Partida Rol por web

Sentado en tu despacho del Gremio de Banqueros, Abogados y Mercenarios, repasas por enésima vez la resolución del Consejo dictada esa misma mañana. Tras varios años intentándolo, por fin tu gremio ha conseguido que el ejército profesionalizado de Uldholm admita al menos temporalmente mercenarios registrados entre sus filas.

Como buen abogado y experto en leyes no puedes evitar leer una y otra vez las actas de la reunión, buscando un resquicio para sacar el mayor partido posible a las conclusiones del pleno del Consejo. Por un momento te sientes con ganas de sonreír. Por fin se acercan momentos de mayor gloria para tu Gremio y, con ellos, esperas poder incrementar tu propia influencia.

Escuchas cómo llaman suavemente a la puerta. Casi con fastidio por levantar la cabeza de tus papeles, musitas un lacónico "Adelante". La puerta se abre y ves cómo aparece una joven abogada, oficial compañera de tu mismo gremio.

- Señor Wintall - dice con voz suave. - Mi nombre es Emma.

Conoces a la mujer de verla por los pasillos del gremio, aunque nunca hasta ahora habías tenido ninguna relación particular ni trato personal con ella.

- ¡Ah! - dice con una sonrisa reconociendo los papeles que estás leyendo. - ¿Aún trabajando a estas horas? Desgraciadamente las actas públicas del Consejo no suelen ser demasiado fieles a la realidad. Si te interesa podría conseguirte la transcripción completa de la reunión.

Apoya sus manos en el respaldo de la silla al otro lado del escritorio mientras te mira con una sonrisa en los labios, obviamente esperando a que la invites a tomar asiento. Has visto ese gesto antes, en personas que vienen a pedirte algo. La pregunta es qué puede tener esta mujer que te vaya a beneficiar.

- Hola Emma, sí, me debo a mi trabajo es mi obligación atender las disposiciones de los ilustres hombres del consejo, que se esfuerzan en llevar a lo más alto a nuestra nación. Y sí, estaría encantado de recibir los detalles de tan importante reunión. Cuantas veces se da tanta distancia entre las disposiciones que se arreglan y la redacción final que a los mismos artífices les cuesta reconocer sus propias leyes - Digo con una sonrisa.

Me levanto cortes, la doy la mano como saludo y la invito a sentarse.

- Pero por favor, tome asiento. Los que no conocen desde dentro este mundo dicen que nuestra labor no es física, pero bien sabe usted la cantidad de paseos, para un lado y para otro cargando con extensos documentos, o bien lo duro que es sentarse en estas sillas durante largas horas con los ojos empequeñecidos por la trémula luz, por no hablar de las eternas reuniones, estará cansada.

Intuyendo lo que viene a continuación, que será si no me equivoco alguna petición de cualquier tipo, prefiero no ir al grano, hacerme el interesante y dejar que ella me aproxime la cuestión.

- Y ¿Que tal su labor? Creo recordar que usted se ubicaba en la sección de...

Dejo inconclusa la oración, esperando que ella la termine ya que no tengo ni idea de cuál es trabajo.

La chica toma asiento siguiendo tus indicaciones y te dedica una dulce sonrisa que sólo puede querer decir una cosa: quiere algo de ti.

- ¡Oh! Yo me dedico a la abogacía - dice sin más. - Defiendo a cualquiera que quiera contratar mis servicios para ayudarles en un juicio... Sí, independientemente de si puede o no permitírselo, pero sólo si tienen posibilidades de ganar - añade en respuesta a tu gesto interrogativo cuando escuchas el "quiera". - Eso me permite tener un alto porcentaje de juicios ganados, lo que me da acceso a clientes cada vez más importantes.

Se inclina sobre tu mesa y juguetea "inocentemente" con su pelo. - Lo cual, querido Kroke, es el mismo objetivo que tienes tú...

