Partida Rol por web

RegenZy

Capítulo II - La fiesta

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22/01/2013, 18:53
Director

Skyfall Manor, domingo al atardecer

Había llegado el gran día, el día de la fiesta de lord Markington. Skyfall Manor, el palacete más lujoso e impresionante de los pagos de Colchestershire y residencia del poderoso miembro de la cámara de los lores se había engalanado para aquella ocasión, la cita anual, la fiesta más importante de la aristocracia al sur de Londres. Los criados vestían regias libreas de terciopelo y tafetán con bordados y pasamanerías de brocado de oro, con impecables pelucas blancas y guantes del mismo color. Saludaban a los recién llegados con profundas inclinaciones, mientras el mayordomo recogía sus invitaciones a la entrada, con las grandes puertas que daban al hall abiertas de par en par.

En el parque frente a la entrada, todo era un trasiego de personas que llegaban a la fiesta, a pie, a caballo o en carruaje. Parecía Downing Street en hora punta. El método de desplazamiento reflejaba, en cierta medida, la condición social. Mientras que Augustus y su tío sir Frederick acudieron en un coche de alquiler, sobrio y funcional, la familia Butler-Sedley lo hizo en un elegante landó descubierto con tapicería de piel blanca. Marciales y gallardos, Connor y Narcisus cabalgaban en sus corceles junto a la comitiva de oficiales de Fort Britannia, encabezada por el coronel sir Jonathan Markington y el mayor Cotton. Los visitantes que llegaban a pie les dejaron formar, y sus comentarios formaron un pequeño revuelo.

Uno tras otro, fueron llegaron hasta la entrada, donde el mayordomo recogió sus invitaciones y fueron anunciados, penetrando en el lujoso hall, vestido de gala para la ocasión. Música de cámara y camareros con bandejas llenas de champagne, mistela y todo tipo de vinos y licores. Bandejas de canapés y pequeños entremeses para poder comer de pie, a la última moda de la aristocracia londinense.

Los invitados se aglomeraban esperando su turno para saludar a sir John Reuel Markington, lord Markington, tercer duque de Plassey, gobernador de la región de Essex y miembro de la cámara de los lores. Junto a él, su esposa, lady Catherine, radiante en su vestido de gala. Cerca, aunque más discretos, sus hijos e hijas. Al otro lado de la aglomeración, algo envidioso de tamaña popularidad, su hermano menor, aunque no por ello menos regio, sir Jonathan, el coronel del 84º regimiento, con el resto de los militares que habían acudido en uniforme de gala.

Notas de juego

No perdáis detalle en describir como váis vestidos y todo eso. Luego id a presentaros :P

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22/01/2013, 19:47
Evangeline Frederick

Evangeline se sabía hermosa. Era fácil de saber, teniendo un reflejo vivo en el que poder ver cómo adornaba su rostro una sonrisa genuina, un puchero fingido o un gesto indignado. Su carácter, considerado y delicado, no gustaba de excesos. Y por eso, sabiendo que no necesitaba demasiados aderezos para destacar, había optado por decidir que su vestido sería de una elegante sobriedad. De un blanco tan puro como la misma nieve, sin excesos artificiosos ni demasiado recargados, dejaba la mayor parte del brazo y antebrazo al descubierto; así como un generoso escote en medio del cual brillaba una gargantilla que otrora perteneció a su madre. Rubíes de un rojo sanguíneo brillando enmarcados por zafiros blancos. Como sangre sobre la piel de una doncella.

El cabello dorado, completamente recogido, iba adornado con una tiara sencilla, con las piedras engarzadas formando delicados motivos florales.  Y como último detalle, unos pendientes -rubíes también-, de la madre de su padre.  Para terminar el atuendo, un chal sencillo y uno de aquellos diminutos bolsitos en los que guardar el abanico o un par de chucherías. 

