Partida Rol por web

Balder titubea un momento antes de entrar en la sede de tu gremio, pues no es habitual que alguien que no pertenece a él acceda a las instalaciones. Sin embargo, acompaña a una de las principales aspirantes al puesto de consejero, por lo que nadie le pone el más mínimo problema.

El ambiente en el edificio no ha cambiado demasiado: la gente charla por los pasillos, esperando ansiosos las próximas elecciones internas para el nuevo representante que sustituirá a Rowan.

- Es curioso. Tu gente parece más interesada en quién va a ser el próximo Consejero que en saber lo que le ha ocurrido al anterior... - comenta Balder. - Varios de vuestros magos han sido atacados en las últimas semanas, pero la gente está más preocupada por el futuro que por los eventos que os han traído aquí.

Ilsa asiente preocupada ante las palabras de Balder.

-Acompáñame. Le dice, mientras se dirige al ujier para preguntar por Christian.

Las conversaciones la turban especialmente ante su posible nombramiento. Por ello, por todas las circunstancias que envolvían sus vidas ahora, se sentía ajena a todo aquello. No obstante, se sintió en la obligación de ofrecer unas palabras de cortesía. El luto obliga. Pensó, y se acercó a sus conocidos saludando aquí y allá junto a Balder. Durante unos instantes se sintió como Zorya en una de sus fiestas, mientras esperaba las indicaciones de los guardianes de la Sede.

No tardas demasiado en llegar hasta el despacho del Consejero Christian. El anciano te hace pasar cuando llamas a su puerta.

- ¡Ah, Ilsa! Me alegro de verte... - saluda desde su asiento detrás de un escritorio. Un enorme libro ocupa la mayor parte de la mesa, y supones que el consejero lo estaba leyendo en voz baja cuando le interrumpiste con tu llegada.

- No conozco a tu acompañante. Oficial del Gremio de Soldados... - observa mirando a Balder. El soldado se presenta formalmente, pues pocas veces se conoce al consejero de otro gremio. - Por favor, tomad asiento... - dice Christian señalando un par de sillas descolocadas por la habitación.

Balder las lleva junto a la mesa y espera a que te sientes tú primero.

- ¿En qué puedo ayudaros? - pregunta Christian. - Supongo que estarás ocupada preparando tu campaña para las elecciones. No te confíes, pues Merak será un digno rival.

-Hola, Maestro -saluda Ilsa con una leve inclinación en señal de deferencia.

Otra vez Merak. Ese maldito insecto.

Lo cierto es que en efecto debería ocuparse de ese asunto. Tan absorta estaba en resolver los enigmas que Rowan le había legado, que había desatendido esos temas. Luego tendría que ocuparse de ello.

-Sí, Maestro, me ocuparé de ello, no os preocupéis...

Después de una conversación protocolaria, Ilsa solicita a Christian resolver una cuestión legal en la sala de los códices, pues desea consultar un apartado concreto del código de elección de Consejeros. Con esa excusa se dirigen a otra sala anexa donde puede hablar con el Consejero más tranquilamente.

-¿Reconocéis el nombres de Adler? Según parece es un hombre fornido cubierto de tatuajes. Podría ser un Ironbone, pero no estoy segura. ¿Sabéis algo de él? -Inquiere Ilsa nerviosa.

El Consejero te acompaña a la otra sala tras pedirle a Balder que espere fuera de su despacho.

- ¡ALDER! - exclama sorprendido al escuchar el nombre, en un tono suficientemente elevado como para que se le pueda escuchar incluso en el pasillo.

- Sí, por supuesto que reconozco ese nombre... - te dice con un suspiro. De repente, su rostro parece más cansado de lo habitual y te das cuenta de que el Consejero es bastante más anciano de lo que normalmente aparenta. - Su historia es uno de mis mayores errores en este Gremio.

Se deja caer en un sillón y espera un momento, más para acumular las fuerzas necesarias para contarte la historia que para dejarte tiempo a sentarte tú misma.

