Partida Rol por web

Paráis a descansar un par de veces a lo largo del camino. Las sombras de los Yermos se van disipando poco a poco tanto en el cielo como en vuestro estado de ánimo. Sin embargo camináis en silencio pues ambos sois más bien parcos en palabras. Pero ese silencio carece de la tensión que tenía cuando estábais todos juntos en los Yermos.

Casi de repente vuelve a oscurecer. Echábais de menos los cambios de luz que distinguen la noche y el día, así que os preparáis para acampar durante unas horas. Anguy decide que, volviendo a estar en tierra de nadie, puede ser seguro encender una pequeña hoguera. Junto con Serbal se aleja unos minutos y ambos demuestran sus dotes de cazadores trayendo un par de pequeñas presas para poder cocinar.

El olor de la carne asándose en el fuego os hace la boca agua tras varios días comiendo raciones frías, pero pronto la cena está preparada. Mientras disfrutáis de la carne con Serbal a vuestro lado royendo un hueso que le da Anguy, el explorador habla al fin.

- Estamos a una jornada del lugar donde ocurrió la última batalla - informa. - Desde allí no nos costará mucho seguir a todo un batallón truil. Sin embargo, debemos pensar qué vamos a hacer una vez los encontremos... Cómo obtener la información que necesitamos.

Le lanza otro hueso a su sabueso y sigue comiendo mientras espera tu respuesta.

Yi Fan aspira el aroma de la liebre asada y se acerca un muslo atravesado en una rama para saborearla con tranquilidad.

Comenzaremos por explorar el campo de batalla. Responde el Dindavara cuando termina con el muslo. Quizás podamos aprender algo de lo que allí ocurrió.

Tira al fuego la ramita y se entretiene rascando a Serbal entre las orejas.

Y cuando encontremos a los Truil, los vigilaremos a distancia. Entrecierra los ojos, pensativo. Sea lo que sea lo que usan para anular a los hechiceros Ulds, sin duda lo consideran valioso, y si es así, lo mantendrán a buen recaudo. Si los espiamos puede que veamos algo inusual, algo que destaque en un ejército como el de los Truil…

El explorador asiente, mostrando su conformismo con un plan que considera mucho más sensato que la opción planteada por el grupo de los hombres de Jakko.

- Habrá que tener cuidado mientras les seguimos. Pocas veces los Truil forman una partida de combate permanente. Son nómadas y las tribus que se pueden unir para una batalla suelen separarse poco después para seguir cada uno por su lado.

Se queda un momento en silencio, mirando el fuego. Imitas su gesto y te das cuenta del esmero con el que ha preparado la fogata, ya que a penas echa humo. Trucos de explorador, supones.

- El hecho de que se hayan juntado en una suerte de ejército es de por si sorprendente, aunque será probable que no viajen todos juntos, puesto que carecen del apoyo logístico de la armada Uld o Dindavara. Aunque les sigamos, tendremos que tener cuidado, pues a menudo envían exploradores para reconocer el terreno de los alrededores. - Se frota la pierna, como recordando alguna vieja herida. - En más de una ocasión hemos tenido algún encontronazo con ellos.

Con un asentimiento el Dindavara da la razón al veterano explorador. Tendrán extremo cuidado al aproximarse a los Truil. Si no lo hacen así, Yi Fan no tiene dudas de que volverá a encontrarse en la misma situación que vivió con el Cazador de la Noche y sus lobos, y no cree que vuelva a tener la misma consideración por parte de los habitantes de estas tierras de la noche. No, no le permitirían salir con vida.

Acerca la mano a la fogata, agradeciendo la caricia del calor en la palma de la mano. Tiene que pedirle a Anguy que le enseñe cómo las prepara de esta manera, para evitar ser detectado en la distancia. Yi Fan ve en su futuro muchos de estos fuegos. Ha descubierto que le agrada el campo abierto, lo salvaje. Aquí, la vida es simple y un hombre se puede probar a sí mismo, sin necesidad de nadie, sin necesidad de oro, sin necesidad de civilización. Se siente mucho más a gusto aquí que en Uldnacht, con sus secretos, sus mentiras y sus complicaciones.

Incluso le es más fácil alejar a Asceltis de sus pensamientos en este lugar.

