Partida Rol por web

Había llovío muchismo desde lo del bar del Mariano y lo de aquellos forasteros. Amos, había llovío tanto que se llegó a inundar el riachulo que andaba seco de toa la vida, que incluso la Chon la Gorda se calló de boca cuando tos los vecinos fueron a asomáse y tuvieron que sacála con el tractor del Emilio el Remilgos. Además que se había inundao la viña de Mascachapas padre y este año no iba a sacar ni ná, con lo que le gustaba hacer su colmete en el remolque toas las vindimias, de dos metros, d'esos exageraos que casi se cae la uva por detrás.

Pero la primavera era así, una poqueja de agua y una poqueja de sol y muchas plantas por tos laos. Y muchos que haceres pal alcalde porque la gente ya pedía actividades pa sus chiquillos, pa no tenélos encerráos tol día en casa dando por culo.

La hija del Mariano había vendío el bar a un forastero y con el dinero se había puesto pechugas y se había ido a los madriles. Ahora se la veía por la tele de plató en plató porque se había trajinao a no se quién y a no se cuánto. Amos, que la japuta vivía ahora de lujo, y que cuando le preguntaban de donde era dicía que de Cuenca capital. Aquello era un mentirusco gordo, atao con piedras, pero mejor así, porque sino aquello se les llenaría de gente de la capital con sus camarejas y sus microfonejos y nadie quería na d'eso. 

A los del pueblo les gustaba vivir en su anonimato, con su tranquilidá... Ya lo de los forasteros militares y los vampiros que habían destrozao el pueblo había sio un tocamiento de cojones a dos manos, pero no se podía hacer na. Bueno sí, el alcalde había subío los impuestos, aprovechando que no era año d'ese pa votar, un lectoral desos que ícen. Estaban arreglando toa la plaza, enterica, que iban a tardar más que una borrica tozuda en terminar aquello, porque había más que dos obreros que se pasaban el día discutiendo por cómo se hacía esto o aquello. Aquello era una mastiná tol día oyéndolos a voces en mitá del pueblo, pero hacía las delicias de los jubilaos, que se apoyaban tos en la valla uniéndose al concierto como coro dominante.

Aquello se había convertido en el divertimento del pueblo, tanto que algunos jubilaos se exaltaban demasiao. Y así es como la espichó el Rubio, le dio una solanera porque empezó a contále a uno de los obreros de cuando él era albañil y jefe de obra a la vez. Fue una muerte mu sentía, pero tanta paz lleves como descanso lleves... Y el Rubio dejó mucho descanso.

El guiri, con to lo pasao, ya no solo creía en los gamusinos, sino que iba toas las noches buscando vampiros. Con una ristra de ajos al cuello colgá, que no se le acercaba ni la María la Potas, que esa muchacha se duchaba en Pascuas na más y nadie se ponía a su lao cuando había solera porque le cantaba el alerón de mala manera. Así que ahora estaba paranoico del to, se había visto toas las pilículas de la temática: blei, brácula, el condemor con el chiquito... To lo que tenía que ver pa aprender el oficio de cazar vampiros.

El bar del Mariano se lo había quedao un forastero, que había resultao ser un murciano que había aterrizao con su señora. Entre ambos habían reformao to, aunque bueno, estaba to tirao abajo y más bien lo rehicieron de nuevo. Ahora la tienda y el bar estaban separaos y habían puesto cartelicos pa que la gente no se equivucara ni na.

El Murciano era majo, aunque tenía un acento raro y unos palabros que a saber. Pero güeno, era buen hombre... Menos cuando s'hablaba del trasvase Tajo-Segura, aquello levantaba ampollas. Habían acabao puniendo un cartelico y to prohibiendo el tema, porque allí tos se moñeaban y el Murciano acababa paseando su escopeta cuando se cagaban en la puta madre de los murcianos, diciendo que venían de una puta y un gitano.

La Chon entró al despacho del alcalde, haciendo sonar sus tacones. Había visto muchas series americanas (y quizás pilículas porno en la regional) y por eso pensaba que por ser secretaria era la más sexy del lugar, se ponía escotes y minifaldas... Para desgracia del alcalde, porque a la Chon le decían "la Gorda" por una gran y enorme razón. Vamos, tú me dirás en una zona de mozas recias que una se lleve el apelativo de la Gorda es porque se lo ha ganao. Y vaya que se lo ganaba y a pulso, pa las ferias tos los puestos se hacían el agosto más que con ella, que se paseaba por tos los puestos pa galgear to lo que pillara que de normal no había en el pueblo: las'imburguesas, los perros calentaos, los quevá... To eso. Se ponía como el kiko y eso, pues se veía. 

