Partida Rol por web

Tras hablar con el Hombre Gordo, los cinco supervivientes se dirigen al templo de la Espada Rota con los componentes del ritual de resurrección.

El templo se encuentra abarrotado, los rumores de guerra que corren por el reino ha popularizado la religión pacifista de la Madre Tara. El grupo necesita abrirse camino a empujones hasta alcanzar la estancia lateral donde yace el cuerpo de Helen.

Los restos de la picara se encuentran sobre un altar de piedra cubiertos por un lienzo blanco bordado con runas. Los preparativos para el ritual ya han sido realizados. Varias velas arden alrededor del altar, el aire huele a incienso. La Madre Tara se encuentra arrodillada junto al altar murmurando alguna plegaria.

Al ver entrar al grupo se acerca a ellos y coge los ingredientes que han comprado.

- Creo que va a ser inútil, los dioses rara vez permiten a un alma volver a este mundo. - dice la cleriga meneando la cabeza.

Un pequeño grupo de sacerdotes entra en la estancia y la madre Tara organiza a todos en un circulo alrededor del altar. Todos se toman de las manos mientras la sacerdotisa entona una oración.

Tras varios angustiosos minutos, Helen se incorpora violentamente, tirando el paño que la cubre al suelo y tosiendo sin parar.

- Increíble. Es la primera vez que lo veo funcionar.- Tara coge a Helen por la espalda ayudándole a toser con unos golpecitos - Sin duda te espera algún extraño destino jovencita. Poca gente a vuelto del lugar en el que has estado.

Quarion intenta no parecer sorprendido tras ver lo ocurrido e intenta ayudar a su compañera a incorporarse.

- Es increible - dice en voz alta y añade para si mismo seguro que ha vuelto para seguir martirizandome con sus comentarios. Aunque si no estuviera ahí la echaría a faltar. Se queda parado un poco por este último pensamiento.

Un sacerdote se acerca a Helen ofreciendole una copa llena de agua.

- Yo creo que deberíamos informar a nuestro señor, pues las novedades que tenemos son importantes. Después podemos investigar a los cosechadores. 

El grupo abandona la Calle de los Templos y se dirige al castillo del señor de la ciudad a penas a dos manzanas de distancia por el barrio noble.

Cuando llegan a la puerta del castillo les llama la atención la falta de guardia. Tras entrar en el patio se ven envuelto en un caos de gritos y gente corriendo de un lado hacia otro. Entre la confusión se pueden escuchar ruidos de armas provenientes del pabellón principal.

Diantres... - musita Quarion mientras desenvaina su espada...

Esto no me gusta un pelo. Estad preparados para lo peor.

El grupo, armas en mano entra en el edificio principal del palacio. El centro de la confusión parece venir de las estancias de Lord Durbenford, el grupo llega rápidamente a la sala de recepciones, donde ya han cenado más de una vez. En el suelo y tirado sobre la lujosa mesa yacen los cadáveres de dos soldados. Otro soldado herido esta siendo atendido junto a una puerta.

En cuanto el grupo irrumpe en la sala los dos guardias mas cercanos a la puerta por la que entran desenfundan sus armas:

- ¡Alto, a donde creéis que vais.!

¿Dónde está Lord Durbenford, soldado? ¿Qué está pasando aquí? Habla rápido en nombre de la Corona.

Helen les mira con una calma fría propia de quien ha vuelto de la muerte y sabe lo que hay al otro lado.

- ¡Tirar las armas ahora mismo asesina! - grita el guardia apuntado su espada hacia Helen. - O de lo contrario vengaré a mis compañeros ya mi señor aquí mismo.

Helen mira al guardia con indiferencia sin inmutarse ante su aparente belicosidad. Luego sonrie tristemente.

Nunca te interpongas entre el Dragón y su ira, soldado. Quizás así vivas más tiempo.

Se vuelve a poner seria

Quien quiera que haya atacado el castillo será castigado convenientemente y las muertes de tus compañeros vengadas. Pero ahora, hacernos perder tiempo solo empeora las cosas. Es evidente que vosotros solos no podeis resistir. ¿Quién está atacando? ¿Lord Durbenford ha sido herido? ¿Está su mujer a salvo?