Partida Rol por web

Polvo al polvo

Bienvenidos a Gary

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30/04/2018, 12:30
Director

Durante los meses que Sonya Miller había pasado en Gary, había constatado dos cosas: Gary era una ciudad abrasada y el alimento era escaso, muy escaso. Las palabras del Obispo acerca de enviar una manada a la ciudad para desestabilizarla le parecían ahora un despropósito; el estado de abandono de la ciudad era tal que a duras penas podía subsistir en ella. Pasaba noches sin poder alimentarse y la última del mes de abril se presentaba como otra de ellas. Esa noche, como tantas noches, salió del almacén abandonado donde se refugiaba subida en su Harley Street 750 dispuesta a encontrar a una víctima con la que saciarse. Decidió bajar por Broadway, la calle principal y desierta de la ciudad, hasta el cruce con Front Street. En una de las esquinas había un bar que debió de ser popular en el pasado y que ahora apenas era una triste taberna de borrachos. Su última presa fue uno de ellos. Paró la moto y esperó enfrente, en la oscuridad impuesta por la noche y la falta de iluminación adecuada. Mientras esperaba, se percató de que no era la única criatura que lo hacía. Un hombre de poco más de cuarenta años, bajo, de notable envergadura, vestido con ropa cara y anticuada, acechaba en otra esquina. Sonya lo había visto un par de veces merodeando por la ciudad, lo había seguido con cierto interés; pero, de algún modo, siempre lograba eludirla. Ambos parecían observarse en la distancia con recelo. Como si quisiera romper esta tensión, un hombre bastante fuerte, con una camiseta blanca sin hombros sobre el torso, salió del bar tambaleándose, en dirección a la tercera esquina.

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30/04/2018, 12:33
Director

Hacía más de siete años ya que Gary le había dado, por así decirlo, la bienvenida a Dan Smith. No fue una bienvenida amable. La gasolinera en Airport Road en la que trabajó durante un tiempo, recién llegado de Chicago, si bien podía considerarse en buen estado comparada con el resto de la ciudad, se reveló insuficiente para sus necesidades mortales. Pronto se encontró metido en una banda callejera con poco más que cenizas con lo que comerciar. Su conversión en vampiro, casi accidental, mejoró su posición en la ciudad; aunque las noches de Gary eran aún más desoladoras que los días, y estos, Dios lo sabe, eran desoladores. En cualquier caso, dicha posición estaba sujeta a la carestía de víctimas de las que alimentarse a la que hacían frente los escasos vástagos que permanecían en Gary. Dan llevaba noches de infructuosa búsqueda en las calles desiertas de la ciudad, incluso su rebaño parecía haber desaparecido. Tenía que alimentarse. Buscaba a la prostituta alcohólica que le servía como recipiente en la Cuarta Avenida Oeste cuando se acercó al aparcamiento de un supermercado. Allí reconoció a un vástago antiguo, Brujah como él, aspirante a anarquista, que había tratado de convencerlo para que se uniera a su “causa” en varias ocasiones. Sabía que era un vampiro poderoso, rival del Príncipe, y, como todos, obligado a cazar de cualquier manera. Esperaba junto a un coche, quizá a que una clienta solitaria volviera con el carro lleno y la guardia ausente. No obstante, quien apareció de entre las sombras, cargado con bolsas que debía de haber encontrado tiradas, fue un indigente que también formaba parte del rebaño de Dan. Se acercaba al vampiro antiguo y, desde luego, no dejaría pasar la oportunidad.

