Partida Rol por web

RegenZy

Capítulo III - Vauban

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21/02/2013, 02:43
Director

En el camino principal hacia Colchestershire, la cola de carruajes se había detenido. Los vivos se mezclaban con los muertos, y una mesa de viandantes corría en busca de sus hogares, o simplemente para llegar al pueblo, aterrorizados. Había sido una larga cabalgada desde Skylands, que ahora ardía a la luz de la luna.

El coronel Markington y el mayor Cotton se encontraron con sir Patrick, que caminaba con su uniforme de gala de la yeomanry manchado de barro. Una horda de muertos vivientes se interpuso en el camino de la masa de supervivientes. Y todo parecía perdido. Entonces, escucharon la corneta de la caballería, y apareció procediente del bosque la compañía de yeomen de sir Patrick, que había acudido a inspeccionar la causa de aquellos ruidos y disturbios.

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21/02/2013, 02:54
Sir Patrick Markington

El heredero de los Markington miró a su padre y al mayor Cotton con gesto preocupado. Luego se percató de que sus jinetes estaban allí. Se acercó hasta Northcott, que había encontrado un caballo sin dueño, y tomó las riendas.

-Mi caballería nos escoltará hasta el fuerte. Debemos retirarnos o seremos pasto de esas criaturas.

Montó con cierta dificultad.

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21/02/2013, 02:57
Mayor Cotton

Cuando escuchó aquella idea descabellada, Cotton no dió crédito. Se giró hacia sir Patrick y le fulminó con la mirada.

-¡Capitán, debemos contener a esas criaturas y proteger la retirada de la población civil! Es nuestro deber como militares protegerles.

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21/02/2013, 02:59
Sir Jonathan Markington

El coronel miró a Cotton y sopesó lo que dijo. En circunstancias así, la verdadera naturaleza de los hombres salía a flote. Para él, salvar la vida y asegurar su linaje eran lo primero. La población inglesa, al igual que la población canadiense o norteamericana cuando combatió en el Nuevo Continente hacía seis años, le provocaba cierta indiferencia.

-Cotton, nos retiramos al fuerte. Es lo más prudente.

Dicho lo cual, picó espuelas. Y sin esperar su respuesta, se dirigió hacia el camino del bosque con su hijo.

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21/02/2013, 03:04
Basil Northcott

El teniente Northcott había sido abandonado a su suerte. Miró en dirección a los Markington, conforme estos se alejaban. Parte de la caballería de los yeomen se retiró con ellos. Sin embargo, dos pelotones, que habían llegado más tarde y se encontraban alejados, todavía estaban allí, al no haber recibido ninguna orden. Miró al mayor, pensativo. No le había caído del todo bien nunca, aunque en realidad su desconfianza era irracional, y fruto del condicionamiento, de lo que de él le habían contado sus compañías. Y ahora veía que sus compañías no habían sido todo lo buenas que él había creído.

-Mayor, ¿Que hacemos?

Su tono era fatalista, descorazonado.

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21/02/2013, 03:07
Mayor Cotton

El mayor Cotton sabía que solo había dos opciones. Huir con el rabo entre las piernas o cumplir su deber. Y para hombres como él, aquello solo reducía las opciones a una. Se había pasado la vida defendiendo a Inglaterra. Pero Inglaterra no era solo una bandera, un himno o los intereses de un rey. Inglaterra estaba formada por sus habitantes, Inglaterra eran los ingleses. Así que, tuvo claro lo que debía hacer.

En su silla había una pistola, así que se la lanzó para que la cogiera al vuelo.

-Búsquese un caballo, teniente. Este es su Waterloo.

Dicho lo cual, picó espuelas, cabalgando hacia los dos pelotones rezagados de los yeomen. Al llegar hasta ellos, se lo quedaron mirando, reconociendo su rango en su uniforme de gala.

-¡Yeomen! No les pediré más de lo que es su deber. Han jurado la bandera, y han jurado proteger este país -dijo, desenvainando el sable que había en su caballo- Pues bien. Yo voy a defender mi país. Ustedes hagan los que les dicte su honor y su decencia.

