Partida Rol por web

Uktar se mesó la barba mientras observaba con cierta tensión cómo la pequeña gnomo manipulaba diversos mecanismos debajo de la placa de presión que él y Valiente mantenían para que la pícara pudiera manipularlo.

Finalmente, Eliza se palmeó las manos y se giró hacia sus dos compañeros con una sonrisa de oreja a oreja.

- Ya está - afirmó complacida. Y entonces se oyó.

¡Click!

El enano enarcó una ceja de extrañeza e incredulidad mientras observaba cómo la sonrisa se borraba en la cara de la gnomo.

- Ya está... ¿qué? - preguntó el clérigo con una sensación fatalista.

- Ya está... ¡La hora de correeeer! - exclamó Eliza mientras comenzaba a correr a la par que se oía el lejano roce de piedra contra piedra y el leve temblor de toda la galería.

- Por las barbas de Thor... - dijo entre dientes el enano mientras echaba a correr, tratando de alcanzar la zona segura donde Jack y Heilen estarían esperando.

Jack terminó de colocar los picos ayudado por Heilen, con la esperanza de al menos, si no detener, si desviar la enorme roca que debería venir. Se hizo a un lado, en un punto donde pudiera ver venir a sus compañeros y salir en su ayuda, pero también que le costara poco apartarse, por si le venía la trampa encima.

Sacó su mejor sonrisa de incertidumbre, ante la afirmación de su compañera, levantando una ceja. La verdad es que sabía hacer desaparecer su acento cuando hacía falta, había conseguido hace tiempo pronunciar las erres como los demás, pero por una parte su acento era una parte de él y por otra era muy útil en tantas situaciones y le había ayudado tanto que sería como perder su látigo.

Hay muchas cosas que se esconden, espegando a una pegsona lo suficiente cuguiosa que las desvelen. Le contestó con un guiño. Se quedó quieto con una sonrisa que surgía por la comisura de su lado derecho, cuando la maga puso su cabeza en el pecho del semidemonio.

Le habían pedido muchas veces que se callara, pero nunca de esa forma. ¿Quién podría negarse a una petición tan dulce? Sobretodo cuando venía acompañada de una promesa. Pensó Jack, asintiendo con la cabeza.

Cuando la trampa se activó no necesitó que nadie le advirtiera, respiró hondo, quedándose tranquilo y observando el pasillo por donde vendrían sus compañeros. Deslizó una mano, rozando suavemente las ropas de su compañera y la apoyó en el mango de su látigo, le guiñó un ojo Heilen y volvió su atención al pasillo, preparado para la orden o lo que viniera.

Su primer instinto es salir corriendo en cuánto escucha el "click". Pero en seguida recapacita -somos todos igual de lentos-¡corred! ¡no miréis atrás!- grita haciendo exactamente lo contrario de lo que dicen sus palabras.

Puede que no sirva de nada pero el pequeño paladín confía en su nombre, en su resistencia y en la resistencia de su poderosa armadura; así que en cuánto ve la mole acercarse planta los pies y se prepara para encajarla y con suerte retenerla.

Y unos instantes después apareció Eliza a toda marcha al tiempo que la piedra hizo un chirrido ensordecedor ¿Habría chocado con la placa de presión? Quizá eso la detenía un poco, claramente la roca había acelerado y el rugido y rechinar parecía que iba aplastando algo.

Detrás de Eliza se vio a Uktar, con las barbas mecidas por el viento y tratando de no trastabillar contra las imperfecciones del terreno. A punto estuvo de caer en el giro pero logró mantener el pie por momentos. Uktar giro un momento esperando ver a Valiente tras de sí, pero el jovenzuelo enlatado no se encontraba con ellos. Una punzada de miedo recorrió la columna del enano al entender la suerte del jovenzuelo. Sin pensarlo dos veces y a pesar del peligro Uktar giro sobre si mismo y volvió sobre sus pasos.

Al fondo del pasillo los gritos de Heilen y Jack alertaron a Eliza de que algo iba mal. Ellos mismos se lanzaron a correr hacía el sur al encuentro de la roca. Eliza giró la cabeza y entonces también lo comprendió.

El sonido chirriante de roca contra metal había revelado una des-aceleración creciente y finalmente remitió mucho antes de que Uktar alcanzara la piedra misma. El enano fue el primero en llegar, encontró la roca atascada contra un amasijo de metal que podría ser la placa de presión y contra otro mucho más pequeño que se reconocía claramente como la armadura de valiente.

