Partida Rol por web

Te diriges al salón donde te encontraste con el Sin Rostro el otro día. Cuando llegas a la puerta, despides a tus aprendices, pues no tienen el rango requerido para entrar allí. A duras penas, cargas tú mismo al hombre de Asceltis y entras en la sala.

Tres hombres esperan sentados en ella, los tres Grandes Maestros del Gremio: Peter Novak, el Rostro de los Asesinos, vuestro contacto con el Consejo. Leena Henders, los Oídos del Gremio, la principal informante de los Asesinos, encargada de enterarse de todo lo que ocurre en la ciudad. Y la Mano, el brazo ejecutor del Sin Rostro, uno de los Asesinos más letales de todos los tiempos, del que se dice renunció a su nombre en un pacto demoníaco a cambio de sus habilidades.

El Sin Rostro no está, pero tampoco podías esperar que se reuniese contigo antes de haber cumplido tu misión.

- Veo que vienes acompañado - comenta sarcástico Peter Novak. - Si hubiera sabido que se podían traer acompañantes le habría pedido a alguna de mis amantes que viniese... ¿Quién es ese hombre?

- Uno de los secuaces de Asceltis - responde Leena por ti. - Es raro verles con el rostro descubierto. ¿Por qué le has traído aquí?

- Supongo que habrás tomado precauciones en el translado - la voz grave de la Mano se distorsiona por su máscara. - Aunque de todas formas no saldrá de esta sala con vida.

Oligis Ledoma se sonríe bajo su nariz ganchuda y empuja a su prisionero manco, que aun está demasiado débil por las torturas y las drogas como para resistirse lo más mínimo, con objeto de que caiga teatralmente a los pies de sus tres interlocutores…

- Lo que os traigo hoy aquí no es sino un presente – exclama con voz suave y calculada – Aunque debo reconocer que no me he sentido igualmente gratificado por vuestra parte, mis venerados superiores, pues el hecho de que se me ocultase información clave sobre el peliagudo asunto que debía afrontar no me ha puesto las cosas más fáciles, precisamente…

Hago una pausa escénica y añado con tono quejumbroso:

- ¿Acaso estabais poniéndome a prueba, a estas alturas, Grandes Maestros? Creía haber superado esa fase hace mucho, tras ser nombrado Maestro del Gremio y encargado de los siempre delicados decesos de los practicantes de la magia en Uld… – dejo ir mi queja sobre el tablero de este peligroso juego – Pero creo que he sido capaz de avanzar en mi ardua tarea incluso habiendo de afrontar esas dificultades añadidas, como que no se me informase de la existencia de la conspiración de Asceltis y su gente, del incidente protagonizado por el danzallamas Alex Straussen en el Cerro de Oro y nuestra supuesta implicación en todo ello… y ante todo del peligroso descubrimiento que habían traído de las tierras fronterizas la oficial lenguatormentas Jezzabel, la equina Diana y el susodicho danzallamas… y que constituye sin duda el verdadero motivo tras el magnicidio del Consejero Rowan…

Al concluir mi perorata hago una forzada reverencia a mis superiores y señalo al lastimoso prisionero que yace extendido en el suelo:

- Así que ahí tenéis mi respetuosa ofrenda, para que le interroguéis personalmente si así lo deseáis y confirmeis toda la información, pues yo ya he obtenido de sus labios… así como de una provechosa entrevista personal con la propia Asceltis… prácticamente todo lo que necesitaba – Ledoma es consciente de estar estirando mucho la cuerda, pero a veces hay que jugar al límite – Lo cierto es que su grupo está sorprendentemente bien informado acerca de nuestro propio Gremio, de hecho conocen incluso la identidad de alguno de los presentes hoy aquí… como vos mismo, Consejero Novak... y eso no es nada desdeñable…

Los dos grandes maestros clavan su mirada en Novak cuando escuchan que Asceltis conoce su identidad, pero no dicen nada al respecto, de momento.

- Maestro Ledoma, aquí nadie ha estado poniéndole a prueba... - dice la mujer sin ningún rastro de sarcasmo en su voz. - Sencillamente supusimos que un maestro asesino, especialista en el gremio de Hechiceros, conocería las últimas noticias que corren por Uldnacht, sobre todo teniendo en cuenta que atañen directamente a su área de influencia.

Se gira un momento hacia sus compañeros.

- Asceltis... - pronuncia el nombre no sin cierto rencor. - Esa mujer empieza a ser un problema. Durante meses hemos tratado de infiltrarnos en su organización, de la misma manera que ella ha intentado que sus agentes accedan al gremio de Asesinos. Ninguno ha tenido éxito, que sepamos, al igual que nuestros hombres han fracasado. Suponemos que tiene acceso a algún alto cargo que le ha desvelado nuestro secreto, aunque desconocemos quién ha sido. Por ahora... - pronuncia sus palabras como si fuera un juramento.