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30/04/2018, 12:37
Director

Jacinthe no recordaba que, durante el medio siglo que había vivido en Gary, la ciudad le hubiese dado bienvenida alguna. Posiblemente, era algo que tampoco necesitaba. Recordaba sus años de adolescente, cuando aún vivía con sus padres en la casa que ahora le servía como refugio, entre la autopista y las vías del tren. Entonces, la ciudad aún no había sido víctima del Gran Incendio ni de la depresión económica que hacía de ella un solar en los días y noches recientes. Durante los últimos diez años, convertido en un monstruo sediento de sangre que tampoco cambió demasiado lo que en verdad le interesaba, el mayor inconveniente de su nueva condición fue la escasez de víctimas con las que alimentarse en una ciudad ahora moribunda. Apenas salía de su territorio y apenas le interesaba otra cosa que su particular concepto de “salvación”. Sin embargo, la necesidad de sangre era algo que no podía obviar y no siempre la encontraba en su coto privado. La última noche del mes de abril se vio obligado a salir, a cazar. Se dirigió al ayuntamiento sin más motivo que el de ser el lugar público con alguna oportunidad más cercano a su territorio. Allí encontró algo que era nuevo para él en una ciudad que conocía como la palma de su mano. Cerca de una caravana, una joven de unos veinte años, de complexión algo robusta, vestida de blanco y negro y acompañada por un hombre con aspecto de guardaespaldas, tomaba fotos y hablaba por sus auriculares con Bluetooth. Otra mujer, una funcionaria del ayuntamiento ya en la cincuentena, acabó el turno de guardia y se acercó a mirar lo que hacía la joven. Tras una breve charla, esta parecía querer invitarla a su caravana; pero la mujer desistió. Se dirigió entonces hacia el lugar donde estaba Jacinthe. Era una buena oportunidad, acaso inmejorable si no fuera porque el guardaespaldas de la joven la seguía a cierta distancia.

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30/04/2018, 13:33
Sonya Miller
Sólo para el director

Sin moverse del sitio, Sonya centra su atención en el hombre que se había fijado en ella. El hambre comienza a ser acuciante, pero lo primero es lo primero. Con una sonrisa traviesa, decide hacer uso de auspex (2: percepción del aura) para tratar de comprobar dos cosas: primero si es humano y, segundo, sus intenciones.

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30/04/2018, 17:37
Jacinthe
Sólo para el director

Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios salvador mío, y ensalzará mi lengua tu justicia. 
¡Oh Señor!, tú abrirás mis labios; y publicará mi boca tus alabanzas. 
Que si tú quisieras sacrificios, ciertamente te los ofreciera: mas tú no te complaces con solos holocaustos...

El Gangrel cerró el viejo libro asqueado y confuso y lo lanzó con fuerza a un rincón cualquiera. Leer aquellos salmos le repugnaba, encendía una bilis amarga en sus entrañas y rara vez era capaz de terminar uno solo de los cantos penitenciales. Siempre le había costado leer y se acompañaba de un murmullo con las palabras complicadas. ¡Y por todos los demonios que aquellas letanías estaban llenas de chaladuras! Así que cada dos por tres perdía el hilo, debía volver atrás, comenzar de nuevo y al fin, completar una frase para descubrir que no había comprendido apenas nada y dejar que la rabia licuada fluyera por su cuerpo, colmándolo.

Y así, noche tras noche, mantenía Jacinthe su propia fe en la maldad humana. Dándose a lecturas imposibles, meditando con esfuerzo sobre los designios de los pecadores que acechaban en cualquier rincón, allí fuera, o simplemente dejando pasar las horas a la espera de una oportunidad de liberar su propia angustia insaciable.

En todo caso, siempre tenía mucho que hacer y rara vez se aburría. Ordenar y organizar cuanto lograba salvar de esquinas olvidadas y rincones convertidos en vertedero consumía su tiempo y sus pensamientos. El tiempo volaba entre metales y desechos y una noche pronto llevaba a la siguiente para continuar las tareas. 

Sin embargo, sabía que no estaba solo. Hacía ya años que alguien lo acompañaba a todas partes, fundido con él mismo, sin que Jacinthe pudiera hacer nada por evitarlo. Era una parte de sí mismo. Una parte temida y reverenciada, poderosa e infame. Terrible y grandiosa, que le daba su poder para llevar su obra a buen término, pero que lo lanzaba sin freno a enfrentarse con la palpitante noche de aquella ciudad moribunda para saciar su sed.

Y aquella noche la sentía de nuevo. Por eso no se detuvo a pensar en los versículos y apenas comprobó tres o cuatro veces que las puertas quedaran bien cerradas antes de partir rumbo al centro.