Los jinetes se quedaron pensativos, mirándole. Fue entonces cuando Northcott, a lomos de un caballo de tiro de uno de los carruajes, apareció para ponerse a su lado, aguardando sus órdenes. El sargento de caballería ordenó a sus hombres desenvainar sus sables, y el corneta tocó la carga. Aquellos dos pelotones, treinta caballos y sus jinetes, con Cotton a la cabeza, cargaron con una fiereza indómita. Los muertos vivientes, que se giraron en su dirección al escuchar el ruido de la corneta y los cascos de los caballos, comenzaron a caer bajo sus sablazos. Tras una cabalgada gloriosa, ciegos de matar y matar, durante largos minutos, protegieron la retirada de los civiles. Luego, fueron rodeados, y lucharon en torno a su banderín. Caídos y desventrados los caballos, descabalgados muchos de los jinetes por centenares de manos que se alzaban, hambrientas, dieron sus vidas de un modo heroico. Realmente heroico. Era una lástima que nadie fuera la inmortalizar aquel suceso en un lienzo. De haberlo hecho, el cuadro podría haberse titulado "La última carga de los yeomen".

Sea como fuere, con su sacrificio se salvaron aquella noche incontables vidas.

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21/02/2013, 03:24
Director

Por la posición de la luna en el firmamento, Connor calculó que se trataba de las dos de la madrugada. Fue entonces cuando llegaron a Butler Manor, tras evitar los caminos principales y cabalgando a campo traviesa durante el último tramo. Afortunadamente para ellos, se habían encontrado con muertos vivientes solo de forma esporádica, como figuras errantes en la noche cuyas siluetas divisaban a cierta distancia.

Los caseríos y granjas que se habían encontrado por el camino habían sido abandonadas, o se encontraban cerradas a cal y canto. Se toparon con un granjero armado con una escopeta, que estuvo a punto de confundirles con lo que él llamaba "los mordedores". Era uno de los granjeros arrendatarios de lord Butler, el viejo Tom. Les deseó suerte y se quedó protegiendo la cerca de sus propiedades, alumbrado con un fanal y con la única compañía de su viejo perro y una escopeta. La imagen parecía más propia de las indómitas selvas y praderas de tierras americanas que de la campiña inglesa.

La silueta de Butler Manor se recortaba en la noche. Había luz en su interior, o eso parecía. Las puertas estaban cerradas, y no se movía un alma por el exterior. Lo que si vieron fue luz en las cuadras. Hacia allí se encaminaron en primer término, y vieron entreabiertas las puertas. Descabalgaron, y Georgina se asomó con cierta confianza. Vio que el carruaje de lord Butler estaba allí, y estaban desenganchando los caballos del tiro, mientras otro criado (le llamo la atención que fuera el jardinero, no un palafrenero) limpiaba el interior con un balde de agua y un trapo enrojecido por la sangre.

Escuchó entonces el sonido de un arma al amartillarse, y vio que la estaban encañonando. Cuando giró el rostro, despacio, vió que se trataba de Kapoor. El señor Templeton entró enseguida, con las manos alzadas. El sikh desmontó el perrillo del fusil y suspiró de alivio.

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21/02/2013, 03:41
Dilwar Kapoor

-Señorita Georgina, me alegro de que esté bien. Veo que viene con las señoritas Butler y varios caballeros a los que no conozco. Imagino que han sido ustedes los que las han traído sanas y salvas, gracias -dijo, juntando sus manos al estilo indio- Lord Butler me había prohibido ir tras ustedes. Llegó hace media hora escasa con la señora*, que estaba herida en un brazo. La han subido a su dormitorio. Con el caos de esas criaturas, la mitad del servicio ha huido, y la otra mitad se lo está pensando.

Les abrió la puerta, y vio que tenían caballos.

-Pasen, por favor. Esta noche parece que la locura se ha apoderado de los hombres. Si quieren quedarse aquí les llevaré ante lord Butler, para que hablen con él. Mientras tanto nos ocuparemos de sus caballos.

Notas de juego

*Se refería a Lady Marion.

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21/02/2013, 05:44
Georgina Templeton-Sedley

Quedó sorprendida de que nadie hiciera si quiera un arqueo de ceja ante su nueva indumentaria, claro que acababan de ver como los muertos se comían a los vivos... eso restaba importancia a cualquier otra cosa. El comentario de su hermana y el hecho de que finalmente la hicieran compartir montura la hirió en su orgullo.
“Eso dilo por ti florecilla languideciente” pensó molesta para sí “Si quiero montar con el señor Templeton lo haré cuando nadie esté mirando”, un chiste ácido y mordaz muy característico de su humor, ese que se reservaba para sus pensamientos por que sabía que manifestarlo abiertamente sería motivo de escándalo y reprimendas.