El encapuchado se queda mirando a Peter Novak un poco más que los Oídos del Gremio.

- Sabía que teníamos que haber acabado con esa mujer en cuanto tuvimos la oportunidad... Pero es una rata escurridiza y pocas veces se deja ver en público - dice volviéndose finalmente hacia ti. - Sin embargo, nunca ha actuado tan abiertamente como ahora, si realmente es ella quien está detrás de todo esto...

Mira al hombre que está tirado en el suelo detrás de ti.

- Dices que te has visto con ella, y que ese hombre trabaja para Asceltis. ¿Qué has averiguado? - Su pregunta tiene un tono de exigencia que no te pasa desapercibido.

La cosa no va mal por ahora, pero sé que no puedo permitirme un solo paso en falso…

- ¿Pedís información, venerado Gran Maestro? Pues bien, del meticuloso interrogatorio al que sometí a ese pobre desgraciado, al que habían ordenado supervisar mi eliminación, lo que le saqué a otro asesino aficionado al que tuve que retirar del oficio… y la intrigante entrevista personal que sostuve con la propia Asceltis… antes de que huyera de mí con ayuda de la magia… – no pierdo oportunidad de remarcar mis méritos, mientras mantengo el suspense un instante – Apenas podré aportar nada nuevo a lo que ya sabéis, me temo, pues estaba demasiado ocupado averiguando datos ya conocidos que no habíais creído conveniente proporcionarme de buen principio: que es una mujer muy capaz y extremadamente escurridiza, que utiliza un velo para ocultar sus facciones y no muestra ningún tipo de acento extranjero, que su organización está infiltrada hasta el fondo entre nuestras filas y sus ambiciones son aún mayores… que su mano derecha es un gigantón de rostro tatuado que maneja un mandoble descomunal y se hace llamar Alder… que utilizaron como un pelele a un torpe mercenario dindavara llamado Mark, para asaltar la casa de la Maestra Lenguatormentas Ilsa Svetlana, supongo que con objeto de desviar la atención…

Hago un alto en mi tedioso recitar datos casi superfluos… y paso al plato fuerte:

- Pero ante todo he averiguado que el grupo de asociados a la Maestra Svetlana, (Jezzabel, Alex y Diana) habían hecho un terrible descubrimiento en su viaje a la frontera Truil: existe una fuerza capaz de anular la magia y de momento ha llevado aquel conflicto local a una guerra a gran escala. Por ahora es tan sólo algo minoritario y lejano, cierto, pero si un poder semejante llegase hasta Uldholm…

Dejo la frase en suspenso para alcanzar un mayor efectismo.

Novak asiente finalmente, tras su silencio anterior.

- Así es, maestro Ledoma: esa información fue dada al Consejo por esa mujer centauro, Diana - informa, dándote a entender que los datos que has aportados ya eran conocidos. - ¿Has confirmado que son asociados del grupo de la maestra Svletana? Nos consta que ella misma acogió a la hechicera, y que está buscando a los otros dos, Alex y Jezzabel, pero no creo que les conociese antes de estos últimos eventos.

Leena hace un gesto de haber recordado algo con las palabras de Novak.

- Sobre ese hechicero, Alex: fue atacado en el Cerro de Oro por unos hombres que llevaban el equipo de nuestro gremio. Sospechamos que son hombres de Asceltis que, tras capturar a alguno de nuestros hombres que intentaron infiltrarse en su grupo, han fabricado uniformes iguales a los nuestros... Las últimas noticias que tenemos del chico es que abandonó la ciudad con alguno de los secuaces de esa mujer. El por qué Asceltis trató de asesinarle si pertenece a su grupo es algo que desconocemos. - Mira nuevamente a Novak. - De todas formas, sabemos que Ilsa sigue buscando al chico, colaborando con la familia de Alex. Supongo que su madre, la maestra Straussen, puede ser un buen apoyo para ella si quiere acceder al Consejo.

Se gira nuevamente hacia ti y frunce el ceño.

- ¿Dices que Asceltis utilizó la magia? Tú eres uno de nuestros expertos en ese tema, maestro Ledoma, pero ninguno de mis informes ha corroborado tal cosa hasta el momento... - Se encoge de hombros, pensativa. - De cualquier forma, investigaré a este tal Alder.

La Mano carraspea detrás de su máscara.

- Señores, hay una cosa en la que el maestro Ledoma tiene razón... ¿qué ocurriría si el poder que han demostrado los Truil llegase a Uldnacht?

