Partida Rol por web

8 de julio. 8:23

Hace un día espléndido. De hecho, hace un día tan espléndido que el viejo Yagi, tras dar una primera vuelta por sus plataneros para comprobar que todo estaba en orden, ha decidido alargar su paseo matutino y bajar a la playa, por supuesto acompañado de su querida y fiel Musa.

Pese a ser julio, quizá porque es aún bastante temprano o, quizá porque, en cualquier caso, la de la Ruta 19 no es una de las mejores playas de Kanto, por ser pequeña y bastante irregular, no hay aún nadie disfrutando de los placeres de la costa.

O no. A lo lejos, en el mar, parece que hay una persona. Es difícil de decir con certeza, pero parece que se acerca a la orilla haciendo Surf sobre un pokémon.

- Vaya día, ¿eh Musa? Así da gusto vivir aquí. - dice el anciano mientras camina por la arena. Su gran Tropius asiente con la cabeza y emite un gruñido afirmativo.

- Todavía nadie en la playa. Supongo que aún estarán durmiendo. - piensa Yagi, cuando ve a lo lejos la silueta de alguien que se acerca. - Anda, pues ya viene el primero.

Yagi sigue caminando, y si la persona se acerca lo suficiente a la orilla como para verlo, lo saludará con la mano alzada y una sonrisa. Si llegara a desembarcar, Yagi se dirige a él con voz amable. - ¡Buenos días, amigo! Bonito día para nadar un poco, ¿verdad?

La figura se va acercado a la orilla, hasta que puede distinguirse claramente que se trata de un hombre de mediana edad encaramado sobre un lanturn. Parece llevar bastante tiempo surfeando, quizá toda la noche, no tiene demasiado buen aspecto. 

Su lanturn lo lleva hasta la orilla y él prácticamente se arrastra hasta la arena, exhausto.

Ante el saludo de Yagi, contesta algo totalmente ininteligible con la voz ronca.

- ¡Por dios santo! ¿Está usted bien? - dice Yagi acercándose al hombre. - Necesita un buen descanso acompañado de un chocolate caliente. Venga conmigo, mi casa está cerca de aquí y puedo ofrecerle las dos cosas. - Yagi se acerca al hombre exhausto con una sonrisa tranquilizadora y se pasa uno de sus brazos por el hombro, para ayudarle a caminar. - Vamos Lanturn, tú también vienes, ¿vale?

Una vez en la casa de Yagi, el anciano le preparará una taza de chocolate y lo dejará descansar. Si ve que no puede cargar con él, le pide ayuda a Musa.

El hombre presenta síntomas de deshidratación y, ahora que Yagi se fija mejor, también tiene quemaduras por el sol, así que puede deducirse que no solo ha estado surfeando* toda la noche sino también por lo menos parte del día anterior. Por lo demás no parece que presente ninguna herida, sino solo el cansancio y el castigo de los elementos, aunque sí que tiene algunas cicatrices. Sus ropas están muy gastadas y está muy delgado, no parece bien alimentado. Tiene el pelo y la barba largos, enmarañados y llenos de sal.

Mientras Yagi se pasa su brazo sobre los hombros y le ofrece la casa y el chocolate, puede oírlo mascullar, con una voz extremadamente ronca:

-...médico, necesito un médico... No, un barco. Un -cof- médico y un... barco, no hay... tiempo... -de repente vuelve la cabeza para mirar a Yagi a los ojos. Los suyos están muy enrojecidos por la sal. Escruta los ojos de Yagi como si quisiera leer en las profundidades de su alma. -Porque usted no es... No, no puedo tener tan mala suerte... Usted no... No, usted no parece del Team Rocket...

Le falta el colmillo izquierdo.

- No hombre, yo cultivo plátanos. - contesta Yagi con una sonrisa al hombre - Pues no se hable más, vamos hacia el hospital.

Es en ese momento cuando unas salpicaduras y un gruñido de Musa llaman mi atención. - Perdona Lanturn, es que ya estoy muy mayor. - añade el anciano a modo de disculpa mientras se ríe. - ¿Tiene ahí la pokéball de su Lanturn, señor? Él también parece cansado, y seguro que quiere acompañarle.

Una vez que el hombre haya metido a Lanturn en su pokéball, Yagi pedirá a Musa que se agache y aupará al hombre a su grupa. - Sí que está delgado este pobre hombre. Pesa menos que un saco de abono. - piensa el anciano mientras lo levanta.