Entró en la sala enlazada del brazo de su gemela. El lujo y la elegancia del lugar era tan fascinante como atractivo: el dinero ofrece seguridad y belleza. Los uniformes de los oficiales destacaban entre tanto vestido de gala, y se inclinó hacia Kate para susurrarle:

- ¿Habrá venido aquel oficial? - dijo en voz baja, evidentemente refiriéndose al que le había dedicado un saludo a su gemela.

 Sonrió complacida al ver el gesto de ella.  Después se giró hacia su hermanastra:

- Mira, Georgina. ¿No es aquel el joven que te ayudó el otro día? -indicó con un gesto sutil, sin señalar (sería de pésima educación), la presencia del joven Augustus.

 

Notas de juego

 

 

Regency Dress-up Doll. Por si os apetece jugar a hacer el moñas un rato.

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23/01/2013, 18:35
Georgina Templeton-Sedley

No lo confesaría jamás pero estaba muy nerviosa. Esa fiesta le parecía un trámite de lo más desagradable, pero si había sido capaz de ser correcta las 24 horas de todos aquellos años en Butler Manor podría serlo durante unas pocas horas con un montón de extraños.
La cuestión era ¿Encontraria algún candidato mejor que el señor Templeton? Era lo que más le preocupaba, por lo demás sabía que su arreglo era fastuoso y nadie en kilómetros a la redonda podría lucir como ella, así que por lo menos llamaría la atención en el buen sentido de la expresión.

Mientras se vestía, al ponerse las joyas y verse en el espejo, la melancolía hizo presa de su corazón

-Ojalá estuvieras aquí papá...

Todo el camino estuvo muy silenciosa, mirando el paisaje por la ventanilla pero sin mirar, lo único que la hizo alegrarse un poco fueron las alabanzas de Kapoor.

Inspiró profundamente al bajar del carruaje, hizo acopio de entereza y desplegó una comedida pero encantadora sonrisa. Observó lo que en Inglaterra entendían por lujo, era hermoso pero frío, si alguno de los presentes hubiera estado en la India encontraría aquello como una deliciosa receta sin sal.

Inclinó la cabeza ligeramente para escuchar mejor a Evangeline y respondió tapandose la boca con el abanico

-Confió en tu memoria. Debido a las molestias apenas sabría reconocerle

Oteó la sala ¿Por donde empezar? Afortunadamente en principio debía seguir a su madre y lord Butler hasta que estos hicieran las pertinentes presentaciones.

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24/01/2013, 17:54
Katherine Connor

Katherine se había tomado su tiempo para ponerse espléndida, más allá de que considerara la fiesta una oportunidad, lo cierto es que le gustaba verse bien y no iba a ser aquella noche la excepción, enfundada en un bonito vestido rojo que tenía el brillo perfecto para hacer juego con su piel. El peinado en lo alto como ella acostumbraba pero coronado por pequeñas horquillas con flores blancas, rosas y rojas. El abanico era rojo también, el chal blanco combinaba con sus perfectos guantes que envolvían bien sus brazos con suavidad. Las joyas eran el toque final y no iban mal.

Cuando entraron en el salón, veía a su hermana sonreír y no podía menos que hacer lo mismo sabiéndose tan hermosa como ella. No negaba que su hermanastra se veía muy bien también, finalmente, ahora que se iba, parecía no aborrecerla tanto. Se apartó un poco abanicándose con suavidad, buscando con la mirada entre los caballeros y las demás damas presentes, de hecho tiró del brazo a su gemela pero no consiguió que se apartara.

-Espero que si...

Masculló mientras volvía a dar un paso atrás, no quería una reprimenda y menos cuando aún no empezaba la noche. Estaba contenta, muchas noches había pasado aburrida, ahora era la oportunidad de divertirse, aunque no consiguiera un esposo que no era eso lo que ella quería, sus deseos eran otros muy distintos de los que podría tener su padre.

