Partida Rol por web

Los dioses la tenían maldita.

No podía explicarse de otro modo. Tras sus peripecias tuvo que alejarse de las costas de Idilia cuando el grupo que se había formado para encontrar al hijo del Lord de Flira, había resuelto en separarse y que cada cual se fuera por su lado. Ella había decidido por irse a los confines occidentales, de los que escuchó que se buscaban gente capacitada para proteger las fronteras de los ataques de los salvajes pictos, teniendo en cuenta que siempre va bien una buena bolsa de plata a mano se fue hacia allí. Mala idea. La cosa le resultó cara, un ojo de la cara haciéndose la heroína buscando a las mujeres aquellas que fueron apresadas por los salvajes.

Ni por toda la plata se hubiera quedado más tiempo en aquellos bosques selváticos, en cuando le fue posible se largó hacia la costa mientras, peros sus gustos le hicieron vaciar demasiado rápida la bolsa de plata mientras dejaba cicatrizar bien la herida en que se había convertido su ojo derecho. Así que cuando cuando encontró trabajo como espada de alquilar por aquel comerciante eunuco, se hizo a la mar... le iría bien un cambio de aires.

Esta es la historia de como Botas se labró su leyenda...

Aquellos remos, pero sobre todo aquella vela del navío de la Doncella Desflorada llenaron de ilusión el joven Filippo.

Siempre había querido cambiar de aires, y aquella vela se los prometía, desde joven solo había vivido penurias y miserias. Nacido en el seno de una familia salida de la peor pesadilla, su padre un puto borracho que se entretenía a dar palizas a sus hijos cuando ahogaba sus penas en la bebida y la zorra de su madre los vendía a quien tuviera el dinero suficiente como para pagar por ellos, ninguna de sus hermanas llegó virgen a los ocho años. Filippo tuvo que aprender pronto a sobrevivir, ha ganarse la vida fuera de casa para traer a casa algo con que llenar las tripas si no quería recibir una paliza antes de acostarse.

Cuando tuvo las agallas suficientes se largó de la choza, tras abrirle una sonrisa de oreja a oreja al estúpido de su padre cuando dormía la borrachera, para ir a vivir en las calles que ya conocía, en las que había tenido que ganarse la vida.

No pasó mucho tiempo hasta que entró a formar parte de una banda, la mayoría rateros y carteristas de poca monta, le resultó fácil medrar en ella, le fue natural adquirir ese estilo de vida como propio, como si hubiera nacido para ello. Con los años, y a medida que iba aprendiendo, fue escalando posiciones hasta llegar a comprender que la banda en la que estaba, la Dos Peniques, no era más que una extensión más de una gran red de ladrones y matones, y cosas peores, que se había extendido por doquier, más allá de los reinos.

Filippo era un joven capaz, diestro en el arte de sobrevivir en la gran ciudad, experimentado en varios tipos de golpes, allanamientos, carterismo, extorsión, espionaje... y la capacidad de defenderse. Había visto mucho, mucho más de lo que tendría por ser tan joven, eso le hizo madurar rápido, pero siempre procurando pasar desapercibido, siempre terminaba por cumplir lo que le ordenan hacer, pero procuraba mantener ocultas sus aspiraciones y algunas de sus habilidades. En esta vida mejor no destacar.

Pero aquella vida no era agradable, no era lo que quería, y ansiaba cambiar, pero debía andarse con ojo si no quería que  Jacques Casimuerto, el líder de los Dos Peniques, se enterara de sus deseos. Parecía ser que se había encaprichado del talentoso Filippo, así que cuando logró tomar el valor necesario. Eso fue junto al cadáver de quien había sido compañero de raterías suyo, Bennio el Gordo, con el cuadrillo de una ballesta enterrado en su pecho, propina de un maldito guardia que los había sorprendido en su último golpe. Si seguía así, más temprano que tarde terminaría como el Gordo. 

... y aquella vela de la Dama Desflorada prometían ese cambio de aires que tanto le convenían.

Esta es la historia de como Filippo Delfiore se labró su leyenda...

