Partida Rol por web

¿Quién anda ahí?

Preludio (Día 0)

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26/09/2020, 21:32
Narrador

Los días aparecen diferentes entre ellos, pero la noche tiene un único nombre.

Elias Canetti

La noche en el invierno antártico se extendía reptando sobre las horas del reloj hasta abarcar días completos haciendo indistinguible el paso del tiempo. En el interior del Gran Iman, la luz eléctrica producida por los generadores era la única compañía para vuestra lacerada cordura.

El viento, un viento ventisquero, soplaba en lo alto. Ahora, la nieve recogida por las murmurantes ráfagas caía en líneas parejas y cegadoras sobre la parte delantera del sepultado campamento. Si un hombre salía de los túneles que unían los edificios subterráneos del campamento, se perdía a diez pasos de distancia. Afuera, el dedo delgado y negro del mástil radio telefónico se erguía a 100 metros de altura, y más arriba estaba el claro cielo nocturno. Un cielo de viento débil y gimiente que cubría el manto lamiente y enroscado del alba. Y, al norte, llameaban en el horizonte los extraños y airados colores del crepúsculo de la medianoche. Eso era la proximidad de la primavera a 100 metros de altura sobre la Antártida.

En la superficie, estaba la muerte blanca. Una muerte en que los dedos, helados y rígidos como agujas, rehuían el viento y absorbían el calor de todas las cosas tibias. El frío... y una blanca niebla del interminable nevar de los ventisqueros, de las muy finas partículas de nieve que lo lamían todo y oscurecían todas las cosas.

Aquel bramido gélido del viento antártico os hacía estremecer. Especialmente Ostap se estremeció. Cinco días antes había salido a la superficie para ir a un escondrijo de carne helada. Llegó a él, inició el regreso... y, de pronto, surgió del sur el viento ventisquero. La fría y blanca muerte que cruzaba el suelo lo cegó en veinte segundos. Prosiguió la marcha a ciegas, describiendo círculos. Hizo falta media hora y la labor conjunta de cuatro hombres antes de que Jack, Susan, Ben y Jeffrey, guiados desde abajo con una cuerda, lo hallaran en la impenetrable lobreguez.

Dedicasteis un pensamiento a los hombres que habían partido unos días antes de expedición al polo magnético secundario. Un pensamiento acompañado de una sensación aciaga. Ahora estarían apenas protegidos en un campamento casi improvisado allí fuera, en mitad de la más absoluta y blanca nada. ¿Sobrevivirían a la muerte blanca? Queríais confiar en que sí. Habían salido preparados y podían utilizar el motor del tractor de vapor como generador eléctrico para darles calor. Lyra les había explicado como hacerlo.

Sin embargo, un pensamiento funesto, inexplicable y con cierta impresión de ser un pensamiento exógeno os cruzó repentinamente por la cabeza. Ojalá no regresasen. Inmediatamente después de haber pensado aquello, todos, y especialmente Sara, la amante de toda vida, os alarmasteis de vosotros mismos. ¿Pero a qué venía eso? ¿Cómo podíais desear algo tan terrible?. Aturdidos despejasteis vuestra mente rechazando aquel pensamiento que no reconocíais como propio. No podíais saberlo, pero ese rechazo era normal, aquel pensamiento era ajeno a vosotros. Era un reflejo del imaginario colectivo humano que, en su naturaleza más primigenia, sabía que lo que se avecinaba sobre vosotros era tan terrible que desearíais nunca hubiese ocurrido. Eran los ecos de vuestro pensamiento futuro. Eran los ecos del pensamiento pasado de la humanidad más visceral. Era puro instinto resonando anarmónicamente en vuestras cabezas como una campana rota.

Como si de una respuesta muda del Universo se tratase, un fulgurante resplandor rojizo tiñó la atmósfera al sudoeste del campamento, como un relámpago sangrante. Los perros comenzaron a aullar y gimotear inquietos y asustados ante el impotente esfuerzo de Ungâk por carmarlos. Rhonda fue testigo de las enloquecidas coces de las vacas. Mia y Zhou se hicieron un silencioso y angustiado ovillo en sus respectivas camas de la Casa del Paraiso, donde ni Maika ni Kaida lograrían conciliar el sueño esa noche. En la Casa del Elíseo, Ellis reprimio un escalofrío y Jesús comenzo un quedo rezo a su Dios. Ni siquiera el rudo y fornido Jonathan pasaría indiferente y en ese instante se sintió especialmente solo echando de menos a su ex-esposa.

Aquella larga y fría noche se volvió densa y sofocante como un plato de melaza.

Notas de juego

Faltan poco más de 24 horas

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27/09/2020, 19:55
Narrador

Algunos días más tarde...

Flotaba un pensamiento en el ambiente. Uno que nadie recordaba exactamente dónde lo había oído antes pero que formaba parte de esa memoria colectiva que los seres humanos tienden a generar.

Alístate a la expedición, decían. Conocerás mundo, decían. Harás nuevos amigos, decían...

Tantas veces habíais oído esas palabras en boca de unos u otros que ya habían agotado la paciencia de los más transigentes. Todo no había sido más que una farsa. Una engañifa. Una mentira piadosa para atraer incautos como los que habíais acudido. No quedaba ninguna duda de que si el mundo tenía culo, entonces estabais en él.

Hacía más de cinco meses que estabais en aquel infierno blanco y azul y se os habían congelado los dedos de las manos de tanto contar los días que aún quedaban por delante. No había nadie ni nada en kilómetros a la redonda. La vida humana más próxima (la Base Vostok) estaba al otro lado del lago Vostok, a unos 150 kilómetros aproximadamente, lo cual en aquella región inhóspita y remota, perdida de la mano de Dios, significaba casi 3 días de camino a pie en condiciones atmosféricas favorables. Y allí nunca había condiciones atmosféricas favorables. Menos aún en el mes de Agosto. Las temperaturas oscilaban entre -60 y -89 grados centígrados y llevabais meses sumidos en una total y absoluta penumbra a la que el tímido y mortecino Sol que, en los mejores días, apenas se vislumbraba unos minutos en el horizonte, era incapaz de vencer.

Por supuesto, desplazarse a pie largas distancias en aquella remota región y en pleno invierno polar era una locura por muchas raquetas de nieve que pudieras utilizar. Para eso existían los vehículos, si es que se podían llamar así a los dos trineos tirados por perros que tenían en el campamento. También estaba el tractor de vapor, y esa era la apuesta más segura para desplazamientos de poca gente. Lejos quedaban ya los verdaderos vehículos, que os habían llevado hasta allí. Aunque ya en el mismo viaje se pudo ver como cada vez iban siendo más pequeños o más bien, básicos, estaban lejos de poder ser considerados rudimentarios. Primero los enormes aviones Boeing, después aviones más pequeños de hélice sin llegar a poder ser llamados avionetas, después aquel impresionante pájaro naranja y blanco Mi17 que parecía un monstruo por su tamaño para ser un helicóptero ya que podía transportar fácilmente a una treintena de personas. Cualquiera hubiera pensado que ese sería el último alarde de tecnología de vanguardia que veríais cuando aterrizó en la base del Campamento Glaciar Unión, pero aun os esperaba una sorpresa, simplista pero vanguardista, el maravilloso trineo eólico que os había llevado hasta el Gran Imán, allí a las orillas del Vostok.

