Partida Rol por web

Hubiese dicho alguna frase tipo "muere maldita rata" o "soy Richard Castle y tu no mataste a mi padre". Pero el dolor era demasiado intenso y notaba como se derramaba mi sangre entre los dedos de mi mano y como se deslizaba por mi ropaje.
Miré a Arthur, aún seguía con el otro tipo, no dude. Con un herido grave era suficiente. Me encaminé hacia él para ayudarle a derrotarlo. Con mi mano presionando la herida y sosteniendo con fuerza el florete, avancé listo para atacar al nuevo rival.

Iniciativas:

Asaltante: 16 --> Esquiva el ataque de Arthur + Daga contra Arthur
Arthur: 15 --> Esquivar/Parar + Armas de filo contra As2
Richard: 5 --> Atacar a Asaltante

El tipo cargó con la daga contra Arthur. No obstante, el académico no dudó en mover su cuerpo grácilmente para despejar cualquier peligro. Por ello no logró herirle, ni tan siquiera rozarle. Por su parte, Namur deslizó con fuerza el cuchillo hacia su adversario, clavándoselo en el vientre.

Daño: 5 puntos de daño.

Acto seguido, el tipo se vió desbordado, y Richard no hizo sino querer atacarle a las bravas, aún sangrando, y lo hizo con entereza pese a ello. Corrió un metró hasta el objetivo con la espada en la mano y... El tipo clavó sus rodillas al suelo, con la boca abierta, emanando sangre. Antes de que Castle clavara nada, éste cayó "como plomo" al suelo de la selva, yaciendo entonces junto a su compañero: el ataque de Arthur había sido suficiente para matarle.

¡¡Joderrrr!! -gritó Emily-. Y ahora se daba cuenta del peligro del que hablaban sus nuevos amigos.

Me cercioro con un nada científico pisotón en su muñeca para inmediatamente después recojo su cuchillo. Cuando he desarmado también a su compañero limpio mi cuchillo en su túnica.

Mientras lo hago busco con la mirada donde esta nuestro guiá.

Tengo muchas ganas de preguntarle como podía estar tan seguro de que a él no le harían nada.

Arthur vió que el guía estaba junto a Emily, tan asustado como ella.

Esto no está bien... -dijo la anticuaria-. Seguro que nos han seguido, o nos estaban esperando. ¿Vale la pena ir a buscar a ese hombre, señores? -os planteó la chica reflexionando acerca de la "misión"-.

Presionaba mi herida del cuello con fuerza mientras miraba a mis compañeros como hablaban entre ellos, sin preguntar o mirar si estaba bien. Total... Casi me atraviesa el cuello con aquella daga... No es nada, Richard. Eres un quejica. pensó mientras Emily preguntaba por "la misión".
¿No quiere saber que pasa con su amigo?¿No quería venir a pesar de que la avisamos del riesgo? pregunté dolido y dolorido a Emily.
No me atrevia a quitar la mano de mi cuello, por si seguía sangrando como antes.

La chica rompió a llorar con el comentario de Richard. La presión a la que estaba sometida no era propio de la vida que ella llevaba. Tras llorar un poco, sacó de su mochila un pañuelo y se acercó al escritor, colocándoselo en el cuello como a modo de tapón improvisado.

Tampoco quiero que muera usted... -viendo que sangraba Richard-, ni ninguno de nosotros por encontrar a John McCurly a toda costa. Tragó saliva.

Permanecí inmovil y en silencio, haciendo presión aun con mi mano sobre la herida, viendo a Emily llorar por mi culpa. Me senté en el suelo, cansado por la lucha, abatido por el dolor, temeroso por no saber si acabaría saliendo vivo de aquello. No era un juego o una de mis historias. Era algo real y mortal.

Absorto en mis pensamientos, no vi a Emily venir hasta que ya la tenía al lado, con un pañuelo en la mano. Cerré los ojos y la dejé hacer. Ya fuese un tortazo por mis palabras o simplemente preocupación. Noté como manipuló la herida, dolía, pero procuré no quejarme como un niño pequeño, aunque si lo hice como un crío de diez años... pero al menos no podría llamarme bebe.

Cuando la voz de Emily rompió el silencio, abrí los ojos y la miré. Suavemente pasé mi mano por su rostro, limpiándole una lágrima que aun se dejaba ver. Yo... Lo siento. No quise hacerte daño. Esta situación... ver la muerte tan cerca.. Perdóname. Me disculpé lo mejor que pude, teniendo en cuenta el estado en el cual me encontraba.