Estás acostumbrado a las intrigas y tienes una capacidad de reacción en situaciones sociales muy por encima de lo que es habitual incluso entre los políticos de Uldholm, lo que te permite controlar un gesto de sorpresa casi en el mismo instante en que hace amago de aparecer en tu rostro. Sin embargo, la sonrisa de Emma se acrecienta, aunque no sabrías decir si porque ha sido capaz de entreverlo o por el hecho de que has sido capaz de controlar tu gesto.

- Pero no se preocupe, pues no somos los únicos. Al fin y al cabo, ¿quién no busca una posición de más influencia en esta ciudad? De una forma u otra, ambos hemos logrado nuestros objetivos. Yo puedo acceder a las transcripciones de las reuniones del Consejo y usted habrá encontrado ya una forma de que el ejército subvencione a los mercenarios de nuestro Gremio con créditos dados por nuestros propios banqueros...

Su habilidad para conversar es bastante evidente. Está claro que quiere algo, pero no parece tener prisa por decirlo. De hecho, casi te da la impresión de estar utilizando tu misma táctica para hacerse la interesante. Durante un momento, te planteas incluso que haya hecho tan evidente su deseo de hacerte una solicitud para forzarte a preguntarle a ella. Sonríes para ti mismo, pues después de todo, siempre has disfrutado de una buena batalla dialéctica con alguien con capacidades similares a las tuyas.

- Cuan inteligente y a la par generosa su actitud en la selección de trabajos. Juraría que fue Rolf el que dijo que el general inteligente es aquel que solo planta batalla cuando está seguro de su victoria. Nosotros entrenamos con pesados tomos, nos armamos de pluma en vez de espada y nos defendemos con argumentos en vez de armadura, pero no cabe duda que en nuestra labor también se puede encontrar el fragor, el odio, el rencor, y también el valor, la lealtad y la maestría.

Con una sonrisa irónica acepto su comentario sobre mis objetivos que me habría ofendido en entrevista pública, pero que aquí en mi despacho y a solas, me parece más bien un broma un poco naif ya que es un comentario demasiado directo dialécticamente. Yo trabajo un registro mucho más sutil, pero no se le puede negar a esta abogada que apunta maneras, aunque le falta pulido.

- Mi Querida, creo que mis enemigos han debido emponzoñar mi imagen con mentiras para desprestigiarme y me duele en el corazón que un alma cándida como la suya pueda creer semejantes disparates - Dicen mis labios mientras mis ojos no revelan ofensa alguna.- Yo soy un humilde servidor de este país, que solo quiere lo mejor para el conjunto rechazando su bien personal. Si bien es cierto que mi nombre ha sonado para ciertos cargos y posiciones relevantes, pero nunca ha sido mi intención acceder a estas, si no que importantes personajes, conscientes de mi labor y dedicación, me han señalado como el único posible para cargar con semejante responsabilidad.

Tomo una pausa para analizar la reacción de la contertulia antes mis palabras antes de proseguir.

- Y sobre este último asunto que usted apunta, espero que no se deje engañar por la opinión de los necios. "Una victoria ganada para el gremio de banqueros, abogados y mercenarios" dicen, por supuesto los que no conocen los detalles e intrincados vericuetos de la legislación y la economía. El argumento de que el ejercito pedirá créditos al gremio, con sus debidos intereses por supuesto, y que ese dinero volverá al gremio para que provea de mercenarios, pues bien se merecen un jornal por arriesgar su vida por todos, esconde un sin fin de trampas y riesgos. Y no crea que me congratulo de semejante noticia, más bien la temo, porque soy consciente del peligro que encierra. ¿Qué pasa cuando no hay dinero para pagar los intereses? El gremio pierde. ¿Y si los mercenarios se rebelan? El gremio, vuelve a perder. Por supuesto el deber y el honor que son bases de esta coalición, nos obligan a tomar la tarea con el máximo fervor y rigor y aceptamos esta responsabilidad con orgullo, pero son grandes los esfuerzos y riesgos que deberemos realizar en los próximos tiempos si queremos vencer en esta guerra, ya que somos los únicos que podemos sacar al país de esta situación enrocada en la que se encuentra el conflicto.

