Partida Rol por web

Polvo de Escorpión

7.3. En memoria del Pelegrim

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26/09/2018, 22:41
Narrador

Corianne y Nekaua, tras desayunar y despedirse de sus compañeros salieron del Oso y el Cazador. La pirata no guió a la goliath directa hasta la base de los Merantia, no eran horas de hacer una visita así, sino que la paseó por Mena de Oro y aprovechó para continuar con su juego de dobles sentidos que la bárbara era incapaz de captar.

No fue hasta la hora de comer cuando se dirigieron hacia La Memoria del Peregrim. Por fuera, el edificio en el que estaba enclavada la taberna era muy parecido al burdel del padre de Corianne y a muchos de los edificios de Mena de Oro. Dos alturas, deslucido y con visibles arreglos funcionales.

A la pirata le llamó rápidamente la atención un cartel que había al lado de la puerta. “Se traspasa” rezaba. ¿Vendían los Merantia la taberna? ¿Qué podía significar eso? ¿Estaría relacionado de alguna forma con todo el asunto de la droga?

Corianne y Nekaua entraron dentro y confirmaron que había algo raro. El local era bastante grande, pero aun así sólo había tres mesas ocupadas, los estantes tras la barra no estaban escasos de botellas y nada más que un par de camareros se encargaban del servicio. Nada de lo que uno podía esperar ni de una taberna ni de una taberna tapadera.

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28/09/2018, 23:00
Corianne

Corianne aspiró por la nariz.

—¿Lo hueles, encanto? —le dijo a su acompañante, aunque era más bien un pensamiento en voz alta—. Quédate con este olor. Así es como huelen las trampas. Te ayudará a reconocerlo. 

Esbozó una sonrisa con una confianza que distaba mucho de sentir. Envaró la espalda, echó atrás los hombros. Contoneó las caderas mientras caminaba como si el mundo entero le perteneciera. Depositó el codo en la barra con un ruido sordo y se acarició la barbilla en un gesto interesante.

—Quiero un vaso de absenta para mí y otro para mi guardaespaldas —dijo sin dedicar una mirada a la goliath—.  También estoy interesada en comprar el local. Ve a buscar al encargado cuando te hayas ocupado de nuestras bebidas.

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04/10/2018, 23:45
Nekaua

Al desaparecer la ciudad de Mena de Oro  tras los muros de la taberna, Nekaua se preguntó cuánto tardarían en dejar la ciudad.

Había dejado la granja para hacer de su vida algo más que jornadas de trabajo, entrenamiento y veladas con Doña Clavilda. Algo de lo que sentirse orgullosa algún día, quizás lo bastante como para sepultar la vergüenza y los remordimientos de sus brutales andanzas adolecentes con la Tribu del Martillo de Hueso. Pero también para conocer las tierras bajas en las que ahora moraba, más allá de la rutina y el puñado de personas que se había convertido en un nuevo clan.

La Rhovesia que estaba conociendo, sin embargo, era poco más que una galería de pinturas. Apenas había puesto los pies en cada uno de los lugares por los que su viaje la había conducido, y se sentía aún tan ignorante como una niña a la que se le permitiera salir sola de casa por vez primera.

Había tratado de absorber en un paseo toda la ciudad, sus vistas y sonidos característicos, sus aromas que raramente era capaz de identificar, los comentarios de Corianne, que casi siempre portaban más sentido que el de las meras palabras que eran su vehículo. Tan intenso era su deseo, que en ocasiones se encontraba embargada por la confusión, y debía esforzarse para alejar de ella el ansia de trepar a un tejado imaginándolo un montículo de rocas, apartándose de las calles y el trajín del ir y venir de los dorados.

En la taberna, Nekaua solo vio espacio desaprovechado. Corianne dijo ver más, y la goliath asintió. Estuviera o no en lo cierto, mantenerse despierta y alerta era parte del compromiso que había adquirido. Hacerlo en la tranquilidad de la taberna era más sencillo que en la ciudad cambiante.

Mientras la mujer humana se hacía notar, ella se mantuvo a su lado, erguida en toda su altura, con los brazos cruzados sobre el pecho y lo que esperaba que fuera un gesto de serenidad vigilante en la cara. Si no lo conseguía, se consoló asegurándose que la mayor parte de los humanos se fijaban antes en su estatura y su musculatura que en su rostro, y les costaba reconocer en ella a la muchacha que era.

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09/10/2018, 23:27
Tabernero

El tabernero dio un repaso a las dos mujeres cuando entraron en la barra recreándose como era evidente en Corianne.

Faltaría más—dijo tras escuchar a la pirata.