- Ocurrió hace unos 10 años. Supongo que tú eras aún demasiado joven como para recordarlo. Alder era un prometedor danzallamas, soldado del ejército Uld. Muchos decían que era un sanguinario, más salvaje que los Truil a los que combatía... Lo único que yo puedo asegurar es que, hiciera lo que hiciera, le sirvió para ascender y convertirse en capitán.

Suspira un momento, sumido en sus recuerdos.

- En el gremio se le conocía por ser un poderoso hechicero. Podía haber sido fácilmente maestro de su escuela, pero se negaba a sintonizarse permanentemente, pese a conocer el hechizo necesario para hacerlo. Sus maestros le guardaban rencor por ello, pues decían que era demasiado egocéntrico, ya que esperaba perpetuar su linaje antes de sintonizarse con su escuela. - Recuerdas que el conjuro de sintonía de los danzallamas les vuelve estériles. - Pero, cuando le llegó el momento de hacerlo, era demasiado tarde.

- Su batallón sufrió una derrota en la frontera y el capitán Alder fue capturado. Volvió a Uldnacht semanas más tarde, con un tatuaje de Ironbone en la cabeza. Algunos dicen que fue su castigo por arrasar aldeas enteras, pero pocos conocen los motivos por los que fue tatuado. Sea como fuera, estaba hecho de forma que fuera imposible borrar el tatuaje sin acabar con su propia vida... - Aprovechas el silencio de Christian para pensar en las implicaciones que tendría ese tatuaje. Si hubiera sido sintonizado permanentemente con la escuela de los Huesos de Hierro, Alder jamás podría utilizar sus conjuros de danzallamas. Obviamente, sólo un sacerdote de Ironbone podría haber realizado ese tatuaje, pero tendría que haber odiado mucho al hechicero para separarle de su escuela, además que el mismo sacerdote se habría convertido en un renegado entre los suyos por forzar a un extraño a sintonizarse con la magia que, según sus propias creencias, proviene del mismo Heluso.

- Incapaz de utilizar los hechizos de los Danzantes de la Llama, fue expulsado de ella por sus detractores. Por supuesto, le ofrecimos permanecer en el gremio, reconducir su carrera estudiando la fuente de magia a la que le habían obligado a acceder, o incluso dedicándose a otros estudios como yo mismo hago. Sin embargo, Alder lo rechazó y abandonó el gremio junto con su escuela, jurando venganza a los que le habían dado la espalda y a todos los que habíamos sido incapaces de ayudarle.

Se mantiene un rato sumido en sus recuerdos y, finalmente, se vuelve hacia ti.

- ¿Dónde has oído ese nombre, niña? - pasas por alto el apelativo, por mucho que seas una maestra que aspira a un puesto en el Consejo, ya que una vez más, la edad de Christian le pesa lo suficiente como para que pueda usarlo con la mayor parte de los miembros del gremio.

Ilsa permanece sentada con una expresión tensa, como si estuviera a punto de volar, mientras Chirstian le cuenta la historia.

-Puede que ese hombre esté involucrado en todo esto. Ilsa se preguntaba si sería posible encontrar a Ardler cuando parecía escapar incluso a la red del gremio de asesinos. Oligis había conseguido los nombres de los implicados, pero no su ubicación. De ser así el gremio se habría encargado de ellos. Toda vez que ahora parecía incluso adoptar sus formas de acción, según Ledoma describe en referencia a Rowan.

-Hoy me han contado una historia referente a ese tal Adler. Según parece, como ya había advertido, el Consejo se precipitó en su decisión de movilizar al ejército contra los Truil. Un grupo extranjero, de dindavara para más señas, parece estar implicado en todo esto. El asesino dinda que atacó a Diana en mi casa es solo un eslavón más. Según me han dicho están dirigidos por una mujer llamada Asceltis. Y no solo eso...

Ilsa detiene su narración. Elegir cada palabra le resulta cada vez más costo, como si fueran enormes monolitos cuyo peso sofocara su garganta. Hasta ese punto podía llegar la desesperación, se sorprendió.

-También me han insinuado la posibilidad de que Rowan no hubiese muerto por revelar el secreto del "gremio". Al parecer, ese grupo incluso podría tener capacidad para hacerse pasar por aquél. No obstante...