El viaje fue... extraño, incómodo, inquietante... se mantuvo en un silencio sepulcral, procurando mantener los sentidos alerta en medio de la oscuridad. Al principio estaba rígida pero gradualmente relajó los músculos acabando por reclinarse en su jinete. Extrañamente, entre la sucesión de sombras macabras, gritos en la lejanía y escenas dantescas, sentir el calor de aquella compañía la hacía sentir segura. No quería pensar, tan solo acurrucarse y dormir, acabar con ese día. Sin embargo debía permanecer despierta, irremediablemente en la vigilia sus pensamientos volaron reconstruyendo cada instante de la velada, todo parecía tan absurdo ahora, se veía tan estúpida... mortificada agarró timidamente una de las mangas del irlandés y musitó

-Siento que tenga que cargar conmigo...

No dijo más, recuperó la postura embarada y trató de no incomodar a su forzado acompañante. En silencio, sin mohines ni sollozos, dejó que las lágrimas manaran escurriendose hasta mojar la ropa. Se sentía más sola que nunca, peor persona que nunca...

Pasaron las horas, al fin llegaron a casa y parecía haber gente. Acarició a “Noche” al desmontar -Buen trabajo- le susurró. Cuando vio a Kapoor no pudo contenerse y lo abrazó con todas sus fuerzas. Resopló al oir las órdenes de lord Butler y de hecho miró de reojo a las gemelas como queriendo decir “¿Veis la clase de basura que teneis por padre?”

-No te preocupes, ya se que no es cosa tuya

Ante las preocupantes noticias fue visible para todos como su gesto se desencajaba, miró hacia el joven doctor y su tío

-¿Puedo pedirles su ayuda?

Volvió a girarse hacia el sikh

-Son médicos, los llevo con mamá ¿Puedes encargarte de los demás?

Lo abrazó de nuevo y aprovechó para hablarle en voz baja al oido.

-No permitas que se vayan, diga lo que diga el malnacido de mi padrastro. Creo que son pretendientes de las gemelas y se han ganado el descanso...

Se temía lo peor dadas las explicaciones del señor Morgan, no obstante puede que la herida no estuviera infectada, estaba viva y aún había esperanza. Ya era mucho más de lo que tenía cuando salieron huyendo de Skyland

-Acompañenme, por favor

Dijo indicando el camino con un amable gesto, luego se despidió de las hermanas y el señor Templeton con un breve -Ahora nos vemos- no podía ocultar que tenía prisa.

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21/02/2013, 19:37
Narcisus Strafford

Strafford estaba taciturno. Lo acontecido le había espinado. En cierto modo le sentó mal que le tacharan de inhumano por usar la fría lógica para sobrevivir, pero lo entendió. Siempre había sido así, y el mostrarse humano no hacía sino sacar a relucir que, siendo humano, se esperaban otras cosas que siendo el Narcisus normal y corriente.

De no haber intentado cambiar y abrirse durante otras horas otro gallo le hubiese cantado. Pero lo visto durante el viaje fue demasiado para él. No se lo esperaba para nada, y no podía con ello. No había palabras para describir el malestar que sentía. Y por ello cayó, sumido en su propio luto. El ver como poco a poco los caminantes se adueñaban de Inglaterra le consumía.

No sabía adonde ir. Quizá el fuerte ya no fuese una opción. Pero aquella casa no podía ser segura, y más cuando una mujer yacía herida arriba. ¿Se transformaría en una de aquellas cosas? ¿Atacaría a su familia? ¿Habrían de salir huyendo con el rabo entre las piernas otra vez?

Prefería no tener que dar nunca respuesta a esas preguntas, pero tendría que enfrentarse a ello tarde o temprano.

Calló en público, por decoro, pero se acercó a Connor, susurrando en la cercanía de su rostro.

- Sugiero movernos rápido. No puedo ir sólo a ningún lado- reconoció, sabedor de que sin los demás podía darse por muerto-, pero mañana podríamos despertar entre las pisadas de la gente que vuelve a la vida. No creo que las mujeres acepten moverse a estas horas, por lo que deberíamos abastecernos de lo que fuere posible y hacer turnos de vigilancia hasta el alba.

Era un plan sencillo e independiente, particular pese a lo genérico, pero no iba a exigirse menos y no iba a tomarse más libertades ni confianzas. No hubiera sido apropiado decirle a aquel hombre cuyo nombre no sabía, nada. Se limitó a saludarle con la cabeza, portando el mazo en la cadera.

