Partida Rol por web

Camináis durante una semana hacia el oeste, hacia la frontera Truil. El calor del verano se deja notar y vuestro ritmo es algo más lento de lo que os hubiera gustado. Anguy parece no estar satisfecho por la velocidad del grupo y a menudo se aleja para explorar con Serbal y no regresa hasta horas más tarde. Incluso Henry ha perdido su sonrisa sarcástica en más de una ocasión.

Por las noches montáis un campamento y en ocasiones, Yi Fan ameniza la velada con el sonido de su koto. El tercer día, Anguy os sorprendió uniéndose a la melodía con una flauta de cáñamo que toca con soltura. Serbal y Fawkes, el gato de Areth, mantienen una extraña relación, vigilándose el uno al otro cada uno a un lado de la lumbre.

Sin embargo, la última noche no hubo música, ni historias alrededor de la fogata. El cansancio y el calor empiezan a hacer presa en vosotros y no estais de humor para charlas. Comisteis rápido y os fuisteis a acostar, manteniendo vuestro habitual turno de guardias.

Tras comer algo y asearos por la mañana, Anguy os dedica una de sus pocas frases.

- Areth, a partir de aquí deberías ser tú quien nos guíe haste el campamento de Jakko.

Sin decir más, echa las tiendas sobre el lomo del caballo, cada vez más vacío de provisiones tras el viaje y espera a que el guerrero abra el camino mientras acaricia la cabeza de su sabueso.

El Sol acaba de salir cuando ya están en marcha pero ya se siente el calor. Hoy será un día duro para viajar por los caminos, tal como lo fue ayer.

A pesar de todo, Yi Fan se siente satisfecho. Después de pasar más de medio año como espada a sueldo de Asceltis en Uldnacht, una ciudad donde debía vivir escondido por su condición de Dindavara y siempre vigilando su espalda, el viajar a campo abierto le gusta. Ni siquiera el Sol abrasador del mediodía le incomoda demasiado, ahora que ha terminado de entretejerse un sombrero de ala ancha con unos juncos que halló cerca de un riachuelo hace dos noches.
Incluso su carácter cortante y frío se ha relajado. Un poco. Aunque la manera en la que mira a Henry sigue mostrando la desconfianza que siente hacia él. En cambio, Anguy le agrada, quizás sea porque el explorador es tan parco en palabras como él mismo.

El Dindavara le pide el odre de agua a Alex, bebe un sólo trago que le bastará para toda la mañana y se lo devuelve al joven hechicero con un gesto de agradecimiento. Después acelera un poco el paso para llegar hasta donde Areth abre la marcha del grupo, con Fawkes a su lado.

Areth... Yi Fan se cala el sombrero hasta los ojos y mira adelante, al camino que se extiende ante ellos.
¿Qué puedes decirnos de ese tal Jakko? ¿Crees que nos ayudará?

Donde el guerrero parecía ser un completo extraño, una vez lejos de los muros de Uldnatch se transformó completamente. Sin proferir ninguna queja se intentó mantener al apresurado paso del batidor; pero con dificultad. Disfrutó de las noches intentando hablar sobre las dificultades del terreno con el arquero, y contando historias divertidas, de dudoso valor cultural, al joven mago, mientras observaba en silencio la tensión que transmitía su gato hacia el animal.

Areth sonríe ante la pregunta del dindavara, y tras dejarse caer un poco de agua por la cabeza dice:

Jakko es una vulgar rata de río, sin pelos en la lengua, y con un olor tan fuerte que llega desde aquí hasta el imperio. Pero le debo mucho a ese hombre; en parte mis exquisitos modales. Esa bestia me enseñó a manejar la espada, y no tiene problemas en sacarla ante la gente demasiado educada... - Suelto una gran risotada y añado-  Por ahora es lo que hay; aunque no comprendo que pinta ese tipo en medio de todo esto...

Henry sonríe una vez más, aunque no sabríais decir si es por la última afirmación de Areth o porque de algún modo su cínica sonrisa se ha quedado pegada a su rostro.

- Jakko es una de las personas que mejor conoce la frontera. Al fin y al cabo, ha conseguido esconderse durante años tanto de los Truil como de los batidores de nuesto ejército. - Dice a modo de explicación. - Pero tienes razón es. una vulgar rata de río... - se vuelve hacia Yi Fan y Alex - y un desertor. Estoy seguro de que os encantará.