Al llegar todo se veía tan bien... El frío era un problema, por supuesto, pero visto en retrospectiva, era una cáilda tarde de domingo. En aquel entonces al menos había Sol. Brillaba durante todo el día y hacía que uno se replanteara (equivocadamente) la idea que tenía de la Antártida. También había gente. Mucha más de la que esperabais encontrar al llegar. En época de verano, en aquel campamento había unas 40 personas trabajando. Por las noches se dividían en dos barracones de literas. La Casa del Paraiso era el barracón de las mujeres. La Casa del Elíseo era el barracón de los hombres. Había otros tantos edificios formando el complejo, el principal La Casa de la Administración que era donde estaban las salas comunes incluyendo también el comedor y las cocinas. Pero también había edificios centrados en investigaciones concretas, una para los perros e incluso una casa para otros animales con varias gallinas y cinco vacas que os proveían de huevos y leche fresca. Además, en una situación de emergencia, podían servir para proporcionaros carne.

Al llegar vosotros, una docena abandonó la base en el mismo trineo que usasteis vosotros para llegar hasta allí, así que más o menos se mantuvo el numero de personas. En las siguientes semanas y sin apenas tiempo para acostumbrarse, el campamento se fue vaciando trineo a trineo y ahora solo quedabais 19 personas.

Entre ellos, cinco científicos cuya principal misión allí era la investigación: Los físicos JackMaika y Susan. La niña prodigio y paleobotánica Zhou, que con sus 16 años era la más joven allí, y la bióloga Sara. Mientras los tres primeros centraban sus investigaciones mirando hacia lo alto, las dos últimas lo hacían mirando hacia abajo.

El resto de los presentes se ocupaba de labores de apoyo para las que no eran necesarias conocimientos teóricos, comenzando por las dos únicas notables excepciones. Ellis y la doctora Taneko. El primero alternaba sus responsabilidades asociadas a la seguridad del campamento con labores de apoyo teórico a las investigaciones científicas gracias a su doctorado en ciencias exactas, la segunda no podía englobarse entre los que carecían de conocimientos específicos dada su posición de único médico practicante del campamento.

Otros cuatro de los presentes destacaban por sus conocimientos más aplicados, empezando por el bueno de Ben, que se ocupaba de mantener el complejo sistema de control de la maquinaria siempre activo, además de reiniciar alguna vez algün ordenador personal. Para su desgracia, la falta de comunicaciones con el exterior (a excepción de una radio de onda corta que no siempre lograba señal con el campamento Vostok), le impedía asistir el campamento en remoto.

Completaban el cuarteto JonathanJeffrey y Lyra. Estos conformaban el equipo encargado de labores mecánicas, encabezados por Lyra que era la más experimentada. En realidad, tanto Jonathan como Jeffrey estaban allí más por su capacidad de pilotaje de vehículos terrestres y aéreos respectivamente, aunque eran conocimientos que no podían aprovechar en su día a día salvo la esporádica excepción del tractor de vapor, por lo que acabaron encargándose de la maquinaria que mantenía vivo y a una temperatura asumible el campamento.

Otros profesionales de labores de apoyo eran los dos encargados de la cocina que no podían hacer una pareja más antitética: Rhonda, una mujer americana que había vivido la peor cara del sueño americano y Ostap un simpático ruso americanófilo que solo tenía ojos para las glorias del pais del Tío Sam.

También la siempre eficiente con las finanzas, secretaria administrativa Mia y Ungâk, la cuidadora groenlandesa de los perros que siempre iba acompañada de uno de ellos.

Aún había otra persona allí cuya presencia no estaba especialmente justificada, pero que sí dejaba bastante claro que, al fin y al cabo, aquella era una expedición muy cara y debía obtener financiación de los inversores más variados. Esa era la única explicación asumible para la presencia del excéntrico religioso terraplanista Jesús, que dedicaba bastante tiempo a grabarse videos de sí mismo con la intención de subirlos a internet a su regreso a la civilización.

Completaban la plantilla el doctor BlairMcReady y Mayor, que acababan de regresar de su última expedición trayendo consigo aquello.

Mayor era como conocíais al líder de la base. En realidad, ninguno de los que quedabais conocía su verdadero nombre a excepción, quizás, del doctor Blair. A su regreso os había juntado a todos en la Casa de la Administración. El motivo estaba claro que tenía que ver con aquel objeto que yacía atado con cuerdas y lona embreada sobre la mesa, goteando lenta y metódicamente sobre los pesados tablones, húmedo y delgado bajo el resplandor sin pantalla de la luz eléctrica. El hedor que emanaba de aquel objeto no ayudaba en absoluto a rebajar el asfixiante ambiente a humanidad, a perros, a grasa de cocinar, a máquinas y aceite de motor. Y sin embargo, era un olor que recordaba a la vida de un modo extraño. Casi colateral.

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27/09/2020, 19:56
Mayor

Mayor se adelantó hacia la mesa. Lentamente, sus ojos rastrearon los círculos de mujeres y hombres apretujados en la Casa de la Administración. Su cuerpo alto y erecto concluyó de erguirse y asintió.

-Diecinueve. Todos están aquí.

Hablaba en voz baja, pero ostentaba la clara autoridad de un comandante nato, de un comandante que no sólo lo es por su título.

-Ustedes conocen en líneas generales lo que hay en la trastienda de este descubrimiento de la expedición del Polo Secundario. He estado conferenciando con el segundo comandante McReady y con Blair. Como esto involucra a todo el grupo conviene que todo el personal de la expedición se ocupe del asunto.

Voy a pedirle a McReady que les proporciones los detalles, ya que ustedes han estado demasiado atareados con sus respectivos trabajos para seguir de cerca los esfuerzos de los demás. ¿McReady?

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27/09/2020, 19:57
McReady

Al surgir del segundo término, donde se cernía el azul del humo, McReady parecía una figura de algún mito olvidado, una estatua de bronce dotada de vida y que caminaba: Media metro noventa, y cuando se detuvo junto a la mesa, después de una mirada característica hacia arriba para cerciorarse de que tenía espacio suficiente bajo las cortas vigas del techo, se irguió. Llevaba aún su chaqueta, resistente y de un anaranjado detonante, pero que dada su enorme complexión física no parecía fuera de lugar. Aun allí, a metro y medio por debajo del viento que zumbaba sobre la desolada extensión antártica, penetraba el frío del continente helado y daba sentido a la aspereza del hombre. Y McReady era de bronce: su barba, de un rojo broncíneo, y la roja cabellera a tono con ella. Las nudosas manos que se crispaban y descansaban continuamente sobre los tablones de madera, eran de bronce. Hasta los hundidos ojos, bajo aquellas gruesas cejas, tenían tonalidades broncíneas.

La durabilidad del metal, que resistía al tiempo, se revelaba en los ásperos y duros contornos de su rostro y en los suaves tonos de su gruesa voz.

-Blair y yo estamos de acuerdo en una cosa: en que el ser que hemos hallado aquí no es... de origen terrestre, temo que pueda haber peligro en eso; Blair dice que no lo hay.

