Partida Rol por web

"Sólo la menor parte, caballero" Respondo "El resto es obra de la naturaleza y mi mala fortuna" Hago una pequeña pausa y profiero una ligera exclamación cuando el curandero toca una de mis heridas.

"Dentro de la ciudad podéis encontrar principalmente tres tipos de criaturas: trasgos, orcos y hombres bestia... Y puede que algún drow malnacido. ¡Y Ah sí!  Quizás encontréis a un tipo grande y corpulento que porta un enorme escudo. Es, o era, compañero nuestro, si es que sigue con vida".

"El ataque de la ciudad comenzó desde dentro. No tenemos claro cómo, pero en poco tiempo se hicieron con ella." Omito intencionadamente nuestra aparición en la ciudad "Por lo que pudimos ver, el  enemigo, cuenta con un chamán orco de gran poder. Era el encargado de abrir un inmenso portal del que llegaban esas alimañas y a través del cual se han llevado a la mayoría de ciudadanos como esclavos" Digo mientras miro al suelo apesadumbrado "A través del portal pudimos ver una fortaleza semiderruida galonada con un estandarte de un león dorado ¿Os resulta familiar esa librea?" Pregunto inquisitivo al caballero

El curandero, un hombre que os parece curtido en mil batallas, prepara una zona a la sombra de un arbol y os indica que vayais alli.

El caballero os sigue.

Mientras Egelvild se recuesta, el medico le indica a Merebor que si tiene conocimientos médicos, se encargue de las heridas del brazo.

El medico saca una bolsita de la que extrae un polvo negruzco que aplica a las quemaduras y que alivia a Egelvild.

Mientras deja reposar al polvo sobre las heridas examina los virotes.

"No ha alcanzado ninguna parte vital, pero el del homoplato esta bastante incrustado, te dolerá, con posibilidad de quedar inconsciente." - dice mientras extrae y sutura el virote ubicado en el costado.

El caballero termina de cavilar:

"Tendria que revisar los libros sobre las casas nobles, pero si... Me parece recordar que una region del reino estaba gobernada por una familia con ese estandarte."

Baja la espada y devuelve el saludo.

"No sabemos quien es el traidor que mencionais, por aqui solo han pasado dos supervivientes bastante heridos. Nos informaron de la presencia de orcos, goblins, drows, algunos hombres bestia, todos hostiles."

Añade:

"No me pareceis ninguna de esas bestias sanguinarias, pero seguro que entendereis que hemos de asegurarnos de que no dejamos pasar a ningun astuto y vil ser, os pido que os bajeis la capucha."

- ¿Te sientes mejor Egelvild?

- Señor curandero, si me ayudais yo también precisaría algunas curas.

- Debemos preveniros que esa fuerza está liderada por una figura siniestra de la que deberían estar prevenidos los sabios y los profetas. Proteger vuestras ciudades requerirá de magia para evitar un transporte en el interior de las murallas. Un ejercito que aparece en un instante y por sorpresa en cualquier lugar tiene dificil contraposición.

tiro sentido común para saber qué decir para que me permitan seguir adelante sin insistirme más en lo de la capucha.

Basicamente, dile que estas con heridas en la cabeza, deformado, lo que quieras, te averguenzas de mostrarte y prefieres reunirte con tus compañeros, el humano y el semielfo. Todo esto con buenos modales y chinpún.

Mirando al cielo, notas que una capa mágica desaparece, debe ser el hechizo antimagia del que hablo Egelvild. 

Si observas la tiza, esta tendra su color fluorescente natural.

Con un gesto conpungido hago caer mi cabeza en señal de derrota.

"Mis estimados caballeros, he recibido heridas en el cuerpo, entre ellas en la cabeza y...debido a las quemaduras mi rostro jamás volverá a ser el de antes y me duele al mover la capa...me apena mucho tener que hacerlo, pero me veo en la necesidad de evitar vuestra desconfianza...por el bien de todos...mi equipo me necesita."

Me arrodillo con humildad infinita, con la cabeza en el suelo, haciendo ruidos de dolor mientras muevo poco a poco la capa, deteniéndome en ciertas secciones, como si el dolor fuera muy grande.

"¡...ah! Solo...¡hm...! pido que por favor no me ataquéis, no soy un ¡AH! monstruo..."

El soldado te mira como sintiendo algo de pena.