Si las distintas tribus Truil se parecen en algo a las familias de mi patria… Reflexiona el Dindavara en contestación a las palabras del explorador. Entonces sólo hay dos cosas que conseguirían unirlas para actuar como una sóla: Un enemigo común que las amenace como nunca antes… o un único líder lo suficientemente fuerte como para someter todas sus diferencias.

Sea cual sea la razón, una cosa está clara: Eso no son buenas noticias para Uldholm…

Anguy asiente. Probablemente ha llegado a las mismas conclusiones y, dado que Uldholm no ha comenzado ninguna ofensiva en los últimos meses, sin duda se trata de la segunda opción.

- Un líder capaz de unir a las tribus y con la capacidad de cancelar la magia Uld... - Niega con la cabeza. - Me pregunto cuál de las dos cosas fue primero. Si esa contramagia o la unión de las tribus.

Se encoge de hombros y acaricia un momento la cabeza de Serbal. Permanece un momento en silencio, mirando al fuego sumido en sus pensamientos. Finalmente se levanta casi con brusquedad.

- Haré la primera guardia - informa. Puesto que sois dos, deberéis parar más frecuentemente para poder mantener turnos de guardia de uno en uno mientras el otro descansa. - Te avisaré dentro de cuatro horas.

No es mucho tiempo, pero lo suficiente para reposar de las largas caminatas de los días anteriores. Acostumbrado ya a dormir a la intemperie, utilizas tu petate como almohada y te recuestas sobre tu capa. No tardas demasiado en conciliar el sueño.

...

Te despierta un ruido y echas rápidamente la mano a la empuñadura de tu espada. Anguy es suficientemente inteligente como para no tratar de despertarte tocándote en el hombro, lo que podría haberle costado un susto en el caso de que no llegases a reconocerle a tiempo.

- Es la hora. - Te dice. - De momento todo está en orden.

Ahoga un bostezo antes de tumbarse en el suelo, dejando su espada corta desenvainada al alcance de su mano.

De la hoguera no quedan más que unas brasas medio apagadas que ya no emiten apenas calor, por lo que Yi Fan se envuelve en su capa de viaje y se sienta arrodillado donde estaba durmiendo hace unos minutos. El terreno es plano y con anterioridad ha apartado las piedras que pudieran molestar su reposo, y ahora, durante su guardia, puede mantenerse alerta ya que la posición que adopta le obliga a mantenerse con la espalda recta y evita que el sueño haga presa en él, ya que eso lo desequilibraría.

La espada Dinda, con una longitud cercana a los dos metros, permanece envainada ante él. Yi Fan sabe que podría recogerla, desenvainarla y atacar con un tajo circular a izquierda o derecha. Todo en cuestión de un segundo.

Pero espera no tener que hacerlo. Respira hondo el frío aire y se concentra en los sonidos que le llegan de la noche. Sonidos que poco a poco comienzan a ser familiares para él…

Yi Fan se apoya en la espada y la mira por un momento antes de desenfocar su mirada para observar los Yermos a su alrededor. Los años pasados entrenando con su dinda hacen que el arma sea prácticamente parte de su cuerpo, una extensión tanto de su brazo como de su propia voluntad.

Durante una hora, camina alrededor del improvisado campamento, imponiendo su disciplina sobre el cansancio del viaje de los últimos días para resistir la tentación de irse a dormir. Pese a estar cerca de la frontera, siguen estando en territorio enemigo. Sonríe ante ese pensamiento. "Territorio enemigo". En qué momento Uldholm ha dejado de serlo para él no sabría asegurarlo, pero, pese a sentirse más cómodo bajo el cielo abierto de los Yermos que en las traicioneras calles de Uldnacht, de alguna forma siente que hay alguien esperándole en la capital Uld.

Sus pensamientos derivan rápidamente hacia Asceltis, hacia su último encuentro. Sin embargo no tiene tiempo para profundizar en ellos. A lo lejos, el aullido de un lobo rompe la monotonía de la noche. Un aullido largo, una llamada. El guerrero no habría prestado atención a ese sonido si no fuera porque pronto fue coreado por otros muchos.