Los tres grandes maestros se miran con el semblante serio, pero ninguno dice nada. Parece que es una pregunta incómoda que todo el mundo prefiere obviar.

Se diría que la discusión ha llegado a un punto culminante… y el ambicioso Rey Sombra intuye la proximidad de su momento, de la oportunidad para arañar su propia y ansiada parcela de poder, cuanto menos temporal, ya veremos si más permanente:

- Deduzco de todo lo que he escuchado en este consejo interno, oh Grandes Maestros, que estamos en guerra con la organización de Asceltis – inicia su jugada – Y que como Maestro Asesino encargado de esta investigación, se me atribuye la responsabilidad de eliminar la amenaza que supone…

Observa un instante a los que posiblemente sean los tres sujetos más peligrosos de Uldholm, siempre que no contemos la esotérica figura del Sin Rostro… y mueve pieza sin titubear:

- Pues bien, si ese ha de ser mi cometido lo asumo con gusto – hace una gran reverencia demostrando una notable flexibilidad al doblar completamente la cintura, pero sin perderlos de vista en ningún momento – Pero para cumplir vuestra excelsa voluntad solicito los medios adecuados: os pido la autorización para movilizar a todo nuestro ejército de asesinos, cuando tenga localizado al enemigo y necesite de su fuerza para neutralizarlo… definitivamente.

Si le otorgan ese permiso, contará con un poder personal como nunca ha visto…

Los maestros te escuchan atentamente y parlamentan un momento entre ellos.

- Está bien, maestro Ledoma - dice finalmente la gran maestra Henders. - Te coordinarás con mis hombres para localizar a Asceltis. Ellos se encargarán directamente de mantenernos informados en todo momento... - No es necesario que diga que también te vigilarán a ti, pero es algo que está implícito en su concesión. - Una vez la hayáis encontrado, hablarás con la Mano para acabar con ella.

Aguantas la respiración un momento. Están poniendo a tu disposición los vastos recursos del Gremio, pero evidentemente se guardan la capacidad de decisión y se aseguran de monitorizarte... Nada que no esperases y que no puedas apañártelas para aprovechar en tu propio beneficio.

- Una cosa más, Rey Sombra - añade la gran maestra. - Tu punto de contacto con mi gente será Rallick. No te recomiendo tratarlo de la misma forma que a tus aprendices... - Su tono serio oculta una amenaza no del todo velada. Tu fama te precede, especialmente para la mujer encargada de ser los oídos del gremio en Uldnacht, y parece que Leena aprecia lo suficiente a ese Rallick como para no desear verlo con los moratones que adornan ocasionalmente el rostro de Hannah y del resto de tus aprendices.

Oligis Ledoma parece muy satisfecho con el desarrollo de los acontecimientos y la velada advertencia sobre el trato para con Rallick no hace sino divertirle.

Es bueno que también me vayan conociendo en esa faceta, así saben con quién juegan…

- Os agradezco vuestra confianza, Grandes Maestros – dice con una nueva reverencia cargada de imperceptible ironía – Pero para hacerme en verdad digno de ella, lo que debo aportar no son palabras sino resultados, así que voy a ponerme a ello de inmediato… el primer paso será investigar a conciencia lo ocurrido con el tal Alex Straussen… y si es posible dar con su paradero actual.

El plan está trazado. De hecho muchos planes empiezan a estarlo…

Los Grandes Maestros te despiden con un gesto y se quedan en la sala. Cuando sales están sentados, debatiendo, aunque miran de soslayo al mutilado prisionero.

Regocijándote en tus planes, no puedes evitar sonreir al encontrarte de nuevo en los pasillos subterráneos del Gremio. Por un momento, te paras a plantearte tus siguientes pasos. Por lo que te ha dicho Leena Henders, puedes disponer de un equipo de sus hombres para tu investigación.

Te dispones a buscar al oficial Rallick, pero sorprendentemente es él quien te localiza a ti y, por sus palabras, ya está enterado de su trabajo. Sin duda la Gran Maestra tiene algún truco para comunicarse con su secuaz, aunque no has detectado ningún uso de magia en el interior de la sala.

- Maestro Ledoma - saluda Rallick. - La maestra Henders me ha ordenado ponerme a su servicio - dice educadamente inclinando la cabeza. - Por lo que sé, hay algo que debemos investigar.

Se muestra servicial, pero no sabes si es una forma de dorarte la píldora o realmente se está poniendo a tu disposición.

Es hora de darle buen uso a los poderes que acabo de asumir. Y de paso empezar a tantear los límites a la hora de exigir una obediencia inmediata e incondicional a mis órdenes.

