Partida Rol por web

¿Quien vigila a los vigilantes? (Partida de Fabulas)

Prologo: Un viaje movido en el tren

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30/03/2009, 20:22
Director

Con el traquetreo del tren, os manteneis en vela, las 5 horas de trayecto desde el anden, antes de dejaros en una parada para coger una diligencia donde os llevara a vuestro objetivo... La verdad, es que sois agentes algo duchos en temas escabrosos, pero cuando os han dado los informes sobre la que ocurre en la pequeña aldea os dan escalofrios, familias enteras calcinadas a la vista de todos, sin que hubiera nada de por medio. Sin duda actividad imaginaria, de la peor clase, teneis que encontrar al culpable e intentar calmar a la opinion publica, poniendolo como habladurias de pueblerinos. Estais compartiendo un mismo compartimento. A pesar de estar con una dama, lo que armo bastante follon cuando embarcasteis...

Pero con la excusa de ser familiares iendo a un entierro lo habeis calmado... Mientrás tanto el viaje es bastante tranquilo, sin apenas ningún sobresalto excepto quizás los problemas de la via... Quizás sea hora de que os presenteis, además estais sin comer y un piscolabis en el compartimento-restaurante seria bienvenido...

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31/03/2009, 21:04
Muriel Brannagh

Miro a mis compañeros a través de la negra mantilla de encaje, que me he colocado antes de subir al tren, tratando de seguir con la tapadera de encontrarnos de camino a un funeral.

Ellos me parecen tranquilos y afables. Creo reconocer alguno de sus rostros. Quizá nos hemos visto antes por los pasillos de la Sociedad de Londres.

Mi nombre es Muriel Brannagh -digo cortando sin miedo el tenso silencio-. Supongo que ya lo sabían. Creo de hecho que se menciona en el informe que nos han entregado. Pero quería presentarme formalmente.

Tiendo mi mano, cubierta por un guante negro a juego con mi tocado, al hombre de canos cabellos que se encuentra sentado frente a mí.

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01/04/2009, 18:37
Arcturus J. Brownbeach

Encantado -Saluda el anciano, mientras dirige una mirada misteriosamente comprensiva a la dama, tan intensa que parece retener momentáneamente los ojos de ésta- Desde luego que he oído hablar de usted. ¿No tiene hambre? Creo -Se dirige a los demás- que podría invitarles a todos a un tentempié, si no tienen inconveniente.

sus gestos son inteligentes y los ejecuta con medida precisión, a pesar de que su mano, en ocasiones, tiemble por su envejecimiento.

Su voz envuelve y atrapa como un buen perfume, extrañamente agradable en su ronca dulzura.

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04/04/2009, 00:43
Muriel Brannagh

¡Sería estupendo! -digo en tono jovial-. Nos mo... Quiero decir -rectifico-. ME muero de hambre.

No puedo evitar que mi voz y mis gestos parezcan exagerados al referirme a mi misma. Tampoco el que mi mano izquierda se pose, inconscientemente, sobre el guardapelo que llevo oculto bajo el sobrio vestido añil.

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04/04/2009, 11:30
Lutien

Muy bien viejo. Comeremos todos juntos. Espero que ya que todos sois tan leidos, sepáis que mi nombre es Lutien. Soy de esos a los que no les importa estar con el lobo feroz en el cuento de Caperucita; los jodidos Grimm criticaron más de lo que debían a la pobre fábula.
Sé algo de usted viejo. Por lo visto le gusta muy poco ahorrar. Sin embargo, los informes no contemplaban gran cosa sobre su pasado, señorita Muriel.

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04/04/2009, 16:04
Arcturus J. Brownbeach

Arcturus parece pasar por alto el pequeño gazapo de Muriel, y asiente educadamente a las palabras de ambos interlocutores.

Está claro que la señorita desea ser discreta... -El anciano guiña un ojo a la dama en gesto de cortés complicidad- Vaya, que maleducado he sido. Como podréis consultar me llamo Arcturus Brownwood, pero podéis llamarme Arthur.

Por cierto... los Grimm, entre los autores dedicados a éstos temas, son extraordinariamente fidedignos -para ser unos grises universitarios, claro está. -Arthur pronuncia las últimas palabras con una ligera sonrisa.

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04/04/2009, 17:56
Muriel Brannagh

Con una media sonrisa picaruela pienso en lo mencionado por Lutien:

Un amante de las fábulas... -susurro casi para mí misma, fijando mis ojos curiosos en el francés.

Reconozco que me sorprende mucho su afirmación, monsieur Lutien. ¿No hay gran cosa sobre mí en los informes? -digo con exagerada indignación-. Pensé que mi caso habría dado para más.

