Partida Rol por web

A la tercera noche Yvonne apareció muerta, pero no fue el único vástago sin vida hallado, sino que Anna Schelling tampoco se levantó aquella mañana. Y mientras que la primera estaba seca como una pasa, más horrible aún que en su estado natural, con claras muestras de que había sido diabolizada... La segunda tenía la piel violácea, con los labios morados, indicios de que la habían envenenado. Al lado de esta yacía el Marqués de Lyon, envenenado del mismo veneno, seguramente a causa de compartir su sangre con la Marquesa del Este.

Villon aquella noche entró con una rabia y una furia desmedidas. ¡Tres muertes! Todos aquellos Marqueses desagradecidos se estaban riendo de él en su cara. De él, que les había dado todo, que les había protegido y que administraba sus Feudos de una forma gentil, como ningún otro Príncipe haría. Nadie les trataría como él hacía, ni hubiera traído tanta luz al país y sobre todo a la capital.

El Príncipe se sentó encabezando la mesa una vez más, que comenzaba a diezmarse.

-¡Tres asesinatos! ¡Tres asesinatos en mi casa! ¡Habéis sido alguno de vosotros!- señaló a los presentes con un dedo acusador.

Tras lo ocurrido por la noche un silencio sepulcral se extiende por la sala, nadie quiere ser el primero en hablar y enfrentarse a la ira del príncipe, y es muy normal. Hasta ahora todo lo ha dicho ha sido para nada y seguimos igual de ignorantes respecto a la identidad de los culpables que el primer dia

"excepto ellos claro, como deben estar riendose" Miro con el ceño fruncido a los presentes, esperando descubrir un rastro de sonrisa, el brillo de la suficiencia en los ojos, algo. Pero si crea algo una larga no vida son grandes mentirosos

Finalmente decido romper yo el silencio

-Recapitulemos. Los diabolistas han vuelto a atacar a Yvonne tras que ella anunciara ayer muy estupidamente que se encontraba indefensa. Pero no antes de que ella cumpliera su amenaza contra la Marquesa del Este. Algún truco Assamita supongo. Por último el Marques de Lyon debía estar vinculado por sangre a Anna y compartio su destino-

"que par de necios"

-¿alguien tiene alguna información útil aparte de todo esto?-

El anochecer se desvela trágico. Una sombra de pesar atraviesa mi mirada, pero es casi imperceptible para cualquier observador.

- Absurdo. - Digo para resumir el cuadro que se nos ha dibujado al despertar. - Yvonne ha cumplido su palabra, pero en lugar de una víctima se ha cobrado dos. Y los diabolistas han cerrado el círculo. - Miro a los presentes con la impoluta calma que me caracteriza, a pesar que por mis adentros tuviera ganas de saltar sobre cada uno de ellos y arrancarles la verdad a golpes. - Creo que ya es suficiente. No puede decirse que tuviera mucho sentido lo ocurrido hasta la noche de ayer, pero lo de esta noche se lleva la palma. Entiendo que nos hayamos quedado sin habla, madame et messieurs, pero este es momento de dilucidar los dos crímenes que se nos muestran aún irresolutos, no de permanecer en silencio por miedo a ser señalados.

Apruebo a la pregunta de Delacroix asintiendo y miro a los demás.

El marqués de Nantes estaba sentado y callado, visiblemente nervioso. Su pelo, con su corte al estilo medieval, estaba algo desordenado porque cada poco tiempo pasaba sus manos blancas por él, y luego volvía a frotarlas una contra la otra. Sus ojos recorrían a los presentes de uno en uno, como si estuvieran buscando trampas o amenazas.

Anna muerta. Yvonne muerta. Cómo es posible? Cómo es posible! Y quién será el siguiente? Yo? Nunca debería haber abandonado Nantes! Es un desastre! Un desastre!

Ensimismado en sus pensamientos, ni siquiera se dio cuenta de que Gustavo Delacroix había roto el hielo.