La Gorda vivía al lao del ayuntamiento, haciendo de los diez pasos que separaban su casa de la casa consistorial el ejercicio diario. Porque ella era mucho de ver la tele tol día y estar tirá en el sofás. El caso, que la mujer entró haciendo sonar sus tacones (o medio tacón, porque si se ponía tacones hundía el piso), llevaba unos papeles pa que el alcalde firmara y leyera.

-Aquí tiés, tos los contratos pa los animadores suicio-culturales pa lo de los guachuzos- le plantó los formularios sobre la mesa. Eran contratos para traer monitores para las actividades de los niños del pueblo, con tal de contentar a los padres lo que fuera. Iban a ser en el polideportivo, y se podrían acercar todos los vecinos. Ahora solo le faltaba encontrar a alguien que pringara como monitor, gente joven... Lo mismo el guiri se prestaba y to, aunque no se le entendiera más que la mitas. -Y ha mandao un señor una pitición pa poner un bazar d'esos pa vender cachivaches pa los chiquillos.

Na más entrar el radiolé a to trapo puesto y nadie detrás del mostrador, pa variar. La murcianica estaría repintándose atrás en el almacén o a saber. Que claro, por eso estaba siempre la tiendecica los cojones llena, aunque hoy no. Que to hay que dicirlo, que si la murciana está pa amagarla tras una mata y darle un meneo, pos lo'sta y eso es asín. Que hasta los maríos se prestan a hacer la compra por sus esposas pa ir a ver como mueve ese culo repretao en unos vaqueros que están pa rompérsele las costuras. Ella es mu coqueta y si le dices "murciana" se pone hecha un basilisco, porque ella es más mejor que nadie, que es una murcianica que pronuncia las eses y que se dispierta dos horas antes de abrir la tienda pa pintáse y vestíse. Las malas lenguas dicen que quiere hacerse con el puesto del alcalde pa las próximas leccioné.

La Pitones se dejó al Paco Pepe aparcao en la bar, no fuera que acabara mirándole el escote a la putangana de la murciana y ya tuvieran lío. Estaban ambos en pleno proceso quesero con la leche de las vacas, pero le faltaba espesante y algunas cosejas pa la casa, asín que la pitones no tuvo más remedio que hacer visita a la tienda. Además la Pitones tenía to su disgusto, que su hija había dejao lo de los catálogos d'intimisi y decía que se metía a actriz. Pero ella ya se olía qu'eso no iba a ir bien, que to eso era un puterío en España, más que enseñando tetamen... Nada que ver con las pilículas güenas del'oeste que ponían en el canal de Castilla la Mancha, eso y los torejos, lo mejor del mundo.

Ya solo le quedaba su hijo pequeño en casa, más malo c'arrancao, pero el arcalde había dicho que iba a hacer unas actividades en el pulideportivo u algo así pa entretener a los guachuzos. Ante se le entretenía en la plaza jugando con el balón, pero ahora estaba en obras y llena de jubilaos, que había más jubilaos que obreros... Ya los podían poner a tos con un pico c'acabaran antes la jodía plaza.

Ya de buena mañana habían entrao por motivos varios en el bar del murciano el pastor y el guiri. Estaba el pastor tomándose el carajillo de la mañana mientras por la tele daban lo del saber vivir, que al murciano le gustaba mucho sentir aquello de fondo mientras escuchaba la charleta habitual del lugar. El murciano era el que le había comprao la taberna a la Berzas antes de que se fuera a hacer los platós por toas las tilivisiones. Vale, que es murcianico, pero acaba de llegar y parece buena gente. Los del pueblo aún se están acostumbrando a su hablar raro, aunque de las comidas no se pueden quejar, que hace unos pasteles de carne, un zarangollo y un arroz con verduras y conejo que te mueres. Además es aficionao a la caza y asín ha hecho muchos amigos en la zona.

En el pueblo se respiraba la emoción, no porque aún hubiera obras por tos laos, que tamién, sino porque se estaban planeando unas actividades d'esas pa los chiquillos. Que habiendo cuatro guachuzos contaos en el pueblo, pos acabarían yendo tos los vecinos. Que dicían que iban a traer una poqueja de to pa que lo pasaran bien, aquello en el pueblo sonaba a ferias y fiestas. No tardarían en montar una verbena improvisa y en tirar una tara ende el campanario. O bueno, una cabra ya no, que vinieron los del gobierno a dicir qu'eso era inhumano... Pero cómo iba a ser humano si era una cabra, copón.