No le disgustó encontrar allí a una chica joven, aunque pronto comprendió que no era precisamente alguien a quien pudiera salvar. Eso siempre lo apenaba, pero no había nada que hacer: para empezar, le pareció demasiado gorda. Y sacaba fotos sin cesar. Aquello era desvergonzado, y tampoco sus ropas gustaron al sobrio vástago. El blanco resaltaba sobre el negro. Destacaba demasiado

Y aquel tipo... él le gustó menos todavía. Parecía alerta. Alguien peligroso, desconfiado. Debía temer que su justo castigo llegara en cualquier momento. ¡Y cuántas razones tendría para temerlo! Para él mismo y para aquella descarada. Ahora estaba invitando a otra mujer a una caravana de aspecto siniestro, pero la funcionaria fue lo bastante lista para no dejarse tentar. 
Puede que ella fuera una presa más sensata. Pero Jacinthe vio como volvía a entrar en el edificio público y no pensaba arriesgarse a seguirla. Allí dentro incluso podría haber policías - se estremeció. 

Pero ¡cuidado! La muchacha estaba avanzando hacia él. Y el hombre la seguía. Nervioso, Jacinthe se ajustó sus gafas, metió las manos en los bolsillos y las secó contra la tela, como si tras diez años de muerte en vida el sudor pudiera todavía volverlas resbaladizas, encogiendo los hombros dentro de su abrigo raído.
 

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30/04/2018, 20:58
Dan Smith
Sólo para el director

Dan no estaba dispuesto a compartir su sustento, él había superando el conflicto entre cazador y presa con aquel recipiente, aquel tipo formaba parte de su rebaño desde hacía varios años y de alguna forma el vampiro lo consideraba de su propiedad.

Entró en el aparcamiento desde la calle, caminando entre algunos vehículos estacionados, parecía seguro de él mismo, la sed de sangre podía advertirse en su boca entreabierta, su rostro estaba desencajado a causa de su adicción al alcohol.

-Tommy, ven conmigo, te invitaré a unas cervezas, si me cuentas una buena anécdota te daré algunas monedas...- Dijo mientras sacaba la cartera y se dirigía a la entrada del establecimiento. Mientras caminaba lanzaba una mirada retadora al vampiro entrometido que parecía intentar levantarle la cena.

-Ven, acompáñame, vamos dentro...- Dijo dando una palmada en la espalda de su presa, para después tratar de dirigirlo poniendo la mano en la nuca del indigente.

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01/05/2018, 12:20
Director

Sonya apenas reparó en el hombre fornido y alto que salió del bar moviéndose de un lado a otro, como un roble a punto de caer tras el último hachazo. En su lugar, sonrió y mantuvo la mirada con el individuo vestido con ropa cara y desfasada. A pesar de la distancia que los separaba, la vampira percibió un matiz pálido en el aura del sujeto. Mientras tanto, el hombre que había salido del bar se desplomó en medio del cruce de las dos calles. En el silencio de la noche, sonó como si se hubiera lanzado desde la azotea de un edificio. Se incorporó con esfuerzo para sentarse en el suelo, visiblemente turbado. Al alzar la cabeza, se fijó en Sonya. Sonrió. Eh, pelirroja, dijo en voz alta, ¿me llevas a casa en moto?, articuló con dificultad. En ese momento, el hombre que acechaba en una esquina al igual que Sonya, corrió con velocidad sorprendente hacia el borracho, se paró junto a él y miró a la vampira con expresión de ira. ¡Vete!, le espetó. Sin esperar a la reacción de Sonya, se volvió hacia el hombre sentado en el suelo, se inclinó y acercó su cara a la del borracho.

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01/05/2018, 12:27
Director

Acuciado por la sed de sangre y la adicción al alcohol, Dan llamó la atención de Tommy antes de que el vampiro conocido como Juggler en la ciudad (y más allá) pudiese atacar al indigente. El joven neonato lo miró con notable arrojo en un acto de temeridad acaso justificada, sin duda inoportuna. Sabía con toda certeza de lo que era capaz aquel vástago. Juggler los siguió cuando pretendían acceder al supermercado. ¡Daniel!, gritó como quien saluda a un viejo amigo y continuó tras sus pasos.