Notais el gesto de desagrado de Anguy ante las palabras de Henry. No sabéis por qué pero las palabras del hombre de Asceltis parecen no haberle hecho ni pizca de gracia. Sin embargo no tenéis ocasión de preguntarle, pues no tarda en alejarse con Serbal, avanzando en paralelo a vosotros y adelantándose ocasionalmente para otear el camino.

Areth os guía durante horas y, transcurrido un tiempo, Anguy vuelve al grupo. El guerrero sonríe, sabiendo que, sin duda habrá avistado ya a alguno de los batidores de Jakko, pues estáis realmente cerca de su campamento.

¡Y una mierda un desertor!-  Digo, sensiblemente enfadado- ¡Esos hombres eran campesinos, artesanos, granjeros sacados de sus casas a los que les ponían una pica en las manos y los mandaban a la muerte!- Salvar tu pellejo de una muerte segura es lo que haríamos todos.- Escupo en el suelo y añado-  Ahí está el consenso Uld y la diplomacia. ¡Que mueran los pobres!

Forzando mi cuerpo, a pesar del cansancio intento ponerme al paso de Anguy...

Me acerco al batidor, y poniéndole una mano en el hombro le digo:

No le hagas caso a esa sabandija de Asceltis, Anguy... Todos hemos sufrido por las batallas en la frontera, y lo último que puede ocurrir es que venga un niño de ciudad con sus palabrerías. Esos nunca han estado en primeras líneas. Bueno, Yi Fan seguramente si, ese es de confianza, aunque no habla mucho...

El explorador se gira bruscamente, separando su hombro de tu mano y contrayendo su rostro en una mueca iracunda, que tras una semana sin expresar ninguna emoción, resulta soprendente ver en él.

- ¿Sufrir por las batallas? ¡No tienes ni puta idea de lo que es sufrir por las batallas! No tienes ni puta idea de lo que es ver a toda tu familia devorada por los caníbales Truil porque los soldados que se supone debían protegerla han desertado en masa. No sabes qué es desear haber tenido una miserable pica para poder defender a tu mujer y a tu hija. No entiendes qué es desesperar por no haber estado cuando el ejército reclutaba las levas, sabiendo que aunque murieses en la batalla tal vez así podrías dar tiempo a los tuyos a escapar. No tienes ni idea...

El enorme sabueso siente la ira de su amo y gruñe hacia ti enseñando los dientes. El sonido parece tranquilizar a Anguy, que le da unas palmadas en el lomo y sale corriendo hacia adelante, sin dejarte ninguna opción a réplica.

me desplazo hacia atrás, abriendo las manos, en gesto inofensivo, como dando a entender que no voy a ir más allá.

Mira, todos hemos perdido por culpa de esos hijos de puta; mi padre murió en el folde oeste cuando yo aún era un criajo. ¡Mierda! Llego a ser yo en tu caso y... - suspiro y añado- Perdona, Anguy, no quería ofenderte...  Le pego una patada a una piedra- ¡ No doy una! ¡primero Alder y ahora tú! A este ritmo pondré de mala ostia a toda la corte de Asceltis. Echando un mechón de pelo para atrás dejo en el aire: -Oye, mira, seguro que la vuelvo a cagar, pero... estoy seguro de que trabajas para ella porque te tiene pillado; porque a mi me tiene... Y a mi hermana. No te pido que sonrías ante mis chistes sucios, pero ayudémonos, Anguy. Ese sonrisas de ahí me da muy mala espina; dame algo en lo que apoyarme.

Las explicaciones del guerrero Uld parece que no convencen en demasía a Yi Fan, que gruñe y se cala aun más el sombrero, ocultando el rostro.

El Dindavara sólo puede pensar en que es Areth quien va a tener que dar la cara por ellos ante Jakko y esto le intranquiliza bastante por lo que Anguy dice sobre él.
Para sus adentros sabe que sólo puede seguir adelante. Siente el peso del estuche de madera que lleva a su espalda y la proximidad del filo que esconde es lo único que le reconforta.

Areth sale detrás de Anguy y vuelve al cabo de un momento, con un gesto de frustración en el rostro. Camináis durante horas hasta las proximidades del campamento de Jakko, momento en el que Anguy vuelve con cara de pocos amigos.

Camináis unos minutos más, cuando una mujer aparece ante vosotros, con una flecha colocada en su arco.

- ¡Alto! ¿Quién vive? - Pregunta desde uno de los lados del camino.

Os observa uno a uno, hasta que distingue a su compañero.

- ¡Areth! - Exclama guardando la flecha nuevamente en el carcaj. - ¡Chicos! Bajad los arcos. ¡Es Areth!