Con la misión encomendada por el Gran Jefe del clan, Borateo, pero por encima de todo para mostrar tu valía como miembro de pleno derecho en el clan, te embarcaste, al igual que otros miembros, en esa búsqueda por ampliar horizontes para los Pielescarcha.

El camino fue sencillo al principio, cuando partisteis en grupos del clan en las distintas direcciones hacia este, sur y oeste. Con el paso de los días fuisteis encontrando pueblos y emplazamientos varios, muchos de ellos hablaban el mismo idioma, pero finalmente fuisteis encontrando algunos que hablaban de forma rara, allí os detuvisteis y os parasteis para que alguno de los vuestros aprendiera el idioma y establecíais un puesto. Como gente acostumbrada a la guerra y a la cacería de grandes animales, pudisteis comerciar fácilmente con hombres para que sirvieran como guerreros en estas guerras que libraban los débiles sureños, haciendo el trabajo por ello, para mayor gloria del Oso Azul, y de paso ganando plata y joyas con las pagas y los saqueos.

Pero una vez empezada la exploración del nuevo mundo, cada vez vuestra curiosidad era más voraz para descubrir qué había más allá de vuestras tierras. Así fue como te embarcaste en un navío de especies, contratada por un tal Omar Shin Shin, para proteger la nave en su ruta por las costas.

Esta es la historia de como Neulens Eorth se labró su leyenda...

 Cuentan las historias que los héroes de nuestra crónica no se dirigieron por su voluntad a Puertolibre, sino que fueron los dioses quienes, jugando con sus destinos caprichosamente, una vez entremezclados entre ellos, los mandaron a los embarcaderos de Puertolibre.

Habían embarcado en las cosas orientales en la Doncella Desflorada, el navío comercial propiedad de Omar Shin Shin, el mercader de especies que les contratara para surcar las costas desde Thai Goan a las aguas del mar septentrional, habitado por los rudos Clanes norteños.

El viaje fue tremendo, tal vez los sacrificios de Omar antes de la partida no gustaran a los dioses y así se lo hicieron saber. Durante el crudo temporal, las maderas de la Doncella Desflorada gimieron hasta que se quebraron, arrancando de cuajo el mástil mayor.

Con la mitad de los remeros muertos por los rigores de las tempestades, y con el mástil mayor quebrado la Doncella Desflorada navegó a la deriva durante semanas, arrancados de las costas las provisiones empezaron a escasear...

... pero los dioses a veces se tornan clementes, tal vez el motivo de las tormentas fuera la fechoría y las herejías de alguno de los difuntos remeros, o tal vez decidieran hacerles llegar a la costa para que tomaran fuerza y volver a dejar caer su ira sobre a los insignificantes humanos. En cualquier caso, tres el día trigésimo primero, los agotados náufragos llegaron flotando hasta los muelles de Puertolibre.

Continúa...

El envejecido y cansado mercader se recompone tras el viaje, adoptando un osado serio y aguerrido, del que creéis que está muy lejos, pero que por algún motivo adopta. 

-Mi pobre Doncella, está hecha una birria, necesitaré endeudarme tan solo para poder volver hacerla navegable.- Os mira con aire apreciativo antes de proseguir.-No tengo con qué pagaros, a parte de con consejos, pues las especies que me debían servir para recuperar la inversión están perdidas entre moho y agua marina. Pero permitidme al menos que os cuente algo sobre este lugar. Andaros con ojo, con mucho ojo. Es un lugar peligroso donde muchos de sus residentes no dudarán en complicaros la vida, si es que no os la roban junto a la libertad y os venden por un puñado de platas a los esclavistas.

Mirando los restos de su navío, con el palo mayor dolorosamente arrancado, y con daños en el caso el hombre farfulla.

-Supongo que estaré unas semanas por este muelle, reparando la Doncella, si para cuando queráis partir de la isla aún estoy aquí y la nave está recuperada, gustosamente os llevaré de regreso al continente. Mientrastanto, mucho me temo que no puedo hacer mucho más por vosotros.