Me expreso con tranquilidad, apoyando mis palabras con gestos apropiados para cada una de ellas y sin perder con la mirada los ojos de la interlocutora. Me siento superior en la conversación, como un maestro que se toma su tiempo para mostrar al alumno el modo correcto de proceder, por lo que no apresuro los acontecimientos. Además esta conversación es realmente reveladora a la hora de conocer mejor a la colega del gremio.

La mujer sonríe. - ¿Mentiras? - pregunta finalmente. - De ningún modo, señor Wintall. De hecho, su reputación es la de un hombre trabajador, por mucho que alguno de sus enemigos intente dañarla haciéndole aparecer como un desalmado tiburón que aprovecha la más mínima oportunidad para sacar ventaja.

Se revuelve, ligeramente incómoda. De alguna forma te das cuenta de que se acerca al tema que la ha traído aquí, pero te da la impresión de que sabe que no tiene todos los ases en su mano y eso no parece gustarle.

- Sin embargo, tal y como esperaba esa reputación ha llamado la atención de alguien importante. Su nombre ha aparecido como candidato para escribir los acuerdos legales de nuestro gremio con el ejército de Uldholm. - Saca de su vestido un pergamino enrollado y te lo tiende. El sello de Gremio que utilizan los consejeros es claramente visible en el lacre que lo mantiene cerrado. Sin embargo, el por qué envían a una simple abogada a darte esta noticia es una incógnita casi tan grande como por qué te han seleccionado para ese trabajo en vez de escoger a alguno de los maestros con más experiencia.

- Se dice que tienes bastantes habilidades para servir como intermediario entre diferentes grupos, que se te da bien hacerles ver que trabajando juntos pueden obtener más beneficios que por separado. - La referencia a tus estudios de la Respetable Claridad del Habla es evidente, pero tu conocimiento de esa disciplina no es del dominio público. - Tu visión sobre el trasfondo económico de este acuerdo, también demuestra que asignarte esta tarea ha sido una buena elección. Salvo por el hecho de que los mercenarios nunca se rebelarán: como miembros de nuestro gremio, saben lo que les conviene, ¿no crees?

Permanece un rato en silencio, dejando que abras el pergamino y leas en voz baja la misión que te han asignado. Puesto que parece estar enterada de la misión, no te importa leerlo sabiendo que te escuchará al hacerlo*. La abogada la ha resumido perfectamente: redactar los términos del acuerdo entre los gremios para proporcionar mercenarios al ejército. La firma del Consejero Porter ratifica la veracidad del documento.

- La verdad es que no me sorprende mi elección ya que me habían informado de que no había otro sujeto capaz de realizar la tarea con el rigor y profesionalidad que me caracteriza.

Digo con indiferencia ocultando mi tremenda satisfacción por que me encarguen esta misión pero con la sospecha de algo oculta en el hecho de que sea una desconocida abogada quien me traslada esa información. Mis ojos brillan al ver el sello del Gremio que indica la importancia del mensaje.

- Oh por supuesto que no se rebelarán, no temáis por eso. Efectivamente esos hombres sabes a que árbol arrimarse, pero es uno de los riesgos a tener en cuenta a la hora de tasar los intereses a grabar por los créditos.

Leo con avidez el pergamino y me cuesta simular el orgullo que me produce ser seleccionado para tal encargo. Cuando acabo de leer, dejo el pergamino en la mesa y con resignada digo:

- Me honra sobremanera mi selección para la redacción de estos acuerdos aunque mis otras tareas ya ocupan tanto mi tiempo que me será difícil encontrar el largo tiempo necesario para esta tarea. En cualquier caso no me puedo negar, siendo una petición del Consejero Porter, por lo que podéis confirmar a ... por cierto, creo que he olvidado de donde viene esta misiva, ¿Me podéis recordar quién os ha encargado trasladarme esta petición?

