lo que veo no me gusta demasiado.
Es un lugar desierto, con multitud de escondrijos. Y de propina, repleto de sombras.
Reniego entre dientes y digo.
A partir de ahora, atentos todos. Ahí dentro podría esconderse una compañía entera y no los veríamos hasta que saltaran sobre nuestros cuellos.
Dicho esto, me vuelvo a acomodar el saco sobre mi hombro izquierdo mientras que con la derecha, compruebo que llevo mi mechero en el bolsillo.
Satisfecho, observo de nuevo el lugar antes de añadir.
Bueno gente. Solo queda decidir como lo hacemos. ¿Entramos juntos, separados, por un único punto o por varios?
A mi me da lo mismo como entremos. Total, ya sabéis como vamos a salir.
Y como si se me ocurriera en ese preciso momento, me giro rápidamente y, contemplando a mis compañeros a la luz de la Luna, digo.
Por cierto. Si me oís gritar, "a cubierto", hacedlo. Como podréis suponer, no pienso esperar a recibir confirmacion.

Elisabeth asiente... una vez tomada la decisión y con el consentimiento de la capitana, su seguridad parece que ha vuelto a rellenar los poros de su piel. Mientras de Vries habla, va sacando de sus botas, su escote y varios rincones de sus ropajes, varios cuchillos arrojadizos que coloca entre sus dedos, preparados para ser lanzados al mínimo movimiento hostil que perciba.

Me encantaría ayudaros a decidir, pero este tipo de acciones estratégicas no han entrado nunca entre mis habilidades.

- A mi me encantaría que os dejárais de chácharas...

Spade se acerca a la puerta y le da una patada a la verja, pistola en mano y ceño fruncido, mientras grita:

- ¡NECROS! ¡ESCORIA DE LOS MARES, DA LA CARA SI TE ATREVES!

-¿Es necesario ir gritando? ¿Que fue de aquello del factor sorpresa?- dice Stan con una de sus pistolas cargadas en la mano. La otra descansa en su cinto, junto a su sable inglés.

Spade mira un momento a Stanley, y luego al resto del grupo, para volver otra vez a Stanley.

- Somos 6 piratas armados hasta los dientes. ¿De qué factor sorpresa me estás hablando?

Acto seguido, cruza las puertas y se adentra en el cementerio.

- ¡NECROS! ¡SABANDIJA! ¡SAL DE AGUJERO DONDE ESTÉS METIDO!

En silencio he permanecido a causa de la leve sorpresa que me ha causado el comportamiento del doctor.
Y cuando este termina de hablar con nuestro vigía, veo como se adelanta y penetra en el cementerio.
De inmediato me pongo a su altura mientras digo.
Parece que nuestro doctor tiene algún tipo de asunto personal pendiente con la rata que buscamos.
Y no puedo evitar reír levemente por lo bajo.
Bien, pues parece que esta noche ese malnacido va a hallar el fin de su suerte.
Adelante compañeros. Es hora de demostrar quienes somos y de que somos capaces.
Y mientras avanzo entre las lapidas que jalonan aquí y allá el tétrico lugar, voy echando alguna que otra mirada hacia los lados.
Pues todos sabemos, que la situación se acabara caldeando.

-¿Demostrar quienes somos? Vaya... esto va a acabar muy mal...- Stanley se acomodó el pesado fusil que solía tener en la torre de vigía y ahora llevaba con una correa a la espalda...- ¡Esto pesa como mil demonios!

Venga hombre! no te quejes tanto que te van a salir arrugas de tanto fruncir el senyo! JaJaJa! - bromea el pirata mientras seguia a su cuerdo companero de cerca, el que estaba gritando el nombre de ese pirata/no muerto/rufian o lo que fuera.

Entráis al cementerio, pero nadie parece responder ante los gritos de Spade. Parece que nadie vendrá a recibiros... o eso... o es una trampa.

Pero bueno, los piratas de Mery Red nunca han sido unos cobardes, tal vez un poco locos, pero cobardes, ¡jamás!

Camináis entre las lápidas, mirando hacia todos lados, esperando en cualquier momento un ataque... el cual parece no llegar.

Mery mira por la zona, escrutandola con la mirada.