Me sorprendo al escuchar mis últimas palabras. Me han resultado más crispadas de lo que pretendía. Así que rápidamente añado:

Si alguna vez les cuesta coger el suelo, gustosa les contaré mi historia. Desgraciadamente es temprano para aburrirles de tan sobremanera con mi relato.

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04/04/2009, 18:32
Lutien

Lutien mira por las ventanas del tren y mueve el dedo arriba y abajo dibujando el contorno de las montañas.

Lo único que vemos por ahora es la silueta del firmamento. Cuéntanos tu historia. Tal vez así podamos pasar el rato.
No creo que los Grimm fuesen tan fidedignos. Te garantizo, viejo, que el lobo feroz no era tan estúpido, ni tan malvado como lo relataron. Tan sólo tenía hambre y desafortunadamente tropezó con la persona equivocada. A cualquiera puede pasarnos.
Veo que hablan con un lenguaje muy educado. Lo siento caballeretes, pero no soy de ese tipo de gente que tiene que poner usted delante de cada frase.

Lutien apoya sus manos y se pueden ver escritas en sus nudillos las palabras "hate" y "love".

Espero ansioso tu historia mujercita.

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04/04/2009, 18:06
Arcturus J. Brownbeach

Nunca es temprano para una buena historia, pero comprendo y respaldo su decisión.

Si me disculpan, iré a buscar viandas para satisfacer nuestros apetitos, y si tengo que batirme con el maquinista para lograrlo, no duden que así lo haré. -Su tono es tan jocoso como solemne cuando se levanta y despide gentilmente, enarbolando un florete salido de su nutrido equipaje.

 

Notas de juego

La odisea por la comida se prolongará hasta el término de la semana santa.

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04/04/2009, 19:46
Muriel Brannagh

Está bien, sr. Brownbeach -inclino mi cabeza cortésmente hacia el anciano-. Aquí le aguardaremos.

Me aclaro la garganta y me desprendo del lúgubre tocado, dejándolo a mi lado en el asiento.

Solo le advierto que es usted quien lo ha pedido.

 

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04/04/2009, 19:54
Muriel Brannagh

Mi nombre de soltera es Muriel Nic Cárthaigh. Y mi desventura es larga y tediosa:

Cuando todo comenzó, ya solo faltaban unos meses para mi enlace con Jonathan Brannagh. Yo tenía 15 años, casi 16. El 20. Éramos dos tontos enamorados -digo, sonriendo con tristeza.

Todo tendría que haber salido bien. Íbamos a ser tan felices…

Recuerdo que aquella mañana me levanté emocionada pensando en las compras que haríamos en el mercado de Derry, a solo 20 minutos de la casa de mis padres en Shantallow.

Jonathan y yo estábamos a punto de ultimar los detalles de la compra de nuestra nueva casa. Queríamos tenerlo todo listo lo antes posible, para mudarnos allí en cuanto estuviésemos casados.

Recuerdo que, cuando salimos de la oficina del notario, John me sonrió con una mirada de complicidad que hizo que me temblaran las rodillas. Estaba tan contento que decidió que ya era hora de que fuésemos a comprar un nuevo broche para mi vestido nupcial, ya que mi pequeña hermana, Florence, había decidido que si yo heredaba el anillo de la abuela, ella sería la legitima propietaria del pasador de mamá en cuanto tuviese edad para lucirlo.

En aquel momento solo podía estar enfadada con ella, no era capaz de entender cómo podía comportarse de forma tan egoísta en a las vísperas de mi casamiento con John.

En parte, durante años la he estado responsabilizando de lo que ocurrió -reconozco avergonzada-. ¡Si ella no se hubiese puesto tan cabezona yo no habría estado tan vulnerable aquellos días! ¡Si no se hubiese quedado con el broche, Jon no me habría llevado a aquella tienda de Derry, y yo no habría comprado esa joya infernal!

Con mi mano izquierda aprieto con fuerza la tela del pecho de mi vestido hasta que mis nudillos se tornan blanos.

El alfiler era de fina plata, con engarces de marfil y una hermosa perla en el centro de lo que a mí me pareció una sofisticada grafía. -continúo-. Cuando me lo probé con el vestido, sentí que no había habido, ni habría jamás, novia más hermosa que yo. Fue entonces cuando todo se nubló en mi mente.

Al principió pensé que se trataba de un producto de mi imaginación, un mero delirio, una ilusión -Toco con la derecha el frío vidrio-. ¡Mi reflejo no era el mío! El espejo me engañaba. Quien llevaba mi blanco vestido no era yo, si no una mujer de tez blanca, casi azulada; de ojos si pupilas y cabellos negros y húmedos como las algas de una marisma.