La abogada asiente en un gesto de reconocimiento a tu pregunta.

- El mismo Consejero Porter me pidió que te entregase en mano ese documento después de firmarlo... - dice. - Aunque, por supuesto, no es él quien me envía.

Se levanta del asiento. Aunque no tienes muy claro si lo hace por nerviosismo o para dar más énfasis a sus palabras, si tuvieras que apostar te decantarías por la primera opción.

- Como le he dicho, al igual que a usted, me gusta acercarme a gente importante... Mucho más que el mismo consejero, en realidad - explica mientras camina de un lado para otro en tu despacho. - Gente que está interesada en este acuerdo. -  Se para y te mira directamente. - Gente que desearía pedirle un favor al respecto.

Se apoya en el respaldo de la silla y trata de fijarse en si te sientes interesado por sus palabras. Sin embargo, tienes demasiada experiencia en conversaciones de este estilo para que tu rostro no desvele la más mínima información.

- Por supuesto, no es nada ilegal. De hecho, ni siquiera algo que no fueses a plantearte tú mismo... Habrá una reunión entre consejeros para iniciar el acuerdo antes de ponerlo por escrito y correría en beneficio de todos que se llegase a una solución que favoreciese ligeramente al ejército. - Sonríe y se encoge de hombros. - Sí, también nuestro gremio a la larga saldría beneficiado, pues ofrecer unas mejores condiciones de lo habitual en favor de la nación nos permitiría ganar acceso a futuras campañas militares.

Tras su explicación, vuelve a sentarse en la silla.

- Además de eso, es importante que el Capitán Balder, que acudirá como guardia del Consejero Morgan, quede satisfecho con su actuación en pro de la nación.

Mis ojos simulan indiferencia cuando Emma menciona que no es el consejero quien la envía intuyendo que pronto se revelará el verdadero motivo de la visita, pero mi curiosidad se ve frustrada al no obtener esa información. De momento.

- Mi objetivo nunca ha sido otro que el bienestar de Uldholm y si mis servicios son requeridos por los patricios de la villa no es por voluntad mía, si no porque los notables requieren servicios delicados y tratados con la lealtad y rigor que saben que mi humilde persona intenta brindarles. - Explico con fingida modestia.

- Si, tiene usted razón Querida, creo que todas las personas de bien comprenden que esta situación no se debe aprovechar para hacer beneficios no proporcionados. Todos sabemos de la delicada situación y esta guerra no debe utilizarse para que un gremio u otro saque tajada, más bien es una oportunidad de ayudarnos para mayor gloria de todos. Mi rostro muestra seriedad y compromiso con la causa del país.

- Pero si bien comparto completamente su aproximación en este asunto, me veo obligado a advertirle que no será cosa que se consiga fácilmente. - Hago una pausa y me inclino hacia ella hablando en voz más baja para transmitir complicidad y resaltar la delicadeza de la declaración. - Hay gente en este gremio que no es de mente lo suficientemente abierta para tener la visión a largo plazo que implica esta estrategia.

Volviendo a reclinarme continúo. - Pero no os preocupéis, que os puedo prometer, y prometo, que trataré esta sugerencia, ya que no me atrevería a llamarle favor, que se me ofrece con todo mi énfasis por el bien de todos. En especial de esa gente que la convoca a usted. Que, por cierto, debo pedirle alguna referencia sobre ellos. Estoy seguro que no es así, pero sería desagradable encontrarse en el conflicto de intereses que se produjera si estuvieran relacionados con el ejército directamente.