Notas de juego

El vestido

El abanico

Las joyas

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24/01/2013, 20:01
John Connor

La suntuosidad del palacete contrastaba enormemente con la sobriedad del fuerte. No había duda que la gente de la alta sociedad sabía rodearse de comodidad y lujo. El sonido de las conversaciones retornaba con el eco de la gran cámara, seguramente hasta que se fueran a hacer las presentaciones en público de los más distinguidos, momento en que todos atenderían educadamente. Connor se situó junto al Capitán Strafford y siempre detrás del Coronel y Cotton, siguiendo un orden jerárquico militar. Revisó su casaca roja que estaba impecable. A pesar de sus elaborados ribetes dorados, no podía competir en elegancia con la gran mayoría de los atuendos de los caballeros que observaba. Soy un militar, no un cortesano... Piensa el joven Capitán para infundirse valor y enfrentarse a un evento para el que no ha sido entrenado. Respira y mira sus botas limpias a conciencia. Sujeta con firmeza sus guantes y siente la necesidad de consultar a Narcisus. – Capitán, ¿Es de mala educación tener los guantes puestos durante el baile? – Se percató, que había pasado desde muy joven aprendiendo el arte de la guerra, pero no tenía mucho conocimiento sobre cómo comportarse entre toda esta gente. Ni en la academia militar le habían instruído para una ceremonia de gala civil. Se encontraba un tanto perdido y desearía poder montarse en su caballo y poder regresar al fuerte. Pero entonces, aparecieron ellas. Con su presencia se endulzó el ambiente. ¿Llevarían perfume o estaba embriagado por la visión? Perfectamente vestidas y ataviadas con hermosas joyas, parecían dignas de la realeza. No habría hombre que deshechara la idea de ser su pretendiente. Connor observó a la joven vestida de rojo sangre. Era como una rosa en medio de un hermoso jardín. Sus movimientos gráciles, su figura armoniosa y su rostro... ¡Era ella! La muchacha que con cierta picardía se asomó para ver el desfile. John no quitaba ojo de la joven, temía que en cualquier momento Su Coronel pudiera llamarle y en su embelesamiento desobedeciera una orden. Connor percibió su pulso acelerándose, como cuando entraba en combate. Debía hablar con ella, conocer su nombre. Como buen militar, observó el terreno y trató de reconocer a posibles contrincantes. La parsimonia de Strafford le confería seguridad, entre los militares trató de observar al hijo del Coronel y sobrino del anifitrión. Un poderoso enemigo. Entre los civiles, había muchos hombres de figura descuidada y entrados en años, pero con buen patrimonio y ello los convertía en objetivos, al menos por los padres. Connor no era un hombre que se amilanaba con facilidad, pero sabía que tendría dificultad en encadilar a una dama acostumbrada a la alta alcurnia. Esperó como un cazador, a su momento. No tardaría mucho en aparecer una oportunidad para acercarse y presentarse. Debía ser antes del baile, cuando sus progenitores traten de entregarla a un buen partido.

Notas de juego

No pongo imagen que nuestro Director ya se ha encargado de ello. Podría poner la del caballo, pero se ha quedado fuera XD.

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25/01/2013, 07:47
Narcisus Strafford

Narcisus comandaba a 80 hombres de élite. Su orgullo al respecto se mezclaba con su porte y su agresividad, dejando ver un rostro serio y altivo propio de alguien confiado, y por ello, vulnerable. Vestía, al igual que su homólogo, la casaca roja de gala, impoluta. Los bordados dorados en las bocamangas se le antojaban extraños en contraste con su ropa habitual, pero no importaba. La ropa, pese a todo, no era una de las cosas a las que Narcisus confiriese verdadera importancia. La ropa era estética, y el Capitán había pasado por mucho como para preocuparse ahora por nimiedades de ese calibre.

- Dependerá de lo que quiera hacer con sus dedos, Capitán- replicó el maltratado, mordaz sin pretender resultar ofensivo sino meramente sincero a pesar del maquillaje verbal-. Dependerá de si su pareja también los viste, y si de considera apropiado darle la mano desnuda. Algo relativo, sin duda. Usted es un hombre de instinto e intuición, así que hágale caso a su criterio cuando llegue el momento.