- Musa, ¿puedes llevar volando a este señor hacia el hospital? Necesita ayuda rápidamente. Yo iré detrás de ti, y nos veremos allí, ¿vale? - le dice Yagi a su pokémon mientras le acaricia el lomo. - ¡Ten cuidado de que no se te caiga!

Cuando Yagi le pide al hombre que guarde al lanturn, este asiente y saca una cebo ball en la que lo mete enseguida.

-Gracias, Led. -Dice con voz queda y ronca y el lanturn cierra los ojos, exhausto, dejándose absorber por el rayo de energía.

El hombre se deja ayudar a montarse en el tropius, pero una vez encima, al oír lo que dice se vuelve a mirarlo rápidamente y dice:

-No, el médico no es para mí. -Cof- Yo solo estoy... un poco cansado. Mi mujer... mi mujer está... en una isla... enferma... O lo estaba... Necesito que un médico la vea y... sacarla de allí... Pero Led solo podía traer a uno...

Yagi se mesa la parte izquierda de su bigote mientras escucha hablar al hombre. - Pues entonces seguimos teniendo que ir al hospital. Cuéntale lo que me has contado a los médicos de allí. Ellos podrán ayudar de alguna manera a tu mujer. Musa, debes partir cuanto antes. Nos veremos en la puerta del hospital, ¿vale?

- ¿Este hospital tenía helicóptero? Barco no creo que tenga. ¿Qué hospital tiene barco? No sé...Espero que realmente alguien del hospital pueda ofrecer alguna ayuda. Porque Musa igual podría llevar a algún médico hasta la mujer de este hombre, pero igual sin sus herramientas de médico no puede hacer mucho.

Yagi se da cuenta de que sigue mesándose el bigote después de que Musa haya salido volando, así que emprende el camino a paso ligero hasta el hospital.

-Muchísimas gracias -dice con su enronquecida voz antes de salir volando con Musa.

Para cuando Yagi llega al hospital, el hombre ya está dentro, hablando con la señorita del mostrador de información.

Musa espera fuera. Parece inquieta, pues capta el sentimiento de urgencia del hombre al que ha llevado y de Yagi.

Cuando el anciano entra, el hombre al que ha recogido del mar está hablando con vehemencia.

-... esta mañana se encontraba mejor y por eso me he arriesgado -cof- a dejarla sola y tratar de venir hasta aquí... Pero no sé cuánto tiempo puede durar esta mejoría... Por favor, tienen que ayudarnos. -Cof cof.

-Tranquilícese, señor, le ayudaremos, pero necesito una identificación, simplemente un DNI.

 El hombre pone cara como si se hubiera tragado una piedra.

-Pues no... no tengo nada -cof. No sé si se ha dado cuenta, pero no estoy en la mejor de las situaciones... Es una urgencia, temo que se ponga peor mientras yo no estoy...

-Bueno, al menos dígame cuál es la isla esa donde se encuentra su mujer. -La señorita del mostrador* tiene cara de no saber muy bien cómo reaccionar.

-Ya se lo he dicho, está al suroeste... Hacia allá... -Cof cof cof-. No sé cómo se llama si es que tiene algún nombre, no es más que un peñasco húmedo de mierda. -La voz del hombre es ya de súplica.

Al llegar al hospital, Yagi nota a Musa algo inquieta, así que la acaricia mientras le habla con voz tranquila. - Buen trabajo, amiga. Y estate tranquila, que seguro que todo se solucionará. - el anciano saca la pokéball del bolsillo y se la muestra a Musa - ¿Prefieres volver o esperar fuera? No creo que quepas bien en un hospital de humanos.

Sea con Musa en la pokéball o con ella esperando fuera, Yagi entra al hospital, para encontrarse al hombre dando explicaciones. El vejete se acerca al mostrador y se dirije a la señorita. - Buenos días. Mi nombre es Yagi, he encontrado a este hombre exhausto en la playa, y mi pokémon ha ayudado a traerlo aquí. ¿Valdría mi identificación? - Yagi saca su carné de conducir* del bolsillo y se lo muestra a la mujer del mostrador. - Soy el dueño de una de las fincas de plataneros de la ciudad, a las afueras. ¿La conoce? Este año parece que la cosecha... - Yagi se da cuenta de que está divagando, y cambia de tema rápidamente. - Bueno, que me enrollo. - mira al hombre - Lo mismo podrías encontrar la isla en un mapa. Kanto está lleno de mapas, seguro que encontramos alguno. - Yagi se pone a mirar para todos los lados, en busca de algún mapa en el que se vean islas - Oye, y ¿qué es lo que le pasa a tu mujer? ¿Y porqué está en ese peñasco? ¿Vivís allí? Yo le pondría nombre si viviera allí. Peñasco Húmedo podría ser un buen nombre. Por cierto, ¿cómo te llamas?