Al cabronero se le había puesto una cabra pachucha y estaba intentando hacer entender al guiri que la cabra cagaba agüilla, pero el guiri ende lo que pasó con los forasteros en pascuas estaba atontinao. Iba tol día con los ajos al cuello y un palo de madera maciza en la mano. Que salía de noche a deshoras pur ahí a cazar dicía... Y que no llevaba ni escopeta, ni perrete ni na pa cazar. Aquel hombre le había dao un mal aire, ende luego.

Ahí estaba tamién en el bar el Paco Pepe, el marío de la Pitones. Al parecer la mujer había ido a comprar a la tienda c'ahora estaba al lao y había aparcao ahí al marío. El Paco Pepe llevaba ya una tajá interesante, y es que o le sentaba mu mal el alcohol o es que venía tajao de casa antes de salir. Tos conocían al Paco Pepe como el borracho del pueblo, pero era mu güena gente, to hay que decílo. Además siempre alegraba las fiestas con sus bailes y sus chanzas. Era lo que se dice un borracho contento. Aunque hoy no estaba contento ni una miaja, que su chica dejaba los catálogos d'intimisi pa ser actriz decía.

-¿Poj tú te cré, lo que nó íce la guashuza? Que quié sé astrí del jolibú... D'esa se van a aprovechá pa qu'enseñe las tetas na má. Una isibicionista, como la madre- dijo con toa su taja negando, mirando al murciano que no sabía si reír o servirle otro carajillo. El Paco Pepe tenía un bailecillo pa tenerse agarrao a la barra que no era normal.

-Poh, eh que Paco... Tú a lah muhereh ni caso, te lo digo yo... Mira la Crihtina, que dice que ehto eh un pueblico de miehda y que quiere ihse a la capital. Pero yo a Madrih ni muehto, acho. Tieneh que tenehlah bien atah, que sino pasa lo que pasa, se te hacen actriceh o te dicen que lah tieneh pequeñah pa jodehte- el murciano se rasco un poco tras la cepa de la oreja, reflexionando sobre los palabros tan bonitos que le decía su mujer. -No entienden, hay que tenehlah contentah... Yo le doy perrah pa que se compreh unoh trapicoh y le pido una bamboh pa mí. Y pijo, poh que no pida máh.

El guiri desde lo de los vampiros había cambiao el cafe con leche de por las mañanas por un carajillo con orujo blanco, por un malentendío del aguardiente con el agua bendita y decía que asín los vampiros no le atacarían. Y el pobre, con la poca tolerancia a la bebía que tenía a veces se pillaba unas torrijas que no eran normal. Pero no, esa mañana taba sereno del tó, que ademá venía de cortar troncos para fabricar una trampa para vampiros en mitá el monte. Había intentao quel cura santificase la plaza, pa que no volvieran los vampiros... y casi acaba en el manicomio, y corrío a gorrazos por el cura, que porque era un santo, que si le pilla uno de la antigua escuela, acaba excomulgao por cansino. -Sorri Evaristo, ai güas pensando en otra cosa... ¿Qué desía de tu cabrica? ¿Ha comío algo raro? Porque tu te subes al monte unos bocadillos veri estreinch an no mextrañaría que se te hubiera indigestao. Que tus cabras no tienen tu capacidá pa tragá cosas raras.

Me quedé extrañá de no ver a naide por la tienda. Aquello estaba vacío, vacío...Que casi me pasa un arbusto seco rulando, asín, como en las pinículas. Entré pa dentro y miré a un lao, después miré a otro. Como no había naide, aproveché pa salsear un poco aquello...Ya sabes, pa ver si lo tiene to colocao bien, si hay mierda, si los yogurs están caducaos...Porque to esto da pa mucho que hablar luego en los corralillos vecinales, donde se debaten temas populares. Asín como el último bombo de penalti, que si el hijo de la Coneja ha salio perdiendo aceite...To esas cosas.

Murciana, murciana...A mi esta mujer...Pos no se. No dejaba de ser una forastera, como el mario. El mario hablaba mu mal, mu mal, mu mal...A veces, pa cuando iba al carajillo, no entendía lo que decía. Porque habla asín..."asdfasdfasdfasdf, acho". Que lo mismo ta dicho de un décimo de lotería, tu las dicho que si, y te lo ha colao el desgraciao. Pues asín. Luego la mujer era un poco golfa. A mí me subía la bilis cuando mi Paco Pepe proponía venir él a comprar. Yo le daba una colleja en esos casos, le que dejaba el cogote peor que la cara de un guiri vendimiando. Y era un poco vaga, o debía serlo. Como tos los del sur.