Continúa...

Tras tantos días a la deriva, cansados y agotados por las inclemencias del temporal y el hambre, los compañeros, pues eran los únicos miembros que no formaban parte de la tripulación de la Doncella Desflorada... y que no habían muerto durante la travesía, avanzaron por el atestado embarcadero en dirección a la primera taberna que encontraran. Escaso era el cobre que tenían, pero en esos momentos ese era el menor de sus problemas. Gran parte de su equipo había quedado maltrecho, el agua marina, el temporal y las inclemencias varias habían hecho que sus armaduras de cuero fueran poco más que harapos y que parte de sus armas y equipo vario hubiera desaparecido con el agua que se escurría por la cubierta de la maltrecha Doncella.

La agitación en los muelles era frenética. Había barcos de todo el mundo, cargando o descargando todo tipo de productos exóticos. Marineros y mercaderes de todas las razas se mezclan en los desembarcaderos y el dinero cambia de manos tan rápidamente que no podían ni seguirlo con la vista. Los ruidos y las imágenes eran tan sobrecogedores que casi no se percataron del grupo de hombres que casualmente se habían colocado a su alrededor, un puñado de tipos duros, marineros llenos de cicatrices, armados con porras y navajas. El líder de esos perros ruines, un hombre desdentado con los nudillos tatuados, sonrío retorcidamente al decir:

- Acabáis de presentaros voluntarios para una apasionante vida como marineros. ¿Queréis hacerlo por las buenas o por las malas?

Qué hicieron nuestros protagonistas, se arrodillaron para que les encadenaran de nuevo en un cascarón de madera para morir extenuados encadenados a un remo? Se pusieron a contar chistes Plantaron cara a los marineros de agua dulce o emprendieron la huida por entre el gentío del puerto?... Es vuestro turno y vuestra decisión ;).

Odiaba aquel lugar, Botas, odiaba aquel maldito barco, el olor a sal, el agua golpeando furiosa la maltrecha madera que prácticamente se pudría bajo ellos. También odiaba el mecer de las olas y las nauseas que la ganaban ya que hacía tanto que no se enrolaba en un barco que los primeros días, ¡hasta mantener el equilibrio le fue imposible! y eso había llevado a las mofas por parte de algunos tripulantes.- Tsk – Medio muerta, con sed, hambrienta y casi desfallecida, Botas chasqueó de mala gana la lengua, deseando morirse, o tal vez, que el misero barco llegara ni que fuera a una isla desierta, pues ella no era mujer de mar, no era un lobo marinero, ella era más bien un lobo solitario el que adoraba mancharse las botas de barro, pero en aquel instante... sus botas estaban empapadas, y su ropa, y su armadura, y todo... - Que asco. - Masculló escupiendo sobre la mugrienta cubierta, apoyada en una de las paredes, protegida por el sol, a la espera de que algo sucediera, pero que sucediera ya, o acabaría enloqueciendo. Como si hubiera sido escuchada por algún benévolo Dios, al alzar el rostro... pudo percibir tierra, y de tan sorprendida como estaba tuvo que frotarse los ojos para verificar que no había perdido la cordura. - Tierra... - Se levantó tambaleante, caminando hacia el barandal opuesto del que se encontraba, apoyándose en este para ver como el barco llegaba algún lugar. En cuanto “La Doncella Desflorada” atracó en el puerto, miró hacia el cielo y murmuró un “gracias” que se perdió en sus labios ya que no emitió sonido alguno, pues sabía que alguien de ahí arriba no necesitaba voz, si no intención. Casi dio un brinco lanzándose por la pasarela hacia tierra firme, arrodillándose en esta.- Pensé que jamás volvería a verte... - Acarició el suelo como si de un amante ocasional se tratara... poniéndose en pie, acercándose al señor Omar. Por un momento trató de mantener la calma, debía entender que él lo acababa de perder todo y posiblemente no les podría pagar y muy amablemente les había ofrecido devolverles a sus tierras, eso era un detalle por parte del hombre, pero todos los pensamientos positivos que trataba de tener se fueron al garete al oírle hablar de ojos... ¡Ojos! - ¿Me tomas el pelo? - Alzó la ceja del ojo que aún veía, molesta y con ganas de arrancarle la cabeza a aquel tipo pero... desde su encuentro con los pictos, trataba de ser algo más moderada y no dejarse llevar por su mal temperamento.- Como sea, pasaré por aquí regularmente para que me saques de este lugar. - Se despidió de él y empezó su marcha por el atestado muelle, casi con ganas de vomitar, pues si el barco olía mal, si todos ellos olían mal... ese muelle era terrible, como todos... era una mezcla a mala humanidad y pescado muerto... tal vez demasiado muerto.- Puag... - Masculló, y no solo por el olor a pescado, si no también por la visión de aquel tipo frente a ellos. ¿Quien se creía que era para hablarles así? - ¿Disculpa? - Habló incrédula, sin sentirse intimidada por la pinta de malos machos que tenían aquellos, cruzándose de brazos de mala gana.- ¿Cuanto estas dispuesto a pagarme, primor? Si no hay plata, servidora no mueve un dedo... - Después de hablar, miró a sus compañeros, sin vacilar un solo segundo.