A Ilsa se le hacía difícil concebir esta posibilidad. Quizá por que cantidad de novedades que era capaz de asumir había llegado a su límite en tan poco tiempo. Cómo lograron matar a Rowan sin oponer resistencia. Cómo averiguaron que había revelado esa información, no ya el gremio de asesinos, sino ese grupo misterioso. Para qué matarlo. Qué ventaja táctica obtenían con ello, toda vez que la decisión de movilizar al ejército ya estaba tomada. No. Esto es un movimiento encadenado. El primer paso se lleva a cabo en la frontera, pero ya estaba planeado y organizado todo aquí, de otro modo no se podría explicar el ataque a Jezzabel con tanta celeridad. Ya estaban aquí, esperando la noticia. Por algún motivo, trataban de impedir la declaración de Jezz en el Consejo. Fue la ausencia de ambos, de Alex y de Jezz, la que condujo a la movilización. Digamos que ése era el resultado deseado, por el que había que eliminar a Jezz y a Alex. Pero también a Diana. Ellos saben algo que ese grupo desea ocultar a toda costa.

Pero tal vez podría tratarse de otra cosa. Puede que ese efecto de pérdida de capacidad mágica sea limitado. Si han ganado, digamos, su inmunidad, entonces representarían una amenaza real para quien genere ese campo de supresión. En realidad no sabemos nada al respecto y lo hemos dejado de lado. Sin embargo, tal vez ése sea el corazon de todo. Puede que de algún modo Diana ya tuviese esa inmunidad, por lo que no sufrió ese efecto...

- Sé lo que piensan. Yo misma pensé que me había vuelto loca, que lo que recordaba no había sido real. Pero cuando conseguí levantarme ví los cuerpos de mis compañeros, con sus transformaciones revertidas. Entonces aún no había recuperado mis alas, tardaron cuatro días en aparecer. Esa es la razón por la que no he llegado antes a Uldnacht.

-Nuestros compañeros dieron su vida en una nueva batalla para dejarnos venir hasta aqui y avisar, como nos había ordenado el capitán.

Después de un buen rato, se dio cuenta de dónde estaba. Christian llevaba ya un tiempo observándola, después de desistir de llamarla por su nombre, a la espera de que saliera del trance. Ilsa se sofocó sin querer.

-Perdón, Maestro. No quisiera robarle su tiempo inúltilmente. Es que me resulta increíble pensar que un grupo podría hacerse pasar por ese gremio para matar a Rowan, pero eso es lo que se me ha señalado. ¿Qué opináis vos?

El consejero te mira con el ceño fruncido.

- ¿Alder? ¿Colaborando con dindavaras? - pregunta extrañado. - Lo siento, pero no consigo creerlo... Es cierto que puede haber cambiado mucho en estos años, pero me cuesta creer que alguien que despreciaba a todos aquellos ajenos a los gremios se haya unido a un grupo de extranjeros...  - Se queda un momento pensativo, y luego niega finalmente con la cabeza. - No - sentencia categórico. - Alder podrá querer una venganza contra el Gremio, incluso contra todo Uldholm, pero cualquier cosa que quiera la tendrá que conseguir por si mismo...

Piensa un momento en lo que has dicho.

- Esa Asceltis, ¿qué sabes de ella? Yo desconozco su nombre, pero no se puede decir que yo tenga mucho conocimiento del mundo exterior - señala sus libros. Al fin y al cabo el historiador es un ratón de biblioteca, por mucho que su edad le dé más conocimiento del mundo del que tienen la mayor parte de los Consejeros. - Uldnacht es una ciudad enorme y casi nunca salgo de los Barrios Centrales.

Mientras tú te pierdes en tus recuerdos, él se queda igualmente en silencio, recordando a su compañero.

- Sobre la muerte de Rowan... Era un hechicero poderoso, pero conocerás la teoría que el General Stead publicó en sus Preceptos: "el sigilo destruye a la magia" - se refugia en sus conocimientos para evitar los sentimientos que le pueda generar la pérdida de Rowan. - Ahora bien, si alguien ha acabado con Rowan escudándose en que haya desvelado algunos secretos, debe sin duda conocerlos él mismo y ser lo bastante osado como para no temer represalias por haberse inmiscuído en oficios ajenos a su gremio... ¿Qué ganarían asesinando a Rowan y cargando la muerte a otros?