Esto empieza a ser desesperante... Miró a su tripulación Sobra decir que no os separéis, ¿no? Tomó el látigo aúnm atado a su cintura con una mano, haciéndolo crujir. Mi paciencia se está agotando...Suspiró. Tenía que ser paciente. Alzó la mirada alerta. Escuchando la respiración, los pasos de su tripulación. Acarició la empuñadura de su sable con la misma mano, atenta, mientras que la otra se deslizaba disimuladamente a su pistola. Si no hubiera sido por los gritos del doctor o los pasos de toda la tripulación, el 'click' de cargar el arma hubiera recorrida cada rincón del cementerio.

Se giró hacia el doctor. ¿Podría gritar un poco menos, doctor? No es agradable descubrir nuestra posición con tanto entusiasmo....

Elisabeth camina con cuidado, con las manos cargadas de sus cuchillos (4 en cada mano). Preparada para lanzarlos en cuanto sea necesario e intentando ser lo más sigilosa posible, aunque con los gritos que pegan sus compañeros, casi no era necesario que lo fuera...

Sigue a la capitana, vigilando sus movimientos también de reojo. Parece que no termina de fiarse, pero tampoco tiene miedo.

Continuo avanzando en vanguardia en medio de las lapidas del cementerio.
Y mientras camino, sigo tratando de descubrir cualquier atisbo de movimiento.
Sin embargo, el lugar parece tranquilo. Tan solo se escucha, de vez en cuando, el graznido de algún cuervo al que quizá hayamos despertado.
Vuelvo a mirar al frente y digo.
Supongo que al menos, sabemos hacia donde vamos. No negare que esta resultando un paseo interesante, pero no hemos venido aquí a pasear.
Y mi mano derecha juega, impaciente, con el mechero que llevo en el bolsillo del mismo lado.

El grupo camina despacio... muy despacio. Nada parece perturbar la tranquilidad del cementerio, salvo el ruido de algún ave que pasa volando y os grita como marcando territorio.

En ese momento, llegáis a una plaza, justo en el centro del cementerio. Una gran fuente sin agua se encuentra justo en el centro, con un par de estatuas de ángeles en la parte superior. Miráis la fuente, pero no tiene nada de particular.

Miráis alrededor y veis que estáis rodeado de tumbas...

Otra vez la fuente... de ella sale un sonido un poco extraño...

Mientras de las tumbas se asoman manos esqueléticas...

Mientras de la fuente empieza a brotar agua negra, sucia, olorosa, asquerosa, vamos, fea fea fea...

Y los esqueletos os rodean...

Westen pasa la mirada rápidamente por todos los enemigos y los cuenta... uno... dos... tres... así hasta ocho... que suerte... uno para cada uno...

Nada mas llegar a la plaza, me detengo pues tanta tranquilidad me resulta extraña. Y en ese preciso momento, alcanzo a distinguir un sonido. Es el sonido de algo que se abre paso a través de la tierra.
Y frente a mi, en una de la tumbas, veo como aparece una mano esquelética.
Reniego por lo bajo mientras con mi mano derecha desenvaino mi sable. El esqueleto medio podrido, termina de salir de su tumba al tiempo que hacen lo mismo algunos de sus compañeros. Y de propina, me asalta un nauseabundo olor.
Por el rabillo del ojo, miro la fuente en el centro de la plaza y y descubro la procedencia del hedor.
Pero de nuevo presto toda mi atención al engendro que tengo delante de mi, y digo.
Una aparición espectacular sin duda. ¡Atentos todos que no esta solo!.
Y dicho esto, silba mi acero cortando el aire hasta que impacta en el cuello del engendro. Y al oír el crujir de las vertebras, sonrio mientras añado.
¡Acabemos rápido!. ¡Esto solo puede ser el principio de la fiesta!

Spade levanta la pistola con el brazo extendido, el cuerpo ladeado, al brazo izquierdo pegado al costado, la elegante posición de disparo del duelista.

¡BUM!

Elisabeth se pone de espaldas al resto del grupo, encarando al esqueleto que tenga en frente enarcando una ceja, completamente sorprendida. Resulta que la historia de Vargo era completamente cierta... ¿quién lo iba a decir?

Esboza una sonrisa de medio lado y volviendo a centrarse en que su vida corre peligro ahora mismo, hace un rápido gesto con su mano derecha, dejando escapar uno de los 4 cuchillos que tenía en ella con total precisión.