Pero volveré a explicar cómo y por qué lo encontramos. Según todo lo que se sabía antes de que viniéramos aquí, parece ser que este punto se halla exactamente sobre el polo magnético sur de la Tierra. La brújula no apunta directamente hacia aquí, como todos ustedes saben. Los instrumentos más delicados de los físicos, especialmente diseñados para esta expedición, y su estudio del polo magnético, percibieron un efecto secundario, una influencia magnética secundaria y menos poderosa a unos ciento treinta kilómetros al sudoeste de aquí.

La expedición magnética secundaria salió a investigar. No hay necesidad de detalles. Lo hallamos, pero no era el enorme meteorito ni la fuente magnética que se había especulado. La ganga de hierro es magnética, como ustedes saben: el hierro, con tanto mayor motivo..., y ciertos aceros especiales, más magnéticos aún. A juzgar por las indicaciones superficiales, el polo secundario que encontramos era pequeño, tan pequeño que su efecto magnético era ridículo. Ningún material magnético concebible podía causarlo. Los sondeos del hielo indicaron que estaba dentro de los treinta metros de la superficie del ventisquero.

Creo que ustedes deben conocer la estructura del lugar. Hay una ancha meseta, una extensión llana que llega a más de doscientos treinta kilómetros al sur de la estación secundaria. Aquella meseta se extiende con la misma lisura hacia el sur. Ahí mismo, donde estaba enterrado eso, había un cerro hundido en el hielo, una muralla de granito que había impedido que los hielos se arrastraran hacia el sur.

Acampamos durante doce días allí, en el borde de esa cordillera hundida en el hielo. Cavamos nuestro campamento en el azul hielo que formaba la superficie. Pero durante doce días consecutivos el viento sopló a 70 kilómetros por hora: Llegó hasta los 80 y bajó a los 60. La temperatura era de 63 grados bajo cero. Aumentó a 60 y bajó a 68. Aquello era meteorológicamente imposible y prosiguió en forma ininterrumpida durante doce días y doce noches.

Más al sur, el aire helado de la meseta polar del sur surge de ese cuenco de 6.000 metros, baja por un desfiladero de la montaña, pasa por sobre un glaciar y sigue hacia el norte. Debe de haber una cordillera que forma túnel y lo encauza, y lleva ese aire helado por espacio de 600 kilómetros hasta dar con la pelada meseta donde encontramos el polo secundario, y a 550 kilómetros más al norte llega al océano Antártico.

Allí siempre ha habido hielos, desde que la Antártida se heló hace veinte millones de años. Nunca debe de haberse producido un deshielo.

Hace veinte millones de años, la Antártida estaba empezando a helarse. Pero practicamos investigaciones y bosquejamos conjeturas. Lo que sucedió fue poco más o menos esto:

Algo bajó del espacio, una nave. La vimos allí, en el hielo azul: era algo así como un submarino sin torrecilla ni timones orientadores, de 90 metros de longitud y 15 de diámetro en su parte más gruesa.

Aquello bajó del espacio, impulsado y llevado por fuerzas que los hombres no han descubierto aún, y no sé cómo, quizás algo funcionó mal, quedó atrapado en el campo magnético de la Tierra. Vino aquí, al sur, sin gobierno probablemente, circunvalando el polo magnético. Hubo probablemente una fuerte nevada, así como un acarreo de materiales de los ventisqueros, y volvió a nevar mientras el continente se helaba: El torbellino debió de ser allí particularmente fuerte, ya que el viento lanzaba un compacto manto blanco sobre el borde de esa montaña, ahora enterrada.

La nave chocó al avanzar con una masa de granito y quedó destrozada. Aunque no murieron todos los pasajeros, el aparato debió de quedar estropeado y su mecanismo de impulsión bloqueado. 

Uno de los pasajeros salió de la nave. El viento que soportamos allí nunca bajó de los 41 kilómetros por hora y la temperatura nunca excedió los -60º. Luego, el viento debió arreciar. Y la nevada caía en maciza sábana. Ese ser debió de extraviarse a diez pasos de distancia.

McReady hizo una breve pausa, y su grave y firme voz dejó paso al zumbido del viento en las alturas y al incómodo y malicioso gorgoteo en la chimenea del hornillo de la cocina.

Le era fácil a un hombre -o a un ser- extraviarse a diez pasos.

-Y el viento era entonces, probablemente, más impenetrable de lo que creemos.

La voz de McReady evocó el bienvenido y húmedo calor del edificio de la administración.

-El pasajero de la nave tampoco estaba preparado, según parece. Se heló a tres metros del misterioso aparato.

Cavamos para encontrar la nave y nuestro túnel dio por casualidad con aquel ser... helado. El hacha para el hielo de Mayor le golpeó el cráneo.

Cuando vimos lo que era, Mayor volvió al tractor y encendió el fuego y, cuando empezó la presión del vapor, llamó a Blair. El propio Mayor estaba enfermo, entonces. En realidad, estuvo enfermo durante tres días.

Al llegar Blair, sacamos a aquel ser metido en un bloque de hielo, como ustedes ven, lo envolvimos y lo cargamos en el tractor para volver aquí.

Queríamos entrar en la nave. Llegamos al flanco de la misma y descubrimos que su metal era desconocido para nosotros. Nuestras herramientas no magnéticas de berilio-bronce no podían afectarlo. Teníamos alguna herramienta de acero en el tractor y tampoco eso lo raspaba. Hicimos tests razonables: hasta intentamos algún ácido de los acumuladores, sin resultados. Cuando llegamos a una compuerta casi cerrada, cortamos el hielo a su alrededor. A través de una pequeña hendidura pudimos mirar y vimos que allí sólo había metal y herramientas, de modo que decidimos desprender el hielo con una bomba.

Teníamos bombas de decanita y de termita. La termita ablanda el hielo; la decanita podía destruir cosas de valor, mientras que el calor de la termita aflojaría simplemente el hielo. Pusimos una bomba de termita, le hicimos una conexión y llevamos el conector por el túnel hasta la superficie, donde esperaba Blair con el tractor a vapor. A cien metros al otro lado de aquel muro de granito hicimos estallar la bomba de termita.

El metal de la nave, que era seguramente una aleación con un noventa y cinco por ciento de magnesio, se incendió. El resplandor de la bomba fulguró y se extinguió; luego, empezó a brillar de nuevo. Volvimos corriendo al tractor y gradualmente el resplandor se acentuó. Desde donde estábamos pudimos ver todo el témpano, iluminado desde abajo por una luz insoportable: la sombra de la nave era un gran cono oscuro que llegaba hasta el norte, donde la luz crepuscular había desaparecido casi. Aquello duró un instante, y contamos otras tres sombras que debían de ser pasajeros helados allí. Luego, los hielos se abatieron sobre la nave.

No sé cómo, en el cegador infierno, pudimos ver grandes objetos inclinados, moles negras. Aquellos debían de ser los motores, lo sabíamos. Secretos que se diluían en una radiación flamígera..., secretos que habrían podido darle al hombre los planetas. Cosas misteriosas que podían levantar y arrojar esa nave... y que se habían impregnado de la fuerza del campo magnético de la Tierra.

El aislamiento, algo, cedió. El campo magnético de la Tierra, que había impregnado los motores, quedó libre. La aurora cayó en el cielo, y la meseta entera quedó bañada en un fuego frío que impedía la visión. El hacha para hielo que tenía en la mano se calentó al rojo. Los botones de metal de mis ropas me quemaron, y un relámpago azulado saltó hacia arriba desde más allá de la pared de granito.

