Partida Rol por web

Mis ojos se entrecerraron al oír las palabras de Sasori y luego las de Mark. Si bien ellos pretendían que enviara el mensaje a los demás, ni siquiera se me pasó por la cabeza penetrar en su mente. Y así lo hice, restando quieta, sin ni siquiera tratando de entrar en el interior de sus mentes. Me parecía un juego estúpido y peligroso y, para colmo, no tenían confianza conmigo como para que entrara en sus cabezas. Además, si entraba dentro de ellas corría el riesgo de saber más de la cuenta, y aunque ellos dos habían dado una muestra de confianza hacia nosotros eran nuestros amigos y yo no iba a ser la que se introdujera dentro de sus cabezas sin un motivo importante. “No somos Mankeys. O, por lo menos, yo. Ten cuidado, Sasori. Tu pokémon es el Sneasel, no soy yo...” me dije a mí misma. ¿Qué se creían que era, una paloma mensajera? Me mantuve muy quieta, pensando en que podía aplicar a los chicos un castigo por su insensatez, pero no quería crear malos rollos, o más de los que ya parecía haber. Si había tanta confianza entre ellos, ¿por qué no se lo escribían? Es más: ¿cómo sabía Sasori que me comunicaba con ellos más allá de las ondas de energía psíquicas y diciendo “Aba”? ¿Acaso había dado más muestras de ello? Que yo recordara, Gin sabía que podía comunicarme directamente con ellos, pero no estaba segura de que nadie más lo supiera. Si bien podían llegar a conocer las características de los Abra (pues la mayoría de nosotros somos de una determinada manera, siempre con nuestras particulariedades) no podían saber que yo era capaz de mandar este tipo de mensajes. “Claro que, si entienden que Sweet puede enviarlos y es gracias a sus poderes psíquicos, ¿por qué no iba a ser yo capaz de enviarlos?”, pensaba. Sin embargo, no era momento de buscar confabulaciones ni cosas extrañas, ya que nuestra prioridad era escapar del lugar. Cuando estaba a punto de intervenir, sonó otra vez la Pokédez y resté quieta, tratando de absorber las palabras. Nos ofrecían ayuda, pero no sabía si realmente aquello iba a funcionar o no.

Mientras restaba quieta, aproveché para enviar un mensaje a Gin, un mensaje telepático, claro está, pero un mensaje más al fin y al cabo. “Gin, soy Aba. Tu Pokémon. Mantén a raya a esos imbéciles. Como vuelvan a mandarme acciones de esa manera les haré daño. No soy su Pokémon, soy el tuyo. Y no estoy para servirles a ellos, si acaso lo estoy para servirte a ti, aunque parece que todavía no poseamos una sincronía potente Por cierto, la próxima vez que haya un combate, pienso combatir. Y si Mark se pone en medio, peor para él. Generalmente no hablo, pero que sepas que te escucho y que si es necesario hablaré contigo y con Char, aunque no con los demás. Ten cuidado. Algo no me cuadra de toda esta situación.”

No digo nada, pero observo, y la reaccion de Kate es la que mi mirada se endurezca. Estaba claro, estaba actuando a la defensiva, y eso solo podia significar una cosa, ocultaba algo ¿Pero el que?

Aunque antes que pudiera decidir si ignorarlo o confrontarlo, una voz aparecio en la pokedex de Kate, rompiendo el tren de pensamientos. Teniamos visita, y como no, en forma de voz fantasmal. Parecia que estaba muy de moda la llamada anomina a entrenadores puteados.

-Agradezco el gesto.- Replique a la voz, tirando del pañuelo y cerrando los ojos un poco exhausto.- Pero mi madre era muy estricta con eso de hablar con extraños, sobre todo con los que hablaban a traves de pokedex y empezaban a hablar sobre digglets y dugtrios con voz temblorosa y jadeante.-Comente sarcastico, haciendole entender mi desconfianza.- ¿Como podemos saber que realmente nos quiere ayudar, y no es una trampa?