Varios hombres armados salen de entre los árboles a los lados del camino mientras la mujer se acerca a vosotros.

- Areth, me alegro de que hayas vuelto - dice dándole una palmada al hombro del guerrero. - Jakko está incluso de peor humor que antes desde que te fuiste, así que imagino que le alegrará verte. - Mira al resto de la comitiva y luego vuelve ha dirigirse al guerrero. - ¡Bueno! ¿No vas a presentarme? ¡Bah! Eres igual que Jakko... - exclama sin a penas darle tiempo a contestar. Se vuelve hacia los demás, diciendo. - Yo soy Martha. ¿Sois amigos de este cabeza hueca?

Llevo todo el camino dándole vueltas a todo lo que ha pasado y es dificil de procesar. Hablo lo justo dando la apariencia de confiado y experto ante el nuevo explorador. Supongo que me sale fatal porque me impresiona las habilidades del explorador, pero eso no me impide intentar dar algún consejo que mejor me hubiera guardado por las miradas que me devuelve.

Cuando areth se pone en cabeza, pienso que mi lugar está atrás, con los bultos, y mi ánimo decrece un poco. Pero cuando aparece una nueva cara pienso que es mi oportunidad de destacar, o como mínimo hacer notar mi presencia.

-Buenas tardes, señorita, mi nombre es Alexander- trato de romper el hielo con no demasiada gracia- Si la otra opción es ser llenado el cuerpo de flechas, debo decir que es nuestro más querido amigo -sonrio-.

El Dindavara deja de estar en tensión en cuanto los hombres que han salido a su encuentro dejan de apuntarles con sus flechas y el ambiente se relaja con la intervención de la exploradora que dice llamarse Martha.

Se despoja del sobrero de juncos y avanza junto a Alex ante la mujer.

Mi señora... Dice haciendo una reverencia que quizás en su pais sea formal, pero que aquí sin duda está fuera de lugar.

Mi nombre es Yi Fan. Compartimos viaje y destino con Areth Dhalbach.

Henry parece divertido ante la situación y cuando habla lo hace con seguridad.

- Mi nombres es Henry, y él es Anguy - dice presentando también al callado explorador, que parece más taciturno de lo normal desde que se reunió con el grupo. - Como bien le han dicho, somos... compañeros de Areth. Asociados suyos, en realidad - explica sin perder la sonrisa de sus labios.

La mujer sonríe ante vuestras respuestas.

- ¡Ja! Ya me extrañaba a mi... - dice con una sincera. - Este melón no es muy bueno haciendo amigos, ¿verdad Areth? Tiene la increíble capacidad de decirle a la gente las palabras idóneas para cabrearles - dice dándole un golpe en el hombro con camaradería.

- Pero debéis estar cansados del viaje, - dice de repente. - Venís desde Uldnacht, ¿no? Al menos es allí donde Areth nos dijo que se iba... Venid conmigo, vayamos al campamento.

Silba y hace un gesto con la cabeza. A su señal los hombres de Jakko vuelven a camuflarse entre la vegetación. Martha sonríe y se da la vuelta, abriendo la comitiva.

- Y bien, ¿qué os ha traído aquí? Ya que a Areth parece que le ha comido la lengua un gato, tendré que preguntároslo a vosotros.

Fawkes, el gato de Areth, maúlla en señal de protesta ante el comentario de Martha y la mujer le guiña un ojo como si el animal fuese capaz de comprender su gesto.

La pregunta de la mujer no obtiene respuesta, por lo que el resto del camino continúa en un silencio incómodo. Por suerte el campamento se encuentra a tan solo unos minutos del lugar donde os interceptaron los guardias.

Más que un campamento, algunos dirían que se trata de una pequeña aldea. Situada muy cerca de la frontera y en zona de guerra, pero una aldea al fin y al cabo. Hay unas 50 personas y, por lo que veis, muchos de ellos son luchadores. Un par de niños salen a vuestro encuentro, seguidos de cerca por sus padres, que no se fian de los hombres armados como vosotros. En el centro del campamento, arde una gran hoguera, sobre la que se encuentra ensartado un venado, asándose al fuego para alimentar a todo el campamento.

Martha os guía hacia allí y os dice que esperéis mientras se dirige hacia la única casa de madera que habéis visto. Al cabo de un momento regresa con un hombretón a su lado.

Jakko es un hombre grande y bastante más viejo de lo que os habíais imaginado. Su avanzada edad es evidente, pero contrasta con la fuerza que denotan sus musculosos brazos. En el cinto lleva una enorme espada y su armadura deja al descubierto parte de su pecho.

