Partida Rol por web

Truvio sí se encuentra más o menos cómodo en el castillo, así que atiende a las indicaciones que le dan y espera la llegada del Barón.

Eyskhan pasa la tarde entre el patio de entrenamientos y la cocina a partes iguales

Tras asearse del viaje, Quarion decide ir a ver los ejercicios y tratar de ser de ayuda a los generales del Barón, también invierte tiempo en entrenar junto a Eyskhan y preguntando a los soldados y hombres de confianza por las últimas novedades en la zona desde que se fueron.

Las últimas horas de la tarde transcurren rápidamente. Enseguida cae la noche sobre el valle y los personajes se dirigen a la sala capitular del castillo. Allí el barón espera al grupo, con aspecto de haberse aseado rápidamente sentado junto a una larga mesa con varias sillas vacias. Iresha se encuentra a su lado, vestida con ropajes de colores brillantes y adornada con sus mejores joyas. Un poco mas atras, apartada de la mesa y sentada en un sillón de cuero se encuentra la baronesa.

A medida que los personajes van llegando, el barón los va invitando a sentarse a la mesa.

Cuando finalmente todos estan en la sala el barón dice:

- Contarme que ha ocurrido, por favor. Me temo que los acontecimientos han sido muy graves y querría contar con vuestra versión y opinión antes de tomar un decisión.- el rostro del noble es serio, y su mirada transmite un profundo dolor.

- Señor, la ciudad de Durbenford está pocha, como una manzana con gusanos, que por fuera parece sana pero en el interior se está echando a perder. Iresha fue envenenada por la corrupción de la ciudad y gracias a nuestras investigaciones y a la inestimable ayuda de Helen, logramos rescatarla de una celda en la sala de rituales de esos gusanos

Eyskhan hace un alto y observa la cesta con fruta que adorna la mesa. El hablar de comida siempre acaba dándole hambre. Tras darse cuenta de su problema de atención, observa a sus compañeros con la esperanza de que alguno continúe la narración.

FLASHBACK

Sin duda regresar a casa y encontrártela en armas no era plato de buen gusto para nadie en sus cabales. Y a pesar de ello, una sonrisa nostálgica dibujó las comisuras de Asher, quizá algo forzada por el rictus de preocupación que había tomado el resto de su expresión. Aquel instante tenía que llegar tarde o temprano, a decir por los rumores y los movimientos de las últimas semanas, pero saber de la cercana muerte no la hacía más temible.

Sus ojos vagaron por la bélica estampa conforme buscaban rostros de amigos y conocidos entre las afanosas levas. Sus palabras no tardaron en seguirlos en cuanto el grupo comenzó a recibir un incremental bombardeo de curiosos que se preguntaban sobre su regreso y la presencia de la señora y su hija entre tales guardaespaldas. Sin embargo, la comitiva mantuvo la compostura y se procuró más información de la que otorgaba, reservando tal privilegio al amo de cuanto se veía.

Fiel a su encargo, el hijo de Accolon I acompañó a la joven Iresha hasta las mismísimas entrañas del castillo, seguida de cerca por su vejada madre. No fue hasta que las puertas de la fortaleza se cerraron tras de él al regresar al campamento, en espera de la inminente recepción, que se sintió por fin aliviado.

Una vez allí, acompañó a Eyshkan a la taberna, para compartir unas cervezas con sus vecinos. La tensión se sentía en el ambiente y su agudo instinto le decía que no tendría mucho más tiempo para tales entretenimientos. Pronto sus afiladas hojas se necesitarían en otra parte; tan seguro como que el sol se pondría al anochecer...

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FLASHFORWARD

El explorador había acudido a la reunión en perfecto estado de revista, dispuesto a aportar cuanto fuera necesario para que su señor conociera la verdad de los terribles hechos que habían acaecido en la ciudad de Durbenford. Sin embargo, el pensamiento y la acción no siempre eran buenos hermanos, y su habitual reticencia a hablar en público no tardó en hacer mella en la entereza del montero, que pronto se contentó con su agazapada actitud de cazador, observando con atención y recelo a quien creía que sería el verdugo en dicho intercambio... la madre de la chiquilla.

Entre tanto, aguardaba a las explicaciones de Quarion, quien sin lugar a dudas aclarará todo lo sucedido en la maldita ciudad.

Eyskhan ha sido conciso, pero preciso, mi Señor. Por lo que hemos descubierto, la pérfida corrupción existente en la ciudad había llegado a la joven Iresha a través de sus compañías de la "alta sociedad" de la ciudad. Asesinaron a la mujer que cuidaba de vuestra hija y la encerraron en un antro de perversión con seres malignos y seguidores de un dios olvidado y loco.

Quarion calla un instante y continúa.