En ese hilo de pensamientos estoy mientra voy cogiendo lo que necesito y salseando.

- Eeeeeeeeeeeaaaaaaaaa. ¿Tas por aquín?  - a ver si salía la murciana.

Evaristo mira al guiri, lo cierto e que no le extrañaba na que se hubiera vuelto medio loco despue de to lo pasao, ¿Anda andaria los hermano neutre y los otros dos?, pero bueno ya hasia demasiao de eso y no solo de un acontecimiento parinormal (posesión del alcaide), vive un pueblo, sobre la hija del Mariano no hablaba mucho que en lo pueblo hasta los adoquine tiene oido y tu dice aqui una cosa y mañana lo saben tres pueblo más para lla, de todas formas vuelve a centra su atención en el guiri.

-A ve josua que vale que le doy bocata a las cabra pero porque el pan tiene trigo que es un cirial que les viene bien pa tene energía, pero amos que el último que les di era de pan de telera gueno con alfalfa y rastrojo de esas de la que les gusta, lo que yo creo que la pasao a la cabra es que ha bebió agua del río cuando hace unos mese bajo to marrón que en ve de un río parecía una arcantarilla.

-Güat de fak??? Braun güata??? -El guiri, que andaba algo despistado se pone to colorao y encendío a las palabras de Evaristo. Porque tol mundo sabía que a un tiro piedra, río arriba había una fábrica desas que embotellan agua, y a veces limpiaban vayausté a sabé que y salía el agua marrón del tó. Que si, que a vese era cosa de la lluvia, pero cada vé que pasaba el guiri se plantaba con una pancarta en la puerta de la embotelladora a dar por saco hasta que lo echaban a palos. -Ok, Evaristo, vamo a vé tu cabra. L'aremo un analísi a la caca pa vé si sanvenenao. -Mientras iba pensando y en cuanto acabe, me piro pa la fábrica a darles dos voces.

-¿La fábrica? ¿Poj no je la vindieron a unos guiris tamién? ¡Parientes tuyos seguro!- dijo el Paco Pepe, clavando el deo en el pecho del Yosua. Con el pedal que llevaba casi se cae de boca sobre él, aunque solo hizo un vaído par'alante y par'atrás como un tententieso. Aquello era patético y cómico a la vez, tanto que el murciano escupió su carajillo de la risa, que tuvo que ir en corriendo al fregador. -Ande luego los del grinpí mienen pa la cabra del campanario, pero pa toa la mierdeja que echan pal agua los de más pallá na de na.

Allí asomó la murciana cuando le pegaron un chillío.

-Que no hace falta gritar ni un poquico, ¿eh? Que puse un timbrecico por si estaba en la trastienda...- y le señaló un timbrecico d'esos que salían en la tele, en las pilículas y to eso. Amos, un pijoterío de gentes de ciudas y forasteras.

-Si quieres llamarme, pues le das... Mira, con un dedico vale- y le dio ella. La murciana no hablaba como el murciano, parecía que ella se las daba d'algo y que quiría paecer más refinás de lo qu'era. Que esa mujen no le iba a dicir a naide nunca que había nacío en toa la huerta murciana, que habían comprao el bar vindiendo toas las huertas y naranjos de la familia. -¿A ver? ¿Qué se te antoja?- dijo de mu malas formas, porque bien sabía que no había más tiendas en tol pueblo.

-Paco, güadejel ar yu telinmi??? -Ante la insinuación de que lo de la fábrica eran parientes suyos, el guiri se cabrea mogollón, aunque se contiene porque sabe que el Paco Pepe va mu perjudicao. -Endetoas formas, lo de tirá la cabra del campanario pabajo e una enormus burrada. Y me parese mu bien que no sus dejen tirá má cabras... pobres animalicos. Pero lo del braun güata me toca los... ¿como si dise? ¿cojone? -Ante el gesto de asentimiento de Evaristo, Yosua continua- Pué eso, que me toca los cojone que mensusien el río con guarradas. Ara mismo me voy p'alla tu chou alguna verdade.

- Ea ¿quien ha gritao? - le pregunto, porque yo la he llamao normal. Que delicá es esta mujer. Debe ser los morros de selicon que tiene, que lan subio a la cabeza.

Si claro, timbre...Ni que esto fuera un hotel de esos finos que salen en las piniculas. Miré al timbre, la miré a ella.

- Pues que me cobres ¿que se me v`antojar si no? - dejo las cosas en el mostrador, pasando de su timbre y sus teatros de quien quiere darselas de fisna, pero es mas basta que nusotros. Es murciana.