Mientras la describo puedo verla con claridez en el cristal.

Carraspeo y cambio mi voz ligeramente:

Valla, por fin una virgen ­­–me contestó la aparición turbándome aún más.

Aunque mi desconocido reflejo movía los labios, aquellas palabras surgían como un eco directamente en mi cabeza.

¡Loca, me estaba volviendo loca! -exclamo turbada reviviendo el momento-. No había otra explicación.

Mi nombre es Cordelia, la joya de los Océanos –siguió consternándome– O al menos, así me llamaban los hombres antes de ser encerrada.

Aquella extraña criatura afirmaba ser el espíritu del río Foyle -explico-, atrapada (según ella) injustamente en el alfiler, por culpa de un sátiro que hace mil años le juró su amor, para luego traicionarla encerrándola, hasta ese día, en aquel prendedor.

Yo apenas había comenzado a asimilar esa información, cuando el broche comenzó a brillar, con una luz plateada casi espectral -Vuelvo a palparlo a través de la tela.

Con permiso –había dicho ella. Y, en un momento, el broche había desaparecido.

Lo empecé a buscar entre mi ropa sin saber muy bien porqué. Cordelia sonrió y comenzó a desabrocharse el vestido en el irreal reflejo del cristal. ¡Allí estaba! Directamente engarzado en mi piel.

Así no podrás deshacerte de mí.

Sin poder contenerlas las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos, corriendo el sobrio maquillaje.

Me doy unos minutos para tranquilizarme.

Y hasta el día de hoy así ha sido -prosigo.

Al principio traté de seguir con mi vida ocultando esta embarazosa situación a mis padres, mi hermana y, por supuesto, a John. Pero finalmente, el día de mi boda, todo se desbordó. Literalmente.

Cuando mi ya esposo trató de basarme, estallé en una explosión de agua que propulsó a Jonathan al otro extremo de la iglesia. Mi familia y amigos huyeron despavoridos. Nadie podía entender qué era lo que estaba ocurriendo.

Destrozada huí hasta las orillas del Foyle. Me sumergí en las aguas, y allí trate de ahogar mi maldición, junto con mi propia vida.

De nada sirvió.

Desperté mientras la corriente me arrastraba. Cordelia no me permitiría morir. Porque, aunque ahora se encontrase encerrada en un cuerpo que no era el suyo, al menos eso era mejor que estarlo en una prisión de plata y marfil del tamaño de una nuez. A través de mis ojos podía ver el mundo... -dejo a medias la frase, distraída por la perturbadora imagen de la ondina.

Yo, por mi parte, solo busco la manera de deshacerme de ella y de la terrible sensación de dualidad que me produce -digo con dureza, sabiendo que mis palabras a penas la afectan, me guste o no, pero sin poder evitarlo-. Y aunque, con el tiempo, he aprendido ha utilizar sus poderes de ninfa a mi favor, no compensa ciertos hechos. No compensan el no poder mirarte en un espejo, o en el simple reflejo del cristal de un escaparate, sin verla a ella. No compensa el no poder llorar sin que ríos enteros se desborden de tus ojos. Y desde luego no compensa el hecho de que no me permita comer ninguna criatura de río o mar, porque lo considere una abominación solo propia de bárbaros humanos.

En fin, creo que eso es todo.

Ahora me dedico a esperar mientras la Sociedad de Cuentacuentos encuentra un remedio a esta terrible afección.

Ellos me han acogido. Yo a cambio, trato de ayudarles con los conocimientos que Cordelia me ha dado, y sus prestadas habilidades.

Espero no haberle aburrido demasiado.

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05/04/2009, 03:20
Lutien

Vaya, vaya, vaya. Así que la jovencita guardaba más secretos de los que parecía.

Lutien tabletea sus dedos sobre la mesa.

Pues mucho me temo que más te vale que te vayas acostumbrado.-Las palabras de Lutien suenan rudas, sin un ápice de comprensión.-Las fábulas no son muy dadas a mezclarse con humanos, pero si ésta lo ha hecho contigo será por algún motivo de interés. Así que a no ser que tu puedas dar algo a cambio, dudo mucho que vaya a dejarte en paz.

Lutien prende una cerilla y se pone a fumar.

De aquí a la eternidad.-Y después más bajo y con la mirada perdida por el cristal de la ventana.-De aquí a la eternidad.

En sus gestos y en su forma de hablar, se nota que Lutien es una persona introvertida a la que no le gusta comunicarse con los demás.

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05/04/2009, 15:46
Muriel Brannagh

¡Pues ésta bien podría coger carretera y manta e irse por donde ha venido! -exclamo, hablando con el cristal.