Por culpa de la necedad de la Nosferatu, el número de muertes de aquel día era cuanto menos escalofriante. No le sorprendió que la Marquesa del Este tuviese un amante, aunque sí se sintió de algún modo ofendida al ver que lo había escogido a él y que a ella ni siquiera se le había insinuado.

Tras observar los cuerpos de los caídos, miró a Delacroix tras haber formulado este una pregunta y movió la cabeza de lado a lado, luego, volvió a mirar hacia el cuerpo seco de la Nosferatu, quedándose ensimismada.

- ¿Por qué eso? -Sus ojos seguían detenidos en lo que quedaba de Yvonne. Su ceño, levemente fruncido, daba a entender que estaba dándole vueltas a algo.- Era inútil. Ya no servía de nada, ella misma lo dejó bien claro.

Luego de un instante de silencio, levantó la vista y miró a todos los presentes, encontrándose con algunas de las miradas del resto mientras lo hacía.

EL cerco se estrechaba y el asesino no salia a la palestra.

Una muerte anunciada ayer y una venganza cobrada. No entiendo muy bien cual es la causa de el intento de asesinato dos noches seguidas de Yvonne pero al final han logrado su objetivo. Quizá sabia mas de lo que decía.

La cuestión es que ademas de un asesino tenemos rencillas que han hecho ferecer a dos de los nuestros esta noche.

Por el bien de los que quedamos espero no tengamos más choques pintorescos como el de Yvonne y Anna en esta mesa pues al final no quedara nadie para detener al asesino.

Miro a la copa esperando que sus destellos con las luces me hicieran ver mas allá de lo obvio antes que volviera a atacar.

El silencio de Étiénne, no era mas que una estrategia para contener la rabia que sentía, era la tercera noche y la sangre le hervía por rabia, llevaban mas muertes que noches y lo único que habían sacado en claro es que los que mas se exponían, al parecer, eran los mas inocentes y lo peor de todo es que ni siquiera pensaba en como podían elegir al adecuado en la nueva noche. Finalmente, resignado aclaro su garganta, cerro los ojos por mas de un segundo y simulo echar aire mientras decidía hablar.

-Esta claro que, la disputa de aquellas dos mujeres no ha sido nada útil, es mas hemos perdido tres de nosotros y con el mismo resultado hasta ahora, pues no parece que tenemos indicios de nada, salvo que al parecer dejan que nos peleemos entre nosotros y no tenemos nada que utilizar hoy. Por lo que yo pregunto, ¿Seria útil analizar las votaciones de ayer? Esta claro que los muertos de hoy no eran los elegidos por la mayoría, creo que es momento de que cada cual exponga sus razones de voto una vez mas, ya que los implicados ayer y a ser analizados están muertos definitivamente. ¿O alguno tiene una idea mejor?-En esta ultima frase alzo el tono de voz, como si estuviera cansado de errar.

-Por ejemplo, esta claro que el M.Kermorek a levantado muchísimo resentimiento, ¿No seria bueno conocer las razones de quien les voto?-En ese momento su cabeza busco la mirada de la única mujer presente.-Y a nivel personal me gustaría saber la razón de su voto contra mi. Madame Orseau.-Dicho esto, volvió la mano a su mentón, acentuando la costumbre de su vida mortal.

Las palabras del marqués del Norte sacan a Kermorek de su ensimismamiento...

Por ejemplo, esta claro que el M.Kermorek a levantado muchísimo resentimiento, ¿No seria bueno conocer las razones de quien les voto? Y a nivel personal me gustaría saber la razón de su voto contra mi, Madame Orseau.