Creo que no tenemos otra opción que seguir hacia delante. Añadí a continuación. Saben quienes somos. Saben encontrarnos. Lo demostraron en Pisco y ahora aquí. Podríamos tratar de regresar a Cuzco, pero tendríamos que salir del país según llegásemos. Sin escalas ni nada y no estaría yo muy seguro de que no nos buscasen y tratasen de matarnos en nuestros hogares. Llevamos algo que quieren.. y simplemente con llegar hasta aquí, creo que les hemos demostrado que sabemos más de lo que pone en los documentos, por lo tanto entregarlos a cambio de nuestras vidas, me temo que no nos servirá.

En mi voz se reflejaba el dolor que sentía en el cuello. ¿Alguno lleva aguja e hilo? Creo que vais a tener que remendarme.

Emily escuchó atentamente las palabras de Richard, pero no dijo nada. Nada añadió en cuanto a las disculpas, y tan sólo se limitó a mirar al guía y decirle es castellano algo así como "Botiquín". Aquel guía que se ganaba la vida en expediciones similares para turistas (no tan "sorprendentes", por supuesto), llevaba todo lo necesario para pequeños viajes. Por ello le entregó una pequeño caja azul oscura a la anticuaria. Emily la abrió y enseguida visualizó una de las agujas y un hilo. Extrajo de los plásticos de proteccion la aguja, y, una vez tenía el cuello relativamente Castle le dijo que...

...no te muevas -añadió la chica-. Puede que te duela, pero no más que el susto que nos han dado estos hombres. Y acto seguido comenzó a coserle el corte. El guía comprendió lo que la chica estaba haciendo, y arrancó una rama de la selva, la limpió un poco y se la ofreció al escritor para que la mantuviera en la boca y aguantase el dolor. Entre costura y costura, Castle gritaba secamente.

Tras unos minutos de silencio, la joven acabó el trabajo. Parecía haber realizado una buena cura.

Bueno, será mejor que no te toques eso en un tiempo -añadió ella-. Y habrás de mirártelo cuando volvamos. ¿Estáis seguros entonces de querer seguir? -aquella pregunta era ciertamente retórico-. Pues recojamos nuestras cosas, señores. Y vayamos.

Vi a Emily sacar aguja e hilo del botiquín. Por Dios! Si sólo bromeaba! Pensé para mi, pero ya era demasiado tarde para cambiar de opinión. Si salía de esta, tendría una bonita cicatriz para mostrar al mundo. Espero que no me hagas un bordado. Bromee acongojado por el dolor que imaginaba que tendría que aguantas mientras me suturaba.

Ladeé la cabeza, dejando mi pescuezo en las manos de Emily. No había comenzado y mi rostro ya reflejaba el dolor que aun no había comenzado a sentir. Tras la primera punzada, me llevé el puño a la boca. Quería gritar, pero me mordí el dedo índice tratando de aguantar. El guía no tardó en traerme un palo el cual usé con agrado, sustituyendo así a mi dolorido dedo. El rato de sutura se me hizo eterno, pero sabía que era por mi bien. Procuré no moverme nada, así tardaría menos.

Pasado un tiempo la tortura terminó, aunque a mi me siguió doliendo durante bastante tiempo más. No dudes que si logro regresar con vida, me lo haré mirar. Respondí a la joven con una sonrisa algo forzada y mirada tristona.

Con cuidado de no hacerme daño ni de provocar un nuevo sangrado de la herida, comencé a recoger mis cosas. Limpié el florete con algunas hojas de las plantas que crecían allí, quitando la sangre de aquel sujeto de mi arma. Luego la guardé en su vaina y la ajusté en mi cinturón.

Arthur.. ¿cogimos el arma de Luke? Si es así quizás debieras llevarla a mano, por si nos vuelve a pasar lo mismo. Le dije mientras guardaba el resto de mis cosas. La usaría yo, pero seguramente me dispararía en un pie con sólo tocarla.

Mientras Emily se hace cargo de la herida de Richard he recogido los dos dagas de nuestros atacantes y les he desnudado para registrarlos. Después he buscando mas tatuajes dibujándolos en mi cuaderno con toda minuciosidad.

Si sólo tienen el de la frente este examinándolos por si fueran diferentes.

Cuando he acabado de dibujar los tatuajes los arrastro fuera de la vista desde nuestro campamento.

Miro las dagas buscando alguna marca de fabricantes así como en las ropas.

Emily miraba con impaciencia a Arthur cuando se puso a desnudar los cuerpos. ¿Qué diantre estaba haciendo ese tipo? Estaban ya muertos y en verdad ver esos dos cadáveres allí tirados estaba revolviendo el estómago a la anticuaria. La muchacha acabó de guardar el botiquín sin decir nada más, esperando a que os decidiérais avanzar. El guía también.

Tras lanzarle la pregunta a Arthur y no obtener respuesta, alcé la vista para buscarle con la mirada. No tardé en encontrarle. Le veía tirar de algo. Pero... ¿que hace ahora? Me pregunté y me acerqué un poco, subiéndome en una roca que había cerca. Desde mi nuevo ángulo pude ver como Arthur desnudaba a los hombres.