Ante tal situación y tras rescatar con gran riesgo para nuestras vidas a la joven y tras ver que las autoridades de Durbenford lo primero que hicieron fue tratar de silenciar el asunto lo único lógico y, por otra parte lo más sensato, era traeros de vuelta a vuestra hija. Algo que hicimos con la mayor premura posible tras informar a su esposa de nuestras intenciones y, como cualquier buena madre, dejó inmediatamente lo que estaba haciendo para seguir a su hija a un entorno moralmente más seguro, como es este.

Quarion toma un sorbo de agua antes de continuar.

En cuanto a mi opinión, señor, aquella ciudad está corrompida en su parte más alta hasta la médula. Vos nos enviasteis a cuidar de Iresha y de su señora madre. Quedarnos allí un minuto más hubiera sido peligroso sobre todo para Iresha. En cuanto a las precauciones que decidimos tomar en nuestra salida de la ciudad y nuestro regreso, fueron tomadas por cautela debido a que ese culto actúa desde el secreto más absoluto. Cualquier guardia de la ciudad podría estar confabulado con ellos y dado que la seguridad de su hija y su esposa estaba más que garantizada con nuestra presencia, cualquier presencia adicional no habría sido sino una debilidad táctica.

El tono de voz de Quarion en todo momento intenta ser aséptico, exponiendo hechos y conclusiones lógicamente.

Creo que dados los acontecimientos y la misión que nos encomendasteis, esta era la solución para conseguir nuestros objetivos más rápida y segura.

- La baronesa me ha contado algo así. Pero me queda una duda: ¿Iresha pertenecía al culto ese, y es por tanto culpable de esos crímenes, especialmente de la muerte de nuestra servidora, o era una víctima inocente, raptada para alguno de sus rituales?. Como comprenderéis es lo que mas me interesa saber. - hace una pausa - Más adelante ya me contareis la historia con todo detalle.

La única culpa que tiene la chica es la de dejarse engañar por gente corrupta hasta la médula. Esos jóvenes de ciudad aburridos lo que necesitan es algo de excitación en sus vidas y parece que no miden las consecuencias.

Dice Quarion tras pensar un instante.

Es difícil saberlo sin entrar en la cabeza de Iresha. Quizá la chica quería librarse de la sirvienta y al decírselo al malcriado de su amigo, éste arregló el asesinato y cuando ocurrió, simplemente la niña no había sido consciente de que esa era la forma de librarse de ella. No obstante, creo que lo que buscaron los del culto era una jovencita influenciable. Podrían argumentar que no es un secuestro porque ella, a lo mejor, quiso participar de lo que le contaban sus amigos, pero está claro que la niña no quería estar donde estaba. Si se arrepintió a posteriori es difícil de saber.

Helen asiente ante las palabras de Quarion sobre Iresha.

Mi señor - dice Helen timidamente - estoy de acuerdo con Quarion de que su hija seguramente no tiene mayor culpa que la de dejarse engañar. Al fin y al cabo, la encontramos en una mazmorra y no con el resto de cultistas. Debo reconocer que, hasta donde yo sé, no tenemos pruebas sobre la supuesta implicación de la clase alta salvo en el caso de Geroldich, pero...

Se para un momento como no segura de si continuar o no. Al final parece armarse de valor y continua:

Desconozco cuál es la jurisdicción en esta zona ni el alcance de su influencia pero debería lanzarse una investigación para erradicar ese culto de forma fulminante, especialmente si esta arraigado en la clase dirigente. Según tengo entendido, la ciudad es un importante punto estratégico para el Reino. Y parece que ahora mismo la situación es delicada - Dice señalando hacia la ventana, en dirección a donde estaban los soldados de maniobras. - Si se me permite el atrevimiento, claro. - Dice Helen bajando la mirada, aparentemente cohibida por la presencia del Barón.

En los libros encuentras un montón de información sobre el dios loco, sus cultos, sus ritos, sus símbolos, etc...

El trozo de información mas interesante es el que habla del altar de la locura. Una reliquia de Thaizdum, una piedra completamente negra, de la que emana oscuridad y de la que se dice que transporta a quien se acerque al reino de la locura. Lo mas interesante es que en teoría, esa piedra estaba encerrada en las Profundidades Susurrantes (el lugar al que tienes que ir), bajo la supervisión de una paladín llamada Lady katherine.

El barón escucha atentamente lo que le dicen Quarion y Helen.

- Comprendo - mirando a su esposa añade - Por ahora Iresha se quedara aquí. Espero que el espíritu disciplinado de un campamento militar le ayude a olvidar y a reflexionar.

- Sobre Durbenford - se gira hacia Helen - su jurisdicción pertenece a Lord Marcus. El es el señor de la ciudad y solo responde ante el rey. En estos momentos, la producción de madera de la ciudad y los alrededores es vital para la financiación de la guerra. No creo que debamos hacer nada que ponga en peligro dicha producción. Aunque apoyare que se haga una investigación, y si es necesario, después de la guerra, y si queda Durbenford en pie, pediré la cabeza de los culpables. Sea quien sea.- a medida que el barón habla se va excitando.

