Partida Rol por web

Salís de la Iglesia y os encamináis al castillo de Charlottenburg... hogar del Príncipe Wilhelm.*

La impresionante vista nocturna del castillo os sobrecoge un poco. Podéis entender por qué Wilhelm lo eligió como su sede. Una verja de más de dos metros de altura rodea el perímetro. Hay una única entrada visible y un  guardia nocturno parece estar vigilando la entrada.

William avanza como es habitual en él y aparca en un callejón cercano, para que no se vea su coche desde la entrada. 

Veis un guardia en la puerta de la verja, que parece ser la única entrada.

Llegas en un santiamén al Castillo de Charlottenburg. El Príncipe Wilhelm te espera en la sala de reuniones junto a Peter Klaist. El Protector se encuentra de pie cruzado de brazos y vigilando una de las puertas de la sala (no por la que tú has entrado).

La sala decorada con cuadros, cortinas, tapetes y mantelería del siglo XVI. Es la habitual sala de reuniones de Wilhelm. En el centro reposa una mesa rectangular bastante alargada, donde podrían sentarse perfectamente hasta 20 vástagos.

Wilhelm comienza a hablarte: 

- Esto es muy serio Frank. Dentro de unos instantes vas a tener que controlar tu genio. - ves que la sonrisa habitual de Wilhelm parece haber desaparecido de sus labios.

Luego hace un gesto a Peter y éste se lleva la mano a un pinganillo y susurra unas palabras. Te parece oír algo así como: Ya pueden pasar.

Al instante se abre la puerta que estaba vigilando Peter... y para tu asombro ves cómo Gustav... el OTRO Príncipe de Berlín entra por la puerta. Dirige una mirada despectiva a Peter y luego sus ojos se posan un instante en Wilhelm... antes de seguir su recorrido y finalizar en ti. 

Gustav es un hombre robusto, que parece cerca de cumplir los cuarenta, con el pelo y los ojos de un tono gris acerado. Tiene unos rasgos brutales y algo en él indica amenaza todo el tiempo...

Gustav toma asiento a escasas sillas de Wilhelm... ninguno de los dos parece presidir la mesa, se han sentado uno enfrente del otro, pero casi en un extremo... apenas hay cuatro sillas de distancia entre ellos.

Casi sin haberte dado cuenta la tensión en el ambiente ha crecido a niveles insospechados.

Detrás de Gustav ha entrado un hombre de apariencia corriente, de cuarenta y tantos años, con el pelo canoso y unos ojos marrones. El hombre se sitúa junto a Gustav, a su diestra, y se sienta en la mesa.

William se acerca a la puerta en la que está el guardia vigilando para que no entre nadie. Cuando está en frente del guardia le mira sonriendo y dice. – Apártate, nos están esperando dentro, el príncipe Wilhelm no has hecho llamar.

El guardia te mira de arriba a abajo, se lleva la mano al pinganillo, susurra algo y luego os hace un gesto hacia una de las puertas laterales situadas a unos 50 metros de la entrada principal. Cuando miráis ésta se abre y otro guardia espera a que os acerquéis y entréis.

Cuando llegáis el guardia espera a que paséis y cierra la puerta. Acto seguido comienza a andar por los pasillos sin esperar a ver si le seguís. El guardia os va guiando y mientras echáis un ojo al castillo por dentro. Está decorado como en la época en que fue construido... siglo XVI o XVII calculáis. Probablemente sea un lugar turístico y muchos humanos paseen por ahí durante el día, pero creéis que estáis accediendo a una zona vedada a los que no son de la estirpe.

Finalmente llegáis a una pequeña sala con una mesita y un diván. Una puerta cerrada parece ser la única salida de esta habitación (quitando por donde habéis entrado). El guardia os indica que os sentéis y dice que os avisará cuando el Príncipe le indique. Acto seguido se lleva una mano a un pinganillo y susurra algo: - Ya están aquí. -

Al cabo de un escaso minuto el guardia se lleva de nuevo la mano al pinganillo y os hace un gesto:

- Ya pueden pasar. - abre la puerta y os hace un gesto con la mano...

Cuando Gustav y el otro tipo se sientan, escuchas que suena el transmisor de Peter. Éste escucha atentamente, mira a Wilhelm que asiente con la cabeza y Peter responde: - Que pasen. -

La puerta principal de la sala se abre y entran dos figuras que reconoces. La mujer que habló contigo en la Iglesia y el vástago que te disparó la noche anterior. No parece que les acompañe el tipo del lobo que tenía esas garras tan peligrosas.

Cuando entráis podéis admirar la sala donde os encontráis. Una magnífica sala decorada con cuadros, cortinas, tapetes y mantelería del siglo XVI. Es la habitual sala de reuniones de Wilhelm. En el centro reposa una mesa rectangular bastante alargada, donde podrían sentarse perfectamente hasta 20 vástagos.