- ¡Areth! - exclama con un potente vozarrón al ver a su protegido. - ¡Ven aquí! ¿Cómo te ha ido? - Areth no es un hombre pequeño, pero Jakko casi lo levanta al tirar de él para darle un fuerte abrazo. Cuando se separa acompaña su última pregunta con una palmada en el hombro que tumbaría de bruces a un caballo.

- Veo que vienes acompañado... ¿Es esta tu hermana? - pregunta al guerrero señalando a Alex. - ¿Quiénes son estos? - añade, frunciendo levemente el ceño al fijarse en la perpetua sonrisa de Henry. - ¡Bah! Habrá tiempo para explicaciones... ¡EH! - grita con una voz atronadora - ¡ARETH HA VUELTO!

La noticia se escucha por todo el campamento y, dado el volumen de su grito, pensáis que es incluso posible que Asceltis lo haya oído desde Uldnacht. Varios hombres salen de sus tiendas y se acercan a vosotros y la cerveza no tarda en hacer su aparición para saludar a los viajeros, aunque nadie tiene muy claro de dónde ha salido.

Frunco el ceño disgustado.

-¡Eh! que soy un hombre- y añado- de hecho soy un poderos...-nadie me escucha y se va dando voces por ahí.

Disimulo un poco el que me hayan ignorado de sobremanera y sonrio a la persona que me tiende una cerveza. Genial, aquí si que no pinto nada....

Saludo un tanto desencantado a Martha, como si estuviese abatido, y dejo que se hagan las presentaciones pertinentes.

Voy al campamento algo cabizbajo, pensativo, aunque eso no parece alterar el buen ánimo de la arquera.

Al ver al grandullón de Jakko me río ruidosamente y estiro los músculos, listo para perder un pulmón por la oreja. 

-¡Viejo! ¡Me alegro de verte! Si, si, ya habrá tiempo para noticias; me vas a matar, ya verás... ¡Uldnatch casi me mata con sus politiqueos! Pero bueno, antes de nada voy a presentároslos! - Doy un codazo a Jakko en las costillas y añado-  Y no es una mujer, ¡coño! eres peor que yo...

Miro a Alex y le digo: Perdona a Jakko, Alex, el pobre ya no ve bien. -  miro  a jakko con una sonrisa bravucona y comienzo:

Este es Yi Fan, de Dindavara. Desde bien lejos viene, ¿eh? Pues cuidadito con él, porque puede darle a más de uno una lección  con la espada.

Este otro caballero que tuviste a bien de mentar es Alex Vangrant, ¡un mago! Así que ojo, no os vaya a convertir    en cenizas... 

Este es Henry, el sonrisas. Tampoco lo cabreéis, parece tener siempre un as en la manga, y no tengo ganas de comprobarlo.

Y bueno, este es Anguy, el batidor.- Digo, en un tono lacónico.

Miro a mis compañeros y digo: Bueno, aprovechad si queréis para agarraros una buena melopea amigos, o para conocer gente. Tengo que ponerme al día con este viejo.

Levanto la mano con la palma hacia delante para saludar cuando me presenta, y ya que estoy así, pido otra cerveza, por dos que me tome no va a pasar nada... la primera había sido bebida a la velocidad del rayo, por toda la sed del camino... o eso me gusatría pensar.

-Aquí otra por favor- me dirigo confuso hacia alguien-.

De pronto, Yi Fan se encuentra con un cuerno de cerveza en cada mano, sin saber muy bien qué hacer y rodeado de gente que no conoce pero que le habla al mismo tiempo. El Dindavara puede sentir como en tan sólo unos segundos toda la tranquilidad y la paz que había obtenido en estos días de viaje se rompen en un millón de pedazos.

Se obliga a tomar unos sorbos de la cerveza, a saludar a los hombres, mujeres y niños que se le presentan, y a esbozar una sonrisa titubeante para disimular (con poco éxito) la cara de espanto que se le ha quedado al ver el campamento mercenario.

Son tan... tan... indisciplinados!!!

Vuelve su mirada suplicante hacia Areth, pero está claro que el guerrero está más que cómodo con el tal Jakko. Parecen tal para cuál. El Dindavara se pregunta qué le contará sobre las razones que los ha llevado hasta allí.
En cuanto a Alex, Yi Fan descubre con desesperación que el joven hechicero ya va por su segundo cuerno de cerveza...

Por el Padre-Espada... ¡otra vez no!