A continuación le hizo un gesto a su compañero, se dio la vuelta, miró el semi-inhóspito estante y cogió una botella y unos vasos.

Por favor—dijo mientra invitaba a ambas mujeres a seguirle.

El hombre las llevó a la mesa más alejada de los otros clientes puso la botellas y los vasos en ella y las invitó a sentarse. Al mismo tiempo su compañero estaba sirviendo la mesa con algo para picar.  Una vez la mesa estuvo lista y Corianne y Nekaua sentadas, fue el propio tabenero quien se sentó. 

Os escucho—dijo mientras llenaba los vasos.

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12/10/2018, 21:29
Corianne

Corianne vació el suyo de un trago y lo dejó bocarriba, señal inequívoca, para los entendidos, de que no le importaría tomar otro. Se limpió la comisura de los labios con la manga y miró al tabernero a los ojos.

—Voy a ir directa al grano porque no me importan una mierda las gilipolleces. Dicen que los Merantia controlaban este negocio —dijo en un tono de voz neutro. Al fin y al cabo, la taberna estaba vacía, y quería que su interlocutor viera que no le temblaba la voz. Que no le temblara porque tenía detrás a una mole de cien kilos de músculo... eso eran detalles—. ¿Qué hay de cierto en ello y por qué han decidido venderlo justo ahora?

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15/10/2018, 23:08
Nekaua

Nekaua había sido cazadora, saqueadora y campesina, cada uno de ellos por breve tiempo, y en ninguno de aquellos oficios se había visto en la tesitura de guardar la vida de nadie. Sin embargo, si aquello era una trampa, como había augurado Corianne, sentarse a la mesa no era la forma de hacerlo. Así que se quedó en pie, con los brazos cruzados delante del pecho, un paso detrás de la silla de la mujer humana, observando los alrededores con la calma de quien había sido educada en la paciencia del acecho. Un ojo y un oído en la mesa; los otros en el resto de la taberna.

Sí aceptó la bebida, sin embargo, intrigada por la profundidad de su tono esmeralda y el aroma anisado que desprendía. Mientras la pirata y el tabernero hablaban, ella dio un sorbo tentativo. Agradada por las ascuas dulzonas que dejó a su paso, desde sus labios a su garganta, imitó a la humana y vació el resto del licor de un trago.

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28/10/2018, 11:15
Tabernero

El hombre apretó los labios mientras pasaba su mirada de Nekaua a Corianne una y otra vez hasta que su boca se convirtió en una fina línea.  El silencio se hizo inusualmente largo.

Podéis contarle a vuestros jefes que los Merantia se marchan de Mena de Oro—terció con resignación—. Van a ser los primeros en saberlo, que aprovechen la oportunidad.

El hombre se llevó la mano al mentón.

Si no vais a hacer ninguna oferta, será mejor que os marchéis.

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29/10/2018, 22:41
Corianne

Una daga apareció en la mano de Corianne y, en un abrir y cerrar de ojos, la clavó con furia en la mesa haciendo que el vaso de absenta rodara hasta estrellarse en el suelo. Ajena al estruendo, la pirata se inclinó sobre la mesa. Su rostro, congestionado por la ira, invitaba al tabernero a atreverse a mirar a su despampanante escote.

—Yo no tengo ni dios, ni patria, ni amo —siseó entre dientes—. Y sí un cofre repleto de oro que robé a piratas con menos talento que yo.

Arrancó el puñal de la mesa de un tirón y se lo colocó al tabernero a un centímetro de sus narices.

—Así que no me toques los cojones, a menos que quieras perderlos. Suponiendo que los tengas.

Giró el cuchillo en sus dedos y lo devolvió a su vaina.

—Si esto era de los Merantia, tendrá sitios donde escabullir... cosas que quieran escabullirse —dijo, e hizo un cabeceo—. Enseñámelos. 

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30/10/2018, 13:54
Nekaua

Las mentiras de Corianne sonaban convincentes, y Nekaua no teníaforma de saber si esa era la forma normal de hacer negocios en lugares como aquel, donde se reunían los criminales. Escasa clientela, pero suficiente para ponerlas en apuros si decidían que habían venido buscando bronca. Además de quienes no estuviesen en el salón; el tabernero había dicho que los Merantia se marchaban, lo que quería decir que todavía debían estar allí. Un goliath probablemente hubiera tomado las palabras de Corianne como en desafío. Si se hubieran encontrado entre la Tribu, las mesas ya estarían volando, y los orcos lanzándose sobre ellas con euforia frenética.