Luego, las murallas de hielo se desplomaron sobre aquello. Por un momento, chilló como el hielo seco cuando es oprimido entre metales.

Estábamos a ciegas y durante horas vagamos a tientas por las tinieblas mientras nuestros ojos se reponían. Descubrimos que todas las bobinas, dinamos y receptores radiotelefónicos, auriculares y altavoces, en un kilómetro y medio a la redonda, estaban fundidos. De no haber tenido el tractor a vapor, no habríamos llegado al campamento secundario.

Volvimos a la base lo antes posible. Esta es la historia de... eso.

La gran barba de bronce de McReady señaló el objeto que estaba sobre la mesa.

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27/09/2020, 19:58
Dr. Blair

Blair se movió con malestar, y sus pequeños dedos huesudos se retorcieron bajo la fuerte luz. Las pequeñas manchas marrones de sus nudillos se movieron hacia atrás y adelante, mientras los tendones temblaban bajo su piel. Apartó un fragmento de lona embreada y miró con impaciencia el oscuro objeto rodeado de hielo que estaba dentro.

- Quiero examinar ese ser. Deshelarlo y hacer placas microscópicas de sus tejidos. McReady no cree que esté exento de peligros, yo sí. McReady, naturalmente, es un meteorólogo y no un biólogo. En otras ocasiones he descrito las formas de vida microscópicas que los biólogos llamamos vivas, aun en estos parajes tan fríos e inhospitalarios. Se hielan en cada invierno y se deshielan en cada verano, durante tres meses, y viven.

Admito que esta microvida puede conservar la facultad de vivir. Los seres inorgánicos, como las células individuales, pueden conservar la vida durante periodos desconocidos cuando se les congela sólidamente. En cuanto al ser en sí, está tan muerto como los mamuts congelados que se encuentran en Siberia. Las formas de vida orgánicas y de desarrollo superior no pueden soportar ese tratamiento.

Tiene que deshelarse esta noche en una de las cabañas, si queremos que se deshiele. Alguien... ¿quién está de guardia hoy? ¡Ah, McReady! Habrá rayos cósmicos esta noche. Bueno, usted tiene que velar a esa momia suya de veinte millones de años. 

Entiéndanlo. No se puede transigir. ¿Por qué han venido aquí usted y Mayor a estudiar el magnetismo? ¿Por qué no se conformaron con quedarse en su país? Hay bastante fuerza magnética en Nueva York. Me sería tan imposible estudiar la vida que tuvo en otros tiempos este ser, basándome en una muestra conservada en formalina, como a ustedes obtener la información que querían en Nueva York Y... ¡si a ésa se la trata así, nunca, en tiempos futuros, podrá haber un facsímil! La raza de la cual proviene debió de desaparecer durante los veinte millones de años que se pasó congelado, de modo que aunque proviniera de Marte, nunca encontraríamos nada semejante. Y... la nave ha desaparecido.

Sólo se puede hacer una cosa... y es lo mejor. Hay que deshelar eso lenta y cuidadosamente, y no en formalina.

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27/09/2020, 19:59
Mayor

Mayor volvió a adelantarse y Blair retrocedió, cediéndole el espacio:

-Creo que Blair tiene razón, caballeros. Es una oportunidad irrepetible. McReady se encargará de vigilar su deshielo durante la noche.

Ansiosamente, Blair estaba desatando las cuerdas. Un solo tirón de la lona embreada y dejó al descubierto aquel ser. El hielo se había derretido un poco con el calor de la habitación y era límpido y azul como un buen cristal grueso. Brillaba, húmedo y bruñido, bajo la áspera luz del globo de vidrio sin pantalla que pendía de arriba, en el techo.

Todos se tornaron repentinamente rígidos. Aquello estaba boca arriba sobre las rústicas y grasientas tablas de la mesa. El roto mango del hacha de bronce para hielo estaba sepultado en el extraño cráneo. Los tres ojos frenéticos, llenos de odio, brillaban con un fuego vivo, relucientes como sangre recién derramada, desde un rostro enmarcado por un nido repulsivo de gusanos que se retorcían, de azules y móviles gusanos que se arrastraban donde debía crecer el pelo...

McReady estaba de pie cerca de la mesa observándolos, el corpachón sólidamente plantado sobre las vigorosas piernas. Mayor, desde el otro extremo, contemplaba fijamente a aquel ser, con odio feroz.

Blair tomó un martillo. El hielo que servía de envoltura al ser se deshizo rápidamente bajo su contacto, abandonando aquello que le protegiera durante veinte mil millares de años...

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27/09/2020, 19:59
Narrador

El resto de los presentes asumió la orden del líder de la expedición. Tenía su punto de razón, pero aquella terrible criatura helaba la sangre más aún que el frío de la Antártida.

A juzgar por la expresión de su fisonomía no humana, estaba irritado cuando se congeló. Decir irritado, en realidad, es lo más aproximado a sus sentimientos, los de un odio frenético, loco, demencial. Con esos tres ojos encarnados y esos cabellos azules que parecen gusanos que se arrastran... Nada de lo engendrado en la Tierra tiene la indecible sublimación de la devastadora ira que ese ser exhibió en su semblante al contemplar a su alrededor la helada desolación terrestre, hace veinte millones de años.

Su sola visión provocaría a un humano de voluntad fuerte constantes pesadillas desde que contemplase esos tres ojos encamados. En ese momento, todos los presentes supieron que esa noche soñarían que ese ser se deshelaba y resucitaba... que no había estado muerto y ni siquiera totalmente inconsciente durante esos veinte millones de años, sino sólo detenido, esperando..., esperando. Soñarán, mientras que ese maldito ser que la Tierra no quiso poseer gotea, gotea esta noche en la Casa del Cosmos.

En la atmósfera se pudo percibir un estremecimiento colectivo. Y entonces todos menos Blair, Mayor y Mcready, desviaron la mirada de aquel ser e intercambiaron sus impresiones.

Notas de juego

Da comienzo el Preludio.

Recordad que el ritmo de partida es de dos posts por semana (entre lunes y jueves). Este inicio es para entrar en personaje y comenzar interpretando las dinámicas de grupo.

Entre el jueves y el viernes haremos el siguiente salto narrativo y el lunes comenzará el día 1 con la primera votación para elegir líder.

A partir de este momento, queda cerrado el Offtopic y las notas no están permitidas.

Gracias por participar y espero que disfrutéis.

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28/09/2020, 11:57
Lyra Becks

No conseguía acostumbrarme a aquel maldito frío, esa sensación continua de no poder entrar en calor era una tortura, y aún quedaban días. Y por si eso fuera poco, ahora teníamos un maldito alien entre nosotros, aún no estaba segura de como procesar todo aquello; yo no había venido para una expedición en busca de vida extraterrestre, ni mucho menos, y mira, ahí estaba, mirándonos desde aquel cubito de hielo que no paraba de deshacerse.

¿Acaso todo aquello era real? Porque si lo era, ¡eran todos idiotas! En cuanto había oído lo de la nave se había encendido en mí una luz de esperanza, esperanza de ver aquella tecnología, aquellos motores de los que hablaban... pero no había durado mucho, pronto la habían apagado mientras narraban como se habían cargado todo lo que habían encontrado menos a aquel bicho jodidamente asqueroso.