—¡Maldito pequeño descerebrado!—

Alcanzo a gritar mientras se inclinaba sobre el trozo de brazo que sobresalía, sin importar el inminente peligro que tenía la roca de vencer la resistencia del cuerpo de Valiente y continuar su camino. La roca había quedado atascada entre el techo y la armadura del mediano y Uktar lo único que podía pensar era en sacarle de allí. Desesperado el enano se agacho y trató de socorrerle e inmediatamente se sintió ajeno y mareado. Las manos le temblaban y no lograba enfocar bien lo que estaba viendo. Había sangre, la sangre de su colega y no sabía muy bien que tenía que hacer con ella. Echo rápidamente mano al símbolo sagrado de su orden y cerró los ojos.

Así le encontraron los otros tres cuando llegaron a su altura. Afortunadamente la roca parecía aguantar, aunque la razón por la que aguantaba resultaba vomitiva. Su compañero estaba ahí debajo. ¿Y como demonios iban a hacer para rescatarle?

-Shkkknalagh is taki nok. LorkûQlup shkaragnok-

Escuchas un susurro casi imperceptible de voces ininteligibles. La vista se te queda borrosa y un temblor insoportable se apodera de tus manos y piernas. Una gota de sudor frío recorre tu espalda y te sientes mareado. Es una de las peores sensaciones que has sentido en tu vida, cuando estés mas compuesto solo recordarás una vez en el pasado haberte puesto así de mal, en uno de los peores catarros que has pasado nunca.

Cuando esto pase y te sientas de nuevo tu mismo creerás que lo que te ha ocurrido ha sido un "bajón de tensión" o un "mal humor que se apoderó de tu cuerpo". Pero estará claro que es una afección que has visto otras veces en personas y en ti mismo (aquel mal catarro que tu tuvo en cama)... vamos que no crees que sea mágico, sino enfermedad.

Haber aferrado tu símbolo sagrado te ha reconfortado y ha ayudado a que empezaras a salir de eso.

Uktar, repentinamente, se sintió mal. Muy mal. Durante unos instantes sus piernas flaquearon y el entorno comenzó a darle vueltas. Se encorvó hacia adelante y apoyando sus manos sobre sus rodillas, respiró rápida y profundamente, sintiendo que le faltaba el aire.

Miró a sus compañeros que estaban preocupados sobre cómo sacar a Valiente de debajo de la inmensa roca que lo había aplastado. No parecían advertir su estado... ni oír las inquietantes voces que lo aturdían.

- Deberíais tratar de mover la piedra lo suficiente para que yo pueda tratar de sanar al mediano - dijo con esfuerzo a sus compañeros como única alternativa para intentar sanarlo desesperadamente y cuanto antes.

Uktar maldijo por lo bajo ante la situación: su compañero lo necesitaba ya y él se sentía indispuesto.

Aquello no era, ni de lejos, lo que Heilen había planeado como contramedida a la activación de la trampa. Llegar a la carrera para encontrarse a Valiente así le habría encogido el corazón y revuelto las entrañas si no fuese por la extrañísima manera en que su cabeza funcionaba la mayor parte de las veces. Con un vistazo evaluó la situación y comenzó a idear cómo resolverla como si de un puzzle se tratase.

Ale, inspiración gastada para reponerme y poder actuar a tiempo.

En cuando se dio cuenta de lo ocurrido y de que la piedra no seguía bajando, Eliza dio media vuelta y volvió sobre sus pasos hasta llegar donde el enorme pedrusco se había quedado atascado. – Pero, pero, pero, ¿Por qué has hecho eso? – preguntó incrédula a Valiente, o más bien a lo poco que se veía de él. – ¡Correr siempre es mejor solución que detener algo inevitable! – murmuró mientras empezaba a investigar cómo conseguir sacar al dichoso mediano sin que la piedra se les llevara a todos por delante. Sacó sus herramientas de ladrón y empezó a toquetear, medir, calcular e investigar toda la situación para encontrar la forma de llegar a su objetivo.