Dejando de lado sus pensamientos, Yi Fan se volvió hacia el origen de los sonidos. Los lobos se escuchaban demasiado lejos como para que pudieran resultar una amenaza. Calculó rápidamente las distancias y la dirección en la que se escuchaban, la misma por la que habían llegado Anguy y él hace unas horas. Si no se equivocaba, todos esos sonidos venían de un lugar no demasiado lejano a donde se había separado de Areth y el resto de sus compañeros.

De repente el largo y profundo aullido terminó, devolviendo el silencio a la noche y dejando a Yi Fan con el recuerdo de un enorme lobo escoltando al truil que le curó la vista.

El recuerdo del Cazador de la Noche, Denvar, hijo de Fengar, vuelve a su mente. Y las últimas palabras que le dirigió:

- Dad la vuelta, Yi Fan, del Clan Meiren de los Ríos... O tal vez acabes encontrando en los Yermos la muerte que tanto ansías. Denvar, hijo de Fengar no te considera un enemigo, pero si tus compañeros se adentran más en nuestras tierras, la lucha será inevitable.

¿Habría comenzado la lucha entonces? ¿Entre sus compañeros de expedición y el Cazador de la Noche y sus lobos? Pensar en ello causa amargor al Dindavara, sea cual sea el resultado de la batalla, porque no cree que Denvar les permita pasar a sus territorios por propia voluntad y no imagina a Areth o Henry tratando de negociar o resolver el conflicto hablando…

En cualquier caso, Anguy y él están demasiado alejados como para llegar a tiempo a la lucha. Demasiado lejos. Sea cual sea el destino de sus compañeros, ahora depende de ellos mismos. Hay poco que Yi Fan puede hacer. De hecho sólo una cosa, algo que no ha hecho desde hace mucho tiempo.

El Dindavara se arrodilla en el suelo y comienza a rezar en silencio…

Durante un rato rezas a tus ancestros, pidiendo guía al Padre-Espada y sabiduría a la Madre-Corazón. De rodillas en el suelo sientes cómo parte del peso que recaía sobre tus hombros se libera poco a poco y de alguna forma te da la impresión de que Congma te ha escuchado y será benevolente contigo.

Más relajado pese a haber hecho guardia durante la mitad de la noche, despiertas a Anguy. No tardáis en preparar vuestro escaso equipaje y volveros a poner en camino. Andáis en silencio, mascando algo de carne seca mientras avanzáis guiados por la pericia de Anguy. El cansancio de los últimos días se hace algo más llevadero ahora que los objetivos parecen estar más claros. El campo de batalla siempre ha estado ahí, pero de alguna forma ahora recuerdas que lo que de verdad ansías es recuperar tu honor, vengarte de la familia de tu tío y volver a casa.

Serbal se eriza y empieza a gruñir y Anguy no tarda en sacar una flecha de su carcaj y colocarla en el arco. Con cuidado, subís una pequeña loma para descubrir qué es lo que ha puesto nervioso al sabueso. A lo lejos podéis ver los despojos de una batalla, probablemente la última que los truil han librado contra los Ulds. Sin duda el perro ha captado el olor de la sangre y sus instintos le han hecho ponerse alerta. El explorador le da un par de palmadas para calmarle mitras os aventuráis hacia el escenario de la batalla para investigar qué ha podido ocurrir allí.

Ante ellos se extiende el campo de batalla, envuelto en un denso silencio roto por los graznidos de las aves carroñeras que se alimentan de los despojos de los caidos.

Siguiendo al perro de caza, Yi Fan se aproxima hacia los restos del enfrentamiento entre las tribus Truil y el ejército Uld. Anguy y él caminan despacio, atentos a cualquier movimiento, separados una distancia amplia para poder cubrir más terreno. Han de tener cuidado, el Dindavara sabe que los carroñeros que rondan los restos de una batalla no son siempre aves, sino que los más peligrosos caminan con dos piernas: saqueadores en busca que cualquier cosa de valor, desde oro a botas.

Yi Fan se mueve con cuidado entre los restos, concentrados sus sentidos. Al mismo tiempo, trata de descubrir qué sucedió aquí, cuándo sucedió la batalla, cómo se desarrolló ésta, así como qué dirección tomaron los vencidos y los vencedores.