- Para empezar quiero acceder a toda la información que Leena Henders ha recopilado a través de vosotros acerca de esa Asceltis – exijo con voz suave pero mirada férrea – Además de todos los registros sobre ese grupo que abandonó la ciudad con Alex Straussen, el hechicero danzallamas, después del incidente en el Cerro de Oro. Alguien debió ser testigo de su partida, quiero saber cuánto hace exactamente, en qué dirección viajaban, si han sido vistos en las fondas de camino… ¡Todo!

De momento ya le he dado tareas para que se mantenga ocupado, pero ahora viene el golpe de gracia por el que espero ver sus cartas:

- Como supongo que sabrás, tenemos orden específica de contactar con La Mano antes de dar el golpe definitivo contra Asceltis – no me cabe la menor duda de que ha sido informado al respecto – Pero hasta entonces no quiero que se comunique nada más acerca de nuestros movimientos, absolutamente a nadie. Y la Gran Maestra Henders está incluida en eso. Sospechamos que el grupo al que perseguimos puede tener a alguien infiltrado, incluso en nuestra propia organización, así que cuantos menos intermediarios transmitan información, tanto mejor para nosotros.

Veremos hasta dónde llegan tus fidelidades, mi buen Rallik… y acabaré por saber qué método empleas para comunicarte tan rápida y eficazmente con la Gran Maestra.

El hombre asiente, dubitativo.

- Por supuesto, tendrá toda la información de la que disponemos ahora mismo sobre esos asuntos - no te gusta demasiado esa última matización - pero lamento decirle que la maestra Henders debe estar informada de todo lo que averigüemos. Son órdenes directas suyas - dice dejando claro que invalidan cualquier solicitud que puedas hacerle. - De cualquier forma, si hay un informador entre nosotros, tendrá que estar muy por debajo de su rango... Ahora, si me acompaña a un sitio más privado.

Frunciendo el ceño, sigues a Rallick hasta una pequeña habitación en una zona menos transitada del complejo.

- Hemos investigado el asunto del Cerro de Oro. Tres hombres vestidos como nuestros aprendices asaltaron el local en busca de ese hechicero, Alex Vangrant. Sin embargo, no eran de los nuestros. Sospechamos que eran hombres de Asceltis, que tras haber conseguido alguno de nuestros uniformes, los ha copiado para cargarnos con sus muertes. - Repite lo mismo que te dijo Leena Henders, por lo que supones que lo han estado comentando entre ellos. - Un guerrero de Dindavara acudió en ayuda del hechicero y acabaron fácilmente con los tres asaltantes. Luego llegó otro de los hombres de Asceltis y se los llevó de allí. A partir de ese momento perdimos su rastro... - se queda pensando un momento. - Uno de nuestros informadores dice haber visto a un guerrero grandote que solía acompañar al duelista Dindavara en la puerta Oeste, saliendo en dirección a los Yermos Truil, pero de momento no hemos podido confirmar esos datos.

Se toma un respiro, antes de continuar con la siguiente solicitud.

- Sobre Asceltis, es poco lo que sabemos. Hasta ahora su grupo se había centrado en pequeños trabajos en la Periferia, asustando a unos cuantos taberneros y matarifes para hacerse un nombre. El no haber podido infiltrar a nadie entre ellos es algo que preocupa a Leena, pero creo que ni siquiera la maestra imaginaba que estarían tan bien organizados y tendrían tanta influencia en el resto de la ciudad.

Contemplo de reojo al hombre de Leena, fuerzo una rígida sonrisa que muestra demasiados dientes y trato de explicarme mejor:

- Mi querido Rallik, no quiero que me malinterpretes – me justifico aún sin necesitarlo – Nadie se plantea que los infiltrados de esa maldita Asceltis pudiesen estar al nivel de los rangos más altos de nuestra organización – aunque la verdad, cada vez descarto menos cosas… – Muy al contrario, lo que me preocupa son los intermediarios… todos los correos que pudieras utilizar para enviar tus informes a la Gran Maestra Henders – matizo – Piensa en eso… cada vez que le remitas un informe de situación… ¿Cuántos ojos de lealtad cuestionable podrían llegar a atisbar su contenido? ¿Cuántos oídos indiscretos podrían estar pendientes?

Observo su reacción con todo cuidado, afinando al máximo mis sentidos para detectar la magia… y hago la pregunta que realmente me interesa:

- ¿O es que dispones de algún medio realmente seguro para reportar tus informes?

Eso, eso… ¿cómo diablos os comunicáis con esa asombrosa rapidez y eficacia?