Cuando Yagi llega, Musa lo saluda dándole un suave topetazo cariñoso con la cabeza. A continuación se mete en la pokéball que él le ofrece. Ya que de ninguna forma puede participar en la situación con su forma completa, así al menos puede estar cerca de Yagi, no tiene interés en quedarse afuera sola.

La señorita del mostrador acepta el carné de conducir de Yagi.

-Está bien... Lo inscribiré como que va con usted. Ahora lo más importante es que me diga dónde está esa isla, para saber adónde tiene que ir el helicóptero.

Hay un mapa grande de Kanto en una de las paredes de la sala. Yagi y el hombre se acercan a él mientas Yagi sigue hablando y la señorita teclea.

-Eric... me llamo Eric -dice el hombre, mirando al mapa. -La isla debe de estar... -señala un punto situado más o menos cerca de la esquina inferior derecha del mapa, fuera del mapa- más o menos por aquí -dice con voz descorazonada. -Sí, vivimos -cof cof- o más bien sobrevivimos ahí. Ah... -Se lleva una mano a la frente y cierra los ojos un momento, cansado. Está al límite de sus fuerzas, pero la preocupación no le ha permitido ocuparse de sí mismo hasta ahora.- Necesito un vaso de agua... -Tiene la voz relamente ronca, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta la travesía que ha hecho. -Sí, vivimos -cof, cof, ejem- o más bien sobrevivimos allí...

Con la descripción que ha dado, Yagi no es capaz de identificar la isla, pero sabe que en la dirección que ha señalado Eric está el archipiélago de Oblivia. 

Ante la descripción de Eric sobre la isla, Yagi se rasca la cabeza debajo del sombrero. - Buf, pues igual está complicado...¿Dices que es una isla muy pequeña? ¿Hay una casa, o algo por el estilo que se distinga desde el aire? Yo sólo sé de plátanos, pero me parece, de ver la tele y eso, que por ahí está el archipiélago de Oblivia. Uy, perdona, sí, el agua. - Yagi pregunta a la señorita si hay agua para darle al hombre, y se acerca él mismo a cogerle un vaso, que trae y se la ofrece. - Toma, bebe despacio, que hay más. - dice con una sonrisa. Cuando Eric se la bebe, Yagi va a por más, dándose cuenta en el trayecto que a lo mejor podría haber traído 2 vasos al mismo tiempo, cosa que hace ahora, y vuelve a ofrecérselos al viajero. Una vez el hombre ha saciado su sed, Yagi le pregunta, algo extrañado. - ¿Por qué dice que sobreviven allí? Ahora está la cosa como está, pero aún así creo que Ciudad Fucsia puede acoger a una pareja de buena gente. ¿A que sí? -  termina mirando con las cejas levantadas a la señorita del mostrador.

Eric se bebe toda el agua, agradecido. Tras ello, tose un poco, pero cuando vuelve a hablar su voz suena bastante menos rasposa.

-Sí... igual ya va siendo hora de dejar ese puto peñasco... -Contesta, eludiendo la pregunta de Yagi. -Ah, disculpe mi lenguaje. A ver, no, no es una isla tan pequeña... pero, aparte de por nosotros y algunos pokémon, está deshabitada, porque es muy tormentosa. En realidad es una montaña saliendo del océano, cubierta de tormentas eléctricas de forma casi permanente, aunque tiene grutas internas donde uno puede resguardarse.

- Pues mejor me lo pones entonces, ¿no? Si vivís sólos en una isla y encima hace un tiempo de perros no tienes excusa para seguir viviendo allí, ¿verdad? Con el tiempo tan rico que hace aquí en la ciudad. No tienes más que mirar todas las plantas, que hermosas están. A mí me han nacido plátanos como medio brazo de grandes, no te digo más. - contesta Yagi divagando otro poco.