-Mira chico, -replica el hombre, irritado.- no tengo tiempo para andar con explicaciones, bastante esfuerzo es piratear las redes del gobierno. Y vosotros no creo que tengáis tantos aliados como para permitiros el lujo de rechazar ayuda. Me juego los pelos de mi barba a que los Cuervos ya os habrán hecho alguna visita de cortesía. Si queréis salir vivos de esta más os vale confiar en mí, ¿o crees que las cosas se pueden poner ya peor de lo que están? -lanza un suspiro de exasperación.- No importa. Id a hablar con Maximo, el líder del gimnasio, y decidle "El pájaro que vuela golpea siempre dos veces". Él os echará una mano. Sayonara. -el sonido fluctua un instante antes de que la llamada se corte.

Siento como la conciencia que intenta penetrar en mi mente se aparta. Veo que Gin se desvanece. ¿Qué habrá visto? Creo que he podido controlar relativamente bien la intrusión, mostrarle sólo lo estrictamente necesario. Pero es posible que se me haya pasado algo. Hay demasiados secretos entre mis orejas.

- Genial - digo con sequedad -. ¿Alguien puede llevar al aprendiz de brujo?

Hago un gesto de impaciencia a todo el mundo.

- ¿Nos vamos, por favor?

Kate también estaba entrenada de alguna forma para proteger su mente, pero no pudo retenerme. Pude ver sus verdaderos colores, parte de sus secretos guardados. No me interesaba su pasado completo, solo quería saber la parte en la que nos había mentido. Pero allí había mucho mas de lo que podía manejar en mi estado. Cuando corte el enlace con ella, mi cuerpo se sintió muy débil ¿Que me estaba pasando? ¿Había usado demasiado mis poderes? La ultima vez que me paso algo asi fue cuando estaba explorando mis poderes.

Mire a Kate fijo a los ojos, parecía saber que era yo quien se había metido adentro de su cabeza, pero no estaba seguro de como. Su nombre no era Kate, pero por ahora no tenia intención de decir nada de lo que había visto. Solo bastaba que ella supiera que yo lo sabia. Ademas, todo mi alrededor se volvió borroso, algo me abstraía de la realidad y me llevaba a un lugar oscuro donde no podía percibir nada.

Mi cuerpo se desvaneció en el suelo de forma brusca.

-¡Gin!- Exclame preocupado, al ver que el chaval se desplomaba sobre el suelo tal muñeco de trapo. Me arrodille sobre el, y de inmediato intente ver que le ocurria, o eso intente, hasta que recorde que tenia nulos conocimientos sobre medicina. Por lo menos, parecia vivo aunque inconsciente.

-Doc, echame una mano. No podemos arrastar su cuerpo a traves de todo el maldito pueblo hasta el gimnasio.- Bueno, si que podriamos, pero a menos que Kate se ofreciera, ninguna contabamos con suficiente fuerza para tal cosa.- Aun no me creo, que la ayuda de un desconocido sea nuestra apuesta mas segura.- Murmure por lo bajo, al darme cuenta de lo rapido que habia aceptado la oferta del extraño radiomaniaco.

La discusión continua pero los pokémon nos mantenemos al lado de nuestros compañeros, al margen de lo que se dice y hace, aunque yo no permito que ninguno se acerque a Kate. He dejado de gruñir cuando Kate me pone la mano en la cabeza pero aun asi me quedo delante, sin entender tanta palabra junta y toda la situación completa. Solo llego a comprender que algo malo pasa.

Kate pone mala cara, algo ocurre y no sé qué es. La miro confuso. Le pide a alguien que se vaya. Pero no hay nadie cerca ¿Me lo dice a mí?

El aparato rojo suena, y una voz sale de él. Al humano del pañuelo parece que no le gusta, y de pronto el otro se cae, desplomándose. Salte y gruñí un momento. Me acerque para olisquear, pero al parecer se había desvanecido por alguna razón. Kate se ve molesta.  Suelto un gañido y me acerco a ella apoyando la cabeza contra su pierna. No comprendo que ocurre y todos parecen extrañamente enfadados.