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01/05/2018, 12:29
Director

La funcionaria, una mujer negra y esbelta, con gafas, vestida de uniforme azul marino, apretó el paso consciente de que la seguían. Apenas había caminado unos metros desde la caravana cuando se paró en seco. Un hombre de aspecto desgarbado, vestido con ropa barata y sucia, parecía esperarla con las manos en los bolsillos, como si quisiera pasar desapercibido. La mujer no podía concretar la impresión que le causó ese hombre de melena lacia con gafas gruesas; pero bien podía ser el miedo, o incluso algo peor. Giró sobre sí misma y se encontró con la imagen del hombre que acompañaba a la joven de la caravana caminando hacia ella. El guardaespaldas, un armario enfundado en un traje gris oscuro, se acercó y trató de tranquilizarla. Señora, Maria quiere decirle algo importante. Acompáñeme, por favor, dijo agarrándola del antebrazo con su enorme mano para fijarse inmediatamente después en Jacinthe. La mujer empezó a temblar, atrapada entre dos amenazas, indefensa. Vamos, reclamó el hombre, sin dejar de mirar a Jacinthe.

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01/05/2018, 13:01
Jacinthe
Sólo para el director

Jacinthe se sintió observado, expuesto. Bajó la cabeza y miró a la mujer por encima de sus gafas. La noche perdió el tono ambarino que proporcionaban los cristales y se tornó, de algún modo, más oscura a pesar de la calle bien iluminada junto al ayuntamiento.

Y por eso Jacinthe se maldijo de nuevo, por haber escogido tal lugar. Cualquier callejuela oscura hubiera sido más tranquila, aunque pudiera pasar toda la noche sin cruzarse con nadie. Eso le gustaba. Pero apretaba el hambre y debía calmar el ansia.
El guardaespaldas llamó a la mujer. Era una negra y Jacinthe sabía muy bien cómo sabían aquellas. Ni siquiera se podía plantear el intentar salvar a una de aquellas, claro, aunque no fuera una vieja sebosa. Pero su vitae era rica y dulce, como todas. Aunque le repelía tener que rasgar aquella piel morena, ese era el problema. Pasar su lengua por esa piel sucia y de sudor fétido le revolvía el estómago. Era casi como comer ratas. 

El Gangrel sintió una corriente de viento frío que le recorría la espalda cuando escuchó al guardaespaldas. Su modo de cogerla, sus palabras... sintió el miedo de la mujer y no se lo pudo reprochar. Pero qué estaba viendo? Aquel tipo no quería salvarla de él, más bien no quería que ella escapara...

Tras ellos estaba la mujer, ella debía ser María. Jacinthe la miró de nuevo, curioso, con su cámara colgando y sus ropas llamativas. Para entonces, el hombre ya la había tomado del brazo.
 

- Tiradas (1)
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01/05/2018, 15:23
Sonya Miller
Sólo para el director

Sonya alza una ceja, satisfecha con el resultado de su descubrimiento, sentada aún sobre su moto. Tal y como esperaba, el otro vampiro no perdía detalle de los movimientos del borracho. Ella se limitó a observar cuando lo vio caer al suelo a sus pies. La sed era cada vez mayor, pero no le terminaba de convencer la idea de tener que alimentarse de un zumo tan borracho. Si no tenía cuidado, ella iba a acabar igual.

Qué cojones...

El otro hombre no se lo había pensado demasiado y, en cuanto tuvo la ocasión, se acercó al tipo que había salido del local interponiéndose entre Sonya y él.

-Tsss... ya no quedan caballeros. Que aproveche la borrachera, eh -dijo ella con cierto tono socarrón.

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01/05/2018, 21:53
Dan Smith
Sólo para el director

Dan apretó los labios al escuchar su nombre, era evidente que aquel vampiro lo estaba importunando con su presencia. Sacó unos dólares de su cartera y se los dio al indigente -Compra tú la cerveza, tengo que saludar a un viejo amigo, te esperaré aquí fuera.- Dijo mandándolo al recado.