Más que un campo de batalla, el lugar en el que estás parece el escenario de una carnicería. Los carroñeros han dado buena cuenta de los cadáveres y todo el lugar emite el hedor característico de los cadáveres en descomposición. Serbal parece ajeno al holor y se dedica a corretear de lado a lado, haciendo que los cuervos levanten el vuelo para posarse unos cientos de metros más allá. No hay ni rastro de ningún humano vivo, salvo vosotros. Si en algún momento alguien vino a saquear los despojos de la batalla, hace días que se fue.

- ¿Qué demonios...? - no puede evitar exclamar Anguy. Le miras inquisitivamente y se ve obligado a explicarse. - Es evidente que el batallón de Uldholm era superado ampliamente en número - dice señalando las huellas. - Los pocos supervivientes tratarían de huir, pero dado el número de cadáveres, no creo que muchos lo consiguieran.

Te acompaña bordeando el campo y señala unas huellas que se alejan. A menos de un kilómetro te señala otro grupo de cadáveres. - Escaparon por allí, pero les persiguieron con caballería - dice agachándose para mostrarte las huellas de los cascos de caballos. - Eso explica por qué el comandante de Uldholm trataría de enfrentarse a los Truil. Es probable que no contase con un batallón de mujeres a caballo que llegase a reforzar las tropas de los salvajes. Incluso con sus hechiceros habrían tenido problemas contra la caballería, pues no es muy habitual que se reúnan tantas jinetes en los Yermos.

Te das cuenta de que Anguy debe conocer bastante las costumbres de los ejércitos tanto de Uldholm como de los Truil. Sin duda él mismo ha servido en esta misma frontera en más de una ocasión. Se queda callado un momento, pensando en lo que está diciendo y se dirige hacia una zona concreta del campo de batalla.

- Normalmente los stormtongue sobrevuelan el campo de batalla, tomando posiciones de forma que sus enemigos tengan que alzar la vista a contraluz. Hacerles disparar cegados por el sol es una buena forma de evitar el largo alcance de los arcos de hueso Truil. - Te explica mientras camina.

Sin embargo se queda en silencio cuando al fin llegáis a la zona donde se dirigía. Los cuerpos se acumulan aquí unos encima de otros, en formas casi imposibles, como si les hubieran arrojado desde decenas de metros. Te das cuenta de que realmente ha sido así, que los cuerpos pertenecen a hechiceros Ulds que han caído literalmente del cielo. Pero, ¿dónde están sus alas?

Anguy se acerca contigo a los cuerpos.

- Yi Fan, tienen el uniforme de los stormtongue del ejército... Estos son los hechiceros alados, pero sus alas han desaparecido. De alguna forma, parece que se revirtió su hechizo de sintonización mientras volaban y cayeron desde el cielo.

Se acerca a uno de los cuerpos para observarlo con más calma y luego echa un vistazo general.

- Parece que muchos de ellos murieron por el impacto al caer, pero alguien se ha tomado la molestia de rematarlos a conciencia... - Señala unas huellas de cascos de caballo que en ocasiones se superponen con los propios cuerpos, como si hubieran pasado por encima de ellos durante una carga de caballería, terminando de destrozar alguno de los cuerpos ya dañados por la caída.

¿Caballería? Yi Fan desconocía que los Truil contasen con grupos de amazonas, pero si lo que Anguy dice es cierto, entonces esas mujeres acabaron con los hechiceros una vez estos perdieron su poder...

Si han de seguir algún rastro, debería ser el de los vencedores, en concreto el de los caballos, más sencillo de rastrear. Aunque lograsen dar con algún Uld superviviente, el Dindavara no cree que pudiera obtener más información que la que Alex Vangrant poseía.

Anguy se entretiene un rato más, observando los despojos del campo de batalla. A unos cientos de metros de los cuerpos de los stormtongues encontráis otros cadáveres de soldados ligeros de armadura, alguno de ellos carente por completo de protección y débilmente armados.

- Flamedancers... - dice el explorador sin dar ninguna otra explicación.

El otro gran grupo de hechiceros ulds, magos que controlan el fuego con sus bailes, temibles en el campo de batalla. Negando con la cabeza pero sin decir nada más, Anguy señala de nuevo las huellas de los caballos, más densas aquí que en el resto de zonas de la batalla.

Durante un rato más, Anguy camina de un lado a otro, sin aparente sentido. Finalmente vuelve a tu lado. En tus ojos lee la misma conclusión a la que has llegado hace un rato.