- ¿Referencias? - repite la mujer con gesto sorprendido. - Si hubieran querido que tuviese referencias de ellos habrían venido en persona en lugar de enviarme a mi, ¿no cree? - Niega con la cabeza. - No. Considérelo un acto de fe, querido amigo. Si hace el trabajo como se le ha solicitado recibirá su recompensa - por su tono queda claro que no habla de dinero. - Si hace cualquier otra cosa... Bueno, será suficiente que sepa que habrá gente poderosa bastante enfadada con su proceder.

Se levanta de la mesa y hace un gesto con la cabeza.

- Bien, señor Wintall. Ha sido un placer - dice justo antes de girarse y dirigirse hacia la puerta de salida. - No dudo de que volveremos a vernos pronto - añade con la mano sobre el picaporte. Das por sentado que conoce la información de la nota que te ha entregado y que sabe que la reunión de los consejeros a la que te han mandado acudir se llevará a cabo mañana mismo.

Al salir, se despide de Titus con una ligera inclinación de cabeza, que el severo guardaespaldas responde con un movimiento casi imperceptible. Por fin, te quedas solo en tu despacho, con tiempo para releer la nota con calma y pensar en todo lo que acaba de ocurrir.

Releo la carta con cuidado un par de veces recostado en el sillón de mi despacho.
No me gusta la actitud que había tomado la chica ante la última petición. De educada petición había pasado en un segundo a velada amenaza. De seguro había alguien poderoso que soportase esa actitud si no, no tendría cabida ese comportamiento, pero aún así no me agrada trabajar bajo esa... motivación. Mis acicates son otros bien distintos, más agradables y mucho más efectivos.

Guardo la carta y me quedo unos segundos mirando al techo distraído dejando mi mente libre de pensamientos. Después me dirijo a mi fiel guardaespaldas, que si bien no me importa mucho su opinión, me apetece quitarle hierro al asunto hasta que llegue el momento de la decisión.

- ¿Qué te parece Titus? ¿Debemos aceptar la ... "educada" petición de nuestra amiga Emma?

Al escuchar que te diriges a él, tu guardaespaldas entra en el despacho y cierra la puerta. Ha estado fuera durante toda la conversación, pero sabes que la habrá escuchado completamente.

- Señor - dice con tono formal - ya que pregunta mi opinión, creo que debe mirar en su propio beneficio. Si el hecho de cumplir con lo que la abogada le ha solicitado no conlleva ninguna penalización en lo que a su trabajo se refiere, no pierde nada por contentar a todas las partes. Incluso si el consejero Porter espera que el contrato final se decante en beneficio del gremio, sería fácil justificar que ha preferido no aprovechar la ocasión para facilitar futuras colaboraciones de nuestro gremio con el ejército.

Apoya la mano en la empuñadura de su espada, ligeramente tenso al pronunciar sus siguientes palabras. Evidentemente, él también percibió cierta amenaza en la última intervención de tu compañera, si bien no un peligro inminente que hubiera hecho que entrase para protegerte, y, tal vez, ni siquiera una amenaza física que él pueda conseguir evitar.

- En cuanto a la gente para la que trabaja Emma, desconozco quienes pueden ser. Desde luego están bien informados si han podido organizar esta entrevista en el tiempo que Porter tardó en enviaros su petición. Me temo que no puedo ayudarle mucho, señor, pero tener contenta a esa gente podría reportarle grandes beneficios... o arrastrarle a unos acontecimientos que no pueda controlar.

- Muy sabias palabras, si no fueras tan diestro con la espada te nombraría mi consejero.

Digo con una sonrisa no desprovista de cierta ironía.

- Bueno sea una cosa o la otra, ahora es momento para prepararse para la cita de mañana. Puedes volver a tu puesto, gracias.