Llega un momento en la vida de un hombre donde debe decir "basta". Ese momento llegó a Filippo de la mano de una ballesta vigilante y un amigo -compinche, compañero, cercano sería mejor llamarlo ya que él no gastaba amigos- menos.

La vida lo había zarandeado desde sus comienzos. Tras dejar atrás la mierda del hogar paterno -cada vez que recordaba aquel día, una sonrisa torcida surcaba su rostro- las calles no le ofrecieron un lugar mejor.

Sobrevivir. Sobrevivir era lo que contaba, la lección que más rápidamente había aprendido y que cada mañana no olvidaba recitar. Todo el resto era secundario. Mientras se tuviera aliento, habría tiempo de arreglar entuertos y cobrar venganzas. Estar dos metros bajo tierra no era una perspectiva agradable.

La muerte del Gordo había sido la gota que rebalsó el vaso. "Basta", se dijo el ladrón cuando corría dejando atrás el cuerpo de su compinche, compañero, cercano. Ya hemos dicho que él no gastaba amigos.

Basta. Durante un tiempo pertenecer a la banda de Casimuerto había sido provechoso para sus bolsillos. Pero el último tiempo, el tío se había vuelto loco, la ambición lo había vuelto temerario. Total, no era él quien arriesgaba el pellejo en las calles para conseguir los botines.

Delfiore dijo basta, pero lo dijo bajito, murmurando para sí. Sabía que no lo dejarían ir, a menos que saliera con los pies hacia adelante. Aquello no estaba en sus planes así que tendría que buscar otra alternativa. Por eso, a la mañana siguiente cuando vio a la Doncella Desflorada a punto de levantar velas, no lo dudó. Su pasaje de salida lo aguardaba en el muelle.

Esta mujer está loca.

A pesar de sus pensamientos, el rostro de Filippo no demostró ninguna emoción. Durante la travesía, las dos mujeres que lo acompañaban se habían acostumbrado a que aquel hombre sombrío hablara poco y dejara traslucir menos. Rayaba en lo hosco, pero no era un mal compañero. Cumplía con sus deberes, ayudaba si hacía falta y el resto del tiempo lo empleaba en observar el horizonte, expectante.

Tras haber visto a la Muerte a la cara, su humor se había ensombrecido aún más. Al poner los pies en tierra firme, se juró que no volvería a navegar con maese Shin Shin. Aquel hombre sería muy bueno pero como marino dejaba mucho que desear, y Filippo quería demasiado a su pellejo como para ponerlo nuevamente en manos de aquel personaje.

Por eso, la llegada al puerto había resultado un alivio. Hasta que se habían topado con aquellos tipejos que no auguraban nada bueno.

