Partida Rol por web

Ayra traspasó la entrada de su hogar de puntillas, asegurándose de que ninguno de sus pasos levantaba ecos en la madera antigua. Recriminó en voz queda a los goznes que, súbitamente desvelados, lanzaron quejumbrosos alaridos de sobresalto. Aguardó, temerosa de haber despertado a sus padres y suspiró aliviada cuando no sucedió ningún ruido. Con igual cautela cerró tras de sí la puerta, aventurándose al que sería su primer viaje de descubrimientos y misterios.
Atrás dejaba casi veinte años de combates pokemon cotidianos, de movimientos ensayados para concursos y de los gritos entusiasmados de pokemons empleados como mascotas amaestradas. No tenía nada en contra de los combates pokemons, en realidad. Los concurso... bueno, ese era otro tema. Su corazón le decía que esos animales extraoirdinarios serían incluso más fantásticos en su ambiente natural, en sus relaciones con humanos sin necesidad de confinamientos ni premios.

Pero sus padres jamás habían compartido esa visión de un mundo compartido solo por respeto, confianza y amistad. Para ellos, lo único importante en la vida era hacerse fuerte, sobresalir. Pero ella acabó artándose del camino delimitado por ellos. ¡Desaba vivir su propio sueño y convertirse en una profesora pokemon, conocedora de todos los secretos existentes sobre ellos!

8 de julio. 8:49. Ciudad Iris

Esa misma mañana había recibido un correo electrónico del Profesor Oak, con quien intercambiaba correos desde hacía algún tiempo presa de su entusiasmo por aprender y convertirse en una profesora pokémon. Este correo le había dado ideas sobre el nuevo rumbo que podría tomar su camino. Sus padres no le habían permitido ingresar en la Universidad de Kanto, donde el profesor Oak daba algunas clases, ni siquiera le habían permitido ingresar en la Universidad de Johto, pero no podrían impedirle que se forjase su propio destino.

El correo que había recibido, y que había releído varias veces en su pokégear, decía lo siguiente:

De: Samuel Oak (soak@ukan.ac.ka)
Para: Kaoru Hanami, Ayra Black
CC: John Greene (jgreene@ukan.ac.ka)
Asunto: Un nuevo horizonte para la investigación

Estimados Kaoru y Ayra:

Hoy es un día de celebración para la investigación pokémon. Se han descubierto una serie de sótanos ocultos en las Ruinas Alfa de Johto y, lo que es quizá incluso más interesante para vosotros, ha aparecido una nueva especie pokémon con la forma de los símbolos que se habían encontrado en las paredes. Estos pokémon se llaman «unown», y parecen ser de tipo psíquico.

Tras varios años de trabajo de campo en las Ruinas, se sabía que el tamaño total del complejo debía de ser mucho mayor que los edificios que podían verse en el sitio arqueológico, pero no se encontraba el acceso a las salas ocultas. Ayer se encontró por fin este acceso, durante el trabajo del equipo de arqueólogos del que forma parte otro alumno mío, John Greene. Quizá él pueda contaros con más detalle las circunstancias de este hallazgo.

Por supuesto, el recinto no está abierto al público, sino solo al equipo de arqueólogos encargados de la investigación (estad atentos, porque es posible que con la nueva carga de trabajo se abran más plazas y salgan becas), pero si os ponéis en contacto con el señor Greene y decís que vais de mi parte, es posible que podáis entrar a echar un vistazo de primera mano.

Esta información aún no se ha retrasmitido por los medios, pero tenía que contároslo cuanto antes. Reamente se trata de la apertura de un nuevo campo de investigación para la ciencia y por ello lo que se necesita son justamente mentes despiertas y brillantes como las vuestras, que aporten una mirada nueva con la energía de la juventud.

Probablemente emitan un reportaje detallado en el telediario del mediodía o en el de la noche, cuando se haya cuantificado la magnitud de los espacios descubiertos.

Un cordial saludo

Samuel Oak

Las Ruinas Alfa... ¡Las Ruinas Alfa! Aún era incapaz de creerse que aquel correo le hubiera llegado. Es decir, no era extraño que recibiera noticias del profesor pero siempre con respecto a cuestiones que ella misma podía tratar desde casa, artículos publicados por otras eminencias, catálogo de libros especiales, conversaciones sobre interesantes temas. Pero jamás algo como eso, algo que le hiciera dar el paso definitivo y emprender el viaje hacia sus sueños.