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21/02/2013, 20:08
Evangeline Frederick

Llegar a Butler Manor fue un alivio. Ver que la casa seguía en pie, otro más. Y entender que lord Butler había llegado sano y salvo... Evangeline recuperó su buen humor.

- ¡Padre y lady Marion están aquí! - sonrió, feliz abrazando a Kate.

Se sentía muy culpable por no haber tratado de volver a la fiesta a encontrarle, pero era consciente de que el sentido común, visto lo visto, se imponía del modo más crudo: quienes salieran por su propio pie de la malhadada Skyfall Manor sobrevivirían. Volver a buscar familiares o amigos era volver a buscar la muerte.

- Caballeros -se giró hacia los doctores-. Les ruego por favor que me permitan abusar un poco más de su paciencia. Es una noche terrible, esta noche, pero si tuvieran a bien -empleó toda la labia de la que fue capaz, preocupada como estaba por el estado de su madrastra- hacer una visita a Lady Marion, se lo agradecería con todo mi corazón. Sé que estarán cansados y hartos, pero es la pariente más cercana de Georgina y me consta que sufriría mucho si algo le ocurriese.

La idea de perder a su padre la horrorizaba. Suponía que Georgina sentiría lo mismo por su madre, pese a los comentarios desagradables y ácidos que le había dedicado desde que se supo que volvería a la India. Justo antes de que su hermanastra saliera por la puerta, inconsciente de los desagradables pensamientos que a ésta le cruzaban por la cabeza, le tomó brevemente de la mano y se la apretó:

- Todo saldrá bien -le susurró, intentando consolarla.

Después la soltó  y la dejó marchar dentro de la casa.

Se giró hacia su hermana y el resto de los presentes. Ella había sido educada para ser pasiva y dócil, amable y considerada, para ser una hoja en el viento y dejarse llevar por la pertinente autoridad masculina. No obstante, los fenómenos acontecidos esa noche le hicieron ver que, en cierto modo, estaba sola. Dependía de sí misma, así que más le valía madurar en poco tiempo o acabaría siendo un precioso cadáver. Con autoridad, pero sin despotismo, interpeló al criado:

- Escúchame: ahora mismo la situación es terrible. Quiero que reunas al resto del servicio. Haced una lista de quién sigue aquí, de si alguien está enfermo o herido. Que todo el mundo vaya en parejas todo el tiempo. Y cuando terminéis, volved a hablar conmigo o con padre al salón. Habrá que atrancar todas las puertas y ventanas, pero quizá padre tenga alguna idea al respecto.

Estaba nerviosa, intranquila. Los bajos del hermoso vestido estaban manchados de barro y algo de sangre. Aún sujetaba, como un amuleto siniestro, el rodillo de cocina. Y no obstante, ahí estaba, haciendo de niñera emocional de todo el mundo: tratando de consolar a una Georgina de amargos pensamientos, siendo considerada con un criado que seguramente agradecería más una orden tajante...

- Vamos, caballeros -les hizo un gesto con la cabeza-. Entremos en la casa. Un té caliente nos hará bien y nos ayudará a pensar con claridad.

En realidad, ya estaba pensando con bastante claridad: pensaba que el mono de Georgina podía ser un vector -¿no había dicho Sir Barnabas no se qué de unos monos?-, estaba pensando que Lady Marion quizá estaba muerta o moribunda, estaba pensando en lo injusto que era que su gran noche hubiera terminado convertida en una masacre. Estaba pensando en que a lord Markington le faltó tiempo para huir, en los problemas que tendrían si acababan en el fuerte, en lo cansada que estaba. La situación, lo sabía, la hacía sentirse tensa y malhumorada... y pensó que quizá al capitán Strafford le pasaba lo mismo. ¿No había estado tan inquietantemente seco al principio de la noche? Se riñó a sí misma. Debería haber sido más considerada, más tolerante con las debilidades ajenas. Todo el mundo sabe que los hombres son caprichosos y no tienen el autocontrol que otorga el decoro de una dama. Con cautela, se obligó a mirar a los ojos a Strafford.

- ¿Se encuentra bien? -le preguntó a ese rostro de gesto adusto, cogiéndole la mano con delicadeza-. No se preocupe, en casa podremos descansar todos y mañana ya... -se quedó en el aire, sin saber qué decir-, mañana ya... veremos las cosas de otra manera.