Esta mujer está loca... Nos meterá en problemas y lo último que quiero, son problemas. Tan solo una jarra de cerveza bien espumosa y un cuenco caliente... Una cama que no se mueva y el calor de una puta por un rato... acaso es mucho pedir?

Haciendo gala de una emoción, Filippo suspiró cansadamente antes de hablar, con voz rasposa.

-Vámonos Botas. Sigamos con lo nuestro.

Filippo evitó mirar a la cara a los tipos y siguió avanzando, intentando pasar entre ellos. Tal vez los dioses fueran bondadosos y lo dejaran seguir su camino, rumbo a los pequeños placeres que podían contentarlo.

Feliz por haber logrado viajar, Neulens se quitó el sombrero, se lo acercó al pecho y exclamó:

- ¡Aquí comienza una nueva era, la era en la que las mujeres serán tratadas como luchadoras!- Se volvió a colocar el sombrero y después de escuchar a Omar, aquel gran hombre que a pesar de saber que se había infiltrado en el barco, la había tratado como a un hermano y antes de marchar lo abrazó y le susurró- "podremos arreglar el barco, tranquilo, aquí tienes una mano para lo que haga falta".

De repente, escuchó un ruido, notó como el suelo se tambalea diferente, como si algo hubiera caído de repente encima del barco. Noto una sensación desagradable, algo iba mal, se giró y vió una mirada fría, miró alrededor y se quedó inmóvil al ver el panorama. Aquellos hombres no les deseaban nada bueno, se enderezó sacando pecho, miró a sus dos compañeros, y gritó a los enemigos:

-¡quienes osan enfrentarse a nosotros libre esté de pecado, porque el infierno os espera ahí abajo!

Los sedientos compañeros fueron interceptados por el grupo de rudos marineros. Los conocedores del lugar, quienes ya debían haber apreciado otras veces casos similares, se fueron apartando del los sedientos recién llegados y de los matones.

Los matones en cuestión, se rieron ante los comentarios de la tuerta Botas. Uno de ellos con la mitad de los dientes se carcajeó.

-Es que a parte de tuerta eres medio sorda jajaja.- Dijo arrancando carcajadas del resto de compinches.-¡O tan solo eres tonta, ahora os venís con nosotros hacer de remeros o soys pasto de los peces!

Otro de los marinos, uno calvo y alto comentó.

-Mmm, no estará de más tener un poco de almeja en el barco y seguro que por las noches, tras un día de galeras, estás más colaboradora jojojo.

Más risas jocosas se escucharon para estallar en risitas y carcajadas ante las amenazas de la mujer ataviada con pieles acartonadas de sal.

-Caray, nada mal, parece que nos lo vamos a pasar bien... a por ellos chicos.

Parece ser que en esta ocasión nohay mucho sitio para la diplomacia o la prudencia y que va haber unos cuantos labios y huesos partidos... Es vuestro turno y vuestra decisión!

Neulens no pudo resistirlo, cruzó los brazos sobre el pecho y se puso a llorar de la risa.

-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! Se nota que queréis morir muchachos... 

Señaló a los maleantes.

-Las únicas almejas que comeréis serán las del mar, donde pronto flotaran vuestras cabezas huecas.

Miró hacia su espalda, en la que sobresalía un bastón. Con la mano derecha cogió la punta de éste y a medida que iba sobresaliendo se podía reconocer que era una lanza. Antes de empezar a cortar cabezas, recordó lo que le dijo su maestro, es decir, su padre "Vickie el Vikingo" cuando era pequeña: 

La lucha es el último recurso, somos vikingos, pero antes somos personas.

- Disculpaos e inclinaos, miserias humanas, o la ira vikinga caerá sobre vosotros. 