"Adelante, pasad, no perdamos mas tiempo, queda claro que no sois ningun monstruo. Si necesitais asistencia medica, tenemos un curandero en esa dirección, ahora mismo estará atendiendo a los otros dos que os comenté antes."

"El resto de la tropa esta ahí, nosotros solo vamos a reconocer las cercanias de la entrada de la ciudad." - Señalando la dirección.

Al decir esto, hace una señal a los otros soldados y atraviesan el arco de la puerta.

Retomo mi camino tras recoger mi escudo y voy al trote.

"Muchas gracias, honorables soldados de la paz" - me despido.

Llego a un sitio donde nadie me vea y, si percibo que tengo tiempo, hago el dibujo para volver a la estancia de Melzir. 

Te desvias del camino y te alejas un poco. Ves una piedra bastante plana como para dibujar tranquilamente alli, por lo que empiezas a hacer el dibujo tomandote tu tiempo y aparecen las escaleras. Las bajas y al entrar notas que esta todo desolado, no hay nadie, salvo la comida que dejasteis. Te diriges a una habitacion cualquiera de las que hay arriba y alli, despues de cerrarla y asegurarte que nadie pueda verte.

Sacas un pequeño botiquin y empiezas a tratar tus heridas de forma satisfactoria.

Una vez terminado, dejas todo de forma que bloquee la puerta y te echas a descansar en la cama, que parece que esta hecha a tu tamaño.

El medico te analiza.

"Tu compañero está mas grave, despues te trataré, pero si el dolor es bastante agudo..." - dice mientras se echa la nano a la bolsa y saca unas hierbas.

"Mastica estas hierbas durante un rato, es un buen analgésico."

- Gracias - tomo las hierbas.

- Caballero, ¿de qué guarnición venís?

"Ya desde la madrugada recibimos noticias de poblaciones siendo arrasadas, por lo que se nos asigno el patrullaje del bosque real, ya que se presumia que se escondian aqui, pero si aparecen desde dentro, no lo hemos podido hacer peor..." - dice mientras se lamenta.

"Mi guarnición no está realmente entre las filas del ejercito de Marvalar, provenimos de una antigua orden, los matadragones. Ademas de deshacernos de esas viles bestias, apoyamos a los reinos humanos para asi sustentarnos y ganar reputacion y favores."

Sin dejarte responder, sigue hablando, pero notas como cambia el tono como si le repugnara lo que va a decir.

"Todos los dragones y descendientes de dragones son bestias astutas que se camuflan entre nosotros, avariciosos, soberbios, asesinos, destructores de poblaciones, no tienen piedad. No todo el mundo puede hacer frente a este tipo de mal, por ello, estamos nosotros."

"Mi nombre es Galian, de Savnom, ¿Còmo os llamais?

- Merebor, sanador y místico por el don de Valion. Nunca he visto un dragón.

Odia fervientemente a los dragones, a juzgar por el tono de su voz.

Agradezco con un gesto amable los cuidados del curandero y Merebor posando una mano sobre sus hombros.

"Yo soy Egelvild, natural de la región de Robleda" Me dirijo al caballero mientras me lavanto y hago ligeros movimientos circulares con el brazo izquierdo. "Matadragones decís... ¿insinuais que detrás de todo esto hay uno de esos lagartos? Esto va de mal en peor"

Al ver que Egelvild ignora su pregunta, el curandero hace lo que puede para mejorar el estado de Egelvild y deja el virote el homoplato en el mismo estado.

Acto seguido, se gira hacia Merebor y empieza a tratar sus heridas.

Galian os mira:

"¿Podreis pasar por el bosque real sin problema hasta un lugar seguro? Os podemos acompañar de vuelta a Marvalar, pero después de buscar supervivientes en la ciudad, por lo que tendreis que esperar aqui o acompañarnos."

- Es meritorio que lo intentéis, aunque andáos con cuidado pues el pavimento de la ciudad se hunde. Deberíamos continuar nuestro viaje, tan pronto como mi compañero pueda caminar con seguridad la mala fortuna ha hecho que estuvieramos en la ciudad en su nefasto día.

Mandad los caballos más rápidos para explicar la situación en toda la provincia y que lo sepan en la corte de inmediato.

El caballero asiente y comprueba que su casco este bien sujeto.

Los soldados que estaban detrás vuestra aparecen y hablan con Galian. Pasados unos segundos, hace una seña al resto de la tropa y marchan hacia la ciudad.

Estais solos.