Antes solo albergaba esperanzas de poder iniciar su aventura en un futuro, dilatando el momento lo más posible sin verdaderos incentivos más allá que sus propias ilusiones. Pero esta era una oportunidad única, el empujón que le hacía falta. Y no pensaba desaprovecharlo.

No conocía al tal Kaoro pero, si el Profesor Oak se comunicaba con él también, como parecía indicar el correo, estaba más que segura que podrían llegar a caerse muy, muy bien.

Pero las incógnitas a cerca del joven era nada comparadas con la expectativa de visitar las ruinas Alfa. No hacía falta que le recordasen los problemas que habría para acceder a ellas, suponía que, siendo tan importantes para el conocimiento pokemon, estarían perfectamente guardadas. Y confiaba lo suficiente en sus ganas y en el ayudante del Profesor como para saber que cualquier obstáculo que se le presentará ella podría superarlo.

¿No era fascinante? ¡El descubrimiento de toda una nueva especie pokemon, misteriosa no solo por ser desconocida sino por la conexión que parecían mantener con las ruinas y sus inscripciones. No quería admitirlo, pues no era muy fan de la historia o la arqueología, pero se le herizaba el vello cada vez que pensaba en adquirir una pequeña parte del pasado de los pokemons en este mundo. Mientras que los historiadores se centraban en los acontecimientos de épocas perdidas y los arqueólogos en todo aquello material que las rodeaba, Ayra estaba dispuesta a conocer todo lo concerniente al secreto pokemon. Y si eso significaba tener que andar por los caminos de dos especialidades no tan atrayentes, ¡qué así fuera!

Mundo, pokemons, pronto no habrá misterios en torno a vosotros que yo no vaya a conocer. susurró al mundo mientras contemplaba con ojos brillantes por la emoción el camino que le quedaba por delante.

Ayra se dirige alegremente hacia las Ruinas Alfa. Podría coger un autobús, pero por ahora hace un día estupendo y el camino, aunque agreste, no debería llevarle más de un par de horas a pie: a media mañana debería haber llegado a las Ruinas. El único inconveniente es que la primera parte de la ruta a pie, a no ser que diese un gran rodeo para coger la carretera, es puro campo lleno de pokémon salvajes. Pero Ayra está bien preparada: aunque no tenga ningún pokémon que la acompañe, piedras para cargar su fiel honda seguro que hay.

El sendero transcurre entre una arboleda. Al este está el camino que suele coger la mayoría de la gente, que es amplio y discurre entre frondosa vegetación. Al este hay un camino algo más abrupto, que discurre entre los árboles, y donde crecen algunos árboles de bonguri salvajes, aunque en esta época del año no tendrán frutos.

Ante la bifucación, Arya sopesó las opciones con las que contaba. El camino más facil era transitado por la mayoría de los viajeros, una ruta seguida por muchos. En cambio, el segundo sendero se abria paso por sendas menos visitadas. ¿Debería tomar el camino normal o se atrevería con el que menos gente hubiera visto?

Poca cosa encontraré en una via tan transitada- pensó, observando con cierto recelo el segundo camino.- Definitivamente tengo que ir por ahí. No se cuanto se tarda por ninguna de las dos, pero supongo que el ayudante del profesor podrá esperar un poco más. ¡No voy a encontrar muchos pokemons salvajes yendo por el primer sendero!

Más confiada ahora que había tomado una decisión, Arya se adentró entre los árboles, esfurzándose por mantener un buen ritmo a pesar de lo abrupto de la senda. Ante sus ojos desfiló una serie de árboles bonguris, carentes de frutos, que se apresuró a dibujar rápidamente en su bloc de notas. Con o sin frutos, siempre sería de ayuda contar con una imagen de cada uno.

Ayra se adentra en una zona del bosque donde los árboles crecen menos apretados y sabe que hay algunos árboles de bonguris. Saca el bloc y se dispone a dibujar los árboles desnudos. Sin embargo, para su sorpresa, cuando se acerca a ellos descubre que sí que están cargados de bonguris. Rojos, azules y negros, son redondos y brillantes, en su punto máximo de maduración. Están perfectos.

De hecho, los bonguris de distintos colores ni siquiera dan fruto en el mismo mes del año, sino que lo hace sucesivamente.