Estuve a punto de gritarles, de chillarles, pero es que no tenía fuerzas ni para eso, no merecía la pena, teníamos que convivir en aquel lugar y prefería hacerlo de buenas maneras.

Resoplé visiblemente frustrada.

Entonces... ¿esto es todo lo que queda de vuestro hallazgo? Maldita sea, podía haber aprendido tanto de esos motores de los que habláis, no sabía que hubiese pirómanos en esta expedición - no pude evitar hacer aquel comentario, realmente me habían fastidiado, para algo interesante que encontrábamos por allí y se lo habían cargado a la primera de cambio. 

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28/09/2020, 12:12
_[+]_ R.I.P. - Mia Stuart

Aguanté las explicaciones que nos iban dando MacReady, Blair y el Mayor...casi todas incomprensibles para mi, y supongo que para más de uno de los presentes, pues no todos eran científicos... de hecho, la mayoría no lo eran... lo cual hablaba bien a las claras de lo ineficiente del uso que se les daba a los recursos que la empresa invertía en este proyecto.

Me daba igual el conocimiento que del alien pudiera extraerse... sería ínfimo en relación al beneficio que nos hubiera aportado la nave... y esos tarados la habían destruido... ¿y ahora pensaban descongelar el cuerpo...? ¿Para que pasara lo mismo otra vez? Si había estado tanto tiempo congelado... sacarlo de ese estado podía destruirlo igualmente... y eso sería una catástrofe para los interesa que mi presencia aquí representaba.

Inadmisible.

Asentí a las palabras de Lyra... sin duda estaba en lo cierto... y entonces intervine...

Señores... el cuerpo debería quedar en el estado en el que se ha encontrado, debemos estabilizarlo y mandarlo en la primera oportunidad a las instalaciones que la Empresa tiene en Ushuaia, ahí podrán tratarlo con las mejores garantías y no perderemos más dinero... habida cuenta de que han destruido un objeto que debía de valer millones de dólares...

Tomé aliento mientras miraba al resto... veía todo tipo de reacciones... sin duda pocos casaban con mi carácter pragmático, pero a todos les gustaba cobrar a fin de mes... eso si que lo entendían... y eso solo lo conseguía gente como yo. Si por ellos fueran, se lo gastarían todo en varias chorradas carísimas de escasa utilidad...

Y en todo momento evité mirar la cara del ser... era aterradora... solo un breve vistazo al destaparlo me provocó la mayor congoja que experimenté en toda la vida. Se hiciera, no envidiaba en absoluto a MacReady...

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28/09/2020, 14:43
Maika

Puso la grabadora de su móvil* en cuanto se percató de aquel bulto que traian. Habia malas noticias. Lo sabía. Lo sentía en cada célula que conformoba sus huesos y músculos y necestiaba tener todos los datos recogidos en una fuente fiable. No habia podido dormir mucho desde hacia algunos dias. Su mente le habia estado gritando que habia cometido un error enorme al aceptar aquello, sobre todo porque en gran parte de culpa, su decisión la habia basado en alejarse de su hermana la hermosa y perfecta copia que no era ella. 

Mientras grababa no podia apartar su mirada de aquella cosa negruzca que goteba en el suelo de forma desquiciantemente ritmica mientras iba asimilando las palabras de los pocos que habian vuelto. Solo desvió el centro de su atención hacia Mayor cuando dijeron que habia estado enfermo. Quizás buscando signos o sintomas, o tal vez alguna secuela. Apoyó su hombro contra la pared que tenia a escasos centimetros mientras con su mano libre daba vueltas a su anillo una y otra vez.

Guardó el móvil en el bolsillo de sus vaqueros cuando Blair comenzó a desatar las cuerdas y su cuerpo retrocedió por inercia cuando ni siquiera aún se podia ver nada. Un paso. Dos. Y mientras, buscaba con cierta torpeza apoyo en alguna de las personas que estaba allí, pero todos estaban centrados en otra cosa.

Se aferró a un brazo, no sabia de quien, cuando aquello quedó expuesto. La boca se le impregnó de un regusto amargo mientras volvia el rostro con rápidez para no seguir mirando, pero ya era tarde. Ya se habia quedado impreso en su retina.

Aquello no era como en las peliculas de aliens. No era la experiencia maravillosa que ella hubiera esperado. Ni a nivel intelectual, ni profesional, ni personal. Si hubiera podido hablar habría pedido que se lo llevaran tal y como lo habia hecho Mia, pero no conseguía articular sonido. No queria dormir con esa cosa descongelandose en una habitación aledaña. Ni aunque lo cerraran con cientos de candados y cadenas.

 

 

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28/09/2020, 23:23
_[+]_ R.I.P. - Rhonda Daniels

Cuando terminaron de hablar posicioné mis manos para comenzar a aplaudir tras la actuación del grupo de improvisación de la base, con esta pequeña obra se habían lucido. Una pena que nadie me hubiese invitado al grupo, en la cárcel había formado parte del grupo de teatro y todos insistían en que había interpretado uno de los mejores Otelos de la historia de aquella prisión. Hasta no me habría importado hacer del bicho aquel o haber ayudado en su elaboración con sobras de la casquería del día previo, pero de golpe, mirando a las caras del resto me di cuenta de que no era broma. 

Moví la cabeza a ambos lados, como tratando de eliminar la pompa y circunstancia que la escena parecía exigir y tomé una cafetera cercana para rellenar las tazas de quien así lo pidiesen. Normalmente los mandaría al cuerno y les diría que que se sirviesen ellos mismos, peor necesitaba estar distraída y así podría aprovechar para ver aquel coso más de cerca, porque desde detrás del mostrador del autoservicio (ahora vacío) no se apreciaba un pijo.

- Santo dios. Ni su madre podría querer a eso.- Se me escapó cuando por fin conseguí apreciar los aterradores contornos contenidos en aquel sorbete. 

No era quien para decirles a estos jamelgos qué debían hacer, ellos pagaban, pero descongelar aquella mojama parecía una idea eminentemente pésima. Si lo que querían era recuperar el hacha, no tenían por qué descongelarlo entero, podían probar a arrojarlo en la trituradora industrial, malo sería que se estropease con el hielo. Me sé de alguno que en otras circunstancias pagaría por comerse una hamburguesa con la carne del bicharraco, peor entre científicos parece que no se tercian ciertas bromas.

- ¿Tú lo harías, Ostap? ¿Te comerías una hamburguesa de alien? Hay pocos comportamientos más americanos que hacer una burrada así. Sería el merchandisimg definitivo para cuando el Ridley Scott ese saque otra atrocidad de marcianitos.- Le pregunté a mi risueño compañero de fogones, más por tratar de escapar de aquella sobriedad imperante que por querer saber la respuesta.

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29/09/2020, 06:07
_[+]_ R.I.P. - Kaida Takeno

Aventuras. Eso podía resumir su intención de participar en una expedición que no auguraba cosas muy buenas para ella. Aunque nada la prepararía para ser la única miembro del personal médico. Ellis apoyaba un poco su labor, pero no era lo mismo. Kaida trató de llamar la atención del equipo técnico justo antes de que se marcharan, dejándolos con lo más mínimo y necesario para su supervivencia, pero al parecer valía más el llevar a inversionistas y locos fanáticos que a un personal realmente capacitado. Era el colmo. La pobre chica cargaría una notoria dosis de estrés esos días.