Centra tu atención en ello, joven Rallik, aunque solo sea por un instante… dame una pista…

El hombre asiente, despacio, como si temiese estar cayendo en alguna trampa.

- Nos comunicamos de forma segura, sí... - admite cautelosamente. Agudizas tu sentido mágico y, efectivamente, notas una sutil hechicería en el asesino. No sabrías decir de dónde proviene, aunque estás convencido de que no es una magia intrínseca al hombre, sino de algún objeto que lleve.

Evidentemente incómodo, cambia de tema.

- De cualquier forma, por lo que me han informado, la misión consiste en localizar a Asceltis, ¿no es así? Para ello pretendía llegar a ella a través de Alex Straussen, pero todos los rumores indican que ha salido de la ciudad, aunque habría que confirmarlo, pues no sabemos nada de él desde el Cerro de Oro. Además de la investigación sobre Alder - de nuevo debe de haber sido Henders quien le ha informado de eso - ¿tiene algún otro plan para localizar a esa mujer, maestro? - Pregunta con respeto; eso te gusta, a pesar de su forma brusca de continuar con la conversación anterior.

Muestras el respeto apropiado, eso es bueno, pero es evidente hacia quién debes lealtad personal y desde luego no es a mí… aunque saberlo ya puede ser útil. Y saber que tienes un enlace mágico con Leena Henders también. Tal vez ese sea el secreto de Los Oídos del Gremio.

- Pues sí, tengo algunos planes – contesto a su pregunta directa – Un individuo con el físico de ese tal Adler, un matón enorme, musculoso, tatuado y armado con un gran mandoble… desde luego no puede pasar desapercibido – sonrío resaltando la obviedad, alguien así es bastante difícil de no ver… y más aún de olvidar – Quiero que toda nuestra red de informantes rastree su paradero, sus contactos, las tabernas, casas de juego y burdeles donde haya sido visto… y los investiguen a fondo. Eso debería llevarnos hasta Asceltis y su gente.

Ajusto con cuidado mis dagas gemelas en las fundas de los antebrazos, asegurándome de que están bien aceitadas y pueda desenvainarlas sin ruido alguno… y añado:

- Entretanto, nosotros vamos a visitar personalmente el puesto de guardia de la puerta oeste, interrogaremos a quienes vigilan la ruta de los Yermos Truil… y a todos los que la hayan recorrido recientemente.

El asesino asiente cuando le hablas de Alder, dispuesto a comunicar a sus compañeros que se encarguen de localizarle.

- Por supuesto, señor. Buscaremos en la Periferia, pues es donde se suelen esconder los secuaces de Asceltis - añade.

Comienza a caminar contigo en dirección a la salida cuando le dices que quieres ir a la puerta Oeste. - Si no recuerdo mal, los guardias que vigilan esa puerta están asignados al cuartel de la avenida Oeste. Sin duda allí sabran quién tenía los turnos la noche después del ataque en el Cerro de Oro.

Asientes y os dirigís hacia allí. A pesar de encontrarse cerca de la muralla, la zona a la que llegáis es una de las entradas principales a la ciudad, por lo que pertenece a los Barrios Medios. Un gran número de comercios llena las calles a vuestro alrededor, pero el cuartelillo ocupa una manzana por si mismo. Por lo que te dice Rallick del lugar, contiene una pequeña guarnición y un calabozo para presos menores.

- De hecho - añade - aquí es donde encerraron a Alex y su compañera centauro por disturbios en la Puerta.

Llamáis a la puerta y entráis en el edificio. Una gran sala hace las veces de lugar de descanso de los soldados de la guardia. Sin embargo, lo que normalmente debe ser un ambiente distendido, parece una zona de guerra. Muchos guardias están curándose heridas menores y comentando los pormenores de un combate.

Un hombre se acerca a vosotros en cuanto os ve. Por sus galones, parece el oficial al mando del asentamiento.

- ¿Desean algo? No es el mejor momento para venir por aquí... - dice con seriedad.

No puedo evitar sentirme complacido, de alguna retorcida manera, al contemplar la forma en que parecen haber vapuleado a toda esta caterva de miserables guardias… pero enseguida me esfuerzo por esconder la sonrisa que asoma a mis labios, entre despectiva e irónica.

Además, en el fondo soy consciente de que no es una actitud profesional, los desórdenes urbanos que puedan haber provocado todo esto no son buenos para el negocio si no los hemos orquestado nosotros.

Aunque, demonios, cómo me gusta verlos sangrar un poco…

- ¿Pero qué es lo que está pasando aquí? – pregunto con una fórmula lo bastante neutra como para no adelantarle ninguna información útil antes de obtener la mía…