Con una sonrisa tensa, al hombre se le podía ver visiblemente incómodo. No con Connor, sino con el lugar. Narcisus era un animal de batalla. Entre hombres y guerra no podía sino alimentarse, pero allí se pudría como una flor a la sombra. Lenta pero inexorablemente.

Desde luego, el señor Strafford no estaba diseñado para las artes sociales, ni para la mera relación interpersonal. No sin armas o amenazas de por medio. Era lo único que había aprendido, pues era lo que había mamado de pequeño, así que era un hombre especializado en su materia e inútil o como mínimo parco en el resto.

- Creo que seré yo quien necesite su ayuda esta vez, Connor- dijo, sin miedo ni vacile al reconocer su falta de talento-. Como habrá notado, no- me gusta- se me da bien la gente. Y como también habrá notado, vivo para mi trabajo, y en el mismo me relaciono mayoritariamente, por margen abrumador, con hombres- pausó el discurso, dejando reposar las ideas en el cerebro de su compañero-. Entiende lo que quiero decir.

No era una pregunta.

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25/01/2013, 10:42
John Connor

- Le entiendo perfectamente Capitán. No le negaré que pese a tener verdaderas ganas por asistir a un evento como éste y aprovechar el momento para buscar pareja, siento un nudo en el estómago que no he sentido al tener una bayoneta frente a mi rostro. Al igual que en el frente, considero que en la colaboración y la estrategia está el éxito. Apoyémonos. Ambos somos Capitanes, así que no desentonará que nos presentemos juntos. De esta forma, si alguno recibe un comentario desagradable, el otro podrá interrumpir la conversación oportunamente -

En efecto, Strafford mostraba una sensación de desentono. Era como una pieza que no encajaba en el puzle. Sobresaliente en su labor de militar, pero desde luego no disfrutaba del acontecimiento. No era dificil sentirse abrumado entre la alta sociedad. Sobervios y altaneros, consideraban al resto de los mortales como meros criados. Quizá la casaca roja pudiera imponer cierto respeto. - Seguro que se ha fijado en aquellas hermanas. Ardo en deseos de poder presentarme. Busquemos la oportunidad de acercarnos, con el consentimiento del Coronel, desde luego - Connor cayó en la cuenta que quizá Narcisus estuviera casado. - Capitán, quizá ya haya contraído matrimonio y le vaya a aburrir con mis pretensiones, no quisiera importunarle - Una deducción un tanto rebuscada surge en la mente del joven Capitán. Quizá Strafford tenga un caracter amargo fruto de la pérdida de una esposa o hijo. Es posible, que de ser cierto, la pregunta sobre pretender a las señoritas le haya molestado. Connor no sabe cómo romper la duda y tan sólo espera a la respuesta de aquel hombre parco en palabras.

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25/01/2013, 13:39
Evangeline Frederick

Evangeline  no soltó el brazo de su hermana. La sabía perfectamente capaz de ir al encuentro del joven capitán, y no es que le molestase -pocas cosas de las que hacía Kate la molestaban-, pero el decoro exigía e imponía que fueran primero a saludar a los anfitriones. Con un poco de suerte se encontraría cerca a Sir Patrick, y él les presentaría a más invitados. Presentarse uno mismo no era lo más apropiado en este ambiente,  algunos consideraban un asalto a la intimidad el presentarse sin más. Por no mentar que no le disgustaría en absoluto pasar un rato de conversación con Sir Patrick... Esbozó una sonrisa para sí misma.
Avanzó tras su padre y madrastra, haciéndole un gesto leve a Georgina para que fuera con ellas. Saludar a los anfitriones y después, lo demás. No obstante, mientras aguardaba a que lord Markington tuviera un momento que dedicarle a su familia, sus ojos fueron hacia el admirado y admirador de Katherine. Y a su lado, otro capitán. Le recordaba, recordaba esa expresión... era el único que en el desfile no parecía rezumante de orgullo y satisfacción. Su gesto altivo y severo era idéntico.  Imponía, y la verdad es que resultaba levemente intimidante.
Juntos, los dos capitanes eran una pareja dicotómica y desconcertante. Bien es cierto que el admirador de su hermana parecía un hombre de talante abierto y sonrisa fácil, pero Eva se preocupaba mucho por su gemela, y haría falta algo más que una sonrisa para que Evangeline le considerase apropiado para Kate.
- Vayamos a saludar a lord y lady Markington -susurró a sus hermanas-. Después podremos disfrutar de la fiesta.