- A vosotros amigos, no se como pagar cuanto os debo. Habéis salvado a mi hija y estaré siempre en deuda con vosotros. - dice mirando a todos los presentes - Desgraciadamente en nombre del rey, nuestro señor, me veo obligado a pediros otro favor. ¿Me ayudareis a hacer de este grupo de hombres un ejercito que defienda el reino contra los ogros?.

-No hay mejor pago que el reconocimiento de un trabajo bien hecho, señor. Agradeceré la oportunidad de enseñar a esos reclutas a partir un par de culos ogros, si es lo0 que deseáis.- asintió Asher, solícito, trantando de mantener las fórmulas que una buena temporada rodeado por muros de castillo, y unas cuantas voces de incomodidad en sus superiores, le habían enseñado.

Lo cierto es que el explorador no solía ser de ese talante, menos preocupado por los formalismos y más directo al grano; pero consideraba a las dos mujeres unas extrañas y creía que, dadas las circunstancias de lo acaecido en Durbenford, el mayor favor para el Barón Croslen sería el de que sus protegidas vieran la lealtad de sus hombres y su dureza innata. Puede que ambas cosas enseñasen algunas lecciones a madre e hija.

Sin pararse siquiera a asentirse a sí mismo sobre su breve excursión por los verícuetos de la mente pensante, Accolon II extendió las piernas a ambos lados en sólida pose y esperó instrucciones a brazos cruzados.

¿Guerra, Señor? ¿Contra los ogros? ¿Han empezado ya las hostilidades?

Helen le mira preocupada.

No nos podemos permitir más retrasos o quizás sea demasiado tarde.

Duda de nuevo antes de hablar, como valorando que decir.

Lamento tener que sacar esto a relucir en un momento tan delicado, pero me temo que ya había contratado a sus hombres en cuanto salvasemos a su hija. Estoy segura que tiene otros comandantes capaces que podrían hacerse cargo de adiestrar a las tropas. Un grupo tan heterogéneo como el nuestro es más útil en otros menesteres... Aunque por supuesto se hará como usted diga.

No parece ya cohibida con la presencia del noble, si no simplemente sopensando la situación.

En caso de que el Baron pase de mi y diga que nos quedamos, aceptaré su veredicto en público (no discutiré) y luego le pediré audiencia en privado (enseñandole la insignia del Rey que me declara como su Agente):

Baron Croslen, siento tener que privarle de hombres tan valiosos, pero he sido encargada de una mision especial secreta por la mismisima Corona. De su exito puede depender el fin de la guerra con los Ogros, o eso he sido informada.

Helen se yergue, sin señal alguna de miedo hacia el noble, aunque con respeto.

Necesito su grupo de élite para esta misión de la que pueda que dependa la estabilidad del Reino. He perdido ya tiempo ganando su confianza (entenderá que no pueda revelar mi identidad salvo en casos de fuerza mayor, como éste) y ayudandoles a rescatar a su hija, pero por lo que he visto, los acontecimientos con los Ogros se han desencadenado. Hay que actuar ahora. Espero que entienda que no puedo darle más detalles, pero mi sello certifica mi lealtad al Reino y sus intereses. ¿Cambiará, por favor, su decisión y nos permitirá marcharnos?

Si acepta, tambien le diré:

Muchas gracias, Baron Croslen, la Corona sabrá recompensar su sacrificio. Le agradecería si les comunicase al grupo su cambio de decisión, sin aludir a nuestra pequeña entrevista. Sé que parezco demasiado cautelosa pero creame, en mi posición nunca se es lo suficiente. Además, me gustaría pedirle un último favor antes de que partamos: ¿Hay algún erudito en religiones antiguas con el que pudiese hablar? Hay información que me gustaría contrastar con alguien versado en esos temas.

- Lo cierto es que le habíamos prometido a Helen que la ayudaríamos en una misión que ha retrasado para ayudarnos a salvar a Iresha - dice mientras distraidamente coge una manzana de la cesta de fruta y le da un bocado

Cita:

- No. Pero los ogros están uniéndose y preparándose para la guerra. Varias tribus orcas han sido desplazadas hacia el sur como consecuencia, y podrían causar problemas en Durbenford. No se a que están esperando los ogros, pero la invasión parece inminente. Es necesario estar preparados, no se trata de una invasión aislada como en el pasado, si no de la unión de todas las tribus ogras. No se había visto algo así nunca, o al menos desde los tiempos de Garathorn. - el barón os escucha silenciosamente - Os comprendo, no sabéis cuanto os entiendo - sonríe amargamente - pero el deber es el deber. El reino esta en peligro, ya habrá tiempo para encargarse de esa misión tras la guerra.