Cuando vaso se estrelló en el suelo, la goliath apoyó una mano en el escudo, y lo agarró con fuerza entre los dedos, sin levantarlo aún del suelo. Por si acaso.

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13/11/2018, 23:03
Tabernero

El tabernero tragó saliva cuando vio el cuchillo a punto de rozar la nariz y empezo a frotarse las manos agitadamente. Su frente no tardó en perlarse de sudor. De reojo comenzó a mirar a los otros comensales.

Verá señorita—dijo con algo de nerviosismo—. No... No creo que se adecuado... No le conviene... Ya sabe... He dicho que se marchan, en presente. Todavía, no.

El hombre se pasó la mano por la frente.

Podría... podría preguntar si quieren recibirla—dijo intentando mostrarse conciliador—. Pero no puedo garantizarle nada.

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13/11/2018, 23:18
Corianne

¡Sí!

Corianne trató de disimular su excitación. Se echó hacia atrás en la silla de forma indolente. Con un gesto de felino perezoso cruzó los brazos por delante del pecho. Que aprovechara esa circunstancia para hacerlos parecer más generosos de lo que eran realmente no tenía nada que ver.

Era cuestionable que alguien en su sano juicio estuviera tan contento de haber conseguido una entrevista con los Merantia, pero para Corianne era todo un logro. Haberlo conseguido delante de Nekaua tenía en su cabeza el mismo efecto que, en sus fantasías, tendría el hecho de arrojar a sus pies un venado a sus pies en época de carestía. No, un venado, no... un mamut por lo menos.

Decidió que se haría la importante y no contestaría. Hizo una floritura con la mano, como indicando al tabernero que hiciera lo que tuviera que hacer. Cuando se levantara, empero, golpearía el suelo del vaso contra la mesa para indicarle que sirviera más absenta, dado que no se había dado por enterado cuando había dejado el vaso bocarriba.

Por Betria que iba a necesitar estar calentita si iba a negociar con los Merantia. Mal rayo partiera a Extraño.

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15/11/2018, 14:08
Nekaua

La mano de Nekaua se relajó sobre el escudo. Al parecer, esa era la forma apropiada de hacer negocios en aquella ciudad. Al menos, se dijo, lo era cuando tu socia era una chica azul de más de dos metros de altura.

El tabernero parecía a punto de echarse a temblar. La goliath no estaba segura de cuál era la causa, el miedo, o la preocupación por estar facilitando a Corianne el acceso a un fin prematuro para su existencia. Porque los delincuentes de las tierras bajas, hasta donde entendía, eran similares al miembro estándar de la Tribu: iracundo, violento y carente de escrúpulos. Negociar con ellos en inferioridad de condiciones sería, en ese caso, como descender un desfiladero brincando de roca en roca, en lugar de buscar un camino más llano.

Pero no así, buen hombre, aconsejó al tabernero. La voz firme y la cabeza alta.

Si no hubiera sido peligroso, se dijo, no hubiera sido necesario que la acompañara.

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28/11/2018, 20:56
Merantia

El hombre desapareció tras una puerta y el tiempo empezó a pasar. Un minuto. Dos. Cinco. Diez. Nadie aparecía. Finalmente tras lo que podía ser aproximadamente un cuarto de hora la puerta volvió a abrirse y entro por ella un hombre diferente al camarero.

Humano varón. Con el pelo un poco largo, peinado hacia atrás y con algunas entradas. Una fina barba perfilada recorría todo su mentón. Y sus ropas eran oscuras, algo muy típico en estos gremios. El hombre se acercó con gesto altanero y paso despacio hasta la mesa y se sentó donde antes había estado el tabernero. El otro camarero no tardó en acercarse con una copa, llena posiblemente de vino.

Y ahí se quedó, examinando a Corianne y a Nekaua sin decir nada.

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30/11/2018, 09:51
Corianne

Corianne se inclinó sobre Nekaua en cuanto se hubo cerciorado de que no había oídos indiscretos prestándole atención.

—No esperes un combate justo si esto deviene en violencia. Serán más que nosotros y mejor armados —le advirtió a la goliath—. Me importa una mierda que hayas jurado protegerme. Si las cosas se tuercen, nos largamos de aquí. Nuestra prioridad sería reagruparnos con los demás. ¿Lo has entendido?

Corianne no era una mujer valiente. Lo último que quería era la tener la muerte de Nekaua pesando sobre su conciencia si tenía que largarse de allí.

El Merantia no le impresionó en absoluto. Sus ropas oscuras parecían decir a gritos: ¡este es mi uniforme del gremio de ladrones, arrestadme por favor! Su actitud altanera le recordaba a los villanos de los cuentos de los bardos. Si tuviera un bigote se lo estaría rizando con el dedo para parecer más malévolo. Corianne mantuvo su mirada con descaro.