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25/01/2013, 16:27
Augustus Frederick

Entró taciturno en aquel palacio, todavía preocupado con su hallazgo. El hecho de que su tío le hubiera obligado a acudir al baile apesar de haber estado dos horas discutiendo con él sobre la relevancia de lo que habían encontrado. Al menos había podido enviar la carta, pero ahora le tocaba una larga espera. Y preferiría pasarla al lado de la chimenea con un buen libro, no dando vueltas en un enorme salón.

Entregó su sombrero y guantes al lacayo de la puerta. Se había vestido con la ropa que su tío había decidido. O al menos la que había aparecido bien dispuesta en su dormitorio, en todo caso alguien había decidido por él. Así que no se había molestado ni en pensar qué tal iba. Como nadie parecía escandalizado, creía que bien.

Observó el lugar y a la gente allí reunida, buscando algun rincón donde esconderse antes de que su tío empezara el circo matrimonial. Seguramente podría meterse en alguno de los círculos en los que discutían la política del momento, o si era muy afortunado tal vez en alguna partida de cartas. Su mirada encontró a las muchachas del incidente del mercado, así que saludó cortesmente con una leve reverencia desde la distancia. No sabía si lo habrían visto, pero Barnabas seguro que aprobaba ese tipo de gestos. Y aunque estaba dispuesto a llevarle la contraria todo lo que pudiera, sabía que en realidad no quería llegar a enfadarlo.

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25/01/2013, 17:14
Katherine Connor

-No, no, no me tires así del brazo...

Pensó. Justo cuando había encontrado al joven militar más apuesto de entre todos. Aunque siguió a su hermana, sus ojos no se despegaron de la vista que le estaba regalando el baile, quizás una de las mejore s de la noche si es que no tenía otra oportunidad. Fueron saludando con su padre y su esposa, claro, con la hermana y su vista volvía siempre al mismo lugar, finalmente, lo más interesante y agradable de todo cuanto la rodeaba. Se acercó a su hermana y le susurró algo al oído.

-De verdad que odio todas estas cosas de no poder hacer lo que uno quiere.

Luego sonrió y tiró de su hermana para que le hiciera caso encarándola con el recién llegado sobrino del anfitrión mientras ella perdía la vista entre personas que se interponían con la imagen del militar engalanado en rojo.

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25/01/2013, 18:26
Director

El ujier de cámara de los Markington estaba situado al frente de la fila que esperaba para saludar a los aristócratas y anfitriones de la fiesta. Indicó a los Butler que esperaran un momento, y después de que saludaran a una pareja de viejos conocidos, el hombre con la peluca les anunció.

-¡La familia Butler/Sedley! ¡Sir Harold Butler y su esposa lady Marion, barones del peerage del reino! ¡Sus hijas, las señoritas Evangeline y Katherine Butler! ¡La señorita Georgina Sedley!

La familia se aproximó e hizo una reverencia según su condición, contestada por una sonrisa de Markington y un gracioso golpe de abanico de lady Catherine.

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25/01/2013, 18:38
Lord Markington

El noble conocía a su padre bien, de la cámara de los lores. Aunque su título estaba por encima del suyo, y su familia tenía contactos en la corte (donde eran frecuentes en actos sociales), técnicamente eran iguales. Les saludó con cierto afecto por esta condición.