Siempre se le podía ver tratando de cubrir su puesto por sí sola. Organizando y revisando los expedientes médicos de los asistentes, así como vigilando que todo estuviera en condiciones óptimas. A pesar de su ascendencia japonesa, hablaba un inglés perfecto, aunque en ocasiones podía vérsele hablando consigo misma en un idioma que se podía concluir como japonés. Lo malo es que normalmente tenía un rostro enojado al hacer eso, así que era posible que no fueran palabras precisamente amables. A menudo se le escuchaba renegando por el hecho de ser la única en el equipo médico, pero trataba de ser cortés con todos sus compañeros. Al menos mientras estos trataran de mantenerse alejados de problemas. 

Cuando el equipo regresó con esa cosa extraña, Kaida se acercó con velocidad. Pensó que si alguno de ellos estaba enfermo o algo así, debía tratarlo. Después de todo, no quería que alguno de ellos pudiera contagiar a uno de los que no había hecho parte de la expedición y si así era, aumentar sus ya altas posibilidades de morir en ese infierno helado. Kaida normalmente portaba un uniforme blanco para distinguirla del resto como parte del equipo médico. Algo que ella había pedido. Escuchó la historia como todos, pero perdiéndose en la mitad. Hablaban de velocidad, de otras cosas que para ella resultaban incomprensibles. Era como escuchar un idioma desconocido: escuchaba las palabras, pero no comprendía su significado. No sabía por qué era extraño o malo, o algo así. Solo sabía que era atípico. O eso creía comprender de todo eso. Algo que no le pasó desapercibido fue saber que Mayor había enfermado. Su rostro se volvió severo y su piel nívea se tiño levemente de rojo. Al parecer, no se encontraba del todo feliz con la decisión.

- Mayor, debo protestar. Poner algo así aquí puede traer mil y una de esas bacterias de la que habla en nuestro ambiente y causar condiciones no deseadas en el equipo. Debo concordar con la señorita Stuart. Le pido que reconsidere. Pero también debe permitirme hacer mi trabajo y hacerles un examen a los tres. Después de una ausencia tan larga y haber presentado una afección de salud, es mi deber detectarla para tomar las medidas necesarias y no exponernos a los demás - para ser joven y de figura menuda y no una alta estatura, era bastante severa. Su voz era seria y levemente gruesa, pero también dulce al oído. Podría haber sido locutora si así lo hubiera querido. 

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29/09/2020, 07:34
Dr. Blair

¡Oh, vamos! Señorita Stuart, ¡ya hemos pasado por esto!

Respondió indignado Blair viendo peligrar su investigación. Tenía que buscar una forma de darle la vuelta a aquello sin que Mayor cediese a los argumentos de la joven.

Si esperamos y trasladamos a la criatura a cualquier otra localización sería equivalente a perder millones para la empresa y también un conocimiento incalculable para la Ciencia.

¿Qué cree que pasará cuando lleguemos con esto al Campamento Glaciar Union? Quizás no está familiarizada con la práctica de los tratados antárticos, pero no podemos salir de este condenado continente sin que la comunidad entera sepa qué nos llevamos y, ¿qué cree que hará el ejército de Estados Unidos cuando sepa que una empresa norteamericana ha encontrado un Alien en un campamento antártico norteamericano? ¡Se lo llevarán de inmediato! ¡Crearán una opinión pública desmintiéndonos! Lo taparán todo, nos vapulearán. Destrozarán nuestra reputación o a nosotros mismos si no colaboramos y todo estará perdido. Pero lo que el ejército no puede requisar a una empresa es su conocimiento y el valor que puede generar con él. ¡No hay elección! ¡Debemos descongelarlo e investigarlo!

En cuanto a las bacterias que pueda contener, doctora Takeno, le concedo que quizá existen gérmenes vivos aún, pero usted ha planteado el asunto a la inversa. Distan mucho de ser absolutamente inmunes al hombre. Convendrá conmigo que ese ser no es terrestre. Parece imposible que pueda tener una química vital suficientemente semejante a la nuestra como para que el contagio resulte posible, ni aun en forma remota. Yo diría que no hay peligro.

Se giró hacia Mayor y el resto de la audiencia para intentar convencerles.

Quizás ustedes tiengan una idea lamentablemente errónea sobre los virus. En primer lugar, nadie ha demostrado que la teoría de la enzima-molécula, y sólo eso, los explique. Y en segundo lugar, cuando ustedes contraigan la enfermedad del tabaco o la herrumbre del trigo, avísenme. Una planta de trigo está mucho más cerca de la química del cuerpo de ustedes que este ser de otro mundo.

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29/09/2020, 08:27
Mayor

Por lo pronto... - Interrumpió Mayor cansado de los términos dialécticos de Blair - ...detenga sus labores Blair. Vamos a hacernos esas analíticas que la doctora solicita.

En cuanto al futuro de... eso, mentiría si dijera que algo no se remueve en mi interior cuando miro a la criatura que está ahí muerta. A todos nos ocurre, estoy seguro. Pero la señorita Becks tiene razón. El conocimiento que podría haber supuesto investigar la tecnología de este ser sería incalculable. Es por tanto comprensible que lo mismo suceda para disciplinas biológicas y científicas con este especimen. Quizás lo que averigüen revolucione lo que sabemos de la vida y de sus claves...

En cuanto a la seguridad de los presentes, parece que la mayor amenaza es el contagio de alguna enfermedad y hay discrepancia entre los dos expertos en cuanto a si esto es o no posible.

Sea como sea, escucharé la opinión de todos antes de decidir qué hacer finalmente con el hallazgo. Ya conozco las opiniones de las señoritas y del Doctor.

¿Qué opinan el resto?. Tienen hasta el final del día para decidir. Después de eso, o bien lo trasladaremos a la cámara frigorífica de Rhonda y Ostap con la carne, o a la Casa del Cosmos con McReady.

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29/09/2020, 11:45
Jesús Yrion

Jesús pese a estar presente se encontraba haciendo un vídeo sobre como estaba tan cerca de hallar el fin del mundo, pero por algún extraño motivo cada vez que salía de expedición, terminaba por volver al mismo lugar. Teorizando si acaso el hielo giraba bajo sus pies para hacerlo dar vueltas en círculos... ¿Una conspiración con los fabricantes de cintas transportadoras o un Plan Maestro de Dios para que nadie logre despeñarse?. Eso era el tema del vídeo, un vídeo inconcluso debido a que el "Set de Grabación" fue interrumpido... interrumpido para dar una larga explicación y una charla científica que el propio Jesús no comprendía.

-Veamos, dejadme que me aclare... Esa cosa -Dijo señalando hacia los recién llegados- Ha llegado de entre las estrellas porque no es una criatura del Planeta Tierra... ¿Verdad?.

No esperó una respuesta. Por el contrario este hombre de Dios, decidió realizar su propia teoría acerca de qué era esa criatura congelada que hubieron encontrado. Quizás no sería la teoría más acertada de todas, pero al menos era mejor que la que estaba teniendo de las empresas de fabricantes de cintas transportadoras moviendo el hielo.