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21/02/2013, 20:55
Augustus Frederick

Los efectos de la enfermedad eran peor de lo que podía imaginar Augustus, comparables sólo a las grandes epidemias de las que tanto había leído y por las que tanto interés había tenido. Pero desde luego nunca había querido vivir algo semejante, sus esfuerzos, sus estudios y su propia razón de ser eran evitar algo parecido. Y ante tal catástrofe temía no estar a la altura.

Se consolaba pensando que estaba con el único familiar que podía entenderlo en aquellos momentos. No era el afecto y el saber que estaba sano, aunque tal vez si que hubiera algo de eso escondido en la camaradería con la que siempre se habían tratado. Era el saber que alguien igual de frustrado o con las mismas ganas de encontrar una solución estaba a su lado.

Cabalgó en silencio, intentando no ensimismarse demasiado en sus pensamientos para estar alerta. Pero aun así el camino se le hizo demasiado corto y temió haber vuelto a abstraerse más allá de lo necesario. Desmontó y observó cómo la rutina, a pesar de todo, parecía intocable en aquella mansión, con sus sirvientes y su té reglamentario. Las hermanas, tan diferentes, pero tan parecidas, reclamaban su atención y la de su tío.

- No se preocupen, haremos todo lo que esté en nuestras manos. - dijo haciendo una sutil reverencia a cada una de las hermanas. Iba a seguir a Georgina, pero dudó un segundo y tras eso decidió dar rienda  suelta a sus preocupaciones. - Sin embargo... deben prepararse. - no quería que se hicieran esperanzas, pero tampoco quería soltar una mala noticia de tales proporciones en medio de las caballerizas - Si fuera un ataque, quiero decir, sólo por ponernos en lo peor, que no quiero decir que lo sea. - claramente, no sabía encontrar las palabras - Pero si está infectada, probablemente no podremos hacer nada.

Terminó la frase y cabizbajo, y sintiéndose culpable, siguió a Georgina al interior de la casa.

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21/02/2013, 21:24
Georgina Templeton-Sedley

Cuando el médico hizo aquella última afirmación se paró en seco dirigiendo una mirada dura a los presentes. Los paños calientes la enervaban enormemente, más aún cuando una situación requería de claridad y pensamiento práctico, y Evangeline le había revuelto el estómago con tanta palabrería.

-No se sienta pájaro de mal agüero doctor, la realidad es la que es y es estúpido negarlo o adornarlo. Al salir de casa de los Markington daba a mi madre por muerta, sentía que la había abandonado, pero ahora tengo la oportunidad de hacer algo y les estaré enormemente agradecida por el intento, por estéril que este pueda ser. Si mi madre está infectada no dude que acabaré con su vida antes de que se transforme en una de esas cosas, si ha tocado su hora de abandonar el mundo que lo haga siendo un ser humano. Así que tranquilo... lo tengo asumido.

Las leproserías de la India le habían enseñado mucho sobre la dignidad humana, la vida y la muerte...
Justo acabó de hablar cuando supo que la voz no le daba para articular más. Sabía lo horriblemente duro que sonaba lo que acababa de decir y seguramente las gemelas la verían ahora como un monstruo pero no había otra decisión posible. Sentía un poco de pena por ellas, temía que la situación las superara y rompiera el equilibrio de sus mentes.
Finalmente continuó con su caminar apretando los puños tratando de no resignarse, apelando en su pensamiento a todas las energías del universo, a ese "Karma" que le comentaba a Templeton en el baile para que actuaran en favor de su madre. De lo contrario esa noche puede que, con sus propias manos, diera cuenta de dos vidas, la de su madre y, en represalia, la de su padrastro. 

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22/02/2013, 00:13
Katherine Connor

Kate se quedó estupefacta, no creía que las cosas fueran así pero al menos estaban en casa. Se preguntó si no tendrían que tapiar la casa y cosas así pero no dijo más. Entró tras su hermana, al menos tenían la buena noticia de que los Butler estaban allí. Se sentó en una esquina mirando a su hermana como toda una mujer tranquilizarse y dar órdenes, pedir a los doctores que atendieran a la madre de Georgina y todas esas cosas que la joven nunca creyó ver en Evan; esbozó una sonrisa entre triste y desconsolada, era era una mujer y no tonterías. Aquella noche les haría crecer o las mataría, no había muchas más opciones.