Se dio la vuelta y avanzó algunos pasos hasta encontrarse con Juggler. -¿Qué haces aquí? ¿Qué cojones quieres ahora?- Por el tono de Dan se apreciaba que no estaba especialmente receptivo, ni en su mejor momento de la noche.

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02/05/2018, 12:05
Director

Al oír a Sonya, el hombre que había acercado su rostro al del borracho como si quisiera susurrarle algo se dio la vuelta y caminó deprisa hacia la vampira de la moto. Más de cerca, la Tzimisce comprobó que el semblante de aquel hombre misterioso presentaba la viva imagen de la irritación. Vienes a mi ciudad, me sigues, no te presentas ante mí ¿y ahora te burlas?. Su voz sonaba a punto de estallar en un arrebato. El hombre inclinó la cabeza para contenerse y volvió a mirar a Sonya a los ojos. ¿Qué crees que debería hacer contigo?, preguntó y cambió la expresión de su cara, ahora sibilina.

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02/05/2018, 12:10
Director

¡Daniel!, repitió el antiguo Brujah, ahora con un tono de sorpresa. Cuando el neonato llegó junto a él, le habló con calma: ¿Son esos los modales que te enseña el Príncipe?, preguntó y sonrió sabedor de su superioridad. Modius, rio levemente, Modius es… un fantoche, pero un fantoche educado, volvió a reír y se inclinó en una especie de reverencia. Miró a Dan sin parpadear en ningún momento. Sus ojos eran de un gris oscuro con manchas verdes irisadas. ¿Estás enfadado conmigo?, preguntó como si se dirigiese a un niño. Movía el dedo índice arriba y abajo en la misma cara del joven. No, sonrió, es el alcohol ¿verdad? Dio un paso hacia atrás, cruzó los dedos de ambas manos y continuó: ¿Cuántas… ¿Cuántas veces te he dicho… Sacudió la cabeza en un gesto de negación. ¿Pensabas… ¿Pensabas que… balbució y señaló a Tommy. Se cubrió el rostro con la mano para después ponerla sobre el hombro de Dan. Dan, eres un buen chico, dijo y sonrió con cierta ternura. Tú y yo… Tú y yo podríamos… Volvió a separarse. Está bien, dijo e hizo un gesto con la mano en señal de dejarlo estar. Adelante, concluyó, con un ademán del brazo en dirección al indigente alcohólico.

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02/05/2018, 12:16
Director

Jacinthe presenció la escena del guardaespaldas y la funcionaria y pudo sentir el miedo de la mujer en su interior. Había sido descubierto y él quería descubrir algo más allá de lo sensible y cercano, algo sobre la joven gorda y desvergonzada que había enviado a su acompañante más para capturar a la desvalida y desafortunada funcionaria que para salvarla. La miró pues con atención y arcano conocimiento. Su piel era pálida, en contraste con su pelo y ojos oscuros. Las facciones eran atractivas, mediterráneas quizás. Le pareció que bien podía recibirlo  con cordialidad si se acercase a hablar con ella y también, de manera intuitiva, clavarle una estaca en el corazón si la contrariaba, tan joven como era. Mientras tanto, la empleada del ayuntamiento empezó a sollozar, con el brazo del guardaespaldas sobre su frágil cuerpo. Ambos permanecieron quietos, no muy lejos de Jacinthe. El hombre que la sujetaba, ajeno a cualquier congoja, comentó algo en voz muy baja a través de un micrófono. Acto seguido, la joven en la que Jacinthe se fijaba, se acercó a ellos con paso decidido. Se hizo a un lado y volvió a tomar fotografías, esta vez en dirección al Gangrel.

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02/05/2018, 21:59
Dan Smith
Sólo para el director

-Ahórrate la condescendencia amigo, no tengo intención de escuchar una noche más tus mierdas anarquistas.- Espetó visiblemente molesto con la actitud de su interlocutor.

-Estoy preparando la cena. ¿Por qué no vuelves con los chupapollas de tus amigotes y me dejas tranquilo? ¿O es que ya se han cansado de tus tonterías y has venido para darme por el culo?- Se cruzó de brazos y le miró con una mirada afilada.