-Butler, os echábamos en falta. Sentíos bienvenido a esta mi casa y nuestra fiesta, tomaos algo a mi salud. Parece que Londres quedara a un mundo de distancia, ¿No os parece?

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25/01/2013, 18:45
Sir Harold Butler

El padre de las Butler se mostraba tranquilo, aunque realmente estaba nervioso al tener que presentar en sociedad a no una, sino tres chicas. Sonrió ante su "compañero de cámara" y miró a su esposa de reojo un momento mientras contestaba.

-A un mundo de distancia, muy apropiado, milord. Permitidme presentaros a alguien que viene de tan lejos. El señor Templeton, de la Compañía Sedley de la India, que ha venido para escoltar a mi hijastra hasta el Raj.

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25/01/2013, 18:48
Mr.Templeton

El señor Templeton avanzó un poco. Iba vestido de modo algo llamativo con un traje de cachemir con chaleco plateado. Se destocó ante Markington y se inclinó brevemente.

-Un placer, milord. He oído hablar mucho de usted, en la gaceta de Bombay, en las noticias sobre Inglaterra. Su proyecto de reglamentación sobre comercio con las colonias es muy progresista, y toda una inspiración para las pequeñas compañías concesionarias como la Sedley, que compiten con monstruos como la Compañía de las Indias Orientales.

Miró luego a lady Catherine, y se acercó a tomar su mano y fingir un beso en el dorso.

-Lady Catherine, veo que los años no pasan por vuestra excelencia. Tuve ocasión de ver un retrato vuestro en Londres, de hace veinte años. Y al igual que el vino de Oporto, debo confesar que vuestra excelencia envejece de un modo solemne y regio, como las reinas de la antigüedad.

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25/01/2013, 18:53
Lady Catherine Markington

Lady Catherine se abanicó, risueña, ante aquel comentario. Algunas damas de confianza que estaban detrás de ella se sumaron con una pequeña risita, como si el piropo hubiera ido por ellas. Templeton, todo un caballero.

-Es usted tan buen administrador como adulador, señor Templeton. Por cierto, hay entre nuestros invitados un joven que quizá conozca. El joven señor... -trató de acordarse- Chandra Narayan, segundo hijo del maharajá de los Koch, cuya familia ha ayudado tanto a los británicos en la guerra contra los marathas. El joven señor se ha formado en Oxford por deseo expreso de su padre.

Miró a las jóvenes Butler por detrás del señor Templeton, y su atención se vió atraída hacia ellas.

-Acercaos, jovencitas. Que muchachas más bellas, que donaire... ¿Venís a presentaros en sociedad?

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25/01/2013, 20:06
Evangeline Frederick

Muy listo, el señor Templeton. Y muy cortés. Aunque si hubiera sustituído ese "envejece" por "madura", lo hubiera bordado.

Evangeline hizo las reverencias que de ella se esperaban con gracia y delicadeza, saludando a los anfitriones como mandan los cánones.

- Vuestras palabras son muy gentiles, señora -le agradeció a lady Catherine los halagos-. Así es, milady, si nos lo permitís. ¿Qué mejor lugar para presentarse en sociedad podría desear una joven, que esta magnífica recepción? Hemos sido muy afortunadas -afirmó, devolviéndole la cortesía a lady Catherine.

 

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25/01/2013, 23:40
Narcisus Strafford

Strafford, agradecido, asintió.

- Me alegra que lo comparta- profirió a su interlocutor, aunque se hubiera conformado con un par de consejos sobre el protocolo a seguir para comenzar a hablar con una dama-. Hace una encantadora elección de palabras al hablar, que lo sepa- halagó, algo inusual en él, pero poder comparar aquello con la guerra le había parecido una delicia. Visto de ese modo parecía más fácil.

Estaba claro que no era lo que quería decir Connor, pero Strafford desde luego conseguiría mejores resultados si se tomaba aquello como un trabajo de estratega, intentando engañar y adelantarse al rival. No nos engañemos, Narcisus no podría seducir a nadie sin mentir, en especial cuando le preguntasen por sus emociones, su trabajo o su familia, y tampoco es que hubiera más temas de conversación para él, precisamente por eso.