Dos hombres se halla en la posición más lejana a vosotros sentados en la mesa. A mano derecha se encuentra Wilhelm, vuestro objetivo. Ya le habíais visto en la Iglesia, es un hombre de unos brillantes ojos azules y un rostro redondeado. Sus rasgos son fuertes y resulta atractivo a la vista. Parece el típico ventrue: lleva ropa de la mejor calidad y no lleva un pliegue fuera de su sitio.

Detrás de él, junto a la mesa pero sin estar sentado, permanece de pie una figura: un hombre bajito con el rostro bastante pálido, el pelo y los ojos castaño oscuros. Viste ropa elegante que le sienta bastante bien.

A mano izquierda enfrente de Wilhelm se encuentra sentado un hombre robusto, que parece cerca de cumplir los cuarenta, con el pelo y los ojos de un tono gris acerado. Tiene unos rasgos brutales y algo en él indica amenaza todo el tiempo... A la derecha de este hombre se sienta otro tipo de apariencia corriente, de cuarenta y tantos años, con el pelo canoso y unos ojos marrones.

De pie, en el medio de la sala en la pared opuesta, se encuentra el vampiro con el que tuvisteis el encontronazo en la Iglesia la noche anterior.

- Por favor, siéntense caballeros. - indica Wilhelm amablemente.

El vástago parece serio, aunque intenta forzar una sonrisa. Espera pacientemente a que todos se hayan sentado y comienza con las explicaciones:

- Para los que no me conozcan soy Wilhelm. Príncipe de... - mira un momento al hombre de rasgos brutales que se sienta enfrente suya. - medio Berlín. - concluye.

- Y él - dice indicando al mismo hombre - es Gustav, Príncipe de la otra mitad de la ciudad. -

- Tenemos que tratar un asunto delicado así que por favor, siéntense y hablemos. -

Ambos príncipes parecen esperar vuestras reacciones. También miran a Frank para ver si se sienta o no.

William se sentó cerca del príncipe Wilhelm, aunque fue más hacia el centro de la mesa para poder tener a los dos a buena vista, no sabía que podía suceder en ese momento.

Fascinada por el gran lugar, sigo tras los pasos de Willian, silenciosa por la expectativa de lo que podría pasar, el sitio simplemente era de lo mejor, pero aún no lo era todo, cuando nos dejaron entrar a la otra habitación en la que se encontraban los príncipes, quede totalmente deslumbrada, las cortina, la mesa, cada aspecto estaba de lo mejor, me hacía recordar por dentro mi hogar en Inglaterra.

Bueno apartando un poco la buena vista que tenia del sitio logro notar a uno de los príncipes y la forma en la que hablaba, con una elegancia total, Antoinette tenía razón, y cada vez estaba más segura, ahora solo me tocaba sentarme e intentar saber que estaba ocurriendo.

Resúmen de lo acontecido:

Estábais en la Iglesia. Caín había terminado de dar su discurso y los Príncipes acababan de salir.

• Vassili hacía rato que había desaparecido hablando con los nosferatus.
• William se acercó a los albinos, quería ver si podía descubrir algo mas, sobre todo qué era ese Vial que ofrecían. Se puso en la cola y esperó a que le llegara a su turno.
• Satanás llamó a su lobo, se acercó a William y le comentó: - Voy a vigilar la entrada. - y salió sin más por la puerta. (Puse esto por ver cómo te sacaba temporalmente de la partida, pongamos que no te dio tiempo a mucho más)
• Katerinka se alejó también en compañía de otro vástago de aire erudito y que llevaba gafas.
• Satine se encontraba confusa ante toda la situación. Y entonces, con la Iglesia bastante más vacía, se percató de que el vástago de la noche anterior, (Frank) se encontraba apoyado en una de las paredes laterales prorcurando pasar desapercibido.
• Frank entró en la Iglesia a mitad del discurso de Caín por una de las puertas laterales. Por eso no le encontrásteis antes tu lobo y tú, y luego con todo lo de que ha aparecido Caín, todo el revuelo, etc... no te percataste de cuándo entró. Al verle saliste por la puerta para tenderle una trampa y capturarle cuando saliera pero te llegó un sms al móvil que te hizo cambiar de idea:

"Dentro de 1 hora en el Castillo de Charlottenburg. Pregunta por el Príncipe Wilhelm. Tendrás sangre, toda la que quieras."  El número desde el que te llegaba el mensaje era el del tipo encapuchado que os dió la misión.

Cuando llegaste al castillo un vigilante de seguridad te acompañó a una pequeña sala y te hizo esperar ahí.