Escondió su rostro entre las manos y respiró profundo, tenía miedo y ahora sabía que las cosas no serían sencillas, que quizás no hubiera ninguna oportunidad y si la había, ¿no terminarían muertas algunas de las personas que más amaba? No tenía ganas de hablar, ni escuchar más sandeces acerca de su padre, esperaba que Lady Marion no estuviera infectada, de ser así, el enemigo estaba en casa y eso era aún peor. Mucho.

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22/02/2013, 11:38
John Connor

Connor escuchó con atención las circunstancias que sucedían en la morada de los Butler. Quizá la madre había sufrído alguna herida fruto de la accidentada huída del hogar de los Markington y no estaba infectada. En cualquier caso, los doctores tendrán que extremar su precaución. Quizá deban cerrar las puertas de sus aposentos por si la mujer termina siendo una de esas criaturas. Connor no participó en las conversaciones familiares. No debía. Con Strafford a su lado, el Capitán se lamentaba de ver pasar el tiempo que jugaba en su contra. Si al menos tuviera noticias del Fuerte...

- Capitán, si pudiéramos acercar a nuestras compañias, aunque sólo fueran unos cuantos hombres, podríamos defender este lugar. Pero con un par de cuchillos y alguna escopeta de caza no podremos atrincherarnos. Esta casa es una ratonera. Tiene demasiados punto débiles por donde accederán los muertos. Además debemos pensar en aquellos civiles asustados que tratarán de saquear o incluso asaltar este lugar buscando refugio -

Se toma unos instantes mientras la familiar se organiza y prosigue. - Si la enfermedad se ha propagado por toda inglaterra, y Dios no lo quiera por el bien de mi familia, debemos salir del país  inmediatamente. Si Francia no es un buen destino, y España terminará siendo contagiada con el paso del tiempo, debemos busar cobijo más allá del atlántico. Viajemos a américa. Somos soldados nos recibirán bien y si portamos las noticias de la pandemia, quizá podamos ayudar con un aviso a tiempo -

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22/02/2013, 18:30
Director

El mozo de cuadra obedeció la orden de Evangeline, algo conmocionado por las noticias que había escuchado. Reunió a los sirvientes e hicieron un rápido inventario de elementos que podían servir para reforzar las puertas y ventanas de la planta baja. En esto se entretuvieron un buen rato, aunque Kapoor fue bastante más rápido, y sin que nadie le pidiera permiso, comenzó a idear la defensa de la casa cerrando a cal y canto algunas puertas.

La casa estaba medio vacía, y eso lo notaron rápidamente las hermanas Butler. De los criados, solo quedaban siete, incluyendo a la señora Spooner, su ama de cría. Sumaban ocho con Kapoor, aunque técnicamente no era su criado, sino el guardaespaldas de Georgina.

Conforme subían a la planta superior escucharon algunos chismes, chismes sobre que lady Marion había sido herida intentando buscarlas y lord Butler se había opuesto a ello. Fue tan solo una conversación interrumpida entre dos criados, pero les hizo sospechar. Cuando subieron a la planta de arriba, lord Butler estaba de pie en el descansillo, junto a la puerta de su dormitorio, mirando un reloj de bolsillo al aire preocupado.

La puerta estaba abierta, y vieron a la única criada que restaba en el servicio (a excepción de la señora Spooner) cuidando de lady Marion, que estaba en la cama tapada por las sábanas y una manta. Su rostro estaba pálido. Rápidamente, explicaron que había dos médicos presentes, y sin resistirse, el lord dejó que ausculturan a lady Marion. No obstante, entretuvo en la puerta a los militares y a sus propias hijas con una conversación preocupada.

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22/02/2013, 18:41
Sir Harold Butler

El rostro del noble se tornó en cierta sorpresa al ver a sus hijas. Sorpresa, seguida de alivio. Sin embargo, había algo extraño en su forma de comportarse. Era demasiado correcta y calmada para una situación tan excepcional.

-Kate, Evan. ¡Alabado sea Dios, estáis vivas! Os buscamos en la fiesta pero aquello era un caos. Un caos sangriento y peligroso. Vuestra madrastra fue herida forcejeando con una de esas criaturas. Iba a mandar al señor Kapoor a buscaros, pero luego me di cuenta de que la mitad del servicio había huido, y debía cuidar de lady Marion.

Miró luego a los militares, y se fijó que tantos ellos como sus hijas cargaban armas improvisadas. Eso suavizó bastante su carácter.