Tras unos segundos de tensión. -¡Venga! Lárgate de aquí o te enseñaré los modales que realmente me enseña el Príncipe para tratar con capullos como tú.- Con un ademán del brazo, idéntico al de Juggler, señaló al anarquista la salida del aparcamiento. Dan se estaba mostrando especialmente territorial aquella noche y no tenía el horno para bollos.

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03/05/2018, 00:49
Sonya Miller
Sólo para el director

Sonya observa el cambio en la actitud del hombre con cara de póker. La Tzimisce se obliga a mantenerse en su sitio aparentando mucha más seguridad en sí misma de la que verdaderamente sentía. Da algo de gas a su moto y se encoge de hombros.

-No me burlo, joder, solo te aviso de que el zumo va muy bebido. Venga, va. Empecemos con mejor pie. Yo soy Sonya.

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03/05/2018, 13:56
Jacinthe
Sólo para el director

Estaba a punto de dar un paso al lado y llamar la atención de la funcionaria. Había decidido que ofrecerle su "ayuda" podía salir bien. Ella quería alejarse de aquel tipo grande y él no haría nada que lo dejara en evidencia... no allí en medio de la calle. Sí, el papel de buen samaritano era el que más convenía en aquel momento. Y era divertido de interpretar, al fin y al cabo Jacinthe repartía bondad noche tras noche, y eso le confortaba.

- Eh, señorita - dijo con una voz áspera. - Buenas noches. - Saludó dando un paso al frente y acercándose hacia la mujer sollozante. En ese momento, la joven de la cámara se volvió hacia él y lo apuntó con su cámara. Le pareció oír un leve zumbido repetido, como una metralleta silenciosa que lo acribilllara. Levantó la mano y se cubrió el rostro. - ¡Eh, oye! ¿Pero qué haces?

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03/05/2018, 16:55
Director

Juggler juntó las puntas de los dedos, no así las palmas, y movió las manos mientras miraba con semblante serio a Dan. Giró la cabeza a un lado y a otro. Era un vampiro de pelo rubio oscuro y largo hasta los hombros. En el aparcamiento, no había ni un alma, solo unos pocos coches que parecían abandonados a la intemperie en una gran explanada de rectángulos blancos sobre el negro asfalto. Muy bien, dijo al cabo de unos segundos. La tensión entre ambos era palpable. Bien podía haber estallado de la manera más violenta. Muy bien, repitió con seriedad. Un poco más relajado, se frotó las manos, pensativo. Ten cuidado, Dan, ten cuidado, añadió a modo de advertencia. Se dio media vuelta y se alejó con paso tranquilo. Su constitución ligera no era en apariencia apropiada para las amenazas. Cuando se hubo alejado unos diez metros, volvió a darse la vuelta. Saluda a Cedric de mi parte, dijo en voz alta, como si no hubiera pasado nada. Al momento, siguió alejándose. ¡Arrivederci, bambino!, gritó alzando el brazo, sin mirar atrás.

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03/05/2018, 16:59
Director

El hombre con aspecto de caballero venido a menos se quedó en silencio unos segundos tras la respuesta de Sonya. Después, se dio media vuelta y se acercó al borracho de nuevo. Lo miró un segundo y le dio una patada en la cara. El borracho volvió a desplomarse, de espaldas esta vez, provocando un ruido seco al dar con la cabeza en el suelo. La sangre empezó a surgir de la nariz. El autor de la patada volvió con Sonya. ¿Sabes, Sonya?, dijo, casi divertido. Creo que tienes razón, asintió con la cabeza, el “zumo” va muy bebido, dijo y se fijó en los tatuajes de la joven. Me gusta tu voz, soltó de repente. Miró hacia el cielo nocturno como si tratara de recordar. Es una de las voces con más encanto que he oído. Y he oído muchas, dijo y rio. Se ajustó el traje anticuado mientras se fijaba en la moto. Cuando acabó, ofreció el brazo a la mujer para que bajara. ¿Le gustaría cazar conmigo?, preguntó al tiempo que se inclinaba un poco hacia adelante. Oh, sí, sé lo que eres, añadió de buen humor.