El hombre caminó un sencillo paso, acercándose. No era nada, pero para él había sido una tarea titánica. Henchido de valentía miró a Connor con gravedad.

- Vayamos. No estoy casado, ni siento necesidad de contraer matrimonio por el momento, pero hemos venido con un objetivo, y prefiero no quedarme quieto mirando mientras los demás juegan- animó, cual infante, comparando aquello con algún tipo de competición distendida en lugar de un evento social o una guerra. Un tipo ciertamente poco acostumbrado a relacionarse con los demás por las buenas, y menos en eventos públicos de naturaleza no militar.

Y sin más, Strafford echó a andar, vacilante en lo que confirmaba la respuesta de Connor a su ofrecimiento.

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26/01/2013, 12:40
Georgina Templeton-Sedley

Hizo una correcta inclinación a modo de saludo. Se sentía contradictoriamente invisible aunque eso no le hizo desdibujar la sonrisa, esa noche acabaría con agujetas en las mejillas, resultar adorable era agotador.

Atendió interesada a la galante escena del señor Templeton, si algo bueno iba a tener esa noche es que podría observarlo en sociedad y comparar con su comportamiento de los días pasados, parecía estar interpretando un papel contínuamente, se preguntaba como sería en realidad. Le resultaba tan apto para el puesto de prometido como descartable.

Oír que había un invitado indio la sorprendió, aunque no lo demostró, el corazón le dio un fuerte pálpito y no pudo evitar girar la cabeza para intentar distinguirlo entre la gente, puede que la velada no fuera tan aburrida.

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28/01/2013, 01:53
Lady Catherine Markington

Lady Catherine sonrió, cerrando el abanico. Luego dedicó a Eva la mejor de sus sonrisas.

-Os deseo mucha suerte esta noche y, sobretodo, que encontréis diversión. Cuando tengáis mi edad entenderéis que solo se tiene veinte años una vez en la vida, y hay que aprovecharlos antes de que lleguen los niños y las responsabilidades propias de una esposa. Disfrutad, muchachas, pues la noche, como dicen los sabios, es patrimonio de los jóvenes.

Saludó con una pequeña inclinación de su rostro a lady Marion, que se decidió jugar a ser una perfecta esposa, manteniéndose en silencio. El ujier de cámara les indicó que se hicieran a un lado, dejando que se presentaran los siguientes. Era el turno para los militares, al mando del coronel Markington, hermano de sir John.

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28/01/2013, 01:59
Director

Augustus y su tío esperaban su turno para ser presentados. Pero al no ser nobles de título, podía llevarles un buen rato. Su tío fue distraído por un conocido, dejando solo en la fila a Augustus. El joven médico se aburría, y miró alrededor con curiosidad, sin perder ripio de lo que sucedía. No dejaba de ser un curioso experimento sobre sociología humana y patrones que, casi podríamos considerar como etnográficos.

Su tío fue llevado a un aparte, en una especie de junta de caballeros que parecían bastante preocupados y tenían unas gacetas en la mano. Sintió deseos de acercarse, cuando otra escena captó su atención. Una joven que iba vestida con una muselina blanca estaba hablando con otro joven de pelo rizado que sonreía como un chacal. Ella parecía cohibida e intentando, de alguna manera, zafarse de su compañía. Al estar relativamente cerca, pudo escuchar parte de su conversación.

-Vamos, no seáis tan tímida. Vuestro padre accederá. Tengo información de primera mano, sobre vuestra merma, que, de ser pública, arruinaría vuestro futuro.

-Sois un ogro, señor Plunkett. Un ser despreciable.

-Al que pronto llamaréis esposo.

La chica hizo por apartarse cuando el hombre la agarró del brazo, discreta pero firmemente. Aquello ya eran palabras mayores.