- Bien, bien, buena apreciación, M. Etienne. ---replica, mientras sigue frotándose las manos vigorosamente---. A mí también me guztaría saber por qué parece que levanto tantas zozpechas entre algunos de los precentes cuando de todos es sabido que hace tiempo que sigo los concejos de aquel español que dijo "haga como yo, no se meta en política". Todos los precentes saben que hace tiempo que apenas pizo por París y que me mantengo en mis dominios. Qué interés podría tener para mí buzcarme problemas? Qué ventajas hay en ello para mí? Ninguna, soy más viejo que la mayoría de uztedes. Por mi parte, confezaré que mis recelos iniciales contra Yvonne fueron en parte por mis propios prejuicios contra su clan y en parte porque, simplemente, se había sentado al final de la mesa, a la derecha del todo. En cuanto a M. de Morsac, me pareció muy zozpechoso como ya dije anoche que se hubiera auzentado de la sala en un momento tan delicado... y mis zozpechas eran compartidas por varios de los precentes, y por el propio Príncipe Villon ---apostilla acompañando sus palabras con un gesto hacia la cabecera de la mesa--- Lástima que se hayan probado erróneas...

Miré con desolación los huecos vacíos de la mesa. No es que hubiera aprecio entre los vástagos que cayeron y yo, más bien una cosa cordial y aséptica. Pero la noche anterior se había cobrado tres no-vidas y uno se preguntaba si sería el siguiente. Y no solo era preocupación por los diabolistas, sino también a que otro miembro de la mesa decida quitar a uno de en medio por un cruce de palabras. Aunque dudaba que alguien más del os presentes perdiera tanto los estribos como Yvonne. Bueno, De Kermorek quizá. Todos conocíamos de su inestabilidad.

- La situación se torna especialmente delicada…Ya no solo es que haya traidores en la mesa, sino que también vamos a tener que preocuparnos por si nos envenamos entre nosotros…- miro a los presentes- Como ya dije en la primera noche, no me voy a subir a la mesa a partirme a camisa con indignación, porque ya todos somos conscientes de la gravedad del asunto y la histeria no sirve de nada. - palpaba uno de los bolsillos de mi pantalones, porque anoche una ghoul encontró mi cacao de olor melocotón y por fin lo tenía en mi poder. No lo quería volver a perder…Dice que se me cayó en los aposentos. El melocotón olía tan bien… Y sabía tan bien, aunque ya casi no puedo recodar sus texturas y sus matices. El potingue me servía para paliar la añoranza, y era divertido untar al aperitivo de turno. Se les quedada la piel toda aromatizada, y suave…Y yo las olía, y las tocaba, y ellas se ponían locas… - Lamentablemente, yo no tengo información útil…Mi voto fue para De Kermorek por la actitud que tuvo la anoche anterior. Estaba nervioso, y poniendo escusas absurdas para desviar de él las miradas por el estado que mostraba. Absurdas porque no me creo que un vástago de su alcurnia y edad salga de su feudo sin asegurarse de su alimentación…Por eso lo voté. No implica que no siguiera pensando que Alcide escondía algo....Él mismo se cubrió de mierda…Y luego resulta que es inocente. Actitud doblemente estúpida, pero bueno, dejemos de hablar de los ausentes que ya poco tienen que decir- digo y bebo de mi copa- Lo que sí me intriga es lo que pasa por la mente de los que anoche dudaron de Yvonne y el ataque tan fervientemente…Ella nos quiso avisar, e intentaron hacer sombra a la advertencia con su escepticismo.

Cabeceo hacia unos y otros mientras hablan, nadie dice nada útil, tantos días y tanta muerte definitiva y no hay nada sólido. Al menos hasta que habla Puissegur, que aunque no llega a nada si me hace pensar de forma algo mas útil

-A Yvonne solo la voto Anna y la verdad que se ahorco sola. Me sorprendio que no la votara mas gente la verdad. Pero creo que algo se puede sacar de las votaciones de ayer, muy polarizadas entre el inocente y difunto De Morsac y el aquí presente de Kermorek. Como se ha señalado ayer se levantaron suspicacias contra de Kermorek, que es quien señalo la ausencia de De Morsac salvandose así. En lugar de buscar hechos que no tenemos vamos a hacer suposiciones.-