Filippo miró inexpresivamente a la guerrera vikinga, pero de haber dejado traslucir lo que sentía en aquel momento, su rostro habría mostrado incredulidad. Incredulidad y enojo. Otra loca más! por qué los dioses me han puesto estas compañeras en el camino?. Viendo como la posibilidad del merecido descanso se iba esfumando poco a poco, el hombre no lo dudó. Mejor acabar con aquello cuanto antes y tal vez, sólo tal vez, consiguiera disfrutar de una pinta de cerveza. Mientras la guerrera exigía rendición -vaya tontería, se dijo Delfiore- su acción no se hizo esperar. Veloz como una flecha, sacó de entre sus ropajes una navaja, de mango gastado de tanto utilizarla y de filo cortante como la lengua de una mala mujer, y arremetió contra el más cercano. La mejor defensa es el ataque. Filippo no recordaba dónde había oído aquella frase por primera vez, pero en los años que llevaba en la calle, esa máxima lo había mantenido con vida.

Ante lo dicho por aquellos burdos marineros que creían ser hombres, Botas se sacó el sombrero y se abanicó con él en muestra del hastío que le producían sus pesadas voces, acabando por alzar la ceja con los obscenos comentarios que salían por la boca de estos.- ¿Ya te sientes mejor? - Habló tranquila o por lo menos tratando de mantener la calma todo cuanto podía... queriendo no saltarle a la pelleja a aquel indeseable y arrancarle a mordiscos la yugular, pero... eso de pronto se le hizo poco apetecible, más que nada al ver la mugre que asomaba por la piel del marinero, la que parecía estar pegada a la camiseta ajada y roñosa... como todo lo que había en aquel maldito puerto.- Mejor, ¿Por qué no te vas a alguna taberna a buscarte un par de fulanas que te digan lo genial que eres, y del increíble intelecto que gozas? Porque si no, puede que el que se abra de piernas seas tu, primor. - Recalcó la ultima palabra, llevando rauda una mano a la empuñadura de su florete, el que sobresalía por su humedecido cinturón de cuero, desenfundando con velocidad.- Ven aquí a probar mi acero, cariño... - Siseó entredientes con sorna, incluso con algo de malicia, tal vez la cabeza de alguno de esos tipos fuera valiosa para alguien... y de esa forma puede que consiguiera el pasaje de vuelta a casa, o por lo menos, el pasaje que la sacara de aquel apestoso lugar. Ya, sin pensárselo dos veces, Botas cargó contra el que había dicho toda aquella retahíla de sandeces, dispuesta a cobrarle sus palabras.

Finalmente pasó lo que cabía esperar, aunque tal vez la cosa no fuera como habían esperado los malandrines.

Antes de que se dieran cuenta, distraídos por las palabras y gestos de Neulens, la Botas y Filippo hicieron bailar sus armas en sus manos, para enterrarlas en los cuerpos de los bribones. El espadín de la Botas, con su habilidosa habilidad en él, se abrió camino fácilmente en la guardia del bocazas de delante, enterrándose profúndamente en sus tripas (-5) ante la pasmosa mirada del desdentado piratuela, este con un gruñido de sorpresa blandió la cabilla que tenía en sus manos contra la tuerta, pero la diestra espadachina logro eludir su ataque como el que el de otro de los marineros de agua dulce.

Filippo, más interesado en ir por faena que en florituras lanzó una cuchillada ascendente al más cercano, dejándole una fea herida a un lado del cuello (-4). Pero este, incapaz de reaccionar ante el dolor de la herida, y otro más de ellos acosaron al pandillero, hasta que uno de ellos logró darle un colpe en el antebrazo que usó para bloquear el golpe que iba a su sien, dejándole el brazo levemente dolido (-1).

Neulens, viendo que aquellos zoquetes eran de los que no atendían a razones, a por lo menos se estas no se respaldaban con hechos, lanzó una estocada con la lanza esgrimida a una mano, el azar, o sus años de usar el arma, quisieron que la ancha hoja de esta se instalara en el pecho de uno de los bravucones de nariz enrojecida, la fuerza del impacto tumbó al tipo al suelo del muelle (-7), entre los ohhh de asombro de algunos de los ociosos mirones. Pero la forma en como el cuerpo del fuera de combate marinero cayó, le costó a la norteña un tiempo precioso para liberar su lanza, momento en el que un compañero del caído le propinó un golpe en la base de la espalda (-1).