-Por el momento solo conozco su nombre. No obstante, mi fuente no es fiable. -Reconoce Ilsa. En efecto, Oligis no es de fiar, aunque su información sea cara. Sin embargo ha sido el único que ha proporcionado algo mínimante sólido, y Christian confirma que ese tal Adler es un individuo que puede encajar en este galimatías.

-Si su motivación es la venganza, puede llegar a un punto de desesperación que le lleve a cualquier lugar. Pero, Christian, vos mismo sugeristeis la posibilidad de que la fuente última de nuestros males no provenga del exterior. Ése sería solo un medio para otro fin. Puede que la raíz de todo esté en nosotros mismos. Aquí, en el propio Uldholm. Eso tal vez encajaría mejor en su perfil, según vuestras palabras.

Ilsa se arrebuja en el sillón un momento. Los tintes de la situación cada vez la preocupan más. Al instante se levanta.

-Habéis sido de mucha ayuda, Maestro. ¿Sabéis de algún lazo que Adler mantenga con alguien de la ciudad? Creo que sería oportuno localizarlo y traerlo al Gremio para que responda a nuestras preguntas. -Dice Ilsa sin ocultar un cierto tono amenazador. -Resentido o no, debe respondernos.

El hombre niega con la cabeza.

- Lo siento, maestra, pero desconozco dónde puede encontrarse ni con quién se puede relacionar. Habiéndose separado del Gremio, supongo que estará en la Periferia, pero esos barrios son peligrosos...

Vuelve a su asiento y se acerca el libro que estaba leyendo, con evidente desánimo ante la perspectiva de continuar con su tarea después de esta conversación.

- De cualquier forma, Ilsa, deberías centrarte en obtener el cargo al que estás optando. Dada la información que posees sobre cosas que no deberías, es posible que esté en juego algo más que tu reputación si no accedes al Consejo. - Repite el aviso que te dió a la salida del cementerio, pero no lo hace como amenaza, sino con evidente preocupación por ti.

-Gracias, Maestro. -Responde Ilsa con un gesto.

Ilsa regresa a la sala donde Balder espera pacientemente.

-Lamento la espera, Balder. He averiguado algo de ese tal Adler, pero será difícil de localizar. -Ilsa coge el brazo de Balder en señal de esperanza y le comenta someramente lo que Christian ha revelado- Podemos confirmar que la información de Oligis era hasta cierto punto fiable. Si no te importa me quedaré por aquí haciendo algunas preguntas. Nos vemos esta noche en casa de Zorya, si te parece, y ponemos las cosas en común.

Ilsa se retira de la sala con Balder y lo acompaña hasta la salida departiendo tranquilamente sobre esas trivialidades que hacen más llevadera la vida.

Te despides de Balder y paseas un poco por el gremio, empezando una pequeña campaña de recaudación de votos para tu candidatura al puesto del Consejo. Hablando con la gente, parece claro que la lucha estará entre Merak y tú. Por proximidad con tu antiguo compañero, la mayor parte de los hechiceros de Rulfoun que no mantienen un trato contigo se decantarán por él, al igual que la gente de la capital te conoce a ti más. Entre los lenguatormentas, parece que la cosa está más o menos igualada, lo que hace que los votos de la escuela de danzallamas sean especialmente importantes.