Al poco rato te hicieron pasar a la siguiente sala, pero Anticristo tuvo que quedarse en la pequeña sala de espera:

Todo estaba muy bien decorado, con cosas finas y lujosas, no sabrías muy bien decir de qué siglo... es algo que nunca ha ido contido.

Dentro de la sala viste al fondo de la mesa, sentados frente a frente,  a ambos Príncipes de Berlín.

Junto a Gustav se sentaba un tipo de aspecto corriente, detrás de Berlín un tipo bajo se erguía recto en plan protector.

Tu compañero William está sentado cerca, pero a un par de sillas de distancia del Príncipe Wilhelm. Y junto a él, en la silla de al lado está sentada Satine.

No sabes nada de Vassili y Katerinka.

Y no sabes si es bueno para tus nervios pero el tipo con el que combatisteis en la Iglesia está de pie dubitativo... parece que duda entre si sentarse o no, y dónde.

- Por favor, siéntese, tenemos que hablar con todos ustedes. - el tono de voz de Wilhelm es calmado y tranquilo, pero impone. Da a entender que es mejor sentarse y escucharles.

Mientras Wilhelm y Gustav miran a Frank que parece titubeante acerca de sentarse o no, Peter se lleva la mano al pinganillo de nuevo y musita: - Que pase. -

Todos véis como la puerta vuelve a abrirse y Satanas entra en la sala...

Wilhelm le dice:

- Por favor, siéntese, tenemos que hablar con todos ustedes. - su tono de voz no deja lugar a discusión...

Satanas permanece inmobil, con rosto de, haber si me sueltan el sermon, me dicen algo útil e interesante y me piro, que vine aquí para encontrarme a mi mismo y no hay tiempo, solo revuelos y mas revuelos.

Frank miraba a los presentes con el ceño fruncido, no se le daba demasiado bien disimular, la mirada paso de los dos principes hacia la chica que vio en la iglesia... para pasar a uno de los atacantes la noche anterior... notaba como la sangre empezaba a pedirle que saltara sobre el y le hiciera pagar por asesinar a sangre fria a aquel sacerdote.

Para colmo Wilhelm llamo a otro vastago a la reunion y era nada más y nada menos que su segundo atacante, el más charlatan de hecho, sus frases solian terminar con lanzamiento de objetos de gran tamaño. Frank se toco el hombro ya curado donde impacto aquel banco.

Estaba lejos de encontrarse agusto y era solo cuestion de tiempo que fuera algo EVIDENTE para todos los presentes.

Una especie de sensación de euforia y calma os recorre a todos de arriba a abajo... no sabéis muy bien qué es pero parece que os inspira... os tranquiliza y os anima a estar amables con el resto... es algo superior a vosotros.

- Bien - comienza Wilhelm. - Os hemos reunido aquí con un mismo propósito. - miró un instante a Gustav que le devolvió la mirada fríamente. - Queremos que trabajéis juntos. Tenéis que desenmascarar a ese impostor que se hace pasar por Caín. -

Wilhelm calla unos instantes para que asimiléis todas sus palabras... - Sí, sabemos las pequeñas diferencias que han surgido entre vosotros... pero deberéis esperar a acabar esta misión... Si lo hacéis bien sabremos recompensaros. Y creedme... es algo importante. Es la primera vez en cuatro siglos que Gustav y yo estamos de acuerdo en algo... -

A los tres os llega exactamente el mismo mensaje mental a la cabeza:

- Por ahora colaborad. Pero cuando nos deshagamos del tal Caín sigue en pie la misión de acabar con Wilhelm. Os colmaré de gloria si lo lográis. No hagáis nada directamente hasta que lo de Caín acabe... pero id preparando el terreno. -

Tenéis bastante claro que viene de Gustav, aunque el hombre ni siquiera ha parpadeado, ni ha apartado la vista de los ojos de Wilhelm.

William observo a los presentes y después decidió intervenir en la conversación. – Querría saber dos cosas antes de involucrarnos. Lo primero, ¿Estáis seguros de que ese hombre miente? Si es cierto que es el supuesto padre de todo podríais estar buscando nuestra muerte. Y lo segundo, ¿Por qué nosotros? ¿Que tenemos de especial para que creáis que podemos detenerlo? Dudo que sea un vástago ordinario.

Satanas levanta la cabeza, y mientras mira a los principes habla sonrientemente: Aquí el compañero William tiene toda la razón, esperamos que esteis en lo cierto, por que nos mandareis a una muerte segura, de hecho aunque no sea, estara reclutando gente a patadas, que quereis? 4 tios contra una legion, jajajajajaja, que asi sea, pobres de ellos.