Joder! exclamé nada más verlo. Perdón Arthur yo... os dejaré intimidad... volveré más tarde. No... No sabía que tuvieses esos... gustos.. Me excusé mientras me daba la vuelta y regresaba con el resto con una mezcla en la mirada de asombro y asco. Cuando acabes avisa... y nos vamos! Le dije ya bastante distanciado.

Cuando Arthur acabó de registrar los cuerpos, se hizo con las dos dagas que llevaban (que era lo único de valor que tenían) y comenzásteis a levantar literalmente el campamento. No pudísteis sino dejar allí los cuerpos, pues ya comenzaba a notarse el calor y la humedad de aquella zona selvática, y los mayores esfuerzos habrían de pagarse (y bastante teníais con llegar al templo).

Tras caminar durante un par de horas más, el guía os hizo una señal con la mano. En realidad apuntaba a algún punto indeterminado de la selva, pero tras invertir un pequeño tiempo oteando vísteis a lo lejos una construcción, ¡el templo! Estaba presidiendo una pequeña loma no muy lejos de vuestra posición. Con cierto ánimo renovado (pese a todo lo que había pasado hasta ahora) accedísteis hasta el lugar donde se erguía el templo: unpequeño altiplano lleno de grandes terrazas en el terreno al que accedísteis por innumerables escalones esculpidos en la roca. En derredor yacía lo que en otra época debió haber sido un centro ceremonial de algún tipo. Las vistas al fondo y en verdad por doquier eran impresionantes.

El calor y la humedad comenzaban a se afixiantes y aún estábamos al inicio de la mañana. Además me dolia el cuello. La daga de aquel loco hizo un gran trabajo, aunque el remiendo de Emily fue más efectivo de lo que esperaba. La miré mientras caminábamos hacia el templo y la sonreía.

Es más valiente de lo que piensa. No creo que ninguna otra mujer hubiese llegado hasta aquí, ni me hubiese remendado así.

Cuando el guía señaló hacia la selva, me quedé mirando al infinito. Mirase lo que mirase, todo era de color verde, salvo el cielo y.... espera.. eso es...? ¿El templo? ¿Es aquel? Auch! Me llevé la mano al cuello. Mi entusiasmo hizo que girase la cabeza hacia los lados demasiado deprisa y los puntos me tiraron de la herida.

Vamos, estoy deseando llegar y acabar con todo esto... Aunque quizás esto acabe con nosotros. Murmuré sin pensar si quiera en lo que decía. Saqué un par de fotos antes de seguir con el viaje. Continué la marcha tras el resto, con paso firme, deseaba estar allí ya por un lado, por otro no haber recibido nunca aquella carta.

Unos miles de pasos más, con un calor ya matador y la ropa empapada por la humedad y el sudor, llegamos al templo. Un lugar de culto y sagrado en la antigüedad y ahora algo medio en ruinas y olvidado... Justo como a mi me gusta. Corrí por la zona riendo feliz por haber llegado para luego sacar la cámara y sacar varias fotos más.

Si no sobrevivo, al menos quedará reflejado el camino que hice junto a amigos.

Luego pasé la mano por las cálidas rocas que componían el templo, tratando de sentir, de imaginar como era aquello, que rituales se vivían. Mis ojos buscaban marcas o grabados. Estaba tan encantado con ello que ni abrí la boca. Sólo quería disfrutar de ese momento.

Castle parecía excitado con el encuentro. Sin duda el haber llegado allí sería una buena inspiración para sus posteriores obras. Claro que, habría que salir vivo de aquella... Se acercó al templo de Apo y observó su fachada exterior: únicamente eran rocas colocadas con gran perfección, una perfección que le daba extrema solidez al mismo. En algunas de ellas se veían representadas una especie de ave grande, aunque sus marcas estaban ya un poco borradas por el paso de los siglos. Arthur también se quedó observando su grandeza, al igual que Emily y el guía.

Nada mas llegar al templo me quedo en silencio unos minutos observándolo desde la distancia para hacerme una imagen de conjunto para después poder orientarme mejor entre las edificaciones. Intento localizar los edificios donde residían los líderes políticos y religiosos.

Mirando a mis compañeros. – Voy a ver si logro descubrir alguna cosa de estas edificaciones.

Me entretuve buscando alguna piedra en la cual se viese mejor el grabado del ave para sacarle una buena fotografía antes de continuar mirando algo más.

¿Creeis que McCurly llegó hasta aquí? Pregunté a todos. Procurad pisar en zonas que sólo sean de piedra.. quizás podamos encontrar algo entre la tierra o las hierbas... Continué mirando el suelo.