Dejo un momento de pausa teatral mientras los demás me observan esperando mis palabras, no puedo evitar disfrutar de los momentos de atención

-supongamos que De Kermorek es un diabolista, viendo que la atención se centra en el la redirige hacia el ausente de Morsac. Es una situación apurada así que sus aliados diabolistas han de ayudarle votando a de Morsac. Ahora veamos quien voto a de Morsarc. El propio Marques de Marsella, por supuesto de Kermorek, de Villeneuve y yo mismo. Según esta teoria los diabolistas seriamos de Kermorek, de Villeneuve y yo.- una nueva pausa dramática

-claro que siendo este el caso no lo habría sacado precisamente yo a colación. Sería estupido. Eso y la seguridad que yo tengo de que yo soy inocente me hace pensar que de Kermorek es inocente, mas alla de sus excentricidades. Como la votación se encontraba entre dos inocentes, o cuatro contando a Yvonne y Anna, es lógico pensar que los diabolistas han votado con tranquilidad dispersando sus votos. Lo cual nos deja de nuevo sin pistas. Excepto por los votos sin sentido y de esos solo hay uno, a estas alturas ya deberiamos ser todos conscientes de la seriedad del asunto, asi que ¿podría explicar su voto a Ettienne marquesa de Avignon?-

Mientras se pasa las manos por la cabeza una vez más, M. de Kermorek debe reconocerse a sí mismo dos cosas:

a) Cuando le dijeron que Delacroix era un estúpido que nunca había tenido una idea original en su vida, se equivocaron.

b) Le está empezando a gustar el maldito Toreador.

Definitivamente, son unas noches bastante extrañas las que nos ha tocado vivir. Llevarme bien con un Toreador, quién me lo iba a decir!

Villeneuve ajustó su traje y su peinado para salir de sus aposentos a encontrarse con los demás cuando la escena lo tomó por sorpresa, aunque no tardó en recuperar la compostura. Siguió caminando hacia la silla para tomar un largo trago. El modus operandi era diferente, lo cual mostraba que los diabolistas habían cumplido sus aspiraciones una vez más.

Escuchó con atención a los presentes y el Brujah parecía estar pidiendo explicaciones y las suposiciones de Delacroix le sacaban una media sonrisa por primera vez. Cierto era que él había tenido algo que ver con la caza de sangre, pero sus palabras eran ciertas.

- Cierto es que, según eso, sería yo un diabolista, pero como ha dicho Monsieur Delacroix, el hecho de haber sido señalado por Monsieur Kermorek por su silencio lo hizo un blanco, el cual algunos seguimos. Sin duda, había unos cuantos blancos posibles y otros no mucho - no le agradaba mucho tener que asentir a las palabras de un primogénito, pues de todos era de conocimiento sus reservas con la primogenitura.

- Y si no le incomoda, Monsieur Étiénne, me gustaría conocer sus motivos. Mera curiosidad simplemente, aunque tampoco quisiera obligarlo a calmarla - hace un gesto de brindar y toma un sorbo, esperando ver la respuesta de Madamme Orseau a Delacroix. 

-claro que siendo este el caso no lo habría sacado precisamente yo a colación. Sería estupido. Eso y la seguridad que yo tengo de que yo soy inocente me hace pensar que de Kermorek es inocente, mas alla de sus excentricidades. Como la votación se encontraba entre dos inocentes, o cuatro contando a Yvonne y Anna, es lógico pensar que los diabolistas han votado con tranquilidad dispersando sus votos. Lo cual nos deja de nuevo sin pistas

- No del todo... ---interviene Kermorek.

Las miradas se fijan en el marques de Nantes, al que muchos consideran un jugador menor en la política de la sociedad cainita francesa y la mayoría simplemente un loco. Qué quiere decir?