Las cosas se veian cada vez mas dificiles, era verdad que confiar en aquella voz era una jugada peligrosa, pero ¿que mas podiamos hacer?.

Cuando Gin cae deplomado Sasori acode en su ayuda, yo me coloco a su lado, no entiendo muy bien que esta pasando pero ahora con un compañero asi las cosas se complican aun mas.

Yo tampoco creo que sea muy seguro le digo a Sasori pero creo que por ahora no hay mas alternativa, son demaciados para combatir y no creo que se detengan.

Mark parece apoyar la decisión del grupo (al menos por ahora) y sin más dilación salís. La destrucción del ataque es patente allá donde miréis; gente herida siendo transportada en improvisadas camillas, familias buscando refugio, gritos de miedo y de angustia por las perdidas sufridas. Bastantes edificios han sufrido el ataque con mayor o menos suerte, dejando las calles llenas de escombros. Por lo menos aún hay luz, aunque eso permite ver otras cosas bastantes desagradables, como algunos indeseables saqueando tiendas. Arrastrando a Gin, no llamáis en absoluto la atención entre tantos heridos.

El gimnasio parece bastante intacto aunque también parece haber sufrido impactos de las bombas. Al acercaros veis como hay una autentica bandada de pokémon pájaro saliendo del lugar, algo lógico teniendo en cuenta que el líder de este gimnasio se especializa en ellos. Desde las ventanas podéis ver como en el interior sigue funcionando la electricidad, hay gente en su interior y bastante activa por cierto. Al abrir las puertas se interpone ante vosotros un entrenador, que por sus ropas debe ser uno de los seguidores de Máximo.

-¿Qué queréis? -mira a vuestro amigo inconsciente.- Será mejor que los llevéis a otro hospital de campaña, el gimnasio está repleto ya.

Todo esto es culpa nuestra. Es lo unico que puedo pensar ante tanto dolor y pena, nosotros hemos traido la ruina a este pueblo. Cuando me hice entrenador, jure que haria cualquier cosa por mis objetivos, pero nunca imagine mas alla de robar o enfrentarme contra la justicia, nunca sopese la idea de que para sobrevivir, otros tendrian que ser sacrificados.

-Es urgente.- Le dije al seguidor, sacando una nota del bolsillo, teniendo escrito en el la clave que nos habia dado el extraño de la radio y entregandosela en mano.- Dale esto al lider del gimnasio en persona. El sabra que hacer.

Mark podia ver el caos y la destruccion haya por donde pasaban. Aquello parecia... era un campo de batalla. Por unos instantes olvido quienes eran, por unos instantes olvido por que estaban alli, por unos instantes solo pudo observar el horror de la guerra y algo dentro de el se resquebrajo.

Una perla cristalina resbalo por su cara  mientras andaba. Queria detenerse, queria ayudar, aquel era su lugar y su deber, sin embargo sabia que cuanto mas tiempo pasaran alli, mayores eran las probabilidades de que volvieran a bombardear el lugar.

Hombres y mujeres, ancianos y niños, humanos y pokemons, heridos y muertos por todas partes...

Rapido llegaron al gimnasio y Sasori tomo la palabra.

Al salir del nido en el que nos encontramos veo que la colonia de humanos ha sido arrasada. Hay fuego y muchas cosas rotas por todas partes. Muchos humanos se mueven rápido llevando objetos consigo, otros gimotean quejumbrosos con heridas y deambulan entre los destrozados nidos.

Nuestro pequeño grupo parece nervioso y nos movemos en una dirección concreta, asi que no me alejo de Kate y vigilo a nuestro alrededor, mirando a Aba, Sweet y los demás algo preocupado. Siento como si no estuviéramos seguros después del anterior ataque, y ahora el humano de Aba esta inconsciente.