-¡Quizás sea un regalo de Dios y de su corte celestial!. ¿Es un ángel?. Quizás no como los que tenemos ahora, pero los del viejo testamento eran todos muy raros y amorfos, pero criaturas divinas al fin y al cabo que nuestras mentes limitadas no son capaces de comprender... ¿Tiene un montón de anillos de fuego que giran a su alrededor e incontables ojos?.

Los ojos de Jesús se iluminaron mientras sacaba una cámara y la encendía.

-¡Yo, el Fantástico Jesús Yrion he logrado hallar un Ángel en esta incursión remota!. ¡Un mensajero del cielo que seguramente vino a este planeta a darme la enhorabuena por ser valiente y tratar de alcanzar el borde del mundo conocido y tratar de dar un vistazo al abismo!. ¡Un mensajero de Dios que reconoce mi valía, y el apoyo de Xx_CowGirl69_xX por su generosa donación del mes pasado!.

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29/09/2020, 12:46
Ellis

El frío era algo a lo que te podáis acostumbrar si tenías como contrapartida los miles de calorías que tenías que consumir para sobrevivir. Además era un trabajo bien pagado porque nadie quería poner su culo en mitad de un agujero en el hielo. Comprensible, en particular para los que tenían familia con la que convivir. Por fortuna todo aquello no iba con Ellis, él era un superviviente y sabía optimizar sus recursos. Unos pocos meses en aquella soledad eran el sueldo de un año. Ya había ahorrado bastante y con fortuna no le quedaría demasiado como para haber cumplido su meta de poder retirarse joven, porque para él lo era.

Lo que no decía el contrato era lo jodidamente repetitivo que podían ser los días o, peor incluso, que los días que se salían de la rutina podían ser amenazantes o, como era el caso, escalofriantes. Una criatura salida de vete a saber dónde, probablemente fuese en realidad el producto de un experimento de otra empresa, quizá un arma biológica. Todo aquello tenía mucho más sentido que el hecho de ser un extraterrestre. Se le revolvió el estómago de sólo pensar en aquel ser.

Sintió cómo alguien se aferraba a su brazo y, al mirar de reojo, contempló a una temerosa Maika. La comprendía, no podía negarlo. Parecía salido de alguna pesadilla del señor Lovecraft. Palmeó su mano con la propia en un intento de transmitir calma.

Billones -no pude evitar matizar a la señorita contable-, si estamos hablando en realidad de una nave espacial y de tecnología desconocida.

Sí, hablar de millones de millones no le parecía raro, seguro que suficiente para comprar alguna empresa como Apple. Luego la discusión fue sobre la seguridad biológica y qué hacer o no hacer. Incluso el Mayor tuvo que intervenir, obligándome a golpear con el pie en el suelo con firmeza, como plantándome.

No. No irá con los alimentos. ¿Conoce lo que es la contaminación cruzada? ¿Y si algo de eso se transmite con la comida? Como supervisor de seguridad debo oponerme a un riesgo tan importante. De hecho, si va a quedarse aquí, deberíamos extremar las medidas de seguridad biológicas: máscaras, gafas, guantes. Y todo eso. ¿Correcto, doctores?

En su tono no deja mucho lugar a discusión. Hasta que pone los ojos en blanco después de escuchar a Jesús, preguntándose cuánto estaría pagando a la empresa para que le dejasen tenerlo con ellos. Su discurso era a todas luces un insulto a todos los científicos del lugar y la cara de hastío es notable. Tuvo que morderse la lengua para no hablar y no decir algo realmente desagradable. Cuando al fin hubo respirado, se dirigió al sacerdote. Puede que sólo fuese un numerito, pero era repugnante.

¿No se supone que todo esto debe ser secreto? -cruzó su mirada con el Mayor- ¿No puede poner en riesgo toda la investigación si algo así sale a la luz?

Eran preguntas retóricas. La respuesta a ambas era un claro sí para él.

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29/09/2020, 16:23
Zhou Thurston

Querida Madre, sé que llevas semana y media sin recibir ni una sola de mis cartas. Lo lamento, he estado intentando deshacer la maraña de pensamientos que el frío ha traído a mí. He dudado si seguir escribiéndote pues bien sabemos las dos que cada fragmento de esta expedición que te mando desaparece y cae en saco roto. Leí que las costumbres hacían mantener la cordura en tiempos catastróficos ¿O no fuimos sino los ingleses quienes nos mantuvimos cuerdos en 1914 o, incluso antes, en 1899?

Sin embargo, no hay costumbre que detenga las pesadillas. Y es que a día de hoy no solo me persiguen los fantasmas de los sueños en mi descanso, sino que parecen haber cobrado vida eternamente a mi lado aprovechando que la noche no cesa y no da la campanada para que vuelvan a su plano. Tanto es así, Madre, que en este preciso instante me encuentro frente a la destrucción de la ciencia y no puedo más que mirar. Y lo peor de todo, es que deseo verlo sin pestañear.

¿Recuerdas el Dr Blair? Va a liderar la investigación y yo, tengo posibilidades de estar en su equipo. Y las voy a tomar.

Zhou analizó desde una distancia educada cada uno de los golpes que Mayor asertó al muro entre la realidad estática y enclaustrada de la ciencia y el futuro todavía a modular. Intentó evitar todo singo de nerviosismo y a pesar de ello su pulgar se curvo en la penumbra de la palma de la mano para jugar con el anillo de oro que adornaba el dedo corazón de la joven. Un anillo austero que en su interior guardaba el nombre más importante para Zhou.

Escuchó atentamente las protestas de algunos de los compañeros de ese infierno helado pero solo puso cariño en las palabras que llegaban a sus oídos con la voz de la doctora Takeno.

De poco les iba a servir oponerse a un porvenir tan certero como que el agua no tenía memoria.

 

 

 

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29/09/2020, 17:18
Ungâk

Aquella mujer no podía creer lo que escuchaban sus oídos y sentía en sus propios huesos la impaciencia del animal que estaba a su lado al no saber que era lo que el huelo ocultaba exactamente. Pero antes de descubrirlo tendría que terminar de entender y creer aquel relato que esos tres hombres contaban.

Hablaban del pasado, de extraterrestres y de una prueba real delante de sus propias narices tumbada en aquella camilla improvisada que goteaba. Arctic bufaba, mientras Ungâk estaba muda y solo tenia una pregunta en la cabeza, ¿Tenían fotos de todo aquello? Pero la historia de bombas, naves y fuego quedo en un discreto segundo plano cuando Blair descubrió al fin al ser que dormía en hielo. La mujer se tapo la boca presa de la impresión y su perro ladro con fuerza, con tanta fuerza que tuvo que arrodillarse y usar ambos brazos alrededor de cuello del animal para frenarlo e intentar calmarlo, mientras parecía susurrar algo a su oído erizado, sin poder quitar la mirada de aquel ser de tres ojos. -Ijiraq...