-Capitanes, me alegro de verles. Imagino que han sido ustedes quienes han salvado a mis hijas y las han traído sanas y salvas. Pueden refugiarse aquí, si lo desean. Mis caballos y armas están a su disposición. Díganme... ¿Ha llegado la noticia al fuerte?

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22/02/2013, 18:46
Director

La criada, Elizabeth, no tenía más de veintidos. Era una chica menuda y pelirroja, vestida con su librea y su toca. Estaba cambiado la gasa sobre la herida del brazo de lady Marion, que sudaba copiosamente en una suerte de extraña fiebre. Fue ella quien les informó.

-La señora fue mordida en el brazo, y le arrancaron la piel y un trozo del músculo. Es algo muy desagradable.

Sir Barnabas examinó la herida y los síntomas, pensativo. No hallaba una posible cura, ni tampoco relación entre la extraña fiebre y la mordedura. La herida no sangraba demasiado, y eso le inquietaba. Una coagulación espontánea de la sangre. Tal y como recordaba, las víctimas reanimadas no sangraban tan profusamente como las personas sanas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

La dificultad para Diagnosticar una posible solución es de 19+

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22/02/2013, 18:51
Lady Marion Butler

Entre las brumas de la fiebre, Marion reconoció a su hija Georgina. Estiró su brazo sano, y pidió que se acercara con un hilo de voz. La miró, con lágrimas en los ojos. Intentaba concentrarse para no sucumbir ante los síntomas de aquella extraña fiebre.

-Georgina... Hija mia -dijo, besando su mano- Lo siento. Siento haberte hecho sufrir... siento haber... haberte traído aquí.

Hizo una pausa, mirándola. Luego tosió fuerte. La criada le hizo beber agua.

-Pero sobre todas las demás cosas... siento no haberte hecho caso -tosió un poco más- No debí casarme con sir Harold... esta casa... el dinero... el poder. No lo merece. No los merece.

Cada vez estaba más lívida. Era cuestión de minutos.

-Intenté buscaros, y él me lo quiso impedir... cuando le atacó uno de esos... hombres... me lo tiró encima, y me mordió... El cochero me salvó... de no ser por él no estaría... aquí.

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22/02/2013, 18:55
John Connor

John apenas conoce al Señor Butler y su comportamiento bien pudiera ser por el desasosiego de ver a su esposa enferma. También cree que lo haya pasado mal buscando a sus hijas y a su edad le habrá pasado factura. Como respuesta a su pregunta, Connor responde. - Aún no hemos podido regresar al Fuerte y comprobar su estado. El Capitán y yo hemos considerado que su hogar podría otorgarles a sus hijas la protección necesaria hasta que las tropas puedan reorganizarse y realizar un contraataque. Es un enemigo al que no estamos acostumbrados a combatir y le aseguro que nuestros superiores estarán estudiando la situación. Regresaremos en cuanto veamos que este lugar es seguro -

Connor dudaba de sus propias palabras. El fuerte se atrincherará hasta que puedan asegurarlo. Después, si reunen los suficientes hombres tratarán de reconquistar el terreno. Para entonces, la mayoría de los civiles sean pasto de las fiebres o cadáveres devorados. Se acerca a una de las ventanas de la planta. La quietud del entorno, incluída la calma que reina en la casa, hacen creer que lo vivido hasta hace unos pocos minutos sea fruto de una pesadilla. Pero conforme la masa de muertos deambulen, no tardarán en localizar el hogar de los Butler. Sobre todo, con la gran cantidad de carne de los caballos como cebo.

Sin retirar la vista del horizonte, sigue su conversación con el Sir.  - Señor Butler, agradezco su hospitalidad y ha hecho bien en organizar la seguridad de la planta baja. Strafford y yo revisaremos las armas de las que disponemos así como de la munición reunida. Si sus criados han colocado cepos de caza deben informar de su ubicación o nos dañaremos entre nosotros. Creo que tendremos que salir con urgencia si nos ataca un horda grande y sería un tragedia mayor si alguien cae presa de dicha trampa. Por último, es preciso que disminuyamos la intensidad de los quinqués. Necesitaremos blancos claros y hace rato que la noche reina ahí fuera -

El casaca roja teme que con el estado de salud de Lady Marion, una huída rápida es una quimera. Cree que las hermanas vayan a ver otra escena dantesca si el enemigo supera al número de recargas.