- Los truil no suelen estar tan organizados... Un batallón de amazonas es prácticamente impensable, pero todo indica que uno a pasado por aquí, y que fueron ellas las que se centraron en acabar con los hechiceros...

Sus palabras confirman tu corazonada. Debéis seguir el rastro de los caballos de grupo de truils vencedor de la batalla. Os ponéis en camino, tratando inconscientemente de alejaros lo antes posible de los cuerpos putrefactos de ulds y truils. Al cabo de un rato, cuando ya estáis suficientemente lejos del lugar de la batalla, aminoráis el ritmo y no tardáis demasiado en sentaros a descansar unos minutos.

El rastro no es reciente. Y además persiguen a una escuadra a caballo. Por tanto no hay tiempo que perder, es necesario descansar lo mínimo imprescindible antes de reanudar la marcha.

Flamedancers... Yi Fan nunca había presenciado el poder de estos hechiceros hasta que conoció a Alex. Pensar en esto le lleva a preguntarse de nuevo cuál habrá sido la suerte del chico, y de Areth, y del resto. En el fondo de su ser desea que se encuentren bien (excepto a Henry, a ese se lo pueden llevar los diablos), pero después de lo que escuchó durante la guardia de la pasada noche, ya no alberga tantas esperanzas.

Pero el Dindavara no tiene mucho tiempo para pensar en ello. Ahora se concentra en seguir a Anguy, que avanza deprisa, sin demasiada dificultad a la hora de seguir el rastro de los caballos de las amazonas. Amazonas nada menos. ¿Qué clase de extraña alianza han formado los Truil para atacar a los Ulds? ¿Quién está detrás de todo esto?

Sea quien sea, lo encontrarán. Y sea quien sea, Yi Fan está convencido de una cosa... no les van a recibir con los brazos abiertos.

Apretáis el paso todo lo posible durante varias horas, siguiendo el rastro de los truil vencedores de la batalla. Camináis rápidamente y en silencio, como cazadores desarmados que persiguen una presa, ansiosos por alcanzarla pero sin tener muy claro qué podrán hacer una vez la encuentren.

Al cabo de varias horas veis cómo las huellas de los caballos se separan del resto de la gente que camina a pie. Anguy se para un momento a observarlas.

- Deben ser unos 50... Probablemente se hayan unido jinetes de varias tribus truil para poder organizar un pelotón de caballería semejante. - Explica encogiéndose de hombros. Los salvajes truil no suelen destacar por sus batallones de amazonas, precisamente.

No tenéis ninguna duda de cuál de los dos rastros seguir. Giráis hacia el norte, en paralelo a la frontera de Uldholm, en pos de la caballería, dejando atrás la partida de guerra formada por la infantería truil. Por lo que te ha comentado Anguy durante el camino, probablemente sean miembros de la tribu de los Caras Azules, famosos por su fervor en la batalla.

Pese a ir a caballo, los lugares de pasto no son tan frecuentes en esta zona y, siendo un número elevado de mujeres jinete la velocidad media que podrán alcanzar es menor que la de dos exploradores solos. Sin embargo, pasan varios días hasta que distinguís a lo lejos la polvareda que levantan los caballos a paso lento. Subís a una pequeña colina para tratar de vislumbrar a las mujeres y os preocupáis al ver que se dirigen hacia otro grupo de truils, asentados un poco más al norte.

Por fin estan a su alcance. Y ese es el problema precisamente, el problema que él y Anguy no han discutido todavía... qué hacer llegado este momento...

El grupo de amazonas levanta una nube de polvo al viajar por estas resecas tierras, y esto les impide obtener una visión clara de las mujeres a caballo. Para compensar esto suben a una pequeña colina cercana desde la cual descubren el destino de sus perseguidas: un asentamiento Truil más al norte.

Tumbado en el suelo, Yi Fan trata de ver más allá de la polvareda. ¿Vuelven las amazonas al campamento principal? ¿Por qué se han unido a este grupo y se han separado de la infantería?

¿Puedes ver algo? Susurra al explorador que está echado en el suelo a su lado. Necesitan más información, y si no pueden obtenerla desde aquí, no les quedará otra opción que aproximarse aun más, a pesar de lo arriesgado que esto pueda ser.