Ilsa se acerca a los distintos grupos con cortesía y amabilidad, retomando antiguas conversaciones que quedaron detenidas hace tiempo, recordando antiguos momentos en la universidad con otros y estableciendo propuestas genéricas acerca del futuro del Gremio y de la propia nación. No oculta su deseo de suceder a Rowan ante los suyos, lo cual sería absurdo, puesto que para Ilsa, como para cualquier verdadero ciudadano de Uldholm, la modestia es un defecto intolerable. En todo momento transmite un reverencial respeto por su maestro. Ilsa sabe muy bien que Rowan tenía enemigos en el Gremio, pero eso es algo que debe heredar, a cambio de mantener a aquellos que encuentran en ella una línea de continuidad con él. La mejor opción que la maestra considera pasa por ganarse a los leales a Rowan y ganarse a los "Flamedancers" a través de los Straussen. Por eso encontrar a Alex es una prioridad. En cierto modo, piensa, Ilsa está utilizando a Cerberus para sus propios intereses. No obstante, en estos momentos de incertidumbre, tiene la sensación de que sus objetivos están más allá de unos meros fines particulares. Que de hecho se articulan con los del gremio en su totalidad y, en particular, con los de Uldholm. Esa idea produce en Ilsa un vértigo singular. Cuando los objetivos de una persona se funden con los de una nación, entonces la política adquiere una nueva dimensión. Saberse consciente de la importancia de sus acciones, de sus decisiones y, especialmente, de sus errores, le transmite la imagen de esos días claros en los que el sol envuelto, en nubes, parece disiparse, para aperecer después con toda su fuerza.

La conexión de Ilsa con su nueva adquirida habilidad va tranformándola poco a poco a un ser más consciente de sí mismo.  Con extrañeza y determinación, comienza a contemplar una profundidad que nunca antes había alcanzado.

Pasas la tarde haciendo campaña en el gremio y, finalmente, te vuelves a casa de Zorya. La temperatura ha bajado ligeramente y, con el sol oscureciéndose poco a poco, es un paseo agradable antes de llegar con la maestra.

La calma que precede la tempestad.

Eric y Biza están junto a la maestra y ves que una de las recién obtenidas alas de la hechicera sangra copiosamente, mientras Irina trata de curarla. Se vuelven hacia ti cuando entras por la puerta y es la propia Biza quien toma la palabra.

- Estuvimos cerca, Ilsa... - dice con una expresión de decepción. - Muy cerca, pero todo se echó a perder en pocos segundos. Si hubiera sabido controlar mejor estas alas, ahora tal vez estaríamos interrogando a esa mujer.

Un gesto de dolor tuerce su rostro cuando Irina tapona la herida con un trapo.

Eric mira a su cuñada, preocupado, pero se vuelve hacia ti.

- El plan estaba saliendo bien - explica. - El dindavara apareció para atacar a Diana, tal y como habíamos previsto. Mis hombres salieron a su encuentro, pero había algo con lo que no habíamos contado. No éramos los únicos que estábamos allí.

Mira a Zorya, que parece que ya está al tanto de lo ocurrido.

- Varios hombres atacaron al grupo y pudimos controlarlos, hasta que una mujer apareció de la nada. Dos dagas fue todo lo que necesitó para acabar con Mark, el hombre de dindavara, y con Diana. Biza salió volando tras ella, pero desapareció tan rápidamente como había surgido. Uno de los asaltantes la hirió con una flecha...

Niega con la cabeza y le da un sorbo a un vaso que tiene frente a la mesa. Se sorprende un momento al notar el fuerte licor en la garganta, pero no podía ser de otro modo en casa de Zorya. Sin embargo y para tu sorpresa, Eric le da un largo trago a la bebida.

Ilsa se queda helada ante el estado de sus compañeros. Debería haberlo previsto... Se acerca a ambos y ayuda a Irina con la herida de Biza. Mientras le susurra apenas unas palabras para que se lleve los trapos ensangrentados, continúa taponando la herida de la hechicera.

-Contadme lo ocurrido con todo detalle, por favor. ¿A qué mujer os referís, por cierto?

La muerte de Diana entristece a Ilsa y la hace estremecer. Para ella la peor muerte es aquella que llega inadvertidamente, en la total ignorancia de lo que sucede, y Diana era poco más que un animal ignorante. Respecto a Mark sus emociones son distintas: un experto guerrero muerto a manos de alguien que parece todavía más eficiente... y su pista perdida.

-Tenemos una nueva actriz en escena, al parecer.

Poco a poco la rabia va haciendo acto de presencia en su interior. Había advertido a ambos de lo que podía ocurrir y su plan no había dado ningún resultado. Pero trata de proyectar hacia fuera esas emociones, se concentra para no dejar que nublen su juicio, mientras unas nubes negras se van concentrando disimuladamente sobre el cielo de la luminosa ciudad de Uldnach.