Es curioso ese crecimiento de bonguris, tanto como para detener a Ayra de esbozar sus contornos. En su lugar, acerca la mano para hacerse con alguno de ellos y comprobar que, efectivamente, son reales. ¿Por qué estaban tan crecidos en esa época? Esa y otras preguntas surcaban su mente mientras acariciaba uno de los frutos. La posibilidad de arrancar alguno cobró fuerza, pero desistió para dedicarse a observar, con mayor detenimiento, si había algo fuera de lugar a su alrededor, entre las hojas, los troncos o en el suelo.

Efectivamente, los bonguris son reales y están en perfecto estado, de hecho, son unos bonguris espléndidos. Ayra examina el tronco, las hojas y los alrededores. Hay un montón de yemas, y las hojas presentan un verde lozano y nuevo. La hierba, el musgo... todo es húmedo, verde y agradable. Parece que la vegetación de este lugar está aguantando muy bien el tórrido sol del verano. También han florecido algunos jacintos en los alrededores.

Fijándose bien, entre las ramas de un arbusto que hay detrás de uno de los árboles de bonguris se mueven unas ramas, pero son de distinto color, amarillentas, y perfectamente simétricas.

Zero se dirige hacia lo que llaman la Torre Quemada, esperando encontrar a Morti allí.

Se trata de un edificio de madera y piedra similar a la Torre Hojalata, pero totalmente destruido por el fuego a partir del segundo piso. Solo queda una planta en pie, y el tejado de esa planta es puramente vestigial, aunque en su época se supone que lucía un tejadillo en cada planta. La entrada está bastante accidentada, llena de escombros, pero nada que un miembro de la Orden de Lugia bien entrenado no pueda pasar sin despeinarse.

En cuanto cruza el umbral, se encuentra en una sala co el suelo de madera lleno de agujeros, vigas rotas y más escombros, que muestra un gigantesco agujero en el suelo, que hace más o menos juego con el agujero del tejado por el que se ve el cielo y entra a raudales una tremenda solana.

En la parte donde el suelo es firme, hay dos jóvenes de pie, hablando, y un farfetch'd. Uno de ellos es rubio, con el pelo algo largo, ropas oscuras y una especie de cinta o bandana en la cabeza. El otro tiene el pelo castaño y lleva una mochila.

En esto que entra en la torre un chaval, unos años mayor que Fiódor. Lleva traje y sus ojos y cabello, algo alborotado, son oscuros.

Va acompañado de un pokémon que es como un zorrito negro y rojo que Fiódor no ha visto en su vida.

Aquella nueva noticia era del todo sorprendente. ¿Para qué habría volado ese Pokémon desde Kanto hasta Johto? ¿Estaría relacionado con los sucesos de esa mañana? Justo cuando se preparaba para contestar una nueva persona entró en la torre acompañado de un extraño Pokémon.

-Vaya, es sorprendente - Se limitó a contestar justo antes de hacer un gesto con la cabeza dirección al recién llegado - Por cierto, parece que tenemos compañía.

De un rápido vistazo Fiódor observó al joven que acababa de entrar. Parecía un chico bastante descuidado, a pesar de vestir con traje. En cuanto a la edad, podía deducir que era algunos años mayor que él. Tras esta leve inspección, Fiódor centró su atención al Pokémon que le acompañaba. Sin duda resultaba bastante interesante y juraría que nunca había visto uno igual. ¿De qué Pokémon podría tratarse?

-¡Hola! - Saludó a la par que alzaba la mano y esbozaba una ligera sonrisa.

A Fiódor le suena que se trata de un zorua, un pokémon de tipo siniestro de la lejana región de Teselia.

El chico rubio, por su parte, también hace un gesto de saludo con la mano al recién llegado.

La torre se encontraba en bastante mal estado, y me pregunté varias veces si no se me vendría encima, pero sin duda quien buscaba debía estar en este lugar.
Tras evitar todos los obstáculos que se cruzaron en mi camino, que no fueron pocos, llegue hasta dos jóvenes, esperaba que alguno de ellos fuera el líder del gimnasio.
El chico de cabello castaño me saludó primero, mientras yo miraba con curiosidad el Farfetch'd, después también me saludó el rubio.

-Buenas.- Respondí con cortesía.- Soy el profesor Jones, estoy buscando al líder del gimnasio.