Paso unos minutos despachando ciertos asuntos de poca importancia pero urgentes y después me dedico con intensidad, el resto de la mañana, a la preparación de la reunión de mañana. En primer lugar repaso la legalidad y jurisprudencia en asuntos de este calibre, luego busco algún acuerdo anterior para tener un modelo del que partir de base y por último me planteo el ejercicio de realizar un lista con argumentos, a favor y en contra, para dar una tasa asequible a este préstamo, amén de las respectivas respuestas de cada uno desde el punto de vista contrario.

Estudias durante horas la resolución del consejo y la carta de Porter. La reunión se llevará a cabo la mañana siguiente, lo que no te deja demasiado tiempo para trabajar. Acudirán a ella los consejeros Porter, por el Gremio de Banqueros, y Robert Morgan por el de Soldados. Es ciertamente un honor que te permitan supervisar la operación desde un punto de vista legal. Una oportunidad profesional demasiado buena como para dejarla pasar.

Empiezas a redactar un borrador, dejando los suficientes recovecos y huecos en blanco como para poder rellenarlos en favor de uno u otro bando después de que tomes una decisión. Decisión que no deberías postergar hasta el último momento, puesto que es probable que en la reunión te veas obligado a tomar partido de una forma u otra.

Cuando te quieres dar cuenta de la hora el sol, fijo en el cielo de Heluso*, empieza a disminuir su intensidad. Aún tienes unas horas para terminar de prepararte antes de irte a acostar, y aún no estás seguro de cómo vas a emplearlas para decidir la reunión de mañana.

El trabajo oficial ya estaba hecho. Las condiciones planteadas, los intereses estimados y los márgenes calculados. Ahora era el momento del trabajo subterráneo. Tengo curiosidad por saber quienes son los protectores de Emma, para estimar que beneficios puedo sacar de ayudarla y que riesgo temer si la desafío.

Salgo del despacho haciendo un gesto a Titus para que me siga y me dirijo a algún lugar donde poder encontrar información sobre la joven abogada.

Relees el contrato antes de dejarlo sobre la mesa, satisfecho. Sin embargo, sabes que aún te queda por decidir cómo vas a rellenar los huecos: bien en favor del Consejero Porter y tu Gremio o de forma neutral o que favorezca a los soldados, tal y como te ha sugerido Emma.

Sales del despacho, seguido de cerca por tu guardaespaldas. Por un momento te planteas dónde puedes encontrar información sobre la abogada, pero no tardas en decidirte por uno de los mentideros de los Barrios Centrales. Escoltado por Titus, te diriges hacia allí.

El lugar es el patio central de un enorme edificio y se accede a él a través de uno de los locales de moda en los Centrales. La sala de baile de Madame Lemont está prácticamente vacía ahora mismo, pues dad a la cantidad de acontecimientos que está ocurriendo últimamente en Uldnacht, la mayor parte de la gente está intercambiando información (y rumores falsos) en el patio.

Le pides una bebida a una de las camareras de la sala de baile y te diriges hacia el exterior. Es casi de noche, pero el mentidero sigue igual de animado que a medio día.

Te acercas a una vieja conocida, oficial del gremio de tejedores. Su trabajo como modista de los Barrios Centrales le reporta no sólo un importante beneficio económico, sino también acceso a las mansiones de numerosos maestros y gente influyente... y a los rumores que por ellas circulan.

- ¡Ah! Señor Wintall - saluda al acercarte a ella. - Es un placer volver a verle.

Charlais de temas sin importancia durante unos minutos, sabiendo los dos que ese parloteo inicial se considera de buena educación a la hora de intercambiar información.

- ¿Oficial abogada Emma? - repite cuando finalmente le preguntas por ella. - Sí, he oído hablar de ella en alguna ocasión. Al parecer representa a gente importante normalmente, como a la Maestra Straussen, la hechicera danzallamas cuyo hijo, Alex Vangrant, ha desaparecido.

Se lleva su copa a los labios, mirando tu expresión, tratando de evaluar si conocías esa información. Finges sorpresa para animarla a decir algo más. Al fin y al cabo, muchos de los que están aquí lo hacen por el mero hecho de agrandar su ego ofreciendo información de primera mano a gente que la desconoce, tal es la retorcida sociedad de la ciudad.