Nos acercamos a un nido del que muchos pokémon volador salen.- Char, char.- Exclamo mirándolos con cierto apetito. Un humano se interpone, y no tardo en cambiar mi atención a él, para gruñir débilmente, aunque abandono esta postura en cuanto veo que lo demás no hacen ningún gesto parecido sino que hablan con él. Distraído me acerco a los demás pokémon.- ¿Estáis bien?

El entrenador se marcha, extrañado por la petición, pero sin replicar. No pasa mucho tiempo hasta que sale ante vosotros un hombre que rondará la treintena, rubio, alto y musculoso, que viste con una chaqueta y pantalones de cuero negro, decorados con rayas horizontales azules.

-Recibí vuestro mensaje, pasad. ¿Que es lo que necesitáis? -se fija en Gin.- No parece herido por una bomba, ¿que le ocurre?

Había pasado todo el camino a hombros de Mark. Procuraba maneter mi mente ocupada en otra parte, no sentir ninguna de las sensaciones a mi alrededor, sobretodo los sentimientos de Mark. No lo conseguía demasiado bien, a decir verdad, así que opté por caer en ese estado de cansancio en el que nada puede importarte porque no tienes energía para ello.

Hablaron con alguien en el gimnasio, esperamos. Porqué no nos dejaba pasar? Qué maleducado.

- Raaaalts...- dije con voz cansada y lastimosa. No tenía ganas de hablar telepáticamente, así que esperaba que al menos Mark me comprendiese.

Entonces apareció otra persna y esta sí qu nos invitö a pasar. Alejarme de las ruinas y el fuego era bueno, pero el aspecto interior del gimnasio no era demasiado alentador tampoco.

Le duele la cabeza. - pensé para mí misma ante la pregunta sobre Gin, y aunque en otra ocasión me habría resultado gracioso, ni siquiera me apetecía reirme de mis propios chistes. 

- El tio de la llamada decía que nos ayudaría, y ahora nos pregunta que qué necesitamos. Pero si ni siquiera sabemos que pasa! - les dije mentalmente a mis compañeros, evitando hablar con el líder de gimnasio, pues no me apetecía meterme en su mmente.

-Ya, supongo que su amigo no le habra puesto al dia sobre conspiraciones corvoides y tal.- Respondi a Sweet mentalmente, sin desviar la mirada y mano en los bolsillo, compartiendo la misma cara de cansacio que la pokemon. Hacia poco que me habia levantando, y ahora deseaba mas que nunca acostarme en cualquier lugar y no despertar nunca jamas.

-Es solo una jacqueca, creo.- Le respondi a Maximo, sin estar seguro que le ocurria a Gin.- Pero no venimos por el. Hay cosas mas acuciantes, necesitamos salir de la ciudad sin que los Cuervos nos sigan o nos vean salir. Tu amigo nos dijo que nos ayudarias.- Le explique la situacion, esperando con fervor que fuera asi.

Veo la destrucción de Ciudad Cerezo y recuerdo las Islas Naranja, recuerdo todo lo que hice y todo lo que me obligaron a hacer. Todo lo que fingí hacer y todo lo que saben que no hice. Secretos y mentiras, como siempre. Ahora mismo, sin ir más lejos, vamos con una contraseña ridícula a hablar con una célula de lo que parece, una organización que estaba preparada para reaccionar a un bombardeo. C´est magnifique.

Sasori da la contraseña y nos dejan entrar. Siempre he sospechado que los líderes de los Gimnasios, al estar tan conectados a la naturaleza de los Pokémon deben saber...algo, no todo, no creo, pero algo. Me esfuerzo por comprobar que la ropa me tapa bien la tinta, no vaya a tener razón y la liemos. Charmander se esfuerza por mantenerse cerca. Ya es un niño soldado. Es un bebé que ha visto la guerra. Me parte el alma.

Máximo es un hombre...joder, atractivo. Según recuerdo, en este Gimnasio se especializan en el tipo volador. Si, me imagino a este tipo a lomos de un bicho alado, al viento y gritando "soy el rey del mundo" y me cuadra.