A pesar de la superioridad numérica, parecía que la pelea no estaba tan desequilibrada, los compañeros al parecer lograban apañárselas bastante bien... por el momento

Filippo sintió cómo el hormigueo del golpe le llegaba desde la base del codo hasta la punta del hombro haciéndole perder el control de su miembro por unos instantes. Sin embargo, aquel golpe que a otro hombre habría costado buena parte de la ventaja que llevaba en el combate, a Delfiore sólo le facilitó su siguiente movimiento.

Años de pelear en las calles para conservarse con vida habían agudizado sus reflejos permitiéndole, en situaciones de tensión, registrar detalles que la mayoría pasaría por alto. Así fue que cuando se lanzó contra su oponente, vio que en el cinto llevaba un cuchillo de destripar pescados.

-Aaaaaaayyyyyyy! -el grito expresó dolor, más sus ojos no demostraron la afectación. Él era un maestro de la ocultación y aquello no representaba más que teatro. Su jugada tuvo el efecto deseado, provocando que su atacante, aunque estuviera más maltrecho que él, rompiera en carcajadas. Aquel fue su más grande error.

Mientras Filippo dejaba que la mano golpeada siguiera su trayectoria descendente y girara en último momento para atacar al otro maleante que venía por su espalda, la mano sana se movió rauda hasta el cinto del primero de los marineros en un movimiento fluido y sacándolo en un abrir y cerrar de ojos, apuñaló.

Botas en su sed de venganza contra algo, o alguien, pues estaba de demasiado mal humor y aquellos mindundis habían conseguido enfadarla del todo, logro pinchar a su oponente como si fuera un saco de trigo, esquivando el ataque que cayó sobre ella con raudamente, y el siguiente.

-¡Os arrepentiréis! - Murmuró envalentonada y no era porque hubiera visto a uno de los contrincantes caer, más bien... es que Botas no tenia miramientos a la hora de enfrentarse contra alguien o abrir su enorme bocota. Pronto sin mas dilación volvió a la carga, atacando al mismo pirata, pretendiendo que este ejerciera de pinchito moruno. Esperando que el tipo cayera de una maldita vez pues ansiaba beberse una larga y refrescante jarra de cerveza, y tal vez, comer algo dulce pues ya no tenia ganas de más sal. Mientras, vigilaba por el rabillo del ojo bueno al otro contrincante, atenta a cualquier movimiento que pudiera hacer, para que no le pillara desprevenida, se había prometido a si misma no perder ningún miembro más.

Con el ruido de fondo de las aves marinas, y el oleaje, salpicado con las apuestas, abucheos y juramentos del corrillo que se estaba creando entorno a los participantes de la trifulca, los recién llegados compañeros se batían contra los infelices que los habían tomado por carne de trirrema, las destrezas de ellos les ponían en antecedentes...

Con un "¡Os arrepentiréis!" agudo, la Botas liberó su espadín de las tripas del tirillas para blandirlo de nuevo y sacarse de encima a ese roñoso para encarar al otro advenedizo. Pero fue más allá, con un ramalazo de mal rollo fruto de la irritación por su maldito destino, la mercenaria lanzó una diestra estocada que traspasó el cuerpo del malherido malandrín (-16)... partiéndole el corazón en el proceso.

Escurridizo y astuto, el pandillero Delfiore, logró hacerse con un cuchillo de destripar del sorprendido marinero, mientras que con su vieja navaja le abría una sonrisa de oreja a oreja (-3)... en un parpadeo, la hoja recién adquirida rasgó la túnica harapientas, así como la piel del tipo que le había golpeado el antebrazo.

Por su lado Neulens se encaró contra quien le atacara por la espalda, alzando su escudo manteniendo su guardia en alto.

El tipejo que que quedaba ante la Botas decidió que era mejor correr para salvar su quemado pellejo en lugar de quedarse aquí y dejar que la tipa esa le hiciera un descosido que lo mandara al otro mundo.