Pese a que sigue divagando, la mente de Yagi es ágil y ha ido buscando la información en su cerebro. Hablando de tormentas y relámpagos, le parece que en Oblivia había una isla con una montaña llamada Monte Lámpagos. Nunca lo ha visto, pero perfectamente puede ser la isla esa.

Tampoco se le escapa que Eric ha omitido deliberadamente señalar la razón por la que viven en un sitio tan extraño e inhóspito.

- Un tiempo de perros. Con rayos, truenos y relámpagos. Relámpagos...¡Relámpagos! - piensa Yagi.

- ¡El monte Lámpagos! ¡Seguro que es ese! ¿Es ese, Eric? -  dice el anciano mirando hacia el cansado hombre y hacia la señorita del hospital.

- ¿Y por qué no me dice la razón de que vivan allí? Seguro que es que le da vergüenza. A lo mejor el pobre vive allí sólo, se ha quedado mocico viejo y le da cosa que la gente lo sepa...Pero eso no puede ser, si dice que su mujer está allí. Bah, yo que sé, ellos sabrán. - las divagaciones del canoso vejecito prosiguen esta vez en su mente.

-Eeeh... puede ser. Puede ser. Desde luego, es un monte. Y tiene relámpagos. Vaya, el que le puso el nombre se quedó a gusto.

Al oír a Yagi, la señorita del mostrador teclea rápidamente en el ordenador y luego vuelve la pantalla hacia ellos, mostrando una foto de salétite de una isla.

-¿Es esta su isla, señor?

Eric se acerca al mostrador.

-¡Sí, es esa! ¡Es esa exactamente, estoy seguro! Vaya... -Por un momento, parece un poco sorprendido, ya que nunca ha visto la isla en la que vive desde esa perspectiva, y se acaba de enterar de que tiene nombre, pero enseguida se recupera y vuelve a su preocupación principal. -¡Tienen que mandar un helicóptero o un barco ahora mismo! ¡Puede que Lavanda haya sufrido una recaída!

La señorita del mostrador llama a los servicios de emergencia del hospital por el teléfono interno. Eric parece impaciente. Luego se vuelve hacia Yagi.

-Muchísimas gracias, no sé cómo agradecérselo, de verdad.

La señorita cuelga y les dice:

-No es posible llevar un helicóptero, las tormentas son demasiado fuertes y repentinas en esa zona. Una lancha les espera en la ruta 19. ¿Van a ir los dos?

Una sonrisa triunfal inunda el rostro de Yagi, medio tapada por su bigote, mostrando su felicidad y orgullo por haber reconocido la isla. Las cejas del anciano se alzan al escuchar el presumible nombre de la mujer de Eric.

- Lavanda, que nombre tan bonito, como la bella flor. Mi padre las llamaba alhucemas. - segundos después Eric expresa su gratitud - No hay de qué, hombre, cualquiera lo habría hecho. Pero no me habléis de usted, por lo que más queráis. - dice soltando una carcajada.

Ante la pregunta de la señorita, Yagi titubea un poco - Pues no sé...Lo mismo voy y no hago otra cosa más que estorbar. Aunque podría ser de ayuda si hay que cargar con algo, o hacer cualquier cosa. Le preguntaré mejor al médico que vaya en el barco con nosotros, y haré lo que él me diga, ¿os parece bien? - dice el anciano tanto a la señorita como a Eric.

-No hace falta que venga si no quiere... si no quieres. -Le cuesta tutearlo. -Ya has hecho mucho por mí... por nosotros... Aunque, por supuesto, estaré encantado de contar con su presencia, y Lavanda estará encantada de conocerle. -Asiente como para sí, nervioso y se dirige a la salida. -Pero hay que darse prisa...

En el hospital, una ambulancia os recoge y os lleva hasta el barco, donde espera un médico y un piloto. La lancha es grande, no se trata de una de esas lanchas hinchables de emergencias, sino de un barco pequeño, propiamente. Caben por lo menos cuatro o cinco personas más cómodamente, y unas cuantas más si fueran apretadas. Tiene una parte techada, con un pequeño habitáculo separado que es la cabina del piloto, y también una cubierta.

-Si vais a subir, rápido. Me ha dicho que su mujer corre peligro, ¿no? -dice el médico al verlos llegar.

Eric asiente.

-Puede sufrir una recaída en cualquier momento... Y es un lugar muy inseguro.