- La primogénita Nozferatu dijo claramente que tenía la capacidad de acabar con cualquiera de nozotros. Yo la creí entonces, igual que creí en su inocencia. Supongo que muchos la creímos. Sólo un eztúpido o un loco ---alguno de los presentes esboza una media sonrisa pero Kermorek, con la vista fija en la mesa, no se apercibe de ello--- prezumiría de un poder que no tiene en una situación tan delicada.

Se pasa las dos manos por el pelo y continúa:

- Ahora bien, Yvonne sólo podía uzar su poder en las penumbras, en los momentos en que nos retiramos a nuestros apocentos o mientras nos encontramos invadidos por el Sueño de Caín. No habría podido uzarlo si el Príncipe Villon hubiera convocado la Caza de Sangre contra ella.

Nueva pausa, pero esta vez no hay movimiento de manos. Kermorek ha hecho la pausa intencionadamente, dejando que el mensaje cale entre los presentes, especialmente en el Príncipe y su protegido.

- Creo que el diabolizta o los diaboliztas no son estúpidos, y eran perfectamente concientes de ezto. Por ello, parecería lógico que se hubieran puezto de parte de Yvonne una vez que ella, decezperada por las acuzaciones de la marqueza del Ezte, reveló el alcance de su poder. Una Caza de Sangre contra Yvonne no sería tan útil para los diaboliztas como una Caza de Sangre contra un tercero. Una Caza de Sangre contra un inocente permite a los diaboliztas acabar con Yvonne y, sabiendo que Yvonne va a acabar con Anna... son tres víctimas de una tacada en vez de sólo dos. El vínculo de sangre entre Anna y Alcide fue una dezafortunada carambola... o afortunada dezde el punto de vista de nueztros enemigos, de quienes zozpecho ahora que no querían simplemente diabolizar al gangrel sino que tienen objetivos mucho más altos... todos nozotros, y el propio Principado de París!

Varios de los presentes se mueven incómodos en sus sillas. El marqués de Nantes continúa:

- Puede que mis conjeturas sean equivocadas, pero en ese cazo eztoy seguro de que las dos perzonas que se pucieron de parte de Yvonne serán capaces de explicar por qué. No es cierto, M. Maximo y M. D'Harcourt?

Finalmente, los presentes estaban tratando de hilvanar teorías o acusaciones que puedan traer el agua a su molino. Esto resulta muy interesante, pues así se desvelan los misterios que encierran las bocas más prudentes.

- M. de Kermorek, usted es libre de seguir los consejos de quien le plazca, por supuesto, pero permítame iluminarlo en este punto y es que si alguien le dice que no se meta en política es, simple y llanamente, porque quiere hacer política sin usted. Téngalo en cuenta en un futuro. - Sentencié con mi cadencia pausada habitual, sin variar mi semblante por haber sido nombrado, para contrariedad de algunos.

- Por mi parte, anoche creí a Yvonne, como la mayoría de los presentes, y así lo expuse, pues era tan evidente como cierto ha resultado ser. Por otra parte, M. de Kermorek, si su teoría es que los que apoyamos a Yvonne públicamente somos diabolistas, debería añadir a M. Delacroix a su lista. 

Hice una pausa, que aproveché para apoyar los codos en la mesa, alzar las manos y extender los dedos, para que se tocaran las puntas de los de una mano con las de los de la otra.

- M. de Kermorek, cálmese. Con la presente son dos noches que lleva achicando agua desesperadamente. Y no le culpo por ello, pues sólo sigue entre nosotros por la benevolencia del Príncipe, pues en ambos recuentos usted ha estado entre los más votados. En sus ansias por sobrevivir, ha optado por la estrategia de desviar la atención hacia otros. Ayer lo hizo con M. de Morsac, por no decir que intentó avivar una reacción en contra de Yvonne, que tuvo escaso éxito. En la presente, parece que ha elegido esta nueva estrategia, para buscar culpables. - Negué lentamente con la cabeza, bajando y subiendo los párpados levemente mientras lo hacía. - Lamento comprobar que la tranquilidad de su feudo ha adormecido sus habilidades, pues parece evidente que ha sido así. - Y dije esto sin acritud. Sólo exponía un hecho.