- LA MADRE QUE LOS PARIÓ. Que no hay manera que me ganen un triste partido. - Dejé el piriódico encima la mesa y apoyé la cabeza en las palmas de las manos. Tres partios segíos perdiendo. A lo que se ve, qu´el equipo´l pueblo no levantaba cabeza. Asín como estaba yo ahora mismo. Con la cabeza agacha y casi a punto de ponerme a llorar por culpa del equipucho de los cojones.

De esa guisa se me podía ver, si abrías la puerta de mi despacho, cuando le dio por entrar a la Chon. A esa era pa verla. ¿Quién habría sio el cabrón que le dijo que se vistiese asin? Cada día me venía con un modelito nuevo. Que parecía que se había escapao de un catálogo de´sos del Carrefur. Que gorda estaba la jodía.

- A ver, a ver. Dame pa´ca. – Le pedí a la Chon. - ¿Quién se supone qu´es el fenómeno que me quiere abrir un bazar aquí en el pueblo?

Un bazar. Pos como fuera como uno que vi una vez en una pinicula, que se les escaparon unos bichos que a la noche no podían comer na, ni se los podía mojar tampoco, que se ponían tos como unos joputas… No como fuese asín, ya se podía olvidar el que lo pidiese.

-¿Qué burrá ni que burrá? Ande luego se come la cabra y asín s'empiezan las fiestas, ¡qu'está to pensao!- dijo el Paco Pepe, empinando su carajilla hasta acabálo. A saber como iba a llegar a su casa, se lo tindría que cargar la Pitones encima, que ende luego fuerza tenía. Casi había cargao a él solo al negraco la primera vez, una mujer recia de la Mancha, de las que lo mismico te hacen un buen puchero que te montan solas los araos del trator. -No tiés ni idea guiri, ej que asín memoramos la hambruna que pasamos hasta que apareció una cabreja del pueblo vecino, la encerró el cura en la iglesia y saltó sola ende'l campanario cuanto intentaron d'atrapála. Que to eso lo vivió mi bis abuelo- levantó un dedo, apuntando al guiri pa dáse razón.

El murciano volvió, con unas gotejas del carajillo rebordeándole la barbilla, que se limpiaba con la manga del polo lacoste que l'habái comprao la parienta, con su cocrodilo ahí.

-Acho, eso del agua marroncica lo he vihto yo- comenzó a contar. -Cuando saco a paseah al Tobi- el Tobi era su perro, que venía de Tobías. Los murcianicos no tenían hijos porque la parienta no quería perder la figura dicía, asín que el murciano se había comprao un perrejo y lo tenía mu bien enseñao. El perrejo daba la pateja y rodaba, asín como los de las pilículas. To eso ya lo sabía to'l pueblo, porque el murciano era un hombre mu abierto de los que les gusta hablar de to. -Pa mí qu'están haciendo cosah rarah ahí, luego se quedará el río como el Segura, asín todico lleno de miehda. Muncha miehda, muncha. Que se pusieron a limpiah y sacaron un caballo muehto y un coche. Sí, acho, que luego dicen que loh patoh del río han mutilao d'eso y no se pueden comeh... Loh mihmico la cabra ehtá mutilando también poh dentro.

La murciana miró de reojo a la Pitones, aquella mujer no le caía bien ende nunca. Aunque nunca no era mucho porque no llevaba mucho tiempo tampoco en el pueblo, pero claro, todas las mujeres de pueblo le caían mal. Ella lo que quería era ir a la capital y montar una mercería, pero vender los huertos de la familia no había dado dinero pa tanto y habían acabao en un pueblucho de mierda.

-Pues quién va a gritar, tú- dijo con indignación. Cogió las cosas que había ido a comprar la Cipriana y empezó a teclear en la calclulaóra la suma, con sus uñejas de porcelana y su minicura francesa. -Me han dicho que tu hija se va a meter al porno- soltó de mientras con veneno, d'ese que si te muerdes t'envenenas como la víbora que pico a la Eulalia la bizca. Ende mientras iba mirando las pegatinas de los precios pa sumar to, aprovechando tamién pa bacinear to lo que llevaba. -Uy, ¿dos botes del Raid? Además tenéis cucarachas en casa, que asco, con lo limpita que está mi casa... Pero con las vacas y tanto animal ya se sabe...

-Eto ya e demasiao... Me voy p'alla ahorica mismo, esto no se pué permití... -y mientras sale por la puerta va murmurando cosas en ingles que suenan mu, pero que mu mal... yo pa mi que s'a cabreao y tó.