- Es psíquico y se ha desvanecido mientras hacía sus cosas de psíquico - explico con rapidez casi militar, una jaqueca, aunque es una forma de explicarlo, podría ser demasiado trivial, si al idiota de Gin le pasa algo grave, necesitan saber qué le pasa. Nos han traído aquí, con lo que o quieren ayudarnos o es una trampa, y en ambos casos ya deberían saber bastante de nosotros -. No quiero sonar desagradecida, pero ¿Por qué nos ayudáis?

Necesito saber si el ordenador de Oak es lo que buscan estos nuevos "aliados" también.

Se rasca la frente mientras examina a Gin.- No se mucho de psíquicos, pero al menos no parece que tenga el cerebro frito. Con permiso. -coge a vuestro amigo y se lo carga al hombro como si no pesara nada, al tiempo que escucha a Sasori.- Ah, ¿estáis en líos con los Cuervos? Será un placer ayudaros, ya tenía ganas de joder a esa panda de hijos de puta. ¿El bombardeo es cosa suya? No, no respondáis. Claro que lo es, por supuesto. -aprieta los dientes y golpea la pared, haciendo un desconchón en la pintura.- Solo unos pocos conocen esa frase, -le aclara a Kate.- solo los más allegados o aquellos a los que les debo un importante favor. Si uno de ellos os envía, podéis contar conmigo para lo que sea.

Os conduce por el gimnasio hasta llegar a una zona con varios ascensores, presumiblemente utilizados para llegar a la azotea del edificio. Entrando en uno de ellos, teclea rápidamente un código en una pequeña pantalla y sale de nuevo, reteniendo las puertas para que no se cierre.

-Este ascensor os llevará a un nivel inferior que nadie salvo yo y mis predecesores conoce. Allí hay un pequeño tren eléctrico, solo tenéis que encenderlo y os llevará directos a Ciudad Trigal, debería tardar un día o algo más en llevaros hasta allí. Zaku estará esperando vuestra llegada y os atenderá. ¿Necesitáis algo más?

-Si ¿Que tal una medalla para la liga pokemon?- Dejo unos segundos de odio eterno pasar, antes de responder con las manos en alto.- Es broma, es broma, no hace falta que me pateis otra vez la entrepierna.

Me adelante a Maximo y le ofreci la mano, en señal de agradecimiento, pues nos habia hecho un gran favor.

-Gracias, nos ha hecho un gran favor con esto. Y te doy mi palabra de que haremos tanto daño como podamos a esos pajaros de mala muerte.- Mi mirada se desvia un momento, y vuelve a la de Maximo con una duda pendiente de resolver.- Solo una cosa antes de marchar, Maximo ¿Que es exactamente Los Cuervos? Sabemos que es una organizacion criminal que nos lleva siguiendo y cazando desde hace dias y que son capaces de contratar soldados a sus filas, pero algo me dice que tu tienes mas historia y sabes mas que nosotros sobre estos.

Maximo se ríe y palmea el pecho de Sasori. Al retirar la palma, hay una medalla colgada en su ropa.- Quédatela. No tengo problema en regalarlas, no es problema mío si luego acuden al siguiente gimnasio y salen escaldados. Sobre los Cuervos, -comenta más serio.- no se muchos detalles, Zaku es quien puede deciros más cosas. Es una organización criminal muy amplia, aparecieron en Kanto, pero la mayor parte se trasladaron aquí. Son discretos, pero mueven los hilos de prácticamente cualquier actividad ilegal. Y ahora marchaos. Zaku querrá veros y a mi me necesitan aquí. Suerte.

La puerta se cierra y el ascensor desciende. Pasa por lo menos un minuto hasta que las puertas se abren, por lo que el pasadizo debe estar a bastante profundidad. Allí, como os ha indicado Máximo, esta el tren. Es pequeño, solo un vagón, hecho enteramente de metal y sin rasgos distintivos. Dentro hay diez asientos y el equivalente a un sofá, todos cubiertos de piel artificial.