Entonces, olvidé directamente a M. de Kermorek y miré a todos los presentes. - Puestos a elucubrar, yo expondría otro hilo de razonamiento que quizá, sólo quizá, pueda ponernos tras una pista más fiable. - Para lo siguiente, con la intención que se me escuchara bien, hice mi voz más grave y sonora, aunque sin hacer gesto alguno para ello. - Coincido con lo expuesto en que los diabolistas no habrían votado a Yvonne pues sabían de sobra que la atacarían esa noche y era desperdiciar un voto que, además, ante un análisis somero, podría ponerlos en el punto de mira cuando se descubriera, a su muerte, que ella no era una traidora. Lo que a mí, personalmente, me causa desconfianza son los presentes que negaron con rotundidad la veracidad de las palabras de Yvonne y, finalmente, no la votaron a ella. ¿Por qué? - Y acabé el barrido de mi mirada posando mis ojos en Étiénne.

- Me temo que tiene usted muy mala memoria, monsieur- dijo, refiriéndose claramente a Kermorek- Pues ayer fui uno de los que insinuó que Yvonne quizá nos contaba una historia conveniente para ella. Sin embargo, me decidí por usted porque sus declaraciones sobre encontrarse famélico no me parecían del todo acertadas. -se cruzó de brazos, esbozando una media sonrisa- Ciertamente podría haber señalado a Yvonne. Pero el señor Kermorek me irrita, demasiado- explicó, refiriéndose a los demás- Y como era casi seguro que los diabolistas no iban a ir a por mí en esta ocasión, decidí hacerme un favor a mí mismo y abogar por mi paz mental y tratar de evitar escuchar excusas ceceantes de neonato envejecido. -añadió, encogiéndose de hombros- Es un motivo egoista y personal. Pero, ¿quién no querría dejar de escuchar a Kermorek? 

- Y digo que era casi seguro que no iban a ir a por mí porque teniendo a Yvonne, como posible presa con la que acabar para provocar precísamente la confusión en la que estamos sometidos ahora, o a los dos tortolitos a los que con tanta genialidad habéis señalado erróneamente, si es que el veneno de la nosferatu no acababa con ambos, habría sido un desperdicio matarme. Se habría perdido el factor del caos- explicó, con una floritura de la mano- Ahhh... El caos... Pobre Marqués de Lyon. Al menos él me hacía reir. -dijo, finalmente, soltando un bufido, levantando a continuación la vista para mirar a cada uno de los presentes.

- Bien, si vais a soltarme ahora cualquier paparruchada y a sacar vuestros hermosos e inmortales dedos acusadores hacia el frente, hacedme el favor de hacerlo en orden y por turnos. Estoy de mal humor. Y nada me apetece menos que una algarabía de sanguijuelas chochas. 

Por otra parte, M. de Kermorek, si su teoría es que los que apoyamos a Yvonne públicamente somos diabolistas, debería añadir a M. Delacroix a su lista.

- Lo habría hecho si el delfín ---dice refiriéndose al protegido del Príncipe--- no hubiera defendido a Yvonne atrayendo la atención de todos contra Anna Schelling, lo cual era baztante improductivo para los diaboliztas. Si no eztuviera tan convencido de su inocencia, M. D´Huberto, como lo eztaba de la de la primogénita Nozferatu, penzaría que tiene uzted algo contra mí.

El reloj marca cuatro campanadas tras estas palabras. Los cainitas siguen discutiendo y lanzándose insultos pero Kermorek parece ausente. Cuando abre la boca de nuevo, su tono de voz es distinto, más calmado, como de alguien que ha hecho las paces con su destino.