Pronto empezaron a sonar el resto de voces de los presentes y la mujer tuvo que agarrar la boca de Arctic a modo de bozal y mantenerlo cerca para calmarlo. Mientras, continuaba arrodillada junto al animal, observando las gotas negras que formaban charcos en el centro de la discusión. Todo aquello estaba mal. Todo era errado, aquellas personas no eran conscientes de que arrebatar algo al hielo era una sentencia de muerte anunciada, todo lo que se le arrebata a la tierra exige un pago igual y aquella criatura, llevaba mucho tiempo siendo propiedad de Nuna, pronto su ira seria terrible. Pero Ungâk, sabia de la codicia humana y no podría hacer mas que dar su propia opinion.

-Ese ser debe volver al hielo, donde fue enterrado. Si ha permanecido en el hielo por tantos años es necesario que continué allí, el hielo nos a protegido de ello, los niños no deberían jugar con cosas que no entienden. -Hablo al fin, antes de levantarse y llevarse al cánido lejos de la visión del monstruo y evitar que sus ladridos lo despertaran.

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29/09/2020, 23:44
_[+]_ R.I.P. - Ostap Ankudinov

Mis ojos rodaron y se pusieron en blanco cuando alguien les llamó para tener una reunión en aquella sala. ¿Ahora? Bah! Tendría que ponerse de nuevo ese abrigo feo sobre su hermosa camisa hawaiana con tal de no resfriarse de nuevo. No es como si no llevara nada bajo la camisa. De hecho había varias capas de ropa antes de ese fino patrón de palmeras y cocos. Pero me gustaba lucirla.

¿Y todo para que? Los americanos hablaron sobre aliens. Muchas palabras sobre algo metido en hielo y como la cagaron con la nave. El resto estaban cagados con la presencia de aquella cosa que bien podría ser un oso negro espachurrado en alguna carretera y tirado al fondo de un barranco helado.

Lo que quiero decir es que...

- Ostap no tiene miedo de mierda Alien.- Dije acercándome hasta el borde del bloque de hielo.- ¿Comer hamburguesa? Da!! Pero solo si haber apuesta de por medio!- Rei haciendo subir y bajar mi grande barriga.- Amerricanos asustar por todo! En madre Rusia yo encontrarr bichos petrificadas en hielo mayores que esa cosa. Una vez encontré alce atropellado metido en el congeladorr de tía Ptroska. Dijo que ella meterr allí porque no quererr líos con policía. Esa noche el estofado supo a neumático viejo. Arggg.- Puse cara de asco y di un par de golpecitos al hielo esperando que sonara de alguna manera

En realidad ver aquella cosa y mirarla a los ojos aun tras el hielo, acojonaba de verdad. Tragué saliva, intentando disimular que yo también estaba algo preocupado. Hasta que escuché a Jesus y me volví hacia él frunciendo el ceño.

- ¿Otrra vess con esas mierrrdas, señor Yrionn?- Puse mis brazos en jarras, haciéndome parecer casi como un Santa Claus jamaicano, a falta de la barba.- Si eso ser su Angel mi no gustarr ver sus demonios, amigo! Su dios caga cosas muy feas!

Con evidente desprecio hice un gesto con la mano y volví a mirar a esa cosa, esta vez por otro lado disntinto. Era igual de fea al derecho que al revés. Me rasqué el mentón y los carrillos regordetes.

- Esto es como Rosswell, amigos.- Opiné sin mirar a nadie.- Конечно!! - Exclamé afirmando mis propias palabras.- Porque Rosswell fue cierto! Los amerricanos esconder bien pero...naaaaa... rusos más listos. Saber mentiras. Si Amerricanos sacan esto fuerra adiós pasta!! ¿No ver Independence Day?

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30/09/2020, 00:29
_[+]_ R.I.P. - Ben Hudson

La vida no era nunca lo que Ben esperaba. Había elegido aquel trabajo por la soledad. Convivir, socializar, le provocaba dolor de estómago y empeoraba su asma. Así que ¿Por qué no irse al lugar más despoblado y aburrido del planeta? Se había imaginado cenando todas las noches mirando los hoscos rostros de otros inadaptados como él, disfrutando del silencio mientras saboreaba su comida. ¿Y qué había encontrado allí? Fanáticos de la ciencia y la religión, aventureros, dicharacheros cocineros y mujeres, muchas mujeres.

Eso le hacía sentirse más pequeño que de costumbre. Al menos había dos cosas que si habían cumplido sus expectativas; los equipos no se calentaban, y esta era una broma que le parecía muy buena pero que pensaba que nadie querría escuchar, y que estaba lejos de cualquier aventura que lo sacase de su rutina.

Hasta aquel día.

 

No pudo evitarlo, la historia contada a medias por Blair, Mayor y McReady habían puesto enhiestos todos sus nervios igual que clavos de acero que lacerasen sus entrañas. Paro cuando retiraron la lona, no pudo más, vomitó el frugal contenido de su estómago con un hondo gorgoteo. Un hilillo de ácido estomacal colgó de su barbilla, oscilante, dándole un aspecto aún más patético que el que solía tener. Quiso pedir perdón, pero no tenía palabras. Se limpió el mentón y escuchó con horror lo que decían sus compañeros.

Escuchar la historia había sido terrorífico. Ser parte de ella estaba a un nivel tan diferente que todas sus alarmas de pánico se dispararon. Sus emociones, y sus intestinos, eran una montaña rusa que subía, caía y se retorcía. Sus ojos saltones iban de uno a otro de sus compañeros. Su rostro reflejaba sorpresa, miedo e incredulidad a partes iguales. Algunas propuestas le parecieron descabelladas, el resto le asustaban. Ni que decir tiene que no se atrevió a volver a mirar a esa...esa...Cosa. Podía entender que los científicos estuvieran entusiasmados con el descubrimiento sin embargo el proceder de los mismos se asemejaba más al protocolo de expolio de unos piratas somalíes. ¿En qué manos estaban? ¿Cómo iban a poner "eso" en la cámara de la comida? Hasta él sabía que era una locura. ¿Por qué no hacían caso a la doctora? Cuando el hombre religioso habló, volvió a sentir nauseas. Casi vacío por completo su pequeño inhalador.

Si las situaciones cotidianas ponían a Ben contra las cuerdas, aquella lo arrojaba directamente fuera del ring. De todo aquel galimatías que galopaba en su mente como una pesadilla recurrente solo extrajo algo que sedó sus miedos más febriles. Había alguien sentado en medio de aquel grupo de codiciosos, ambiciosos y delirantes expedicionarios. La chica del hielo había hablado bien. Y, aprovechando un silencio, coló su vocecilla. Primero con un carraspeo, luego con una firmeza tan titubeante como un barco de papel de en mitad de una marejada.

—Eso es, devolvámoslo al hielo —desde que había empezado aquel día, e incluso toda la expedición, era la idea más sensata y reconfortante que había escuchado; como el abrazo de una madre.

Sabía que no iban a escucharle. Quizás si tuviera el perfil de héroe americana que tenía McReady, o la altura y la presencia de Mayor. Pero a él no le escucharían.

—Estamos…aislados del mundo exterior. Ahí fuera campa la tormenta. ¿Y queréis encerrarnos esta noche aquí con…con…con eso? —Ya sabía que estaba muerto, llevaba muerto más tiempo que los romanos, pero, por algún motivo, eso no lograba tranquilizarle —. Todo ésto, es una locura.

Le hubiera gustado irse, pero le temblaban tanto las rodillas que no hubiera sido capaz.