Por su parte el tipo que combatía a Filippo, quien recibiera una cuchillada en el pecho, maldice en un idioma que desconocido mientras le lanza un porrazo con la cabilla, pero el hábil ladronzuelo se las apaña sin problemas para echarse a un lado.

Finalmente el vengador que atacara a traición a la Pielescarcha, comprueba como es mucho más difícil atacar de cara a alguien que por la espalada y a traición cuando su porra golpea sin ímpetu sobre el escudo de madera y piel de la norteña, quien lo desvía con soltura...

En un abrir y cerrar de ojos, los compañeros habían reducido la cantidad de contendientes de media docena a un par, uno de ellos sangrando ya... ¿cómo terminaría el desenlace?

¡¡PERO ESTO QUE ES!!

El poderoso grito que parece hacer enmudecer a la chusma que apostaba en la pelea  va seguido del oponente de Neulens siendo levantado del suelo por una manaza embutida en un guantelete metálico que le agarra por la cabeza. El sorprendido maleante se encuentra a continuación mirando al ceño fruncido de un hombretón gigantesco. Uno que tiene reputación de hacer estropicios con sus oponentes más pequeños. Tener una reputación como esa en Freeport es más que notable.

¿Estabas amenazando a esta bella muchacha, piltrafilla? El susurro suena como un cañonazo en el silencioso ambiente de la zona. Los recién llegados ven como el público está expectante, como niños antes de que empiece la función.

Nnnnn no no no, Señor Varek. Sólo intentaba robarle la bolsa musita el maleante entre sus apretados dientes. Se oye un "crec crec" poco saludable por la presión de la zarpa del gigantesco hombre sobre el cráneo del mindundi. Sin embargo, la flagrante y obvia mentira parece hacer que el hombretón se relaje.

¡Ah bueno! Si es así no arrancaré tu cabeza de insecto de tu pordiosero cuello. JAJAJAJ. Parece haber un suspiro de desilusión entre los espectadores ante esa frase. Sin embargo prorrumpen en vítores cuando el hombretón de casi 2 metros 30 arroja al maleante como si de un trapo se tratara y este cae haciendo una larga parábola en la hedionda agua del puerto. No ha sido tan espectacular como se esperaban, pero ha valido la pena.

Neulens! Chiquilla! Como tú por aquí!? Ven y dale un abrazo a tu tio!

Neulens sabe perfectamente que Varek no es su tío sino uno de los guerreros de su padre, campeón de las dos pasadas ediciones del concurso de boxeo con osos de la tribu. Fue mandado a Freeport en la misión de reconocimiento que la llevó a ese maldito barco y a esa aun peor tempestad. Parece que al veterano cazador le ha ido mejor que a ella: suda como un cerdo en el cálido clima y parece haber cambiado sus pieles por prendas sureñas (puaj!), pero parece sentirse a gusto entre estos medio-hombres facinerosos. Siempre tuvo facilidad por desenvolverse en ambientes violentos, y supone que eso explica bastante su actual buen humor. Eso, y que es un poco limitado de raciocinio.

Filippo se estaba cansando de aquello. El fastidio por haberse visto privado de su merecido descanso se estaba tornando en una rabia profunda que amenazaba con sacarlo de sus casillas. En esos casos, lo único que podía mantenerlo centrado era actuar con celeridad, acabando con el asunto que tenía ente manos lo más rápido posible. Sin embargo, el destino estaba dispuesto a seguir mofándose de él. Cuando se disponía a realizar una finta que le permitiera tajear de lado a lado a su oponente, un gigante salido de la nada apareció en medio de la refriega espantando al tipejo que tenía en frente. -Qué cojones??? -por primera vez en aquella mañana Delfiore se permitió expresar una emoción. -Hijo de una gran puta!!! Es que nadie piensa dejarme tranquilo hoy?!?!?-. Poniendo toda su voluntad en ello, logró calmar las palabras que pugnaban por salir de su garganta. Pariente de esta loca tenía que ser... Casi me matan por su culpa y cuando voy a exigir el pago por la afrenta, su tío me espanta al tipo... Malditos bárbaros!!!