Se pone serio, mira a frank y dice con cierto tono de mal humor: No me gusta trabajar con enemigos, son judas y traidores, las ordenes son no matarlo y colaborar, por lo cual si esta en problemas, no es mi responsabilidad...., solo me encargare de Satine y William.

Mirando el impacto de la noticia, sonrio y me dirijo a los principes.

—Es un honor que en tan importante misión, nosotros seamos los indicados —Digo sonriendo pero con cierto sarcasmo, claro sin ofender a los presente, aunque con esa intención—. Ósea digo, Algunos ni somos de aquí, y solo vinimos por decirlo de alguna manera, de turismo. Por supuesto que es un placer ayudarlos y así también a la camarilla, pero —Vuelvo sonreír y miro hacia Willian—. Mi amigo Willian dijo algo muy cierto, ¿Por qué nosotros?,  ¡Tan especiales somos? y ¿con que ayuda contaremos para esta misión? —regreso la mirada a los príncipes— Es muy importante tener todo los detalles de lo que vamos a hacer, y no irnos de boca a ver qué pasa, no soy lo que digamos una mujer de guerra o conflictos, aunque he interpretado esos papeles, ayudare en todo lo que pueda, pero necesito de más detalles, sin ofender a ninguno de los presente claro.

Sigo mirando con una leve sonrisa en mis labios, y con un tono de picardía en mi rostro, espero una respuesta clara y concisa, no es una misión fácil, así que debe haber algo importante y especial para haber sido nosotros los llamados aunque por alguna extraña razón la incertidumbre que provocaba la premisa me excitaba, quizás solo era el hecho de ver la importancia que adquiríamos ante ambos príncipes o mejor aún, la sensación que daría una verdadera misión a mi vida, lejos de las luces y las cámaras, solo la apasionante realidad.

- Seremos claros. - declaró Gustav contundentemente. - Yo no me fío de que el supuesto Caín no sea una estratagema de Wilhelm. Y él no se fía de que no sea un emisario mío... Vosotros - dijo mirando a Satine, William y Satanas... - sois totalmente nuevos en la ciudad. Es imposible que hayáis tenido tiempo de elegir bando, por lo que no servís a Wilhelm ni a mí. -

Gustav no se movió un ápice de su asiento, miró a Wilhelm para ver si estaba conforme y cuando el otro ventrue asintió, prosiguió:

- Caín no es más que un mito... y aunque viniera en persona a proclamar un nuevo mundo, yo jamás le rendiría pleitesía o le dejaría hacer con mi ciudad lo que le viniera en gana. - Veis cómo Wilhelm enarca una ceja cuando Gustav dice las palabras "mi ciudad".

- Vosotros podéis ganaros su confianza... hacerle creer que estáis de su parte y avisarnos más tarde de sus verdaderos planes. Tarde o temprano se los tendrá que comunicar a sus subalternos. Y entonces acabaremos con él. No os hemos elegido para que os enfrentéis físicamente a él... aunque podéis intentarlo si os place. Pero para que veáis a qué os enfrentaréis hemos solicitado a... "Caín" otra audiencia dentro de dos noches. Otro "emisario" nuestro se mostrará irrespetuoso y le provocará... Si se da el caso habrá un enfrentamiento físico y veremos si el tal Caín es quién dice ser. -

- Tú - dijo Wilhelm cuando parecía que Gustav había acabado. El otro Príncipe de Berlín se dirigía ahora a Frank - llevas más tiempo en la ciudad... pero eres el mejor investigador que conozco. Gustav también ha oído hablar de tu reputación... Por eso necesitamos que trabajes con ellos. Satine parece llevarse mejor con el tema de ganarse la confianza del enemigo, tú podrás descubrir indicios y sobretodo aportarnos pruebas, donde otros no verían más que un posible combate y sangre... Y dado que el tal Caín va a contar con muchos aliados... necesitaréis fuerza de choque. Ahí es donde entran Satanas y William. - Wilhelm dejó que las palabras calaran hondo en todos los vástagos presentes. Luego miró a William primero, pero brevemente, y finalmente posó sus ojos en Satanas: - Puede que no te guste, pero hasta que tengamos pruebas de los planes de "Caín" tendrás que proteger a todos, incluído a Frank. Y él tendrá que hacer lo propio contigo si se diera el caso - se apresuró a matizar Wilhelm mirando de nuevo a Frank. - Sé que si tenéis un enemigo común podríais colaborar bien... aunque sino... acabaréis matándoos. - hubo un breve cruce de miradas entre Gustav y Wilhelm:  - No nos importa, si queréis podéis mataros, pero acabad primero esta misión... No nos podemos fiar de nadie en esta ciudad salvo vosotros... y aún de vosotros no nos fiamos completamente. Pero si esto sale bien seréis gratamente recompensados. -