- Sin embargo, también se la ha visto por los Barrios Medios, cerca de la Periferia. - Como la mayor parte de los habitantes de los Barrios Centrales, Gwen piensa que deberían quemarse todos los edificios de la periferia,  junto a los sin-gremio que habitan allí, por lo que su tono de desprecio es evidente. - No sé si habrá ido por allí en busca del joven hechicero, pero desde luego es sorprendente en alguien de su categoría.

- Oh mi querida Gwen vuestra belleza no tiene igual, sois la envidia de todas las  damas de la ciudad.

Digo exagerando intencionadamente el cumplido para agradar a mi amiga. Después de las frases protocolarias no me cuesta simular sorpresa ante la revelación de las amistades de la abogada.

- Pues tampoco conocía el dato de que esa señorita tenía gusto por tan... extrañas compañias, pero debo reconocer que no me sorprende. Ya había intuido yo en su modo de hablar ciertas burdas expresiones faltas del tacto y la sutileza de las personas bien educadas.

Tomo un trago de vino sin perder de vista la mirada de mi interlócutora.

- Y hablando de esta desgraciada desaparición, ¿Qué se comenta sobre las circunstancias de tan desdichado suceso? Yo estaría encantado de poder visitar vuestros círculos de amistades, pero como sabéis me tienen todo el día atado a la mesa firmando papeles intrascendentes. Pero bueno, por supuesto el trabajo duro a veces tiene su recompensa, ¿Adivináis quien será el encargado de redactar los acuerdos para el crédito al ejército?

Digo con una sonrisa de satisfacción intentando disimular mi orgullo.

- Bien es cierto que yo no tenía interés en esta responsabilidad, más bien la considero un quebradero de cabeza enorme, pero pocos hay con mis conocimientos de leyes y préstamos, por no mencionar las sensibilidades que estos temas despiertan.

La chica sonríe, sonrojándose ligeramente por el piropo, pero sobre todo regocijándose por la confidencia que le acabas de hacer. Según su opinión, probablemente conocer a alguien a quien han encargado una tarea de tanta responsabilidad sea un motivo de orgullo. De todas formas, sabes que, para bien o para mal, esa información no tardará en ser pública desde el momento en que salgas de este patio, pero con ella has cumplido tu parte del quid pro quo en el intercambio de rumores.

Gwen se da perfecta cuenta de ello, así que no se anda con rodeos para contarte la historia.

- Al parecer, el joven Alex Vangrant fue detenido en la puerta, junto con una mujer centauro - su gesto de exclamación no oculta noticias nuevas para ti. En la reunión del Consejo declaró sobre la guerra con los Truil una hechicera dindavara llegada del campo de batalla y, por lo que has leído, habló de su compañero que había regresado con ella. Los primeros hechiceros en volver vivos a la capital desde que los Truil empezaran un asalto inusitado a la frontera. Ahora por fin sabes quién es el acompañante de la centauro, pero te sorprende que no fuera él quien declaró en el consejo en vez de Diana, siendo el hijo de dos respetados miembros de la sociedad uld.

- Sus padres, una maestra Hechicera y un respetado explorador del ejército, contrataron a una abogada para que le sacara de allí, pero cuando llegó, el chico había desaparecido. Se rumorea que el muchacho ha muerto, aunque hay quienes dicen que está escondido en alguna posada de la Periferia... Nada de eso tiene sentido, por supuesto, pues el joven Alex ni siquiera ha ido a ver a sus padres. - Hay algo en lo que cuenta que no termina de cuadrar, pero la mujer habla deprisa, por lo que no te deja mucho tiempo para pensarlo. - ¿Y por qué querría nadie ir a la Periferia teniendo una mansión para alojarse en los Barrios Centrales?