– Mmm… si la piedra hace siquiera un movimiento… deberíamos apartarnos y salir corriendo – avisó mientras seguía rebuscando y analizando la situación… esperaba que sus dotes como especialista en trampas y cerraduras le ayudase con ese problema. Notó como Heilen también se disponía a evaluar la situación y asintió hacia la mujer, antes había demostrado tener buena cabeza para esas cosas… ¡seguro que entre las dos conseguían encontrar la mejor forma!

Heilen devolvió el gesto hacia su compañera y se apresuró a asistirla en sus conjeturas aportando sus propias capacidades. Sólo trabajando juntos lograrían salvar la vida del pequeño paladín que no conocía el miedo... Ni siquiera cuando lo tenía delante rodando hacia él.

Jack se apertrechó en el centro del pasadizo y colocó sus manos en la piedra. Con una de sus piernas flexionadas empezó a empujar la piedra imprimiendo la potencia que podía, pero el peso era claramente superior. Uktar flaqueaba al lado del brazo de valiente mientras las chicas se ponían manos a la obra. Un trozo de metal en forma de barra le ayudaba a Eliza a empujar con una palanca y a hacer tope por si la piedra se movía, mientras que Heilen sabiendo que su mente era mucho más poderosa que la fuerza de sus brazos se lanzó a pronunciar la letanía arcana de uno de sus hechizos.

Un resplandor azulado envolvió la piedra que perdió gran parte de su empuje. Jack pudo moverla, aunque aún con algo de dificultad y Eliza presta con un salto hacia adelante clavó la barra en el cuelo para ayudar a sostenerla. Entre los tres contenían la mole de obsidiana que amenazaba con continuar su camino.

Uktar en el suelo observando el esfuerzo encomiable de sus compañeros no pudo evitar sentirse en deuda con ellos. Concentrando toda su voluntad aferró el medallón que cuelga de su pecho. Sus ojos henchidos de furia despejaron las tinieblas que aferraban su mente y con un poderoso agarre arrastró de debajo de la piedra el cuerpo de su compañero.

La armadura había resistido mucho mejor de lo que cualquiera pudiese imaginar el envite de la piedra, pero el cuerpo del mediano había sucumbido a los golpes y la sofocación. Entre sus brazos sin vida se encontraba el cuerpo de su compañero. Mientras Jack y Heilen trataban de no perder la concentración y sostener la piedra. Eliza se deslizó por debajo de las piernas de Jack y saltó delante de la dantesca escena entre el Enano y el Mediano. Pequeño y delicado, como recubierto por una lata sin vida yacía entre sus brazos Valiente.

Aunque entre sollozos lo único que Eliza atisbó a decir fue

—¡Necio!—

- Escuchadme todos, no hay tiempo que perder- dijo Heilen con tono calmado mientras gesticulaba contra la piedra y se alejaba de ella un paso tras otro- voy a conjurar una salida en el techo y habréis de escalarla con rapidez.

Sus ojos se posaron un momento sobre la figura del semidemonio, haciendo denodados esfuerzos por sumar su músculo a la magia que retenía a la piedra negra como la obsidiana de volver a rodar, tomó en cuenta la velocidad de la piedra, las zancadas de su compañero, la magra pero inestimable resistencia de las herramientas de la famosa ladrona y, para su pesar, la debilidad que parecía afectar a Uktar. Toda su concentración pasó a centrarse en resolver aquel problema y sus ojos se perdieron en la distancia.

- ¡JACK! -le vociferó desde bastante más atrás para llamar su atención- Necesito que te prepares y nos grites cuando vayas a correr hacia mí, me recojas del suelo a toda velocidad y uses la cuerda para colarnos a la salida que crearé ¿Entendido?

Con gestos del cuello y mentón le indicó a sus dos compañeros restantes que se acercasen a ella pero sin que sus ojos pareciesen percibirles, los gestos de sus manos continuaban, una fina película de sudor apareciendo entre sus dedos.

- Eliza, habrás de escalar tan rápido como puedas, Uktar, usaré mi magia para que saltes hacie el agujero sin problemas aún con tu malestar y luego escales lo poco que te quede, Eliza te ayudará a subir ¿verdad que sí? Vamos a salir de esta, os quiero con locura.

Contener los sentimientos por la muerte de Valiente no le era difícil pero las palabras traicionaban el genuino cariño que tenía por aquella gente y que los sellos de su corazón puede que no fuesen a aguantar sin más aquella terrible desgracia.

ok, pero no has hecho la tirada de salvación de voluntad.