- Permítanme que les cuente una historia. Hace más de cuatrocientos años, coincidí en una fiesta organizada por el rey Enrique II con el que era el médico de su hijo, un tal Michel de Nostredame. Los más jóvenes de ustedes lo conocerán por su nombre latino, Nostradamus. Aquel mortal tenía la capacidad de ver el porvenir y, cuando me fue presentado (eran los tiempos en que me inmiscuía en los asuntos de los mortales) me confesó que había soñado conmigo, y que me había dedicado cuatro versos en sus Profecías:

La noche se hará día en el templo más grande,
se abrirá un gran crater que a todos tragará.
Al cuarto día los cocodrilos roerán
los huesos del monje y luego llorarán sangre.

Estos versos vienen justo después de los famosos versos donde predijo las bombas de Hiroshima y Nagasaki:

Cerca de las puertas y dentro de dos ciudades,
habrá dos azotes como nunca vio nada igual,
hambre, dentro de la peste, por el hierro fuera arrojados,
pedir socorro al gran Dios inmortal.

y son el principal motivo por el que desde hace setenta años apenas paso por Burdeos a pesar de saber que esa arpía de Simone de Arboreux y los suyos conspiran contra mí en la cripta de la catedral. Pensaba que estaba a salvo lejos de la que, en su momento, fue la catedral más grande de Francia y de la Cristiandad... pero no me di cuenta de que el templo más grande es este templo en que nos encontramos, construido para mayor gloria de la vanidad del Príncipe Villon, que echó al Rey Sol a Versalles para poder estar más cerca de sus amados cuadros. El gran cráter es, evidentemente, la pirámide de cristal que hizo construir para poder mirar las estrellas sin tener que abandonar el palacio.

Al decir esto, Kermorek hace un gesto con los brazos señalando las paredes del salón donde se encuentran. Después prosigue:

- Me quedan como mucho dos noches entre estas paredes, he visto demasiadas profecías de Nostradamus cumplirse como para dudar de ellas... aunque nunca pensé que mi final llegaría en París. Aún así os digo, nobles señores, pensad bien lo que hacéis. Al señalarme señaláis a un inocente, y luego lloraréis sangre por haberme condenado... más aún aquellos que me señaláis por banalidades como mi acento o mis gestos. Me seguiréis señalando ahora, cuando he demostrado que puedo imitar las moderneces de vuestro acento contemporáneo, lo haréis a pesar de que demuestro que puedo mantener la calma si quiero? Llorad sangre entonces, pues os señalaréis vosotros mismos!

Hace una pausa y continua:

- Hay varios diabolistas entre nosotros, y mis sospechas se centran en dos de los que me acuzáis, perdón, acusáis, y en la marquesa de Aviñón, Genevieve Orseau, pues a mí me parece su silencio igual de sospechoso que a Delacroix y a Villeneuve.

Sentado en la silla observo cada detalle, cada mueca, cada sonrisa o mirada furiosa hacia las exposiciones de los demás.

Señor de Kermorek, nada más lejos de la realidad, le recuerdo que fui yo quien junto a mi hermano brujah instamos a la nosferatu a que declinara sus palabras de amenaza hacia Ana.

Palabras que como se ha visto hizo realidad. Y mi voto fue por poco desviado de ella hacia usted, pues nadie en su sano juicio atacaría a otro vástago en plena caza de sangre, seria su declaración más flagrante de ser el asesino.

El asesino debe mantenerse oculto disipando su interés entre los demás para poder actuar con libertad.

Si yo fuera el diabolizador, hubiera azuzado a Yvonne a que actuase así, pero no la hubiera matado,..no esperaría una noche mas para que todos se centraran en atacar a la pobre nosferatu mientras planeaba mi siguiente victima con mas calma pues todos los ojos estarían en ella.

Fallo de nuestro asesino. Ahora ha dejado una muerte más pero toda una noche para pensar.

Nos esta diciendo que Nostradamus ya predijo su muerte aquí...eso indica que esta seguro que le vamos a votar y que sera una sangre inocente.