—Bueno, ¿qué? ¿Has terminado de babear por mi? Sé que mi belleza rivaliza con la de Betria, pero me gustaría hablar de negocios, y mi tiempo es oro.

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01/12/2018, 00:53
Nekaua

Nekaua sonrió ampliamente, enseñando dos hileras de dientes que podrían haber sido tallas de alabastro.

No te olvides de dónde vengo, dijo, adoptando el tono de la humana. Entre la Tribu, muchos desean demostrar que pueden dar una paliza a un goliath, pero pocos se atreven a enfrentarse a una en una pelea justa. Ni siquiera a una cría como era yo.

No estaba familiarizada con la forma de vida de las tierras bajas, más allá de la simple rutina de la granja, pero con la violencia había convivido desde su infancia. Lo que pudieran enseñarle los humanos, poco iba a sorprenderle.

Si hay que correr, correré, sentenció. Pero no te voy a dejar atrás.

Tenía las piernas largas y fuertes, y estaba acostumbrada a correr entre las rocas. Si era necesario, se echaría a la human al hombro como un fardo y dejaría atrás a quienquiera que pretendiese perseguirlas.

 

Cuando el hombre de negro se sentó a su mesa, Nekaua le devolvió una mirada aburrida, esperando a que fueran él o Corianne quienes rompieran el silencio.

No sabe qué decir, sugirió, después de que hablara la mujer.

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01/12/2018, 12:14
Corianne

—Eres un encanto —le había contestado Corianne, depositando una mano en la mejilla de Nekaua. 

Sonrió y la quitó rápidamente, desviando la mirada. «No sé si podría decir lo mismo —pensó con amargura—. Si mi vida dependiera de ello, probablemente te dejaría atrás.»

—Suelo causar ese efecto en muchos hombres. Y en algunas mujeres —añadió con fingido hastío a la sugerencia de Nekaua—. Está bien. ¿Por qué no empiezas contándonos cuántas habitaciones hay, y cuánto espacio de almacenamiento? 

Entrelazó los dedos delante de si y apoyó el mentón en ellos.

—¿Hay almacenamiento secreto para... mercancías especiales? ¿Hay alguna salida por la que pueda sacar discretamente a un cliente?

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05/12/2018, 12:05
Nekaua

Y sobre esa salida... Dinos que no la excavaron enanos.

El cuerpo de Nekaua —en particular las vértebras lumbares, que le habían molestado durante días, y la coronilla, que había terminado magullada— todavía recordaba la excursión por uno de los túneles de Ark Durandor que le había mostrado Kezz. Había varios de ellos, y solamente los trasgos se molestaban en utilizarlos. Por razones más que obvias para cualquiera que no pudiera olerse los pies.

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07/12/2018, 22:34
Merantia

En su altanería, el Merantia observó a Corianne con interés, hasta que la pirata empezó a darse aires. Entonces su expresión pasó a indiferente y aburrida. Al menos hasta que Nekaua hizo mención a los enanos. El hombre soltó una carcajada y no pudo evitar sonreír. Con un poco de suerte un golpe de humor podía cambiar el curso de la conversación.

Me gusta tu forma de pensar—le dijo a la goliath para luego dirigirse a Corianne—. Pensé que venías a hablar de negocios de verdad. Si quieres hablar de la compra de la taberna será mejor que vuelva Erwin.

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07/12/2018, 23:17
Corianne

—¿Directo al grano, eh? Está bien.

Corianne borró la sonrisa de su rostro.

—El polvo de escorpión desaparece de las calles, y el clan Merantia pierde el culo por vender sus posesiones en Mena de Oro y largarse de la que fue su feudo con el rabo metido entre las piernas. ¿Casualidad? No creo en las casualidades. ¿Qué papel tenéis vosotros en todo esto?

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08/12/2018, 17:38
Nekaua

Si el tipo de negro hubiera tenido que recorrer en alguna ocasión cinco millas de túneles enanos tras siglos sin mantenimiento, y con dos palmos más de estatura, Nekaua estaba segura de que no le hubiera hecho tanta gracia.

Corianne había disparado la flecha. La goliath resistió la tentación de volver a agarrar su escudo; aún lo tenía al alcance de la mano. Trató de abarcar todas las salidas y entradas con la mirada, esperando que en cualquier momento vomitaran una multitud de tipos de negro como el que se sentaba con ellas. Sea cual fuere el resultado, por fin estaban haciendo lo que habían venido a la taberna a hacer.