Partida Rol por web

El grupo se dirige al castillo del barón, escoltando a Iresha

A medida que el barco se interna en el lago el grupo puede ver una de las mas bellas vistas de Durbenford: la ciudad noble sobre el acantilado, el entramado de cuerdas, poleas y torres de madera siempre en movimiento, transportando mercancías entre la ciudad y el puerto, y los muelles al pie del lago. Un espectáculo poco común y bastante bello.

Poco a poco la ciudad se va perdiendo de vista. En apenas una hora, el barco vuelve a acercase a la orilla. El joven silencioso hace varar el barco en una playa y se simplemente se queda esperando.

Observando la orilla con desinterés Eykhan parece pensativo

- Y cuando Iresha esté a salvo en el castillo del barón, que haremos? volveremos a ayudar a Helen y acabar con todo esto del innombrable, verdad?

Luego mira a la hija del barón y le ofrece un trozo de carne empanada

Señorita Iresha, debería comer algo. ¿Quiere un poco de esto? está muy bueno

Helen espera pacientemente cerca de las puertas a que salgan con la baronesa

Todo dependerá de si el Señor tiene alguna cosa para nosotros.

Contesta Quarion con tranquilidad mientras ayuda a desmontar a la jovencita.

Tranquila, Iresha, pronto estarás segura tras los muros de la fortaleza de tu padre.

Asher, junto a Truvio, aguarda a la aparición de su cita, con los dedos inquietamente tamborileantes sobre su cinto.

Truvio y Asher almuerzan algo y hacen tiempo hasta la llegada de la hora de la cita.

Puntuales esperan a la baronesa en la parte interior de las puertas de la ciudad.

Un par de veces han visto a helen en todo este tiempo, pero la verdad, incluso sabiendo que está cerca es dificil encontrarla.

Cita:

Iresha se aparta del draconido negando con la cabeza y se hunde mas en los brazos de Quarion.

Cita:

- Gra... gracias - Iresha intenta sonreír.

Cinco minutos antes del momento de la cita, la comitiva de la baronesa aparece en el lugar adecuado. A la barones la acompañan tres criados vestidos con armaduras de malla y armados, y un mayordomo con librea. Además de los cinco caballos que monta la comitiva, también trae dos mulas cargadas con sacos y baúles.

La baronesa os saluda:

- Buenas tardes caballeros, por favor, llevenme junto a mi hija lo antes posible. - habla con tono amable pero algo cansado. Su rostro muestra ojeras y señales de preocupación.

Helen deja lo que estaba haciendo y se prepara para seguirles de incognito

Quarion sigue mirando con preocupación a la pequeña, sin embargo hay algo en todo esto que no le termina de cuadrar...

Quarion examina con cuidado a Iresha, intentando ver cualquier resto de energía mágica en la joven.

Tras los pertinentes saludos y reverencias Truvio indica que todo está preparado para partir.

Ofreciéndose a guiar a una de las mulas de carga agarra la cuerda y comienza a caminar al frente del grupo.

- No se preocupe, señora. Su hija está en buenas manos y no sufre ningún daño grave.

El paso es rapido, el ritmo suficiente para que la baronesa no se impaciente pero adecuado para aguantar una jornada de camino.

Quarion, Aaron y Eyskhan esperan en la arboleda durante unas horas. Finalmente ven acercase una caravana a lo lejos, la componen Truvio y Asher, junto a cinco caballos montados por la baronesa, tres guardaespaldas armados, un criado y dos mulas de carga.

En cuanto la caravana llega a la arboleda la baronesa salta de su caballo y se lanza hacia Iresha. Prácticamente la arranca de los brazos de Truvio para abrazarla. Ambas mujeres lloran una en los brazos de otra.

Casi emocionado por el reencuentro Truvio cede a Iresha a los brazos de su madre:

- Como puede ver está a salvo.

Cuéntense lo que quieran tenemos un largo camino por delante.

Helen se une al grupo, aprovechando la confusión de un momento tan emotivo.

A pesar de la evidente turbación de la madre, los ojos de Asher están muy lejos de mantenerse en la pareja de mujeres. A unos pasos de ellas, el explorador mantiene los brazos en tensión, prestos a actuar si alguno de los guardias de la mujer hace un movimiento más largo que otro. En un instante del viaje incluso se había permitido un leve comentario a Truvio, que parecía mucho más confiado que él, indicándole que una exploración mágica "de la zona" podría no estar de más. Tras lo vivido en el templo de la locura y la lujuria en que habían combatido, incluso la sombra pegada a sus pies Accolon le resultaba de lo más sospechosa.

Con la espalda vuelta hacia el claro, lejos de dársela a ninguno de los atacantes, el luchador sopesaba a los guardaespaldas sin tapujos. No le gustaba que los hubieran acompañado y en cierta manera esperaba el omento en que su mirada advertiría algo horriblemente fuera de lugar y tendría que repartir algunos mamporros.