Permitame que le diga que no conocí a tal señor pero que tal poema le exonera de toda culpabilidad y flanquea su posición.

Miro la mesa y paso los dedos por su base fina.

Que mejor cuartada que la del cordero en el matadero. No se si es un asesino o un pobre resignado a su fin.

Miro fijamente a sus ojos

El debate continúa y yo escucho a unos y a otro impertérrito. Seguíamos todos bastante a ciegas, pero yo prefería no intervenir por intervenir para decir alguna gilipollez. Llegado un punto, saco mi nuevo cacao olor melocotón y lo huelo.

No puedo sino parpadear un par de veces ante la teoría de Kermorek, porque me temo que me he perdido.

- Permítame decirle Monsieur Kermorek que me he perdido en su teoría…- digo y me guardo el cacao, pues ahora íbamos a hablar- Personalmente , no le encuentro mucho sentido - como muchas de sus actitudes, señor mío-  Quizá vea más lúcidas las palabras de Armand. - le asiento a aludido- Por otro lado, Monsieur D'Harcourt, me temo que no está muy a disposición de hablar de sanguijuelas chochas…Y que curioso que esté usted tan seguro de que no iba a sufrir el destino de Yvonne…Se nota que le ha dado usted vueltas a la muerte de Yvonne, lo que provocaría o dejara de provocar…¿Pero ha sido antes o después del crimen? Ojo, es un factor importante.

Vuelvo a mirar a Kermorek cuando nos “deleita” con su historia de Nostradamus. Está mal de la chaveta, y es cómico que lo diga yo…

- Si, Monsieur, seguro que es lo que nos hace falta ahora mismo. Escuchar historias sobre un adivino y sus profecías hacia usted como argumento sólido...- con cierto sarcasmo- Usted puede hablar como guste, pero estamos en un juicio y yo valoro lo que veo…Y lo que vi en usted me hizo sospechar. Y esta noche lo veo muy temeroso de su futuro, le falta rasgarse la camisa…Por regla de tres todos deberíamos temer, pero si perdemos los estribos esto se convierte en una jaula de grillos carentes de pensar con lógica y fríamente…

Palmo mis bolsillo. Ay, mi cacao...Es tan ideal. ¿El resto de cosas está, no? Procedo a mirar si lo tengo todo. Llaves con llavero de Bob Esponja, cartera, cacao...

D'Harcourt escuchó a Kermorek, y luego a Máximo, frunciendo el ceño primero, mientras su expresión pasaba de la incredulidad a la hilaridad más absoluta. Sin poder evitarlo, acabó emitiendo una sonora carcajada, que de haberse producido cuando aún conservaba la mortalidad, lo habría asfixiado y le habría sacado más de una lágrima

- Perdón, perdón...-dijo, entre risas sonoras- Ay, esto sí que es bueno. ¿Que Nostradamus le escribió un poema? ¿Y que eso lo exonera de culpabilidad?- preguntó, más bien de manera retórica, señalándolo mientras volvía a sucumbir ante las carcajadas- Ay Dios, ¿es que se os ha contagiado lo de Puissegur?- añadió, obligándose a suspirar- No, no... Eso no es posible. Puissegur no está cuerdo pero no es tan necio- concluyó, pasándose una mano por la frente, aún con una mueca divertida bailándole en los labios- Eh, Kermorek, cuando era jovencito retocé con tu madre en un pajar. Ella me escribió también un poema. ¿Eso me exonera de culpa? - preguntó, encogiéndose de hombros, esbozando una amplia e inocente sonrisa. 

Miró entonces a Puissegur- No es que le diera vueltas al asunto de Yvonne antes o después. Es que me lo escribió la madre de Kermorek en un poema mientras la hacía mugir como una res, ¿sabe?- dijo, volviendo a carcajearse, tapándose la boca con la mano- Bueno, ya basta. ¿Veis lo que habéis conseguido? ¡Ya estoy perdiendo la compostura! Ay, qué cruz.