Los ojos de Cordela me miran reprobadores. De aquí a la eternidad -repite burlona en mi mente-. Me gusta.

Mientes –le respondo al reflejo en voz alta, siendo consciente de lo extraños que puede parecer-. Yo lo sé y tú lo sabes…

Respiro hondo y trato de recuperar la compostura, mientras vuelvo a colocarme el fúnebre tocado.

Llevo casi cuatro años soportándola -reconozco con amargura-. Ha trastocado mi vida, mi mundo, mi propio cuerpo, y sobre todo mi mente. No poseo intimidad -declaro-. No creo que sepa cuanto desearía darle lo que sea que quiere de mí. Pero dudo de que ella misma lo sepa.

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05/04/2009, 17:24
Director

Ois una campanilla y alguien gritando:- Es la hora de comer, por favor, vayan al vagon- comedor que esta situado en el ultimo vagon, por favor, cierren sus compartimentos, y vayan con respecto por los pasillos del tren, gracias por todo- Bueno la verdad es que teneis mucha hambre, pero teneis a un compañero que parece un noble, esta durmiendo y no ha despertado a pesar de vuestra conversación...

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05/04/2009, 21:44
Muriel Brannagh

Ligeramente sobresaltada por los gritos, dirijo mi atención hacia el sr. Crown.

Quizás deberíamos despertarlo -digo con dulzura, como si ya no fuera la misma persona que hace un momento bullía de ira.

Con delicadeza golpeo la rodilla del conde... y espero.

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05/04/2009, 22:23
Lutien

Lutien levanta el ala de su sombrero y mira con una sonrisa de medio lado a la mujer tocando suavemente al noble. Su mirada sonríe por si misma.

Si nota que no se mueve a pesar de que lo estás tocando, puede ser que no esté durmiendo.

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06/04/2009, 18:04
Lord Julius Crown

Julius despierta al notar un suave contacto en su pierna.

No puede evitar maldecir para sus adentros; no debería haberse dormido, pero la noticia del viaje le pilló de improviso. Ninguno de sus hermanos estaba disponible, así que tuvo que atender todos los preparativos para su ausencia antes de partir. Solo le quedaba confiar en que no tuvieran ningún problema hasta su vuelta...

Caballero, señorita - saluda con una ligera inclinación de cabeza - Ruego disculpen mi falta de educación, tuve que atender demasiadas obligaciones antes de emprender el viaje.

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06/04/2009, 19:12
Lutien

Yo ni disculpo, ni perdono. Levanta tu viejo trasero del asiento y vamos a comer algo. La señorita ha contado una historia sobre su vida, pero supongo que no era demasiado interesante.
Aunque yo la escuché. Por favor, no hace falta que la repita. Aunque la garantizo ... mmmm ... ummm ... ¿el nombre? ... ¡Muriel! Que cuando encuentre una manera de librarla de su pesar, trataré de ayudarla. Pero piense en lo que dije sobre que las fábulas no son tan malas en realidad.

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06/04/2009, 23:58
Muriel Brannagh

Je, je. Lamento haberle aburrido, monsieur Lutien -sonrío ante los rudos comentarios del francés-. Pero recuerde que se lo advertí antes de empezar.

Con una leve inclinación saludo al conde.

Lord Crown, esta usted de sobra disculpado.

¿Nos vamos?

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08/04/2009, 12:52
Director

Avanzais por el tren, acompañado de unas cuantas personas más, precediendo una especie de procesión a por alimentos, aunque como veis son gente de primera clase casi toda(pocos se pueden permitir este tren). En unos momentos os encontrais en el vagon restaurante, que esta acondicionado para mantener a 200 personas atendidas en sus respectivas mesas y otras 20 más en el bar junto a varios caballeros que dan las diferentes bebidas según pidan los que se acinan pidiendo su turno. Esta decorado con buen gusto, y el sol esta tapado por cortinas que hacen que este iluminado el sitio sin llegar a deslumbrar ninguno de vuestro ojos.

Llevais una pequeña tarjeta con el numero de compartimento, por lo tanto teneis una mesa a vuestra disposición, que esta situada cerca de la entrada a la cocina, pero sin llegar a ser participes de los olores que salen de ella. Cuando os sentaís solo teneis que esperar unos momentos antes de que un solicito camarero os pida solicito, lo que deseais para comer y beber. Alrededor vuestro hay una familia ribombante con un niño malcriado, unos doctores de rancio abolengo y un grupillo de lo que parece hombres de negocios, que parece estar jugando a una partida de cartas, en la que uno de ellos por el color de sus mejillas parece o estar ganando o haber bebido más de la cuenta...